Perdido en el tiempo a la búsqueda del Teatro Real de Madrid. Parte 2.
Tras la muerte del último Austria, Carlos II, en 1700, sin descendencia, y con una guerra de sucesión que tendría que lidiar, aterrizó en España el primero de una Casa Real que aún permanece en nuestro país, la de Borbón. Felipe de Anjou, segundo hijo de Luis de Francia, conocido como el Gran Delfín o Monseñor -príncipe de Francia e hijo mayor y heredero de Luis XIV y la española María Teresa de Austria-, fue proclamado rey de España como Felipe V, que el pueblo y la historia le calificaron primero como “El Animoso” y posteriormente “El Melancólico”.
Jean Ranc. Retrato de Felipe V. 1723. Óleo sobre lienzo. 144 x 115 cm. Museo del Prado. Madrid.
Tras una guerra -de sucesión no de secesión- entre los borbonistas y los austracistas que duró 13 años, el 11 de septiembre –diada catalana- de 1714, el Duque de Berwick ordenó el asalto a la ya sitiada ciudad de Barcelona, la cual tras una heroica defensa, finalmente se rindió. Con la caída de Barcelona, se acababa con la rebelión de los partidarios del archiduque Carlos de Habsburgo, poniendo de esta manera fin Felipe V a la foral Corona de Aragón –partidaria de los Austrias- por la vía militar, aboliendo las instituciones, fueros y leyes propias que regían los estados que componían los REINOS de Aragón, Valencia, Mallorca y Principado de Cataluña, mediante los Decretos de Nueva Planta de 1707-1716, que instauraron en su lugar un Estado centralista y absolutista inspirado en la Monarquía francesa de su abuelo Luís XIV, imponiendo las leyes de la Corona de Castilla a todos los territorios, salvo al reino de Navarra y a los señoríos de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, que pudieron mantener sus fueros por su lealtad al Borbón durante la contienda, aunque “El Derecho Privado” de Aragón, Cataluña y Mallorca, también se mantuvieron.
El desenlace de la guerra y la firma de los dos Tratados de Utrech -abril y julio de 1713-, Rastatt -mayo de 1714- y Baden -septiembre de 1714-, supusieron para España la pérdida de sus posesiones en Italia -el reino de Nápoles, Cerdeña, Sicilia y el ducado de Milán-, las provincias católicas de los Países Bajos -las actuales Bélgica y Luxemburgo-, de Gibraltar y Menorca, y la pérdida del control del comercio con las Indias, a causa de la concesión a los británicos del Derecho de Asiento de esclavos negros y del Navío de Permiso.
Europa tras los Tratados de Utrech.
Derecho de Asiento.
Como el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos VI de Habsburgo, a pesar de las firmas realizadas, no renunciaba formalmente a sus pretensiones al trono español, permaneciendo su emperatriz aún en Barcelona, las cesiones españolas convenidas no se ejecutaban, y tuvo que firmarse el Tratado de Viena en 1725, para que el austríaco renunciara formalmente a la corona de España, pudiendo regresar entonces a recuperar sus bienes la nobleza española partidaria de los Austrias, que se había exiliado en Viena.
Con Felipe V comenzó a llegar la ilustración y el progreso, acabando, poco a poco, con el medievalismo de los Austrias -lo que no excluye el reconocimiento de su afán y tesón de engrandecer su Imperio-, intentando extirpar “esa peste llamada paisanismo o catetismo”: el amor exclusivo a la patria particular, que “era un incentivo de guerras civiles y de revueltas contra el soberano”, intentando construir un modelo uniformista -mismas leyes, único reino y una sola lengua- completamente opuesto al de la monarquía reinante anterior, que admitía diversas “patrias” o comunidades políticas con sus respectivos derechos, fueros y libertades (la única forma que encontraron para obtener recursos para la conquista y mantenimiento del Imperio).
Así, el nuevo monarca creó entre otras instituciones:
La Real Biblioteca, fundada en 1712, que aunó colecciones reales y eclesiásticas, y que empezó a crecer sustancialmente cuando se promulgó la real orden que obligaba a depositar en la misma un ejemplar de cualquier libro impreso en España, aún vigente. (merece la pena una visita).
La Real Academia Española, que tuvo su origen en la tertulia literaria del Marqués de Villena, constituyéndose formalmente en 1713 con el objetivo de evitar la corrupción de la lengua castellana, y que recibió el título de “Real” y la aprobación del monarca al año siguiente, quien concedió a sus miembros el privilegio de ser “criados de la Casa Real”, publicando formalmente la Fundación y los Estatutos de la Academia en 1715.
