GÜELFOS Y GIBELINOS. Parte 1.

La Iglesia católica fue uno de los pilares básicos de la sociedad medieval, encontrándose con frecuencia inmersa en una sucesión de luchas por el poder, conspiraciones y guerras dentro y fuera de su organización, que buscaban la primacía no sólo en lo espiritual, sino también en lo temporal.

En los primeros tiempos de la Iglesia, los obispos solían ser elegidos por los componentes de su comunidad, consagrados por obispos de diócesis vecinas. En el caso del Papa, obispo de Roma, los clérigos, bajo la supervisión de los obispos escogían un candidato, presentándolo al pueblo de Roma que lo confirmaba o no. Con el tiempo, esta potestad fue siendo absorbida por las familias nobles romanas, lo que llevó a tenebrosas estrategias para lograr los objetivos de cada familia, dándose el caso de elección simultánea de más de un obispo de Roma.

En este punto, sería interesante definir la figura del antipapa, persona que, con la intención de ser reconocido como papa o tomar su lugar, usurpaba o pretendía hacerlo con las funciones y poderes que correspondían al Papa de la Iglesia legítimamente elegido, ocupando la silla de san Pedro cuando se encontraba en período de sede vacante a la espera de elección legal, adelantándose ilegítimamente a la elección o haciéndose nombrar durante un papado efectivo. El título de antipapa no implica en absoluto la fidelidad a una doctrina contraria o desviada de la fe católica, sino la usurpación de una jurisdicción que no le pertenece según las normas eclesiásticas.

Los antipapas, surgieron normalmente en el medioevo, en momentos de inestabilidad política de Europa o de la Iglesia, y aunque en alguna escasa ocasión, el nombramiento de un antipapa se produjo por diferencias doctrinales con el legítimo Papa -dos en el siglo III*-, en la mayoría de las ocasiones, los antipapas emergieron por intereses políticos de las familias nobles romanas, del pueblo de Roma, de los emperadores o candidatos al Sacro Imperio, o de reyes que buscaban la supremacía de su corona en Europa con aspiraciones de ver refrendada su posición con el visto bueno divino. A veces, el Papa legítimo fue preso o muerto, fracasando en otras ocasiones la elección fraudulenta, debiendo exiliarse los ilegítimos, o siendo encerrados o asesinados.

*El primer antipapa de la Iglesia fue Hipólito de Roma -más tarde santo- que fue proclamado por los clérigos romanos, al enfrentarse a los papas Ceferino y Calixto I -también santos de la Iglesia católica- condenando su laxismo –actitudes y comportamientos poco acordes con las normas morales-.

*También en el siglo III, cuando fue elegido Papa Cornelio en 251,  poniéndose a favor del perdón de los que habían renegado de su fe en las persecuciones romanas, fue repudiado por el clero romano que nombró a Novaciano como antipapa, aclamado por su ortodoxia teológica. Seis meses después, se condenó, excomulgó y desterró de Roma a Novaciano, que fundó la Iglesia de los puros.  El antipapa Novaciano murió en 258, martirizado en tiempos del emperador Valerio I.

La elección de los papas mediante cónclave de cardenales fue una mecánica relativamente tardía, que no se dio hasta el siglo XIII, en enero de 1276, tras la promulgación de la bula Ubi periculum en el concilio de Lyon de 1274, presidido por Gregorio X, en el que se establecieron las normas para la elección de los papas mediante cónclave de cardenales, utilizándose por primera vez para nombrar su sustituto, a su muerte en 1276. Aunque a veces, con anterioridad, la elección se había realizado con cierto grado de aislamiento, se puede considerar el de 1276, como el primer cónclave papal de la historia, en el sentido estrictamente jurídico de la palabra. Con anterioridad, en el concilio de Melfi, en 1059, se había establecido que el papa debería ser elegido por el colegio cardenalicio en lugar de por el pueblo.

