EL CLAUSTRO DE SAN JERÓNIMO EL REAL EN EL PRADO. Parte 2.

En 1865 y como consecuencia de las limitaciones urbanísticas del Nuevo Ensanche de Madrid se derribó el claustro plateresco y parte de las edificaciones existentes, para crear una vía, la actual calle de Ruiz de Alarcón, separando en 1879, el Monasterio de las ruinas del Palacio del Buen Retiro, del que hoy sólo quedan el llamado Salón de Reinos y el Casón del Buen Retiro con su precioso fresco de Luca Giordano en la cúpula.

Salón de Reinos del antiguo Palacio del Buen Retiro y Museo del Ejército hasta su traslado al Alcázar de Toledo. Mañana formará parte del Museo del Prado.

Casón del Buen Retiro. Museo del Prado. Madrid.

Luca Giordano. Detalle de la Diosa Cibeles del fresco de la cúpula del  salón principal  . 1696-1697. 1400 x 155 cm. Casón del Buen Retiro. Madrid.Museo Nacional del Prado, Madrid.

Jusepe Leonardo. El Buen Retiro. 1636. Óleo sobre lienzo. 130 x 305 cm. Museo del Prado. Madrid.

Luca Giordano. Alegoría del Toisón de Oro.  1696-1697. Fresco de bóveda de salón principal.  1400 x 155 cm. Casón del Buen Retiro. Madrid.

En 1878, el Real Patrimonio cedió el Templo y el Monasterio al arzobispado de Madrid, bajo cuyo impulso se completó la restauración de la iglesia, conforme al proyecto del arquitecto Enrique María Repullés y Vargas, arquitecto de la Casa Real y de la Archidiócesis de Toledo, terminando la decoración interior con materiales de otros templos.

El 31 de mayo de 1906 tuvo lugar en esta iglesia, la boda de don Alfonso XIII y  doña Victoria Eugenia de Battemberg. Para esa ocasión, se construyó la soberbia y conocida escalera que da acceso al templo por la puerta principal de la calle Ruiz de Alarcón.

Aunque el Monasterio sufrió un gran deterioro  a causa de su abandono durante su historia, la Iglesia siempre se fue recuperando por diferentes impulsores y mecenas, pero el claustro estuvo a punto de ser demolido en más de una ocasión, la última en el siglo XIX, pero finalmente no lo fue, y en 1925 fue declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional, haciendo el Estado algunos pequeños, leves y tímidos esfuerzos para mantenerlo en pie. De todo el conjunto sólo nos ha quedado la Iglesia de los Jerónimos y el Claustro. Se puede decir que a pesar de ser declarado Monumento Histórico-Artístico de carácter Nacional en 1925, su estado de ruina fue in crescendo, hasta obligar incluso, al cegamiento de las arcadas inferiores  del Claustro al objeto de evitar el  derrumbe.

Del templo, tras la guerra civil, una, y desde 2006, otra, se han hecho restauraciones exteriores e interiores, adecuando el edificio a los tiempos actuales.

Todo lo grandioso que se puede ver por fuera de la iglesia: las dos torres adosadas al ábside, la ornamentación exterior, los pináculos rematados en florones y la crestería que remata el edificio, fueron realizados en la reforma de Pascual y Colomer en el siglo XIX bajo el patrocinio de Francisco de Asís, marido de Isabel II, rey consorte.

Contrasta el estilo gótico fingido del templo con el inmediato “cubo de Moneo” que recubre el antiguo y trasladado claustro.

La propiedad era del arzobispado de Madrid-Alcalá y el Estado debía llegar a un acuerdo con la iglesia para buscar una solución. Así en 1998 se llegó a un acuerdo, por el que a cambio de financiar diversas obras de restauración en la iglesia y una nueva casa parroquial, el claustro y sus terrenos anejos pasarían a ser propiedad del Estado. Tras varios concursos públicos sin adjudicación y uno restringido, que se adjudicó al arquitecto Moneo, al ser aceptada su propuesta del  completo desmontaje del claustro para su posterior montaje en una nueva estructura, que se ha denominado “el cubo de Moneo” en la ampliación del Museo del Prado.

Para su recuperación, de la que sólo se logró la parte interior, se desmontaron los 2.820 bloques de piedra que fueron trasladados a la villa de Meco -cerca de Alcalá de Henares- para su restauración. El claustro se reconstruyó pieza a pieza en su posición relativa original, dentro del cubo de Moneo, justo en la parte superior donde ahora se albergan las exposiciones temporales.

Repartidas por su planta cuadrada, el Claustro de los Jerónimos expone unas esculturas de mármol y bronce obra de los artistas italianos Leoni: Leone Leoni (1509-1590) y su hijo Pompeo Leoni (1530-1608), magníficos escultores que trabajaron para la corona española. Todas ellas representan a miembros de la familia del Emperador Carlos V: además de él, su mujer Isabel de Portugal, su hermana María de Hungría, su hijo Felipe II y su nieto el príncipe Carlos. La presentación de estas estatuas renacentistas se hacen en el austero fondo de una arquitectura real en granito que resalta el carácter monumental de las figuras, regadas por una espléndida luz natural que pone de relieve las extraordinarias cualidades técnicas de los Leoni.

Carlos V. Mármol  de Carrara. 197 x 79 cm.

Carlos V. Bronce. 112 x 58 cm.

Carlos V y el Furor. Bronce. 251 x 143 cm.

La emperatriz Isabel en mármol de Carrara. 182  x 81 cm.

La emperatriz Isabel. Bronce. 177 x 84 cm.

María de Hungría. Bronce. 175  x 60 cm.

María de Hungría. Mármol  de Carrara.  94 x 53cm.

Felipe II. Alabastro. 88 x 57 cm.

Felipe II. Bronce. 171 x 72 cm.

Música: Juan Crisóstomo Arriaga. Obertura de los Esclavos Felices.