LOS PAPAS DE AVIÑÓN: Urbano V y Gregorio XI, el último papa aviñonés. Comienzo del Gran Cisma de Occidente. Parte 7.

URBANO V  fue el papa número 200 de la Iglesia  católica y SEXTO de Aviñón. Nacido Guillaume Grimoard, en Le Pont-de Montvert de Occitania, en 1310, fue hijo primogénito de Guillaume II de Grimoard, señor de Grizac, y Amphélise de Sabran, señora de Montferrand.

Con 12 años fue enviado a Montpellier para realizar estudios de derecho canónico, continuando con los de derecho civil en Toulouse. Con 25 años -1335- entró en la orden benedictina, en el monasterio de Chirac, en donde fue ordenado sacerdote.

En la Universidad de Montpellier, dio clases de Derecho, realizando simultáneamente el doctorado que logró en 1342. En 1352 fue designado abad de Saint German de Auxerre por Clemente VI, pasando a dirigir la abadía de san Víctor en 1361 por designación de Inocencio VI.

Desarrolló misiones diplomáticas, encomendadas primero por Clemente VI, en 1352, para resolver el problema con Giovanni Visconti  -arzobispo de Milán- que puso momentáneamente a la ciudad de Bolonia -territorio pontificio- bajo su yugo, derrotando a los ejércitos pontificios. interviniendo también en nombre del papado con Inocencio VI, para frenar los deseos expansionistas del nieto de Giovanni, Bernabé Visconti, ambas resueltas con brillantez.

En el cónclave celebrado a la muerte de Inocencio VI, en septiembre de 1362, salió elegido en primera votación Hugues Roger, hermano de Clemente VI, quien rechazó la designación.

Tras una segunda ronda de votaciones con fumata negra, fue elegido el 28 de septiembre, en tercera votación, Guillaume de Grimoard, quien, al no ser cardenal, no participaba en el cónclave.

Urbano V.

El futuro papa fue reclamado para que abandonara Italia, donde se encontraba en misión diplomática, y marchara a Aviñón para ser ordenado obispo, e inmediatamente ser coronado papa el 6 de noviembre de 1362.

Durante los dos primeros años de su papado (1362-1370) reinó en Francia Juan II el Bueno, preso en Londres y fallecido en 1364, siendo sucedido por su hijo Carlos V el Sabio que reinó en Francia hasta 1380.

Urbano V fue un papa muy piadoso, austero, sencillo y enemigo de la ostentación. Hombre de gran espiritualidad, favoreció el estudio y la cultura, así como la construcción de iglesias y universida­des. Su actitud de gran humanista, le hizo ganarse la confianza de todos. Entre sus características menos positivas, estuvo la de su sometimiento excesivo a la corona francesa -como sus antecesores-.

El objetivo principal de su pontificado fue volver a fijar la sede pontificia en la ciudad de Roma. Excepto el rey Carlos V el Sabio de Francia, todas las naciones cristianas querían que el papa regresara a la Ciudad Eterna: el emperador del Sacro Imperio Carlos IV -que llegó a viajar a Aviñón en 1365 para pedírselo-, santa Brígida de Suecia, que se lamentaba de la situación inaceptable en la que se encontraba la curia romana, y algunos filósofos como el poeta aretino Francesco Petrarca, que en 1366 había enviado una carta de petición al papa de la viuda Roma, señalando  que su esposo, el papa, se había marchado y la había dejado sola.

Francesco Petrarca.

A pesar de la negativa del rey francés y del asesoramiento de los cardenales, fue a Roma en 1367, permaneciendo en la Ciudad Eterna tres años a pesar de las amenazas que representaban los disturbios políticos y las epidemias.  En Roma fue recibido por los emperadores del Sacro Imperio Carlos IV de Luxemburgo y el emperador bizantino Juan V Paleólogo.

Aunque en 1360 había comenzado a cambiar la situación en Roma gracias al establecimiento de una nueva constitución apoyada por la nobleza romana y por una recién creada milicia popular, en la Ciudad Eterna, unos partidarios políticos sucedían a otros, sin otras miras que las venganzas entre familias y las ansias de poder. Las ciudades de los Estados Pontificios combatían entre ellas, sin descanso por esos mismos motivos.

Al establecerse el papa Urbano V en 1367 en el Vaticano, emprendió una gran actividad reformadora y de reconstrucción de la ciudad. Paulatinamente las cosas iban tomando nuevo rumbo. Roma volvía de nuevo a ser, el centro del mundo, y de todas partes llegaban a ella huéspedes ilustres.

En 1368 el pontífice reconcilió la Iglesia con el Sacro Imperio: Carlos IV de Luxemburgo fue coronado en Roma. También logró Urbano un acercamiento con el emperador bizantino, abjurando Juan V Paleólogo de su fe, convirtiéndose al catolicismo para  buscar apoyo contra los turcos que amenazaban Constantinopla. La Iglesia por fin se mostraba unida, aunque esa situación duró poco tiempo.

En 1370, se reanudaron las hostilidades de la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, por lo que Urbano V regresó a Aviñón, falleciendo a los dos meses de su llegada, el 19 de diciembre de 1370. Primero fue enterrado en la catedral de Aviñón y posteriormente sus restos fueron trasladados a la abadía de san Víctor de Marsella según su deseo. Fue beatificado por Pío IX en 1870.

