¡PROU! ¡NO ET FACIS EL MOSSO!

La expresión HACERSE EL SUECO, en su tesis más aceptada  y extendida, surge del término latino soccus, clase de calzado utilizado principalmente por los actores cómicos en el teatro antiguo romano –también por la población femenina-, que era un zapato plano, diferente del que utilizaban los actores trágicos, que elevaban su estatura mediante una suela de gran altura.

Soccus.

De “soccus” vienen las palabras zueco (zapato de madera de una sola pieza con apoyos para aislarlo del suelo), zocato (que se maneja con la izquierda) de la que se deriva zurdo y se aplica, al igual que otra de sus derivadas zoquete (trozo de madera corto y grueso), al ser torpe y obtuso. Quizá por ello, “hacerse el sueco” , pudiera interpretarse como  hacerse el torpe, el tonto, o el que no comprende lo que se le dice…

Aunque  la expresión se utiliza para referirse a aquel que se hace el desentendido o no entiende algo, realmente significa “quedarse inmóvil evadiéndose de lo que sucede alrededor”, utilizando el significado de soccus relativo a árbol inmóvil y naturalmente poco contestador…

Para otros, la expresión proviene de los marineros suecos del siglo XIX que atracaban en los puertos españoles, aprovechando su desconocimiento del idioma para entender solamente lo que les interesaba. Llegaban en busca de vino, y decían a todo que sí, cuando realmente no comprendían palabra alguna de español.

También pudiera derivarse el origen de la expresión del hecho de que Suecia mantuviera una posición neutral en la Segunda Guerra Mundial, lo que les hizo sufrir a los suecos casi nada, comparado con sus vecinos escandinavos.

También en la guerra de los 80 años que mantuvo España contra las Provincias de los Países Bajos entre 1568 y 1648, se cuenta,  que siendo los Tercios Españoles habitualmente muy crueles  con los rebeldes holandeses, en una acción de guerra, apresaron a una unidad de “herejes”, que al ser interrogados pusieron de manifiesto ser mercenarios suecos alistados en el ejército de Orange por hambre.

Los españoles que no se encontraban en guerra con los suecos, ni les interesaba ampliar el número de países  enemigos, les permitieron marchar o darles la libertad de servir en las tropas españolas. Lo acontecido, se propagó como la pólvora y en la siguiente contienda, los prisioneros holandeses se “hicieron los suecos”, esperando que los españoles se apiadaran de ellos.

Otra hipótesis, nos traslada a la época de Napoleón Bonaparte, cuando solicitó ayuda al rey Carlos XIV Juan de  Suecia para invadir Rusia en calidad de aliado. El rey sueco consideró esta proposición muy arriesgada y poco conveniente, pero no quiso rechazar de plano la propuesta del emperador con el que mantenía unas excelentes relaciones. Para resolver la situación, le pasó el asunto a su embajador en París, ordenando que se rechazara la propuesta sin provocar el enfado de Napoleón.

El diplomático, señaló con reiteración que desconocía el idioma francés, pidiendo continuas traducciones de la propuesta napoleónica. Cuando comenzó a redactar los diferentes epígrafes del acuerdo, se equivocaba con insistencia, empezando de nuevo una y otra vez. De este modo, y no siendo posible aplazar más el comienzo de la invasión, los franceses asumieron no contar con la ayuda sueca. Napoleón comentó que el embajador “Fait la sourde oreille” (Hace oídos sordos).

Hay algunas opiniones más modernas y probablemente menos certeras, de que la expresión podría proceder de la actitud del Gobierno sueco al amparar y acoger a los soldados norteamericanos que no quisieron luchar en la guerra de Vietnam.

Hay otra teoría que hilvana con la ya expuesta ut supra de los suecos que llegaban a España a comprar vino, y es que a finales del siglo XIX, el jerez se consumía más en Inglaterra que en España, por lo que los comerciantes ingleses fondeaban frecuentemente en puertos andaluces, especialmente en Cádiz. Como las relaciones entre ambos países no eran muy buenas, solían izar en los barcos una bandera sueca en lugar de la inglesa, para evitar problemas, y asegurar el suministro del jerez. Es decir, se hacían los suecos.

En otros países, para señalar  la actitud de hacerse el tonto o el sueco, utilizan otros gentilicios, como “hacerse el suizo” o “hacerse el soviético”… ¿Quizá cada país simplemente acostumbra a emplear la metáfora con gentilicios de países de lenguajes para ellos muy extraños?

Algo parecido al espíritu de “hacerse el sueco” está en el significado de los tres monos sabios“no ver, no oír, no decir”.

Los tres monos sabios.  escultura de madera de Hidari Jingorö1594-1634), situada sobre los establos sagrados del santuario de Toshogu construido en honor de Tokugawa Ieyasu al norte de Tokio.

Resumiendo, hacerse el sueco podría ser interpretado en general como hacerse el sordo, fingir que no se ha entendido u oído una cosa, comentario u orden, o que se es un zoquete, un zapato o un zocato.

Como los Mossos d´Escuadra no llevan zapatos en su vestimenta de gala, sino espardeñas o esparteñas, y barretina o  sombrero de copa, ni son zurdos en general –en Cataluña no hay mucho zurdo por el puro RH de Jaén- , entonces, o son zoquetes, o se han hecho el sordo en sus últimas actuaciones.

Por eso, a partir de ahora, en vez de utilizar la expresión ¡No te hagas el sueco!, utilizaré ¡NO TE HAGAS EL MOSSO!

También podemos utilizar lo de ¡“vaya puigdemont has hecho” !, cuando por tus deficiencias graves en retórica, oratoria o dialéctica, hagas incomprensible para los demás lo que tratas de exponer, o cuando quizá  por tus habilidades en esas artes logres  igualmente no ser comprendido…