ETRURIA, ROMA Y LOS NUMERALES DE ALGUNOS RELOJES. Parte 1.

Los etruscos fueron un pueblo situado geográficamente en la zona de la actual Toscana italiana. Fueron denominados tyrrhenoi -tirrenos-  por los griegos, y primero tusci  y después etruci por los romanos.

Desde la Toscana se extendieron hacia Umbría por el este, por el Lacio y el norte de Campania hacia el sur hasta llegar a los asentamientos griegos, y por el norte hasta las actuales Emilia-Romaña, Lombardía y la parte meridional de Véneto.

Llegaron a ser una gran potencia naval en el Mediterráneo occidental, estableciendo asentamientos en Córcega y Cerdeña, pero no constituyeron un imperio, ni siquiera un país, sino una sociedad formada por federaciones de doce ciudades unidas por lazos no demasiado fuertes, estrictamente religiosos, lo que fue llamado Dodecápolis o Liga etrusca, pero esta alianza no fue social, ni militar.

La estructura política de la Liga fue inicialmente la de una monarquía absolutista, donde el rey distribuía justicia y actuaba como sacerdote y general del ejército. A partir del siglo IV a. C. se transformó en dictadura de carácter militar, que desembocó en República donde gobernaba el hombre más anciano perteneciente a la familia más rica, quien contaba con el apoyo de un senado fuerte y estable y la participación de una asamblea popular.

Antes de la fundación de Roma, según Tito Livio, los etruscos atacaron a los habitantes del Lacio entre los que se encontraban muchos troyanos exiliados, siendo derrotados por estos últimos, marcándose en el tratado de paz, el río Tíber como frontera entre latinos y etruscos.

Desde el nacimiento de Roma en el 753 a.C. con Rómulo de rey y tras cuatro soberanos de la dinastía sabina, reinaron tres reyes de origen etrusco, de la familia Tarquinia, que introdujeron en la ciudad algunas de las costumbres de su pueblo, además de reforzar el poder político y continuar con la tarea de las obras públicas comenzada por Anco Mario –último rey sabino-.

En contraste con sus rústicos predecesores sabinos, los reyes etruscos provenían de una cultura mucho más avanzada, y mostraron a los romanos las ventajas del comercio y la industria.

El primero de ellos, Tarquinio Prisco, para celebrar su triunfo y satisfacer a la plebe, organizó los primeros juegos, inaugurando una costumbre que no se interrumpió desde entonces. Este rey convirtió a Roma en una auténtica ciudad, con calles bien trazadas y una cloaca por donde lanzar desechos al Tíber.

Tras él, Servio Tulio construyó la primera muralla de Roma, llamada muralla serviana, de la cual aún pueden verse restos. Reorganizó el ordenamiento político de la ciudad, agrupando a sus ciudadanos no por su domicilio, sino en función de su riqueza. De este modo, impulsó la industria y el comercio al abrir la carrera política a todos aquellos que, aun siendo de orígenes humildes, hubieran conseguido prosperar por sus propios méritos.

Él último rey, Tarquinio el Soberbio, fue destronado al convertirse Roma en república en el 509 a.C.

Desde la creación de Roma, las guerras con las diferentes ciudades de la Liga etrusca fueron constantes: primero durante la monarquía romana (753 a 509 a.C.), incluso en la época de los tres últimos reyes etruscos, y después, durante la república desde 509 a.C. hasta el año 40 a.C. en que prácticamente Etruria había sido absorbida por Roma.

La expansión de Roma negó el uso del Tíber a los etruscos, con lo que el comercio etrusco y los intereses comerciales en el sur de Italia se redujeron considerablemente. En el siglo IV a.C., Roma empezó a conquistar las diferentes ciudades etruscas. Veii fue tomada en el 396 a.C. después de un largo asedio, y Tarquinia en el 351 a.C. Las revueltas de los esclavos contribuyeron a dificultar el mantenimiento de la cohesión de la Liga etrusca.

A principios del siglo I a. C., la romanización de Etruria ya estaba prácticamente completada. En el 89 a. C., los etruscos y las colonias latinas obtuvieron la ciudadanía romana, aunque después siguiera habiendo enfrentamientos militares de cierta gravedad.

