EL CONFLICTO PALESTINO-ÁRABE-ISRAELÍ.
Hace algún tiempo, en la sobremesa de una magnífica paella a la que fui invitado por unos amigos en su casa de Roquetas de Mar, surgió el tema de los judíos, su historia, sus expulsiones de todos los países incluso del suyo desde la Antigüedad hasta la Baja Edad Media y en la Edad Moderna, las persecuciones constantes a lo largo de su existencia hasta desembocar en el Holocausto, su asentamiento por la Resolución 181 de Naciones Unidas en lo que bíblicamente es denominado Tierra Prometida, y su sinvivir desde entonces en ese territorio debido a la inquina árabe.
Pasamos en nuestra charla de puntillas sobre las expulsiones de Inglaterra, Francia y los reinos de los Reyes Católicos, los primeros en la Baja Edad Media y los últimos en el comienzo de la Edad Moderna. Ante mi sensación de ausencia de exactitud en los datos aportados, dejamos que la conversación fuera discurriendo hacia otros temas, en los cuales todos nos sentíamos más seguros, por el conocimiento más preciso de lo tratado.
A mí, la Historia -y aquí pueden incluirse todos los testimonios arqueológicos, literarios, epigráficos, numismáticos, filológicos, etnográficos, bibliográficos de cualquier tipo, y en fin, todos los componentes de la cultura material e inmaterial- me ha llevado a la empatía total con los judíos, de los que, por lo que se oye al vulgo -especialmente a políticos con alto grado de desconocimiento histórico, y a universitarios reaccionarios sin conocimiento alguno-, se tiene una ignorancia importante de su historia, dejándose llevar para formar su errada opinión, por la desinformación que proporcionan los medios de comunicación con las imágenes constantes de niños muertos y desnutridos -que a todos nos duelen lo inimaginable- señalando lo buenos que son los palestinos y lo malos que son los judíos, olvidándose poner en el otro lado de la balanza el sufrimiento de un pueblo en constante diáspora por el mundo, con más de siete millones de asesinados, y que ahora necesita sobrevivir en un pequeño territorio concedido por la Sociedad de Naciones en 1948, que nunca quiso agrandar, aunque esto haya ocurrido, como consecuencia de tener que hacer frente a los países árabes coaligados en cuatro guerras desde 1948, y la 5ª y de momento última, que comenzó con el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, en medio del lanzamiento indiscriminado de miles de cohetes a Israel en donde murieron un millar de personas, más de 3.000 fueron heridas y cerca de 250 fueron tomadas como rehenes.
Así pues, me propongo escribir desde la dificultad que ofrecen los documentos por un lado tendenciosos, y la Arqueología y la Historia por otro, aun con una imprecisión notable, sobre el pueblo israelita (hoy israelí) – sus desatinos, sus cambios de rumbo, sus éxodos, sus diásporas, sus persecuciones y sus guerras, esperando poder proporcionar algo de luz a quien le interese -seguro que se colarán errores- el tema, para poder conformar un criterio lo más objetivo posible.
Conviene señalar, que los textos bíblicos no dejan de ser documentos políticos del pueblo judío (algunos escritos durante el exilio en Babilonia), y por tanto, la fe científica en ellos debe ser muy relativa, necesitándose otras fuentes históricas.
Comenzaré el relato por el epílogo -parte más actual, desde 1947 a la actualidad- y en otras ocasiones, más adelante, intentaré en sucesivos capítulos llegar a este punto desde Abraham hasta aquí, para quienes pudieran estar interesados.
El 14 de mayo de 1948 -5 del mes de Yar del año 5708-, ejecutando la Resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, el líder del Movimiento Sionista, David Ben Gurión, leyó el Acta de la Independencia que daba lugar al nacimiento de un Estado Judío en la Tierra de Israel, cuyo nombre oficial sería Estado de Israel.
Al ser declarada la independencia de Israel, se hizo la promesa de que se promulgaría una Constitución antes del 1 de octubre de 1948. Sin embargo, la presión de diversos grupos religiosos impidió que se llevara a cabo esta promesa: muchos judíos ortodoxos y religiosos se oponen a la publicación de una Constitución, porque piensan que la máxima ley nunca debe ser de este mundo, pues ya existen las leyes básicas que son la TORÁ. el TANAJ, el TALMUD y el SHULJÁN ARUJ.
