Mes: octubre 2024

Nuestro tiempo es limitado: busquemos el placer y erradiquemos el sufrimiento.

Se debe querer alcanzar lo que a uno le satisface y desea, y se debe querer sólo, a quien quiera que se le quiera. J.A.

Cada día tras despertarme -cuando mi mente desea hacerlo-, y mientras desayuno, pongo el canal de televisión donde repiten cíclicamente las noticias, y a esta edad, en la que mi cometido básico –además de sobrevolar desde bastante lejos a mis descendientes- es el dolce far niente, aunque el niente nunca sea absoluto, al ver las noticias que dan comienza el sin vivir: el precio de la luz va a subir hasta tal punto, que no podrá encenderse ninguna bombilla a no ser que no se coma, la violencia machista ha llegado a la víctima nonagésima cuarta y estamos en otoño, el frío que nos invadirá a partir de casi ya- aunque hace un otoño soleado y caluroso-, será el preludio de la octava glaciación, acompañada de terribles vientos que provocarán grandes desastres, y para que lo sepan, alerta naranja cruda,

Donald ha hecho cuatro más de las suyas desde ayer, sin descansar ningún día, como hizo el Señor en el séptimo, la economía va como un cohete pero cada día somos y hay más pobres desasistidos; dos niños se han suicidado debido al bullying  escolar –pero nadie sabe nada y todos han activado los protocolos-; dos profesores y un sacerdote han abusado de treinta y tres niños, han aparecido montones de cadáveres de algunas pateras que pretendían llegar a nuestras costas, han sido apresadas varias células yihadistas que iban a realizar un atentado en la capital, más de medio millón de niños se mueren en Sudán por una hambruna tremenda (con fotos de muchos niños de grandes cabezas y estómagos inflamados, con raquitismo)…quiero quedarme de nuevo dormido…aunque con la INQUIETUD y el DESASOSIEGO que ha entrado en mi cuerpo, no puedo.

De forma extraña y molesta,  y casi de manera inaudita, suena  suena el teléfono fijo  -tuve que pensar unos segundos para recordar que aun existe- y al diga que me sale  sin ganas, sigue un imperceptible silencio roto enseguida por una cantarina voz que pregunta por mi nombre y apellidos con el don delante…Mire no quiero comprar ni cambiar nada, especialmente en este momento, digo, pero ella, inasequible al desaliento, se lanza tumba abierta a enumerar las enormes ventajas de una compañía telefónica que prácticamente, además del servicio te paga por apuntarte…!A estas horas esto es insoportable, pienso mientras cuelgo sin contestar!

Imagino lo mismo que le pasa a otros, que además de esto, han tenido que  dejar a los niños en el cole a las 08,45, salir pitando para el trabajo, oír en la radio en el programa de Alsina, que Pisarello, Irene Montero y Ada Colau  decidieron ayer a las 01,24 de la madrugada que se iban a la toma de posesión de la presidenta mejicana… ¡Dios! y después tendrán que aterrizar en una reunión con un jefe que quiere resultados como sea…y a mí no me cuentes tus penas que yo también tengo muchas, les dirán, y será verdad probablemente.

Oteo por la ventana el cielo y veo que no es día de golf -cada día voy menos-, así que me aseo, visto y salgo a la calle con la tablet en el bolsillo para dar una vuelta y leer el periódico digital en una confortable cafetería con wifi que tengo cerca.  Al salir, no siento los males anunciados, quizá el aviso naranja cruda sea amarillo canario, la bombilla del portal luce, hay una ligera brisa, y veo la temperatura en un reloj digital en una plaza próxima, 14º…Bueno son las 10 y no parece una cosa tremenda para octubre. No veo moros en la costa, dos chicas jóvenes con sendos cochecitos de bebé se dirigen a una cafetería próxima, se supone que para  continuar hablando mientras desayunan de nuevo, dos adolescentes pasan fumando con cara de haber hecho pirola, mientras dos  municipales se mueven alrededor de la grúa que se lleva el coche de un joven trajeado…No consigo librarme de la INQUIETUD.

Me pregunto por qué no se aplicará el mundo las teorías hedonistas, si bien no las cirenaicas, pero sí las de Epicuro.

En fin,  vivimos la antítesis del hedonismo y sus dos escuelas fundamentales en la Grecia antigua: la cirenaica y la epicúrea.

El hedonismo  es la teoría que propone la consecución del placer como fin y fundamento de la vida por asociarla con el bien. Toda la vida debe orientarse a la búsqueda del placer e intentar por todos los medios suprimir de nuestras vidas el sufrimiento y el dolor.

Paseo un rato respirando con placer el aire fresco y quizá limpio –ha llovido los últimos días- y al cabo de un buen rato regreso, no muy convencido de abandonar el paseo, y entro en la cafetería. Hay bastante gente y descubro que solamente hay una mesa libre, aunque demasiado grande para mí sólo, redonda y con cinco sillas, y aunque me parece de excesiva capacidad para mi escasa ocupación, aligero el paso y me siento.

Enciendo la tablet y visito los titulares de dos diarios, aunque ya sé que  acabaré en el de siempre. Se acerca un camarero, pido café con leche con sacarina… ¿en mediana, me pregunta?…Lo que quiera…,le contesto, y un vaso de agua, por favor.

Ya inmerso en las noticias, percibo la proximidad de dos hombres barbudos, más mayores que yo, robustos y con aspecto de recién salidos de la antigüedad: ¿le importa si nos sentamos? Yo muy a lo mío, les contesto que no y sigo con las patéticas noticias. Levanto la vista y veo a dos personas de edad indefinible con aspecto de ya muy vividos, y con largas  barbas blancas, que recordaban las de la imaginería clásica más remota, en donde casi no existían hombres con mejillas lampiñas.

Sebastiano Conca. La idolatría de Salomón. Óleo sobre lienzo. 1570-1571. Museo del Prado. Madrid.

Sin yo preguntar nada, se dirigen a mí con un buenos días y se presentan como Aristipo de Cirene y Epicuro de Samos…iba yo a contestar lo de “y yo Alfonso XII en el palacio de Oriente”, pero me callo en un alarde de prudencia impropio de mí, y sólo hago un mmm –onomatopeya de duda o de poder resultar interesante- que rápidamente corrijo con un puf –la de mucha duda-. Hemos pensado que quizá estuviera interesado en filosofar, lo que sin duda le proporcionaría un estado de felicidad siempre deseable. Sin saber que decir, observé que mi duda era aprovechada por Aristipo (435-350 a.C.), que continuó para relatarme como Platón (427-347 a.C.) coetáneo suyo y médico del alma y gran filósofo, escribió una carta dirigida a todos los seres humanos, que comienza con palabras certeras y apasionadas que me recitó sin pestañear: Nadie por ser joven dude en filosofar ni por ser viejo de filosofar se hastíe. Pues nadie es joven o viejo para la salud del alma. El que dice que aún no es edad o que ya pasó la edad de filosofar es como el que dice que aún no ha llegado o que ya pasó el tiempo oportuno para la felicidad. De modo que deben filosofar tanto el joven como el viejo. Éste para que, aunque viejo, rejuvenezca en bienes por el recuerdo gozoso del pasado, aquél para que sea joven y viejo a un tiempo por su serenidad ante el futuro. Necesario es, pues, meditar sobre lo que procura la felicidad, porque cuando está presente todo lo tenemos y, cuando nos falta, todo lo hacemos por poseerla. Gozoso recuerdo de la experiencia, frente a la nostalgia de la poesía lírica, y serena contemplación del futuro, frente a la amenaza de la fortuna trágica, son los dos rasgos esenciales de esta actitud universal y al alcance de todos que es el arte de tomarse la vida con filosofía, porque tomarse la vida con filosofía y contemplar gozosamente el sentido de la existencia humana es aprender a disfrutar el arte de vivir sencillamente como un hombre. Como dijo Plinio el Joven, con cuya hermosa frase termino: “Aliquando praeterea rideo, iocor, ludo… homo sum”.

