El Cardenal Infante Borbón mal tratado por el rey. Parte 2.

Los dos hermanos, Carlos III y el Infante Luís Antonio se llevaron bien, compartiendo su afición por el arte, la conversación y la caza, reuniéndose frecuentemente para que Carlos hablara de sus experiencias en Italia. Al año de llegar a España, murió la reina María Amalia de Sajonia que había dado al matrimonio 11 hijos, y Carlos, que había practicado la monogamia y que amaba profundamente a su mujer, decidió no volverse a casar.

Distinto era el caso del Infante Luís Antonio, que había renunciado a sus cargos eclesiásticos y cumplido con lo requerido por su familia, como cuidador y acompañante primero en La Granja de su madre y hermana, luego de Fernando VI viudo, y ahora con Carlos, deseando desde hacía algún tiempo formar su propia familia, por lo que pidió permiso al monarca para contraer matrimonio, pero era un asunto con el que su hermano no se sentía cómodo, y le daba largas y capotazos cada vez que el Infante sacaba el tema, por el asunto de la futura descendencia que pudiera disputar la corona a sus hijos.

Luís Antonio compró en 1761 a su hermano Felipe, duque de Parma, el condado de Chinchón del que fue titular con el ordinal XIII, y el señorío de Boadilla, en donde se construyó un palacio diseñado por Ventura Rodríguez. En los siguientes quince años, el palacio de Boadilla acabó convirtiéndose en una pequeña corte ilustrada con la presencia de los artistas más importantes del momento.

Palacio de Boadilla del Monte.

El Infante Luís Antonio y el arquitecto Ventura Rodríguez.

El Infante tuvo algunas aventuras amorosas que se convirtieron en escándalo para su hermano el rey, que le recriminaba sus relaciones con plebeyas. Luis Antonio utilizaba estos momentos de reprensión, para reivindicar su derecho al matrimonio, que acabaría, puntualizaba en cada ocasión, con este tipo de aventuras.

Carlos III ya no encontraba argumentos para negar su consentimiento a que se casara, pero antes de dar el permiso, y para proteger los intereses de sus hijos, dictó unas disposiciones sobre matrimonios desiguales y su descendencia, recogidas en la Real Pragmática de 1776, en la que lo primero que señalaba era que ningún Infante podría contraer matrimonio sin permiso del rey o perdería los derechos sucesorios. Si el matrimonio fuera con persona desigual, ésta y sus descendientes quedarían privados de los títulos, honores y prerrogativas que le conceden las leyes de este reino. Tampoco podrían utilizar los apellidos y armas de la Casa, de cuya sucesión quedaran privados.

Después de muchas presiones del Infante, y asegurado Carlos de que Luis Antonio y su descendencia quedarían apartados de la sucesión para siempre, le concedió por fin permiso para casarse, expresando algunas condiciones adicionales con un prólogo malvado:

“No permitiendo las circunstancias actuales el proporcionar matrimonio al Infante don Luis mi hermano con persona igual a su alta esfera… vengo a concederle permiso para que pueda contraer matrimonio de conciencia, esto es, con persona desigual, según él me lo ha pedido…”.

El Infante don Luis Antonio no discutió los términos de la pragmática, ni siquiera se sintió humillado por las condiciones de su hermano; él deseaba a toda costa formar una familia -ya casi tenía 50 años-. Eligió a María Teresa de Vallabriga y Rozas, joven zaragozana de 17 años, y al rey no le pareció mal la elección, pero entonces le expuso las condiciones adicionales: que la boda debería celebrarse lejos de la corte, sin asistencia de nadie de la familia real. Que el matrimonio debería vivir a no menos de veinte leguas de la corte, a la que don Luis podría acercarse, pero sin su familia. Que el Infante sólo podría utilizar el título de Conde de Chinchón -no el de Infante de España-, y los hijos que tuviera el matrimonio no podrían utilizar el apellido Borbón en primer lugar, sino el materno.

El Infante, aunque molesto con este tratamiento, se sintió al mismo tiempo feliz por su boda. El 27 de junio de 1776 se casó en Olías del Rey, en la capilla del castillo de la Duquesa de Fernandina -hoy Ayuntamiento-. De allí se trasladaron a Velada, en Toledo, donde los marqueses de Altamira les habían prestado su palacio hasta que encontraran residencia. Después, irían a vivir al palacio de Villena en Cadalso de los Vidrios -Madrid-, en el que nació su primer hijo, Luis María*, en mayo de 1777.

Castillo de la Duqesa de Fernadina . Olias del Rey.

Ruinas del Palacio de Velada en Toledo.

Palacio de  Villena en Cadalso de los Vidrios. Madrid.

*Este primer hijo Luís María, que recuperó mucho más tarde el orden natural de sus apellidos, Luís María de Borbón Vallabriga, fue cardenal, arzobispo de las archidiócesis de Toledo y Sevilla y más tarde Regente de España del 8 de marzo de 1813 a 10 de mayo de 1814, por ser el único miembro de la Familia Real que permaneció en España durante la invasión francesa, hasta el regreso de su sobrino nieto el Felón, Fernando VII. También presidió el Juramento de las Cortes de Cádiz en 1810, formando parte de ellas.

José Casado de Alisal. El cardenal Luís de Borbón Vallabriga, presidiendo el juramento de las Cortes de Cádiz de 1810. 1863. Óleo sobre tela. 311 x 377 cm. Palacio de las Cortes. Madrid.

