PASIONES MITOLÓGICAS. Parte 5.

Continuamos con las fábulas -o no- mitológicas, antes de llegar a las obras del espacio tercero de la exposición.

DIANA Y CALISTO.

DIANA -Artemisa en el panteón griego- era la diosa de la caza, los bosques y los animales y protectora de la virginidad y Calisto era una ninfa cazadora, perteneciente al séquito de la diosa, para lo que era necesario el voto de castidad.

ZEUS, como no, se enamoró de la ninfa Calisto y, para lograrla, adoptó la forma de Artemisa. Calisto terminó quedando embarazada. Para evitar que la aventura llegase a oídos de su esposa Hera, Zeus transformó a Calisto en una osa. Hera descubrió la estratagema y pidió a Artemisa que disparase a la osa durante una cacería, y la diosa cazadora lo hizo, sabedora de lo ocurrido, para castigarla por haber quebrantado el voto de castidad.

Hay otro relato diferente que señala que Artemisa vio a Calisto bañándose en un río y advirtió que su vientre había crecido. Artemisa le preguntó el motivo y Calisto, a quien Zeus había seducido bajo la forma de la diosa, se lo relató. Artemisa enfadada por la respuesta, la transformó en osa y la expulsó de su sequito.

François Boucher. Zeus -Júpiter- y Calisto. 1744. Óleo sobre lienzo. 98 x 72 cm. Museo Pushkin de Bellas Artes. Moscú.

En cualquier caso, Calisto murió, pero para salvar a su hijo, Zeus la transformó en la constelación de la Osa Mayor, otorgándole así la inmortalidad. Arcas, el hijo de Zeus y Calisto, fue dado por Zeus a Maya, la mayor de las Pléyades -las siete hijas de Atlas y Pléyone- para que lo criase, llegando a ser rey de Arcadia -región de Grecia en el Peloponeso, donde todo era FELICIDAD– que fue bautizada en su honor. Tras su muerte, fue convertido en la constelación Bootes, guardiana de la Osa Mayor.

DIANA Y ACTEÓN.

Estaba Diana, protectora de la virginidad, consagrada a la castidad desde que viera parir entre terribles sufrimientos a su madre Leto, bañándose en el valle de Gargafia en un lugar apartado, cerca del monte Citerón, por el que corría un manantial en el que la diosa solía hacerlo con sus ninfas, siempre muy celosa de su intimidad, tras una fatigosa jornada de caza, cuando llegó al lugar el joven Acteón, hijo de Aristeo y Autónoe, gran cazador, instruido en esas habilidades por el centauro Quirón, que recorría el bosque con sus perros, viendo de pronto a Diana y a sus ninfas que en esos momentos se bañaban.

Acteón extasiado, permaneció inmóvil contemplando a la diosa desnuda, y, cuando Diana se percató de la circunstancia, se enfadó, lanzando agua a la cara de Acteón que se convirtió  en ciervo, lo que provocó que sus propios perros, al no reconocerlo, lo atacaran y despedazaran.

PERSEO Y ANDRÓMEDA.

Al partir Perseo a buscar la cabeza de la gorgona Medusa por encargo de Polidectes, rey de Serifos, los dioses, atraídos por la valentía del nuevo héroe, le ofrecieron toda su ayuda, porque era además hijo de Zeus. Así, Hades le prestó el casco que hacía invisible a quien lo llevara, Atenea le dejó su escudo, Hermes las sandalias aladas y Hefesto, una espada indestructible fabricada en bronce y con filo diamantino, llamada Harpe.

Así armado, Perseo guiado por Atenea y Hermes, alcanzó la morada de las greas, hermanas de las gorgonas, vírgenes monstruosas semejantes a cíclopes femeninos, que poseían un solo ojo en la frente y un solo diente, y que al nacer ya eran viejas. Perseo las convenció por la fuerza para que le dijeran el escondite de las gorgonas apoderándose de su solitario ojo, que les devolvió al confesar la ubicación de sus hermanas.