Quedé impresionado con el relato de memoria de la carta, que alguna vez leí en filosofía del derecho de quinto curso de la carrera -ahora se estudia en tercero-, y me sentí atraído por su hablar pausado que rezumaba  tranquilidad, aunque yo estuviera muy preocupado por su falta de cordura, desde luego nada violenta. Epicuro de Samos (341-270 a.C) asentía frecuentemente en silencio, continuando el de Cirene…

En la escuela cirenaica nos ocupamos básicamente de la ética, exponiendo que los deseos personales, deben ser satisfechos a la brevedad posible, sin importar los intereses de los que nos rodean (Primero mis dientes, luego mis parientes). Fue fundada por mí –Aristipo de Cirene, discípulo de Sócrates-, a finales del siglo IV a.C. Creo que la felicidad humana, que debe buscarse en torno al placer, consiste en librarse de toda inquietud, siendo el camino para lograrlo la autarquía personal, es decir cada uno por sí mismo. El bien se identifica con el placer, pero básicamente con el placer espiritual o sea, de las emociones internas.

Respecto a la forma de adquirir  conocimiento, tenemos una posición sensualista, en la que se reconoce como única fuente del conocimiento los sentidos, y además, volviendo al camino autárquico, es subjetivista, ya que no reconoce más conocimiento que el personal.

Aristipo de Cirene.

Tuve bastantes seguidores que prolongaron estas teorías durante todo el período helenístico –desde la muerte de Alejandro Magno 323 a.C. hasta el suicidio de Cleopatra 30 a.C.-, siendo los más conocidos Teodoro el Ateo,  Hegesias, Antipatro de Cirene y Aniceris.

Teodoro siguió el camino  marcado por mí –seguía Aristipo sin pestañear- pero sin creer en los dioses –de ahí el apellido de Ateo-, y señalaba que los dioses eran hombres venerados por sus cualidades y su aportación al bien común, pero hombres al fin y al cabo –evemerismo, mientras Hegesias no se  sintió demasiado identificado conmigo, ya que los placeres de este mundo le parecían pocos y difíciles de conseguir, siendo los dolores más frecuentes que los placeres, dependiendo estos últimos del azar y la fortuna material de cada cual.

Por tanto, predicó las bondades, ventajas y beneficios de la muerte, induciendo al suicidio, por lo que Ptolomeo I -fundador de la estirpe ptolomea en Egipto tras la muerte de Alejandro, ya que era uno de sus principales diádocos-, cerró su escuela de Alejandría y prohibió sus escritos.

Yo seguía sin dar crédito a lo que me estaba ocurriendo…

Aristipo terminó su larga e ininterrumpida charla, se retrepó en la silla con postura de cansancio, mientras que yo, que no sabía que hacer ni decir, –aunque me pareció docto e interesante lo expuesto-, me apresuré a hacer señales al camarero que ronroneaba por las mesas, para pedir la cuenta y salir pitando, pero  miraba al mundo sin ver la seña de mi brazo. ¡Ya no sólo soy  transparente para el sexo femenino!

Callado  Aristipo, comenzó a hablar el que se había presentado como Epicuro de Samos.

La escuela epicúrea fue fundada por mí, Epicuro de Samos, filósofo que nací a mediados del siglo IV a.C., siendo lo más destacado de mi doctrina –yo seguía sin abrir la boca y de vez en cuando levantaba el brazo buscando al camarero, pero cada vez con menos convicción-, el hedonismo racional  y el atomismo -doctrina que explica la formación del mundo por la concurrencia y unión fortuita (azar) de los átomos, concebida un siglo antes por otros filósofos-, y exponemos que la felicidad consiste, en vivir en continuo placer, evitando los excesos, y aunque pudiera pensarse en el placer solamente como algo que excita los sentidos, considero que no todas las formas de placer se refieren a lo anterior, pues lo que excita los sentidos son los placeres sexuales y sensoriales, y existen otras formas de placer como los que se refieren a la ausencia de dolor o de cualquier tipo de aflicción. También aserto, que ningún placer es malo en sí, sólo los medios para lograrlos pudieran ser malos.

Epicuro de Samos.

Nuestra doctrina –no sé si habló en mayestático o quiso repartir méritos– se manifiesta en contra de la existencia del destino, estando la naturaleza regida por el azar –o ausencia de CAUSALIDAD-, sólo siendo así posible la verdadera libertad  sin la cual el hedonismo –y casi nada- tiene razón de ser.

Los placeres del espíritu son superiores a los del cuerpo y ambos deben ser buscados con racionalidad y prudencia, y satisfechos con inteligencia –en caso contrario llegaremos al sufrimiento posterior-, procurando llegar al estado de ataraxiaestado de ánimo que se caracteriza por la tranquilidad del alma y la total ausencia de  pasiones, deseos o temores-.

Critico, –aquí volvió al singular- tanto al desenfreno como a la renuncia a los placeres de la carne, y animo a la búsqueda del término medio,  alentando a los goces carnales, siempre y cuando no pudieran suponer un dolor –anímico o físico- en el futuro.

Nuestras teorías afirman que la filosofía debe ser un instrumento al servicio de la vida de los hombres y que el conocimiento por sí mismo no tiene ninguna utilidad, si no se emplea en la búsqueda de la felicidad, o proporciona satisfacción en sí misma. De la religión podemos decir, que casi siempre, y envuelta en un hálito de bondad, suele proporcionar amargura, al estar fijando generalmente una forma de actuación cartesiana, que casi nunca es placentera: los mitos religiosos pueden entristecer la vida de los hombres.

Rafael Sanzio. La escuela de Atenas “El Jardín”.  1510-1511. Fresco. Palacio Apostólico. Ciudad del Vaticano.

A los 35 años, después de que hube hecho dos años de servicio militar y varios intentos de montar academias filosóficas en diferentes poleis, regresé a Atenas, donde fundé mí definitiva escuela de filosofía “El Jardín”,  en donde fueron admitidas personas de toda condición y clase, incluso mujeres y esclavos, lo que en aquella época era muy extraño para una escuela filosófica y en donde impartí enseñanza hasta el final…Yo escuchaba encantado, pero a punto de salir corriendo, al oír a aquellos dos provectos señores, que me contaban haber nacido hace 2.400 años…

Nuestra filosofía consta de tres partes prosiguió el de Lemos: la Gnoseología  o Canónica, que se ocupa de los criterios por los cuales llegamos a distinguir lo verdadero de lo falso; la Física que estudia la naturaleza; y la Ética que supone la culminación del sistema y a la que se subordinan las dos primeras partes.

Canónica: es la parte de la filosofía que examina la forma en la que conocemos, y podemos distinguir lo verdadero de lo falso. Las sensaciones son la base de todo el conocimiento, y se produce cuando las imágenes que desprenden los cuerpos llegan hasta nuestros sentidos. Ante cada sensación, el ser humano reacciona con placer o con dolor, dando lugar a los sentimientos. Los sentimientos percibidos con claridad a base de repeticiones constituyen las ideas generales de nuestro sentir para lo bueno y lo malo.

