LIBRO DE UN VIAJE CORTO A EGIPTO

De todos los lugares del mundo que he visitado, entre los que se incluyen culturas diversas de los cinco continentes, sin duda, el mayor impacto de todo, me lo produjeron los monumentos vistos en Egipto. Es por eso que paso a relatar el viaje que tantas sorpresas me deparó; fue un viaje corto para turistas, pero la gozada me llevó a repetir uno más amplio.

Salimos de Madrid el 25 de abril de 2017, martes, después de comer, y llegamos a El Cairo -Cairo sin artículo en inglés y Le Cairo en francés- ya de noche, tras aproximadamente 5 horas de vuelo y 1 hora de diferencia horaria con España, adelantándonos a la puesta de sol. Nos llevaron a los cinco que componíamos la expedición al hotel Four Seasons que tenía una pinta espléndida, pero del que no pudimos disfrutar en absoluto, ya que nada más llegar nos advirtieron que saldríamos a las 07,00 de la mañana siguiente ya desayunados. Así que tomamos algo y nos recogimos en nuestras habitaciones a soñar con lo que podríamos ver los días siguientes.

Puntualmente el miércoles 26, embarcamos en un minibús que nos trasladó a Guiza -en francés Gizeh-. Allí, y al amanecer, pude ver lo que tantas veces había visto en libros y fotografías: la Necrópolis de Guiza con las pirámides y la famosa esfinge. Debo confesar, que esperando algo super grandioso quedé un poco desilusionado; era como cuando te dicen que una película es magnífica y vas a verla y te parece sólo bastante buena porque esperabas más. Sensación irracional porque todo es grandioso, y ya en un posterior recuerdo, le di la merecida dimensión.

 

La Necrópolis de Guiza se encuentra en una meseta, a unos 20 km al oeste de El Cairo. Comenzó a utilizarse durante la II Dinastía para ese fin, aunque encetó su auténtica relevancia con la IV Dinastía del Imperio Antiguo.

ZoserDyeser– que gobernó entre 2665 y 2645 a.C. fue el primer animador importante de las técnicas constructivas, continuando aquel impulso generaciones después, el faraón Seneferu (2613-2584) y su hijo JufuKEOPS– (2574-2558) con el que cogobernó 10 años.

Keops llegó a la conclusión, que no serían posibles las grandiosas construcciones si no se gestionaba y construía un camino que permitiera transportar las pesadas piedras desde las canteras al pie de las obras. Puso a trabajar a más de 100.000 personas que se relevaban cada tres meses: unos llevaban las piedras de las canteras de los montes de Arabia al Nilo, otros las transportaban por el río hasta los montes de Libia, y hubo que construir un camino desde el Nilo al lugar donde se deseaba levantar la obra. Para acelerar el proceso, se construyó un canal desde el río hasta aproximadamente 1 km del futuro monumento, creando una especie de isla rodeada por el canal artificial.

En la construcción del canal, puertos de embarque y desembarque, y el camino de piedra de una longitud de cinco estadios -cada estadio 300 codos o 157,5 m- se emplearon 10 años, aunque no es demasiado, si se compara con los 20 años que se tardó en construir la pirámide de Keops.

La calzada construida desde el lugar de desembarque de la piedra hasta el lugar de la construcción, tuvo una longitud de 923,50 metros, 50 orgías de ancho -18,47 metros- y 14,78 metros de desnivel, construido con piedras pulidas.

Herodoto (484-425 a.C.) magnífico historiador y geógrafo griego, aunque de escaso rigor analítico, en el libro 2º de su Historiae escribía: Keops ha dejado tras sí una obra colosal, su pirámide. La pirámide es cuadrada. Cada una de sus caras mide 8 pletros –246,26 metros-. Las piedras son pulidas y unidas con extremo cuidado, ninguna de ellas midiendo menos de 30 pies -9,24 metros-.

La Necrópolis de Guiza o Gizeh ocupa una meseta de 2.000 metros cuadrados, en donde se encuentran la Esfinge y las tres grandes pirámides: la de Keops, la de Kefrén (reinó de 2547 a 2521 a.C.) -nieto de Keops- y la de Micerino (reinó de 2514 a 2486) –nieto de Kefrén-, existiendo tres más pequeñas como satélites de la última mencionada.

Las tres grandes pirámides están dispuestas de tal manera, que nunca escamotean el sol a ninguna parte de las otras dos. Cada pirámide consta de un templo funerario en la parte superior y otro en la inferior. En la de Keops el conjunto está casi destruido conservándose bien en la de Kefrén.

La más grande de las tres –Keops o Jufu o Khufu– medía originariamente 146 metros de altura, aunque hoy sólo mide 137, y en lugar del remate puntiagudo que en su día coronó la pirámide, hoy la parte más elevada es una pequeña plataforma cuadrada de 10 metros de lado. Su revestimiento exterior ha desaparecido y los enormes bloques aparecen desnudos, de manera tal que se podría trepar por ellos.

Tras entrar en la Keops, subimos por un angosto túnel interior que no permitía ir completamente erguido, de 47 metros hasta llegar a las cámaras reales. Existía una cámara subterránea a la que no se nos permitió bajar.

Pirámide de KEOPS.

La de KefrénJafra o Khafre– conserva la cumbre completa con su revestimiento. Con sus 143,5 metros es la segunda pirámide más grande de Egipto. En el exterior, en la zona superior de su vértice, se conserva el revestimiento de piedra caliza de Tura. También se observan restos del revestimiento de granito junto a la base. Aunque más pequeña que la de Keops, las partes superiores quedaron a la misma altura por estar construida a un nivel del suelo más elevado. Cuando fue construida, fue revestida de granito rosado. Hoy se eleva algún metro más que la de Keops debido a la parte superior que le falta a la Gran Pirámide.

Pirámide de KEFREN.

La más pequeña es la de Micerino -66 metros- que aguantó con su capa exterior de granito hasta 1500, pero hoy aparece muy derruida. Su espléndido sarcófago fue extraído por los ingleses, que al intentar llevárselo -como todo lo egipcio que hay en el British Museum-, naufragó el barco que lo transportaba y se perdió en las costas portuguesas.

Pirámide de MICERINO.

Al lado de la de Micerino -Menkaura o Menkaure- están las tres pirámides pequeñas, destinada a las reinas.

Keops hizo construir las tres pirámides pequeñas, para custodiar las momias de las reinas; se construyeron en el lado oriental de la gran pirámide. En egiptología, estas construcciones se conocen con las denominaciones GIa, GIb y GIc: “G” de Giza, “I” de pirámide de Keops, y “a, b, c” por el orden en que están dispuestas, de norte a sur. Sus bases son rectangulares y en cuanto a las dimensiones, sus aristas son la quinta parte de las de Keops.

En 1954 fueron descubiertas al sur de la pirámide de Keops, dos grandes fosas selladas con piedras con los sellos del faraón Didufri hijo de Keops. Contenían una barca solar que pudo ser utilizada para llevar el cuerpo de Keops a su enterramiento. Tras ser reconstruida, fue levantado un museo para exponerla en las inmediaciones de la Gran Pirámide.

BARCA SOLAR de KEOPS.

A continuación, nos movimos unos 300 metros para contemplar La Esfinge, en árabe Abu el-Holpadre del terror- mide 73 metros de larga, y es la representación de un león con cabeza humana y se atribuye a Kefrén, de la IV Dinastía, la más gloriosa del Imperio Antiguo.

ESFINGE.

Este tipo de híbrido, es uno de los más llamativos del arte egipcio. Eran denominadas las esfinges Shesep-ankh -imagen viviente-, nombre que se daban a las estatuas reales, simbolizando la fuerza y el poder, representando al faraón bajo esta forma, con el pañuelo real –nemes-, el ureo -representación de la diosa Uadyet con forma de cobra erguida- y la barba postiza ritual, símbolos de los soberanos egipcios.

Ureos, Nemes y Barba.

A lo largo de los siglos estuvo sumergida en la arena del desierto, dejando al aire sólo su enigmática cara de 5 metros de alto, y varias veces fue sacada a flote. La más conocida recuperación fue la del faraón Tutmosis IV -8º de la Dinastía XVIII- que sacó la Esfinge de la arena tras recibir en sueños la orden del dios Harmakhis –Horus que está en el horizonte-. La cara del hombre-animal está destrozada por la erosión y por los cañonazos de los mamelucos esclavos/faraones que sobre ella hicieron sus prácticas de tiro.

Esa mañana, sin más tiempo, nos relataron la existencia de la importantísima necrópolis de Saquara con 8 kilómetros cuadrados de extensión, en donde se encuentran tumbas de todas las dinastías, desde la primera hasta la ptolemaica. En el centro de la necrópolis, se encuentra el monumento funerario del faraón Zoser -2665 a 2645 a.C.- de la III dinastía, consistente en la conocida pirámide escalonada.

Pirámide Escalonada de SAQUARA.

Regresamos al centro de El Cairo y tras un almuerzo no muy largo y pleno de comentarios emocionados sobre lo visto, y acerca de lo que veríamos esa tarde, nos dirigimos a El CairoAl-Qāhira, “la fuerte”, o “la victoriosa”Islámico, en donde visitamos la Ciudad de los Muertos, la Ciudadela y varias de las mejores y más antiguas mezquitas, dejándonos para el último día, al regreso, el Mercado de Khan el Khalili o Jan el Jalili, el Museo Egipcio y un tour rápido por esa enorme ciudad de más de 18.000.000 de habitantes; todo visto rápido y de puntillas por el poco tiempo del que íbamos a disponer.

La Ciudad de los Muertos dentro de Cairo, es un cementerio musulmán en el que eran enterrados los mamelucos. Las tumbas construidas en su día como casas, fueron enseguida, y continúan estándolo, ocupadas por familias que conviven con los muertos.

Vista general de la Ciudad de los muertos.

Popularmente conocida como El’arafa, la Ciudad de los Muertos comenzó hace siglos a formarse con los cuidadores de las tumbas de los nobles, creciendo hasta convertirse en un barrio más de El Cairo, un espacio en el que la vida y la muerte conviven.

Algunos se sienten privilegiados por poder vivir junto a sus muertos, aunque para la mayoría no es una elección sino un lugar donde poder sobrevivir.

Habitación en vivienda de la Ciudad de los muertos.

Los muertos y los vivos conviven a 5 kilómetros del centro de El Cairo, en los 7 kilómetros cuadrados de ese barrio de la ciudad, en viviendas sin luz ni agua corriente, con estancias y patios ocupados por antiguas tumbas.

Junto a viviendas paupérrimas, y en un enjambre de callejuelas y avenidas, existen tiendas y cafeterías, apareciendo de tanto en cuanto grandes monumentos que albergan a personajes muy importantes de la historia de Egipto, como es el caso del imponente mausoleo de la familia de Mohammed Alí -fundador del Egipto moderno y conseguidor de un grado aceptable de independencia frente a las Grandes Potencias- o la Mezquita del sultán Sayf al-Din Inal –decimotercer sultán de la dinastía buryi de Egipto (viene de bûryi=torre; eran los vigilantes mamelucos de las torres de El Cairo desde 1382-).

Mausoleo de Mohammed Alí .

La Ciudadela o Ciudadela de SaladinoSalah al-Dinestá ubicada en las elevaciones Mokattan; fue la sede del poder durante más de 600 años -siglos XIII al XIX-. Está cerca del centro de la ciudad, dominando la misma, siendo en la época de su construcción una fortificación de las más importantes del mundo. Ahora es un lugar histórico preservado, con mezquitas importantes entre las que destacan la de Mohammed Alí y la de al-Nasir y también palacios como el de Qaser Al-Gawhara.

La CIUDADELA, cuya construcción inició el sultán Saladino, estuvo a lo largo de la historia ocupada por franceses, ingleses y finalmente por el gobierno egipcio de Muhammed Alí. Desde la década de los 80 del siglo XX, se abrió al turismo, constituyendo hoy Patrimonio de la Humanidad.

Situación de la CIUDADELA.

Ciudadela en el siglo XIX.

Puerta de entrada a la  Ciudadela.

La Mezquita de Muhammed Ali fue ordenada construir por el sultán Mohammed Ali Pasha, quien llegó al poder en 1805. Es conocida como la Mezquita de Alabastro, porque fue construida exterior e interiormente con ese material en estilo barroco otomano, recordando la Agia Sofia, de Estambul, ya que fue diseñada por el mismo ingeniero. Su impresionante cúpula de 52 metros de altura, sostenida por cuatro columnas, y dos minaretes de estilo turco, se elevan en el sky line de la ciudad. En las cuatro esquinas se yerguen cuatro cúpulas más pequeñas.

Mezquita de Muhammed Ali   o de Alabastro.

La Tumba de Mohammed Ali está a la derecha de la entrada a la mezquita, construida en mármol blanco y con tres niveles.

Mezquita de Al-Nassir-Muhammadsultán mameluco, bahrita (de bahr=rio; los cuarteles de estos mamelucos que gobernaron Egipto desde 1250 a 1382 estaban en el Nilo)- quien ordenó construir esta mezquita durante el último de sus tres períodos de gobierno (1309-1341). Funcionó tanto de mezquita de la Ciudadela como de mezquita oficial de El Cairo. Fue construida sobre otro edificio y tenía capacidad para 500 personas siendo la más lujosa de la ciudad.

Mezquita de Al-Nassir-Muhammad.

Qaser Al-Gawhara también conocido como Palacio de las Joyas. Fue construido en 1814 en estilo otomano, siendo la residencia del sultán Muhammad Ali Pasha. El nombre es en honor a la última mujer del sultán Gawhara Hanem. Se conoce también como Palacio de las Joyas, porque tras la revolución de 1952 se usó para exhibir las joyas confiscadas al destronado rey Faruk. El palacio alberga el trono de Mohammed Ali, muebles de la época y trajes del sultán.

Qaser Al-Gawhara  o Palacio de las Joyas.

Dentro de la Ciudadela se puede visitar, además, el Serrallo de Muhammad Ali, donde está ahora el Museo Militar de Egipto y un Museo de Carruajes donde se exhiben los que usaba la familia del sultán Muhammad Ali.

Salimos de la ciudadela para rematar el día con visitas a algunas de las mezquitas de mayor valor histórico y arquitectónico.

Mezquita de Ibn Tulun, la más antigua y en mejor estado de la ciudad. Del siglo IX, con influencia oriental y vistas magníficas desde lo alto del minarete.

Mezquita de Ibn Tulun.

Mezquita-Madraza del sultán Hassán. Esta mezquita es una de las mayores del mundo y el edificio mameluco más bello de la ciudad, con un espectacular suelo de mosaico. Su construcción fue ordenada por Al Nasir Hasan y con su especial forma con cuatro iwanes -una sala o espacio rectangular, generalmente abovedado, cerrado por muros en tres de sus lados, estando el otro completamente abierto-, para que se pudieran establecer allí las cuatro escuelas de pensamiento sunita: Shafi´i, Maliki, Hanafi y Hanbali; el anterior califato Fatimí fue el único chiita.

 

 

Mezquita-Madraza del sultán Hassán.

Juntas La mezquita-madraza de Hassan y la  mezquita de Al Rifal.

Junto a la mezquita–madraza del sultán Hasan, se encuentra la mezquita de Al-Rifai. Se construyó entre 1869 y 1912 en dos fases, siendo el lugar donde fueron enterrados Khushyar Hanim y su hijo Isma´il Pasha y otros miembros de la familia real egipcia como el rey Faruk y de otras familias reales como el último Shah de Irán, Mohammed Reza Pahlevi, que murió en El Cairo en 1980, tras exiliarse como consecuencia de la revolución iraní de 1979 liderada por el ayatolá Jomeini.

Mezquita de Al-Rifai.

Tumba del Sha Mohammed Reza Pahlevi.

Al final, y antes de llevarnos al lugar de recogida, pasamos por una puerta de la Ciudad Vieja llamada Bab Zuwayla, una de las tres puertas que quedan en las murallas de esa parte de la ciudad. Es la última puerta que queda de las murallas del sur de El Cairo fatimí de los siglos XI y XII. Su nombre proviene de Bab, que significa puerta, y Zuwayla, el nombre de una tribu de guerreros bereberes que se encargaron de la vigilancia de la puerta.

En este lugar se llevaban a cabo las ejecuciones públicas en la época de los mamelucos. Posteriormente, cuentan que un santo hizo algún milagro, por lo que la gente lleva pequeñas cosas personales para depositarlas, mientras solicitan ayuda divina.

Tras la ligera cena y cansados, volvimos al hotel para prepararnos para el vuelo a Luxor a la mañana siguiente.

Tras desayunar muy temprano, partimos hacia el aeropuerto de El Cairo situado al noreste de la ciudad y a 15 km del centro, para tomar el vuelo que salía a las 09,25, que tras una hora de duración aterrizó en Luxor.

Desde el aeropuerto nos trasladaron a la motonave AMARCO –siempre con cuñita en medio, que sería nuestro hogar los siguientes días. Los camarotes nos recibieron con graciosas formas que reposaban en las camas, algo engendrado entre muñecos y dioses, lo que por esa tierra abunda. Al terminar de ocupar los camarotes salimos a uno de los innumerables y agobiantes mercadillos que existen en todas las ciudades de Egipto. Almorzamos en el barco con horario europeo, y sobre las 14,00 nos trasladamos en primer término a Luxor y posteriormente a Karnak.

 

Egipto fue el primer estado en la historia del mundo recordado, que estableció un sistema administrativo con una misma capital como centro político, administrativo y religioso.

Durante el período predinástico, existieron confederaciones con jefes o reyes residentes en alguna ciudad de la misma. La del Bajo Egipto -norte- fue Buto, y el emblema real era la urea o aspid sobre la corona roja, siendo el símbolo de ese territorio el papiro. La capital del Alto Egipto -sur- fue Nekheb, situada entre Asuán y Luxor, siendo el emblema real una corona blanca con un buitre y el símbolo de esa confederación fue el loto.

Papiro.

 

Loto.

Tras la unión de los dos territorios bajo el cetro del faraón Menes, unos 3.000 años a.C., Menfis se convirtió en la primera capital del Egipto unificado, encontrándose a unos 20 kilómetros al sur de El Cairo, en la orilla oeste del Nilo. Fue la ciudad del mundo más poblada de su época. Aunque perdió con el tiempo la capitalidad, siguió siendo importante hasta el establecimiento de Alejandría como capital, tras la conquista de Egipto por Alejandro Magno en el 332 a.C.

