GIORGIO MORANDI. Parte 1

Giorgio Morandi nació en Bolonia en 1890 en una familia de ocho hermanos. Con 17 años, y tras un breve periodo laboral en la empresa en la que trabajaba su padre, se inscribió en la Academia de Bellas Artes de Bolonia en donde estuvo formándose hasta 1913, desarrollando su inclinación por el impresionismo y el postimpresionismo así como por el cubismo, movimiento al que dieron vida Georges Braque y Pablo Picasso, descubriendo al mismo tiempo a los primeros renacentistas italianos –Ucello, Giotto, Masaccio– y a su otro ídolo pictórico, Cézanne, que hicieron que el arte de Morandi fuera inconfundible.

Hacia 1913, comenzó a frecuentar los círculos del futurismo siendo influenciado por este movimiento y por el nuevo novecento italiano. Conoció a Umberto Boccioni y a Carlo Carrà en Florencia y Bolonia, participando en la exposición futurista de la Galleria Sprovieri de Roma. En 1915, al estallar la Primera Guerra Mundial fue llamado a filas, cayendo gravemente enfermo, siendo licenciado. A su vuelta, destruyó gran parte de la obra realizada hasta entonces.

Entre 1918 y 1919 frecuentó a Carlo Carrà y a Giorgio de Chirico en Ferrara, que, un año antes y reivindicando los orígenes del arte italiano habían fundado lo que se conoce como pintura metafísica, que surgió del deseo de explorar la vida interior -imaginada- de objetos cotidianos cuando son representados fuera de sus contextos habituales. Esta atención a la simplicidad de las cosas ordinarias, se unió a la consideración realizada de estos conceptos siglos antes por los grandes de la primera pintura italiana Paolo Ucello, Giotto de Bondone y Masaccio, sobre quienes Carrà había escrito en 1915, y a los que Morandi estudió siguiendo el mismo prisma de Paul Cézanne, a quien había descubierto algún tiempo antes. En este estilo de pintura, Carrà y de Chirico yuxtaponían objetos ordinarios, incluyendo normalmente edificios, estatuas clásicas, trenes y maniquíes.

Esta corriente nació con el propósito de dejar atrás el futurismo y abordar un tipo de arte en consonancia con la pintura de los nuevos realismos de la vuelta al orden, influyendo sin ningún género de dudas a Giorgio Morandi.

Durante un tiempo, las obras de Morandi se llenaron de maniquíes, esferas y elementos geométricos propios de la nueva tendencia caracterizándose sus obras por generar una sensación de extrañamiento, como si lo representado fuera más allá de lo real, con una clara influencia sobre todo de Giorgio de Chirico, participando en 1927 en la primera exposición del movimiento novecentista vinculada al régimen de Benito Mussolini. Poco a poco su estilo fue independizándose del de Chirico, siguiendo a Cézanne y eligiendo bodegones sencillos como medio de expresión de su pintura.

Giorgio Morandi. Natura morta. 1928. Óleo sobre lienzo. 34,5 × 46,5 cm. Collezione Augusto e Francesca Giovanardi. Milán.

Se aisló en su casa-taller de la Via Fondazza, en Bolonia, donde comenzó a utilizar un lenguaje personal, enfocado sobre todo a los géneros de la naturaleza muerta y del paisaje, cultivando también el grabado y el dibujo. Desde 1930 hasta 1956 impartió clases como profesor de técnicas de grabado en la Academia de Bellas Artes de Bolonia.

Tras alejarse de los movimientos de vanguardia encontró en las naturalezas muertas, las flores y los paisajes, el hilo conductor de su obra, en apariencia constantemente igual a sí misma, pero, en realidad, siempre con pequeñas variaciones proporcionadas por los matices de su paleta y los cambios de luz en el ambiente.

Giorgio Morandi en su estudio de la Via Fondazza en Bolonia, 1953. Fotografía de Herbert List.

En 1945 realizó su primera exposición individual, en la galería Fiore de Florencia siendo tres años después laureado con el primer premio en la Bienal de Venecia. Visitó París durante un corto período de tiempo en 1956. En 1957 fue galardonado con el primer premio en la Bienal de Sao Paulo.

