Lo que me susurró el CAMINO 2018. GIJÓN Y AVILÉS. Parte 5.
La siguiente etapa nos llevó a Gijón, entrando en esa estupenda ciudad por el grandioso edificio de la Universidad Laboral, regada en sus alrededores por casas de una amplia zona residencial. Es de señalar, como dificultad de cierta envergadura en el caminar, la subida al Alto de la Cruz, de bastante pendiente, y a veces con trochas de cantos rodados, muy húmedos y resbaladizos, y el de Curbiello, menos importante, aunque de dificultad no despreciable, siendo a partir de ahí terreno en descenso hasta la ciudad de Gijón.
Universidad laboral de Gijón.
La ciudad de Gijón tiene sus orígenes históricos en la Campa de Torres, con el castro de “Noega”, uno de los principales poblados fortificados del norte de España -anterior al 409 a.C.- habitado por un grupo de astures, que a la llegada de los romanos fueron integrándose pacíficamente en sus usos y costumbres. Es de destacar el complejo termal de Campo Valdés, edificio público que data de finales del s. I d.C., en cuyas inmediaciones está una escultura del emperador Octavio Augusto, bajo cuyo mandato se conquistó Noega y posteriormente Gijón.
Castro de Noega.
Guarda ejemplos románicos como la Iglesia de San Andrés de Ceares, la Colegiata de San Juan Bautista, la de San Juan Evangelista o la Iglesia de Santa María Magdalena.
San Andrés de Ceares.
En el siglo XVII se desarrolló una gran actividad constructiva, que iba a conformar de una forma definitiva el aspecto urbano de Gijón. El siglo de las luces fue testigo de sucesivas mejoras que le dieron entidad de villa grande. De vital importancia, fueron las aportaciones que realizó en esta época, el ilustrado asturiano Gaspar Melchor de Jovellanos, cuyas propuestas siguieron vigentes en los siglos posteriores.
La playa de Poniente, termina en un espigón que determina por el oeste el puerto gijonés y se abraza a la Playa de San Lorenzo por el este, creando un cuello en el que se encuentran la Plaza Mayor con el Ayuntamiento unida por una arcada con la Plaza del Marqués –de San Esteban del Mar-, con su palacio llamado de Revillagigedo y anexada, la Colegiata de San Juan Bautista, dejando soberbia en el centro la estatua de Don Pelayo, todo ello, asomándose al puerto deportivo. Ese cuello, soporta una cabeza que recibe el nombre de barrio de Cimadevilla –antiguo barrio de pescadores-, en cuya parte superior, hay un bonito parque -cerro de Santa Catalina-. en donde estuvieron –y hoy siguen expuestas- las defensas artilleras de la ciudad y una magnífica escultura de Eduardo Chillida de 1990, denominada Elogio del Horizonte, escultura de hormigón armado concebida a partir de un modelo de pequeño formato que fue creciendo hasta alcanzar diez metros de altura y un peso de 500 toneladas. Está realizada en el propio emplazamiento, a partir de dos pilares que actúan como una elipse abierta, pareciendo brazos acogedores que quieren volar.
Palacio de Revillagigedo en la Plaza del Marqués.
Colegiata de San Juan Bautista anexa al palacio.
Don Pelayo en la Plaza del Marqués.
Cimadevilla y el parque de Santa Catalina coronando a Gijón.
Elogio del Horizonte de Chillida en el cerro de Santa Catalina junto a las defensas artilleras históricas.
Conjunto histórico de la Plaza del Marqués abierto al Puerto deportivo.
Otros monumentos dignos de destacar son el Real Instituto Jovellanos -bien de Interés Cultural desde 1974-, mostrando el edificio actual dos fases de construcción; la primera, realizada entre 1797-1807 con trazas de Juan de Villanueva –el tracista del Museo del Prado y de tantos otros grandes monumentos- que se corresponde con la planta baja, y la segunda, llevada a cabo entre 1887-1892, que consistió en la elevación de dos plantas sobre la primera. El edificio se estructura en torno a un patio central porticado, en uno de cuyos lados destaca una fuente neoclásica. La sobria fachada, con almohadillado de la primera planta, tiene una portada con arco de medio punto.