Con el paso del tiempo, los egipcios consideraron que el emplazamiento más adecuado para la capital debía ser, en el Nilo, más hacia al sur, y así se trasladó a Tebas -actual Luxor-, a unos 800 km del delta en la parte media del Alto Egipto. Tebas había existido como pequeño nudo comercial, siendo capital del IV nomo, desde 3200 a.C. con el nombre de Uaset. Fue capital de Egipto fundamentalmente durante el Imperio el Nuevo.

Fue construida en gran parte, en las llanuras aluviales del valle del Nilo, que allí realiza una notable curva, construyéndose en un eje noreste-sudoeste. En consecuencia, la ciudad se situó en la parte oriental del Nilo, con los palacios reales, los templos, los edificios administrativos y el espacio de los ciudadanos, siendo la zona en la que se desarrollaba la vida, y al oeste, una vasta zona necropolitana, con cementerios reales, privados y complejos funerarios.

Tebas fue dividida por un canal, al sur del cual surgió Luxor, y hacia el norte fue extendiéndose el pueblo de Karnak.

El desarrollo administrativo de la ciudad se produjo con las dinastías IX y X -desde 2160 a.C.- y permaneció así durante 7 dinastías, con alguna excepción, hasta el reinado de Amenhotep IV, Amenofis IV o Ajenaton -X faraón de la dinastía XVIII casado con Nefertiti- quien cambió a Amón por Atón como principal dios del Imperio, y trasladó la capital a una nueva ciudad que mandó erigir sobre la existente Amarna, bautizándola con el nombre de Akenaton, Tras su muerte,  su hijo Tuthankamon regresó al dios Amón y devolvió la capitalidad a Tebas, que volvió a ser la sede del gobierno, posiblemente presionado por los sacerdotes de Amón.

El mayor esplendor de la ciudad se produjo durante la XVIII dinastía. La fama de la ciudad durante los seis siglos de máximo esplendor, alcanzó cotas increíbles para la época, y el dios Amón fue elevado a dios nacional, edificándose en su honor grandiosos templos en la ciudad. Homero en el IX canto de la Ilíada habla de Tebas como la ciudad de las cien puertas y el mundo susurraba que era la ciudad en la que en las casas ricas encerraban tesoros.

La importancia de la ciudad se mantuvo hasta que los ramésidas -los Ramses- pertenecientes a la XIX dinastía la abandonaron para establecerse en el Delta. Tebas, no obstante, tenía demasiada influencia religiosa como para caer en decadencia. Incluso con la XXV dinastía, fundada por los etíopes, que conquistaron y sometieron a todas las regiones del sur, la ciudad fue respetada. Posteriormente fue invadida y saqueada por los asirios en el año 672 a.C., perdiendo gran parte de sus edificios y riquezas. Las incursiones efectuadas por Asarhaddón -rey de Asiria entre 681 y 669 a.C., hijo del rey Senaquerib– se repitieron de forma muy violenta; sus habitantes fueron esclavizados y vendidos, los edificios destrozados y las riquezas de la ciudad tomadas como botín. Posteriormente Assurbanipal –el último gran rey de Asiria entre 668 y 627 a.C.-, en el año 665 a. C., la saqueó nuevamente y deportó a sus habitantes. Este fue prácticamente el final de la ciudad y aunque el gran templo de Amón fue reconstruido por Psamético I de la XXVI dinastía, los Ptolomeicos terminaron de destruirla y, en el siglo I a.C., los romanos solamente encontraron ruinas, que más tarde fueron usadas por los cristianos como material para la construcción de sus iglesias. Gracias al sacrilegio que para los primeros cristianos representaban las imágenes que aparecían en los templos fueron recubiertas con yeso, y eso ha permitido que nos llegue gran parte de las obras escultóricas que existieron en la época.

Asarhaddón, Assurbanipal y Senaquerib con su padre Sargon II.

De todas las edificaciones que debió haber en la ciudad de Luxor hace 3.000 años, sólo queda El gran templo de Luxor o Harén meridional de Amón, y en Karnak, el Recinto de Amón, el Recinto de Mut, esposa de Amón representada por un buitre, y el Recinto del hijo adoptivo de ambos, Montu, representado por una cabeza de halcón con el dios solar, deidad de la guerra, que eran los tres que formaban la triada tebana.

Gran templo de Luxor o Harén meridional de Amón

El templo de Luxor es un gran complejo de templos en la actual Luxor, dedicado a Amón, el dios creador, que a menudo fue fusionado con el dios del sol Ra en Amón-Ra.

La construcción del templo se inició durante el reinado de Amenhopet III en el siglo XIV A.C. Horemheb y Tutankamón participaron añadiendo columnas, estatuas y frisos, y Akhenaton instaló un altar al dios Atón. Sin embargo, el gran esfuerzo en el crecimiento del templo se realizó durante el reinado de Ramsés II, alrededor de 100 años después de que se colocasen las primeras piedras.

El templo cayó en desuso durante el Período Tardío. Alejandro Magno parece que llevó a cabo importantes obras de reconstrucción para restaurar la gloria de la época de Amenhotep. El templo más tarde se convertiría en un lugar de culto romano.

Durante la época de la conquista árabe, el templo fue enterrado debido a los sedimentos depositados por el río y una mezquita, la del jeque Abu Haggag, fue construida en el mismo lugar.

El templo de Luxor cuenta con varias puertas monumentales; la primera de ellas tiene una altura de 21 metros y está guardada por enormes estatuas y adornada con varios obeliscos.

En el complejo hay varias zonas abiertas que se utilizaban para diversas formas de culto, pero actualmente están vacías. Las adiciones posteriores incluyen un santuario dedicado a Alejandro Magno, un santuario romano y un santuario islámico.

La entrada al templo era, y sigue siendo, desde el norte, donde se encuentra una larga calzada con esculturas de esfinges a cada lado. Esta calzada, conocida como Vía Sacra o Avenida de las Esfinges, fue una adición posterior que data de la época de Nectanebo I de la XXX dinastía.

El templo propiamente dicho comienza con un pilón o pilono* de 24 metros de altura construido por Ramsés II. El pilón estaba decorado con escenas de los triunfos militares de Ramsés II (sobre todo de la batalla de Qadesh de resultado ambiguo ya que los hititas también exaltaron su victoria) y de faraones posteriores, en particular de las dinastías de nubios y etíopes, que también grabaron sus victorias en este lugar.

Esta entrada principal al complejo del templo estaba flanqueada originalmente por seis colosales estatuas de Ramsés, cuatro sedentes y dos en pie, pero hoy, sólo dos de las sedentes han sobrevivido. También ha conseguido sobrevivir un obelisco de granito rosa de 25 metros de altura. Este obelisco se encontraba junto a otro más hasta el año 1.835, cuando fue llevado a París e instalado en la Plaza de la Concordia (los franceses hacen como los ingleses, siempre lo mismo).

Si atravesamos el pilón de la entrada, llegamos a un patio peristilo, también construido por Ramsés II. Esta zona y el pilón fueron levantados en un ángulo oblicuo con respecto al resto del templo, presumiblemente para acoger a tres santuarios ya existentes situados en la esquina noroeste.

Encima de las viejas columnas de este patio se encuentra la mezquita del jeque Abu Haggag, combinando elementos egipcios e islámicos. Incluso hay una puerta situada a unos 8 metros por encima del suelo, ya que la mezquita se construyó cuando el templo de Luxor estaba completamente cubierto de sedimentos del río. La mezquita data del siglo XI d.C. y las columnas sobre las que está construida del siglo XIV a.C.

Tras el patio peristilo llega una columnata procesional construida por Amenhotep III. Se trata de un corredor de 100 metros bordeado de 14 columnas con capiteles en forma de flor de papiro en las que se describen las etapas del festival Opet de sacrificios en Karnak. La decoración de estas columnas fue llevada a cabo por Tutankamón.

Más allá de la columnata, se encuentra otro patio peristilo que también se remonta a la construcción original por parte de Amenhotep. Las columnas mejor conservadas se encuentran en el lado Este, donde se pueden ver rastros originales de color. El lado sur de este patio se compone de una sala hipóstila de 32 columnas que conduce a distintos santuarios del interior del templo.

Los santuarios internos comienzan con una oscura antesala. De particular interés son los estucos romanos que aún se pueden ver construidos por encima de las esculturas egipcias. En la época romana esta zona sirvió como capilla donde se ofrecía a los cristianos locales una última oportunidad de renunciar a su fe y abrazar a los dioses paganos.

Además, hay un santuario para el uso de Amón y otro que conmemoró el nacimiento de Amenhopet III. Este último cuenta con murales pintados muy detalladamente que muestran la afirmación del faraón que fue engendrado por Amón, y por lo tanto, de origen divino.

Un conjunto de 26 estatuas del Imperio Nuevo, se encontraban bajo el suelo de estos santuarios, presumiblemente escondidas por piadosos sacerdotes durante algún momento de conmoción interior o invasión. Estas espléndidas piezas se exhiben en el cercano Museo de Luxor.

*El pilono o pilón, que significa -del griego- puerta grande o portal,​​ es una construcción con forma de pirámide truncada, a modo de gruesos muros, que, erigidos por pares, flanquean la entrada principal de los templos del Antiguo Egipto; en el espacio dejado entre ambos se encuentra la puerta.

Tras comer en el AMARCO, ligero, fuimos a KARNAK.

En Karnak se encuentran el Recinto de Amón, el Recinto de Mut, esposa de Amón representada por un buitre, y el Recinto del hijo adoptivo de ambos, Montu, representado por una cabeza de halcón con el dios solar, deidad de la guerra, que eran los tres que formaban la triada tebana, estando algunos de ellos divididos en espacios en honor a otros dioses.

Vista general de los Recintos de Karnak.

Incluidos en el Recinto de Amón de Karnak hay tres templos menores: el de Jonsu -protector de los enfermos y de la fertilidad de la tierra-. el de Opet -protectora del rey y de los difuntos como Señora de la Protección Mágica, y el de Ptah –señor de la magia, maestro constructor inventor de la albañilería, patrón de los arquitectos y artesano-. También en el Recinto de Amón está parte de la avenida de las esfinges que unía el Gran Templo de Amón de Luxor y el de Karnak, de unos tres kilómetros de largo y unos 70 metros de ancho, flanqueada por esfinges.

En el llano que se extiende alrededor de la antigua Tebas, entre el Nilo y el Valle de los Reyes también pueden verse restos de la avenida que conducía al templo de Amenofis III; los restos que quedan de esta avenida -el templo no existe- son Los Colosos de Mennon.

Los Colosos de Mennon.

EL RECINTO DE AMÓN: Templos de Amón, Jonsu, Opeth y Path.

El Recinto de Amón estaba rodeado por una muralla de adobe de 8 metros de espesor y 2.400 de longitud. Constaba de ocho puertas de piedra, dos de ellas monumentales.

El recinto estaba precedido por la avenida de las esfinges, cubierta en la actualidad por 40 crioesfinges -cuerpo de león con cabeza de carnero- construidas por orden de Ramsés II que unen el templo de Amón de Karnak con el de Luxor y el embarcadero que comunica el templo con el canal que llega del Nilo; se empleaba como acceso al Nilo de las barcas sagradas durante las fiestas religiosas. Hay dos pequeños obeliscos obra de Sethy I. La forma actual probablemente proviene de una reconstrucción de la XXX Dinastía.

En el Recinto de Amón de Karnak hay 10 pilonos, seis en el eje principal y cuatro en dirección al recinto de Mut, la consorte de Amón.

 

Vista general del Recinto de Amón.

Al recinto se accedía por un pilono -puerta grande o portal- con grandes torres a ambos lados que da paso a un gran patio que es el más grande de los conocidos en Egipto. Mide 100 x 80 metros y contiene un pórtico al norte con 18 columnas de capiteles papiriformes, cerrado, y otro al sur con 11 columnas y 4 pilares denominado Pórtico de los Bubastitas. Después y a ambos lados hay 2 hileras de esfinges que formaban una avenida que conducía a la sala hipóstila.

Situado en el centro del patio se encontraba un pabellón construido por Taharka de la XXV Dinastía, reposadero de una barca sagrada. Constaba de 2 filas de 5 columnas cada una con capiteles papiriformes abiertos, de las que sólo queda una columna.

En la parte norte del atrio y cerca del pilono de entrada existe una capilla triple de Sethy II destinada a guardar las tres barcas procesionales: es un pequeño templo con 3 capillas consagradas a Amón, Mut y Jonsu.

La sala hipóstila –techo sustentado por columnas, construida en varias fases, es la parte más impresionante de todo el recinto, con unas dimensiones de 102×53 metros. El techo, actualmente desaparecido, reposaba sobre 134 columnas en forma de papiro, de las cuales 12, pertenecientes al pasillo central, terminadas en capiteles papiriformes, tienen en la parte superior un perímetro de 15 metros. Fueron construidas las doce columnas de la nave central por Amenhotep III siendo su altura de 23 metros. El resto de columnas, unidas por los cimientos, son obra de Horemheb y tienen una altura menor. Constan de capiteles papiriformes cerrados y la decoración se debe a Ramsés I, Sethy I, Ramsés II y Ramsés IV. El exterior está decorado con escenas de la famosa batalla de Qadesh -entre las fuerzas de Ramses II que con estas escenas celebraba su victoria, mientras que sus adversarios del Imperio hitita liderado por Muwatalli II celebraban la suya en la misma batalla-, campañas militares de Sethy I en Palestina y Siria y contra los libios y los hititas. La diferencia de las columnas centrales respecto a las laterales permitía colocar grandes ventanas que eran fuente de luz. Esta sala se convirtió en la de la coronación de los reyes en Tebas.

En el lado sur, adosado al muro se construyó el Templo de Ramsés III de 53×25 metros, precedido por 2 colosos de Ramsés III y decorado con escenas de conquistas del faraón, batallas y una ofrenda de prisioneros al dios Amón. Tras los colosos se accede al patio interior compuesto por pilares osiríacos -estatuas del faraón con cabeza del dios Osiris-.

Al final del patio y dando acceso al segundo pilono había 2 estatuas de granito rosa con el nombre de Ramsés II, de las que en la actualidad sólo se conserva una.

La puerta de acceso a la sala hipóstila tiene una altura de 30 metros y está decorada con escenas de ofrendas al dios Amón.

Delante del segundo pilono quedan los restos de uno de los dos colosos de Ramses II que en su día lo flanqueaban. A un lado, los restos de uno de los colosos y al otro otra escultura de Ramses II con su hija Bent-Anat tenida con su mujer Istnofret que también llegaría a ser princesa real.

Después de la sala hipóstila se accede al tercer pilono, obra de Amenhotep III, que fue puerta principal de Karnak antes de la construcción delas dos mencionadas: una enorme puerta ante Amón, cubierta totalmente de oro y labrada con la imagen del dios bajo forma de carnero, decorada con lapislázuli y trabajada con oro y costosas piedras. Este pilono representó la entrada al templo hasta el reinado de Horemheb. Por él se accede al patio de Amenhotep III. La construcción del patio se debió a la necesidad de crear un espacio entre el cuarto pilono existente ya en época del faraón y el tercero por él creado.

Da paso a un templo formado por capillas: la de Sesostris I (capilla blanca), Amenhotep I, Amenhotep II, Hatshepsut (capilla roja), realizada en cuarcita roja, y la de Thutmosis IV. De los 4 obeliscos de Thutmosis I y Thutmosis IV que señalaban la entrada al templo en la actualidad sólo queda uno de Thutmosis I de 23 metros de altura y 143 toneladas.

Obelisco de Tutmosis I.

El cuarto pilono también obra de Thutmosis I, da acceso a la parte más antigua del templo. El primer vestíbulo constaba de 14 columnas en forma de papiro, originalmente sobredoradas. De ellas 6 se encontraban a la izquierda de la entrada y 8 a la derecha. En la estancia había 2 obeliscos realizados en granito rosa, recubiertos de placas de oro, que narraban la historia de la reina Hatshepsut. De ellos, actualmente sólo se conserva uno, situado a la izquierda de la entrada. Es de aproximadamente 30 metros de altura.

A continuación se pasa al quinto pilono, construido por Thutmosis I, tras el cual se accedía a un patio, por el que se llegaba al sexto pilono, formando 2 pequeñas estancias.

Tras el sexto pilono se encuentra el vestíbulo o patio del santuario de la barca sagrada, de 15metros de largo por 6 de ancho en el que había 2 pilares de granito con los emblemas de las Dos Tierras y 2 estatuas de color rojo oscuro que representan a Amón y Amonet. Desde el vestíbulo se accede al santuario de la barca sagrada donde se colocaban las barcas de la triada tebana tras abandonar su descanso en el templo de Sethi del primer patio.

La siguiente estancia es el templo festivo de Thutmosis III con 2 filas de 10 columnas cada una centradas en un peristilo de 32 pilares rectangulares. Estos son más bajos que las columnas y están unidos a ellas por medio de un pequeño ático. Existen 14 puertas y un gran número de salas. Aquí se encontraba la cámara de los antepasados en la que Thutmose III realiza una ofrenda ante 57 faraones y que actualmente está en el Museo del Louvre de París.

La última estancia del templo es el santuario de Amón-Ra donde una capilla tallada en un monolito de piedra albergaba la estatua de Amón. Era el sanctasanctórum, la morada del dios donde sólo los sacerdotes o el faraón podían acceder y cuyas puertas eran selladas y cerradas cada día para que el dios no fuese molestado.

La capilla estaba construida en alabastro y al final había dos estatuas sedentes con las espaldas enfrentadas.

El recinto de Amón además comprende:

Templo de Ptah

Construido en el Reino Medio y reconstruido por Thutmose III, se encuentra en el lado Norte, junto a la muralla del recinto. Contiene 5 puertas decoradas con los cartuchos de Ptolomeo VII, Ptolomeo XIII, Ptlomeo III Evérgetes y 2 de ellas con el de Shabako. El templo está decorado con escenas de la vida y acontecimientos de Thutmose III y Sethy I. Consta de un pequeño vestíbulo situado detrás de una de las puertas de Shabako, y a continuación el pilono de entrada al templo, un patio formado por columnas de 16 lados y el santuario con 3 capillas, en una de las cuales, la del centro, hay 2 estatuas; una de Ptah y otra de Sejmet, de granito negro.

