Das Rheingold. El oro del Rin. Part 1.

Las  tres ninfas ondinas –en la mitología griega ninfas acuáticas de gran belleza que habitaban en las aguas, mitad pez y mitad mujer- jugueteaban con las olas, en lugar de dedicar todo su empeño a guardar el oro, que su padre, el Río Primordial, les ordenó custodiar por y para siempre.

 

Cerca de ellas, un enano nibelungo –Alberich– las observaba, siendo invadido por una ola de deseo que le hizo acercarse a ellas con afán seductor. Las ninfas, al ver a este hombre deforme, se burlaron de sus deseos y de su aspecto, pero lenguaraces, y para darse importancia por su cometido, revelaron el secreto del tesoro que debían proteger a toda costa: el ORO con el que se podría forjar un anillo, que permitiría conquistar el mundo a quien lo poseyera, pero con una condición previa; quien quisiera conseguirlo, tendría que renunciar al amor para siempre. El enano nibelungo, rabioso por el rechazo de las ninfas del Rin, subió hasta la roca en donde reposaba el oro, y se hizo con él, habiendo tomado la decisión previa de su renuncia eterna al amor, decidido a forjar el anillo que  pusiera el mundo a sus pies.

Simultáneamente, el dios de dioses  ODÍN o WOTAN -dios de los vientos y señor de las batallas, creador del arte poético, dios de los muertos y exigidor de víctimas humanas-,  y su mujer FRICKA o FRICK, se despertaban en un valle entre cumbres montañosas, contemplando con soberbia WALHALLA -la fortaleza mágica que representaría lo eterno de su poder y de su gloria-, recordando con pesar, aunque intentaban alejar ese recuerdo, que el precio que debían pagar a los gigantes constructores Fafner y Fasolt por su trabajo, sería la hermana de FrickaFREIA -la diosa del amor y de la belleza, que además cultivaba y guardaba las manzanas DORADAS que les proporcionaban la eterna juventud-, precio que le sugirió acordar el semi-dios del fuego y maestro en el arte de la astucia, LOGE, en contra de la opinión de THOR y de  FROH.

FREIA.

THOR –llamado también DONNER-, dios del trueno, que subyugaba a los gigantes del frío y  FROH, dios de  la primavera, hermanos de FREIA y de FRICKA, se ofrecieron para evitar que fuera entregada a los gigantes, pero ODÍN  les detuvo, apoyando la estrategia de Loge.

 

THOR con su martillo.

Sobre la corteza terrestre imperaba por aquel tiempo la raza de los gigantes, que vivían en la superficie del mundo estando su reino, Riesenheimen, asentado en un bosque milenario, atravesado por el caudaloso Rin. Eran los últimos vástagos de una ruda estirpe de escasa inteligencia, gente brutal y rústica, que vivía sin mujeres que pudieran prolongar su estirpe, siendo los últimos individuos de su casta,  dedicándose a trabajar la dura roca para los dioses.

 

Naturalmente Wotan  -llamado también Odín, que residía en Asgard, y que en la batalla blandía su lanza Gungnir y montaba su corcel de ocho patas Sleipnir– no tenía intención de cumplir lo pactado con los gigantes respecto al pago con Freia, esperando impaciente a Loge  para que resolviera la situación, a la que él le había llevado, ya que le prometió en su momento que no sería necesario realizar ese pago.

ODÍN.

Mientras ODÍN esperaba a Loge, el gigante  Fasolt decía: suavemente cerraste tus ojos soñolientos, mientras nosotros dos, sin dormir, construimos la fortaleza. Trabajando duro, pero sin cansarnos nunca, amontonamos una gran cantidad de piedras: una torre alta, una puerta y una verja cubren y enclaustran la entrada del esbelto castillo ¡Brillante y luminoso bajo la luz del alba, ahí se alza lo que hemos levantado para ti. Ahora, entra y páganos lo que nos debes!  Wotan haciendo tiempo para que llegara Loge contestó: ¡Decid un precio buena gente! ¿Qué tenéis pensado pedirme? Fasolt excitado contestó: ya te exigimos antes lo que pensamos que era apropiado. ¿Cómo tienes tan mala memoria?; A Freia la rubia, habíamos acordado que nos la llevaríamos a casa. Wotan ya menos pausado contestó: ¿Os habéis vuelto locos con vuestro precio? Pensad en otra recompensa… ¡No puedo dar a Freia! A lo que Fasolt respondió: ¡Ah! ¿Qué estás diciendo? ¿Estás planeando traicionarnos? ¿Traicionar nuestro acuerdo? ¿Acaso las marcas de tu lanza, garantía de un pacto sellado, son para ti tan solo una broma? Y Fafner su hermano le decía: ¡Queridísimo hermano!, ¿te das cuenta del engaño, tonto? Fasolt sentenció a continuación: Tú, hijo de la luz, que eres fácil de persuadir, escucha y vete con cuidado: ¡mantente fiel a tu pacto! Lo que eres, lo eres gracias a los pactos. Tienes cualidades para el poder y lo dispensas bien, nos ganas en astucia e inteligencia, y nos obligaste a nosotros, que éramos libres, a mantener la paz, pero maldigo todo tu saber y renuncio a tu paz, si no sabes, o no puedes aceptar, de manera noble y libre, cómo mantenerte fiel a un pacto. Un gigante estúpido te da este consejo; ¡Tú, que eres tan sabio, apréndelo de mí! 

