Frida Kahlo: la pintura ingenua y metafórica de la mejor artista mejicana del siglo XX. Parte 2.

La obra de Frida fue calificada de surrealista por los expertos, pero ella no estuvo de acuerdo: “creían que yo era surrealista, pero no lo era. Nunca pinté mis sueños. Pinté mi propia realidad. No sé si mis pinturas son o no surrealistas, pero lo que sí estoy segura es que son la expresión más franca de mi ser”. Y añadió “mis obras han sido siempre mis sensaciones, mis estados de ánimo y las reacciones profundas que la vida ha producido en mí, yo lo he llevado objetivamente y plasmado en las figuras que hago de mí misma, que es lo más sincero y real que he podido hacer para expresar lo que yo he sentido dentro y fuera de mí misma”.

Gran parte de la obra de la artista está compuesta por autorretratos llenos de tristeza, lo que es lógico en una personalidad influenciada totalmente por su falta de salud y la imposibilidad de engendrar. Su pintura puede describirse en gran parte como una obra de autocompasión permanente: la columna y la pelvis rotas, las escayolas y las vendas continuas, las agujas, los corsés y las camas de los hospitales, existiendo otro espacio en su producción artística, dedicado a su sexualidad inquieta y ambigua.

En 1938 pintó Cuatro habitantes de Ciudad de México, un óleo sobre metal, que muestra una niña sentada sobre una superficie en altura y ataviada con indumentaria mejicana que aparenta estar abandonada y triste, chupándose el dedo con desolación, Niña con máscara de muerte o Ella juega sola, exponiendo a una niña pequeña con una máscara de calavera, exponente del sentimiento sobre su propia niñez, Lo que el agua me dio, con elementos simbólicos aislados representativos de varios sucesos de su vida, imágenes de su pasado y de su presente. En medio de estas manifestaciones se encuentra Frida, sangrando por la esquina de su boca; se mantiene a flote por medio de una cuerda floja donde plasma insectos y una bailarina minúscula.

Frida Kahlo. Cuatro habitantes de Ciudad de Méjico.  1938. 32,4 x 34,5 cm. Óleo sobre metal. Colección privada. Paso Alto. California.

Frida Kahlo. Niña con máscara de muerte o Ella juega sola.  1938. 14,9 x 11cm. Óleo sobre metal. Museo de Arte de la ciudad de Nagoya. Japón.

Frida Kahlo. Lo que el agua me dio.  1938 aunque aparece fechado en 1939. 91 x 70,5 cm. Óleo sobre lienzo. Colección privada. Daniel Filipacchi. París.

 

Frida pintaba principalmente para su satisfacción personal, y no pensando en las opiniones del público sobre su trabajo. Se sorprendió al saber que gustaban sus cuadros, que eran demandados, y que el público estaba dispuesto a comprarlos. La exposición de Nueva York fue un gran éxito, y recibió críticas muy favorables de la prensa.

En 1939 se divorció de Rivera y regresó a su casa de Coyoacán, enfermando de depresión, lo que le llevó al consumo excesivo de alcohol. En este período pintó Las dos Fridas en el que refleja sus dos personalidades y Dos desnudos en un bosque -regalo que le hizo a Dolores del Rio, primera actriz mejicana que trabajó en Hollywood- en la que pinta los corazones de dos mujeres conectados uno al otro por una vena. En los dos casos representa su parte mejicana y su parte de ascendencia europea.

Frida Kahlo. Las dos Fridas.  1939. 173,5 x 173 cm. Óleo sobre lienzo. Museo de Arte Moderno. Ciudad de Méjico.

Frida Kahlo. Dos desnudos en el bosque.  1939. 25 x 30,5 cm. Óleo sobre metal. Colección privada.

A finales de ese año comenzó a tener nuevamente grandes dolores de espalda, complicados con una infección en su mano de trabajo. Acudió a San Francisco para ser tratada, y allí encontró a Diego Rivera con quien se reconcilió, casándose de nuevo él. A partir de este momento, su reconocimiento artístico fue incrementándose en EEUU, llegando a exponer en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en el Instituto de Arte Contemporáneo de Boston y en el Museo de Arte de Filadelfia.

En 1940 pintó Autorretrato con collar con espinas, en él se presenta a sí misma con un collar de espinas,  señalándose como una mártir cristiana, con un colibrí muerto -en la tradición folclórica mejicana representa buena suerte en amores-, sobre el hombro izquierdo, un gato negro, señal  de maldad, y sobre el hombro derecho su mono, regalo de Dios; las mariposas alrededor de su pelo representan la resurrección y de fondo, pintó un muro de enormes plantas tropicales que utilizaba con cierta frecuencia.

Frida Kahlo. Autorretrato con collar de espinas.  1940. 63,5 x 49,5 cm. Óleo sobre lienzo. Harry Ransom Humanities Research Center Art Collection. University of Texas. Austin.  Texas. EE.UU.

