AIDA. Parte 2.

Para conmemorar la victoria, celebraron un triunfo en honor de Radamés, señalando el faraón al final del acto, que cualquier cosa que solicitara en ese momento le sería concedida.A petición de su enamorada Aida, Radamés pidió la libertad de los prisioneros etíopes, pero el pueblo y los sacerdotes impidieron al faraón hacer esa concesión, y en un alarde de generosidad –y a instancia de Amneris- le dio  como premio la mano de su hija, oferta que fue bendecida por el Sumo Sacerdote, lo cual la convirtió en irrechazable.

Al día siguiente, llegaron noticias de un rearme del ejército etíope, volviéndole a ser entregados a Radamés los símbolos sagrados del mando, comenzando los preparativos  egipcios para una nueva batalla.

Ante la  detestable e irrechazable oferta del faraón, sugerida por Amneris, esa noche Radamés citó a Aida para decirle que a pesar de la señalada obligación de unirse a la princesa, no lo haría, por sentir hacia ella un amor sublime, proponiéndole entonces Aida  huir a Etiopía, al mismo tiempo que le pidió información –a instancias de Amonasro- de la situación del ejército egipcio preparándose para la batalla, para abatirlo por sorpresa, cosa que el general hizo en un acto de lesa traición.

Amneris descubrió la traición hacia ella y hacia el  pueblo egipcio del general, ordenando su detención junto a Amonasro –ya desenmascarado- y a Aida; el rey etíope murió protegiendo la huida de su hija,  cosa que Aida consiguióa, siendo apresado Radamés para ser juzgado.

La princesa egipcia, al ver que su amado iba a ser condenado a morir, lloró, suplicó y prometió…dándose cuenta de que ella era la que ordenó su detención, y la iniciadora del proceso del juicio por traición, en el que se le condenó al fin, a ser enterrado vivo.

La sentencia se ejecutó de forma inmediata, enterrando vivo a Radamés en la bóveda del templo de Path; ya cerrada y sellada la puerta y en completa oscuridad, Radamés oyó unos ruidos dentro del mausoleo y descubrió que Aida había entrado de incógnito con anterioridad a él, para poder viajar juntos a la eternidad en el amor.

Por encima de la bóveda del templo de Ptah, Amneris, impotente y deshecha de dolor, imploraba a la diosa Isis para que su adorado Radamés pudiera descansar en paz, ignorando que en el interior de la la tumba, Aida, lo acompañará eternamente. En el subterráneo, Aida murió en los los brazos de su amado Radamés.

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Giuseppe F.F. Verdi (1813-1901), recibió del Jedive de Egipto, Ismail Pachá, el encargo de componer una ópera ambientada en Egipto para las celebraciones que se llevarían a cabo en la inauguración del Canal de Suez, el 17 de noviembre de 1869, teniendo que ser representada  Rigoletto del propio Verdi, ya que el encargo no pudo terminarse a tiempo.

Aída fue estrenada, sin la presencia de su autor, en el Teatro de la Ópera del Cairo, dos años más tarde, en diciembre de1871. La representación fue grandiosa, y como detalle se puede señalar que la corona que ceñía Amneris era de oro macizo y las armas de Radamés de plata.

Dos meses más tarde, se estrenó con la presencia de Verdi, en la Scala de Milán, en febrero de 1872 constituyendo un éxito clamoroso teniendo que salir el compositor a saludar 32 veces. En esta versión de la Scala, que ha quedado como definitiva, Verdi le añadió la famosa aria para soprano O patria mia.

Los autores del libreto fueron Antonio Ghislanzoni y Camille du Locle, basado en el drama del mismo nombre de Auguste Mariette Bey; el libreto, en italiano, está dividido en cuatro actos y la representación en Madrid de marzo 2018, ha tenido una duración de 3 horas y cuarto.

PERSONAJES

Aída: esclava etíope, hija de Amonasro — soprano dramática.

Radamés: comandante del ejército egipcio — tenor dramático con registros de contratenor.

Amneris: princesa del faraón de Egipto — mezzosoprano con registros de soprano.

Amonasro : rey de Etiopía y padre de Aída — barítono.

Ramfis: Sumo Sacerdote de Amón — bajo.

faraón de Egipto: padre de Amneris — tenor.

Mensajero: — tenor

Nunca había asistido a una  ópera tan hermosa, por su presentación, su música y libreto, su dirección musical, dirección de escena, iluminación, coreografía, diseñador de proyecciones,  unos grandiosos protagonistas principales, la Orquesta Sinfónica de Madrid -titular del Teatro Real desde 1997-, el Coro Intermezzo con su dirección-titular del Teatro Real desde 2010-, y en fin, una puesta en escena y ejecución sublimes, con casi 300 artistas –entre solistas, coro, bailarines, actores y orquesta– y una escenografía imposible de imaginar.

Se han reunido las mejores voces de la actualidad entre las que destacan Violeta Urmana, Ekaterina Semenchuk, Daniela Barcellona, Gregory Kunde, Fabio Sartori, Alfred Kim, Liudmyla Monastyrska, Ana Pirozzi y Lianna Haroutounian, entre otros.