El templo de Jonsu

Está situado en el ángulo sur-occidental del recinto, junto al templo de Opet y fue construido por Ramsés III. Está precedido por un propileo de Ptolomeo III Evérgetes y una avenida de esfinges de carneros. El templo se abre en el pilono, decorado por Pinudyem I, y contiene agujeros en los que se anclaban los estandartes. El patio está rodeado de columnas con capiteles papiriformes cerrados y decorado con escenas del traslado de las barcas sagradas por el Nilo. A continuación se abre la sala hipóstila, decorada con escenas del faraón con ofrendas a Jonsu. Consta de 8 columnas, las centrales campaniformes y las situadas en los extremos papiriformes. Tras esta estancia se encuentra la sala de la barca sagrada, con cartuchos de Ramsés IV y Thutmose III (bloques provenientes de otras edificaciones). La edificación continúa con el típico vestíbulo que da acceso al recinto más profundo del templo que es el santuario.

El templo de Opeth

Se encuentra entre el templo de Jonsu y la muralla del recinto, en el lado suroeste. La construcción se debe a Ptolomeo VIII Evérgetes fundamentalmente. El rasgo más importante del templo es la cripta de Osiris que se encuentra bajo el santuario, en el que hay una representación de la diosa con cuerpo de hipopótamo y cabeza humana.

ADEMÁS DEL DE AMON, DOS RECINTOS:

RECINTO DE MUT

Situado en la zona meridional del recinto de Amón está rodeado por un lago en forma de cuarto creciente y algunas estructuras complementarias, entre las que se construyó un templo dedicado a Amón-Ra realizado por Amenhotep III y otro de Ramsés III, que actualmente están en ruinas.

El templo de Mut se debe a Amenhotep III, aunque el muro es de Ptolomeo II Filadelfo y de Ptolomeo III Evérgetes I, con añadidos posteriores del faraón negro de la XXV dinastía Taharka y Nectanebo I de la XXX dinastía. La decoración es obra de Ramsés III. A ambos lados de la entrada hay 2 esfinges cuya ubicación original era la avenida que precede al templo.

RECINTO DE MONTU

Este recinto es el más pequeño de los tres. Contiene el templo principal dedicado al dios Montu, algunas estructuras secundarias dedicadas al dios Kheper  y a la diosa Maat y un pequeño lago sagrado. El templo principal tiene un muelle que conecta con el río Nilo y una avenida de esfinges con cabezas humanas que lleva al templo desde el norte. El pilono anterior a la entrada del templo fue construido por Ptolomeo III Evergetes I y IV Filopator, mientras que el templo principal es una creación de Amenofis III, aunque durante la época del faraón Taharqa (siglo VII a.C.) se realizaron ciertos cambios en el recinto.

El conjunto de Karnak incluye además un lago sagrado de 120 metros de largo por 80 de ancho.

A la mañana siguiente, bien temprano, tras desayunar en el Amarco, nos dirigimos en vehículo a visitar la Necrópolis de Tebas, en la que visitaríamos El Valle de los Reyes, El Valle de las Reinas, y El Valle de los Artesanos conocido por Deir El Medina, parando en un demasiado corto espacio de tiempo, para visitar el templo funerario de la reina Hatshepsut conocido por Deir El Bahari, el templo funerario de Ramses IIIMadinat Habu- y los Colosos de Mennon.

Al finalizar, volveríamos a la motonave para navegar hacia Esna y cruzar la esclusa.

EL VALLE DE LOS REYES

En las sierras que se extienden al sur de Tebas se abre un   gran número de pequeños valles, siendo el más notable El Valle de los Reyes o Valle de las tumbas de los reyes de Bibán el-Muluk; era un valle perdido, pero hoy tiene vías de fácil acceso, aunque mantiene una misteriosa  fascinación para los visitantes, quizá por su geografía o por lo que trasmite su nombre.

El Valle de los Reyes, antiguamente conocido como Ta Iset Maat, o lugar de la verdad, es un lugar único e impresionante. Se encuentra localizado en la parte oeste del río Nilo a la altura de Luxor, y es considerado como una de las grandes maravillas del mundo antiguo. En este lugar se encuentran muchas tumbas de faraones y nobles del Imperio Nuevo, y de sus familias.

La necrópolis, en conjunto, es reconocida en la actualidad como Patrimonio de La Humanidad por la UNESCO, debido a su importancia histórica y arqueológica.

Se cree que el origen del Valle de los Reyes se remonta al periodo del Imperio Nuevo de Egipto entre los siglos XVI y XI a.C., convirtiéndose en el lugar de entierro de los faraones y nobles del período. Al parecer, la intención era ocultar las tumbas a los saqueadores, y proteger los cuerpos y las riquezas de los fallecidos.

El primer faraón en ser enterrado en el Valle de los Reyes fue Tutmosis I, aunque fue su nieto Tutankamón, el faraón más conocido enterrado en El Valle, gracias al descubrimiento de su tumba inviolada, con todos sus tesoros íntegros en 1922 por el arqueólogo Howard Carter. Desde entonces, el Valle de los Reyes ha sido objeto de numerosas excavaciones y nuevos descubrimientos arqueológicos.

El Valle de los Reyes es uno de los lugares más importantes de Egipto desde el punto de vista cultural y uno de los mayores testimonios de su habilidad en la arquitectura y en la ingeniería. El Valle también ha proporcionado mucha información sobre la vida y la muerte de los faraones y su entorno.

Las tumbas del Valle de los Reyes

El Valle de los Reyes está compuesto por dos áreas: el Valle Este donde se encuentran las tumbas numeradas con el código KV (King’s Valley) y el Valle Oeste, con las tumbas designadas con WV (West Valley). Hasta hoy, se han descubierto 63 tumbas, cada una de ellas con arquitectura única y decoradas con escenas de la vida y de la religión de la época del muerto. Todas las tumbas del Valle de los Reyes están numeradas según el orden en el que fueron descubiertas, siendo cada una única en su diseño y decoración.

El Valle de los Reyes fue el lugar de enterramiento de los reyes de las Dinastías XVII, XVIII, XIX y XX y aquí se enterraron reyes tan famosos como Hatshepsut, Tutankhamon, Seti I o Ramsés II. La necrópolis cayó en desuso cuando la capital se trasladó a Tanis (en el norte del país) durante la Dinastía XXI, dejando en manos de los sacerdotes de Amón el cuidado de las tumbas y la protección de la necrópolis de los saqueadores de tumbas.

Durante la Antigüedad varias tumbas del Valle de los Reyes fueron visitadas por griegos y romanos, y prueba de ello, son alguno de los dibujos que estos visitantes dejaron en algunas. Con la llegada de los musulmanes, el Valle de los Reyes quedó en el olvido hasta su redescubrimiento con la expedición francesa de Napoleón en 1798.

A partir de ese momento se empezaron a identificar algunas tumbas, y las excavaciones arqueológicas se multiplicaron a lo largo de los siglos XIX y XX. Belzoni, Champollion o Maspero son algunos de los arqueólogos que trabajaron en la zona y que descubrieron algunas de las tumbas más importantes del Valle, como la de Seti I o Horemheb. Sin embargo, el descubrimiento de mayor impacto mediático tuvo lugar en 1922 cuando Howard Carter descubrió la tumba intacta de Tutankhamon, como se ha comentado con anterioridad.

Para proteger el estado de las tumbas del Valle, muchas están cerradas al público, y en otras, se ha limitado el número de visitantes diarios. 

Hay una diferencia notable entre las primeras y las últimas tumbas que se construyeron en el Valle de los Reyes. Las tumbas de principios de la Dinastía XVII, como la KV 38 o la KV 20, están situadas al pie de acantilado o en zonas escondidas, con entradas pequeñas para no ser localizadas, y con plantas acodadas, o sea que, en un punto determinado de la tumba, el eje gira 90 grados.

Sin embargo, las tumbas ramésidas son completamente distintas. Son perfectamente visibles, tienen una entrada monumental e incluso, en algunos casos, pudieron tener pilono de entrada, del que ya no hay vestigios. Además, son tumbas de un solo eje.

Sin embargo, en el interior, casi todas siguen un mismo patrón, con algún corredor o sala de más o de menos, pudiéndose distinguir las siguientes partes de manera general:

  • La entrada (espacio A)
  • Tres corredores consecutivos (corredores B, C y D)
  • La sala del pozo (sala E), aunque no todas las tumbas tienen pozos.
  • La sala del carro (sala F) que se reconoce fácil porque es una sala con pilares del que parten unas escaleras o rampa.
  • Otro corredor (corredor G)
  • La antecámara (sala H)
  • Otro corredor (corredor I)
  • La cámara sepulcral (sala J)
  • Varias Cámaras menores con dos o tres letras, evolucionando la segunda y tercera letras en el sentido de giro de las agujas del reloj.

nivel simbólico, hay dos partes bien diferenciadas:

El Espacio diurno: va de la entrada (espacio A) hasta la sala del carro (sala F) y es la parte de la tumba donde se enfatiza a Ra y a las divinidades femeninas. Simboliza el este, el aspecto diurno.

El Espacio nocturno: va desde el corredor G hasta la cámara sepulcral (sala J). Se enfatiza a Osiris y a las divinidades masculinas. Estamos en una zona donde se simboliza el oeste, una zona más oscura.

En las tumbas reales aparecen textos religiosos en mayor número e importancia que en otras de menor rango,  por ejemplo:

Libro de los Muertos: es un conjunto de consejos, conjuros y fórmulas mágicas destinados a ayudar a los difuntos a superar el juicio de Osiris, asistirlos en su viaje a través de la Duat y viajar al Aaru, el Más Allá egipcio.

Letanía de Ra, que expone las 76 formas del dios Ra.

Libro de las Puertas: en el que se narra el viaje del difunto por la Duat durante las horas nocturnas, relacionado con el viaje del dios solar Ra. En este viaje se deben pasar una serie de “puertas” en diferentes etapas.

Libro del Imiduat: se narra el recorrido del dios solar Ra por la Duat o inframundo durante las 12 horas de la noche, venciendo los peligros y renaciendo al amanecer.

Libro de las Cavernas: se narra el viaje del difunto por la Duat, pero aquí el difunto atraviesa una serie de cuevas y se relatan los premios o castigos que puede recibir o padecer. Tiene la mejor descripción del infierno egipcio.

Libro de la Noche: se centra en el viaje del dios del solar durante la noche por la Duat. El dios del sol aparece con cabeza de carnero del tiempo nocturno.

Libro del Día: se centra en el viaje del dios del solar Ra durante el día, y el dios del sol aparece con cabeza de halcón.

De las 63 tumbas del Valle de los Reyes solo se abren 8 al público –regulares- y no siempre son las mismas, ya que van rotando y entran en el precio de la visita. A estas 8 tumbas, hay que añadir las 3 tumbas especiales, que hay que pagar adicionalmente si se desean visitar, que son:

La KV 9: Tumba de Ramsés V y Ramsés VI.

La KV 62: Tumba de Tutankhamon.

La KV 17: Tumba de Seti I.

De las 63 tumbas del Valle de los Reyes solo se abren 8 al público –regulares- y no siempre son las mismas, ya que van rotando , entrando las 8 en el precio de la visita. A estas 8 tumbas, hay que añadir las 3 tumbas especiales, que hay que pagar adicionalmente si se desean visitar, que son:

La KV 9: Tumba de Ramsés V y Ramsés VI.

La KV 62: Tumba de Tutankhamon.

La KV 17: Tumba de Seti I.

Algunas tumbas regulares

La tumba de Tutmosis III (KV 34)

Fue una de las primeras tumbas en excavarse en el Valle de los Reyes y está en lo alto de un despeñadero. Para acceder a ella, se debe subir por unas escaleras  de bastante inclinación, por donde se llega a la entrada de la tumba. A continuación, se desciende por un pasillo, que gira 90 grados, hasta llegar a la última sala: la sala del sarcófago que tiene forma ovalada.

La decoración de esta tumba es muy interesante. En la antecámara encontramos un listado de más de 740 dioses del Amduat y en los pilares se pueden ver las cuadrículas que servían de base para realizar la decoración.

En la cámara sepulcral encontramos como decoración el Libro del Amduat, en su versión más antigua y en los pilares se puede ver la Letanía de Ra. Además, en uno de esos pilares hay una escena singular: Tutmosis es abrazado y amamantado por un árbol que tiene un pecho, y en la inscripción se dice que es su madre Isis la que le amamanta.

La tumba de Amehotep II (KV 35)

La tumba de Amehotep II está situada cerca del acantilado y es muy similar a la tumba de Tutmosis III (KV 34), aunque con algunas diferencias que podemos apreciar en la cámara sepulcral que no es ovalada sino rectangular, de grandes dimensiones, y está distribuida en dos niveles. En un primer nivel vemos seis pilares, donde se representan a algunos dioses recibiendo a Amenhotep II y el Libro del Amduat en las paredes de la cámara; en el segundo nivel está el sarcófago.

LIBRO DE AMDUAT.

 La tumba de Horemheb I (KV 57)

Horemheb fue el último rey de la Dinastía XVIII y en su tumba se pueden apreciar algunas diferencias con respecto a las tumbas de principios y mediados de la Dinastía XVIII. La tumba sigue un único eje de 128 metros de longitud. A partir de este momento, las tumbas serían rectilíneas y cada vez más monumentales.

En la sala del pozo se puede ver a Horemheb siendo recibido por divinidades y las figuras del faraón se dirigen siempre hacia el fondo de la tumba, o sea, al sarcófago donde debe descansar.

La decoración en la cámara sepulcral está inacabada a pesar de que Horemheb gobernó más de 20 años. Las paredes prácticamente son un boceto, y nos ayuda a intuir cómo trabajaban los artesanos: se ven las líneas rojas y negras de los bocetos con las correcciones y también cómo se empezaba a rebajar la piedra o pared para hacer el relieve.

En la tumba de Horemheb se ve el Libro de las Puertas, compendio religioso que se ve por primera vez, y que a partir de este momento se verá junto al Libro del Amduat en el Valle de los Reyes.

La tumba de Ramsés I (KV 16)

La tumba de Ramsés I es una tumba de modestas dimensiones e inacabada, pero es muy visitada porque está situada a la entrada del Valle de los Reyes.

La única decoración que vamos a hallar en esta tumba está en la cámara sepulcral y allí puede verse el Libro de las Puertas. Se puede apreciar que los trabajos en esta parte de la tumba se realizaron con mucha rapidez, posiblemente porque el rey murió antes de lo previsto. Por eso, no hay relieves, sino que las imágenes están pintadas, proceso mucho más rápido.

En el centro de la cámara sepulcral hay un sarcófago de granito que tampoco presenta relieve, sino que está pintado. Una muestra más de la rapidez con la que se tuvo que llevar a cabo el enterramiento del monarca.

La tumba de Merenptah (KV 8)

Merenptah era hijo de Ramses II y de la reina Isis-Nofret .

Se situó cerca de la tumba de su padre, y cuando fue descubierta se encontraba llena de escombros y había sido violada desde los primeros tiempos.

La tumba es interesante porque marca una transición entre las de los reyes de la Dinastías XIX y XX; disminuyen el número de habitaciones laterales y aumenta la altura de pasillos y habitaciones. La entrada se hizo mucho más amplia, dando la sensación de una entrada imponente, aunque en sus motivos decorativos, seguían siendo tradicionales.

La tumba de Merenptah es una de las tumbas más largas del Valle de los Reyes, y en ella se encuentran las decoraciones esperadas: en los primeros corredores aparecen la Letanía de Ra, el Libro de las Puertas y el Libro del Amduat. A continuación, en la sala de pozo se ve al rey siendo recibido por diferentes divinidades. Se pueden ver escenas de la Apertura de la Boca en la sala del carro y en los siguientes corredores se pueden ver el Libro de los Muertos.

Letanía de Ra.

Libro de las Cavernas.

Libro del Amduat.

A partir de un momento desaparece la decoración y llegamos a la antecámara, en donde está la tapa del sarcófago exterior de Merenptah. La cámara sepulcral presenta algo de decoración, destacando el Libro de las Puertas, el Libro de las Cavernas y un techo astronómico. En la cámara sepulcral se puede ver la tapa de otro de los sarcófagos de este rey.

La tumba de Seti II (KV 15)

Seti II, era hijo de Merenptah y nieto de Ramsés II. A principios de su reinado, le fue usurpada la corona por Amenmesse, con quien compartió el gobierno -uno al norte y otro al sur- durante tres años, quedando después como rey absoluto. En esta tumba destaca la decoración de la sala del pozo, donde podemos ver una serie de figuras que recuerdan mucho a algunas de las encontradas  en la tumba de Tutankhamon.

Más allá de la sala del carro o de pilares, la tumba quedó inacabada. Hay un corredor a medio hacer en el que se improvisó una cámara sepulcral en donde se encontró la tapa del sarcófago de Seti II.

La tumba de Tausert y Sethnakht (KV 14)

Tausert era la esposa real de Seti II, y su tumba pasó por varias fases.

Cuando murió Seti II, Tausert seguió construyendo esta tumba como regente del joven heredero Siptah. Por eso, las medidas de la primera parte de la tumba son modestas y adaptadas a la tumba de una reina, no de un rey.

Sin embargo, estas medidas cambiarían, ya que cuando murió Siptah, Tausert tendría más de dos años para seguir excavando la tumba, pero ahora en la posición de reina reinante, es decir, a modo de faraón.

En época de Ramsés III, el propio Ramsés III enterró a su padre, Sethnakht en esta tumba, lo que provocó una damnatio memoriae de Tausert -condena de su recuerdo- modificando muchas escenas para realzar la imagen y el recuerdo de Sethnakht y minimizar el de Tausert.

La KV 14 es una de las tumbas más largas con casi 160 metros de longitud. Tiene dos cámaras sepulcrales: la primera que realizó Tausert en las primeras fases de construcción antes de ser reina reinante y la segunda, que mandó construir como reina-faraón con dimensiones propias de un rey.

En la decoración de la primera cámara sepulcral se puede ver el Libro de las Puertas, el Libro de las Cavernas y un techo astronómico. En la segunda cámara sepulcral, se encuentra también un techo astronómico y el Libro de las Puertas. La decoración de ambas cámaras sepulcrales es notable.

El sarcófago que se ve es el de Sethnakht, que finalmente encontró su lugar de reposo en la tumba de Tausert una vez se hicieron las modificaciones en la decoración.

La tumba de Ramsés III (KV 11)

Esta tumba es conocida como tumba de Ramsés III porque fue su lugar de descanso, pero en realidad fue comenzada por Sethnakht, el fundador de la Dinastía XX, el padre de Ramsés III, al que se terminó enterrando en la tumba de Tausert (KV 14). Por tanto, Sethnakht, comenzó a construir esta tumba y probablemente llegó hasta la sala del carro. A partir de ahí, Ramsés III continuó la tumba hasta su conclusión.

En los primeros corredores nos encontramos con La Letanía de Ra, como suele ser habitual. Existen 8 cámaras laterales en las que existe decoración relacionada con figuras de divinidades asociadas a los nomos.