Después de su segunda boda con Diego, la vida de la artista fue más tranquila, lo que quedó reflejado en su obra. Ya con un gran reconocimiento y reputación, fue invitada a la Exposición Internacional del Surrealismo en la Galería de Arte Mejicano, acudiendo con su obra Las dos Fridas.

En 1942, Frida fue elegida miembro del Seminario de Cultura Mejicana, del Ministerio de Educación Pública con la misión de impulsar la culturización de los mejicanos, invitando a los jóvenes estudiantes a no seguir los modelos europeos sino la cultura y folclore mejicanos. Al poco tiempo, tuvo que ser encorsetada de nuevo, con uno de acero durante medio año. Esta situación la llevó a pintar La columna rota autorretrato en el que se pinta llorando en una solitaria llanura, con un cielo tormentoso, expresando de este modo, su dolor físico y emocional. Una columna jónica rota, representa su columna quebrada; el orificio de su cuerpo y el seco paisaje los convierte en la forma de expresar su amargura, todo ello con clavos atravesando su cuerpo y uno mayor, agujereando su corazón, representando el dolor que le continúa produciendo la relación con Diego.

Frida Kahlo. La columna rota.  1944. 40 x 30,7 cm. Óleo sobre tela. Museo Dolores Olmedo Patiño. Ciudad de Méjico.

Un año más tarde pintó Sin Esperanza pone de relieve sus pocas fuerzas y su falta de ganas de vivir.

Frida Kahlo. Sin esperanza.  1945. 28 x 36 cm. Óleo sobre lienzo montado sobre lámina de fibra dura. Museo Dolores Olmedo Patiño. Ciudad de Méjico.

Es también en 1945 cuando pintó El Moisés o Núcleo solar, con una figura central de un niño abandonado parecido a Diego, rodeado de dioses, la humanidad y las manos de la muerte. Con este cuadro ganó en 1946 el Premio Nacional para el Arte y la Ciencia.

Frida Kahlo. El moisés o Núcleo solar.  1945. 61 x 75,6 cm. Óleo sobre fibra dura. Colección privada.

Volvió a ser operada en junio de ese año de la columna, pintando en el lecho de la recuperación Árbol de la esperanza mantente firme en donde se ve a dos Fridas: una, que acaba de salir del quirófano en una camilla; y la otra, fuerte, poderosa, derecha y llena de confianza. El cuadro está dividido en dos mitades: noche y día.

Frida Kahlo. Árbol de la esperanza mantente firme.  1946. 55,9 x 40,6 cm. Óleo sobre fibra dura. Colección privada. Daniel Filipacchi. París.

En El venado herido, pinta un venado herido por flechas; la artista expresó en esta obra la decepción que sufrió tras el nuevo fracaso de su operación de columna en Nueva York. En esta obra se autorretrató como un venado con su propia cabeza, atravesado por flechas en un bosque.

Frida Kahlo. El venado herido.  1946. 22,4 x 30 cm. Óleo sobre fibra dura. Colección privada.

En 1949 pintó Diego y yo, en la que a Rivera lo simboliza con elementos que le hacen suponer inteligencia y talento artístico; lo representa con un tercer ojo en la frente, a modo de superioridad intelectual y artística. Las lágrimas de Frida en este cuadro muestran pena y dolor, y su pelo suelto alrededor de su cuello apunta un estado de fatalidad por la ausencia momentánea de Diego.

Frida Kahlo. Diego y yo.  1949. 29,5 x 22,4 cm. Óleo sobre lienzo pegado a fibra dura. Mary Anne Martin. Fine Arts Museum. Nueva York.

En 1950 fue operada siete veces de la columna y ya permaneció en silla de ruedas para siempre, aunque se hizo construir un caballete especial para poder seguir trabajando.

En 1953 se llevó a cabo la única exposición individual que se llevó a cabo en Méjico durante su vida, y a pesar de las prohibiciones de los médicos, asistió a la misma en una cama de hospital que fue colocada en el centro de la muestra y allí, cantó y bebió hasta perder la noción del tiempo.

En ese mismo le amputaron la pierna por debajo de la rodilla debido a una infección de gangrena. Le fabricaron una prótesis y como muestra de la fuerza de esta mujer, apareció alguna vez en público con muletas, pero al poco tiempo se sumió en un estado de depresión profunda, que la llevó a intentar el suicidio varias ocasiones.

El abuso de las drogas se vio reflejada en la calidad de su pintura, sus pinceladas que antaño fueron firmes y detalladas ahora ya eran descuidadas, aplicando gruesas capas de pintura obviando sus seculares detalles; de esta época se pueden destacar:

Frida Kahlo. Autorretrato con Diego en el pecho y María entre las cejas.  1954. 61 x 41 cm. Óleo sobre fibra dura. Paradero desconocido.

Frida Kahlo. Autorretrato con Stalin.  1954. 59 x 39cm. Óleo sobre masonite. Museo Frida Kahlo. Coyoacán. Méjico.

Gravemente enferma de neumonía, murió en julio de 1954.

Música: Por el bulevar de los sueños rotos, interpretada por Joaquín Sabina.