Los cabellos de las gorgonas eran un amasijo de serpientes en movimiento continuo, y todo aquel que se atrevía a mirarlas, quedaba en el acto convertido en piedra, y ni siquiera los dioses podían neutralizar este don. Atenea había contado a Perseo esta maléfica cualidad y por ello nuestro héroe rehuyó mirar a Medusa a la cara, luchando de espaldas, con la imagen de su rival reflejada en el escudo que la diosa Atenea le había prestado. Finalmente, logró cortar de un tajo con la espada Harpe la cabeza de la gorgona. Al contemplar lo sucedido, las otras dos hermanas inmortales se lanzaron sobre Perseo, pero éste consiguió rehuir a las gorgonas haciéndose invisible con el casco de Hades.

De la sangre que brotó del cuello cercenado de Medusa, y en el momento del golpe, surgieron el gigante Crisaor, padre de Gerión, enemigo de Hércules e hijo a su vez de Medusa y de Poseidón, y el caballo alado Pegaso.

Con la cabeza de Medusa en un saco opaco, Perseo se calzó las sandalias con alas de Hermes y voló de regreso a Serifos para llevar la cabeza de la gorgona a Policdetes, parando en la zona de Marruecos, Argelia y Túnez, en donde tenía su morada el gigante Atlas. Perseo le solicitó hospitalidad, presentándose como hijo de Zeus. Atlas le contestó desabridamente y entonces Perseo le mostró la cabeza de Medusa, que no había perdido sus propiedades, y al instante el gigante quedó convertido en piedra. Es así como se formó la cordillera del Atlas.

Desde allí, le llevaron los aires de los dioses a Etiopía, donde reinaba el rey Cefeo, pudiendo observar que una hermosísima doncella se hallaba encadenada a una roca bañada por las olas, teniendo en frente un monstruo marino que amenazaba con devorarla.

Soy hija de Cefeo soberano de las tierras etíopes y mi nombre es Andrómeda. Me encuentro en esta situación porque mi madre Casiopea manifestó ante las nereidas, ninfas del mar, que era más hermosa que ellas. Poseidón, su protector, quiso vengar tal ofensa e inundó nuestro país, y envió a sus costas a un monstruo marino que devoró a cuantos hombres y rebaños pudo alcanzar. El Oráculo de Ammón reveló, que solamente desaparecería la amenaza si me entregaban a mí, la hija de Casiopea, al monstruo, Y mi padre, a instancias del pueblo, me entregó a las nereidas que me encadenaron a esta roca para que el monstruo me tuviera a su alcance.

Apenas había explicado su situación, cuando se agitó el mar y de su seno apareció el monstruo marino con ánimo de devorar a la joven princesa. Perseo se fue contra el monstruo, clavándole la espada Harpe del dios Hefesto una y otra vez, hasta su muerte. Liberó a Andrómeda, dándose cuenta de que su amor por ella crecía de forma incontrolable.

Frederic Leighton. Perseo y Andrómeda. 1891. Óleo sobre tela. 235 x 129,2 cm. Walker Art Gallery. Liverpool. UK.

Durante la celebración de la gesta, Pilleo, hermano de Cefeo, apareció con una multitud de hombres armados con el fin de apoderarse del trono de su hermano. Perseo tomó las armas y la lucha se generalizó, pero los asaltantes eran tantos, que Perseo decidió mostrarles la cabeza de Medusa, convirtiéndose los atacantes en piedra.

Poco después, Perseo tomaba el camino de regreso a Serifos, a pesar de las súplicas de Cefeo, que deseaba que el héroe le sucediera algún día en el trono, súplicas que se intensificaron al llevarse con él a Andrómeda.

Llegó a Serifos en donde su madre Dánae, no pudiendo detener el acoso de Polidectes, se había refugiado junto a Dictis -hermano del rey- en el templo de Atenea. A partir de ahí, ya conocemos la historia del fin de Polidectes, petrificado, y la subida al trono de su hermano Dictis.

Perseo devolvió a cada dios los dones que le habían prestado, regalando a Atenea la cabeza de Medusa, colocándola como glorioso trofeo en el escudo de la diosa, en reconocimiento a su ayuda. Luego, embarcó rumbo a su ciudad natal de Argos, en el Peloponeso, parando en Tesalia, en donde de forma involuntaria mató a su abuelo Acrisio al lanzar el disco en unas competiciones deportivas.