En las salas y corredores siguientes aparecen escenas del Libro de las Puertas, en la sala del carro algunas escenas del ritual de Apertura de la Boca, hasta que llegamos a la cámara sepulcral con la decoración muy deteriorada.

La tumba de Ramsés IV (KV 2)

Es la segunda tumba que aparece tras entrar en el Valle de los Reyes, y por tanto también es una de las más visitadas por los turistas. La tumba de Ramsés IV fue usada como capilla durante la época copta, y por eso se han encontrado más de 50 grabaciones coptas.

En los dos primeros corredores se pueden ver la Letanía de Ra y el Libro de las Cavernas. Esta tumba no tiene sala del carro o de pilares, posiblemente porque la muerte del rey obligó a los artesanos a realizar la cámara sepulcral antes de lo previsto.

En las paredes de la cámara sepulcral encontramos el Libro de las Puertas y en el techo pueden verse el Libro de Nut y el Libro de la Noche

Libro de la Noche.

Libro de Nut.

En la cámara sepulcral destaca el enorme sarcófago, una pieza monolítica de granito que alcanza los 3,5 metros de altura.

Las tumbas especiales

 La tumba de Ramsés V y VI (KV 9)

Ramsés V y VI fueron dos faraones de finales del Imperio Nuevo.

La KV 9 fue una tumba violada desde tiempos antiguos, debido a su monumentalidad; en ella se han encontrado más de 1.000 dibujos de época grecorromana y copta.

La decoración de esta tumba es una de las mejores del Valle de los Reyes. En los primeros corredores encontramos el Libro de las Cavernas, el Libro de las Puertas y referencias astronómicas, entre las que destacan los relojes estelares ramésidas.

En la sala del carro o pilares, puede verse el sepulcro de Osiris y una escena en la que Osiris aparece sentado. También destaca en el techo el Libro de los Cielos y puede verse como la barca solar se dirige hacia la boca de la diosa Nut, representando que el día llega a su fin.

La cámara sepulcral es impresionante y aquí encontramos la primera versión completa del Libro de la Tierra, pudiendo ver en el techo ver relatos del Libro del Día y el Libro de la Noche. Pasada la cámara sepulcral, hay una pequeña sala en la que se representa una escena en la que el dios Nun alza la barca solar sobre cuyo disco vemos formas asociadas en Osiris y en la diosa Nut. La escena final es del Libro de las Puertas.

La tumba de Tutankhamon (KV 62)

El 24 de noviembre de 1922 Howard Carter pudo ver el interior de la tumba de Tutankhamon, en la que nadie había entrado desde hacía 33 siglos. En su momento, quedó cubierta por la tumba de Ramsés IX (KV 6), por lo que estuvo oculta mucho tiempo hasta su descubrimiento, dado que era dificil sospechar de la existencia de una tumba debajo de otra.

Todo los tesoros hallados en el interior de la tumba de Tutankhamon está depositado en el Museo de Egipto.

Tutankhamon fue un faraón de la Dinastía XVIII, que gobernó tras Akhenaton y que murió muy joven. Su reinado no tuvo especial relevancia y, desde luego, no puede compararse con el reinado de otros faraones del Imperio Nuevo como Tutmosis III o Ramsés II. Por eso, su tumba es de modestas dimensiones y casi parece más la tumba de un noble que la de un faraón.

En el interior solo encontramos decoración en la cámara sepulcral y destacan las escenas en las que podemos ver a Tutankhamon junto a su sucesor Ay, vestido con piel de pantera, actuando de sacerdote en el ritual de Apertura de la Boca y frente al dios Osiris. También destaca la escena del cortejo fúnebre, en la que los funcionarios arrastran un carro de transporte con el cuerpo del faraón, pudiendo ver en otra de las paredes una versión muy abreviada del Libro del Amduat, con los 12 babuinos que representan las 12 horas de la noche, y en un extremo la barca solar con un escarabajo.

Plano de la tumba. Leyenda: (1) Cámara del tesoro, (2) Cámara mortuoria, (3) Tercera puerta de acceso, (4) Antecámara, (5) Anexo, (6) Cuarta puerta de acceso, (7) Segunda puerta de acceso, (8) Pasillo, corredor, (9) Primera puerta de acceso, (10) Escalera, (A) Pared de yeso, (B) Pared maciza, (C) Nicho.

La tumba de Seti I (KV 17)

Es uno de las tumbas más ricas y completas del Valle, perteneciendo al segundo faraón de la Dinastía XIX, Seti I.

Fue descubierta en 1817 por Belzoni y en su descripción dice lo siguiente: “Puedo considerar el día de ese descubrimiento como uno de los más afortunados de mi vida. Y quienes saben, por experiencia, tener éxito en una empresa larga y penosa más allá de lo esperado son los únicos que pueden imaginar la alegría que me dominó al penetrar como primero de todos los hombres que actualmente viven en el globo, en uno de los más hermosos monumentos del antiguo Egipto; en un monumento que se había perdido para el mundo y que está tan bien conservado que se diría que acababan de terminarlo un poco antes de nuestra entrada”.

La tumba tiene dos sectores claramente diferenciables. Por una parte, lo que es la tumba propiamente dicha, desde la entrada a la cámara sepulcral y, por otra, un corredor que parte desde la cámara sepulcral y que avanza con gran inclinación hacia un punto muy cercano al nivel freático, relacionado con el mundo de Sokar, el dios del Más Allá.

Desde la entrada, en los primeros corredores se puede ver, como viene siendo habitual, la Letanía de Ra, partes del Libro del Amduat y el Libro de las Cavernas. En la sala del carro se pueden ver los muros pintados de blanco, exceptuando una escena en la que Seti I está siendo presentado por Horus al dios Osiris. En los muros hay escenas procedentes del Libro de las Puertas.

Desde esta misma sala, además, se accede a una cámara anexa lateral, que es muy interesante, aunque la iconografía está solamente esbozada, pero se puede intuir así la manera en que trabajaban en la elaboración de la misma.

Después se pasa por un corredor en el que hay las escenas del ritual de Apertura de la Boca, y una sala en la que Seti I aparece siendo recibido por diferentes divinidades para llegar a la bonita cámara sepulcral. Aquí destaca un gran techo astronómico donde se representan diferentes constelaciones en un techo abovedado, recordando de alguna manera a la forma de la bóveda celeste. En los muros se encuentran distintas partes de los Libros del Amduat y del Libro de las Puertas. Existen cuatro salas anexas a la cámara sepulcral.

Como se señaló con anterioridad, para visitar las 3 Tumbas especiales, hay que pagar, no estando su visita incluida en el ticket general del Valle de los Reyes; me llamó la atención el precio de la visita a la de Seti I, unas 10 veces más que la de las otras 2: 1.400 libras egipcias, o sea alrededor de 50 €.

Tras este atracón del Valle de los Reyes, que en realidad daría para muchos días, y solo para hacer un sightseeing, comimos ya muy tarde, y partimos para ver el Valle de las Reinas, el Valle de los Artesanos, MEDINET HABU  con el Templo de Ramses III, de Hatshepsut y los Colosos de Memnón, todo ello muy rápido, por el escaso tiempo disponible.

El Valle de Las Reinas

El Valle de las Reinas se encuentra situado en el oeste del río Nilo a la altura de la ciudad de Lúxor y muy cerca del Valle de los Reyes; es un complejo de tumbas, lugar de enterramiento de las esposas del faraón, príncipes, princesas y miembros de la nobleza.

Aunque la representante real fundadora de la dinastía XIX, la reina Sitra, es considerada la fundadora del Valle, lo cierto es que ya se habían excavado varias tumbas y pozos funerarios de las dinastías XVII y XVIII frente a él.

Sin embargo, fue gracias a Sitra que este lugar pudiera ser empleado  libremente como necrópolis de las esposas e hijos de los reyes gobernantes.

La primera tumba real fue descubierta por Belzoni en 1816, correspondía a Titi. John Gardiner Wilkinson encontró 24 tumbas en 1828. Champollion y Rossellini descubrieron las tumbas más antiguas en 1829 y Carl Richard Lepsius realizó un nuevo inventario   posteriormente, documentando y recuperando numerosos objetos.

Ernesto Schiaparelli y Francesco Ballerini iniciaron una sistemática excavación del Valle de las Reinas en 1903 y descubrieron la tumba de Nefertari, la joya de la necrópolis tebana.

Hay más de 90 tumbas en el valle principal, Fue conocido como Ta-Set-Neferu -el lugar de la belleza-. Además del wadi principal, el Valle de las Reinas también contiene:

  • El Valle del Príncipe Ahmose
  • Valle del Dolmen
  • El Valle de la Cuerda
  • Valle de los Tres Pozos

 

Estos valles secundarios tienen 19 tumbas. Los entierros se remontan a la XVIII Dinastía.

Una gruta sagrada, dedicada a la antigua diosa egipcia Hathor, se encuentra a la entrada del Valle de las Reinas. Se supone que esto tiene una asociación con el rejuvenecimiento de los muertos.

La mayor parte de las tumbas no están abiertas al público. La visita a algunas está incluida en el precio general de la visita, mientras que otras tienen tarifa de entrada adicional. Están numeradas igual que la de los Reyes con 2 letras, pero la primera en vez de ser K es Q -queen-.

Tumbas incluidas en la visita general del Valle de las Reinas

Tumba de la Reina Tití (QV52)

La tumba de la reina Titi es una de las tumbas reales más pequeñas que se encuentran en el Valle de las Reinas. Lo que atrae de esta tumba es el tentador misterio que rodeó siempre a la reina Titi.

A partir de las representaciones únicas y poco comunes dentro de la tumba, se exageran las especulaciones sobre ella, su edad y la posición real de Titi.

Tumba del Príncipe Khaemwaset (QV44)

Con el título de Sacerdote de Ptah, Khaemwaset tuvo un papel importante en el entierro de otros miembros de la realeza y de la nobleza. Su tumba fue encontrada con muchos sarcófagos apilados fuera de la entrada principal.

Dentro de la tumba, son interesantes las pinturas y decoraciones que se mantienen en buen estado. Muchos representan influencias del más allá.

Tumba del Príncipe Amenherkhepshef (QV55)

Uno de los hijos de Ramsés III, el príncipe Amenherkhepshef, tiene una tumba que es uno de los mejores monumentos del Valle de las Reinas. Aunque el saqueo ha afectado a la tumba, la estructura y las decoraciones permanecen en aceptable estado.

Consta de un plano de construcción simple, cuya habitación más notable es la cámara, que se encuentra pasada la cámara del sarcófago. Este anexo fue construido para proporcionar acceso a Amenherkhepshef al dominio de Osiris.

La joya del Valle de las Reinas es la tumba de la reina Nefertari que es de pago (no incluida en el ticket general).

La Tumba de la Reina Nefertari (QV66)

Conocida como La Gran Esposa Real de Ramsés II, Nefertari fue una de las reinas más conocidas de Egipto. Su tumba es sin duda la más llamativa de las existentes. Las paredes contienen obras de arte finamente detalladas, mientras que estrellas doradas adornan los techos.

La tumba de Nefertari es la más grande y una de las tumbas más bellas de todo Egipto. Cuando se construyó, la tumba tenía 480 metros cuadrados de pinturas que cubrían las paredes y las columnas. Aún quedan en buen estado dos tercios de esta superficie. Las pinturas tienen detalles del rostro de Nefertari, enfatizando su belleza. Algunas de las escenas tienen líneas de color azul, rojo, verde y amarillo, que representan direcciones para navegar al paraíso a través del más allá.

Valle de los Artesanos

Aproximadamente a 1 km de la carretera que conduce al Valle de las Reinas se encuentra Deir El-MedinaValle de los Artesanos-, que toma su nombre de un templo ocupado por monjes cristianos de los primeros tiempos. Cerca del templo se encuentra un yacimiento en ruinas, la Aldea de los Obreros.

Casi todos los obreros y artistas que construyeron las tumbas reales vivieron y fueron enterrados en Deir El-MedinaSet Maat, lugar de Maat o de la Verdad-, para mantenerlos apartados del resto de la población, y así preservar los secretos de las tumbas reales.

Algunas de las pequeñas tumbas del lugar tienen unos relieves extraordinarios, por lo que merece la pena visitarlas.

Las tumbas del último período, muestran buena técnica, y ponen de manifiesto la prosperidad de estos artesanos que tenían el privilegio de una concesión funeraria. Las tumbas de los artesanos debían construirse durante su tiempo libre, y las hacían de forma que el eje se alineara con el del templo del rey a quien habían servido. Actuaban también como embalsamadores y sacerdotes, y seguían los ritos fúnebres al fallecimiento de algún compañero, ritos que también debían seguir fuera del horario de trabajo.

La necrópolis se sitúa en la montaña y está compuesta por unas 500 tumbas, de las cuales solo 53, todas ellas de la época de las Dinastías XIX y XX, están decoradas. Las primeras tumbas, corresponden a tiempos de la Dinastía XVIII, y las últimas al III Período Intermedio. Tienen el código TT.

En la parte de la necrópolis más baja hay un pequeño cementerio, también coetáneo de la dinastía XVIII, en donde las tumbas eran individuales y muy pobres, sin decoración, conteniendo como único ajuar recipientes de comida para el Más Allá. A media ladera, se encuentran unas tumbas muy sencillas de adolescentes, y en la parte alta, las de los adultos.

Sennedyem.

La decoración de las tumbas privadas en general se limitaba a la capilla de entrada, lugar donde los familiares llevaban a cabo los ritos funerarios. En las tumbas de los artesanos en Deir el-Medina, también se decoraba la cámara funeraria, escogiendo los pasajes del Libro de los Muertos que interesaran al propietario o que le recomendasen los sacerdotes. A veces, se pintaban unas escenas mientras se escribían los textos de otras diferentes.

El Siervo del lugar de la Verdad, Sennedyem, era un obrero de Deir el-Medina que vivió durante los primeros años de la Dinastía XIX. Su tumba la TT1 fue descubierta en 1886, y es una de las pocas que estaban inalteradas. Está considerada como la mejor conservada de esa necrópolis al estar cerrada desde su construcción. La decoración de la cámara está intacta, y en ella puede verse a Anubis cuidando la momia de Sennedyem que aparece con barba postiza y el cabello azulado, atributos de un dios.

TUMBAS Y TEMPLOS

Me llamó la atención no ver en todo el viaje palacios de los faraones en ningún lugar, mientras que los templos y recintos funerarios abundaban. Se nos explicó, que era por la durabilidad de los materiales empleados, ya que los palacios eran considerados moradas temporales, y en consecuencia, construidos con materiales menos duraderos, mientras que templos y tumbas eran para la vida eterna, y por tanto construidos con materiales imperecederos.

Hay que DIFERENCIAR entre LAS TUMBAS Y LOS TEMPLOS:

Las tumbas egipcias pueden ser consideradas como las verdaderas casas para la eternidad de los difuntos: pirámides, mastabas, y tumbas, variaron en forma y tamaño en función de la categoría de sus propietarios o de la evolución de las estructuras y conceptos sociales a lo largo del tiempo.

Los templos egipcios, sin embargo, fueron construidos para el culto oficial de los dioses y la conmemoración de los faraones del Antiguo Egipto en las regiones bajo su dominio. Los templos eran vistos como el hogar de los dioses o faraones deificados a quienes eran dedicados, y en ellos los faraones y el clero egipcio llevaban a cabo diversos rituales. Estos rituales eran sentidos  como necesarios para que los dioses mantuvieran el maat: el orden divino del universo.

Además de las zonas de tumbas narradas, se encuentra en sus proximidades Medinet Habu, situada en la orilla occidental del Nilo, frente a Tebas, que es un conjunto arqueológico y monumental que merece la pena visitar: se señalará dónde está, qué es, y cuáles son los lugares de interés de este conjunto, que conserva algunos de sus elementos en muy buen estado.

Medinet Habu está en Tebas Occidental, es decir, el amplio territorio de la actual Luxor que se extiende al oeste del Nilo, cerca del Valle de los Reyes.

Medinet Habu es un recinto que se articula principalmente en torno al templo funerario de Ramsés III, uno de los faraones más importantes de la dinastía XX, y se inspira en buena medida en el cercano Ramesseum, templo funerario de Ramsés II.

Medinet Habu estaba amurallado y, dentro de sus murallas, se localizaban otros espacios, por lo que llegó a tener la consideración de centro administrativo e incluso residencial o, al menos estancial para el propio faraón, pues tenía su propio palacio real. Además, en situaciones de peligro, podía dar cobijo a la población dentro del recinto.

Templo mortuorio de Ramses III en Medinet Habu

El Templo de Ramsés III es sin duda, lo que se conserva en mejor estado del conjunto. Se mantienen en pie varios pilonos con sus espectaculares relieves alusivos al faraón y también el patio, varias salas hipóstilas y capillas. En algunas de sus columnas y techumbres se conservan restos de policromía, lo que da una idea del interesante colorido que debió de tener esta construcción. El templo tuvo:

-Embarcadero y canal, pues este recinto estuvo conectado con el Nilo para la realización de procesiones religiosas en la Barca.

-Pabellón o Palacio Real, desde donde el faraón presenciaba y presidía la procesión.

-Muralla, que nos permite ver la dimensión de este recinto.

Ramses III, faraón de la XX Dinastía, eligió la zona para construir su gran templo funerario. Diseñado siguiendo los cánones clásicos a semejanza del Ramesseum -de Ramses II-, tiene unos ciento cincuenta metros de longitud, y se encuentra bastante bien conservado. En el interior del recinto, al sur, están las capillas de Amenirdis I, Shepenupet II y Nitocris I, las cuales tenían el título de Divinas Adoratrices de Amón durante la Dinastía XXV. El conjunto estaba rodeado por un muro de adobes que servía de protección, disponiendo la entrada del recinto una singular torre.

Torre de acceso al recinto.

También se encuentran en Medinet Habu:

Templo de Amón

Thutmose III y Hatshepsut gobernantes de la XVIII Dinastía, levantaron un pequeño templo dedicado a Amon que sufrió muchas alteraciones y modificaciones a través de los años, durante las dinastías XX, XXI, XXV, XXVI, XXIX, XXX y el periodo greco-romano.

Templos próximos

Amenhotep III, de la XVIII Dinastía, ordenó erigir, al sur de Medinet Habu, un complejo funerario que llegó a ser el mayor y más espectacular de todo Egipto, con los Colosos de Memnon presidiendo la entrada, aunque hoy quedan escasos vestigios del conjunto. Su palacio real se construyó en Malkata, al sur.