Física: toda la realidad está formada por dos elementos fundamentales, los átomos, que tienen forma, volumen y peso, y el vacío, que no es sino el espacio en el cual se mueven esos átomos.

Las distintas cosas que hay en el mundo son fruto de las distintas combinaciones de átomos. El hombre  es un compuesto de átomos y hasta el alma está formada por un tipo especial de átomos, siendo por tanto el alma, material. El cuerpo y el alma mueren simultáneamente.

La realidad como los átomos que la forman, es eterna. El caos no es el origen, y todo existirá hasta el infinito, pero coexiste un elemento fundamental, el azar en el movimiento de los átomos en su caída en el vacío, es decir lo que puede producir la desviación de las causas y los efectos, con la que queda asegurada la libertad.

Ética: es la culminación de nuestra sistema filosófico, que no es sino el logro de  la felicidad, basada en la autarquía –cada uno por sí mismo- y la ataraxia. Puesto que la felicidad es el objetivo de todo ser humano, la filosofía debe interesar a cualquier persona.

La ética pensamos que se basa en dos polos opuestos: el miedo, que debe ser evitado, y el placer, que debe ser buscado como necesario.

LOS MIEDOS básicos del hombre son: el miedo a la muerte –no tiene sentido, ya que la muerte es la ausencia de sensibilidad-, el miedo al dolor, el miedo al fracaso en la búsqueda del bien –carece también de sentido, ya que el futuro no depende completamente de nosotros, ni tampoco nos es totalmente ajeno, de modo que no debemos esperarlo como si hubiera de venir infaliblemente, ni tampoco desesperarnos como si no hubiera de venir nunca– y el miedo a los dioses –concepto tampoco real, ya que los dioses son seres demasiado alejados de los los humanos, y no se preocupan por nuestras vicisitudes, por lo que no tendría sentido temerles-.

Me atrevo a señalar tres tipos de PLACER por su objeto, dijo:

Los naturales y necesarios: alimentarse, beber, estar abrigado y seguro; el hombre debe satisfacer los deseos naturales necesarios de la forma más económica posible.

Los naturales e innecesarios: la conversación, la gratificación sexual y el arte; se pueden intentar conseguir los deseos naturales innecesarios hasta la satisfacción del corazón, pero no más allá. No se debe arriesgar la salud, la amistad ni la posición económica en la búsqueda un deseo de placer innecesario, pues esto sólo conducirá a un sufrimiento futuro.

Los innaturales e innecesarios: la fama, el poder y el prestigio; hay que evitar por completo los deseos innaturales innecesarios, pues el placer o satisfacción que producen es siempre efímero.

Y también establecemos, continuó,  una división entre los PLACERES que satisfacen el cuerpo y el alma:

Placeres del cuerpo: aunque considero que son los más frecuentes, nuestra propuesta es la renuncia al desenfreno en la utilización de  estos placeres y la búsqueda de la carencia de apetito y dolor corporal.

Placeres del alma: el placer del alma es superior al placer del cuerpo, pues el corporal tiene vigencia en el momento presente, pero es efímero y temporal, mientras que los del alma son duraderos y además pueden eliminar o reducir quizá los dolores del cuerpo.

El análisis de los diferentes placeres y la  prudencia de cada cual, pueden permitir caminar hacia  una vida feliz, lo cual constituye el objeto de la filosofía. Podemos señalar en consecuencia, como placeres fundamentales, la tranquilidad del alma y la ausencia de dolor: “la ausencia de turbación y de dolor son placeres estables; en cambio, el goce y la alegría resultan placeres en movimiento. Cuando decimos entonces, que el placer es un fin, no nos referimos a los placeres de los que proporciona el goce y la alegría, sino en hallarnos libres de sufrimientos del cuerpo y de turbación del alma”.

Giré la cabeza para volver a llamar al camarero, y al buscar con la mirada de nuevo a los dos hombres, me encontré con la visión de mi piano, que está justo a la izquierda de la mesa donde leo y escribo, el armario de la pared abierto, y bajo la balda de las toallas -bien colocadas-, la de las camisetas de deportes desordenadas, como si alguien hubiera metido la mano en busca de placeres o para ocultar dolor y sufrimientos…, mi mirada perdida soñando, y un libro abierto delante de mí: El candelabro enterrado, de  Stephan  Zweig, donde narra la historia de un judío que hizo del objetivo de su vida, el preservar la menorá, sufriendo.

Se debe querer alcanzar lo que a uno le satisface y desea, y se debe querer sólo, a quien quiera que se le quiera. 

EL IMPERIO LATINO.

En marzo de 1095, el papa Urbano II convocó un concilio en Piacenza, en el norte de Italia, al que acudió una embajada del emperador bizantino Alejo I Comneno, con el objetivo de pedir ayuda para detener el avance turco, que si no era frenado, amenazaría a toda la cristiandad.

El papa Urbano II vio  una oportunidad para unir la iglesia oriental con la occidental y, al mismo tiempo, significarse en Europa como un líder político además de espiritual, así que decidió ayudar a Alejo I y, para ello, convocó el Concilio de Clermont, en donde se proclamó la Primera Cruzada.

Urbano II en el Concilio de Clermont.

En 1096 siguiendo el llamamiento del papa, partió una primera expedición, conocida como la Cruzada de los pobres, liderada por los miembros del clero bajo, Pedro el Ermitaño y Walter el Indigente . Estaba integrada por unos cuantos miles de personas del pueblo y algunos miembros de la baja nobleza, sin recursos, organización, ni experiencia militar. Atravesaron Europa saqueando a su paso lo que necesitaban para sobrevivir y lograron llegar a Constantinopla en el verano de 1096, pero fueron masacrados en el primer enfrentamiento con las tropas turcas, a lo que ayudó el emperador bizantino que los despachó hacia los turcos con prontitud, deseando aliviarse del problema que le causaba su permanencia en Constantinopla.

Mientras tanto, se organizaba otra expedición, encabezada por miembros de la alta nobleza, con amplia experiencia militar y abundantes recursos. A esta expedición, se sumaron todos aquellos que quisieron participar, liderados por caballeros nobles experimentados.

Los principales líderes fueron Godofredo de Bouillón, acompañado de sus hermanos Eustaquio y Balduino, quienes aportaron un ejército de 40.000 hombres. También participaron Raimundo de Tolosa, un experimentado y rico noble provenzal y Bohemundo deTarento miembro de la nobleza normanda, asentada en el sur de Italia. Estos caballeros encabezaron tres columnas que se reunieron en Hungría y desde allí se dirigieron a Constantinopla, a donde llegaron en enero de 1097.

La Primera Cruzada se mantuvo desde 1096 hasta 1099 y comprendió todas las batallas de los cruzados cristianos contra los musulmanes en Oriente Próximo y Anatolia. La Cruzada finalizó con la victoria cristiana, que culminó con la conquista de Jerusalén en 1099.

​La predicación que había hecho en Clermont Urbano II, provocó un estallido de fervor religioso tanto en el pueblo llano como en la pequeña nobleza, pero no así en los reyes, que se abstuvieron de participar en esta primera ocasión.

En esta cruzada se realizaron  grandes matanzas de musulmanes y judíos en los lugares conquistados, en donde se establecieron los Estados cruzados, también llamados Estados latinos de Oriente. Estos pequeños enclaves cristianos fueron  el Reino de Jerusalén, el Condado de Edesa, el Condado de Trípoli y el Principado de Antioquía, manteniendo algunos la presencia del cristianismo durante dos siglos.

