CAMINO DE SANTIAGO 2018: muy breve Historia de Asturias. Parte 1

El mes de mayo pasado, como cada año, desde hace ya algunos, realicé una parte de uno de los múltiples  “Caminos de Santiago”; en esta ocasión decidimos recorrer Asturias para intentar conocer mejor esta región de España -de la que es oriunda un nuevo miembro de mi familia-,  de este a oeste, por el camino norte de la costa.

No relataré con minuciosidad lo realizado en cada jornada –ya envié miles de cansinas y bellas fotos jeje-, y sí lo haré de la impresión general que me produjeron sus paisajes, sus gentes y aquellas cosas y monumentos que me llamaron MÁS la atención, y desde luego unos brochazos de su historia, siempre con algo de humor e ironía e intentando buscar el porqué de las cosas. Yo conocí Asturias  hace años –iba un mes cada verano- cuando mi querido suegro, que en paz descanse, estaba de Gobernador Militar, y mis hijos mayores eran muy pequeños (la menor no había nacido), pero fue un conocimiento de flor de cafetería…Oviedo, Gijón… y de los montes poco, sólo Covadonga -La Santina-, por donde fueron pasados los hijos.

Empezaremos por la historia, aunque sin remontarnos a períodos muy lejanos como el Paleolítico (3.700.000 a 10.000 a.C.), ni aún al neolítico (10.000 a 3.000 a.C.), centrándonos básicamente, en el período transcurrido a partir de la invasión romana hasta el fin del Reino de Asturias.

Historia del Reino de Asturias.

Los asturianos de hoy, descendientes de los astures transmontanos, recibieron probablemente su denominación de los romanos, por habitar en las riberas del río Astura -hoy Esla-. Los astures cismontanos habitaban en lo que hoy es León, Zamora y Orense; tienen una lengua románica propia –bable- y una cultura, que los diferencia.

Aunque Asturias fue habitada desde el Paleolítico Inferior –hace 100.000 años- dejando restos que aún pueden verse como el ídolo de Peña Tú, o más de treinta dólmenes del Neólitico –San Pablo en Monte Areo-, obviaremos como dije esos períodos, partiendo de la invasión romana.

Hablan historiadores romanos de dos tribus principales separadas por la Cordillera Cantábrica: los astures transmontanos entre el Sella y el Navia, al norte de la Cordillera, y los augustanos o cismontanos, al sur de la misma, y cuyos habitantes  llegaban hasta el río Duero, dejando constancia de la bravura de los pueblos astur y cántabro, en su resistencia a ser dominados por los romanos, y en las luchas entre ellos a lo largo del río Sella.

De esta época, son los castros -poblados fortificados celtas que perduraron hasta la Edad Media-.  La palabra castro proviene del latín castrum que significa “fortificación militar” y de ahí deriva la palabra castrenserelativa a lo militar-.

A finales del siglo I a.C., los romanos que ya ocupaban la totalidad de la península ibérica, excepto los pueblos norteños astures y cántabros,  decidieron conquistar lo que restaba, estando basado su interés por esta zona de la península básicamente, en la existencia de explotaciones auríferas y en que el primer emperador César Octavio Augusto –hijo adoptivo del gran Julio Cesar y vencedor en Accio de Marco Antonio y Cleopatra- necesitaba alguna victoria que glorificara su posición. Una de las regiones conquistadas por César Octavio Augusto fue el castro de Noega en la zona de Convectus Asturum, conquistando posteriormente Gijón -Oppidum Noega-. Una escultura del emperador está hoy en la plaza Campo Valdés de Gijón, aunque con anterioridad estuviera situada cerca de la puerta de entrada de las termas romanas, en el actual colegio del Santo Ángel.

La victoria pudo haber sido de los astures, de no haber sido por la traición de la ciudad de Brigaecium –cerca de Benavente o Fuentes del Ropel en Zamora-, pero la deslealtad permitió a las legiones  romanas la entrada en Asturias. Tras varias rebeliones astures, Agripa logró  la pacificación de la zona en el 19 a.C. aproximadamente.

La caída del imperio romano de occidente en el siglo V, dio paso a la invasión visigoda, que fue rechazada por los astures, manteniéndose la región al margen de la influencia germánica: desde el siglo V al VIII se estableció en Asturias el cristianismo primitivo.

Así se llegó a la invasión musulmana de los territorios ibéricos tras  la batalla de Guadalete en 711, que enfrentó a los ejércitos del reino visigodo de Hispania, capitaneados por don Rodrigo, con un ejército de árabes y bereberes al mando de Táriq Ibn Ziyad.