Un año después el matrimonio fijó su residencia en Arenas de San Pedro, donde construyeron el Palacio de la Mosquera, y por su afición a las artes, lo llenó de obras de gran valor al igual que el de Boadilla, rodeándose de los artistas punteros del país, entre otros Luigi Boccherini que allí compuso en 1781 su deliciosa y primera versión de Stabat Mater para soprano y quinteto de cuerda. En noviembre de 1780 nació su segunda hija María Teresa Josefa y tres años después la tercera María Luisa Fernanda, ambas en Velada, pues la madre había dado a luz a su segundo hijo en Arenas y había muerto tras el parto, negándose a tener más hijos allí. Todos los hijos, siguiendo las órdenes de su hermano el rey, fueron inscritos con el primer apellido de la madre Vallabriga y el segundo Borbón.

Palacio de la Mosquera en Arenas de San Pedro.

El Infante Luís Antonio pasaba su vida entre la caza, los libros, sus aficiones artísticas y científicas, y alguna visita esporádica a la corte, a visitar a su hermano el rey, solo, naturalmente. En aquella época conoció al todavía poco célebre Francisco de Goya, con el que entabló una buena amistad, y al que invitó a pasar en su casa largas temporadas, encargándole numerosos cuadros de él y su familia. El Infante impresionado por el arte de Goya, lo promocionó entre la clase aristocrática, llegando a ser pintor de cámara de la corte de su sobrino Carlos IV.

Francisco de Goya. La familia del Infante D.  Luís Antononio de Borbón. 1784. Óleo sobre lienzo.  248  x 330 cm. Fundación Magnani-Roca. Parma. Patrimonio Nacional.

La vida del Infante en los planos intelectual y científico fue satisfactoria, pero en el sentimental no lo fue tanto, ya que su mujer, de fuerte carácter y disgustada por las humillaciones recibidas de la corte y de la vida alejada de la capital, convirtió el matrimonio, tan deseado por el Infante, en algo nada agradable. No se había casado enamorada, y se llegó a rumorear la existencia de amoríos con su secretario. Con el tiempo, el ambiente familiar fue enrareciéndose y acabó en constantes altercados domésticos. El secretario Francisco del Campo fue trasladado a Madrid mientras en la casa del Infante reinaba el desorden, del que se culpaba a su mujer. El confesor de don Luis, Fray Urbano de Arcos, escribió al ministro Floridablanca: es muy regular que su Alteza le haya precisado hacer las bajezas que acostumbra, cómo pedir perdón de rodillas, con los demás. Que, con harto dolor mío, he presenciado otras veces…

En 1785 el Infante se desplazó a la Corte para asistir a las bodas de su sobrino el Infante Gabriel -hijo de Carlos III- y la Infanta Carlota Joaquina -hija de Carlos IV-, con la princesa portuguesa Mariana Victoria de Braganza y con Juan -futuro Juan VI de Portugal y Emperador de Brasil- respectivamente.

Anton Raphael Mengs. Infante Gabriel de Borbón y Sajonia. 1767. Óleo sobre lienzo. 82 x 69 cm. Palacio Real. Madrid.

Manuel Salvador Maella. Retrato de  Carlota Joaquina de Borbón reina de Portugal y princesa de España. 1785. Óleo sobre lienzo. 177 x 116 cm. Museo del Prado.

No encontrándose bien desde hacía tiempo, al regresar a su alejada casa cayó gravemente enfermo, y sintiendo que se moría, pidió al rey poder trasladarse a su palacio de Boadilla -a menos de 20 leguas de la Corte-, alegando la bondad del clima, pero la verdadera razón era que, quería volver a ver el palacio que él había mandado construir, y morir allí. El rey le permitió trasladarse, pero sin su familia, traslado al que el Infante renunció, por desear estar con su mujer e hijos en sus últimos momentos, rogando al rey que cuidara de ellos a su muerte, a lo que Carlos III contestó aceptando lo solicitado, pero la carta  con la aceptación llegó tras la muerte del Infante.

Francisco de Goya. El Infante D.  Luís Antonio de Borbón. 1783. Óleo sobre lienzo.  49  x  40 cm. Colección Duques de Sueca.  Palacio de la Mosquera. Arenas de San Pedro.

El 7 de agosto de 1785, murió el Infante y tras estar 5 días el cadáver de cuerpo presente, esperando -quizá- la visita de su hermano, que no se produjo, recibiendose además la negativa real sobre la posibilidad de que se diera cumplimiento al último deseo del Infante, de ser enterrado en el palacio de Boadilla, ordenando que fuera sepultado en el Santuario de San Pedro de Alcántara en Arenas de San Pedro, disponiendo así mismo el rey, que la viuda permaneciera viviendo en esa localidad.

Se decretó luto en la corte por tres meses, pero el rey no fue a visitar a su hermano en el lecho de muerte, ni asistió a su entierro. De esta manera Carlos III intentaba olvidar a su hermano más amado y también al más temido, pensando que en algún momento hubiera podido revindicar la corona para él o sus descendientes, cosa que el Infante Luís Antonio nunca hizo.

El hijo de Carlos III, Carlos IV, ya Rey de España, en 1800, firmó un decreto con las instrucciones necesarias para que el féretro del Infante fuera trasladado al Panteón de Infantes del Monasterio de El Escorial, lugar que le correspondía por derecho de nacimiento, donde fue enterrado con los honores reglamentarios.

Música: Luigi Boccherini STABAT MATER. Soprano Eva Dřízgová – Jirušová.

To be continued in part 3 and last.