Como consecuencia de las fricciones políticas, se deterioraron las relaciones entre Occidente y el Imperio bizantino, comenzando una disputa que terminarían con el saqueo de Constantinopla durante la Cuarta Cruzada en 1204.

También se expandió un espíritu de fervor cristiano e intolerancia religiosa que causó matanzas de musulmanes en la península ibérica y de judíos sobre todo en Francia.

La Segunda Cruzada (1147-1149) fue una campaña militar organizada por el Papa Eugenio III y los nobles europeos para reconquistar la ciudad de Edesa, que había caído en 1144 en manos de los turcos selyúcidas. A pesar de la intervención de un ejército de 60.000 hombres y de la presencia de dos reyes europeos, la cruzada no tuvo éxito y originó tensiones adicionales entre el Imperio bizantino y Occidente. La Segunda Cruzada también incluyó campañas importantes en la Península Ibérica y el Báltico contra los musulmanes y los paganos respectivamente. Ambas campañas secundarias fueron exitosas aunque el objetivo principal, liberar el Oriente Latino de la amenaza de la ocupación musulmana, no se logró, de manera que a lo largo de los siguientes dos siglos serían convocadas nuevas cruzadas, todas  con éxitos solamente marginales.

El Papa Eugenio III convocó formalmente la Segunda Cruzada en diciembre de 1145. Los objetivos de la campaña se plantearon sin concreción, no mencionándose explícitamente la recuperación de Edesa ni a Zengi, sino que fue una llamada amplia para proteger los logros de la Primera Cruzada y a los cristianos y las santas reliquias de Levante. Esa ausencia de un objetivo concreto tendría repercusiones en la elección de los objetivos militares por parte de los cruzados. Para potenciar la convocatoria, se prometió a los cristianos que se unieran el perdón de sus pecados, incluso si morían durante el viaje a Levante. Además, sus propiedades y sus familias serían protegidos en su ausencia y asuntos como los intereses de los créditos serían suspendidos o cancelados. La convocatoria, respaldada por Bernardo, abad de Claraval, y la  lectura pública de una bula papal, tuvieron un éxito notable, y 60.000 cruzados se aprestaron para la marcha.

Los cruzados que debían viajar por mar a Oriente podrían ser utilizados en la península Ibérica, al tener que retrasar su partida debido al más lento avance de los ejércitos por tierra. La ruta marítima era mucho más rápida y por tanto se podría dar un buen uso lateral a los del transporte marítimo mientras tanto. Una flota de unas 160-200 naves genovesas llenas de cruzados navegó hasta Lisboa para ayudar al rey Alfonso Enríquez de Portugal a conquistar la ciudad que estaba en manos musulmanas, objetivo que se logró en octubre de 1147. Algunos cruzados continuaron con éxito la lucha contra los musulmanes en  la Reconquista de los reinos cristianos, destacando las conquistas de Almería, en octubre de 1147, liderada por el rey Alfonso VII de León y Castilla, y Tortosa, en diciembre de 1148.

 Asedio de Lisboa, 1147.

Otro escenario bélico para los cruzados escandinavos fue el Báltico, en donde al margen de conquistar entre junio y septiembre de 1147, Dobin y Malchow -hoy nordeste de  Alemania-, la campaña no fue brillante en conjunto y el Báltico, seguiría siendo campo de batalla para los cruzados en los siglos siguientes.

Edesa capital del condado de su nombre, localizada en la Mesopotamia superior, era un importante centro cultural y comercial. La ciudad que había sido conquistada por los cristianos en la Primera Cruzada, cayó en manos de Imad ad-Cin Zengi, gobernante musulmán independiente de Mosul  y Alepo, en diciembre de 1144. Tras la conquista, los cristianos occidentales fueron asesinados o vendidos como esclavos, mientras que a los orientales se les permitió quedarse. Era necesaria una respuesta.

Las fuerzas fueron lideradas por el emperador del Sacro Imperio Conrado III y por el rey de Francia Luis VII. A principios del verano de 1147, el ejército cruzó Europa hacia Constantinopla y de allí hacia Levante, donde a las tropas francesas y germanas se unieron las italianas, escandinavas y más cruzados franceses que habían viajado por mar. Los cruzados se dieron cuenta de la urgencia de la respuesta militar, cuando Nur ad-Din, sucesor de Zengi, derrotó al líder latino Joscelino II en su intento de reconquistar Edesa, que fue nuevamente saqueada para celebrar el nuevo dominio de Nur ad-Din. Todos los varones cristianos de la ciudad fueron ejecutados, y las mujeres y niños vendidos como esclavos, igual que había sucedido con sus correligionarios dos años antes.

Cuando los contingentes francés y germano llegaron a Constantinopla en 1147, descubrieron que Manuel I Conmeno había firmado un armisticio con los turcos; la parte francesa del ejército quiso atacar por su cuenta Constantinopla. Por su parte, los cruzados germanos tenían sus propios problemas, debido a que una riada terrible había acabado con muchos de ellos. Finalmente fueron persuadidos de seguir rápidamente su ruta hacia el este, por las noticias de que un gran ejército musulmán se estaba preparando para impedir su entrada en Levante.

El ejército germano liderado por Conrado III fue el primero en sufrir la falta de planificación y no apoyarse en los consejos locales: mal preparado para la dura estepa semiárida, sin un suministro adecuado de víveres y subestimando el tiempo necesario para alcanzar su objetivo; en Dorylaion, un contingente de selyúcidas, los forzó a retirarse a Nicea, con el propio Conrado herido.

Luis VII quedó impresionado al enterarse del fracaso de los germanos, pero siguió adelante y logró derrotar a un ejército selyúcida, en diciembre de 1147, gracias a la superioridad de su caballería, pero la alegría duró poco, porque en enero de 1148. los franceses sufrieron una dura derrota en la batalla del monte Cadmo. Posteriormente hubo varias victorias de menor importancia para los cruzados, en su camino hacia la costa meridional de Asia Menor, pero fue un comienzo desastroso.

Luis VII y su deteriorado ejército alcanzaron finalmente Antioquía en marzo de 1148. A partir de allí, continuaron hacia el sur, ignorando la propuesta de Raimundo de Antioquía de luchar en el norte de Siria. La relación entre ambos era peor que desastrosa, ya que al parecer, la mujer de Luis, Leonor de Aquitania, mantenía relaciones con su tío Raimundo. En cualquier caso, se convocó un consejo de los líderes occidentales en Acre, y se escogió el objetivo de la Cruzada: no sería la destruida Edesa, sino Damasco, en manos musulmanas, la amenaza más próxima a Jerusalén y un buen trofeo.

El ejército cruzado llegó a Damasco a finales de julio de 1148 e inmediatamente comenzó el asedio. Después de sólo cuatro días, las dificultades planteadas por las defensas y una grave escasez de agua obligaron a los atacantes a abandonar el sitio. Una vez más, la mala planificación y la logística deficiente pusieron en evidencia el desastre de los cruzados. La lucha en torno a la ciudad había sido feroz, con numerosas víctimas por ambos bandos pero sin ningún avance real.

El fiasco del asedio después de tan breve tiempo, llevó a algunos, especialmente a Conrado III, a sospechar, que los defensores habían sobornado a los residentes cristianos para que no actuaran y otros recelaron de una interferencia bizantina; quizá el celo de los defensores se debiera a que esta ciudad había sido capital del Califato Omeya entre 661 y 750, una ciudad con muchos vínculos con la tradición islámica.

También la presencia a 150 kilómetros, de un gran ejército musulmán enviado por Nur ad-Din, y la escasez de recursos hicieron que los líderes cruzados optaran por retirarse; Conrado III regresó a Europa en septiembre de 1148 y Luis VII, seis meses más tarde.