La Real Academia de la Historia, nacida oficialmente en 1738 y cuyos miembros recibieron también el privilegio de “criados de la casa real”. Su origen, como el de la Real Academia Española, fue una tertulia privada surgida en 1735 que se reunía en casa del abogado Julián de Hermosilla, en la que se trataban temas de cualquier ámbito, por lo que inicialmente se llamó Academia Universal, pero que pronto se orientó exclusivamente a la historia y geografía de España.
Todas las expresiones artísticas tuvieron una presencia muy importante en la Corte de Francia en la época de Luís XIV, porque era una manera más de realzar su esplendor y grandeza. En el ámbito musical, sin duda, la figura del músico italiano Lully fue básica para entender la afición musical creada en la corte del Rey Sol. Este músico de origen italiano, se convirtió en el referente musical de la época, trabajando junto a personalidades tan destacadas como el dramaturgo Molière, al que puso música a siete de sus libretos.
Lully.
Murió de una gangrena en un pie, motivada por una herida que se hizo con el bastón que utilizaba como director de orquesta y que golpeaba con entusiasmo para marcar el compás. Su amor por el baile le llevó a negarse a que se le amputara su pierna, acabando la infección con su vida.
En consecuencia, habiendo visto y oído tanta manifestación musical durante su niñez y adolescencia, Felipe V también trajo a la Corte española la afición por la música, la ópera y la ópera-ballet, habituales en la francesa. Desde su llegada, fueron frecuentes los conciertos y óperas que se celebraban en el Alcázar, en el palacio del Buen Retiro o en algún Real Sitio, para la Corte y los nobles -invitados por el rey- siendo las representaciones sufragadas por el monarca.
Teniendo noticias de este arte, el pueblo comenzó a sentir y poner de manifiesto su deseo de conocer la ópera, decidiendo entonces una compañía italiana, sacarla del ámbito exclusivo real, cobrando a los que quisieran asistir.
Tras muchos problemas administrativos con el Ayuntamiento, se obtuvo permiso para actuar en unos antiguos lavaderos en desuso junto a las fuentes de los Caños del Peral. Una compañía de “trufaldines” -derivación del nombre de una de las máscaras empleadas por la compañía italiana de teatro, la Truffaldino-, bajo la dirección de Francisco Bartolí, construyó en 1708 en este lugar, un pobre teatro, con un escenario simple y un barracón con tejadillo, empezando a representarse las funciones que se daban en palacio, que luego eran repetidas; así, en el corral de las fuentes del Peral se estuvieron haciendo representaciones durante 30 años. En 1737, Felipe V ordenó la demolición del tinglado, encargando la construcción de uno nuevo y de mayor capacidad a los arquitectos Virgilio Rabaglio y Santiago Bonavia, contando con el mecenazgo de Francisco Palomares y dando el apoyo real, al ordenar el embargo de todos los materiales de construcción de la ciudad y la mitad de la cal destinada a la construcción del puente de Toledo para acelerar la obra.
El Real Teatro de los Caños del Peral se inauguró el domingo de carnaval de 1738, con la representación de Demetrio, ópera seria en tres actos compuesta por Johann Adolph Hasse, con música de Antonio Caldara y libreto en italiano de Pietro Metastasio. El teatro fue dañado durante la invasión francesa y cerrado en 1810, aunque posteriormente y de forma eventual, se empleó para bailes de máscaras, celebrándose también en 1814 sesiones de las Cortes Constituyentes de Cádiz, tras su traslado a Madrid desde San Fernando -de Cádiz- y hasta su traslado el 2 de mayo del mismo año al Monasterio de Doña María de Aragón -actual Palacio del Senado-. En 1816 el arquitecto de la corte Antonio López Aguado informó al rey -Fernando VII- que el Teatro amenazaba ruina en los cimientos, por la humedad del subsuelo debida al agua del arroyo que alimentaban las fuentes de los Caños del Peral, siendo demolido en 1817 por orden real.
Teatro de los Caños del Peral.