La TORÁ -enseñanza, doctrina- es el libro sagrado y fundamental de la religión judía, en el que están contenidos las leyes y relatos fundacionales del pueblo y la identidad hebrea. Equivale al Pentateuco de la Biblia -los cinco primeros libros: Génesis, Éxodo, Números, Levítico y Deuteronomio-. En Bolonia se conserva el texto completo y más antiguo de la Torá.
El TANAJ es el texto central del judaísmo, constituyendo la colección de obras que forman la base de la tradición religiosa judía. La palabra TANAJ es un acrónimo formado por las iniciales de sus tres divisiones principales: Torá (Pentateuco), Nevi’im (Profetas) y Ketuvim (Escritos). Consta de los veinticuatro libros sagrados canónicos del judaísmo. Los textos están escritos mayoritariamente en hebreo y en arameo antiguos.
NEVI´IM, o los Profetas, representa la segunda sección de TANAJ. Incluye a los primeros profetas -Josué, los Jueces, Samuel y los Reyes- y los últimos Profetas Mayores -Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel- y los Doce Profetas Menores -Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías-. Establecido en su forma final por los Hombres de la Gran Asamblea, bajo la dirección de Esdras en el siglo V a. de C., justo antes del final del período profético.
KETUVIM, o los Escritos, es la tercera y última sección de TANAJ, compuesto por una diversa colección de libros sagrados incluyendo los Salmos, los Proverbios, el Trabajo, la Canción de Canciones, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés, Ester, Daniel, Esdras, Nehemías, y Crónicas.
El TALMUD -estudio, enseñanza- es el texto principal del judaísmo rabínico.
Durante varios siglos, los estudios y discusiones de los rabinos judíos fueron recogidas en el TALMUD. Estas discusiones incluyen una gran variedad de temas que tienen que ver con la Ley Judía, con la Ética, y la Filosofía e Historia, además de una amplia gama de asuntos y los diferentes puntos de vista de los rabinos. Las discusiones de sabios y sus explicaciones, fueron escritas en arameo. En estas explicaciones está la diferencia entre el Talmud de Jerusalén y el de Babilonia, aunque los dos llegan a la misma conclusión.
Tanto la Torá como el Talmud son entendidos por la religión judía como transcripciones fieles de la cultura oral antigua del pueblo de Israel. La primera, parece ser que fue dictada por Dios a Moisés, mientras la escritura del TALMUD corresponde a las interpretaciones de los rabinos, tradición oral, que fue compilada en el siglo II de d.C. por el Rabí Iehudá Hanasí y se fue perfeccionando hasta el siglo VI.
El Shulján Aruj es un libro obra de un rabino en el siglo XVI -Joseph Caro- cuya resolución es aceptada por todas las autoridades rabínicas en conjunto; es una compilación de leyes extraídas de la Torá, el Talmud y de otros libros rabínicos, que facilitó a las siguientes generaciones la determinación de la Halajá.
La Halajá guía no solo las creencias y las prácticas religiosas sino los numerosos aspectos de la vida cotidiana. La Halajá es “la forma de comportarse” o “la forma de caminar “. Históricamente, en la diáspora judía, la Halajá ha servido a muchas comunidades como una vía legal obligatoria, tanto civil como religiosa.
Desde 1948, el ejército de Israel debió afrontar varias guerras contra países árabes y musulmanes de la región que, a pesar de pertenecer a la ONU, se negaron sistemáticamente a aceptar la resolución 181, democráticamente votada y, en las últimas décadas, a la acción de los grupos terroristas islámicos que no reparan en dar muerte a quien les viene en gana (no solo de Israel sino de cualquier país).
El gobierno de Israel, declaró un día nacional para recordar a todas las víctimas caídas en defensa de la Patria que, por estar íntimamente relacionado con la propia supervivencia del Estado, se conmemora el día inmediato anterior al de la celebración de la independencia.