Tal como habían temido los cruzados, Nur ad-Din siguió consolidando su imperio y conquistó Antioquía en junio de 1149, tras la batalla de Inab, decapitando a su gobernante, Raimundo de Antioquía -Leonor entonces, se separó de Luis VII y casó con Enrique II Plantagenet-En 1150, el conde de Edesa, Raimundo, fue capturado y encarcelado, y el estado latino de Edesa desapareció. A continuación, Nur ad-Din ocupó Damasco en 1154, unificando la Siria musulmana. Manuel I respondería con campañas exitosas entre 1158 y 1176, pero era evidente que los musulmanes iban a ser una amenaza permanente para los bizantinos y el Oriente Latino. Cuando Shirkuh, general de Nur ad-Din, conquistó Egipto en 1168, el camino quedaba expedito para una amenaza aún mayor para la cristiandad. El gran líder musulmán Saladino, sucedió a su tío Shirkuh en 1174 como sultán de Egipto, y 13 años más tarde y debido al mal gobierno de Guy de Lusignan, sucesor de Balduino V “el Leproso”, Jerusalén cayó en manos musulmanas en 1187, tras la derrota de Lusignan en la famosa batalla de Los Cuernos de Hattin en 1187, que sería el detonante para la Tercera Cruzada.

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Saladino. 1185. Ismail al Jazari.

Tras la conquista de Jerusalén por los musulmanes, el papa Gregorio VIII proclamó que la caída de la Ciudad Santa había sido un castigo por los pecados de los cristianos de toda Europa, y comenzó a publicar bulas para motivar la puesta en marcha de la Tercera Cruzada.

La Tercera Cruzada, que se llevó a cabo entre 1187 y 1191, fue conocida como la Cruzada de los Reyes, en un intento de los cristianos europeos de reconquistar Tierra Santa.  No logró su objetivo, aunque consiguió éxitos parciales.

Felipe II de Francia –primero Francia porque Inglaterra era su vasalla– y Enrique II de Inglaterra -que le había quitado a su hijo Ricardo Corazón de León su prometida Alicia de Francia, convirtiéndola en su amante-, casado ya con Leonor de Aquitania, iban a liderar esta Tercera Cruzada.

Leonor de Aquitania había sido mujer del francés Luis VII con el que tuvo dos hijas, y ahora con Enrique II de Inglaterra tenía 8 hijos, entre ellos Ricardo Corazón de León, Juan Sin Tierra y Leonor Plantagenet, la mujer de Alfonso VIII de Castilla. Ahora el hijo y sucesor de Luis VII, Felipe II y Enrique  tuvieron que aparcar sus diferencias para llevar a cabo la nueva cruzada, aunque la muerte de Enrique en 1189, dejó la corona en manos de su heredero Ricardo Corazón de León. El emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico I Barbarroja de la casa Hohenstaufen también respondió a la llamada de la cruzada, y dirigió un ejército poderoso a través de Europa y Anatolia, pero  él se ahogó en el mar antes de llegar a Tierra Santa. Muchos de los componentes de su ejército abandonaron la empresa.

El Dux reclutando para las Cruzadas

El Dux de Venecia reclutando  soldados para la Tercera Cruzada. Jean Leclerc. 1621. Óleo sobre tela. 120×90 cm. Palazzo Ducale. Venecia.

Después de expulsar a los musulmanes de Acre, una de las ciudades más antiguas del mundo, constituida en 1500 a.C., el sucesor en el mando de los alemanes de Federico Barbarroja, Leopoldo V  El Virtuoso de la familia Babenberg -duque de Austria, entre 1177 y 1194 y duque de Estiria de 1192 a 1194-, y Felipe II de Francia abandonaron la cruzada y salieron de Tierra Santa en 1191, debido a gestos impropios de un rey, llevados a cabo por Ricardo Corazón de León, como fue quitar y tirar a un foso la bandera de la casa de Austria, que ondeaba en Acre, y poner la suya (esto le costaría un año de prisión y 150.000 marcos de plata posteriormente).

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Muerte de Federico I Hohenstauffen Barbarroja ,Gustave Doré. S XIX. Plumilla.

Saladino no pudo derrotar a Ricardo en ningún enfrentamiento militar, asegurando éste las ciudades costeras de Acre y Jaffa, además de constituir el reino de Chipre que luego vendería  a la orden del Temple, y ésta a Guy de Lusignan, tras perder éste el reino de Jerusalén. Sin embargo, el 2 de septiembre de 1192, Ricardo firmó un tratado de no agresión con Saladino por 3 años, 3 meses, 3 semanas y 3 días, por el que Jerusalén permanecería bajo control musulmán, pero permitiendo a los peregrinos cristianos visitar la ciudad.

Ricardo salió de Tierra Santa el 9 de octubre de ese año. Los éxitos de la Tercera Cruzada permitirían a los cruzados mantener un reino considerable con su sede en Chipre y la costa de Siria, aunque su incapacidad para recuperar Jerusalén daría lugar a la iniciación de una Cuarta Cruzada seis años más tarde. El regreso de Ricardo a su Inglaterra fue muy largo por naufragar en las costas del Adriático cerca de Venecia, y allí ser hecho prisionero por el duque de Austria y entregado a Enrique VI de Alemania, que lo tuvo un año encarcelado hasta recibir un rescate de 150.000 marcos de plata que pagó su madre Leonor de Aquitania, ya que su hermano Juan sin Tierra, no sólo no hubiera pagado nada, sino que además le había arrebatado el trono durante su ausencia, de acuerdo con Felipe II de Francia, aunque Ricardo  lo recuperaría a su regreso.

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Ricardo I Plantagenet Corazón de León. Merry-Joseph Blandel. 1841. Óleo sobre tela. 114×170 cm. Palacio de Versalles. 

Y fue en 1198, un año antes de la muerte de Ricardo, cuando el Papa Inocencio III, comenzó a predicar una nueva Cruzada, la Cuarta. Al margen de los motivos aducidos, las intenciones de unos y otros, y los objetivos finales logrados, la consecuencia más importante no fue otra que la creación del IMPERIO LATINOque naturalmente no se encontraba entre los objetivos iniciales.

Inocencio III estaba deseoso de establecer la autoridad de la  Santa Sede en todo el orbe cristiano, teniendo gran interés en los asuntos de los Estados cristianos de Oriente, para poder desde allí intentar anular o disminuir la autoridad de los patriarcas ortodoxos, especialmente la del Ecuménico de Constantinopla, que era el primus inter pares entre todos ellos.

Por otro lado, en la última década del siglo XII había ido intensificándose la rivalidad entre Enrique VI de Alemania –de la dinastía Hohenstaufen, sucesor de Federico I Barbarroja– y el emperador bizantino Isaac II Ángelo, al cual le fue exigido el pago de los gastos generados por la participación de las tropas de Federico I Barbarroja –su padre– en la Tercera Cruzada, ya que uno de los motivos de la misma, fue coadyuvar a la protección del Imperio Bizantino del acoso  musulmán. Enrique, su hijo y sucesor, exigía de Bizancio la entrega de la región de los Balcanes y el pago de los daños sufridos por la expedición de Barbarroja. Su política en Oriente, al aceptar el vasallaje de los reyes de Armenia y de  Chipre, fue de deliberada hostilidad hacia Bizancio.