Con el paso de los años, la pintura de Morandi fue tendiendo a una progresiva reducción de los temas y depuración técnica, a la que contribuyeron las casi inefables gradaciones tonales, y una pincelada suave que comenzó a desmaterializarse hacia 1950, haciendo que los motivos llegaran casi hasta la abstracción: creo que no hay nada más surrealista, nada más abstracto que lo real.

El color blanco fue fundamental en su obra, adquiriendo variaciones cromáticas de muchos matices. En las acuarelas, el blanco del papel actuó como un color más en contraste con las zonas pintadas de blanco, mezclados con ocres, marfiles, rosados o grisáceos.

Si se compara la Natura morta de 1936 con la Natura morta de 1946, se puede observar que la diferencia entre una y otra se establece a través de las gradaciones tonales de los blancos, interrumpidas por el amarillo de la mantequilla y el azul de los cuencos, así como por el modo de establecer la composición, una más cercana al espectador que la otra.

Giorgio Morandi. Natura morta.1936. Óleo sobre lienzo. 32 x 37 cm. Fondazione Magnani Rocca. Mamiano di Traversetolo. Provincia de Parma. Italia.

Giorgio Morandi. Natura morta.1946. Óleo sobre lienzo. 37,5 x 45,7 cm. Tate Museum. Londres.

Morandi tenía un gran número de jarrones, botellas y frascos en su estudio, que usó como modelos para muchas de sus pinturas colocándolas en diferentes posiciones y bajo distinta luz.  “Hay varias variantes con los mismos objetos, aunque no hay dos exactamente iguales”.

Morandi era rápido en la realización de sus obras, pero dedicaba muchísimo tiempo a estudiar la composición de los objetos, la relación entre ellos en el espacio, la incidencia de la luz y la gradación tonal. La atmósfera polvorienta de muchas de sus obras la obtiene mediante gradaciones tonales, con una paleta que parece casi monocromática, pero que, tras una atenta observación son descubiertos variaciones de tonos muy ricas ocurriendo lo  mismo  con las variaciones del claroscuro.

Si la repetición de sus obras es una constante, también lo es su titulación: Naturaleza muerta; Natura morta. Este rótulo del arte clásico lo utiliza Morandi como la manifestación de que los modelos aparentemente inermes que el selecciona, tienen una existencia no activa, pero viva: still life, vida quieta.

Lo más destacable en la obra de Morandi es la autenticidad de sus naturalezas muertas y de sus paisajes que nos llevan al estudio de las formas y de la materia. Fue como Sorolla, un maestro de la luz, y también de los valores volumétricos de las naturalezas muertas y de los paisajes inermes, que moduló con su paleta de infinitos tonos blanquecinos.

Analizando su obra, se puede apreciar como eje central del trabajo, lo que pudiera denominarse abstracción figurativa. El artista comentaba con frecuencia “creo que nada puede ser más abstracto, más irreal, que aquello mismo que vemos. Sabemos que ninguna de las percepciones que los seres humanos tenemos del mundo objetivo se corresponden en realidad con lo que vemos y entendemos”.

Erradamente, el término abstracción se ha convertido en un medio para excluir el arte no figurativo del propio arte, cuando realmente, en todas las formas de expresión artística siempre hay algo de abstracción.

Giorgio Morandi falleció en Bolonia en 1964. En el año 2001, el Museo Morandi abrió sus puertas en el Palazzo d’Accursio o Comunale, sede del gobierno local de Bolonia.

En la sala de exposiciones de Mapfre del paseo de Recoletos, pude asistir a una exposición del artista, acompañado de obras de algunos de sus seguidores, denominada Morandi. Resonancia infinita.

En la muestra se exponían 109 obras del artista acompañadas por 26 de artistas contemporáneos que han vivido su influencia, realizando un amplio recorrido por la producción de Morandi a través de siete secciones, que hablaban casi exclusivamente de naturalezas muertas, flores y paisajes, aunque curiosamente, se destacaban  dos magníficas obras, al inicio de la exposición, ejemplos de las escasísimas ocasiones en las que el artista abordó la representación de la figura humana: Autorretrato y Bañistas. Los artistas que acompañaban a Morandi en esta aventura madrileña eran Alfredo Alcaín, Juan José Aquerreta, Carlo Benvenuto, Dis Berlin, Bertozzi & Casoni, Lawrence Carroll, Tony Cragg, Tacita Dean, Ada Duker, Andrea Facco, Alexandre Hollan, Joel Meyerowitz, Luigi Ontani, Gerardo Rueda, Alessandro Taiana, Riccardo Taiana, Franco Vimercati, Edmund de Waal, Catherine Wagner y Rachel Whiteread.