A pesar de la continua situación de tensión militar, Israel ha logrado un desarrollo político, social, económico y científico reconocido en el mundo entero, con la democracia como pilar fundamental, al tiempo que ha ido integrando a millones de inmigrantes judíos que, desde todas partes del mundo, han llegado constantemente, y continúan haciéndolo.
El pequeño espacio que se disputan árabes y judíos se encuentra ubicado en un conflictivo lugar. Las crónicas más viejas lo documentan entre Egipto al sur y Mesopotamia al norte. Luego, vinieron las sangrientas conquistas asirias, babilonias, persas, griegas, romanas, árabes, cristianas, turcas e inglesas, hasta llegar al día de hoy, en que se eterniza la confrontación entre pueblos arraigados a esa tierra que, para respaldar sus derechos, se basan en sus propias narrativas.
El vocablo Palestina no existía. No es mencionado ni una vez en la Biblia ni en ningún otro documento de la antigüedad.
Los israelitas consiguieron unificar a las diversas tribus y pueblos que habitaban entre el río Jordán y el Mediterráneo. David, mil años antes de la era cristiana –había nacido en la aldea de Belén (Beth-léjem, en hebreo, “casa del pan”)–, convirtió un estratégico caserío jebuseo, ubicado a pocos kilómetros al norte, en la capital, y le impuso el nombre de Jerusalén -en hebreo, “ciudad de la paz”-. Su hijo Salomón construyó allí el Templo.
Después se produjo una escisión entre los habitantes del norte y el sur del pequeño país. El norte se llamó Reino de Israel y el sur, Reino de Judá. Los asirios conquistaron y destruyeron el reino del norte. Siglos después los babilonios hicieron lo mismo con el del sur. Unas siete décadas más tarde el emperador Ciro el Grande, de Persia, auspició el regreso a Jerusalén de los exiliados de Judá, quienes ya habían empezado a cantarle salmos de exquisita inspiración: Si me olvidara de ti, oh Jerusalén, mi diestra se paralice y mi lengua se pegue al paladar.
Luego de la breve conquista helénica, los macabeos recuperaron la independencia de Eretz Israel -Tierra de Israel-, que duró hasta la conquista romana. Los emperadores Vespasiano y Tito tuvieron hacer un gran esfuerzo para frenar las sublevaciones judías y arrasaron Jerusalén, el Templo y varias fortalezas. Pero la resurrección de Judea era un problema que no lograban resolver. Conviene recordar, el agravio adicional a Jesús y a los judíos –herido con infinita crueldad– al instalar sobre la cruz la sigla INRI (Jesús el Nazareno, Rey de los Judíos).
Palestina seguía sin existir.
Un siglo y medio después de Cristo, se produjo otra importante sublevación. Jerusalén estaba en ruinas, el templo arrasado y las fortalezas de Herodion y Masada tomadas. Un guerrero llamado Bar Kojbá reinició la lucha, y consiguió una relativa independencia. Los romanos tuvieron que mandar ochenta mil hombres, al mando del famoso general Julio Severo para poner orden. Adriano era el emperador romano entonces. En su libro Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar -académica de la lengua francesa de origen belga- dedica muchas páginas a ese levantamiento. El emperador pensó cómo poner fin a las reivindicaciones de los judíos por su Judea y su venerada Jerusalén. Primero les prohibió visitar Jerusalén, convertida en una guarnición militar, y pronto cambió el nombre a la ciudad por el de Aelia Capitolina. Al mismo tiempo, cambió la denominación de Judea o Israel por Palestina.
¡Entonces apareció el vocablo Palestina por primera vez! ¡En el siglo II d. C.! Lo hizo como nueva ofensa romana a los judíos. Palestina se escribía en latín Phalistina y hacía referencia a los filisteos, que la Biblia menciona desde Josué hasta David. Significa “pueblo del mar”. Habían llegado desde Creta, probablemente tras el fin de la civilización minoica, y se establecieron en la costa suroeste del territorio -podría ser en la actual franja de Gaza-. Jamás lograron conquistar el resto del país y terminaron integrados por completo en el reino de David. Nunca más hubo filisteos ni grupo alguno que los reivindicase. Se convirtieron en judíos. Quizás Einstein, Kafka, Chagall, Ariel Sharón, Golda Meir y muchos otros judíos descienden de los filisteos…
La palabra Phalistina, dada por Adriano a este territorio -que adquirió relevancia extraordinaria por la Biblia, base del cristianismo y luego del Corán–, fue obviada por los judíos que lo siguieron llamando Eretz Israel (tierra de Israel) y los cristianos Tierra Santa, y después los árabes lo bautizaron Siria Meridional.