TEMPLO DE HATSHEPSUT

Hatshepsut, fue una reina-faraón de la XVIII Dinastía. Reinó de 1513-1490 a. C., llegando a ser la mujer que más tiempo estuvo en el trono de las Dos Tierras. Fue la segunda mujer faraón históricamente confirmada después de Sobekneferu.

Hatshepsut fue la única hija superviviente de Tutmosis I y su esposa principal, Ahmose. Su esposo y hermanastro Tutmosis II era hijo de Tutmosis I y Mutnefert, esposa secundaria, que llevaba el título de hija de faraón y probablemente era hija de Amosis I.

HatshepsutTutmosis II tuvieron una sola hija llamada Neferura. Después de tener a su hija, Hatshepsut no pudo tener más hijos. Tutmosis II tuvo con Isis, una esposa secundaria, a Tutmosis III, quien sucedió a Hatshepsut como faraón.

A finales del reinado de Amenhotep I, ante la falta de descendencia del faraón, el sucesor designado fue el padre de Hatshepsut, el futuro Tutmosis I, quien para legitimar su acceso al trono se había tenido que casar con la princesa Ahmose.

Este matrimonio tuvo, además de a Hatshepsut, al menos a otros tres niños, de nombres Amenmose, Uadymose y Neferubity, aunque solo Hatshepsut y su hermana mayor, Neferubity -murió adolescente- llegarían a edad adulta.

Además de sus hermanos, Hatshepsut tuvo, hermanatros por parte de padre con esposas secundarias y concubinas. Del único del que nos ha llegado constancia, es de quien fuera su esposo, Tutmosis II.

Tutmosis II tuvo un reinado muy breve, y murió en plena juventud cuando sus dos únicos hijos conocidos aún estaban en la primera infancia. Como había pasado en la generación anterior, la gran esposa real Hatshepsut no había traído al mundo un varón, sino una niña, por lo que volvió a abrirse una crisis sucesoria. Una vez más, Ineni -arquitecto de cinco faraones, administrador de los graneros de Amón y alcalde de Tebas- consiguió que la nobleza aceptara como candidato a un hijo de Tutmosis II y de una simple concubina, que sería coronado faraón con el nombre de Tutmosis III.

Dado que Tutmosis III era demasiado pequeño para gobernar, la gran esposa real de Tutmosis II asumió la regencia y pospuso el matrimonio entre el nuevo rey y su hija, la princesa real Neferura, único matrimonio que podría legitimar el ascenso al poder de Tutmosis III.

Durante los primeros años de reinado de Tutmosis III, Hatshepsut estuvo preparando minuciosamente un “golpe de Estado” que revolucionaría la tradicional sociedad egipcia. Alejó para siempre de la escena política a Ineni, y elevó a sus fieles Hapuseneb y Senenmut a los más altos cargos. Parece ser que la figura política más importante de la época fue Hapuseneb, quien tuvo los cargos de chaty -primer magistrado tras el faraón- y sumo sacerdote de Amon.

Cuando se vio lo suficientemente fuerte, la hasta entonces gran esposa real y esposa del dios Amon, Hatshepsut, en presencia del faraón Tutmosis III, se autoproclamó también faraón de las Dos Tierras y primogénita de Amon, con el beneplácito de los sacerdotes, encabezados por Hapuseneb.

Tutmosis III no pudo hacer otra cosa más que admitir la superioridad de su tía y madrastra. Hatshepsut.

Tras 15 años de reinado, en un solo año murieron: Hatshepsut, su hija Neferura y los apoyos de la reina faraón Hapuseneb y Senenmut. Ascendido al poder absoluto, Tutmosis III mandó borrar todos los nombres y figuras que mencionaran a su antecesora, aunque los templos no podían destruirse sin ofender a los dioses, sobreviviendo el templo objeto de la visita.

El Templo de Hatshepsut es uno de los templos más impresionantes de Egipto por su arquitectura, construido por la reina Hatshepsut en el siglo XV a.C., tallado en la roca de una montaña.

El templo funerario de Hatshepsut, conocido como Djeser-Djeseru –el sublime de los sublimes– se encuentra en el complejo de Deir el Bahari al oeste del Nilo, cerca del Valle de los Reyes. Este templo fue construido en honor a Amon-Ra y es considerado uno de los monumentos más importantes del Antiguo Egipto.

El canciller, arquitecto real y posible amante de Hatshepsut, Senemut, fue probablemente el arquitecto de este templo.

Las terrazas escalonadas alcanzan los treinta metros de altura; cada nivel está conformado por columnatas de pilares de caliza de sección cuadrada, precedidos por estatuas osiríacas. La capilla de Anubis, en la zona nordeste del templo, posee columnas de sección poligonal, de estilo protodórico. Estas terrazas están conectadas por una gran rampa central, que en la antigüedad estaba flanqueada por jardines de plantas exóticas traídas del Punt.

La forma escalonada de este templo corresponde a la clásica forma tebana, con elementos arquitectónicos como pilonos, salas hipóstilas, patios, capillas y santuarios.

Ya de vuelta, y muy cansados de tantas horas de calor y tumbas, marchamos hacia nuestra casa/barco, pasando previamente por los Colosos de Memnón, que son las dos estatuas gigantes de piedra del complejo que mandó construir, Amenhotep III -Amenofis III-, del que ya apenas queda nada en la orilla occidental del Nilo frente al Valle de los Reyes.

Las dos estatuas gemelas muestran a Amenhotep III en posición sedente; sus manos reposan en las rodillas y su mirada se dirige hacia el este, en dirección al río Nilo y al Sol naciente. Dos figuras de menor tamaño, situadas junto al trono, representan a su esposa y a su madre; los paneles laterales muestran una alegoría del dios de la inundación anual, Hapy.

Las estatuas están esculpidas en grandes bloques de cuarcita, traídos desde la cantera de el-Gabal el-Ahmar, cerca de El Cairo. Se cree que las piedras eran demasiado pesadas para haber sido transportadas por el Nilo. Las estatuas tienen una altura total de dieciocho metros y un peso estimado de 720 toneladas cada una.

Al final de las visitas volvimos a la motonave, iniciando la navegación para atravesar durante la noche la esclusa, dirigiéndonos a Esna, disfrutando de una estupenda cena y noche festiva en la discoteca del barco, para los que aún les quedaran fuerzas.

Al día siguiente amanecimos navegando por las tranquilas aguas del Nilo, contemplando las riberas llenas de palmeras y vegetación, con un contraste muy definido con el marrón del desierto que continuaba hasta donde alcanzaba la vista tras la verde franja de la zona inmediata al río. Habíamos pasado Esna y cruzado sus esclusas, de la que pedimos fotos a nuestro guía.

Estábamos llegando a Edfu, en donde visitaríamos el templo dedicado al dios Horus, continuando después la navegación durante las últimas horas de la mañana y la comida hacia Kom Ombo, en donde se encuentran los templos de Sobek y Haroeris.

Esna -nombre árabe- está en la ribera del Nilo a 55 km al sur de Luxor. Era la antigua Iunyt -nombre egipcio-, que fue capital del Nomo III del Alto Egipto durante un tiempo.

La esclusa del río Nilo, situada junto a la ciudad, es paso obligado para salvar un desnivel de unos diez metros, siendo parada obligatoria para todos los cruceros que navegan por el río.

En Esna hay un templo dedicado al culto de Jnum , iniciado durante los reinados de Tutmosis III  (s. XV a. C.), y  Amenhotep II, de la XVIII Dinastía. Posteriormente, en la época saita, sobre sus restos, fue edificado el templo dedicado a la triada de Esna: JnumAnuket y su hija Seshat.

Terminado el desayuno, marchamos hacia Edfú, a 10 minutos caminando desde el embarcadero, en la ribera occidental del Nilo.

Edfu se encuentra equidistante de Luxor -al N.- y Asuán -al S.- separadas unos 110 km, que son las dos principales ciudades del Alto Egipto. Es la puerta de entrada al Valle del Nilo para muchos viajeros que vienen desde el mar Rojo.

Se encuentra en un cruce de caminos que se caracteriza por su fértil vega, dedicada tradicionalmente al cultivo de la caña de azúcar. Su población ronda los 130.000 habitantes, que también se dedican al turismo, puesto que el templo de Edfu es uno de los destinos favoritos de quienes visitan Egipto.

El Templo de Edfu, es uno de los templos mejor conservados. Dedicado al dios Horus, fue construido entre el año 237 a.C. y 57 a.C., en el período ptolemaico, tras la conquista de Egipto por Alejandro Magno en 331 a.C. Uno de sus diádocos sucesores, Ptolomeo, naturalmente griego, y sus descendientes, siguieron las tradiciones egipcias manteniendo su arquitectura clásica faraónica.

Ptolomeo III fue quien inicio la construcción del templo, continuado por su hijo, Ptolomeo IV Philopator. Después de algunos períodos de menor actividad constructiva, fue Ptolomeo XII -el padre de Cleopatra- en 57 a.C. quien concluyó la construcción del Templo.

El Templo de Edfu es un templo greco-romano que fue uno de los más grandes del Antiguo Egipto, solo por detrás del Templo de Karnak en Luxor. Su longitud es de 137 metros, su anchura 79 y su altura de 36.

Exterior del Templo de Edfu.

El templo, como todas las construcciones arquitectónicas de la época faraónica cuenta con el pilono de entrada, las salas hipóstilas, una cámara de ofrendas, la sala central y el santuario del templo.

Justo a ambos lados de la entrada de la zona hipóstila, se encuentra la  escultura en granito negro que representa al dios Horus en forma de  halcón colosal.

Sus inscripciones de las paredes ofrecen información sobre su construcción, referencias mitológicas y religiosas, y costumbres de vida del Antiguo Egipto. El templo fue abandonado debido a que se prohibió el culto no cristiano en el 391 d.C.

Entrada a primera sala hipóstila.

Sala Hipóstila del Templo de Edfu.

El techo de la sala hipóstila –denominación historiográfica de los recintos arquitectónicos cubiertos, sostenidos por columnas, que a veces llegan a ser verdaderos bosques de columnas, habitualmente adinteladas, de techumbre plana– está muy dañado, debido a que los cristianos quemaron las imágenes religiosas y estatuas que no fuesen cristianad, afectando el fuego a la parte superior.

A partir de ahí, el templo quedó abandonado y se fue enterrando, construyéndose sobre él posteriormente viviendas. No fue hasta 1860, cuando el egiptólogo francés Auguste Mariette inició las excavaciones para desenterrarlo. La arena ha logrado mantener en buen  estado de conservación el Templo hasta nuestros días.

La entrada del Templo de Edfu, muestra en su gigante pilono de 36 metros de altura, a Ptolomeo XII, el gobernante ptolemaico que finalizó el templo, golpeando a sus enemigos ante el dios Horus.

Tras el paso del pilono, nos encontramos con la sala hipetra* rodeada por columnas, donde las paredes aparecen decoradas con relieves que continúan a lo largo del patio en la parte inferior tras las columnas.

Sala Hipetra, Templo de Edfu.

Estas inscripciones nos narran algunas de las historias mitológicas de las contiendas divinas de la época como la victoria de Horus e Isis sobre Seth, tras haber matado a su hermano Osiris, esposo de Isis.

Una estatua de Horus está instalada en la sala hipetra o patio peristilo, en el que se yergue vigilante sosteniendo la doble corona de Egipto

Está relatado el Festival del Bello Encuentro, donde se puede ver a la diosa Hathor navegando desde el templo de Dendera, y al dios Horus desde el Templo de Edfú, para encontrarse a medio camino. Este encuentro se realizaba dos veces al año, desplazándose ambos, en una de las ocasiones al templo de Dendera, y al templo de Edfu en la otra.

* Sala hípetra es el término utilizado para describir un espacio arquitectónico que no está cubierto con un techo.​ En la arquitectura egipcia monumental, la sala hipetra solía estar rodeada de columnas, a manera de patio porticado. Era normalmente el espacio inmediatamente posterior a los pilonos de la entrada y anterior a las salas hipóstilas.

Entrada a la primera sala hipóstila.

En la entrada a la primera sala hipóstila se puede ver una estatua del dios Horus con la doble corona del Alto y Bajo Egipto.

Esta primera sala hipóstila “de las fiestas” es la parte más antigua del templo y está compuesta de 12 columnas decoradas, de varias salas destinadas a las ofrendas, la Cámara de las Consagraciones situada a la izquierda, en donde el rey o el sacerdote se vestían para los rituales, y otra sala con la Biblioteca a la derecha.

Techo de la primera Sala Hipóstila.

El techo aparece quemado, debido a la incineración de imágenes religiosas realizada por los cristianos, cuando creyeron poseer la verdad del infierno de los necios.

A continuación, se accede a la segunda sala hipóstila con hileras de columnas a ambos lados de la sala, sobre las cuales descansa el techo intacto en esta ocasión, con relieves sobre astronomía y representaciones planetarias.

Interior del templo.

A través de una puerta con relieves de los barcos de Horus y Hathor accederemos a la sala de las ofrendas.

Una de las 4 pequeñas salas destinadas a las ofrendas, contiene las fórmulas de las esencias y ungüentos egipcios denominada del Laboratorio, que, durante su ocupación, los franceses tomaron para elaborar los perfumes más populares conocidos hoy en día.

Sala del Laboratorio.

La sala de las ofrendas se encuentra comunicada con las terrazas a través de una escalera y da acceso a la sala central, lugar de la capilla dedicada al dios Min, el dios lunar, de la fertilidad y la vegetación.

La barca ceremonial de Horus en el santuario.

Tras la sala central llegamos al Santuario del dios Horus, la zona más sagrada del templo, que fue construida con granito negro y en donde se pueden ver la mesa de las ofrendas y la barca ceremonial en la que se transportaba a Horus al encuentro con Hathor durante los Festivales. En las paredes interiores existen relieves mostrando a Ptolomeo IV realizando ofrendas a los dioses.

En el muro exterior del Santuario aparece la lista de los nomos de las Dos Tierras.

El santuario contiene pequeñas salas con un nombre grabado en el exterior:

-Cámara de las telas.

-Tumba.

-Dos salas de Sokar que constituían el templo de Osiris. De ellas, una tiene grabados del culto de Osiris muerto.

-La cuna que incluía el sistro de oro y la barca.

-Cámara de la pierna y sala adjunta dedicadas al dios Jonsu.

-Cámaras de Ra y de la triada Menhyt, Nejbet y Neftis.

Alrededor del santuario de Horus hay diferentes salas o capillas auxiliares, también decoradas con relieves y escenas de dioses de la religión egipcia. Un ejemplo es la capilla del Año Nuevo, en donde puede verse a Nut, diosa del Cielo, ocupando prácticamente todo el espacio del techo.

El recinto del templo de Edfu tiene también su propia Casa del Nacimiento Divino o Mammisi, estructura muy habitual en época ptolemaica y romana. Aquí se celebraba el nacimiento de Horus y también del monarca reinante en ese momento.

El templo de Edfu tenía su propio Nilómetro, es decir, una cámara subterránea en donde se medían las crecidas del río Nilo cada año. Permitía valorar cuál era el ritmo de aumento de su cauce y así entender si iba a ser un buen año para la agricultura, o bien uno de sequía o excesivas inundaciones.

Maravillados con lo visto, regresamos a la motonave y mientras comíamos, navegamos hacia Kom-Ombo, donde visitaríamos el Templo dedicado al dios Sobek con cabeza de cocodrilo y Haroeris, Horus envejecido, con cabeza de halcón.

El Templo de Kom Ombo está situado a orillas del Nilo en la ciudad de su mismo nombre, a 40 km al norte de Asuán. Su construcción se inició bajo el reinado de Ptolomeo VI en el siglo II a. C. y fue terminado por Ptolomeo XII en el siglo I a. C.

El nombre de la ciudad de Kom Ombo se deriva de Ombos cuyo equivalente egipcio significa oro -Colina de Oro-, y era el lugar por donde pasaban las caravanas comerciales que se dirigían  y volvían de Nubia, a través del valle del Nilo. Por ello se mantuvo la ciudad fortificada a lo largo de la historia.

Curiosamente, los Templos no están en su emplazamiento original, ya que fueron desplazados desde su ubicación inicial, para que no los destruyeran las aguas del Nilo tras la inundación que se produciría al poner en marcha la Gran Presa de Asuán. Un traslado como éste, se realizó en otros templos por el mismo motivo, entre los cuales el más famoso es el de Abu Simbel como veremos más adelante.

Así, el templo de Kom Ombo se halla en un lugar privilegiado, suspendido sobre la orilla izquierda del Nilo, siendo la opinión generalizada de los expertos, como la mejor ubicación de todos los templos egipcios.

El templo de Kom Ombo se construyó para honrar a dos deidades: Sobek, divinidad local con cabeza de cocodrilo, dios de la fertilidad y creador del mundo, y Haroeris o versión anciana de Horus con cabeza de halcón.

El Templo está formado por dos templos simétricos respecto a un eje longitudinal, y cada detalle de la construcción se reproduce de manera idéntica en cada uno de ellos.

Dos entradas sur y norte.

En la fachada existen dos entradas independientes, pero en el interior hay espacios compartidos por los dos templos. El que está en la parte norte -izquierda- del templo, está dedicado al dios Haroeris -Horus el Viejo-. Es una de las primeras formas de Horus, el Dios del sol de la mañanaSeñor de la Luz y del Cielo. Sus ojos estaban formados por el Sol -ojo derecho- y la Luna -el izquierdo-.

El dedicado a Sobek está al sur del complejo y su entrada es la de la derecha según se mira de frente; del sudor de Sobek surgió el Nilo.

En ambos templos aún se pueden apreciar las mesas de diorita negra dedicadas a las ofrendas. Estos templos fueron denominados Casa del Cocodrilo y Castillo del halcón.

Hay dos tríadas en el templo, una con Haroeris, su mujer Tasenetnefret y su hijo Panebtawy, y la otra se atribuye al dios Sobek, Hathor y Jonsu.

Aunque la construcción original de este templo se remonta al siglo II a.C., en el siglo II d.C., los romanos, decidieron hacer importantes reformas llegando al edificio que podemos ver en la actualidad. El templo de Kom Ombo, situado sobre una colina, presenta un estado de conservación bastante desigual, ya que en ciertas etapas, sus piedras fueron utilizadas para edificar otras construcciones.

La planta, es parecida a la del templo de Edfu; consta de un patio, dos salas (una de ellas, el pronaos) y tres vestíbulos (en vez de los dos de Edfu). Tiene, sin embargo, dos ambulacros -pórticos que dan al exterior- aunque en Edfú solo hay uno, dispuestos en tres lados, alrededor de las cámaras.

