LO FRANCÉS ET SON GOÛT. Parte 2.
El conflicto entre Gran Bretaña y España finalizó formalmente en enero de 1809 con la firma de un tratado de paz y alianza entre el Gobierno británico y la Junta Suprema Central, que gobernaba a los españoles entonces, por estar los reyes retenidos en Francia por Napoleón, tratado que se informó básicamente para oponerse a la ya ejecutada ocupación francesa de España, aunque las hostilidades con los ingleses hubieran finalizado el año anterior -1808- con la intervención británica a favor de la Junta en su lucha contra los ejércitos franceses.
La Guerra de la Independencia española entre 1808 y 1814 fue librada contra la ocupación francesa de España, y contra la instauración de la nueva Casa monárquica de José I, hermano de Napoleón. A las tropas españolas se unió una alianza anglo-portuguesa a las órdenes del duque de Wellington. Entre todos, lograron la expulsión de los franceses y la restitución de Fernando VII en el trono.
Jose I Bonaparte.
Tras la derrota de los ejércitos napoleónicos y la expulsión de José I Bonaparte, se firmó el Tratado de Valençay, por el que Napoleón reconoció a Fernando VII rey de España, restituyendo todos los territorios ocupados durante la invasión. El 22 de marzo de 1814 entró Fernando VII en España, y en Valencia el 4 de mayo de 1814, firmando nada más desembarcar, el decreto de supresión de la Constitución de Cádiz y de la legislación aprobada por las Cortes constituidas, restaurando nuevamente el absolutismo entre 1814 y 1820, persiguiendo con tesón a los liberales.
En 1820 un pronunciamiento militar, dio inicio al llamado trienio liberal, restableciendo la Constitución y los decretos de Cádiz. Fernando VII aparentaba acatar el régimen constitucional, conspirando mientras tanto para restablecer el absolutismo, lo que logró tras la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis proporcionados por Luis XVIII y dirigidos por el duque de Angulema, volviendo el absolutismo en España en 1823.
Fernando VII.
Reinó hasta 1833, siendo sucedido, tras la abolición de la ley sálica establecida por Felipe V, por su hija Isabel II, iniciándose así las guerras carlistas, que fueron la consecuencia de la reivindicación del hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro a su derecho al trono, no reconociendo la Pragmática Sanción de anulación de la ley Sálica publicada a instancia de Fernando en 1830, pero firmada por Carlos IV en 1789, sin publicar.
En el lecho de su inminente muerte en 1832, los Sucesos de la Granja instigados por su hermano Carlos María Isidro, obligaron a Fernando a reinstaurar -sin publicación- la Ley de los salios. Se repuso momentáneamente de su situación de enfermedad, y reinstauró ya sin vuelta atrás, la Pragmática reconociendo el derecho de las mujeres a heredar la corona española.
La reina Isabel II “La de los tristes destinos o La Reina Castiza”, subió al trono en 1833, con tres años, siendo Regente su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias.
María Cristina de Borbón Dos-Sicilias y su hija la reina Isabel II.
En 1840 tuvo lugar la revolución progresista del general Espartero, que provocó la renuncia a la regencia de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, y la marcha al exilio en Francia del moderado conservador general O´Donnell, que había sido ascendido a mariscal de campo desde el empleo de capitán en tan sólo cuatro años.
El general Espartero a caballo…
Tras las presidencias de los generales Baldomero Espartero, Leopoldo O´Donnell, Diego de León, Narváez, Armero, Pando, Gutiérrez de la Concha y alguno más, que accedieron con frecuencia al cargo mediante golpe militar, llegamos a 1868, año en que se produjo una sublevación de elementos civiles y militares, llamada la Revolución Gloriosa o Septembrina, que supuso el destronamiento y exilio de la reina Isabel II y el inicio del Sexenio Democrático.
