PIRATAS, CORSARIOS, BUCANEROS Y FILIBUSTEROS. Parte 2.

Los filibusteros, tuvieron un ámbito de actuación que se ceñía exclusivamente al Caribe o mar de las Antillas. La característica que les diferenciaba de otros piratas fue la de no alejarse de la costa, bordeándola y saqueando las localidades costeras y los barcos no demasiado grandes anclados cerca del litoral.

Mar de las Antillas o del Caribe.

El origen de esta palabra pudiera ser holandés: vrij buiter -el que captura el botín libremente-, en inglés free booter y en francés flibustier , o también relativo al tipo ligero de embarcación rápida utilizada para sus fechorías, en inglés fly boat y en holandés vrie boot.

Inicialmente actuaron por libre atacando navíos pequeños sin alejarse demasiado de la costa, asociándose posteriormente creando una sociedad filibustera en las costas de Santo Domingo –parte este de La Española–  y en la isla de La Tortuga –hoy  de Venezuela- bautizada con el nombre de  Hermandad de la Costa.

Con el tiempo, las coronas, inglesa, francesa y holandesa vieron una nueva oportunidad de “importunar” a españoles y portugueses con los filibusteros, y negociaron con ellos, para que centrasen sus ataques en los barcos y enclaves de esos dos países –a partir de 1581 y hasta 1640 sólo uno,  ya que desde Felipe II hasta Felipe IV los reyes de España lo fueron de ambos países-, convirtiéndolos en  actores, unas veces filibusteros libres o asociados y otras en corsarios o piratas domesticados.

Un éxito importante de los filibusteros  y el último reseñable de los mismos, fue la toma de Cartagena de Indias en 1697, con la ayuda de una flota de  corsarios franceses.

 

Vista desde el castillo de San Felipe en Cartagena de Indias. Colombia.

Uno de los filibusteros más temido fue Jean David Nau, más conocido como François l’Olonnais, que se convirtió en el terror del Caribe durante casi veinte años.

François l’Olonnais.

Los filibusteros, necesitados también de velocidad y navegando por la costa, utilizaban barcos aún más ligeros que los piratas convencionales, aunque emplearon a menudo también los mismos navíos que  ellos y que los corsarios.

LA BALANDRA fue el barco típico utilizado por los filibusteros, por su rapidez y sus 18 cañones, siendo su suerte habitual, la navegación ciñendo el viento por estribor.

Balandra.

El término bucanero tiene su origen en los habitantes de la parte occidental de la isla de La Española –hoy Haití-, que se dedicaban a cazar reses y cerdos salvajes, ahumando después su carne –bu canear-, para venderla a los navíos que navegaban por el mar de las Antillas

Esa parte de La Española, fue abandonada por los descubridores españoles al partier tras el primer cuarto del siglo XVI en busca de nuevos descubrimientos y asentamientos, intentando dejar clara la propiedad de la Corona española antes de embarcarse en nuevas aventuras.

Abandonada La Española, se establecieron  aventureros franceses que aprendieron de los nativos la técnica de conservación de la carne  y del curtido de  las pieles de los animales que cazaban, con el mismo propósito que los nativos, es decir, venderla a los navíos que pasaban por la zona.

Al no pagar impuestos a España por esta actividad, y negarse a hacerlo cuando fueron requeridos, tras tener noticia los españoles de la misma, las autoridades españolas ordenaron  invadir la isla exterminando a los animales en los que se basaba el negocio de los bucaneros. Los franceses, que gobernaban la isla de la Tortuga, acogieron a gran parte de estos bucaneros, que por su forma de actuación –cerca de la costa- similar a la de los filibusteros y por su proximidad cronológica y geográfica a los mismos  se fusionaran con ellos formando tripulaciones conjuntas, cuyo único fin fueron los actos de piratería, llegando a formar parte también de la Hermandad de la Costa.

Isla de la Tortuga al N. de Venezuela.

A lo largo de los dos siglos siguientes, el término  bucanero, alternado con el de filibustero, pasaron a ser sinónimos de pirata -aunque a veces fueran empleados como corsarios-, pero mientras estos últimos y los piratas, solían limitar sus actividades exclusivamente al ámbito del mar, los bucaneros también actuaban contra posiciones de tierra firme. “De matarifes de reses, se convirtieron en carniceros de hombres“.

Los bucaneros utilizaron además de balandras, botes, lanchas de remos o velas, piraguas, etc…: embarcaciones muy ligeras que los transportaban  hasta los mercantes para asaltarlos desde la costa, si el buque se estaba aprovisionando, o bien desde otro buque si estaba navegando, disparando contra el timonel y todo tripulante que estuviera sobre cubierta con mosquetes de larga distancia. De esta forma, paralizaban el buque, que no podía ni maniobrar, ni huir…

Tanto unos como otros, utilizaban nombres irónicos para sus barcos como “Sudden Death” –muerte súbita-, “Sweet Hell” –dulce infierno-, “Sweet Dreams” –dulces sueños-, “Black Joke”-humor negro-…

Su existencia fue apagándose, cuandó cesó el apoyo de los franceses que prácticamente fueron los que les sustentaban.

Para los piratas, corsarios, filibusteros y bucaneros, existieron puertos en los que podían entrar sin ser detenidos ni requeridos por las autoridades repartidos por todo el mundo:

En Europa: Boulogne y Dunkerque.

En las Indias: Isla de la Tortuga, New Providence, Nueva Orleáns, Panamá y  Port Royal,

En África: Argel, Madagascar, Trípoli y Túnez.

En Asia: Costa Malabar, Filipinas, isla Sulú, Surat, puertos de la China meridional…

Habiendo definido estos cuatro estilos de piratería, se debe reiterar que no eran actividades estancas entre ellas, ya que solía ocurrir que los hombres que fueron piratas, pasaran a ser corsarios, o al contrario, por el simple hecho de que una Corona diera o quitara un cursus; de igual forma, muchos bucaneros  fueron filibusteros, para después ser corsarios o piratas, habiendo pues una gran permeabilidad entre unos y otros.

Todos, tuvieron su momento de gloria, sin embargo fueron los piratas los que con el tiempo, permanecieron en el imaginario popular y a pesar de ser delincuentes peligrosos, pasaron a ser héroes románticos, que si bien podían robar y matar, lo hacían para defender su vida en libertad, lejos de los dominios de los grandes monarcas europeos. Los ingleses, siempre tan suyos, a partir del siglo XIX, los denominaron eufemísticamente, aventureros políticos en países sudamericanos.