Instituto Jovellanos.
El Ayuntamiento que es un bloque cúbico de tres plantas, está situado en una plaza porticada al sur de Cimadevilla.
Ayuntamiento de Gijón en la Plaza Mayor.
El Teatro Jovellanos es de estilo ecléctico-historicista y se distinguen en su estructura dos partes: una arcada de pilastras decoradas con trofeos alegóricos que se extienden por toda la superficie hasta la altura de los cuerpos laterales, y un piso superior a modo de remate, en el que se abre una galería que soporta una amplia cornisa moldurada.
Teatro Jovellanos.
Biblioteca pública “Jovellanos”.
La siguiente etapa fue de Gijón a Avilés. Al ver Avilés de nuevo, tuve la misma sensación -en otra dimensión- que con el Bilbao de ayer y de hoy; hacía años que no iba, y de parecerme ciudades grises y sucias, ahora me parecieron radiantes y limpias.
Avilés es una ciudad situada a ambas márgenes de la Ría de Avilés. En el año 2015, el concejo contaba con una población de 80.000 habitantes aproximadamente, siendo la tercera capital municipal por número de habitantes de Asturias.
En la ciudad no se asentó una población permanente hasta después de la época romana. En el siglo X, con la obtención del fuero a manos del rey Alfonso VI de León El Bravo –el de la jura de Santa Gadea por matar a su hermano Sancho II de Castilla y anteriormente dejar morir preso a su otro hermano García, rey de Galicia-, la urbe consiguió una serie de privilegios, entre los que estuvieron los de poder celebrar ferias y un mercado a la semana. A partir del siglo XVI, vivió una época de auge con el nacimiento de la burguesía, pero poco a poco se inició un período de decadencia que únicamente sería salvado con el comercio de bienes con América, además de su industrialización, fundamentalmente siderúrgica, en el siglo XX.
El casco antiguo de Avilés ha sabido conservar su arquitectura tradicional, y el conjunto de edificios históricos de la ciudad fue declarado en 1955, Conjunto Histórico.
La Iglesia de los Padres Franciscanos es el testimonio románico más antiguo de Avilés. Se construyó entre finales del XII y comienzos del XIII, dentro del recinto amurallado de la ciudad
Iglesia de los PP Franciscanos.
La Iglesia de Santo Tomás de Canterbury, conocida como Iglesia de Sabugo, o Iglesia Vieja de Sabugo, debe su popular denominación a encontrarse situada en el centro del antiguo pueblo de pescadores de Sabugo, extramuros de la cerca medieval que protegía la villa. Se trata de una iglesia románica espléndidamente ornamentada por fuera y dentro, cuya construcción parece que se inició en las primeras décadas del siglo XIII, siendo de nave única y planta basilical rematando en cabecera semicircular orientada al este.
Santo Tomás de Canterbury.
La fachada principal, que presenta una portada en resalte y pronunciado abocinamiento, nos permite entrar a un templo de espacio amplio, sin interrupción alguna, con un coro ligeramente elevado, dos capillas en el lado del evangelio y la cabecera en semicírculo.
La Iglesia de San Nicolás de Bari.
Por fin, la magnífica plaza de España, con el Ayuntamiento, el Palacio de Valdecarzana –hoy hotel- ,el Palacio de Camposagrado -hoy cines- y en las inmediaciones, el Teatro Palacio Valdés -teatro y museo en honor al insigne escritor Armando Palacio Valdés-, conforman un conjunto histórico-artístico de gran interés.
Ayuntamiento de Avilés en la Plaza de España.
Palacio de Valdecarnaza.
Palacio de Camposagrado.
Teatro Palacio Valdés.
Los avilesinos se sienten orgullosos también del Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer -arquitecto premio Principe de Asturias-, conocido habitualmente como Centro Niemeyer, junto a la ría, que contrasta por su modernidad con el casco antiguo de la villa y la tradicional imagen industrial de la zona, por su línea y sus colores blanco y amarillo.
Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer.
To be continued in part 6 and last.
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