HISTORIA DE LAS POSESIONES ESPAÑOLAS EN LOS PAÍSES BAJOS: INTRODUCCIÓN. Parte 1.
En el año 59 a.C. llegaron los romanos a la zona de los actuales Países Bajos, que en toda su amplitud constituyó la provincia de Germania. La parte noroeste -en la llanura del mar del norte- era una región poco poblada, y los cuatro siglos de dominación romana dieron lugar al nacimiento de tres pueblos: sajones neerlandeses, germánicos frisones, y francos. Los descendientes de los francos salios –los francos que habitaron en el valle inferior del Rin- llegaron a dominar la zona que luego constituirían los Países Bajos. Así transcurrieron los años, en manos de familias nobles, hasta la creación de la dinastía merovingia –los últimos de esta dinastía fueron denominados reyes holgazanes- que reinó entre los siglos V al VIII en las actuales Francia, Bélgica y parte de Alemania hasta el año 751, en el que Childerico III fue destronado por su mayordomo Pipino el Breve –hijo de Carlos Martel, el vencedor en Poitiers del valí de Al Andalus- que reinó hasta 768, año de su muerte. Le sucedieron sus dos hijos Carlomagno y Carloman. Este último, se retiró a un monasterio y murió joven, quedando Carlomagno único heredero.
El imperio carolingio creado por Carlomagno y sellado por el Papa León III en la Navidad del año 800, fecha en la que le coronó emperador, duró hasta la muerte de su hijo Ludovico Pio –Luís el Piadoso- en 840. Por el tratado de Verdún en 834 -antes de su muerte-, el imperio lo dividió Ludovico entre sus tres hijos: Luis Lotario, emperador desde 817 de los territorios Francos centrales e Italia, Luis el Germánico que reinó en los territorios Francos del este (origen del Sacro Imperio Romano Germánico, actual Alemania) y Carlos el Calvo que heredó los territorios Francos del oeste, la actual Francia.
Con luchas entre familias, adhesiones al Papa para el mantenimiento del Imperio Romano Germánico y revueltas de nobles, Carlos el Gordo en 887 logró reunificar la mayor parte del Imperio Carolingio, pero a su muerte volvieron las auto proclamaciones y la división de los reinos, siendo proclamado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico por el Papa Juan XII, OTÓN I el Grande –rey de lo que hoy es Alemania- en 962.
Desde los años 800 a 1000 los vikingos atacaron la zona de los Países Bajos con asiduidad y gran crueldad hasta que en 920 Enrique I de Alemania liberó Utrecht de los nórdicos, y a partir de ahí los alemanes dominaron los Países Bajos, aunque el emperador incapaz de mantener la unidad política, por falta de autoridad y liderazgo, y sin poder proteger a sus vasallos de los ataques de los nórdicos, fue el responsable de que las ciudades se fueran independizando, transformando los gobernantes locales sus condados y ducados en reinos privados, dando paso al feudalismo en Europa. En el año 987, murió el último rey de los reinos del oeste de la dinastía carolingia, Luis V de Francia “El Holgazán”.
Mapa de los Países Bajos año 50 d. C. El león de Claes parece perfilado con estos contornos.
Leo Belgicus, un mapa de los Países Bajos, dibujado sobre la forma de un león, por Claes Jansz también conocido por Nicolas Joannes Piscator. 1609.
Desde ese momento, los Países Bajos, que entonces eran diecisiete provincias, en lo que hoy es Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos (Holanda), fueron gobernados por los señores feudales de la zona: el duque de Güeldres, el duque de Brabante -flamenco-, y el obispo de Utrecht, manteniéndose Frisia y Groninga como feudos independientes. Años más tarde, los frisios fueron derrotados por los mercenarios lansquenetes alemanes del duque Alberto de Sajonia- MeyBen, pasando a ser sus vasallos.
Entre 1384 y 1477 la región fue siendo sometida por el ducado de Borgoña, básicamente por Felipe el Calvo, Juan Sin Miedo y su hijo Felipe III el Bueno. Conquistaron Flandes –Bélgica- y los Países Bajos: en 1421 el condado de Namur, en 1437 el ducado de Güeldres, en 1439 los ducados de Brabante y Limburgo y los condados de Holanda, Hainaut y Zelanda, y en 1441 el ducado de Luxemburgo.