Entra dentro de lo lógico que Enrique considerara la posibilidad de dirigir una nueva potencial cruzada contra Constantinopla, sin embargo no pudo ser porque  falleció en 1197 en Mesina. Su hermano y sucesor al trono alemán, Felipe II de Suabia,  además de los mismos motivos de su hermano, tenía especiales intereses de gran importancia en Bizancio, ya que estaba casado con Irene Ángelo, hija del emperador bizantino Isaac II Ángelo, que había sido depuesto en 1195 por su hermano Alejo III Ángelo. Irene Ángelo –la rosa sin espinas, la paloma sin malicia–, viuda del rey Roger III de Sicilia, le podría proporcionar la llave para obtener la corona del Imperio Bizantino, o al menos, el manejo del mismo mediante otro posible emperador, en caso de que él no lo lograra, su cuñado Alejo IV, hermano de su mujer y de momento invitado y residente en su corte.

La ciudad-estado de Venecia, principal potencia marítima en el Mediterráneo oriental, tenía fuertes intereses comerciales en los territorios bizantinos, y muy especialmente en su capital Constantinopla, y vía abierta hacia el mar Negro y a las rutas de las especias por el este. Desde finales del siglo XII gozaban de privilegios especiales para comerciar en el Imperio Bizantino, pero en 1171 el emperador Manuel I Conmeno ordenó la detención de los comerciantes venecianos y la confiscación de sus bienes, lo cual provocó la suspensión de la actividad comercial entre Venecia y Bizancio, inactividad que se prolongó por espacio de quince años, siendo especialmente duro para Venecia, ya que los bizantinos continuaban comerciando con Génova y Pisa. En 1185, Venecia acordó con el emperador Andrónico I Conmeno, reanudar las relaciones comerciales, exigiendo el abono de compensaciones por las propiedades confiscadas en 1171, que nunca llegó a hacerse efectiva. Bizancio, explotaba hasta ese momento y en beneficio propio, la rivalidad comercial de Venecia con otras ciudades-estado italianas, como Génova y Pisa. Venecia necesitaba asegurarse la supremacía comercial en Oriente, desplazando definitivamente a sus rivales.

Con estos mimbres, se comenzó a predicar una nueva cruzada. Su llamamiento, sin embargo, tuvo poco éxito entre los monarcas europeos. Los alemanes, aun deseándolo,  estaban enfrentados al poder papal, en tanto que Francia e Inglaterra se encontraban combatiendo la una contra la otra. Finalmente, se acordó la organización inmediata de un ejército cruzado en un torneo organizado en Ecri por el conde Teobaldo de Champaña en noviembre de 1199.

Teobaldo fue nombrado jefe de este ejército, del que también formaban muchos señores del norte de Francia y de los Países Bajos, añadiéndose algunos caballeros alemanes -entre ellos BALDUINO IX DE FLANDES, más tarde primer emperador del IMPERIO LATINO– y varios nobles del norte de Italia, como Bonifacio, marqués de Monferrato.

El control bizantino sobre los Balcanes era escaso y en consecuencia, las dificultades por cuestiones de seguridad, para marchar por tierra  a Oriente eran grandes. Por mar era lo idóneo, pero la expedición de los cruzados carecía de flota para trasladarse a la zona de Jerusalén.

Los cruzados enviaron negociadores a los poseedores de flotas capaces para 35.000 hombres y 4.500 caballos (luego fueron menos) como Venecia o Génova para contratar el transporte. Guillermo de Villehardouin llegó a un acuerdo con la República de Venecia en abril de 1201 para el transporte de la expedición hasta Egipto por 85.000 marcos de plata.

Se desembarcaría en Egipto, desde donde se avanzaría por tierra hasta Jerusalén.  En 1201 murió Teobaldo de Champaña, y los cruzados eligieron como nuevo jefe de la expedición a Bonifacio de Monferrato. Éste, firme partidario de los Hohenstaufen, conoció en la corte de Felipe II de Suabia a Alejo, hijo del defenestrado emperador Isaac II Ángelo que había sido depuesto y ordenado ser cegado por su hermano Alejo III Ángelo, que deseaba contar con la ayuda de los cruzados para recuperar el trono imperial que le había sido arrebatado por su hermano, y a su hijo Alejo por herencia.

Cuando en junio de 1202 llegó el momento del embarque, los cruzados no habían podido reunir la cantidad de plata solicitada por los venecianos. Éstos, se negaron a realizar el transporte si no recibían la cantidad acordada, por lo que el ejército cruzado tuvo que pasar dos meses acampado en la isla de San Nicolás de Lido, a la espera de conseguir fondos, hasta que finalmente llegaron a un acuerdo el Dux de Venecia  Enrico Dandolo y Bonifacio de Monferrato, para aplazar el pago de la deuda, si previamente los cruzados conquistaban para Venecia la ciudad de Zara -hoy Zadar en la actual Croacia-, capital de Dalmacia, que hasta 1183 había sido de Venecia, acogiéndose posteriormente a la protección papal y de Emerico de Hungría. Bonifacio de Monferrato aceptó, embarcando el 8 de noviembre de 1202, conquistando la ciudad para Venecia quince días después, siendo momentáneamente el ejército cruzado y los venecianos excomulgados por Inocencio III, por robarle su protectorado, aunque posteriormente absolvió a los primeros, manteniendo la excomunión para los segundos.

Estando los cruzados en Zara, llegó un mensajero de la corte de Felipe II de Suabia, llevando una oferta del pretendiente al trono bizantino, Alejo hijo del depuesto Isaac II. Si el ejército cruzado se desviaba hasta Constantinopla y le ayudaban a recuperar su trono, usurpado por su tío Alejo III, no sólo estaba dispuesto a garantizar el pago de la deuda que los cruzados habían contraído con Venecia, sino que además se comprometía a aportar a la cruzada un contingente de 10.000 soldados, así como fondos y provisiones, para proseguir hacia Tierra Santa.

Tanto Monferrato como el Dux Dandolo aceptaron la oferta. Otros, los menos,  se opusieron, exponiendo que habían ido a la cruzada para luchar contra los musulmanes, abandonando el ejército cruzado y embarcando hacia Siria. La mayoría continuó en el ejército cruzado y cuando Alejo llegó a Zara, embarcaron, arribando a las costas de Constantinopla a finales de junio de 1203.

Torre Galata. Estambul.

Tras varios ataques sin éxito a ciudades en la costa asiática del Bósforo, el ejército cruzado desembarcó en Gálata –hoy sigue estando allí la famosa torre y la cadena que cerraba la entrada del Bósforo a Costantinopla por mar, pero ahora con restaurante y ambiente chill out, aunque no es la originariamente bizantina, la Megalos Pyrgos, ya  que ésta fue destruida precisamente por esa Cuarta Cruzada en 1204– en el lado europeo del Cuerno de Oro.

Después de algunos intentos para entrar en Constantinopla, el 17 de julio de 1203 se consiguió abrir brecha en las murallas. El emperador Alejo III huyó llevándose grandes riquezas a la ciudad tracia de Mosynópolis. La nobleza imperial sacó de la cárcel al ciego depuesto emperador Isaac II Ángelo y lo repuso en el trono, sobre todo, como gesto de cara a los invasores. Tras negociaciones entre ambas partes, se decidió que Isaac y Alejo –el que debía pagar a los venecianos– fueran coemperadores, este último con el nombre de Alejo IV Ángelo, siendo  coronado en Santa Sofía el 1 de agosto de 1203.

Toma de Constantinopla. Tintoretto. siglo XVI. Palacio Ducal de Venecia.