El pilono está decorado con bajorrelieves del emperador romano Domiciano haciéndole ofrendas a la tríada de Sobek.

El patio está en ruinas, con los muros laterales y el pilono destruidos. En las dos puertas que conducen al interior hay inscripciones y relieves con el nombre de Tiberio. A ambos lados de la doble puerta hay representaciones de Ptolomeo XII siendo purificado por Horus y Thot en presencia de Sobek y de Haroeris.

Desde él patio, dos puertas llevan a la primera sala hipóstila –pronaos-. En ella, hay grabadas escenas protagonizadas por Haroeris en el muro izquierdo y por Sobek en el derecho. Las columnas están talladas con lotos del Alto Egipto y papiros del delta del Nilo. En los muros abundan las representaciones rituales relacionadas con la purificación del rey, la consagración del templo y las dos tríadas, con los nombres de Ptolomeo VIII Evérgetes II, Cleopatra II y Ptolomeo XII Neo Dioniso.

En la segunda sala hipóstila, los muros muestran escenas de ofrendas con el nombre de Ptolomeo VI Filométor y Ptolomeo VIII Evergetes II. A continuación, se sitúan tres vestíbulos.

En los santuarios se ven decoraciones semejantes a las de la fachada. En el corredor interno de la izquierda están representadas las divinidades del Nilo. Hay también figuras alegóricas de los distintos territorios agrícolas. En la parte norte hay cartuchos de Nerón y Vespasiano. Se ven representadas también todas las fases de la construcción del templo y las técnicas usadas, y un grupo de instrumentos quirúrgicos, ya que el templo era visitado por enfermos. El templo siempre se relacionó con la medicina, pues existe numeroso instrumental médico del que se utilizaba en el Antiguo Egipto grabado en algunas paredes del edificio. Además, se describen diferentes ofrendas a Imhotep, alto funcionario y gran figura de la época que, entre otras cosas, también fue médico.

En el suelo, en el exterior del santuario, fueron grabados tableros de juegos para entretener a los visitantes enfermos. En las proximidades hay dos nilómetros, utilizados para medir el nivel de las aguas de río Nilo.

Delante del templo se encuentra el Mammisi, o templo del nacimiento de Horus, construido por Ptolomeo VIII Evergetes II, muy deteriorado por la humedad del Nilo. La capilla de Hathor está también al sur del templo y en ella hay varios cocodrilos momificados que provienen de una necrópolis de cocodrilos próxima al templo. En el séptimo año de Domiciano fue decorado en honor de la diosa Hathor, la Afrodita griega.

Cuando se descubrió el templo de Kom-Ombo se encontraron una serie de criptas subterráneas cercanas a los santuarios. Allí se hallaron más de 300 cocodrilos momificados. No hay que olvidar que Sobek era el dios del río y su cabeza era la de este animal, siendo por tanto animales sagrados que eran embalsamados cuando morían. Algunas de esas momias todavía se pueden contemplar expuestas en la Capilla de Hathor, situada al este del templo, y otras, la mayoría, en el próximo Museo del Cocodrilo.

También se halló un pozo circular con escaleras de acceso, conectado a una cisterna y un gran foso rectangular. Es probable que se mantuvieran allí los cocodrilos para las funciones rituales.

Ambos dioses compartían las cámaras de culto, teniendo sin embargo sus santuarios diferenciados, e incluso cada uno contaba con su propia ruta procesional. Por eso hay muchos elementos que aquí se ven por duplicado.

Tiene un doble amurallamiento que crea una galería interior y otra exterior. En la exterior, es donde se concentraba el mayor número de peregrinos que acudían en busca de curaciones. Por eso se han conservado muchos dibujos realizados por estas personas.

El centro de culto está situado detrás de los santuarios. Allí se ve un pequeño nicho, flanqueado por las esculturas ¡de los dos dioses, y en el muro se ven orejas talladas, que ponían de manifiesto el interés de los dioses en oír las súplicas de sus fieles.

El templo naturalmente no ha llegado íntegro a nuestros días, y muchas de las cámaras rituales se han perdido a lo largo del tiempo. aunque se puede admirar la proporcionada sala hipóstila, habitual en prácticamente todos los templos del Egipto de los Faraones, que ha llegado hasta el presente, en un muy buen estado.

Los textos y relieves del templo hacen referencias a actos litúrgicos de los que se realizaban en aquella época. El templo albergaba una teología específica hallándose dos temas presentes en el templo: el de Egipto y el local; ambos se combinan para crear la teología del templo.

Muchas partes del templo han sido destruidas por la acción del Nilo, terremotos, o empleándose a veces sus piedras para otras construcciones posteriores. Algunos de los relieves de su interior fueron desfigurados por los cristianos coptos, quienes usaron el templo como iglesia.

Tras la visita a los Templos de Kom Ombo, ya tarde, volvimos a nuestra casa/barco, donde aquella noche habían preparado una fiesta de disfraces de tipo árabe, pasando después de la cena a la discoteca donde casi todas/os/es dieron todo lo que tenían menos su virtud, a lo que se pudo percibir; sería por la presencia inmaterial de los dioses…digo yo…

Ya durante la cena y la fiesta, el barco navegaba hacia Asuán, en donde a la mañana siguiente amaneceríamos en la Gran Presa Alta, acabada en 1970, de 3.600 metros de largo, 980 metros de ancho en la base y 111 metros de alto. Las inundaciones producidas por el desbordamiento del rio Nilo, que durante milenios marcaron el ritmo de la abundancia y la pobreza en Egipto, definitivamente, se controlaron con la construcción de esta gran presa, que, además, es la fuente más importante de la energía eléctrica de todo el país. El gran lago que se forma debido a la presa fue bautizado con el nombre de Nasser, en honor del presidente de la nación cuando se construyó la Presa Alta.

Tras el desayuno y después de ser informados de la llegada a Asuán, partimos para ver la Gran Presa, y a continuación, los Templos de Philae, y tras la comida en el Amarco, hacer un viaje en faluca para ver el Obelisco Inacabado, y durante el paseo en la pequeña embarcación ver desde lejos el Mausoleo del Agha Khan. la Isla Elefantina y el Jardín botánico.

Pocas presas han tenido la repercusión mundial de la presa de Asuán. Por razones políticas, técnicas y culturales, es una obra que ha quedado registrada como muy importante en los anales de la arquitectura del agua.

La presa, terminada en 1970 es hoy la 8ª del mundo por superficie y la 4ª por capacidad de embalse. Lo que más impactó antes de la finalización, fue la faraónica labor que se llevó a cabo con la ayuda de muchos países, para salvar los maravillosos templos egipcios que se encontraban a las orillas del Nilo y que quedarían sumergidos bajos las aguas del futuro embalse si no eran trasladados a lugares que no fueran inundados. 52 países colaboraron en las tareas, financiando también la operación.

Una historia en plena guerra fría, que fue la lucha contra el reloj para salvar unos monumentos de más 4.000 años de antigüedad.

En 1954, el militar egipcio Gamal Abdel Nasser subió al poder tras el golpe militar que derrocó al Rey Faruk en 1952, tras dos años de presidencia del general Naguib, convirtiéndose en los primeros egipcios en gobernar Egipto desde el siglo VI a.C.

Egipto es un desierto en casi un 98 % de su extensión, y sólo las zonas próximas al Nilo están habitadas y son fértiles.

La construcción de un mecanismo que asegurara el suministro de agua todo el año, todos los años, y que evitara los daños causados por las crecidas, podría cambiar la vida y la economía egipcia. Además del agua, se crearía energía eléctrica para más de 20.000 localidades que no disponían de ella.

En Asuán, ya existía una presa construida por los británicos, pero con 30 metros de altura, que podía almacenar agua solo para un año y se veía desbordada habitualmente por las crecidas del Nilo.

El nuevo gobierno, con Nasser a la cabeza, hizo de la construcción de la gran presa su proyecto de futuro, y comenzó a intentar lograr financiación y ayuda técnica.

Alemania había pagado dinero a Israel en compensación por el holocausto tras la Segunda Guerra Mundial, lo que causó malestar en los países árabes, y así, en compensación, Alemania mandó ingenieros para asesorar en el proyecto y la construcción de la presa. La fase de diseño tardó 2 años (1952-1954), y ya con el proyecto terminado, acudieron los egipcios al Banco Mundial en busca de la financiación.

El banco mundial tardó 2 años en estudiar el caso (1954-1956) y finalmente, con bastantes condiciones, aceptó el proyecto.

En aquella época, la tensión entre Egipto e Israel por la península del Sinaí era máxima, procediendo además Egipto, animada por los rusos, a la nacionalización del Canal de Suez, hasta entonces propiedad de una compañía franco británica.

Se desencadenó una guerra de alcance limitado –Guerra del Sinaí o Crisis de Suez– entre una coalición franco-británica-israelí sobre la zona de Suez contra Egipto y sus aliados árabes, que finalizó con la victoria militar de la coalición fbi y su derrota política, ya que tanto EEUU como URSS y Naciones Unidas, obligaron a franceses y británicos a retirarse, siendo el Canal finalmente nacionalizado por Egipto.

Egipto había intentado la compra de armas para esa guerra a los países occidentales sin éxito, consiguiéndolas de los países del Pacto de Varsovia. En el transcurso de esa guerra, y también como consecuencia del reconocimiento de Egipto por la China comunista, fue retirada la oferta de financiación del Banco Mundial para la construcción de la proyectada Presa.

La URSS ofreció un préstamo de 1.120 millones de dólares a muy bajo interés, y esa fue la financiación utilizada, con el consiguiente acercamiento, ya total, de Egipto, al bloque comunista.

La presa tardó en construirse 10 años, costó más de 1.000 millones de dólares de la época, trabajando más de 25.000 personas.

Nasser y Nikita Kruschev en la inauguración de la Presa Alta.

Se trata de una presa de materiales sueltos con un núcleo de arcilla -que evita que el agua se filtre-, recubierta por escollera de granito -que mantiene a la presa inamovible por su propio peso-.Su altura, de 111 metros, no es especialmente destacada. Si lo es su anchura, que en su base es de 980 m y en su coronación de sólo 40. Dicha coronación tiene una longitud de 3.800 metros de largo.

El volumen total de la presa es el equivalente a 17 veces la Gran Pirámide de Keops, pero si los números del cuerpo de la presa son importantes, los caudales, la producción hidroeléctrica y el embalse generado, lo son aun más.

Los desagües de fondo son capaces de evacuar 11.000 m3/s, más 5.000 m3/s del aliviadero de emergencia. En total puede desaguar 16.000 m3/s.

Al lago generado por la presa se le dio el nombre de Lago Nasser. En su máximo recorrido se adentra hacia el sur 550 km, llegando hasta Sudán.

La capacidad de embalse es de 162.000 hm3, casi el triple de la capacidad total de embalsamiento de toda España (56.074 hm3).

La presa de Asuán es esencial en el funcionamiento del país, lo que la convierte en un objetivo militar estratégico siendo necesarias medidas de protección muy importantes.

Cuando se construye una infraestructura de este tipo, también será necesario inundar un vasto territorio, en donde vivían miles de personas y en el que se encontraban algunos de los templos más antiguos de la historia: más de 50.000 nubios -pueblo que habita en esa región, al sur de Egipto y norte de Sudán-, tuvieron que ser reubicados, y los templos como se ha comentado, fueron cortados en trozos de no más de 30 toneladas y trasladados fuera del alcance de las aguas.

En el caso de los de Abu Simbel -viajaríamos al día siguiente-, construido dentro de una montaña, se decidió, trasladar también la montaña.

El mayor coste de todos los traslados, fue el de los tres conjuntos de templos más grandes: Kalabsha, Philae y Abu Simbel.

El de Kalabsha, situado originalmente a 50 km de la actual presa, fue trasladado a un islote a pocos metros de la misma. Construido en el 30 a.C., durante la época de dominio romano, nunca fue terminado, y aunque es impresionante, está fuera de los circuitos turísticos.

Templo de Kalabsha.

Para visitarlo es necesario trasladarse desde el pueblo nubio de Asuán en faluca, siendo el segundo templo en tamaño de Egipto después de Abu Simbel.

Pueblo nubio.

Dicen, que el ritmo de Egipto empieza al son lento y relajado de las tierras nubias en el Alto Egipto y se vuelve frenético y caótico según se aproxima al Mediterráneo, especialmente en El Cairo, en el Bajo Egipto. Esa paz era la que se respiraba en el pueblo nubio de Asuán.

Fue un homenaje al Dios del Sol nubio, Mandulis, y data del 30 A.C. aunque realmente la isla donde se ubica hoy es un recinto que congrega varios templos y construcciones que se desplazaron al construir la Gran Presa, como el templo de Gerf Hussein, construido durante el reinado de Ramses II y dedicado a Ptah -dios creador y constructor-.

En Egipto hubo cuatro templos y lugares donde sucedieron los acontecimientos de la Leyenda de Isis, Osiris y Horus.

De los Hijos del dios Ra, SHU -el Aire- y TEFNUT –la Humedad-, nacieron dos divinidades GEB -dios de la Tierra- y NUT -diosa del Cielo-. GEB Y NUT engendraron cuatro hijos: OSIRIS, ISIS, SETH y NEFTHIS. Osiris y sus hermanas Isis y Nefthis representaban el bien, mientras Seth representaba el mal.

OSIRIS al ser hijo mayor y favorito de los dioses, reinaba en la tierra, enseñando a los hombres la agricultura, la escritura y la convivencia. SETH maquinó para asesinar a su hermano y gobernar sobre Egipto.

La fiel esposa de Osiris, ISIS, resucitó a su marido en Abydos, primer templo de la historia, y allí fue concebido HORUS.

ISIS tuvo que huir a refugiarse a la isla de Philae donde se construyó el segundo templo de la historia.

HORUS, desafió a su tío SETH y le venció en Edfu, el tercer templo de la historia. Horus reinando ya sobre Egipto y dios sobre la Tierra, se casó con HATHOR cuya morada era Dendera, lugar en donde se construyó el cuarto templo de la historia.

Así, veríamos a continuación los Templos de PHILAE, isla en donde se crio Horus.

Los Templos de Philae son un conjunto de templos que deben su nombre a la isla en la que se situaban, Philae, Esta isla quedó parcialmente sumergida tras la inundación posterior a la puesta en marcha de la Presa Baja. Luego, la isla quedaría casi totalmente sumergida tras la inundación de la Presa Alta, tras ser transportados los templos a Agilkia.

Vista general de Los Templos de Philae en su ubicación actual.

Fueron trasladados previamente a la inundación a la isla de Agilkia, rebautizada como Philae, que es unos metros más alta que la primera. En el conjunto hay más de 10 edificaciones, principalmente dedicadas a la diosa Isis.

LOS TEMPLOS DE PHILAE

En Philae están los santuarios más bellos de todo el Antiguo Egipto, que alcanzaron su máximo esplendor constructivo en el Período Ptolemaico.

Según parece, las primeras edificaciones se remontan a la XXV Dinastía con el faraón de origen nubio Taharka, alrededor del 690 a.C. y continuaron hasta el año 117 d.C., participando en su construcción los faraones además de Taharka, Nectanebo I, Ptolomeo I, II, III, IV, VI, VIII, XIII, Tiberio, Augusto y Trajano entre otros.

El gran templo de Philae está dedicado a Isis, la divinidad femenina más universal de la historia egipcia. Para los Antiguos egipcios, la diosa Isis representaba la mujer, la vida y la magia, y para los sacerdotes iniciados que se consagraban a su culto, ISIS era la diosa de la Sabiduría, que atesoraba los arcanos Misterios de la Naturaleza.

En Philae se encuentra la diosa Isis fusionada con la diosa Hathor, la gran Madre cósmica, llevando sobre su cabeza el dorado disco solar entre los plateados cuernos de la luna. En la antigüedad, este templo estuvo también consagrado a Jnum, Señor de la primera catarata y dios de las Fuentes del Nilo, que era para ellos el misterioso lugar de donde procedían las aguas de la vida. El dios Jnum junto a las diosas Anukis y Satis formaban La Triada de las Cataratas que aparece representada en Philae.

Se debe señalar la asociación simbólica de la diosa Isis con la estrella Siriollamada Sothis por los egipcios-, pues según su calendario, era la salida de este astro en el horizonte precediendo al Sol, la que anunciaba el comienzo del año nuevo egipcio, que coincidía con la crecida de las aguas del Nilo.

Según el pensamiento de los antiguos egipcios, eran las lágrimas de Isis, en su desconsolado llanto por la muerte de su amado Osiris, las que alimentaban el Nilo en forma de inundación bienhechora, trayendo al país de las dos tierras la abundancia, la prosperidad y la vida.

La diosa Isis, cuyo atributo natural es un trono, aparece con los cuernos hathóricos por su sincretismo con la diosa Hathor.

Uno de los aspectos más destacados de Philae es que, si bien contiene los mismos elementos canónicos que cualquier templo egipcio, aquí están colocados en una distribución arquitectónica diferente. La primera edificación que nos encontramos entrando por la parte occidental del templo, es el pabellón de Nectanebo I. Construido en la dinastía XXX. Este edificio es el más antiguo de los que se conservan todavía en pie. Sus estilizadas columnas papiriformes rematadas con ábacos de la diosa Hathor, fijan el modelo arquitectónico que veremos repetido en los templos de esta diosa.

Es aquí también donde aparecen los testimonios arqueológicos más antiguos referentes a las primeras construcciones realizadas en Philae durante las dinastías XXV y XXVI, como varios sillares de piedra reutilizados en los que aparecen grabados diversos cartuchos con los nombres del faraón Taharka y reyes de la XXVI dinastía.

Frente al pabellón de Nectanebo I se alzan dos majestuosas columnatas que flanquean el patio de acogida o dromos, abriéndose en ángulo hacia la fachada del primer pilono. Ambos pórticos están decorados con escenas de ofrendas y con los cartuchos de los emperadores romanos que participaron en su construcción: Augusto, Tiberio, Calígula y Nerón. La de la izquierda o pórtico oeste es la más larga y se compone de treinta y dos columnas con capiteles ricamente ornamentados con motivos vegetales muy variados, mientras en su techo se observan todavía los restos de las tradicionales estrellas de cinco puntas que lo adornaban. Tras esta columnata se extiende el muro occidental del templo, salpicado de pequeñas ventanas.