Los cristianos fundaron el efímero reino latino de Jerusalén en la primera Cruzada, y durante el Imperio Otomano se convirtió en la provincia del vilayato de Jerusalén. El país perdió brillo, se despobló y secó.
Los nacionalismos judío y árabe nacieron casi al mismo tiempo. El judío a fines del siglo XIX y el árabe a principios de XX. Este último floreció en Siria, impulsado por los pensadores y activistas cristianos que recibieron influencias europeas. Los sirios acusaron a los sionistas, es decir, a los nacionalistas judíos, de haber inventado la palabra Palestina para quedarse con Siria Meridional; en realidad, ese nombre resucitó con el desmoronamiento del Imperio Otomano.
La presencia judía en Tierra Santa fue una constante: el espíritu judío añoraba año tras año, siglo tras siglo, milenio tras milenio, la reconstrucción de Eretz Israel con intensidad admirable. A fines del siglo XIX empezaron a llegar oleadas de inmigrantes que se aplicaron en edificar el país con caminos, kibutzim, escuelas, institutos técnicos y científicos, a forestar la tierra, crear universidades, teatros, y aparatos administrativos. En 1870 fundaron en Mikvé Israel la primera escuela agrícola de la región.
Antes de que finalizara la Primera Guerra Mundial, la región de Palestina formaba parte del Imperio otomano. Los británicos, derrotaron al ejército turco en 1917 y ocuparon Siria y Palestina. Este territorio fue administrado por los británicos hasta que terminó la guerra y más tarde, por concesión de la Liga de Naciones.
En ese momento –noviembre de 1917- se produjo la DECLARACIÓN BALFOUR. La Declaración fue una carta privada presentada por el ministro británico de Relaciones Exteriores, Balfour, dirigida a Lord Rothschild, un distinguido miembro de la comunidad judía británica. Cuando fue emitido no era un documento oficial. Se oficializó en 1922 cuando la Liga de las Naciones protocolizó el Mandato británico en Palestina.
Mientras, en abril de 1920 en una conferencia en San Remo, a la cual acudieron Gran Bretaña, Francia, Japón e Italia, se delinearon y delimitaron las fronteras de los territorios capturados por los aliados en la Primera Guerra Mundial.
Estas fronteras marcaban la existencia política de Siria, Líbano, Irak y Palestina tras la Primera Guerra Mundial. Las conclusiones finales en esta conferencia otorgaron a estos territorios legalidad y legitimidad internacional. En las resoluciones también estaba el contenido de la Declaración Balfour, es decir la promesa británica de facilitar el establecimiento de “un hogar nacional para el pueblo judío en Palestina”. En esencia, en San Remo se reconoció la autodeterminación del pueblo judío.
El ministro de relaciones internacionales británico, denominó a las resoluciones de la Conferencia de San Remo “La Carta Magna de los sionistas”. En julio de 1922 cincuenta y un países aprobaron las decisiones adoptadas en la Conferencia de San Remo, así como el contenido de la Declaración Balfour.
Con el tiempo, la Declaración en sí misma, pasó a ser un punto importante de referencia para alcanzar el objetivo sionista moderno de crear un estado en Palestina. También para el mundo árabe, que se oponía al establecimiento de un Estado Judío en esa zona, la declaración cobró relevancia.
La Liga de las Naciones dio legitimidad internacional a los judíos que querían construir una entidad política en Palestina, en la tierra que había estado en manos del Imperio Otomano y ahora liberada por el ejército británico.
Desde 1920, los países árabes y los propios palestinos se opusieron a la Declaración Balfour por medio de alegatos diplomáticos y apelaciones a los oficiales británicos tanto en Londres como en Palestina: veían a la Declaración como una petición judía para obtener un estado, impidiendo así la autodeterminación Palestina.
