GIORGIO MORANDI. MUESTRA DE LA FUNDACIÓN MAPFRE EN MADRID. Parte 2.

SEGUNDA SECCIÓN. ENCANTAMIENTOS METAFÍSICOS.

Durante la Primera Guerra Mundial, en 1915, Giorgio Morandi fue llamado a ­filas, y tras una grave enfermedad fue licenciado. Tras su recuperación, destruyó buena parte de su obra entrando en un período de crisis creativa. Entre 1918 y 1919 estuvo trabajando junto a Giorgio de Chirico y Carlo Carrà que habían fundado en Ferrara la tendencia conocida como pintura metafísica, caracterizada por composiciones a partir de elementos de la realidad que en su conjunto y presentados en atmósferas estáticas generaran un cierto extrañamiento, como si lo representado fuera más allá de lo real.

Las obras de Morandi durante su permanencia en esta tendencia se poblaron de maniquíes, esferas y elementos geométricos típicos de la nueva corriente, aunque sus obras carecieron del componente narrativo propio de la metafísica. Su pretensión era diferente: quería llevar a cabo una pintura que lograra su fuerza en la repetición y que le permitiera llevar a cabo una rigurosa investigación formal de los objetos tratados y la relación entre ellos. El enigma de la pintura metafísica surgía entre otros aspectos de la disposición conjunta de objetos dispares, sin lógica aparente entre ellos. Los cuadros de este período son, según las propias palabras del artista, puras naturalezas muertas y nunca pretenden sugerir consideraciones metafísicas, surrealistas, psicológicas o literarias.

En esta sección, participaban junto a Morandi tres artistas que encontraron inspiración en esa personal interpretación de la pintura metafísica: Joel Meyerowitz, Dis Berlin y Andrea Facco, con  medios distintos, como son la fotografía y la pintura, intentando hacer sentir a todos algo con esos objetos parecido a lo que enamoró al artista que los creó.

Giorgio Morandi. Natura morta metafísica. 1918. Óleo sobre lienzo. 54 x 38 cm. Fondazione Magnani Roca. Mamiano di Traversetolo. Provincia de Parma. Italia.

En este óleo aparece el maniquí, objeto símbolo de la imagen metafísica, y portador de infinitos misterios según la poética de de Chirico. Sin embargo Morandi lo desmitifica por completo, usándolo exclusivamente por sus valores formales. Aquí, el maniquí aparece cortado por la mitad junto a una botella y a una caja sobre una mesa en un ejercicio de equilibrio formal. Todo ello se ve acentuado por la textura pulida de la pintura y la escueta gama de tonos pardos. El resultado es un ambiente límpido, donde parece no existir ni la atmósfera, quedando los objetos suspendidos en un tiempo indefinible.

Joel MEYEROWITZ. Objeto de Morandi: cabeza partida. 2015. Impresión HP sobre papel de algodón.

Muchos son los artistas que han sentido la necesidad de adentrarse en el universo íntimo de Morandi, en el espacio donde él vivía y tenía su taller en Bolonia. Hoy, este lugar se encuentra prácticamente como el artista lo dejó.

Joel MEYEROWITZ nacido en Nueva York en 1938, pasó días enteros en el espacio del taller de Morandi, fotografiando todos los objetos que allí se almacenan con la intención de sacar a la luz la más pura esencia de todos ellos. Joel aprovechó la iluminación natural, utilizando la mesa del estudio como punto de apoyo, y como fondo, un papel con salpicaduras dejadas por el maestro boloñés. Con ello, reconstruye el imaginario más privado de Morandi.

Andrea FACCO. La apariencia. 2020. Grigiocolore nº 78. Grigio colore sobre lienzo. Según Giorgio Morandi.

Esta pintura fue robada en 1981 de la Fondazione Roberto Longhi de Florencia y nunca fue recuperada. En 2020 Facco volvió a pintar aquella Natura morta de 1919 robada, en colores grises con los residuos que dejan los pinceles al enjuagarse –grigio colore-. Para el artista, este acto significó devolver la dignidad estética a algo que ya no existía para él. Facco asumió la obra como una experiencia necesaria para captar el paso del tiempo y apoderarse de la sustancia y de la voz silenciosa de los objetos tal y como indica el nombre elegido para la obra: La apariencia; los objetos parece que se muestran a la mirada, pero al mismo tiempo permanecen en un estado de eterna suspensión y constante incertidumbre. En esta obra, se captan las escenas sin la atmósfera de los bodegones de la fase metafísica de Morandi, no siendo los objetos metáforas de ningún tipo, aunque intenta plasmar su poesía y su alma, tal y como lo hacía el maestro de Bolonia.

