Viaje a Egipto. Parte 15.

La fachada del Gran Templo de Abu Simbel tiene cuatro estatuas sedentes del faraón deificado Ramsés II, teniendo cada coloso más de 20 metros de altura, que fueron tallados directamente en la roca, al igual que el resto del templo. Además de las cuatro imágenes del faraón, hay multitud de estatuas de menor tamaño que representan a la familia del monarca o diversos rituales y divinidades de Egipto.

Aunque el exterior del templo sea una verdadera maravilla, el interior no lo es menos. Es uno de los hipogeos más bellos de la tierra del Nilo. A medida que se avanza por el interior del templo, aproximándose al santuario, las salas van siendo de menor tamaño, generando una sensación de misticismo.

La Sala Hipóstila del Templo, además de por las enormes columnas, está decorada con numerosos relieves que muestran las victorias militares de Ramsés II, especialmente la de la Batalla de Qadesh. Se puede ver la imagen del faraón sobre su carro persiguiendo a los guerreros hititas.

Ramsés II en la batalla de Qadesh.

La importancia de la Batalla de Qadesh reside en que, es la primera batalla de la Historia que fue documentada, y que dio lugar a un acuerdo de paz entre ambas civilizaciones.

En el Santuario, están las estatuas de los dioses a los que se rinde culto: el propio Ramsés, ya que en el Antiguo Egipto los faraones eran considerados dioses y en el caso de Ramsés II, más; Ra, el dios del Sol, que mezcla las figuras de Ra y Horus; Amón, dios principal del panteón de Tebas; y Ptah, el dios del inframundo, y la Duat, el Más Allá del Antiguo Egipto.

Además del templo dedicado a Ramsés II, Abu Simbel también tiene El Templo de Nefertari, la esposa favorita y primera del faraón. Al igual que en el Gran Templo, este templo menor también cuenta con estatuas excavadas en la roca adornando su fachada. En este caso son seis las figuras que se representan: dos de Nefertari y cuatro de Ramsés II, llamando la atención que el tamaño de las seis sea igual, ya que normalmente los faraones se solían representar con un tamaño mayor al resto de personas.

Ramsés II dejó un ejército de al menos 150 hijos; con 15 años, sin ser aun faraón, ya estaba casado con Nefertari y era padre de 4 hijos. Todos los hijos llegaron de las grandes esposas reales, esposas secundarias y concubinas. Solo los hijos de Nefertari y los de Isis-Nefert entraron en la carrera sucesoria.

El interior de este templo, está consagrado a Hathor, la diosa del amor, que es también una verdadera maravilla.

Al terminar, regresamos volando al aeropuerto de Asuán, en donde nos esperaban las maletas y el resto de la expedición que había regresado en autobús de Abu Simbel.

Volvimos en avión a El Cairo, y tras dejar los equipajes en el Intercontinental City Stars y darnos una ducha rápida, salimos al galope a visitar el conocido Barrio de El Khaliliy y cenar luego en Azhar Park -todo para turistas-. El Barrio me pareció atestado de pipas de agua, gente, puestos que tenías que comprar sí o sí, mesas apretujadas, y en general típico, pero para mí no agradable.   La cena fue regular tirando a mala, aunque el sitio precioso, los manteles y cubertería demasiado viejos o con pinta de poco limpios.  

El Barrio de El Khaliliy

Es el bazar antiguo del Cairo, todo un laberinto de oferta, regateos y trapicheos, de puestos, bares para tomar té, atestado, y pegado a la mezquita de Hussein.

Hussein era hijo de Alí y nieto del Profeta Mahoma. Esta mezquita se disputa con la de Damasco el tener su venerada cabeza.

Los laberínticos callejones, muchos con el suelo levantado, es un lugar como el Gran Bazar de Estambul de jaleoso, construido en este caso sin puertas y con callejuelas estrechas y perpendiculares.

DICEN que este Barrio es otro mundo, maravilloso e impresionante.

CENA EN AZHAR PARK

El Parque Al-Azhar destaca, porque es un sitio montañoso, situado en el corazón de la ciudad, rodeado por los barrios históricos más importantes de El Cairo islámico, constituyendo un destino necesario para los turistas, desde donde se tiene una completa panorámica de los monumentos y lugares relevantes.