De hecho, los líderes políticos árabes palestinos tenían dos razones contundentes para oponerse a la autodeterminación palestina en ese momento. Primero querían negarle igualdad política a las aspiraciones sionistas y segundo un proceso árabe de autodeterminación podía afectar a los entonces dirigentes árabes, quienes se habían auto considerado líderes legítimos durante el ocaso del imperio otomano. Esto podía conducir a nuevas elecciones que les harían perder su estatus de liderazgo ante adversarios más jóvenes.
Desde el establecimiento de Israel en 1948, la declaración siguió siendo para los árabes un obstáculo legal que debía ser eliminado; lo veían como el certificado de autenticidad del nacimiento de Israel.
Acabada la Primera Guerra Mundial, Palestina fue separada de Siria y quedó en manos del conquistador británico, ahora ya por Mandato de la Liga de Naciones. Quienes nacían en esa tierra eran palestinos, fuesen judíos o árabes. Antes de la independencia, que volvió a recuperar la palabra Israel, los judíos se llamaban a sí mismos palestinos. Palestina era reconocida de facto como el hogar de los judíos incluso por sus odiadores y detractores.
Los árabes tardaron en tomar conciencia de su propia identidad nacional. Al principio, hasta saludaron como beneficiosa la presencia del sionismo, pero Gran Bretaña, percatándose del deseo emancipativo judío, en 1922, cortó dos tercios de la Palestina que le habían adjudicado para el Mandato, y creó el reino de Transjordania, donde instaló al hachemita Abdulá, hijo del jerife de La Meca. Quitó derechos a los judíos, que reclamaban parte de ese territorio, y lo convirtió en el primer espacio Judenrein (limpio de judíos) antes del nazismo, porque no permitía que allí se instalase judío alguno.
Pronto Gran Bretaña decidió que sus aliados en la zona fueran los árabes, y no los judíos, y creó la Liga Árabe en 1945 para mantener su poder colonial. Olvidó que estaba allí para favorecer la construcción de un Hogar Nacional para el pueblo judío, el que exigía la reconstrucción del país que le había dado su historia. Es cierto que algunos judíos preferían que esa misión la cumpliese el Mesías, y otros se volcaron entonces en la causa de la revolución comunista, pero el núcleo principal se agrupó en torno al sionismo, palabra que quería significar el renacimiento nacional y social del pueblo que más agravios, persecuciones y matanzas había sufrido en dos mil años.
Después de la Segunda Guerra Mundial, se intensificó la demanda emancipadora judía. Los británicos llevaron el caso a las Naciones Unidas para provocar su condena en 1947, pero el tiro les salió por la culata: las Naciones Unidas votaron el fin del Mandato Británico y la partición de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe, no estableciendo que ninguno se llamase Palestina, sino que eran parte de la región de Palestina. Los judíos celebraron la resolución, pero los países árabes en conjunto decidieron violarla y barrer a todos los judíos al mar, como ha aprendido algún/a/o/e catete política española. El secretario general de la Liga Árabe amenazó con efectuar matanzas que dejarían en pañales las de Gengis Khan. La guerra, por lo tanto, se presentaba como un hecho inminente, y apuntaba a un nuevo genocidio judío, pocos años después del Holocausto. No importaba seguir matando judíos. Ni siquiera los que rechazaban esa conducta, propusieron una condena rotunda.
Así comenzaría la Primera Guerra árabe-israelí, en 1948; El nuevo Estado de Israel -nombre que adoptó, basado en la expresión hebrea Eretz Israel- no tenía armas, debiendo enfrentarse a siete ejércitos enemigos. La mayor parte de su armamento fue robado o arrancado a los británicos. Numerosos combatientes acababan de llegar tras sobrevivir en los campos de exterminio nazis. O vencían o morían. Fue la guerra en que cayó la mayor cantidad de judíos. (Imaginarse esto ahora con las brutales acciones contra Hamás en la Franja de Gaza; no les importa. Vencer o morir.)
En algunos lugares recurrieron a estratagemas para impulsar la rendición o la huida de sus enemigos, en otros atacaron sin clemencia. Sabían lo qué les esperaba en caso de ser vencidos. Los árabes estaban divididos entre los que querían defender sus tierras y los que atacaron a los judíos luchando sin convicción. Al cabo de varios meses, con treguas que fueron quebradas por ambos bandos, se llegó al armisticio y al trazado de unas fronteras arbitrarias.