El Palacio Real se comenzó a construir en 1735 durante el reinado de Felipe V y finalizó su construcción en 1764, siendo rey Carlos III. Deseando el nieto de este último, Fernando VII, hacer una plaza por el lado oriental, digna del palacio, y que recordara su reinado, encomendó al encargado de obras de la corona Isidro González Velázquez la reforma de la Plaza de Oriente, con el diseño en el lado opuesto del Palacio, de un Teatro Real; tras diseñar y construir la plaza, el espacio que dejó para la entrada al teatro fue minúsculo. Para no modificar la forma de la plaza, diseñó un teatro con fachada inadecuadamente estrecha, debiendo abrir los laterales de una forma extraña. El rey entonces, encargó al arquitecto real Antonio López Aguado que sin deshacer lo realizado en la Plaza hasta entonces, y sobre el poco apropiado espacio cedido por González Velázquez, construyera un Teatro, debiendo partir de la fachada estrecha que había -pequeña- no teniendo más remedio López Aguado que abrir los laterales y luego cerrarlos para concluir en la parte trasera también estrecha.
Palacio Real de Madrid.
Plano de la zona del Palacio Real y Plaza de Oriente -aún sin las dimensiones actuales- en 1808.
Plano de la zona del Palacio Real y Plaza de Oriente en 1849.
En 1818 se iniciaron los trabajos de construcción del Teatro Real, en el lugar en donde hasta hacía apenas un año, se había ubicado el Real Teatro de los Caños del Peral, obra que el monarca quiso impulsar para poder contar con un coliseo lírico que pudiera equipararse con los mejores de Europa.
Del diseño y construcción inicial del Teatro Real se encargó por fin el arquitecto, Antonio López Aguado. Con grandes interrupciones, causadas por la falta de presupuesto y por la muerte del arquitecto, que fue sustituido por Custodio Teodoro Moreno, las obras finalizaron en 1850, 33 años después de su inicio, reinando ya Isabel II, siendo utilizado parcialmente en 1841 como sede parlamentaria, acogiendo al Congreso de los Diputados, siendo el edificio levantado, de estilo neoclásico con toques eclécticos, en forma de ataúd.
En construcción.
Se inauguró el 19 de noviembre de ese 1850, bajo la presidencia de la reina Isabel II y el día de su onomástica –desde el Concilio Vaticano II en 1959, Santa Isabel de Hungría se celebra el 17 de noviembre, celebrándose hasta entonces el 19 del mismo mes-, siendo durante los 75 años siguientes, uno de los principales teatros de ópera europeos. La obra elegida para el estreno fue la ópera fue La favorita de Gaetano Donizetti, interviniendo las mejores voces líricas del momento y el mejor director.
Francisco de Zurbarán. Santa Isabel de Hungría o de Turingia. 1635-1640. Óleo sobre lienzo. 125 x 100,5 cm. Perteneciente a los fondos del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Su nombre significa “promesa de Dios”. Hija de Andrés II rey de Hungría, casada con Luis de Turingia. Murió a los 24 años.
Tras la revolución de 1868 –Gloriosa o Septembrina*– y el exilio de la reina Isabel II, pasó a llamarse el teatro, Teatro Nacional de la Ópera. En octubre de 1925, un hundimiento provocó el cierre provisional del teatro y el inicio de unas obras de remodelación, que con nuestra Guerra Civil por medio -con explosión de polvorín interior incluido- se prolongaron 41 años, hasta 1966, año en el que se abrió al público como auditorio -no como teatro de ópera- y sede del Real Conservatorio Superior de Música y Escuela de Arte Dramático, pero se sentía la necesidad de que Madrid contara nuevamente con un teatro de ópera que se equiparara a los mejores del mundo.
En 1969 se celebró en este “auditorio” el Festival de Eurovisión, con decorado diseñado por Salvador Dalí, llevándose a cabo el 13 de octubre de 1988 el último concierto realizado por la Orquesta Nacional. Las obras de rehabilitación como teatro de ópera se iniciaron en 1991, y continuaron durante 7 largos años…
NOTA *La Revolución de 1868, llamada la Gloriosa y también conocida por la Septembrina, fue una sublevación militar con elementos civiles que tuvo lugar en septiembre de 1868 y supuso el destronamiento y exilio de la hasta entonces reina Isabel II, dando paso al llamado SEXENIO DEMOCRÁTICO: primero en forma Gobierno Provisional (generales Prim y Serrano)(1868-1871), después en forma de monarquía parlamentaria con el importado monarca Amadeo de Saboya (1871 a 1873) y por último en forma de república, la Primera República (1873-1874); esta aventura de seis años del Sexenio Democrático terminó con el pronunciamiento en Sagunto del general Martínez Campos dando paso a la Restauración borbónica.
To be continued in part 3 and probably or perhaps or not, last.
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