Siguiendo las normas de la bula Ubi periculum, los cardenales debían estar recluidos en un área cerrada común, sin habitaciones separadas, no pudiendo ser acompañados por más de un servidor/asesor. La comida se suministraba por una ventana, recibiendo a partir del tercer día solamente un plato diario, y tras el quinto día, sólo pan y agua. Durante el desarrollo del cónclave, tampoco se devengaban los ingresos eclesiásticos.

Antes de Carlomagno, las altas jerarquías de la Iglesia se habían ido inmiscuyendo cada vez más en los asuntos seculares. A mediados del siglo VIII, los francos –Pipino el Breve y su hijo Carlomagno entre 754 y 774- vencieron al rey de los lombardos Astolfo que se había apoderado del exarcado de Rávena en el 751, al que pertenecía el ducado de Roma, haciendo los carolingios a partir de entonces a los papas soberanos de un Estado propio. Abades y obispos se fueron convirtiendo en señores feudales o funcionarios imperiales, haciéndose con un poder político y económico envidiable, y a cambio, los reyes eran aceptados como protectores y gobernantes de la Iglesia en sus reinos, y el emperador carolingio como el defensor universal y protector del papado, pudiendo unos y otros, investir a los miembros del alto clero a su conveniencia. Para el rey, era mejor y de más fácil control, tener un obispo por él nombrado para gobernar un territorio, que, a un duque o un conde que fácilmente podía sufrir un ataque de ambición guerrera y revolverse contra el emperador.

Los papas, desde Carlomagno -coronado Imperator Augustus Romanum gubernans Imperium serenissimus Augustus a Deo coronatus, magnus pacificus Imperator Romanorum gubernans Imperium por León III en diciembre del 800, en agradecimiento por haberle protegido en su corte cuando iba a ser asesinado, estuvieron a partir de ese momento estrechamente subordinados al emperador, dedicándose básicamente a las funciones puramente religiosas, propias de su potestad espiritual. Así se reconocía implícitamente la intervención divina en el nombramiento del emperador, a cambio de recibir el papado protección del Imperio.

La coronación de Carlomagno, fresco pintado por Rafael y sus ayudantes entre los años 1516 y 1517. Representa el momento en que Carlomagno es coronado emperador por el Papa León III, el 25 de diciembre del año 800.

Carlomagno se autonombró Imperator Augustus Romanum gubernans ImperiumEmperador que gobierna el Imperio Romano- para no intitularse Imperator Romanorum -Emperador de los romanos-. Utilizó una forma más moderada, para ser reconocido en el futuro, como emperador de lo que fuese, por el verdadero sucesor del Imperio Romano, el basileus bizantino. En enero de 812, el basileus Miguel I Rangabé reconoció a Carlomagno como Emperador de Occidente, a cambio de Venecia, Istria, Liburnia y Dalmatia. A partir de entonces, los emperadores bizantinos se denominaron Basileus ton Romaion –Emperador de los Romanos– considerándose herederos de ese pueblo y superiores a los occidentales.

Basileus Miguel I Rangabé.

Los sucesores de Carlomagno no asumieron tampoco el título de Emperador romano, sino el de Imperator augustus. Algunos ejemplos: Luis I -coronado por el papa Esteban IV con título Hludovicus divina ordinante providentia Imperator augustus-, Carlos II el Calvo -coronado por Juan VIII  comoKarolus, ejusdem Dei omnipotensis misericordia omnipotenis Imperator augustus-, Carlos III el Gordo -coronado en Roma por el papa Juan VIII como Karolus ejusdem Dei misericordia omnipotenis Imperator augustus– u Otón I, primer emperador de la dinastía SAJONA, coronado por Juan XII  con el título deOtto divina favente clementia Imperator augustus-.

Imperio de Luduvico Pío- Luis I-, con zonas encomendadas a sus 4 hijos varones-.

 Tras el Tratado de Verdún en 843, División entre sus herederos vivos.

Unos años después -887- Carlos el Gordo de nuevo con todo.

Desde Carlomagno a Luis III el Ciego hubo 10 emperadores de la dinastía CAROLINGIA. A continuación, hubo uno, Berengario de Friuli, que gobernó de diciembre de 915 a abril de 924 de la dinastía LOMBARDA. Posteriormente 4 de la dinastía SAJONA, y a partir del tercer emperador de esta dinastía OTON III, los emperadores se denominaron Romanorum Imperator augustus.