Como consecuencia de esa guerra desigual –iniciada por los árabes–, aparecieron los refugiados. Refugiados árabes y refugiados judíos. Estos últimos, eran los ochocientos mil judíos expulsados de casi todos los países árabes en venganza por la derrota. Los recibió Israel, pese a sus dificultades iniciales, y los integró en su espacio y vida, pese a que en ese tiempo y durante varios años debió sufrir un interminable bloqueo y mantener un estricto racionamiento. Los seiscientos mil refugiados árabes, en cambio, fueron encerrados por sus hermanos en campamentos, donde se les aisló y sometió a la pedagogía del odio.
Transjordania se quedó Cisjordania y Jerusalén Este, medida que justificaba su cambio de nombre; a partir de 1949, en efecto, se empezó a llamar Jordania -a ambos lados del río Jordán-; Egipto se quedó con la Franja de Gaza. La ocupación árabe de esos territorios duró 19 años. En esas casi dos décadas, no pensaron ni reclamaron crear un Estado árabe palestino independiente compuesto por Cisjordania, Jerusalén Oriental y Gaza. Ningún presidente, rey o emir árabe o musulmán visitó Jerusalén Oriental, convertida en un lugar irrelevante; no permitieron que los judíos fuesen a rezar al Muro de las Lamentaciones.
En 1956 se produjo La guerra del Sinaí, llamada también crisis de Suez, guerra de Suez, o segunda guerra árabe-israelí por los árabes: fue una invasión británica-francesa-israelí de Egipto en 1956. Israel realizó la invasión animada por la necesidad de abrir el Estrecho de Tirán y el Golfo de Aqaba cerrado desde el final de la guerra de 1948 por bloqueo egipcio. Comenzó el 29 de octubre y tras emitir un ultimátum conjunto para un alto el fuego, el Reino Unido y Francia se unieron a los judíos el 5 de noviembre, buscando deponer al presidente egipcio Nasser y recuperar el bloqueado canal de Suez, que Nasser había nacionalizado anteriormente al transferir el control administrativo de la Compañía del Canal de Suez, de propiedad extranjera, a la nueva Autoridad del Canal de Suez, de propiedad pública de Egipto.
La guerra fue una victoria militar para los tres aliados; pero también una derrota política, ya que la gran presión diplomática por parte de EEUU y URSS obligaron a Francia, Reino Unido e Israel a retirar sus ejércitos.
A pesar de la derrota militar Nasser salió reforzado ante el mundo árabe ya que Egipto mantuvo el control del canal. A cambio de retirar sus ejércitos del Sinaí, Israel obtuvo de Egipto el compromiso de detener sus envíos de armamento a las guerrillas que luchaban contra Israel; una fuerza de ONU -UNEF- desplegada en la península del Sinaí, realizó una misión de interposición entre egipcios y árabes. El Canal de Suez, estuvo cerrado desde octubre de 1956 hasta marzo de 1957. Las tensiones continuarían en la zona y acabarían desembocando en la Guerra de los Seis Días en 1967.
En mayo de 1964 se fundó la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), integrada por centenares de hombres que componían Al Fatah, Al Saiqa y el Frente Popular para la Liberación de Palestina. Las tres entidades eran laicas y se inspiraban en el nacionalismo que durante los años 60 acompañó la descolonización en África y Asia; la última era marxista-leninista. No estaban contaminadas por el fundamentalismo islámico, que se incorporaría más adelante. En 1967 apoyaron la obsesión bélica del presidente Naser, que concluyó en un desastre.
La OLP eligió profundizar la vía terrorista en lugar de proponer negociaciones. Siguió el modelo de los fedayines que Naser había espoleado a cruzar la frontera de Gaza para cometer cientos de atentados. Además, se dedicaron a asaltar aviones, atacar aeropuertos, asesinar deportistas, poner bombas en autobuses escolares y disparar contra viviendas civiles. Adquirieron notoriedad porque contrastaban con los sectores que aspiraban a conseguir un acuerdo pacífico. Por esa época el gentilicio palestino se asociaba con la palabra terrorista.