La muestra recorría todas las etapas de la vida artística de Morandi desde los inicios vinculados a la reflexión sobre Cézanne y el cubismo, pasando por la breve pero importante adhesión a la pintura metafísica, el recorrido por los paisajes, las flores y sus perfumes y sus magníficos grabados, hasta la defi­nición de un lenguaje maduro y profundamente original, que aparecía en la sección de diálogos silenciosos entre los componentes de sus naturalezas muertas que realizó a lo largo de su vida, con pureza en las formas, rigor de las composiciones, una acertada elección de los colores, las variaciones de tonos, y las relaciones provocadas por la luz al alcanzar las superfi­cies, que se ven representadas en los colores del blanco.

Junto a la naturaleza muerta, el paisaje fue el otro género frecuentado a menudo por Morandi, siendo sus principales fuentes de inspiración dos lugares muy queridos para el pintor: el pueblo de Grizzana y su casa estudio en Bolonia.

PRIMERA SECCIÓN. LOS INICIOS.

Durante su formación en la Academia de Bellas Artes de Bolonia desarrolló, como ya se ha mencionado, una inclinación por el impresionismo y el postimpresionismo, y por el cubismo de Georges Braque y Pablo Picasso, atrayéndole durante un breve período las propuestas de los futuristas.

Estas influencias marcaron su obra temprana, como se aprecia en las dos naturalezas muertas de 1914 expuestas en esta sección. En ambas, el artista dispuso objetos cotidianos sobre una mesa, motivos que, a partir de ahora, se convertirían en una constante de su repertorio.

Giorgio Morandi. Natura morta. 1914. Óleo sobre lienzo. 73 x 64,5 cm. Collezione Augusto e Francesca Giovanardi. Pinacoteca de Brera. Milán.

Giorgio Morandi. Natura morta, 1914 Óleo sobre lienzo. 102 x 40 cm. Collection art moderne. La collection du Centre Pompidou, Musée national d’art moderne. Centre Pompidou. París.

La influencia de Picasso y Cézanne están también presentes en los paisajes de este período inicial. Los dos ejemplos aquí expuestos, de 1913 y 1914, señalan a Cézanne y forman parte de los primeros estudios del natural que Morandi realizó durante sus estancias en Grizzana, el pequeño pueblo de los Apeninos que frecuentó con su familia desde el verano de 1913.

Giorgio Morandi. Paisaje. 1913. Óleo sobre lienzo. Colección particular. Cortesía de la Gallería Torbandena. Trieste. Italia.

Giorgio Morandi. Paisaje. El bosque. 1914. Óleo sobre lienzo. Ministerio della Cultura. Pinacoteca de Brera. Milán.

Bañistas, de 1915, otra de las pinturas estrechamente vinculadas al modelo de Cézanne, está inspirada claramente en las Cinco bañistas (1885-1887) del maestro francés, obra por aquel entonces perteneciente a una colección privada de Florencia y hoy en el Kunstmuseum de Basilea. Junto con el Autorretrato de 1925, constituye una de las escasas muestras de la representación de la fi­gura humana en la producción de Morandi.

Paul Cézanne. Cinco bañistas. 1904. Óleo sobre lienzo. 42 x 39,5 cm. Offentliche Kunstsammlung. Basilea. Suiza.

Giorgio Morandi. Bañistas. 1915. Óleo sobre lienzo. 33 x 25 cm. Galería Nacional de Arte Moderno. Roma.

 

Giorgio Morandi. Autorretrato.1925. Óleo sobre lienzo. 63 x 48,5 cm Fondazione Magnani Rocca. Mamiano di Traversetolo. Provincia de Parma. Italia.

En este autorretrato, el artista se muestra frontalmente con su ropa de trabajo, sosteniendo los pinceles y la paleta. Destaca el tratamiento de la superficie y el volumen, así como una fuerte definición de las formas. Marca con firmeza los rasgos del rostro y presta gran atención a los detalles. El uso de los claro oscuros le permite acentuar los detalles, como se puede observar en los botones de la camisa.

Música: De Curtis. Torna a Surriento. Luciano Pavarotti.

To be continued in part 2.