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LA ENVIDIA Y LOS CELOS DE UN ALFÉREZ, HOMBRE VIL, QUE DEBERÁ SER VISITADO POR LA PARCA,  AUNQUE NO SEA EN COMBATE. Parte 2.

Mientras, el despreciable alférez Yago aconsejaba al ingenuo Roderigo -noble y rico veneciano enamorado de Desdémona- , que si quería acabar disfrutando de ella, se disfrazara para no ser reconocido, y les acompañara a Chipre llevando bastante dinero para poder deslumbrarla cuando llegara el momento,  para lo que le sugirió vender todos sus bienes, cosa que Roderigo, ciego de amor llevó a cabo, pensando también llevado por su odio a Otelo, acusarme a mí Cassio ante Otelo, una vez estuviéramos en Chipre, de haberle engañado con Desdémona.

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Mientras tanto, una tremenda tempestad hizo naufragar  la flota turca dándole el éxito a Otelo sin necesidad de combate. Fuimos llegando a Limassol los barcos de la expedición: Otelo y yo con la flota, y  posteriormente Yago con su esposa Emilia y Desdémona, y naturalmente Roderigo disfrazado.

La flota y en especial el almirante, fuimos homenajeados hasta lo indecible por los chipriotas al haberles librado –aunque fuera momentáneamente– del acoso turco, abriéndose un período de fiestas para celebrarlo.

Durante las celebraciones Yago engañó  a Roderigo contándole que  Desdémona y yo nos amábamos,  y le sugirió  que lo mejor sería que me provocara  a una pelea, pensando que así conseguiría o mi vida, o el dinero de Roderigo, ya que uno de los dos moriríamos. Ante la manifestación de éste de su inferioridad para la lucha contra mí, Yago le explicó que previamente me emborracharía y así sería bastante fácil conseguir el objetivo. En la lucha, resultó herido un oficial que intermedió para poner paz. Otelo acudió al lugar de los hechos y me destituyó  por mi borrachera y la reyerta, ambas cosas indignas de un lugarteniente.

Para consolarme por mi destitución, Yago me aconsejó -mientras se frotaba las manos supongo- que pidiera a Desdémona la intercesión ante Otelo como única solución para que pudiera recuperar mi estatus, pero esa misma tarde también insinuó a Otelo que Desdémona podría estar engañándole conmigo. Los celos prendieron en el corazón de Otelo con fuerza, nombrando a Yago su lugarteniente.

Un pañuelo que Otelo había regalado a Desdémona, fue robado por Yago en presencia de su mujer Emilia, poniéndolo en mi habitación y después mostrada esa circunstancia a Otelo. Simultáneamente, Desdémona intercedía insistentemente ante Otelo por mi, ajena a la conspiración de Yago, lo que hizo aún aumentar más la desconfianza de Otelo hacia mí.

Eugène  Delacroix. Otelo y Desdémona. Óleo sobre tela. 50,8 x 62,2 cm. National Gallery of Canada.

Yago prosiguió con su malvada obra, convenciendo a Otelo para que escuchara su conversación conmigo, hablándome en principio en tono inaudible  para Otelo de  Blanca, mi amante, pidiendo detalles de nuestra relación, siguiendo entonces su conversación de forma ya audible y explicando yo mis aventuras amorosas con Blanca, que Otelo pensó  eran con su Desdémona. Otelo salió corriendo y llegó a sus habitaciones para vengarse con Desdémona.

Al mismo tiempo, Desdémona habló con Emilia –su dama de compañía y mujer de Yago–, completamente asombrada y asustada por lo que estaba sucediendo, temerosa de su suerte, al ver a su marido enloquecido por unos celos enfermizos e injustificados.

Yago convenció a Roderigo para intentar matarme de nuevo, reflexionando  sobre la conveniencia de ver muertos a ambos, obteniendo así, además  de mi muerte, la fortuna del primero. Pero yo al ser atacado herí a Roderigo, siendo rematado éste por  Yago, que vigilaba escondido, cuando iba a contarme Roderigo los motivos de su odio hacia mi, hiriéndome  Yago después a mi.

Otelo entró en su alcoba donde le esperaba Desdémona, para acabar con su vida, pese a que ella volvió en un último esfuerzo a proclamar su inocencia, siendo estrangulada al fin. Después, Emilia, la esposa de Yago, se dio cuenta de que su marido había sido el culpable de todo y contó la historia de la colocación del pañuelo en mi habitación, provocando esta confesión que Yago se abalanzara sobre ella dándole muerte. Con Yago apresado y yo presente, se evidenciaron ante Otelo uno por uno todos los ardides del malvado alférez. Otelo se suicidó al darse cuenta de su estupidez, responsabilidades y errores, cayendo sobre su esposa muerta.

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Antonio Muñoz Degrain. Otelo y Desdémona. Óleo sobre tela. 39,2 x 56,8 cm. Museu de Chiado. Lisboa.

La maldad de Yago, cuya propia envidia y ambición inspiraron los celos que dieron pie a la tragedia, fue terrible.  La Parca le visitó, pero Atropos fue demasiado amable con él; debía haberle cortado más cosas además del hilo de la vida.

HACE ALGÚN TIEMPO Y EN PRENSA ESPECIALIZADA, ESTE TIPO DE ACTO NEFANDO, HUBIERA SIDO DEFINIDO COMO CRIMEN PASIONAL. HOY se incluiría en la VIOLENCIA DE GÉNERO.

UN DÍA, CON PERMISO, filosofaremos sobre esa ley que va consiguiendo LO CONTRARIO DE LO QUE PRETENDÍA…lo cual permite apreciar, en principio,  que no es buena ley.

El problema de Otelo fue la inseguridad, que a tantos hombres ha llevado a cometer los mayores disparates. Otelo nos señala con su actitud, uno de los miedos más terribles del ser humano, que es no sentirse merecedor de lo que se ama.

La reputación es un prejuicio inútil y engañoso, que se adquiere a menudo sin mérito y puede perderse sin razón.

Hasta el comienzo de la organización de la flota veneciana, es novela cosecha del autor. A partir de ahí, BASADO en:

OTELLO: ópera en cuatro actos de Giuseppe Verdi  con dirección de Franco Faccio y libretista Arrigo Boito  estrenada en febrero de 1887 en La Scala de Milán, basada en la obra de Shakespeare, Otelo, el moro de Venecia y  repuesta en el Teatro Real de Madrid en septiembre de 2016.

FELIZ NAVIDAD 2016