La creación de este parque de 30 hectáreas, se debe al califa Aga Khan IV, quien decidió donar el parque a los ciudadanos de El Cairo en 1984, bajo la creencia islámica de que todos somos custodios de lo creado por Dios y, por lo tanto, se debe tratar de dejar a la comunidad un lugar para la oración y el bienestar.

En 1984, Agha Khan IV visitó El Cairo para una conferencia. Desde su balcón del hotel se veía la colina de Al-Darassa: montones de basura acumulados durante 500 años. Decidió ofrecer a la ciudad de sus ancestros un oasis en medio de tanta concentración de suciedad, polución, y locura.

Se construyó El Parque Al-Azhar, que está considerado uno de los 60 espacios verdes públicos más importantes del mundo, para embellecer la ciudad fundada en 969 por los fatimíes, antepasados del Agha Khan IV. Un total de 1,5 millones de metros cúbicos de escombros, tierras y basuras tuvieron que ser trasladadas.

El proyecto no fue sólo el desarrollo del parque, sino que incluyó también aspectos arqueológicos -siglo XII la muralla ayyubí, la rehabilitación de edificios históricos como la Mezquita del Sultán, el complejo Century Khayrbek del siglo XIII, y la Escuela Shoughlan Darb- y varias iniciativas para mejora de la calidad de la vida de la ciudad.

El visitante puede disfrutar de escenarios exóticos, que recuerdan los tiempos antiguos, rodeado de una gran variedad de cafés y restaurantes. Desde alguno de ellos se tienen vistas a un lago artificial con juegos de agua y a la mezquita de Mohamed Ali.

En el extremo norte del parque, estaba en estas fechas en plena ejecución el proyecto «Urban Plaza» con un Museo que describirá la evolución de la ciudad desde su creación como La Victoriosa; 4.000 metros cuadrados de exposición que estarán repartidos en dos plantas, en donde finalmente estará el Museo que explicará la evolución de la ciudad, desde su establecimiento como capital de Egipto y será un centro de uso mixto comercial y cultural.

A la mañana siguiente, dejando las maletas en el hotel y con el check out hecho, fuimos a ver el Museo Egipcio de El Cairo, situado en el centro de la ciudad.

El Museo Egipcio de El Cairo en la plaza Tahrir fue inaugurado en el año 1902 y, desde su inauguración no ha parado de crecer. De las 12.000 piezas iniciales, actualmente la colección cuenta con más de 150.000 objetos que no caben en el actual edificio.

Por esa razón, desde hace años se está trabajando en la construcción de una nueva sede que se habrá inaugurado ya en 2024, aunque con visitas limitadas, y que pretende ser el museo arqueológico más importante del mundo. La ubicación es en las afueras del Cairo a unos 2 Km de Giza, y su objetivo es sustituir al antiguo museo  que es muy pequeño, para satisfacer la demanda del turismo y contar con espacio suficiente para exhibir los innumerables objetos que no se pueden exponer por falta de espacio. De hecho, una vez se inaugure oficialmente el Gran Museo, se convertirá en el más grande del mundo. Los responsables han anunciado que entre sus muros albergarán más de 50.000 piezas del antiguo Egipto, de las cuales, más de 20.000 se expondrán al público por primera vez.

Estatua gigante de Ramses II a la entrada del museo
 

Hasta que llegue ese momento, los turistas tendrán que conformarse con una pequeña visita  o contemplar su espectacular fachada exterior, la cual ostenta un gran número de jeroglíficos con los nombres de algunos de los faraones más conocidos. En su gran hall de entrada, una estatua de 12 metros de Ramsés II recibe a los visitantes.

El que visité yo fue el Museo Egipcio antiguo de El Cairo que era, sin lugar a dudas, el más importante de todo el país, en donde pueden verse pinturas, relieves, estatuas y elementos funerarios de diferentes dinastías. Tutankamón, tiene varias salas dedicadas a su figura, desde el bello sarcófago hasta los tesoros que se encontraron en su tumba. También llama mucho la atención la sala de las momias, donde descansan los restos de destacados faraones.

