Las PISTAS en el enamoramiento actual.

Hace cincuenta años aproximadamente, sobre los sesentas del pasado siglo, el enamoramiento de las parejas era bien distinto que en la actualidad. Se ligaba en los guateques o en sitio ad hoc, se intentaba parecer atractivo –como ahora– y normalmente, el varón contaba todas las historias que pudieran coadyuvar a cazar la presa, hasta conseguir parecer lo que buscaba la chica.

La mayor parte de las veces, se llegaba al matrimonio con ansia sexual desbridada, por  no haber podido probar ese cielo con anterioridad con la mujer deseada, a la que además veíamos un sinfín de virtudes y cualidades para gestionar el hogar y los hijos, tras el naturalmente necesario visto bueno familiar.

La mujer por el contrario, escuchaba más que hablaba, valoraba en el hombre sus atractivos físicos, sus posibilidades económicas y la seguridad en sí mismo,  e igual que en el caso anterior, era necesaria la aceptación familiar.

Aquello se ponía en marcha con boda, y a veces el tiempo, la pasión desfallecida, las expectativas de futuro nada interesantes y sobre todo nada parecidas a lo imaginado, junto a la posibilidad de separación legal –ley de 1981–, hicieron que algunas parejas a las que no les había ido bien –y dentro de ello, las decididas y con posibles económicos–pudieron cambiar sus vidas.

Otros, con el mismo sentimiento, permanecieron mucha  parte de sus vidas o la vida entera,  en situación afectiva tormentosa, por no tener la capacidad económica necesaria, o carecer de  decisión,  excusándose en lateralidades: no nos separamos para no traumatizar a los hijos, que naturalmente quedarían mucho más traumatizados ante el desamor permanente percibido. Posiblemente esta última decisión, siempre consigue el objetivo contrario al deseado, o ¿quizá no?

Hoy, es bien distinto. Los componentes de la posible  pareja saben que nunca tendrán que arrastrar un peso insufrible, si no lo desean. Se acercan indistintamente el uno al otro  conociéndose  por amigos, foros, internet, trabajo…, sin  exceso de fuerza– nada que supere la de la atracción física–  y se observan, hasta descubrir  dos o tres cosas muy atractivas: . ”Es rubia, delgada –luego le gusta el deporte– y habla bien –luego es educada y habrá estudiado–”.

A partir de ese esqueleto y enviando pistas de una parte a la otra, o incluso de datos pescados en facebook, Instagram, whatsapp u otros, cada cual empieza a construir un ente que en realidad es, como le gustaría que fuera la parte contraria. Me gusta mucho esquiar –dice él­–, a lo que ella contesta que a ella también bastante. Le pregunta sobre su nivel y contesta: bueno las negras las bajo con cierta cautela, pero bien.

Así van hablando de arte, museos, leer, niños, viajar, música…ella comenta que le gusta tocar el piano, a lo que él comenta que no es un virtuoso, pero que se defiende tocandoMe gustan mucho los niños dice él, a lo que ella contesta: sí bueno, me gustan pero con moderación.

En facebook ve cada uno del otro los amigos increíbles, los viajes divertidos que hacen, las fiestas…, un no parar…

Esas pistas que se van dando uno al otro o que van pescando, hacen que vayan fabricando estereotipos errados de la otra parte.

La primera cama se suele resolver sin grandes rodeos, y si la cosa es satisfactoria, piensan que han encontrado la persona de su vida.

Se unen, y cuando al cabo de no demasiado tiempo empieza a disminuir –sólo a veces– la pasión, comienzan las sorpresas.

Oye –comenta ella– como nos gusta a los dos el piano, podríamos comprar este CELVIANO electrónico. Ya sé que no es lo mismo que un STEINWAY, porque no suben las teclas con la misma inercia, ni suena igual, pero bueno…En este momento no estamos bien de dinero -jamás ha tocado el piano-, vamos a dejarlo, dice él. Asunto cerrado.

Este puente que ha nevado, nos vamos a esquiar comenta él. Cara pálida y la noche sin dormir. Al día siguiente se van a Navacerrada –menos mal que no a Pas de la Casa– y al ir a subir al telesilla: ¿no te has puesto los esquíes? Yo prefiero al llegar a  arriba, contesta ella que jamás ha esquiado. Se empieza a dar cuenta del problema en que se ha ido metiendo y al descabalgar del telesilla, y no querer comenzar a explicar nada, se pone el casco, fija los esquíes mirando a otros para ver como se hace, se pone los guantes, pasa los bastones debajo de los brazos y comienza a descender. A los diez metros se cae: me he debido romper algo; no volveré a esquiar jamás. Así se cierra este otro asunto… ¡pero son tantos!

Un día él propone tener un hijo -!me gustan tanto!-, pero ella le contesta que ahora es muy pronto, ya tendremos tiempo y  él le recuerda que están ya casi en los cuarenta y ella le responde: tú siempre con prisas hijo.

Sobre la estructura básica de la percepción agradable entre dos personas que se conocen, el intercambio de conocimientos o  las pistas que se van dando o robando sobre lo que le gusta  a cada cual, permiten ir enriqueciendo y rellenando esas estructuras básicas para ir creando un ser que ilusiona, porqué está construido al gusto del otro con cosas muchas veces inciertas, que desembocan con el tiempo  en el desencanto  y posteriormente en la desilusión.

Así se acaba la cosa: aunque no tienen los mismos problemas que hace cincuenta años, los tienen, aunque se suelen resolver con mayor rapidez que antaño, entre otras cosas por la autosuficiencia económica de la mujer de hoy.

¡No es conveniente dar pistas cuando te relaciones! Ni verdes, ni azules, ni rojas, ni negras, ni FIS, ni Fuera Pistas, ni colgar heroicidades exageradas en las redes sociales.