La primera época del Sexenio fue de tres años -1868 a 1871-, con una primera parte en la que se aprobó la nueva Constitución de 1869, con un Gobierno Provisional presidido por el general Francisco Serrano -jefe de la Unión Liberal-, formado por personas de este partido y del Partido Progresista del que era líder el general Juan Prim, siendo nombrado a partir de la entrada en vigor de la nueva constitución el general Serrano regente y Prim presidente del Gobierno y ministro de la Guerra.
El 27 de diciembre de 1870 el general Juan Prim y Prats, de 56 años, además de presidente del Gobierno y ministro de la Guerra, capitán general de los Ejércitos, marqués de los Castillejos y conde de Reus, acababa de conseguir la aprobación en las Cortes del nombramiento de Amadeo de Saboya como rey de España, y salía de las Cortes para dirigirse al Palacio de Bellavista -Cuartel General del Ejército- donde se encontraba la residencia presidencial para preparar su viaje al día siguiente a Cartagena en donde recibiría al nuevo rey, cuando en su berlina, en la calle del Turco de Madrid –hoy Marqués de Cubas– fue emboscado y tiroteado muriendo tres días más tarde -primero de los 5 Presidentes de Gobierno asesinados en España-, siendo herido también en el atentado su ayudante personal.
General Juan Prim y Prats.
La segunda época del Sexenio comenzó el 2 de enero de 1871, con el juramento ante las Cortes Constituyentes del nuevo rey elegido por las mismas e importado, Amadeo I de Saboya, que el 10 de febrero de 1873, presentaría su abdicación.
Anadeo I de Saboya ante el féretro del asesinado general Prim.
Al día siguiente de la abdicación de Amadeo I -11 de febrero de 1873- , las Cortes proclamaron la Primera República Española, régimen político que estuvo vigente en España algo más de 1 año y 11 meses, hasta el 29 de diciembre de 1874, cuando el general Martínez Campos se pronunció en Sagunto, dando comienzo la RESTAURACIÓN de la monarquía borbónica.
La Primera República tuvo dos fases, la primera, que duró 11 meses y tuvo cuatro presidentes del poder ejecutivo: Estanislao Figueras -que terminó su gestión de 4 meses con su marcha a París y el “señores voy a serles franco, estoy hasta los cojones de todos nosotros”, Francisco Pi y Margall -1 mes y 7 días-, Nicolás Salmerón –1 mes y 19 días- yEmilio Castelar –3 meses y 27 días-.
Estando recién aterrizado en la Presidencia Pi y Margall, se inició una rebelión cantonal que estuvo activa entre el 12 julio de 1873 y el 12 de enero de 1874. Los iniciadores fueron los republicanos federalistas, que querían instaurar la Republica Federal, sin esperar a que las Cortes Constituyentes aprobaran una Constitución Federal.
La rebelión se inició en Cartagena, extendiéndose en los días siguientes por las regiones de Valencia, Andalucía y Albacete: se formaron cantones, cuya confederación daría lugar a la República Federal Española.
El sucesor de Pi y Margall en la Presidencia, Nicolás Salmerón, empleó al Ejército dirigido por los generales Martínez Campos y Pavía, para aplastar la rebelión, política con la que estuvo de acuerdo el inmediato siguiente gobierno de Emilio Castelar, que, tras suspender las sesiones de las Cortes –por la entrada en las mismas del general Pavía a caballo-, permitió terminar este sinvivir con el asedio de Cartagena, el último reducto de la rebelión, que no caería en manos gubernamentales hasta el 12 de enero de 1874, una semana después de la suspensión de las Cortes por el general, que puso fin a la República Federal dando paso a la dictadura del general Francisco Serrano y Domínguez -“el general bonito”, ex amante de Isabel II-, que estuvo dirigiendo la república -ya no federal- hasta el 31 de diciembre de 1874, fecha en la que se pronunció el general Martínez Campos, poniendo fin a la Primera República, dando paso al período conocido como Restauración de la monarquía borbónica, con la aprobación por las cortes de una nueva Constitución en 1876.