Por fin apareció Loge, que venía de recorrer el mundo, buscando algo que pudiera satisfacer a Fafner y Fasolt  en el pago a cambio de la diosa, reconociendo que no había encontrado nada, ya que ellos tenazmente deseaban a Freia, pero repentinamente oyó flotando en el aire el clamor de las ondinas que hablaban de un enano, Albrich, que renunciando eternamente al amor, se había hecho con el oro del Rin para forjar el anillo que le haría infinitamente poderoso. Al oírlo, los gigantes comentaron que aceptarían la remuneración de su construcción con el ORO del Rin, pero que mientras tanto, se llevarían a Freía como rehén para asegurar el pago de su trabajo. Loge pidió a ODÍN -no era necesario ya que la ambición de ODÍN  era proporcional a su poder- que le ayudase a recuperar a Alberich  y el ORO.

Al llevarse los gigantes a Freia,  los dioses comenzaron a envejecer, al no tener las manzanas que les daban la eterna juventud, y ODÍN decidió bajar, acompañado de Loge, al Nibelheim -reino de los nibelungos- en busca del enano para intentar recuperar el ORO.

Los gigantes se llevaron a la diosa Freia de rehén.

Alberich con su anillo ya forjado que le hacía todopoderoso, había esclavizado al pueblo nibelungo -su pueblo-, obligándoles a trabajar sin descanso para él, con tiranía, forzando a su hermano Mime –herrero- a forjar un yelmo mágico  de oro –tarnhelm-, que le proporcionara la invisibilidad, teniendo además el poder de cambiar el aspecto de quien lo usara.

En una oscura gruta, en las entrañas de la tierra, Alberich arrancó violentamente de las manos de su hermano Mime el tarnhelm, en el momento en que acabó de forjarlo, dejando a éste muy apesadumbrado, al imaginar lo que iría a hacer su hermano con el anillo y el tarnhelm, permitiendo flotar en el aire sus quejas para que llegaran  y atrajeran a ODÍN y Loge, que buscaban con denuedo al todopoderoso enano Alberich.

Al encontrar a Mime, éste les contó sus desdichas, y cómo, gracias al oro del Rin, Alberich había esclavizado a su propio pueblo, contando además con el yelmo mágico, que aumentaba su poder de manera sobrecogedora.

Los dioses buscaron a Alberich siguiendo las indicaciones de Mime, descubriendo su paradero; al sorprender el enano todopoderoso a los dos visitantes, les lanzó imprecaciones y amenazas; lo mismo que yo he renunciado al amor, obligaré a todo ser viviente y dios, a renunciar a él también, amenazando a los dioses, que deberían guardarse de los ejércitos que iban a salir inmediatamente de las oscuras profundidades del reino nibelungo.

El dios ODÍN reaccionó preparando su lanza Gungnir para lanzársela, pero Loge le detuvo, invitándole a usar contra el enano la astucia mejor que la fuerza. Así, habló Loge alabando el poder del enano con su anillo y con el yelmo, invitándole a demostrar de lo que era capaz de hacer, pidiéndole que se convirtiera primero en dragón y luego en sapo, al que fácilmente ODÍN podría poner el pie encima: el enano deseoso de mostrar su poder, así lo hizo, consiguiendo ODÍN  y Loge maniatarlo y arrastrarlo desde la sima, a la que habían descendido.

To be continued in  next and last part.