Para intentar poder cumplir con los acuerdos pactados con venecianos y cruzados, Alejo se vio obligado a poner fuertes nuevos impuestos. También se había comprometido a conseguir que la Iglesia Ortodoxa aceptase la supremacía del Papa  y adoptase el rito latino, pero se encontró con una gran oposición. Confiscó bienes eclesiásticos para poder pagar a los venecianos, pero todo fue insuficiente. Durante el resto del año 1203, la situación fue volviéndose cada vez peor. Venecianos y cruzados contrariados por el impago y el incumplimiento de los acuerdos existentes, el pueblo bizantino cada vez más  descontento con el nuevo emperador por los impuestos desmedidos. y por último los constantes enfrentamientos callejeros entre cruzados –tropa en guarnición– y bizantinos, obligaron en última instancia, a acordar la salida de los cruzados de la ciudad,  constituyendo esta situación de desorden, el caldo de cultivo de las revueltas que condujeron a la caída de Alejo IV.

El yerno de Alejo III –el que había huido–, que tenía un puesto importante en la Corte, se convirtió en el cabecilla de los descontentos y organizó, a principios de 1204, constantes revueltas. En el mes de febrero, los venecianos y cruzados dieron un ultimátum a Alejo IV, quien tuvo que manifestar la imposibilidad de cumplir lo pactado. Hubo un levantamiento y tras deliberación de tres días del Senado, sacerdotes y pueblo, se eligió emperador –cargo irrenunciable­– a Nicolás Kanobos que no aceptó el  poder imperial y se refugió en Santa Sofía. Tras once días, el yerno de Alejo III, casado con su hija Eudoxia Ángelo, que durante las revueltas había apresado a los coemperadores Isaac II y Alejo IV, acudió a Santa Sofía a ofrecer al emperador encerrado Nicolás un puesto importante en su administración, ya que se había autoproclamado emperador con el nombre de Alejo V Ducas. Ante la negativa de Nicolás, fue sacado de Santa Sofía , arrastrado y estrangulado en sus preciosas escaleras de mármol. Alejo V también mandó estrangular a Alejo IV y matar –que pareciera por edad– a Isaac II.

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Alejo IV Ángelo

Ante esta situación, en el mes de marzo de 1204, cruzados y venecianos debatieron sobre la situación y como resolverla. La decisión fue unánime y clara: conquistar la ciudad –debería ser por la fuerza–, cobrarse las deudas con los bienes que pudieran saquear y colocar en el trono a un emperador LATINO.

La siguiente cuestión era quién debería ser el candidato al trono imperial, no logrando inicialmente un acuerdo. Bonifacio de Monferrato, el jefe de la expedición, no era del gusto de  los venecianos, y al fin se decidió crear un comité compuesto por seis delegados cruzados y seis venecianos para elegir al emperador.

Atacaron la ciudad el 6 de abril de 1204, pero fueron rechazados. Seis días después lograron abrir una brecha en la muralla consiguiendo al mismo tiempo que ardiesen barrios enteros mediante proyectiles incendiarios. Desmoralizados los defensores, permitieron la entrada en Constantinopla de los cruzados. Alejo V huyó a Mosynópolis, ciudad donde estaba su suegro, Alejo III. Los nobles bizantinos ofrecieron la corona a Constantino Lascaris pero murió en combate a los pocos días de ser coronado y a continuación a  Teodoro I Lascaris, yerno también de Alejo III, pero éste la rechazó y marchó a Nicea junto a gran parte de la nobleza y de los patriarcas de la Iglesia ortodoxa. Allí se fundó el imperio de Nicea , sintiéndose depositarios de la legitimidad bizantina.

Los Cruzados entran en Constantinopla DelaCroix

Entrada de los cruzados en Constantinopla. Eugéne Delacroix. 1840. Óleo sobre lienzo. 410×493 cm. Museo del Louvre. París

La ciudad fue saqueada –el saqueo fue brutal según las crónicas– no librándose las iglesias, palacios, ni monasterios, Finalmente, se restableció el orden y se procedió a la  distribución del botín según lo que se había pactado previamente: tres octavas partes para los venecianos, otras tres octavas para los LATINOS y un cuarto para el futuro emperador. A pesar de las pretensiones de Bonifacio de Montferrato, el comité eligió emperador a Balduino IX de Flandes –uno de los principales jefes de las huestes cruzadas–. primer emperador del IMPERIO LATINO con el nombre de Balduino I. El mundo llamó a esta distribución, “Partitio terrarum imperii Romaniae”.

Por tanto, el IMPERIO LATINO o Imperio latino de Constantinopla –Imperium Romaniae–, fue el estado fundado por cruzados y venecianos en los territorios capturados al Imperio de Bizancio en 1204, manteniéndose hasta 1261, cuando uno de los sucesores de los antiguos emperadores bizantinos, Miguel VIII Paléologo, lo reconquistó para Bizancio.

El Imperio Latino así formado, no logró establecer su control sobre todo el antiguo territorio bizantino, por lo que surgieron estados sucesores del dominio bizantino en Nicea, Épiro y Trebisonda. Nicea era la más próxima al Imperio Latino, donde residía el último emperador de Bizancio –Teodoro I Lascaris–, muchos componentes de la antigua nobleza bizantina y los patriarcas ortodoxos, siendo por tanto, la que se pudiera encontrar en  mejor posición en un futuro, para intentar restablecer el Imperio bizantino.

Además de estos tres enemigos: lo que sería en breve el Imperio de Nicea -parte noroeste de Anatolia-, el Despotado de Épiro –parte occidental de Grecia– y el Imperio de Trebisonda –localizado en la parte sudoriental del mar Negro, limitando con la actual Georgia–, el Imperio tuvo como enemigos a Bulgaria, a  los turcos selyúcidas del Sultanato del Rum y a algunos señores lombardos rebeldes de Tesalónica –Tesalónica fue comprada por Bonifacio de Montferrato a los venecianos, nombrándose rey, aunque fue un reino LATINO vasallo del Imperio Latino, de vida efímera–.

También para terminar de definir la situación de gobierno, tras la fundación del Imperio, cabe señalar como anécdota, la creación del Ducado de Atenas. Una  vez más Bonifacio de Montferrato, ocupó esta vez Atenas sin grandes problemas y junto a Tebas, se la cedió a Otón de la Roche, caballero borgoñón de familia menor y compañero de cruzada. Le nombró inicialmente Gran Señor  de Atenas y Tebas y luego Duque, aceptando su vasallaje.

Imperio Latino tras su  proclamación en 1204.

El Imperio Bizantino fue dividido en la Partitio terrarum imperii Romaniae, firmada el 1 de octubre de 1204, por acuerdo entre los cruzados y Venecia en tres partes: los tres octavos venecianos incluyeron además Creta, Rhodas, Corfú, Negroponte, Cephallonia  y otras islas. Para el Imperio Latino, los tres octavos  de la partición, más los dos octavos del nuevo emperador latino, fuerzas que podrían quizá sumarse, además de  ejercer el control sobre algunas zonas de Grecia mediante el vasallaje: del Reino de Tesalónica por Bonifacio de Monferrato, del Ducado de Atenas y Tebas por Otón de la Roche –a su vez vasallo del Rey de Tesalónica–, del Ducado del Archipiélago o de Naxos  por Ruy de Montfort, y directamente vasallaje del Imperio, el Principado de Acaya –sobre la costa del norte del Peloponeso lindando con el  golfo de Corinto-, el Ducado de Filipópolis –en la ciudad Plovdiv de la actual Bulgaria y sus alrededores, cuyo señor fue el Duque Renier de Trit–, y el Ducado de Filadelfia –en la ciudad turca de  Alasehir y terrenos circundantes–. Además controlaba por ocupación física todos los territorios europeos y asiáticos que rodeaban al mar de Mármara, y los estrechos del Bósforo y de los Dardanelos, aunque quedaron numerosos territorios en manos de aristócratas bizantinos griegos, que consideraban sus territorios estados sucesores del Imperio bizantino, y que pretendían la reconquista del imperio perdido: el Despotado de Épiro, el Imperio de Nicea y el Imperio de Trebisonda.