Muchos de los tesoros de la civilización egipcia están depositados, entre el Louvre y el British Museum, ¡Cómo no!  Aunque nada es comparable al Museo de El Cairo.

Sería una tontería intentar enumerar algo, porque me pareció todo GRANDIOSO, aunque desordenado -posiblemente por la falta de espacio y dinero-.  Para intentar trasladar la grandiosidad de lo que allí puede verse, enumeraré algunos ejemplos de lo que vimos, como todo el viaje, corriendo.

Máscara funeraria de Tutankamón

Tutankamón, el faraón adolescente, fue inmortalizado en esta máscara de oro, vidrio y piedras semipreciosas. Es una de las obras más importantes no sólo del arte egipcio sino de toda la historia del arte. La pieza forma parte de los cuantiosos tesoros encontrados en su tumba.

Sárcofago de Tutankamón

Es otro de los tesoros hallados en la tumba de Tutankamón. Dentro de este sorprendente y bien conservado sarcófago de oro macizo -110 kg-, se encontraron en 1922 los restos de este joven faraón.

Estatuas de Amenhotep III y Tiyi

Estas esculturas, de más de 36 metros de altura, están en el centro de la primera sala del Museo. Cabe resaltar que además de las representaciones colosales del faraón Amenhotep y su esposa -pertenecientes a la dinastía XVII-, las piezas se hacen acompañar de unas pequeñas figuras que representan a las tres hijas de la pareja.

Paleta de Narmer

Esta pequeña placa es una de las obras históricas más importantes del Museo, ya que sus relieves relatan la unificación del Alto y Bajo Egipto por el rey Narmer, momento que señala el comienzo de la I Dinastía del Imperio Egipcio. La obra contiene una gran cantidad de símbolos, uno de ellos es la representación duplicada de la Vaca Celeste la cual se relaciona con la diosa Hathor, deidad del amor y las artes.

Estatua sedente del faraón Kefrén

Esta escultura de tamaño natural plasma la grandeza del faraón Kefrén, que perteneció a la IV Dinastía. El personaje está sentado en un trono en posición hierática para reafirmar su poder. Asimismo, en la parte posterior de su nuca lleva el símbolo del dios Horus.

Estatua de Jasejemuy

Esta estatua es la representación del faraón Jasejemuy, uno de los primeros gobernantes del Imperio Egipcio unificado, y el último de la II Dinastía. La mayoría de sus tumbas y recintos funerarios están en Abydos, a la orilla occidental del río Nilo en una zona ahora conocida como Umm el-Qaab.

Triada de Micerino

Se trata de una de las esculturas más importantes de toda la civilización egipcia. En el centro, en postura hierática y más alto que los demás personajes, está el faraón Micerino; lo acompañan, al lado derecho, la diosa Hathor -deidad del del amor y las artes- y a la izquierda, la divinidad del nomo de Cinópolis.

Estatuas de Rahotep y su esposa Nofret

Estas esculturas sedentes pertenecen a un matrimonio de la clase social más alta de la civilización egipcia. Fue descubierta en 1871 durante las exploraciones de una tumba al norte. Él, representa al príncipe Rahotep, hermano de Keops y a su esposa Nofret.

Sarcófagos pétreos

Las momias son sumamente emblemáticas en la cultura egipcia por el proceso funerario que realizaban para honrar a sus difuntos que iba desde el embalsamamiento hasta la construcción de sarcófagos llenos de inscripciones que revelan detalles de las personas sepultadas, así como la concepción de la vida después de la muerte según su filosofía.

Máscara funeraria del faraón Sheshonq II

Esta máscara funeraria de oro, conservó los rasgos del faraón Shoshenq II, que reinó en 887-885 a.C. de la XXII Dinastía en el tercer periodo intermedio. La preservación de esta valiosa pieza se debe a que la tumba de este faraón no fue saqueada.

Hay dos salas llenas de momias de faraones, que ahora han sido trasladadas al museo nuevo.

Y aquí se acabó lo bueno.  Lamento tener que dejar de sentir el Egipto Antiguo, pero siempre podré tener la esperanza de volver.

BUEN VERANO.