Alfonso XII El Pacificador, nacido en Madrid en 1857, fue rey de España entre 1874 y 1885. Muchos historiadores convienen en que el padre de Alfonso XII, no fue el rey consorte Francisco de Asís de Borbón y Borbón sino el capitán de ingenieros Enrique Puigmoltó y Marsans, III conde de Torrefiel y vizconde de Miranda, siendo el niño rey bautizado por el pueblo con el mote de el”Puigmoltejo”.
Alfonso XII.
Durante el reinado de Alfonso XII, se puso fin a la última de las tres guerras carlistas, el 28 de febrero de 1876, siendo derrotado el entonces reclamante a la corona de España Carlos María de Borbón –descendiente de Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII- en la batalla de Montejurra, que se despidió de España con un amenazante y ambiguo volveré. La primera entre 1833 y 1840 acabó con El abrazo de Vergara entre Espartero –odiado por la regente María Cristina de Borbón, madre de Isabel II- y Maroto, y la segunda entre 1846 y 1849, que más que una guerra -llamada de los Matiners- fue fundamentalmente un levantamiento popular en distintos puntos de Cataluña –siempre los mismos, que cansinos– que terminó con la victoria de los generales alfonsinos Martínez Campos y Quesada en la batalla de Abadiano. El volveré fue en 1900, siendo regente María Cristina de Habsburgo Lorena y tuvo muy poca fuerza.
El reinado de Alfonso XII fue una década tranquila, sólo alterada por la “guerra chiquita” -1879 y 1880- en Cuba, con victoria de las fuerzas españolas, y algunos pronunciamientos republicanos aislados, de no demasiada importancia.
Alfonso XII murió sin llegar a cumplir 28 años en 1885, naciendo póstumamente Alfonso XIII en 1886, ejerciendo la Regencia hasta 1902 su madre María Cristina de Habsburgo-Lorena, años en los que se perdieron todas las posesiones de ultramar.
Lo que vino después no tiene desperdicio, pero ya entramos en el siglo XX y eso sería objeto de otros Gustos, no incluidos en el Gusto Francés.
Y ya a vuela pluma, en Francia, tras el primer consulado de Napoleón, que no se contentó con alargar su dignidad de Primer Cónsul a diez años sino que dos años después, en 1802 lo convirtió en vitalicio, mientras la oposición a su gobierno fue desmantelada con drásticas represiones llevadas a cabo tras los fallidos atentados contra su persona. El castigo más ejemplar, fue el arresto y ejecución del duque de Enghien emparentado con los Borbones, acusado de intentar asesinar a Napoleón y restaurar la monarquía. La derivada de este hecho fue el ofrecimiento de la corona imperial que le hizo el Senado al día siguiente, y que Napoleón aceptó con emoción desmedida y sin dudarlo, claro.
La ceremonia de coronación se llevó a cabo el 2 de diciembre de 1804 en Notre Dame, con la asistencia del papa Pío VII. Ese mismo año, una nueva Constitución afirmó aún más su omnímoda autoridad.
Napoleón en su trono imperial, pintado por Jean Auguste Dominique Ingres en 1806.
Tras constantes victorias contra todo tipo de coaliciones y llegar a ser el dueño de Europa, el desastre de la campaña napoleónica en Rusia en 1812 y la posterior derrota de las tropas imperiales en Leipzig en 1813, hicieron del régimen de Napoleón algo insostenible. En 1814, tras su rendición por la derrota sufrida ante las tropas de la Sexta Coalición, se firmó el Tratado de París en el que Bonaparte se vio obligado a abdicar en Fontainebleau. Las potencias aliadas le permitieron mantener su título imperial, y el ministro francés Talleyrand, diseñó una salida para Bonaparte, que fue exiliado a la isla de Elba, de la que sería Príncipe soberano.
Música: Diego Xaraba y Bruna: Lamed. Matribus Suis Dixerunt.
To be continued in part 3.
Tweet
Deja una respuesta