La mujer de Otón II -2º emperador de la dinastía sajona-, Teófano Skleraina, que era princesa bizantina, no reconoció la superioridad del título del emperador de Bizancio basileus Romanion, sobre el de su marido y sus sucesores, que eran simplemente imperator o basileus, desigualdad que resolvió añadiendo la palabra Romanorum a la intitulación para elevar la categoría de su nueva estirpe, frente a la del emperador bizantino de entonces Basilio II. Los siguientes emperadores continuaron usando el título basileus Romanorum para afirmar la supremacía de su idea cesaropapista* frente a la hierocracia* papal.

Otón II

Icono restaurado de Вasilio II del siglo XI donde se le representa coronado por ángeles enviados por Dios y adorado por sus súbditos.

Sirvan como ejemplos Otón III coronado por el papa Gregorio V en MonzaOtto divina favente clementia Romanorum Imperator augustus-, Enrique IV de la dinastía SALIA, coronado por el antipapa Clemente III en RomaHeinricus divina favente clementia tercius Romanorum Imperator augustus-, o Federico I Barbarroja, segundo emperador de la dinastía Hohenstaufen coronado por Adriano IV en Roma –Fredericus divina favente clementia Romanorum Imperator augustus-. A partir de Federico II Hohenstaufen, se añadió a la intitulación, semper. Este último fue coronado en Roma por Honorio IIIFridericus secundus divina favente clementia Romanorum Imperator semper augustus…

*En el cesaropapismo, el poder secular de un líder político se impone incluso en cuestiones religiosas, sobre el que pudieran aspirar a tener o a compartir, los líderes religiosos, subordinando los poderes de la Iglesia al Estado.

*La hierocracia -hiero=sagrado-, es una forma de gobierno donde los administradores estatales y los líderes de la religión dominante coinciden, aplicando políticas basadas en las ideas de la religión principal. El gobierno suele mandar en nombre de la divinidad correspondiente.

Tras los 4 Imperators de la dinastía sajona, reinaron 4 de la dinastía SALIA y 1 de la casa de SUPLINNBURGO, para llegar a la DINASTÍA HOHENSTAUFEN, en junio de 1133 con CONRADO III, dinastía que gobernó hasta FEDERICO II, con un vano de 6 años en el que la corona imperial fue ceñida por OTÓN IV de la CASA WELF -guelfo-.

La mengua ineluctable del poder imperial al final de la Alta Edad Media, marcada por el crecimiento imparable del poder feudal, resultó ominosa para la Santa Sede, que quedó sin el escudo protector del Imperio, en manos de la anarquía feudal, siendo sometida a poderes más próximos y menores que antaño, y también más mezquinos y miserables, como eran los clanes nobiliarios romanos.

En los últimos años del siglo IX, comenzó un largo periodo de especial decadencia y entropía de la sede romana, que se conoce como el siglo de hierro u oscuro del pontificado católico. Entre la última década del siglo IX y la mitad del siglo XI hubo más de 40 papas y antipapas, que se preocuparon fundamentalmente de sus intereses temporales, en lugar de hacerlo de los espirituales de sus feligreses. Papas y antipapas fueron puestos y depuestos por nobles romanos, reyes y emperadores, según conviniese al que ostentara el poder en cada momento. Fue el siglo de hierro del papado, una época terrible para la Iglesia, con papas corruptos, sin solución de continuidad, que se debían al señor que les había nombrado, y que cometían todo clase de depravaciones y pecados contra las leyes de Dios y de los hombres, destacando la simonía, las desviaciones sexuales y los asesinatos de los que obstaculizaban sus quehaceres, resultando al fin, pontificados muy breves y dignos de olvidar.

Música: Nessum Dorma, -¡Qué nadie duerma!- de la ópera Turandot de Giacomo Puccini. Luciano Pavarotti.

To be continued in part 2.