Sólo después de la Guerra de los Seis Días -conflagración que se produjo en 1967 por la insistente provocación árabe-, nuevamente con victoria judía se produjo la ocupación israelí de los territorios arrebatados en 1948 y otros más -toda la Península del Sinaí, los Altos del Golán y territorios de Transjordania-.
La Guerra de los Seis Días -1967-, cambió la relación de fuerzas en el conflicto árabe-israelí. Hasta ese momento no era un conflicto palestino-israelí. Los árabes de Palestina se llamaban “árabes de Palestina”, no “palestinos” y también los judíos se llamaban “palestinos” a sí mismos. El enfrentamiento se daba entre el Estado de Israel y todos los Estados árabes que habían intentado destruirlo desde antes de su nacimiento, violando la resolución de las Naciones Unidas que ordenaba el establecimiento de un Estado árabe y un Estado judío, vecinos.
Esa partición, votada en la Asamblea General el 29 de noviembre de 1947, se basaba en la distribución demográfica de entonces. A los árabes se les otorgaban sus principales ciudades y casi todos los sitios bíblicos; a los judíos, sus ciudades, colonias y la mayor parte del desierto. Los judíos lo celebraron, aunque muchos con tristeza, porque se quedaban sin pedazos de su historia nacional y religiosa.
El presidente de Egipto, Gamal Abdel Naser, adquirió un fuerte liderazgo gracias a su empeño panarabista, su acercamiento a la Unión Soviética y su alianza con los países no alineados entre los que figuraban China, Cuba o la antigua Yugoslavia de Tito. Consiguió formar con Siria la República Árabe Unida, que era el comienzo de una federación destinada a unir todo el mundo árabe. Su propósito no entraba en contradicción con la existencia de Israel, y David ben Gurión le propuso integrarse a su proyecto. Naser no quiso ni siquiera escucharlo y bloqueó el Estrecho de Tirán, que permite el acceso al Golfo de Akaba, y de esa forma inutilizar el puerto israelí de Eilat. Manifestó que ansiaba convertir en realidad el sueño de arrojar a los judíos al mar mediante la demolición de Israel. Compró gran cantidad de armas para llevar a cabo ese propósito. Iba a realizar su ataque mediante una pinza mortal: Egipto desde el sur y Siria desde el norte. Siria expresó su acuerdo mediante disparos cotidianos desde las alturas del Golán contra las poblaciones israelíes que rodeaban el bíblico lago de Galilea. Aba Eban, canciller de Israel, recorría angustiado las principales capitales del mundo para rogar que disuadieran al presidente egipcio. Fue inútil, porque Naser llegó al extremo de exigir que las Naciones Unidas retirasen las tropas que evitaban los choques entre ambos países; quería tener libre la ruta de su masivo ataque bélico. Ante el estupor general, el entonces secretario general de la ONU, el birmano U Thant, ordenó la evacuación de esas tropas. Naser tenía luz verde para iniciar su intento de aniquilación.
No sólo los judíos, sino millones de personas se conmovieron ante la inminencia de una tragedia que reproduciría el Holocausto. Fue entonces cuando estalló la Guerra de los Seis Días, porque horas antes del colosal ataque árabe, la aviación israelí tomó la iniciativa y pudo cambiar el curso de la historia. Al principio las emisoras árabes mintieron a sus audiencias informando sobre inexistentes triunfos. El primer ministro de Israel, Levy Eshkol, pidió al rey Husein de Jordania que no se incorporase a la agresión de Egipto y Siria, porque Israel no quería un tercer frente.
Pero Husein, presionado por Naser, avanzó sobre Jerusalén y otros puntos de la accidentada frontera. Entonces Israel, luego de aplastar a egipcios y sirios, tuvo que dirigirse también contra los jordanos. En esa contienda les arrebató Cisjordania, que se habían quedado tras el reparto al fin de la guerra de 1948.
La opinión pública internacional no podía salir del asombro. El pequeño David volvía a ganar al gran Goliath. En los organismos internacionales, el bloque comunista, aliado con los árabes, puso el grito en el cielo y exigió la devolución incondicional de los territorios conquistados, sin tener en cuenta la responsabilidad de Egipto, Siria y Jordania, ni exigir que firmasen la paz.
