Perdido en el tiempo a la búsqueda del Teatro Real de Madrid. Parte 3.

Tras una parada para hablar de Pedro, nos ponemos nuevamente en marcha hacia el Teatro Real de Madrid…

Después de un hundimiento parcial en 1925, y tras la guerra civil y la reparación correspondiente, se reabrió en 1966 como auditorio y sede del Real Conservatorio Superior de Música y Escuela de Arte Dramático, celebrándose conciertos y actividades musicales hasta la apertura del Auditorio Nacional de Música de Madrid -en  la calle Príncipe de Vergara- en 1988, fecha en la que cesó la actividad sinfónica del Teatro Real, con el proyecto de volver a convertirlo en una sala de ópera.

En enero de 1991 comenzaron las obras de reconstrucción, siendo liderado el proyecto  por el arquitecto José González Valcárcel que murió en 1992, siendo sustituido por Francisco Rodríguez de Parterroyo que presentó un proyecto diferente, y que tras ser aprobado por el Ministerio de Cultura, se puso en marcha, quedando la reforma y actualización finalizadas en 1995, dando paso a la organización técnica, administrativa y artística, que permitió la inauguración en 1997.

 

Madrid desde 1925 (cierre por hundimiento parcial) a 1997 -72 años-, sólo tuvo ópera de forma puntual e irregular en las temporadas del Teatro de la Zarzuela, sala pequeña y con modestas condiciones técnicas. La inauguración del Teatro Real en 1997 dio lugar desde el primer momento a temporadas completas, con posibilidad de traer las mejores óperas y voces del mundo,  con un sistema de abonados que permitirían su sostenibilidad.

El 11 de octubre de 1997 y bajo la presidencia de SS.MM. los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía, el Teatro Real, reabrió sus puertas como teatro de ópera con la obra La vida breve -drama lírico en dos actos con música de Manuel de Falla sobre libreto de Carlos Fernández Show que se ofreció en francés- y el ballet  El sombrero de tres picos –con decorados y figurines de Pablo Picasso-, también de Falla. Ambas obras fueron dirigidas por el entonces director musical del Teatro, Luís Antonio García Navarro.

Habían pasado desde 1988 casi diez años  de reformas, intrigas, ceses y dimisiones, contratos incumplidos y cambios de rumbo aderezados con 21.200 millones de pesetas de inversión, pero el objetivo se había logrado y una semana después de la inauguración real, tuvo lugar el estreno absoluto con la ópera Divinas palabrasópera en dos actos para solistas, coros y orquesta, de Antón García Abril con libreto del dramaturgo Francisco Nieva, realizado sobre una tragicomedia de aldea “esperpéntica” de una de las obras teatrales más conocidas de Ramón María del ValleInclán, con el tenor Plácido Domingo como estrella.

El edificio rehabilitado tiene una superficie de 65.000 m2, con 8 plantas por encima del escenario y cuatro hacia el subsuelo, con una de las cajas escénicas más avanzadas del mundo, cuya tecnología de última generación permite trabajar simultáneamente en varias escenografías e intercambiarlas a gran velocidad, gracias a un sistema de plataformas superpuestas.

La sala principal tiene 1.189 m2 manteniendo su estructura original, de “modelo italiano” en forma de herradura, recuperando la decoración original, siendo capaz de un aforo de 1746 localidades -a pesar del pequeño patio de butacas-, gracias a las 15 filas de la zona del “Paraíso“, por encima de la cuarta planta.

El “Paraíso” del Teatro Real de Madrid  es el conjunto de asientos del piso más alto, abarcando toda la sala, siete pisos por encima del escenario, en donde no se ve demasiado bien por la distancia, pero tiene muy buena sonoridad: “los suspiros en el escenario, se oyen en el paraíso y no es porque Dios tenga buen oído”.

En su construcción e inauguración en 1850,  el paraíso fue un espacio mucho más reducido que el actual, con sólo cinco filas, de bancos corridos, en los que el público se apretujaba lo indecible, fraguándose entonces su denominación secular: “es el paraíso, porque no entran más que los justos”,  y además apretados.

También es curioso y necesario saber –para los que llegan tarde- que el “infierno o jaula”, es a donde se condena a los poco puntuales, que deberán ver la representación en pantallas de alta definición hasta el siguiente entreacto.

Dadas sus características de diseño, el aforo cuenta con un cierto número de localidades que presentan incidencias en su calidad, siendo su visibilidad reducida o de poca comodidad, aunque las incidencias están detalladas en el plano de calidades y  en las entradas.

Fuera de la sala, el foyer -salón de bienvenida- de entrada, con 220 m2, está decorado con una columnata elíptica forrada de madera tropical. El segundo piso, accesible para todo el público asistente, permite circular por todo el perímetro del edificio, comunicando el vestíbulo con el restaurante, situado en el antiguo salón real de baile, en la fachada posterior que da a la Plaza de Isabel II. Un vestíbulo superior, que se abre con grandes ventanales a la la Plaza de Oriente, completa las zonas públicas del Teatro.

Foyer.

En 2007 se inauguró la Sala Gayarre, en la sexta planta a partir del suelo, con 190 localidades, que se utiliza para actividades complementarias, como conciertos y representaciones de ópera de cámara, recitales, actividades, conferencias, y otros usos. Está anexa al Café del Teatro.