Desde el siglo V a. C. comenzó a deteriorarse el poderío etrusco, al tener que hacer frente simultáneamente a celtas, griegos, cartagineses y romanos, aliándose con alguno de ellos o no, o guerreando contra todos en varios frentes, aprovechándose de esta situación los romanos. Se puede decir que, Etruria debe ser considerada en cierto modo, predecesora de Roma y heredera del mundo heleno. Parte de su cultura, su ingeniería, su conocimiento del comercio y su técnica militar fueron heredadas por Roma.

Roma fue la vencedora final de todas las guerras romano-etruscas. Los etruscos fueron absorbidos por la sociedad romana y Roma se convirtió en una de las grandes potencias, junto a griegos y cartagineses, aunque la lengua etrusca consiguió sobrevivir más de 300 años. En la época del primer emperador romano César Augusto (27 a.C.- 14 d.C.) se creó la Regio VII Etruria, una de las once regiones de la Italia romana.

Sin embargo, la lengua etrusca no estaba emparentada con las lenguas indoeuropeas. Con fonética distinta al griego o al latín, tuvo alguna influencia sobre este último en los aspectos fonéticos y léxicos –aunque pocas- teniendo su origen en la variante calcídica u occidental del alfabeto griego, aún siendo lenguas absolutamente diferentes.

En el tema religioso, los etruscos estuvieron bastante cerca de los conceptos orientales de egipcios, sumerios y caldeos, dando mucha importancia a la vida después de la muerte. El tipo de religión era de revelación, y estaba plasmada en una serie de libros sagrados, en los cuales se interpretaban la caída de los rayos, la adivinación, la rectitud del estado y de los individuos, y hasta en un Libro de los Muertos, como los egipcios, para ayudarles a marchar con paso seguro hacia y por la otra vida.

Los romanos tomaron en la parte religiosa, las costumbres de los sacerdotes arúspices y augures, que hacían adivinaciones, teniendo una posición de privilegio en la sociedad. También de los etruscos tomaron los romanos la noción del circo para las luchas entre gladiadores.

Los arcos y las bóvedas de la arquitectura romana, fueron influencia etrusca, siendo los primeros acueductos de Roma construidos por ingenieros etruscos.

TAMBIÉN la numeración romana fue  una de las influencias más destacadas que Roma recibió del pueblo etrusco.

LA NUMERACIÖN ROMANA está basada en la etrusca, que a diferencia de la numeración decimal, que se basa en un sistema posicional, utilizó la etrusca, basada en un sistema aditivo, en la que cada signo representaba un valor que se iba sumando al anterior.

Los llamados números arábigos fueron creados en India en el siglo V a.C. y reciben esa denominación por que fueron importados a Córdoba por los árabes en el siglo X, siendo llamados por los matemáticos árabes, números hindúes.

El extraordinario invento del concepto cero –nada-, también se originó en India, en el siglo IX, aunque el sistema de numeración decimal  fuera un invento árabe del mismo siglo.

Las formas que usamos para los números hoy en día, datan del siglo XIII y provienen de Marruecos y no son los mismos que los que se usan en el árabe moderno. Del 1 al 9 son similares, pero el número arábigo que parece un 0 aplastado es nuestro 5, y el cero es un punto.

Volviendo a la herencia romana de los números, parece que los numerales etruscos venían de muescas, marcas o rayas que se tallaban en varas y huesos para llevar las cuentas de los rebaños por los pastores. En la numeración etrusca, cada marca simple era una raya I, cada quinta muesca se representaba con una doble muesca ⋀, y cada décima muesca era un tache -X-: IIIIΛIIIIXIIIIΛIIIIXII…. Esto dio origen a un sistema aditivo: un ocho sobre una vara de cuentas eran ocho marcas –IIIIΛIII- que se pudieron abreviar en ΛIII ya que la existencia de Λ implicaba las cuatro muescas anteriores. Un dieciocho era IIIIΛIIIIXIIIIΛIII, lo que se podía abreviar con X para las 10 primeras, y así era XΛIII.

Música: Morning has broken. Cat Stevens.

To be continued in part 2.