Giorgio Morandi. Natura morta. 1919. Óleo sobre lienzo. Ministerio della Cultura di Brera. Milán.

La Natura morta de 1919, en su día propiedad de Broglio, y hoy en la milanesa Pinacoteca di Brera, es una de las mejores del breve periodo metafísico de Morandi, obra que tiene que ver con algunas de Carrà. Silenciosa, seca, de una geometría severa y de raíz cubista. Gris y ocre, cristalino y puro.

Giorgio Morandi. Natura morta. El florero azul.1920. Óleo sobre lienzo. Kunstammlung NordrheinWestfalen. Düseldorf. Alemania.

 

Giorgio Morandi. Natura morta. 1919. Óleo sobre lienzo. Eni Art Collection.

El desorden de las vanguardias hizo que desde finales de la década de1910, muchos artistas e intelectuales sintieran la necesidad de regresar a la calma. Pablo Picasso, Juan Gris, André Derain, Giorgio de Chirico o los integrantes de la Nueva Objetividad alemana por citar a algunos, se dirigieron a lo que se conoce como vuelta al orden. En Italia estos realismos de nuevo cuño, estuvieron liderados por el grupo Novecento, formado en torno a Margherita Sarfatti. Se puede considerar esta naturaleza muerta de 1919, un ejemplo de cómo también Morandi se vio influido por la nueva tendencia, en la que los objetos se convierten en protagonistas y se otorga valor a los motivos cotidianos.

Dis BERLIN. El eremita. 2005. Madera. Colección Pedro Almodóvar.

Las conexiones entre Mariano Carrera Blázquez conocido como Dis Berlín, nacido en Soria, y Giorgio Morandi, pueden parecer en un principio sorprendentes. El pintor escultor y fotógrafo español, desarrolló su trabajo al calor de la figuración madrileña de los años 70 y 80. En el caso de El eremita, expresa el hermetismo del lugar donde se alberga el ermitaño que el artista cree que es, acompañado y cobijado por un ciprés, con todas las connotaciones místicas y elegíacas que este árbol conlleva, de inmovilismo y quietud.

Giorgio Morandi. Natura morta. 1920. Óleo sobre tabla. Instutuzione Bologna Musei. Musei Morandi. Bolonia.

Giorgio Morandi. Natura morta. 1921. Óleo sobre lienzo. Colección Giorgio Pulazza.

TERCERA SECCIÓN. PAISAJES DE DURACIÓN INFINITA.

Junto a la naturaleza muerta, el paisaje, es el otro género más cultivado por Morandi. Ambos son los que mejor se prestan a repeticiones y variaciones, aspectos fundamentales en la forma de hacer del artista.

El artista pintó dos tipos de paisajes: los de los alrededores de Grizzana, lugar de los Apeninos, donde solía pasar los veranos desde 1913, y el del campo y patio que se veía desde la ventana de su estudio en la Via Fondazza de Bolonia, motivo que abordó a partir de 1944, tras haber abandonado durante un tiempo ese género.

El pintor abordó el paisaje del mismo modo que las naturalezas muertas. Pocos trazos que insinúan lugares detenidos, silentes e infinitos.

Artistas actuales que han recuperado el paisaje, han encontrado en Morandi un referente en su apuesta por la pintura como un medio que se resiste a desaparecer. Alessandro Taiana y Juan José Aquerreta remiten directamente a esa desmaterialización de las formas, presente en los paisajes, que el maestro italiano realizó durante el período bélico y en sus acuarelas. Mientras, Riccardo Taiana nos muestra una Italia desgastada, triste y vieja; el negativo de la filosofía de Morandi.

Giorgio Morandi. Paisaje. 1928. Óleo sobre lienzo. Collezione Augusto e Francesca Giovanardi. Milán.

Giorgio Morandi. La strada blanca. Paisaje. 1941. Óleo sobre lienzo. Collezione Augusto e Francesca Giovanardi. Milán.