Sala Gayarre.

La caja escénica tiene más de 80 metros desde los sótanos a la parte más alta de la torre de telares -cabría entero el edificio de telefónica de la Gran Vía-, y para su máximo rendimiento, se diseñó una maquinaria para efectuar movimientos escénicos en vertical, ante la carencia de espacio lateral, por la estrechez de la planta del teatro. El espacio escénico disponible para las escenografías supera los 600 m2 en el nivel cero, y rebasa el doble de esta superficie a 16 metros por debajo del escenario y del patio de butacas. El suelo del escenario está compuesto de 9 plataformas que permiten mover las escenografías entre ambos niveles.

 

Vista del interior del escenario y del sistema de varas de la tramoya.

La embocadura del escenario tiene 18 metros de ancho y 14 de alto, y la torre escénica de donde cuelga toda la tramoya está a 37 metros de altura sobre el suelo del escenario. La entrada de material puede llevarse directamente al escenario y a la caja escénica por la Plaza de Isabel II, permitiendo depositar la carga directamente desde los remolques de los camiones al mismo suelo del escenario.

Escenario.

Todas las cosas necesarias para el funcionamiento y representación de las obras, tienen su espacio en el propio edificio del teatro: oficinas administrativas, almacenes de material, talleres de maquinaria, salas acondicionadas para la orquesta, el coro y el cuerpo de baile, sala de ensayos de escena de las mismas dimensiones del escenario principal, talleres de sastrería, utilería,   peluquería, salas de ensayo individuales, salas de caracterización…

La acústica del Teatro es magnífica; existe el mito en el mundo de la ópera, de que los teatros construidos cerca del agua tienen mejor sonoridad. En este caso no está construido cerca del agua, sino sobre ella, ya que como se comentó, la zona se asienta sobre un acuífero, que alimentaba la Fuente de los Caños del Peral, cuyos restos aparecieron al realizar las obras del metro de Ópera. El aumento de la altura de la cubierta del Teatro, realizado en las diferentes obras a lo largo de su historia, ha conseguido aumentar ligeramente el tiempo de reverberación, hasta situarlo en un término ideal para la ópera. Tanto actores principales y secundarios como el coro, tienen diferentes salas para calentar la voz desde media hora antes de cada función.

Sala de calentamiento de voz para el coro.

La sala principal y el infierno están equipados con cámaras y pantallas de alta definición, siendo el escenario  un plató, desde el que a menudo se  transmite en directo y con subtítulo en varios idiomas, para acercar la ópera a todos los públicos, con el programa La ópera en  el cine,  que transmite desde todos los teatros de ópera importantes del mundo para su visualización en salas de cines especiales, a menudo en directo y por un módico precio.  Además, en el Teatro Real, en todas las óperas representadas, se realiza en sala, la proyección con sobretítulos en español en pantallas situadas estratégicamente.

Grandes salones situados en la segunda planta del edificio, reproducen el ambiente de la ópera en el siglo XIX y albergan en su interior destacadas obras de arte: salones Falla, Vergara, Arrieta, Felipe V, Carlos III, Isabel II y el salón de baile.

Salón Vergara.

El Fantasma de la Ópera probablemente hizo que en 1995 la gran araña de cristal de La Granja, de 2.700 kilos, se desplomara sobre el patio de butacas -con el teatro vacío gracias a Dios-; la lámpara restaurada, volvió a ser protagonista en la reapertura de 1997; antes de comenzar la representación, fue bajada y subida tres veces a modo de quitamiedos.

Y tras andar perdido tanto tiempo por esos lares del Señor, por fin llegamos a nuestras butacas, justo cuando la orquesta ocupaba ya el proscenio, esperando al director, afinando en LA (de la OCTAVA CENTRAL) -aunque no exista un tono patrón fijo en la naturaleza- a una frecuencia de 440 Hz., tal como fijó la Organización Internacional de Estandarización con una ISO  en 1953,  como medida universal para la afinación; LA fue elegido por ser un tono de los medios, en el rango fácil de todos los instrumentos de la orquesta.  La afinación puede variar dependiendo del lugar y de la temperatura  de donde se celebre el concierto; en América afinan en LA 440 mientras que en muchos lugares de Europa lo hacen en LA 442 Hz., afinando algunos instrumentos antiguos  en  LA 439. En otras épocas, las afinaciones se hicieron con otros valores, y aún hoy se discute sobre como debe hacerse, existiendo defensores de filosofías New Age y de las diferentes Armonías del Universo, que piden menos hercios para la afinación…un sinvivir…

Al llegar el Director, se hizo un silencio abrumador,  y cuando se volvió hacia el público para saludar,  se levantaron los músicos, y el público rompió, como es habitual, en fuertes aplausos, en un gesto de ánimo para lograr la perfección en lo que tantas veces se ensayó.

Los aplausos se fueron diluyendo… dando paso a un ligero y breve compás de espera; el director levantó la batuta, y comenzaron a sonar las primeras notas de la ópera de Wagner DAS RHEINGOLD, primera de la tetralogía épica del autor, El anillo del nibelungo.

 

NOTA *LA 440​ es el nombre que se le da  al sonido  LA cuando produce una vibración de 440 Hz a 20 °C centígrados.

To be continued in part 4 and NEW:  opera performance of  DAS RHEINGOLD  de Richard Wagner.