Perseo, afligido, renunció al trono de Argos como expiación por su crimen, cediendo la corona a Megapentes, hijo de su rival Preto, que era ya soberano de Tirinto. Megapentes entregó a Perseo la corona de Tirinto, en donde reinó junto a su amada Andrómeda.

A Perseo se le atribuye la fortificación e incluso la fundación de Micenas. A su muerte se le tributaron honores divinos. Fue colocado en el cielo entre las constelaciones del hemisferio boreal junto a su amada Andrómeda, cuya nebulosa es el cuerpo celeste más alejado de la Tierra que podemos contemplar sin ayuda del telescopio. La constelación de Perseo adopta la forma de campana. Dentro de su espacio se mueven numerosas estrellas fugaces que conocemos con el nombre de Perseidas.

Cellini, Benvenuto. Perseo. 1554. Bronce. 320 cm de altura. Loggia dei Lanzi. Florencia.

EL RAPTO DE EUROPA POR ZEUS.

Europa pudiera haber sido hija del rey fenicio Agénor y de la reina Teléfasa de Tiro, y tenía tres hermanos: Cadmo, Fenix y Cilix. 

Prendado de Europa -la del rostro ancho-, Zeus se transformó en toro blanco como argucia seductora, mezclándose con el ganado del padre de Europa, el rey Agénor. Un día en que Europa y su séquito estaban recogiendo flores en un prado cerca del mar, se plantó delante de ella el toro blanco, que le pareció bello y manso, permitiéndole acariciar sus costados y montarse en él. Zeus al sentirla sobre sí, aprovechó la oportunidad, y corrió al mar, nadando hasta Creta con Europa en su lomo.

En Creta, Zeus le reveló su identidad, y Europa se entregó al dios, teniendo con él tres hijos: Minos, Radamantis y Sarpedón. El rey de Creta Asterio se casó con Europa y adoptó a sus tres hijos.

Erasmus Quellinus. El rapto de Europa. 1636-1638. Óleo sobre lienzo. 126 x 87 cm. Museo del Prado.

Zeus regaló a Europa un lélapeun perro que siempre atrapaba a su presa cuando cazaba y nunca la soltaba-, una jabalina que nunca erraba su objetivo aunque fuera lanzada a otro continente, un talo gigante –autómata de bronce que protegía a la Creta minoica de piratas e invasores, rodeando las costas de la isla tres veces al día- y un collar de oro tejido por el dios Hefesto -que siempre la protegería-.

FÁBULA DE ARACNE

La historia es narrada en Las Metamorfosis de Ovidio y según cuenta Plinio, Aracne inventó el uso del hilo y las redes.

En la mitología grecorromana, ARACNE fue la hija de un tintorero que teñía lana en Tiro, poniendo ella un taller en HIPEPA para tejer y bordar, dadas sus extraordinarias habilidades.

Las alabanzas que recibía terminaron por alimentar demasiado la soberbia de la joven, que acabó tan pagada de su destreza como tejedora que comenzó a afirmar, que sus habilidades eran superiores a las de Atenea -Minerva en el panteón romano-, diosa de la artesanía.

La diosa molesta, dio a la joven Aracne una oportunidad de corregir su soberbia, y adoptando la forma de una anciana, advirtió a Aracne que no ofendiese a los dioses. La mortal se burló y propuso un concurso de tejido, en el que pudiera demostrar su superioridad. Atenea se quitó el disfraz y el concurso comenzó.

Atenea tejió la escena de su victoria sobre Poseidón, que inspiró a los ciudadanos de Atenas para bautizar la ciudad en su honor. El tapiz tejido por Aracne representaba veintidós episodios de infidelidades de los dioses disfrazados de animales.

Atenea admitió que la destreza era grande, pero destruyó el tapiz y el telar de Aracne, golpeándolos. Aracne, avergonzada, huyó para ahorcarse. Atenea se apiadó de Aracne, haciendo que la soga con la que se iba a ahorcar se convirtiera en telaraña y Aracne en araña.

La historia de Aracne inspiró uno de los cuadros más interesantes de la historiografía de la pintura de Diego Velázquez, Las hilanderas.

Música: Nocturno in E major Op. 55. 2. Chopin.

To be continued in part 6.