Tras abordar el género siguiendo el modelo de Cézanne, el pintor, traduce lo aprendido en composiciones cada vez más sintéticas y de profundo sentido lírico, como muestran las distintas variaciones que realiza en La carretera blanca, motivo que arranca con un grabado de 1933. Una obra, como todas las de sus paisajes, realizada en el estudio y no plein air, y por lo tanto una reconstrucción mental de su memoria sobre lo visto en el exterior.

Giorgio Morandi. Paisaje. 1962. Lápiz sobre papel. Fondazione Magnani Roca. Mamiano di Traversetolo. Provincia de Parma. Italia.

Giorgio Morandi. Paisaje. Levico. 1957. Acuarela sobre papel. Fondazione Magnani Roca. Mamiano di Traversetolo. Provincia de Parma. Italia.

Giorgio Morandi. Paisaje. 1958. Acuarela sobre papel. Fondazione Magnani Roca. Mamiano di Traversetolo. Provincia de Parma. Italia.

Giorgio Morandi. Paisaje. 1943. Óleo sobre lienzo. Collezione Augusto e Francesca Giovanardi. Milán.

Durante la Segunda Guerra mundial se refugió Morandi en el paisaje montañoso de los Apeninos, lugar de sus vacaciones estivales. Este paisaje pintado en 1943, señala la angustia de los tiempos de guerra, por los trazos que súbitamente se vuelven agitados y la paleta que se atenúa. Se puede ver un paisaje con graneros como los que utilizaban de refugio los partisanos en un paraje disgregado a punto de desvanecerse, que parece recién bombardeado y devastado por la guerra. Se considera este período de Morandi y su paisaje de 1943  como el logro de la madurez de su pintura.

Alessandro TAIANA. Inta-Nasa. 2011-2012. Óleo sobre lienzo. Cortesía Galería Gurriarán.

El sentido de la soledad y el silencio reinan en las obras de Alessandro Taiana al igual que en las de Morandi, aunque el primero siempre pinta al aire libre, mientras el segundo lo hace en su estudio con representaciones mentales. En la obra de TAIANA, lo natural aparece cuidadosamente identificado, gracias a la relación entre su pincelada suave y el espacio que ésta sugiere, con una constante búsqueda de valores cromáticos y su capacidad para captar los matices de la luz. Afincado en Madrid, para esta obra el artista se trasladó hasta la sede de la Estación Espacial INTA NASA de Robledo de Chavela, creando un curioso paraje de ciencia ficción.

Riccardo TAIANA. Cubos de cemento. 2015. Óleo sobre lienzo. Cortesía del autor.

La obra de Riccardo Taiana se centra en el paisaje contemporáneo como punto de partida para explorar una Italia desgastada que recorrió de norte a sur para representarla de forma personal. Riccardo desarrolló su interés por la obra de Morandi en la Academia de Brera, y con los años se fue centrando en este género del paisaje, que aborda, al igual que el maestro boloñés, sin ninguna implicación emocional, con tonos suaves y aterciopelados y una luz clara cómo se puede apreciar en esta obra.

Giorgio Morandi. Patio de la vía Fondazza. 1954. Óleo sobre lienzo. Fondazione Magnani Roca. Mamiano di Traversetolo. Provincia de Parma. Italia.

Tras abandonar casi por completo la pintura de paisajes, en 1954, Morandi volvió a pintar una serie de vistas del patio de su casa en Bolonia. Se trata de obras de extraordinaria maestría compositiva y cromática, destacando el rigor en el encaje de los volúmenes de los edificios, impuesto por la ventana de su dormitorio, que el artista usaba como encuadre, restituyendo los tonos rosados típicos de las casas boloñesas cuyos muros aparecen cegados y con las ventanas cerradas, como signo de inmovilidad infinita y secretos encerrados y silenciados para siempre.

Giorgio Morandi. Patio de la vía Fondazza. 1954. Óleo sobre lienzo. Instituzione Bologna Musei. Museo Morandi. Bolonia.

Giorgio Morandi. Patio de la vía Fondazza. 1957. Óleo sobre lienzo. Collezione Augusto e Francesca Giovanardi. Milán.

CUARTA SECCIÓN. EL PERFUME NEGADO. FLORES.

Zinnias.

Las flores estuvieron frecuentemente en la producción artística de Morandi, utilizando de modelos, las de su jardín, las flores silvestres o las macetas de su casa. También utilizó flores secas o de papel, lo que le permitió lograr su afán por lo inerme, sustraído al paso del tiempo.