En esta época nace en la región la conciencia de nación. Los nobles de la zona pidieron al duque de Borgoña Felipe III el Bueno, que anexionara a sus posesiones las zonas que aún no lo estaban; es decir ofrecieron el vasallaje pidiendo su protección. Estas tierras permanecieron bajo control de Borgoña hasta que Carlos V, heredero de las tierras borgoñonas y miembro de la dinastía Habsburgo, las convirtió en posesiones españolas en 1516. Esto no satisfizo en absoluto a los flamencos, que vieron como los privilegios de la zona minoraban o desaparecían, considerando la gestión española, poco menos que inaceptable. A Felipe III de Borgoña le sucedió Carlos I el Temerario, y a éste su hija María de Borgoña, madre de Felipe el Hermoso.
Felipe III el Bueno.
Carlos I el Temerario : Casa de Valois- Borgoña.
Duque de Borgoña, Brabante, Limburgo, Lothier y Luxemburgo. Marqués de Namur. Conde de Artois, Flandes, Hainaut, Holanda y Zelanda.
Siendo Federico II de Habsburgo, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, al fallecimiento en 1482 de María de Borgoña –titular del ducado de ese nombre-, mujer de Maximiliano de Habsburgo hijo de Federico II –rey de Romanos-, le sucedió su hijo Felipe el Hermoso en la titularidad del ducado. Hasta su mayoría de edad, fue regente de los Países Bajos su padre Maximiliano, utilizando para el gobierno delegados, por no estar presente en la zona: Engilberto de Nassau en 1485 y 1486 y Alberto de Sajonia entre 1489 y 1494.
Por el tratado de Senils en 1493, los Habsburgo, herederos de la casa Valois–Borgoña cobraron para propiedad de su familia, el ducado de Borgoña, que hasta entonces estaba en su poder, pero no como propiedad de la familia Habsburgo, sino como patrimonio aportado por el Borgoña titular por matrimonio y posterior herencia, al casarse la heredera y futura propietaria del ducado, María de Borgoña con Maximiliano I de Habsburgo.
María de Borgoña y Maximiliano I de Habsburgo.
Felipe I el Hermoso, futuro rey de Castilla jure uxoris.
A la muerte del emperador Federico II, los Estados Generales de los Países Bajos, formalizaron la mayoría de edad de Felipe el Hermoso -heredero por su madre de los Países Bajos- en 1494, aunque Maximiliano I su padre, mantuvo el gobierno del condado en nombre de su hijo hasta 1498.
To be continued in part 2.
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Leo este post en Burgos y me viene a la memoria que Felipe el Hermoso murió en Burgos. Se le preparó una fiesta donde se comió y se bebió sin tasa y después se empeñó en jugar un partido de pelota al final del cual se tomó agua fría , lo que cuentan que fue cuando se empezó a encontrar mal. No se pusieron de acuerdo los médicos flamencos y burgaleses y el tío cascó al quinto día. Por cierto, fue la puntilla para doña Juana ,que si ya estaba perturbada esto la remató.
Gracias por leer el blog.
Efectivamente fue en Burgos, el 25 de Septiembre de 1506, tras un festín para celebrar que Don Juan Manuel había tomado posesión del castillo de la ciudad. Los invitados dieron una gran galopada a caballo y jugaron a la pelota. Al concluir la partida, Felipe el Hermoso acalorado, bebió de un botijo de agua helada. Al día siguiente se levantó con fiebre pero se fue de caza. Cuando volvió estaba tan enfermo que ya no sé levantó de la cama y falleció en menos de una semana.
Se dice que los síntomas que tuvo Felipe fueron fiebre alta, dolor en el costado y muchas manchas pequeñas negras y coloradas por todo el cuerpo e infección en la lengua y el paladar. Existen varias hipótesis sobre las causas del fallecimiento: enfriamiento, por peste o por envenenamiento. Por supuesto, siempre que un miembro de la realeza moría repentinamente había sospechas de envenenamiento, que aumentaron en este caso al tener a Fernando el Católico cerca, que con su yerno no se llevaba nada bien.
Nota copiada: “Era don Juan Manuel, Señor de Belmonte, hombre de linaje muy principal, de gran práctica en los negocios de Estado y capaz, si la suerte no hubiera cortado su carrera, de llegar a conquistarse una posición tan grande como […] los que más privaron con los Reyes pasados en Castilla. […] Hombre de pequeña estatura, enteco y verdoso, de gran ambición, muy discreto y gran cortesano, era don Juan Manuel el tipo de diplomático agudo, cauteloso, amable y muy práctico en las cuestiones de política internacional […]. Cualquier Príncipe, por prudente que fuera, le deseara por suyo en el más cercano lugar”
Otra impecable lección de nuestra Historia. Gracias.
Encantador relato histórico, muchas gracias por tu divulgación.
Muy interesante. Enhorabuena! Gracias por compartir