El Dux de Venecia no fue considerado vasallo del Imperio, permitiéndole sus tres octavos del antiguo Imperio y una parte importante de Constantinopla asegurar su influencia en el gobierno del nuevo.

A partir de aquí comenzaron las luchas entre todas las partes, que en algunas ocasiones apoyaban una opción y de forma inmediata a la contraria, intentando claramente su mejor posicionamiento. Nicea, Trebisonda y Épiro buscando recuperar el antiguo Imperio para ellos, Bulgaria y el sultanato del Rum, tratando de combatir al que  en cada momento se iba haciendo más fuerte, para socavar su poder, y el Imperio Latino tratando de mantener lo que había logrado y ampliarlo hasta lograr la totalidad del Imperio Bizantino.

Teodoro I Láscaris de Nicea no logró un éxito inmediato –fue derrotado en Poemaneum y Bursa (Prusa antiguamente) por el Imperio latino en 1204–, pero posteriormente le arrebató a éste, la parte noroccidental de Anatolia, aprovechando que las tropas de Balduino I debían hacer frente a los búlgaros que les atacaban por el oeste. Teodoro  I de Nicea tuvo victorias contra sus oponentes sucesores de Trebisonda, colocándose como el más importante de los estados sucesores bizantinos. En 1206, viéndose fuerte, se auto-confirmó como emperador, coronándose en Nicea.

Teodoro trató de reforzar sus derechos nombrando un nuevo Patriarca de Constantinopla en Nicea y para cerrar posiciones con el Imperio, se casó con María de Courtenay en 1219, hija del emperador Pedro II de Courtenay y de la emperatriz latina Yolanda de Flandes,  pero murió siendo fue sucedido por su yerno  Juan III Ducas en 1222.

En 1224 el reino de Tesalónica fue conquistado por el Despotado de Epiro que posteriormente, cayó en manos de Bulgaria en 1235, con el visto bueno de Juan III de Nicea que buscaba aliados contra los latinos, a toda costa.

En 1242, el Imperio Mongol desde el este, invadió el Sultanato del Rum de los selyúcidas, al este de Nicea, y curiosamente pararon allí respetando las fronteras nicenas.

Juan III se casó con Constanza de Hohenstaufen hija de Federico II emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en 1245 -quizá este fue el motivo de la detención mongola-. Negoció entonces con los mongoles y derrotó a sus ex aliados búlgaros, continuando sus conquistas sobre los latinos hasta su muerte en 1254.

Teodoro II Láscaris siguió su política de conquistas durante cuatro años, muriendo en 1258. Su hijo Juan IV Ducas Láscaris le sucedió, pero siendo un niño, reinó bajo la regencia del general Miguel Paleólogo. Miguel se proclamó co-emperador con el nombre de Miguel VIII, y consiguió derrotar conjuntamente al déspota de Epiro –cuando los búlgaros fueron derrotados por Juan III renació el despotado–y al príncipe latino de Acaya en la  batalla de Pelagonia.

Ya en 1247, los nicenos habían rodeado eficazmente Constantinopla, y solo las tres líneas de fuertes de defensa de la ciudad los mantuvieron a raya, señalando la mencionada batalla de Pelagonia en 1258, el principio del fin del dominio latino en Grecia.  En 1260 Miguel VIII de Nicea comenzó el asalto a Constantinopla. El 25 de julio de 1261, con la mayoría de las tropas latinas fuera en otros frentes, el general niceno Strategopoulos encontró una entrada sin vigilancia en la ciudad –acordada con los defensores, claro– y entró con sus tropas, restaurando el Imperio bizantino para su señor, Miguel VIII Comneno Ducas Ángelo Paleólogo, con el que se inició la dinastía de los Paleólogos. Una vez dentro, incendió el barrio veneciano (a sus ojos responsables de la toma de la ciudad en 1204). Miguel fue reconocido emperador pocas semanas más tarde, restaurando el Imperio Bizantino. El niño Juan IV Juan Ducas Láscaris, el infante heredero de Teodoro II, fue cegado siendo todavía un niño, y enviado a una fortaleza del Mar de Mármara. Este acto de crueldad granjeó a Paleólogo los odios populares, sobre todo en Asia Menor.

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Miguel VIII Paleólogo.

Los habitantes del Imperio restaurado consideraron al Imperio de Nicea como el verdadero sucesor del Imperio Bizantino, aunque aún seguían existiendo el Imperio de Trebisonda  y el principado latino de Acaya. Trebisonda permaneció independiente hasta la conquista otomana en 1461 (Tras la conquista en 1453 del Imperio Bizantino por Mehmed II, aún siguió el Imperio de Trebisonda ocho años como tal). Acaya fue pronto reconquistada por Bizancio.

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Murallas de Constantinopla.

El Imperio restaurado, que ya nunca  nunca tuvo el antiguo esplendor, debió hacer frente desde entonces a la nueva amenaza que representaban los turcos otomanos que surgieron en sustitución de los derrotados selyúcidas, que tras doscientos años, y aún con las tres líneas de defensa inexpugnables durante más de mil años – foso y las dobles muralla teodosias- acabaron conquistando el Imperio en 1453,  apoyados por los famosos cañones búlgaros y la traición del responsable de la cadena de la torre Gálata, que permitió la entrada de los barcos otomanos al Cuerno de Oro.

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Torre Gálata.

1) DÉSPOTADO

El término original griego despotēs significaba simplemente “señor”. Equivalente al título latino dominus.

La mayor parte de los despotēs fueron yernos de los emperadores bizantinos, que acostumbraban proclamar a sus hijos mayores  co-emperadores –symbasileus–. Despotēs fue título cortés sin funciones ni poderes específicos, a pesar de significar honor inmediato al del emperador.

Después de la  Cuarta Cruzada, el título pasó a utilizarse en los Estados sucesores del Imperio bizantino, y lo otorgaba cualquier monarca que tuviera  título imperial, incluyendo Nicea, Trebisonda, Épiro, los búlgaros u otros. El título despotēs también podía ser otorgado por un emperador a un extranjero noble por lazos familiares o por servicios prestados. Por ejemplo, en el Imperio de Trebisonda el título fue otorgado a los herederos al trono, como diferencia con todos los demás cargos.

No siempre aquellos déspotas se portaron correctamente con el pueblo y personas a su servicio, motivo por el que paulatinamente el vocablo fue haciéndose más popular en el sentido de aquel que abusa de su poder o autoridad.

Las primeras referencias en castellano a la palabra, en la forma ‘déspoto’, las encontramos en un escrito del siglo XVI del historiador palentino Gonzalo de Illescas que se refiere de ese modo al rey de Rusia, aunque no fue hasta el siglo XIX cuando se comenzó a utilizar el término ‘déspota’ en el sentido que hoy en día le damos; es decir, desde hace dos siglos es cuando la palabra déspota, adquirió la connotación negativa que hoy le damos.

Como curiosidad: los reyes de España, son Reyes de Jerusalén y Duques de Atenas y Neopatria región de Tesalia alrededor de la ciudad de Neai Patrai conquistada por los almogávares en el siglo XIII-.