Comenzó la conquista hacia el norte de los invasores, huyendo los cristianos de Toledo hacia el norte, buscando  refugio en Asturias,  llevando con ellos las reliquias cristianas que se depositaron inicialmente en los montes de Morcín –monte Monsacro-, y posteriormente en la Cámara Santa de la Catedral de El Salvador de Oviedo (entre ellas el Santo Sudario que limpió la faz de Cristo tras su descendimiento, y un Lignum Crucis).

Año 750.

Asturias nunca sufrió arabización, ya que las agresiones musulmanas fueron eventuales y con  carácter de razzias. En 716  se produce en Asturias una primera revuelta contra el poder musulmán, al mando de un caudillo de nombre Don Pelayo; la revuelta fue sofocada y Pelayo encarcelado, pero un año más tarde, Pelayo consiguió huir de Córdoba y unir a todos los astures. Así, en 722 consiguió derrotar con tácticas guerrilleras al árabe Manuza en la Batalla de Covadonga, proclamándose rey de los astures en Cangas de Onís, fundando a partir de esa fecha el reino de Asturias, primer reino cristiano de la península ibérica tras la invasión árabe.

A la monarquía asturiana, se fueron añadiendo en los siglos siguientes, los condados y luego reinos de León, Galicia, Castilla y Portugal. Tras Don Pelayo, reinó un par de años su hijo Favila –sin descendencia-, Alfonso I El Católico de Cantabria, casado con Ermesinda -hija de Pelayo- y una sucesión de hijos legítimos y naturales, primos y consortes: Fruela I El Cruel, Aurelio I, Sila I, Mauregato I, y Bermudo I, hasta llegar a Alfonso II El Casto -que fue hijo de Fruela I-,  y que financió y ordenó construir la Catedral de El Salvador de Oviedo,  amurallando la ciudad.

Año 814.

Durante los reinados de Alfonso II, Ramiro I, Ordoño I y su hijo Alfonso III El Magno se construyó el magnífico monasterio de San Salvador de Valdediós –en donde murió Alfonso III-, San Miguel de Lillo, y Santa María del Naranco.

San Salvador de Valdediós.

Los hijos y familia de Alfonso III, le obligaron a abdicar –retirándolo al monasterio de San Salvador de Valdediós-, dividiendo sus territorios entre tres de sus cinco hijos: por un lado el condado de Castilla y de León pasaron a García, que constituyó el reino de León, coronándose con el nombre de García I, Ordoño, que hizo lo propio con los condados de Galicia y Portugal, se coronó como Ordoño II de  Galicia, y Fruela II El Leproso y jorobado, fue coronado rey de Asturias.

Murió Garcia I en 914 sin descendencia, y su reino  pasó a su hermano Ordoño II, que tuvo tres hijos que reinarían más tarde –Sancho I Ordóñez reinaría en Galicia entre 925 y 929, Ramiro II en León en 931,  y desde 932 a 951, y Alfonso IV EL Monje, en León entre 926 y 931-. A la muerte de Ordoño II, rey de León -León y Castilla-   y de Galicia -Galicia y Portugal- en 924, todos sus reinos pasaron a su hermano Fruela II, quedando unidos de nuevo todos los territorios que lo estuvieron  con su padre, Alfonso III, pero con distinta denominación; así pues Fruela II , fue el último rey de Asturias, territorio que quedó unido a la corona de León en 924 (202 años como reino autónomo). Tras la unión de los reinos de Asturias y de León -ya incluían Castilla, Portugal, Galicia y León-, la capitalidad pasó a la ciudad de León, por lo que Asturias se convirtió en una región apartada y de difícil acceso, únicamente visitada por las peregrinaciones a  Santiago y para ver en Oviedo las reliquias de su Catedral.

Hay bastantes historiadores que citan como último rey de Asturias a Alfonso III El Magno, ya que el reino se integró bajo su mando con otros territorios, pero lo cierto es que su hijo Fruela II fue coronado rey de Asturias, aunque posteriormente se uniera con León, siendo por tanto Fruela II el último rey  de Asturias.

El Reino de Asturias, fue por tanto el primer reino cristiano  desde  la desaparición del último rey visigodo D. Rodrigo y la invasión musulmana en 711. En los primeros 50 años de existencia, la extensión territorial del Reino de Asturias se limitó a los territorios de la cornisa cantábrica y las comarcas adyacentes, pero posteriormente, los reyes asturianos iniciaron una vigorosa expansión que llegó al río Duero con Alfonso III El Magno –siglo X-.

To be continued in part  2.