Según reza la leyenda, el cuerpo de OSIRIS fue desmembrado por su malvado hermano SETH en cuarenta y dos pedazos y fue Isis, con su amor y con su magia, la que consiguió reunirlos de nuevo, devolviéndole la vida. El cuerpo de Osiris simboliza así los cuarenta y dos nomos o provincias del Antiguo Egipto, de forma que, para los egipcios, Osiris era la Tierra misma de Egipto, un espacio sagrado que periódicamente moría con la sequía, y renacía de nuevo gracias a la inundación bienhechora de sus lágrimas de Isis sobre el Nilo.

Era uno de los principales rituales mágicos de regeneración, que se celebraba cada diez días, en el que la estatua viva de Isis era llevada hasta la tumba de su hermano-esposo Osiris, para rememorar el misterio de la reconstitución del cuerpo del dios de la Tierra y de la Vegetación, que era reanimado periódicamente por la magia de la diosa de la Vida, Isis, cuyo principal emblema distintivo es el ANJ o llave de la Vida.

Frente al pórtico oeste y a la derecha, mirando desde el pabellón de Nectanebo hacia la fachada del templo, se extiende el pórtico este, construido por el emperador Augusto y compuesto por dieciséis columnas cuyos capiteles quedaron finalmente inacabados. A lo largo de esta columnata se encuentran tres pequeños santuarios: el primero es un templete dedicado a Aresnufis, dios de origen nubio que forma una triada junto con Isis-Hathor como esposa y Harpócrates como hijo. Una tríada divina que fue concebida por los teólogos egipcios a fin de poder adaptar las tradiciones religiosas egipcias a las de los nubios situados al sur de la primera catarata.

Un poco más al norte hay otro templete mucho más pequeño consagrado al dios Mandulis, que es una de las formas de la divinidad solar más veneradas en la Baja Nubia. Al final de la columnata hay un pequeño santuario dedicado a la memoria del divino Imhotep, tal vez el sabio más grande y venerado en Egipto desde el Imperio Antiguo. Sumo Sacerdote de Heliópolis y de Menfis, gran visir del faraón Zoser de la III dinastía y constructor del conjunto monumental de Saqqara, Imhotep fue el primer arquitecto que construyó monumentos en piedra y que edificó una pirámide, la Escalonada de Saqqara. Imhotep fue divinizado a partir del Período Saíta, recibiendo en Philae el calificativo de El que consigue la felicidad de los niños.

El gran santuario de Philae es de construcción irregular, ya que tuvo que adaptarse a las características geológicas del subsuelo granítico de la isla sobre el que se asientan los cimientos del edificio. El dromos*, por el que se accede al templo propiamente dicho, es un magnífico espacio de luz amplio y luminoso, que servía de vía procesional y patio de acogida para recibir a todos los peregrinos que acudían al santuario de la diosa. Este patio está flanqueado por dos esbeltas columnatas que son totalmente asimétricas, ya que se van abriendo en ángulo hacia la fachada principal del templo y, curiosamente, sus dos pilonos tampoco son paralelos, como suele ser habitual.

*DROMOS: pasaje, entrada o avenida que conduce a un edifico, templo, tumba o pasillo. En el Antiguo Egipto era una avenida, generalmente, usada para la realización de procesiones flanqueada por esculturas en forma de esfinges o en su caso columnatas, que se relacionaba con otro templo o a un embarcadero en el Nilo.

El pilono es un elemento fundamental de la arquitectura sagrada del Antiguo Egipto y tiene un profundo simbolismo mágico-religioso. Básicamente, se trata de una construcción arquetípica que adopta la forma de un estrecho valle encajado simétricamente entre dos montículos, reproduciendo así a escala monumental el símbolo jeroglífico del horizonte luminoso de Ra, doble –oriental y occidental- por el que el Sol nace y muere cada día. De esta forma, cada templo es una reproducción del Cosmos, un espacio sagrado en el que se repite con cada nuevo amanecer el misterio de la creación del mundo. Por eso, las dos torres de los pilonos llevan por nombre Isis y Neftis, ya que tradicionalmente son estas dos diosas gemelas las que asisten al alumbramiento del Sol naciente que, surgiendo del Caos-Nun, trae cada día a la existencia la Luz, la Vida y el Orden.

En Philae, el primer pilono o fachada principal del templo tiene 45,5 m de ancho x 18 m de alto. Fue construido por el rey Nectanebo I y está decorado en bajorrelieve con la imagen del faraón triunfando sobre los enemigos de Egipto y con escenas del rey realizando ofrendas a los dioses. Custodiando la puerta de entrada se yerguen dos leones de arte nubio, que todavía permanecen en su lugar original. Sin embargo, los dos obeliscos con los cartuchos grabados de Ptolomeo y Cleopatra que se alzaban en este mismo lugar, se encuentran hoy en Inglaterra.

Cruzando el primer pilono llegamos al gran patio peristilado que se halla cerrado al oeste por el Mammisi*, al que también se puede acceder a través de una puerta abierta desde el pilono. El conjunto arquitectónico del Mammisi está compuesto por un pequeño patio porticado y tres cámaras sucesivas; las dos primeras hacen la función de pronaos y la última es una bonita capilla o Santuario.

Este edificio está rodeado por una columnata períptera -lo rodea-. Las tres cámaras interiores fueron decoradas en relieve con escenas del nacimiento divino, en las que vemos a Isis embarazada, dando a luz, amamantando y entronizando a Horus. Una sucesión de imágenes alegóricas que vemos también en otros templos ptolemaicos. El Mammisi es la casa del nacimiento, dado que era en estas estancias donde se celebraban los ritos de regeneración del poder real que figuran representados en los relieves de sus muros, en los que destaca la imagen de la diosa Isis-Hathor amamantando al faraón-niño, legitimando así de forma simbólica el origen divino del rey.

Mammisi* es el término arquitectónico acuñado por Jean François Champollion en el siglo XIX para denominar las casas de nacimiento del antiguo Egipto.

Cruzando el primer pilono llegamos al gran patio peristilado que se halla cerrado al oeste por el Mammisi*, al que también se puede acceder a través de una puerta abierta desde el pilono. El conjunto arquitectónico del Mammisi está compuesto por un pequeño patio porticado y tres cámaras sucesivas; las dos primeras hacen la función de pronaos y la última es una bonita capilla o Santuario.

En el lado este del patio peristilado hay una serie de pequeñas estancias, algunas con escaleras, a través de las cuales se podía acceder a la terraza del templo. Entre ellas estaba el Laboratorio, la Biblioteca o archivo y una pequeña capilla de Tiberio con magníficos relieves del faraón haciendo ofrendas a la Triada divina de Osiris, Isis y Horus. En el interior de estas salas podemos contemplar bellas policromías de Maat, la diosa de la Verdad-Justicia, de la diosa leona Sejmet y de otras divinidades. En la cámara del Laboratorio aparecen grabadas interesantes recetas de esencias, perfumes y ungüentos sagrados que se usaban para oficiar los diversos rituales que se celebraban diariamente en el templo, ya que era en esta estancia donde tenía lugar la elaboración y consagración de las ofrendas divinas.

El segundo pilono, es un poco más pequeño que el primero. Su base, que está un poco más elevada que el suelo del patio peristilado; se asienta sobre un cimiento natural de roca granítica, lo cual hizo necesaria la construcción de una rampa escalonada para poder acceder al interior del templo. A la derecha de la rampa, bajo unos colosales relieves del rey Ptolomeo XIII junto a Isis y Horus, se alza la estela de Ptolomeo VI Filométor, que fue tallada sobre la roca viva del cimiento. Esta estela conmemora la donación de tierras al templo y las exenciones fiscales concedidas al clero por este rey. Subiendo esta escalinata cruzamos el dintel bajo la protección del disco alado de Amón y entramos en el santuario de la diosa propiamente dicho. A esta zona del templo sólo podían acceder el faraón y los miembros del clero sacerdotal.

Por la puerta del segundo pilono accedemos a una reducida pero bonita sala hipóstila, en la que penetra la luz solar a través de una claraboya central. Esta sala está integrada por diez columnas que imitan los tallos de lotos y papiros, simbolizando el desarrollo de la vida en su estado germinal. En el cielo de la sala hipóstila, junto a otras representaciones teológicas y astronómicas, se puede ver a la diosa buitre Nejbet, protegiendo mágicamente todo el recinto con sus grandes alas extendidas, mientras porta en sus patas los emblemas reales del Alto y del Bajo Egipto. En la época cristiana, esta sala fue reutilizada como iglesia copta y, al igual que ocurrió también en otros muchos templos y monumentos egipcios, las imágenes de sus reyes y sus dioses fueron intencionadamente mutiladas o borradas.

La Triada con las caras destrozadas.

A través de la sala hipóstila accedemos a la Naos, que se compone de doce bellas estancias, además de una pequeña cripta y una escalera que conduce hacia la azotea del templo. En estas salas se conservan las decoraciones más antiguas de Philae, realizadas en tiempos del rey Ptolomeo II. En ellas podemos admirar algunas escenas de la Tríada de las Cataratas, formada por los dioses Jnum, Anukis y Satis.

Símbolos coptos en las columnas.

En el sancta sanctorum propiamente dicho, que es el lugar más sagrado y recóndito del templo, se conserva todavía el altar de granito en el que reposaba la barca sagrada o capilla portátil de la diosa que, en determinados días del año era conducida en solemne procesión hasta la Isla santa de Bigaeh donde tenía lugar la hierosgamia o unión sagrada de Isis con su amado esposo Osiris. Saliendo de las naos por la puerta oeste de la sala hipóstila, encontramos varias edificaciones paralelas a la orilla del Nilo, como la puerta de Adriano y el Templo de Harendotes. La puerta de Adriano mira hacia Occidente, el mundo de los muertos.

Pabellón de  Trajano.

En las entrañas del monte hay una caverna rodeada por la serpiente Mehén, que apareció representada por primera vez en la tumba de Tutankamón. Se trata de una serpiente que no tiene principio ni fin, símbolo de la eternidad dinámica, del retorno periódico de todas las cosas y de los ciclos vitales de la Naturaleza. En su interior reside Hapy, el dios de la Inundación. A su derecha, la diosa Isis-Hathor riega la tierra con el agua de vida haciendo brotar un jardín de frondosas espigas sobre el que se alza el Ba del dios Osiris.

Pasando a la orilla este de la isla, nos encontramos con un pequeño templo consagrado a Hathor, diosa del amor, la música y la belleza, que los antiguos griegos identificaron con Afrodita y los romanos con Venus. Hathor asume aquí el papel de la diosa de la música y de la armonía, por eso casi todos los relieves de sus muros y columnas nos presentan una gran variedad de escenas musicales, en las que aparecen diferentes divinidades que portan diversos instrumentos.

El Pabellón de Trajano construido en época de este emperador romano, quedó inacabado. Esta construcción de planta cuadrada consta de un muro perimetral sobre el que se elevan catorce columnas cuyos capiteles están ornamentados con motivos vegetales.

En el centro de sus muros este y oeste se abren dos pequeños pilonos, orientando el eje del monumento hacia el Nilo, ya que este pabellón servía para acoger las barcas procesionales y como lugar de acceso al templo desde el embarcadero del río. Posiblemente, todo este edificio, que hoy permanece a cielo abierto, estuviera en su momento cubierto por un gran toldo de tela.

 EL OBELISCO INACABADO

El Obelisco Inacabado se encuentra en una de las canteras al norte de Asuán.; se atribuye la orden de su construcción a la faraona Hachepsut, esposa del Rey Tuthmosis II, que gobernó Egipto en la época de  la Dinastía XVIII.

El Obelisco Inacabado es el más grande de todos los conocidos; de haber sido concluido mediría cerca de 42 metros y pesaría 1.200 toneladas. Algunos arqueólogos sugieren que la reina Hachespsut pretendía que este obelisco fuera pareja del llamado Obelisco-Lateranese, que se encontró originalmente en Karnak y ahora se encuentra en Roma.

Los creadores del obelisco comenzaron a excavarlo directamente del lecho de granito en el que se encuentra hasta el día de hoy. En algún momento aparecieron grietas en la roca, lo que forzó a abandonar el proyecto; ha permitido a los arqueólogos conocer con detalle las técnicas de trabajo de la piedra que utilizaron los antiguos egipcios.

Al finalizar la visita a los Templos de Philae y el Obelisco Inacabado, volvimos a nuestra casa/barco, comimos y nos preparamos para dar por la tarde un paseo en faluca (típicas embarcaciones egipcias) para admirar el exterior del Mausoleo de Aga Khan, de la Isla Elefantina y del Jardín Botánico.

El Mausoleo del Aga Khan.

Lamentablemente, el Mausoleo del Aga Khan, en la ciudad de Asuán, que al parecer es uno de los más brillantes y sobrios, aunque aislado, de los edificios de Egipto y con vistas al río Nilo, solo pudimos verlo desde la faluca, ya que la noche acechaba, y debíamos volver al Amarco para preparar el vuelo y la excursión a Abu Simbel.

El Mausoleo del Aga Khan es la tumba del Sultán Muhammad Shah, Aga Khan III.   Poco antes de su fallecimiento, el Aga Khan eligió una ubicación sobre la ribera occidental del río Nilo, como lugar para su último descanso

La ubicación es simbólica, pues siglos antes, los antepasados del Aga Khan, que habían fundado la dinastía Fatimí -inmediatamente anterior a Saladino y los ayyubíes-, con capital en El Cairo, aunque chiíes, representaron hasta 1171 -desde 909-, uno de los hitos de la cultura musulmana, siendo mecenas de las artes, la arquitectura y la literatura. El Aga Khan III (1877-1957) defendió el pluralismo y los esfuerzos científicos, practicando el mecenazgo.

Tras el fallecimiento del Aga Khan III, el 11 de julio de 1957, su viuda, la begum Om Habibeh Aga Khan supervisó personalmente la construcción del mausoleo con la ayuda del arquitecto Farid El-Shafie.

El mausoleo es un edificio de granito rosa, con un diseño parecido a otras tumbas de califas fatimíes en el Cairo. Presenta vistas a la residencia de verano de los Aga Khan, Villa Blanca, y al monasterio de San Simón.

La begum, muerta en el año 2000, vivió en Villa Blanca situada debajo del Mausoleo, pero en 1997 decidió cerrar el monumento al público pensando que así el difunto descansaría más en paz, si cupiera.

Por fin nos acercamos a la ISLA ELEFANTINA situada frente a la moderna ciudad de Asuán; es una pequeña isla en medio del Nilo.

La Isla Elefantina es uno de los lugares donde se establecieron los antiguos egipcios, pues se ubica en un sitio estratégico frente a la primera catarata del Nilo, lo que le permitía controlar las rutas de comercio del sur del país. Además, su condición de isla era ideal para defenderse de ataques enemigos. Se cree que fue llamada Elefantina por haber sido uno de los centros comerciales del marfil más importantes de la antigüedad, o porque el elefante fue lo primero que vieron al establecerse los primeros habitantes de esta región. Los antiguos egipcios también la llamaron Abu o Yabu, que significa elefante.

Es una de las Islas más grandes de la zona. Fue una fortaleza y lugar de inicio y llegada de las expediciones de Sudan en la época faraónica.  En la isla se encuentran restos arqueológicos de gran importancia como el Templo al dios Jnum realizado por Nectanebo II, el Templo de Heqa-ib, y la pequeña Pirámide Elefantina, con su correspondiente nilómetro.

Nilómetro de Isla Elefantina.

Sus antiguas ruinas han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Fue la capital del Nomo I, contando con tres dioses que eran adorados en el panteón local: Jnum, Satet y Anuket, a nombre de quienes se construyeron varios templos de los cuales aún quedan algunos rastros.

Tiene unos paisajes singulares, donde la naturaleza brilla con protagonismo, lo que pudimos observar desde la pequeña travesía en faluca.

Nos contaron que hubiera sido interesante ir al cercano Jardín Botánico, de 16 acres de extensión, diseñado por Lord Kitchener, pero fue imposible.

Madrugamos ese día, aunque menos que los que optaron por hacer el trayecto Asuán-Abu Simbel y vuelta en vehículo, ya que la duración de la ida era de 3 horas y otras tantas de vuelta; la distancia es de alrededor de 240 km.

Optamos por la alternativa del avión, más cara, pero al margen de la ligera espera en los aeropuertos, el vuelo duró solo 30 minutos y otros tantos de regreso.

También en algunos viajes, ofrecen ese desplazamiento en barco -no en nuestro caso- por el lago Nasser, ya que la orilla del lago está cerca de los templos de Abu Simbel.

Los Templos de Abu Simbel constituyen una de las joyas más importantes de Egipto; un enorme santuario dedicado al faraón Ramsés II y a Nefertari -su esposa-, que ha conseguido que el nombre de este faraón y quizá con menor intensidad, su esposa, perdure más de 3.000 años. Aunque el Templo de Ramsés es el más conocido de Abu Simbel, el complejo está compuesto por varios edificios consagrados al culto a los antiguos dioses y faraones.

Debido a la construcción de la Presa Alta de Asuán, se tuvo que trasladar el templo piedra a piedra, a un lugar seguro para impedir que se sumergiese para siempre bajo el agua del Nilo. La reconstrucción fue minuciosa hasta el último detalle, y se respetó fielmente el diseño original del templo. Sin embargo, debido al ligero cambio de posición de los Templos respecto al Sol, o quizá al desplazamiento de la inclinación del Trópico de Cáncer en más de 3.000 años, el fenómeno solar de Abu Simbel se retrasó un día, como se verá más adelante.

Abu Simbel era un complejo formado por dos templos excavados en la roca, construidos por orden de Ramsés II (1279-1213 a.C.) para conmemorar la victoria en la batalla de Qadesh en el año 1274 a.C. sobre el Imperio hitita gobernado por Muwalli II, a orillas del río Oronte cerca de la frontera de Siria con Líbano, victoria reivindicada con la misma intensidad por los hititas.

Los Templos de Abu Simbel fueron ordenados construir en Nubia. El templo dedicado a Ramsés II es el mayor del complejo y el menor se dedicó a Nefertari, su primera esposa, siendo el único templo del Antiguo Egipto dedicado a la esposa de un faraón. Ambos se encuentran situados en la margen izquierda del Nilo, al sur del actual Egipto, muy cerca de la frontera con Sudán, aunque como veremos más adelante no siempre estuvieron ubicados en este lugar.

La construcción de los templos duró cerca de 20 años y su propósito fue impresionar a los nubios, así como reforzar la influencia de la religión de los faraones en aquella región, propósitos que se cumplieron hasta el declive de la civilización egipcia, cuando los templos fueron olvidados y la arena del desierto fue enterrándolos lentamente.