El pintor se inspiró en Renoir, y trabajó en composiciones tradicionales. Normalmente, presenta un jarrón que destaca por su verticalidad, con rosas, zinnias o margaritas, en contraposición a la horizontalidad del lugar de apoyo, apuntando a un equilibrio algo inestable.

Participaban en esta sección floral artistas como el fotógrafo Carlo Benvenuto, que libera a las flores del peso de su florero para llevarlas a su esencia y pureza, destiladas y reducidas a la mínima expresión. También le acompañaban la pareja artística formada por Giampaolo Bertozzi y Stefano dal Monte Casoni, que, en sus cerámicas polícromas, tratan de emular los modelos de Morandi.

Giorgio Morandi. Flores. 1942. Óleo sobre lienzo. Colección Carmen Thyssen Bornemisza.  En depósito en el Museo Nacional Thyssen Bornemisza. Madrid.

Giorgio Morandi. Flores. 1942. Óleo sobre lienzo. Collezione Augusto e Francesca Giovanardi. Milán.

Giorgio Morandi. Flores. 1946. Lápiz sobre papel. Instituzione Bologna Musei. Museo Morandi. Bolonia.

Giorgio Morandi. Cucurucho de flores. 1922. Óleo sobre lienzo. Colección particular. Cortesía Gallería Torbandena. Trieste. Italia.

Giorgio Morandi. Flores. 1942. Óleo sobre lienzo. Fondazione Magnani Roca. Mamiano di Traversetolo. Provincia de Parma. Italia.

Giorgio Morandi. Flores. 1949. Óleo sobre lienzo. Instituzione Bologna Musei. Museo Morandi. Bolonia.

 Giampaolo Bertozzi y Stefano dal Monte Casoni. Cerámica policromada. 2021.

La pareja artística formada por Giampaolo Bertozzi y Stefano del Monte Casoni es conocida por la renovación de uno de los grandes géneros del arte: la vanitas*. Forman parte de esa tendencia qué les da la posibilidad de reclamar para la cerámica la misma categoría que tienen las demás disciplinas artísticas y ven en ella la posibilidad de una escultura pintada

Penetran en los jarrones de flores de Morandi, y si para el maestro de Bolonia, las flores existían como una imagen mental, para esta pareja, por el contrario, se convierten en visiones y dimensiones sugestivas de las que emergen formas, colores, reflejos, y veladuras, fruto de su gran destreza artística.

*La vanitas es un género que resalta la vacuidad de la vida y la relevancia de la muerte como fin de los placeres mundanos. Se considera un subgénero de la Natura morta, por lo general de alto valor simbólico y alegórico.

Giorgio Morandi. Flores. 1952. Óleo sobre lienzo. Collezione Augusto e Francesca Giovanardi. Milán.

Las luces y las sombras de Morandi no siempre se ubican donde sería previsible según la relación entre el foco de luz utilizado y la disposición de los motivos en el lienzo. A menudo las coloca allí donde se acentúe la sensación de dramatismo o el misterio que emana de los objetos. La inestabilidad de su florero sobre la base en la que se apoyan, y las flores demasiado unidas , realzan la sensación de espiritualidad que estas vanitas ofrecen.

Giorgio Morandi. Flores. 1942. Óleo sobre lienzo. Colección particular. Cortesía de Massimo Vecchia.

Giorgio Morandi. Flores. 1950. Óleo sobre lienzo. Colección particular. Cortesía de Massimo Vecchia.

Bertozzi & Cassoni. 2021. Para Morandi. Cerámica policromada.

Carlo Benvenuto. 2010. Sin título. Impresión cromogénica.

Carlo Benvenuto capta con su cámara objetos de la vida cotidiana en sus fotografías. Trata de restituirles la esencia y pureza que con el peso de la realidad perdieron. En este proceso, realizado siempre de forma analógica, presenta la obra perfecta, con la luz y el color precisos. EL ramillete de flores de esta obra actúa como contrapunto de las flores de Morandi. Unas flores sujetas con cinta adhesiva estiradas sin sombra ni tridimensionalidad. Sin embargo, la luz suave y difusa que envuelve el ramillete, y la paleta de tonalidades suave, otorgan a esta obra unas cualidades expresivas magníficas.

Música: Instrumental tradicional italiana. O Sole Mio.

To be continued in part 3 and last.