Tumba de Urbano V.

GREGORIO XI  (1330-1378) fue el papa 201 de la Iglesia católica desde 1370 a 1378 y SÉPTIMO y ÚLTIMO de Aviñón. De nombre secular Pierre Roger, fue el último pontífice francés hasta hoy día. Hijo de Guillaume Roger, conde de Beaufort, y de Marie de Chambon. Estudió en Perugia derecho y teología, doctorándose en ambas materias. Durante su pontificado continuó de rey en Francia  Carlos V el Sabio (1364-1380).

Gregorio XI.

Con 12 años fue canónigo del capítulo de la catedral de Ruán, luego de Rodez y más tarde de la de París, en donde fue nombrado archidiácono. Con 18 años, su tío Clemente VI, lo nombró cardenal diácono.

Sin haber tomado las órdenes para ser presbítero -se  puede ser cardenal sin ser sacerdote- fue elegido papa por unanimidad en diciembre de 1370, debiendo tomar las órdenes necesarias del sacerdocio antes de ser coronado, lo que sucedió en enero de 1371.

Coronación de Gregorio XI.

Fue un hombre cultivado y hábil diplomático, regresando a las prácticas nepóticas de algunos de sus predecesores, nombrando a varios cardenales de su familia.

Gregorio XI, intentó reconciliar a los reinos cristianos para poder lanzar una cruzada contra los turcos. Francia e Inglaterra sumidas en la Guerra de los Cien Años, eludieron su participación. Este papa logró que los reinos de Castilla, Aragón, Navarra y Portugal, acabaran sus confrontaciones por la vía de los enlaces matrimoniales.

Aunque el papa estaba bajo la tutela e influencia del rey francés, el conflicto creciente entre facciones amistosas y hostiles a él -básicamente porque nombraba obispos franceses para las ciudades italianas- instilaban una creciente inestabilidad en los territorios pontificios y sobre todo en Roma. El papa estableció un embargo a las exportaciones de grano durante una hambruna y Florencia organizó una liga con ánimo belicista, uniendo a varias ciudades contra el papa: Milán, Bolonia, Pisa, Génova, Perugia y Luca.

Gregorio XI mediante su delegado y pariente Roberto de Ginebra, contrató mercenarios para acabar con las sublevaciones. La oposición contra el papado creció y Florencia entró en abierto conflicto con el papa en la  llamada la Guerra de los ocho santos, en referencia a los ocho concejales florentinos que fueron elegidos para dirigir el conflicto. El papa, el 31 de marzo de 1376, puso en Entredicho a la ciudad de Florencia, declarando a sus habitantes como enemigos del papa y de la Iglesia, declarando ilegales sus posesiones, marchando sus mercenarios sobre Cesena, en donde masacraron a más de 4.000 personas, quedando la ciudad y su comercio muy dañados y casi extintos.

Fue el pontífice que tomó la decisión de abandonar definitivamente Aviñón, siendo influido por la opinión de santa Catalina de Siena, que propugnaba la vuelta de la Santa Sede a Roma. Gregorio XI abandonó la ciudad francesa para poner rumbo a Roma, a donde llegó el 17 de enero de 1377, aunque este retorno no puso fin a las hostilidades entre los Estados Pontificios, debido a los sucesos de Cesena, en donde el cardenal Roberto de Ginebra -futuro antipapa CLEMENTE VII- ordenó masacrar a la población, soliviantando de tal modo al pueblo romano, que el Papa tuvo que refugiarse en el palacio de Anagni. Su deseo de restablecer la paz en la Iglesia, hizo que volviera nuevamente a Roma el 7 de noviembre, para residir permanentemente en el Vaticano, abandonando definitivamente la secular residencia de los papas del Palacio de Letrán de Roma.

Retorno a Roma de Gregorio XI por Giorgio Vasari.

Durante su pontificado mantuvo mano dura contra los movimientos heréticos; condenó a los Turlupines que propugnaban la pobreza total, incluso el no uso de vestiduras -nudistas-, la doctrina Fatalista de Albert Alberstadt de Alemania y las doctrinas del reformador inglés John Wycliff, acusándolos de herejía.

Gregorio XI murió el 26 de marzo de 1378, pidiendo ser sepultado en la iglesia de la abadía de La Chaise-Dieu en Francia, pero los romanos no aceptaron que su cuerpo abandonara Italia, siendo enterrado en Roma, en la iglesia de santa Francesca Romana. habiendo vivido dos años en Roma desde su llegada.

Santa Francesca Romana.

Italia seguía siendo tierra de luchas entre gobernantes, familias y ciudades. A su muerte, tras un pontificado corto y complejo, se produjo una grave crisis de sucesión que dio lugar al Gran Cisma de Occidente.

*El entredicho o interdicto es, en derecho canónico, una censura eclesiástica por la cual las autoridades religiosas prohíben a los fieles la asistencia a los oficios divinos, la recepción de sacramentos y la sepultura cristiana.

Música: Peire Raimon de Tolosa. Siglo XIV.

To be continued in part 8 and last