Más de 3.000 años después de su construcción, en 1813, el arqueólogo Ludwig Burchardt los halló cubiertos casi completamente por arena. A su vuelta a Europa, compartió su descubrimiento con Giovanni Belzoni, volviendo en 1815 con la intención de acceder y excavar la zona.

El templo de Ramsés, con sus cuatro colosos guardando la entrada, estaba tan enterrado, que Belzoni, tuvo que volverse para obtener financiación y medios para poder llevar a cabo la excavación, volviendo en 1817. Consiguió excavar un acceso al templo de Ramsés, llevándose todos los objetos de valor que fue capaz de transportar, algo habitual en los exploradores europeos de la época, por no especificar más.

Emplazamiento original del templo de Ramsés II, a orillas del Nilo, en una imagen de primera mitad del s XX.

La impredecible alternancia del nivel de las crecidas y sequías en el Nilo llevaba a la pérdida de cosechas enteras y la consiguiente hambruna de la población, por lo que los ingleses que gobernaban en esa época el país, consideraron necesaria la construcción de una presa que regulara el nivel de las inundaciones.

La construcción de esta presa en Asuán, fue iniciada por los británicos en 1899 y se concluyó en 1902. El diseño inicial, poco ambicioso, pronto se mostró insuficiente, por lo que se procedió a aumentar su altura en 1912 y de nuevo en 1933. Cuando la presa estuvo a punto de desbordarse en 1946, se pensó que, en lugar de aumentar su altura por tercera vez, se debía construir una presa mucho mayor, ocho kilómetros río arriba –Presa Alta-, que además de ayudar a controlar las crecidas, suministrara energía eléctrica a buena parte del país, que carecía de ella. La presa existente hasta entonces, desde la construcción de la nueva, sería denominada Presa Baja.

El problema era que esa construcción, crearía un enorme lago –Nasser– que sumergiría bajo sus aguas muchos de los tesoros del antiguo Egipto, entre ellos los fabulosos templos de Abu Simbel.

Para salvar los monumentos localizados al sur de la presa, una coalición de arqueólogos, técnicos y expertos de 22 países abanderados por la UNESCO, comenzó a trabajar en la forma de rescatarlos.

Una de las ideas primeras propuestas fue dejar los templos donde estaban, construyendo una presa alrededor de ellos, que contuviera el agua filtrada manteniéndola a la misma altura que la superficie del agua del río Nilo; los visitantes podrían ver los templos desde unas galerías situadas a distintas profundidades. El proyecto llegó a ser redactado, aunque no tardó en ser rechazado; hubo otras propuestas: quizá la más descabellada fue la de levantar todo el complejo sobre un conjunto de cabrias, pero todas ellas fueron desestimadas.

Finalmente, la decisión fue la de mover desde su lugar inicial, el mayor número de templos posible, a lugares donde la inundación no llegara.

Se procedió a desmontar pieza por pieza algunos de los templos más importantes, para volver a montarlos en nuevos emplazamientos: los templos de Kalabsha, Kertassi y Bel el-Vali fueron trasladados a una isla en las cercanías de la presa. El conjunto de santuarios de la isla de Philae fueron trasladados a la isla de Agilkia. Otros templos, fueron regalados a otros países como signo de agradecimiento del gobierno egipcio por la ayuda prestada. Los menos importantes acabaron sumergidos, a la espera de que se desarrolle una tecnología que permita su rescate.

Nasser regaló los templos de Ellesiya, Dendur, Taffa y Debod  que fue dado a la España de Franco, trasladado piedra a piedra y exhibido en Madrid desde principios de los años 70 del siglo XX.

Templo de Debod en Madrid.

Los templos de Abu Simbel, como se ha dicho, fueron reubicados; en junio de 1963 se tomó la decisión definitiva: cortar los templos en grandes bloques de una veintena de toneladas cada uno, elevándolos hasta un nivel resguardado de las aguas del lago formado por la presa, y reconstruirlos con todo cuidado, de manera que tuviesen una situación lo más parecida posible a la original. Así, después de treinta y tres siglos, se volvía a trabajar para mayor gloria de Ramsés II y Nefertari.

Su movimiento se inició en 1964 y costó la suma de 36 millones de dólares de la época. Entre 1964 y 1968, los templos se desmantelaron para volver a ser reconstruidos en una zona 60 metros más alta y a unos 200 metros de su ubicación original.

El desmantelamiento empezó con los bloques superiores de las fachadas junto con los bloques de piedra de los techos de los templos, y terminó con los bloques de las partes bajas. La colocación de los bloques fue realizada en orden inverso. En cualquier caso, solo una pequeña cantidad de bloques pudieron ser llevados desde el antiguo emplazamiento al nuevo de forma directa. La mayoría tuvieron que ser almacenados durante largos periodos en áreas especialmente preparadas para ello.

El periodo de almacenaje ofreció la oportunidad de poder restaurarlos antes de ser colocados en su emplazamiento definitivo. Se tuvo que realizar un túnel de acero que penetrara en el interior de los templos en su ubicación primera, y que permitió el acceso a los mismos durante el desmantelamiento de las fachadas.

Para descargar los templos de las pesadas toneladas de roca que había sobre ellos -ya se dijo que fueron excavados en la roca-, se realizaron cúpulas de hormigón que permitieron disminuir la cantidad de roca necesaria. La cúpula del templo de Ramsés II, tiene unos sesenta metros de envergadura y veinticinco de alto, convirtiéndose, en aquel momento, en la mayor bóveda portante de la época.

Cúpula de hormigón del templo de Ramsés II.

Emplazamiento actual de los templos

Fenómeno solar

En la ubicación original, la perfecta orientación de Abu Simbel, hacía, que dos veces al año, con precisión matemática, los rayos del sol penetraran en el templo hasta el santuario situado en lo más profundo, iluminando las estatuas de AmónRa, y Ramsés –Ramsés se quería mostrar como un dios más, quedando sólo la cara del dios Ptah en penumbra, de forma intencionada, ya que era el dios de la oscuridad. Las fechas en las que este fenómeno tenían lugar eran el 21 de febrero, fecha del nacimiento de Ramsés II, y el 21 octubre, fecha de su coronación.

Este fenómeno fue tenido en cuenta por los ingenieros en su traslado, aunque quizá debido al cambio de posición de los Templos respecto al Sol, o al desplazamiento de la inclinación del Trópico de Cáncer en más de 3.000 años, o a ambos, estas penetraciones lumínicas, se han desplazado un día, acercándose ambas al solsticio de invierno, por lo que el fenómeno sucede el 22 de octubre y el 20 de febrero -60 días antes y 60 días después del solsticio, respectivamente-. Hoy, el sol sigue conmemorando la gloria del gran faraón, pero con el retraso de un día.

La fachada del Gran Templo de Abu Simbel tiene cuatro estatuas sedentes del faraón deificado Ramsés II, teniendo cada coloso más de 20 metros de altura, que fueron tallados directamente en la roca, al igual que el resto del templo. Además de las cuatro imágenes del faraón, hay multitud de estatuas de menor tamaño que representan a la familia del monarca o diversos rituales y divinidades de Egipto.

Aunque el exterior del templo sea una verdadera maravilla, el interior no lo es menos. Es uno de los hipogeos más bellos de la tierra del Nilo. A medida que se avanza por el interior del templo, aproximándose al santuario, las salas van siendo de menor tamaño, generando una sensación de misticismo.

La Sala Hipóstila del Templo, además de por las enormes columnas, está decorada con numerosos relieves que muestran las victorias militares de Ramsés II, especialmente la de la Batalla de Qadesh. Se puede ver la imagen del faraón sobre su carro persiguiendo a los guerreros hititas.

Ramsés II en la batalla de Qadesh.

La importancia de la Batalla de Qadesh reside en que, es la primera batalla de la Historia que fue documentada, y que dio lugar a un acuerdo de paz entre ambas civilizaciones.

En el Santuario, están las estatuas de los dioses a los que se rinde culto: el propio Ramsés, ya que en el Antiguo Egipto los faraones eran considerados dioses y en el caso de Ramsés II, más; Ra, el dios del Sol, que mezcla las figuras de Ra y Horus; Amón, dios principal del panteón de Tebas; y Ptah, el dios del inframundo, y la Duat, el Más Allá del Antiguo Egipto.

Además del templo dedicado a Ramsés II, Abu Simbel también tiene El Templo de Nefertari, la esposa favorita y primera del faraón. Al igual que en el Gran Templo, este templo menor también cuenta con estatuas excavadas en la roca adornando su fachada. En este caso son seis las figuras que se representan: dos de Nefertari y cuatro de Ramsés II, llamando la atención que el tamaño de las seis sea igual, ya que normalmente los faraones se solían representar con un tamaño mayor al resto de personas.

Ramsés II dejó un ejército de al menos 150 hijos; con 15 años, sin ser aun faraón, ya estaba casado con Nefertari y era padre de 4 hijos. Todos los hijos llegaron de las grandes esposas reales, esposas secundarias y concubinas. Solo los hijos de Nefertari y los de Isis-Nefert entraron en la carrera sucesoria.

El interior de este templo, está consagrado a Hathor, la diosa del amor, que es también una verdadera maravilla.

Al terminar, regresamos volando al aeropuerto de Asuán, en donde nos esperaban las maletas y el resto de la expedición que había regresado en autobús de Abu Simbel.

Volvimos en avión a El Cairo, y tras dejar los equipajes en el Intercontinental City Stars y darnos una ducha rápida, salimos al galope a visitar el conocido Barrio de El Khaliliy y cenar luego en Azhar Park -todo para turistas-. El Barrio me pareció atestado de pipas de agua, gente, puestos que tenías que comprar sí o sí, mesas apretujadas, y en general típico, pero para mí no agradable.   La cena fue regular tirando a mala, aunque el sitio precioso, los manteles y cubertería demasiado viejos o con pinta de poco limpios.  

El Barrio de El Khaliliy

Es el bazar antiguo del Cairo, todo un laberinto de oferta, regateos y trapicheos, de puestos, bares para tomar té, atestado, y pegado a la mezquita de Hussein.

Hussein era hijo de Alí y nieto del Profeta Mahoma. Esta mezquita se disputa con la de Damasco el tener su venerada cabeza.

Los laberínticos callejones, muchos con el suelo levantado, es un lugar como el Gran Bazar de Estambul de jaleoso, construido en este caso sin puertas y con callejuelas estrechas y perpendiculares.

DICEN que este Barrio es otro mundo, maravilloso e impresionante.

CENA EN AZHAR PARK

El Parque Al-Azhar destaca, porque es un sitio montañoso, situado en el corazón de la ciudad, rodeado por los barrios históricos más importantes de El Cairo islámico, constituyendo un destino necesario para los turistas, desde donde se tiene una completa panorámica de los monumentos y lugares relevantes.

La creación de este parque de 30 hectáreas, se debe al califa Aga Khan IV, quien decidió donar el parque a los ciudadanos de El Cairo en 1984, bajo la creencia islámica de que todos somos custodios de lo creado por Dios y, por lo tanto, se debe tratar de dejar a la comunidad un lugar para la oración y el bienestar.

En 1984, Agha Khan IV visitó El Cairo para una conferencia. Desde su balcón del hotel se veía la colina de Al-Darassa: montones de basura acumulados durante 500 años. Decidió ofrecer a la ciudad de sus ancestros un oasis en medio de tanta concentración de suciedad, polución, y locura.

Se construyó El Parque Al-Azhar, que está considerado uno de los 60 espacios verdes públicos más importantes del mundo, para embellecer la ciudad fundada en 969 por los fatimíes, antepasados del Agha Khan IV. Un total de 1,5 millones de metros cúbicos de escombros, tierras y basuras tuvieron que ser trasladadas.

El proyecto no fue sólo el desarrollo del parque, sino que incluyó también aspectos arqueológicos -siglo XII la muralla ayyubí, la rehabilitación de edificios históricos como la Mezquita del Sultán, el complejo Century Khayrbek del siglo XIII, y la Escuela Shoughlan Darb- y varias iniciativas para mejora de la calidad de la vida de la ciudad.

El visitante puede disfrutar de escenarios exóticos, que recuerdan los tiempos antiguos, rodeado de una gran variedad de cafés y restaurantes. Desde alguno de ellos se tienen vistas a un lago artificial con juegos de agua y a la mezquita de Mohamed Ali.

En el extremo norte del parque, estaba en estas fechas en plena ejecución el proyecto «Urban Plaza» con un Museo que describirá la evolución de la ciudad desde su creación como La Victoriosa; 4.000 metros cuadrados de exposición que estarán repartidos en dos plantas, en donde finalmente estará el Museo que explicará la evolución de la ciudad, desde su establecimiento como capital de Egipto y será un centro de uso mixto comercial y cultural.

A la mañana siguiente, dejando las maletas en el hotel y con el check out hecho, fuimos a ver el Museo Egipcio de El Cairo, situado en el centro de la ciudad.

El Museo Egipcio de El Cairo en la plaza Tahrir fue inaugurado en el año 1902 y, desde su inauguración no ha parado de crecer. De las 12.000 piezas iniciales, actualmente la colección cuenta con más de 150.000 objetos que no caben en el actual edificio.

Por esa razón, desde hace años se está trabajando en la construcción de una nueva sede que se habrá inaugurado ya en 2024, aunque con visitas limitadas, y que pretende ser el museo arqueológico más importante del mundo. La ubicación es en las afueras del Cairo a unos 2 Km de Giza, y su objetivo es sustituir al antiguo museo  que es muy pequeño, para satisfacer la demanda del turismo y contar con espacio suficiente para exhibir los innumerables objetos que no se pueden exponer por falta de espacio. De hecho, una vez se inaugure oficialmente el Gran Museo, se convertirá en el más grande del mundo. Los responsables han anunciado que entre sus muros albergarán más de 50.000 piezas del antiguo Egipto, de las cuales, más de 20.000 se expondrán al público por primera vez.

Estatua gigante de Ramses II a la entrada del museo
 

Hasta que llegue ese momento, los turistas tendrán que conformarse con una pequeña visita  o contemplar su espectacular fachada exterior, la cual ostenta un gran número de jeroglíficos con los nombres de algunos de los faraones más conocidos. En su gran hall de entrada, una estatua de 12 metros de Ramsés II recibe a los visitantes.

El que visité yo fue el Museo Egipcio antiguo de El Cairo que era, sin lugar a dudas, el más importante de todo el país, en donde pueden verse pinturas, relieves, estatuas y elementos funerarios de diferentes dinastías. Tutankamón, tiene varias salas dedicadas a su figura, desde el bello sarcófago hasta los tesoros que se encontraron en su tumba. También llama mucho la atención la sala de las momias, donde descansan los restos de destacados faraones.

Muchos de los tesoros de la civilización egipcia están depositados, entre el Louvre y el British Museum, ¡Cómo no!  Aunque nada es comparable al Museo de El Cairo.

Sería una tontería intentar enumerar algo, porque me pareció todo GRANDIOSO, aunque desordenado -posiblemente por la falta de espacio y dinero-.  Para intentar trasladar la grandiosidad de lo que allí puede verse, enumeraré algunos ejemplos de lo que vimos, como todo el viaje, corriendo.

Máscara funeraria de Tutankamón

Tutankamón, el faraón adolescente, fue inmortalizado en esta máscara de oro, vidrio y piedras semipreciosas. Es una de las obras más importantes no sólo del arte egipcio sino de toda la historia del arte. La pieza forma parte de los cuantiosos tesoros encontrados en su tumba.

Sárcofago de Tutankamón

Es otro de los tesoros hallados en la tumba de Tutankamón. Dentro de este sorprendente y bien conservado sarcófago de oro macizo -110 kg-, se encontraron en 1922 los restos de este joven faraón.

Estatuas de Amenhotep III y Tiyi

Estas esculturas, de más de 36 metros de altura, están en el centro de la primera sala del Museo. Cabe resaltar que además de las representaciones colosales del faraón Amenhotep y su esposa -pertenecientes a la dinastía XVII-, las piezas se hacen acompañar de unas pequeñas figuras que representan a las tres hijas de la pareja.

Paleta de Narmer

Esta pequeña placa es una de las obras históricas más importantes del Museo, ya que sus relieves relatan la unificación del Alto y Bajo Egipto por el rey Narmer, momento que señala el comienzo de la I Dinastía del Imperio Egipcio. La obra contiene una gran cantidad de símbolos, uno de ellos es la representación duplicada de la Vaca Celeste la cual se relaciona con la diosa Hathor, deidad del amor y las artes.

Estatua sedente del faraón Kefrén

Esta escultura de tamaño natural plasma la grandeza del faraón Kefrén, que perteneció a la IV Dinastía. El personaje está sentado en un trono en posición hierática para reafirmar su poder. Asimismo, en la parte posterior de su nuca lleva el símbolo del dios Horus.

Estatua de Jasejemuy

Esta estatua es la representación del faraón Jasejemuy, uno de los primeros gobernantes del Imperio Egipcio unificado, y el último de la II Dinastía. La mayoría de sus tumbas y recintos funerarios están en Abydos, a la orilla occidental del río Nilo en una zona ahora conocida como Umm el-Qaab.

Triada de Micerino

Se trata de una de las esculturas más importantes de toda la civilización egipcia. En el centro, en postura hierática y más alto que los demás personajes, está el faraón Micerino; lo acompañan, al lado derecho, la diosa Hathor -deidad del del amor y las artes- y a la izquierda, la divinidad del nomo de Cinópolis.

Estatuas de Rahotep y su esposa Nofret

Estas esculturas sedentes pertenecen a un matrimonio de la clase social más alta de la civilización egipcia. Fue descubierta en 1871 durante las exploraciones de una tumba al norte. Él, representa al príncipe Rahotep, hermano de Keops y a su esposa Nofret.

Sarcófagos pétreos

Las momias son sumamente emblemáticas en la cultura egipcia por el proceso funerario que realizaban para honrar a sus difuntos que iba desde el embalsamamiento hasta la construcción de sarcófagos llenos de inscripciones que revelan detalles de las personas sepultadas, así como la concepción de la vida después de la muerte según su filosofía.

Máscara funeraria del faraón Sheshonq II

Esta máscara funeraria de oro, conservó los rasgos del faraón Shoshenq II, que reinó en 887-885 a.C. de la XXII Dinastía en el tercer periodo intermedio. La preservación de esta valiosa pieza se debe a que la tumba de este faraón no fue saqueada.

Hay dos salas llenas de momias de faraones, que ahora han sido trasladadas al museo nuevo.

Y aquí se acabó lo bueno.  Lamento tener que dejar de sentir el Egipto Antiguo, pero siempre podré tener la esperanza de volver.