Los territorios conquistados eran la península del Sinaí y los altos del Golán, que no se consideraban parte de Palestina desde el trazado de fronteras que realizaron, con cierta arbitrariedad las potencias coloniales tras la desaparición del Imperio Otomano. Técnicamente, Cisjordania y Jerusalén fueron liberadas de la ocupación jordana, y la Franja de Gaza de la ocupación egipcia: los israelíes no lucharon contra los árabes-palestinos, sino contra Estados árabes poderosos que ocupaban buena parte de la Palestina histórica.
En 1970 la OLP había logrado constituir una fuerza considerable en Jordania, casi un Estado dentro del Estado, y decidió tomar el gobierno de ese país, que históricamente había formado parte de Palestina. En otras palabras, ya existía un Estado palestino llamado Jordania, hecho que la OLP no ignoraba, y pretendía sacar beneficio de esta situación. El rey Husein reaccionó y se calcula que sus tropas mataron a miles de hermanos en septiembre de 1971, llamado desde entonces Septiembre Negro.
Las aterrorizadas fuerzas de Arafat huyeron hacia Siria, pero el presidente Asad les cerró la entrada con fuerza militar. De forma poco clara –tal vez autorizados por Israel– llegaron al Líbano, donde también se empeñaron en formar un Estado dentro del Estado, con un laberinto de túneles y barrios controlados por completo, hasta que explotó la sangrienta guerra civil jordana.
En la guerra de Septiembre Negro cayeron más árabes palestinos por las balas jordanas y sirias que en todos los enfrentamientos con Israel. Antes y después, cientos de miles de refugiados tuvieron que pasar varias generaciones en campamentos, mantenidos por la caridad internacional. Es el único caso de un alto número de refugiados que no pudo ser resuelto o reabsorbido en tantas décadas, pese a la inversión multimillonaria que nutrió a una burocracia enorme y corrupta; se convirtieron en un material humano imposibilitado en trabajar para un futuro mejor.
La guerra del YOM KIPUR -1973- que los Estados árabes se empecinarían en llevar adelante dos años más tarde, fue catastrófica para ellos. Hasta el día de hoy es sorprendente la falta de autocrítica por parte de esos Estados: iniciaron un conflicto cruel e innecesario, se privaron de tener un vecino moderno y activo como Israel y ocasionaron el sufrimiento de sus hermanos más débiles radicados en Palestina. Además, no realizaron esfuerzos para integrarlos, sino que los persiguieron, discriminaron y hasta asesinaron en forma masiva, como se pudo ver también en la guerra local de Septiembre Negro de 1971.
*También se utiliza la denominación de Septiembre Negro para referirse a la organización terrorista palestina que surgió de este conflicto, y que asesinó a 11 atletas judíos en los Juegos Olímpicos de Munich de 1972 y a 5 miembros de la representación judía.
Dos años después de la guerra de Septiembre Negro y 4 después de la de los Seis Días, se inició La guerra del Yom Kipur, guerra del Ramadán o Guerra de Octubre, también conocida como la guerra árabe-israelí de 1973, que fue un conflicto librado por una coalición de países árabes liderados por Egipto y Siria del el 6 al 25 de octubre de 1973. Con la pequeña excepción de ataques aislados en territorio israelí el 6 y 9 de octubre, las acciones militares tuvieron lugar en territorio árabe, sobre todo en el Sinaí y en los Altos del Golán: Egipto y Siria querían recuperar el Sinaí y los Altos del Golán, respectivamente.
La guerra comenzó cuando la coalición árabe lanzó un ataque sorpresa conjunto sobre las posiciones israelíes en los territorios conquistados por Israel en la Guerra del os Seis Días, y precisamente en el día del Yom Kipur, el día más sagrado del judaísmo, pensando que la celebración mantendría descuidados a los judíos; también se estaba celebrando ese mes el Ramadán. Las fuerzas egipcias y sirias cruzaron las líneas de alto el fuego para entrar en la península del Sinaí y los Altos del Golán. Tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética realizaron grandes esfuerzos de suministros de material bélico, los primeros a Israel y la segunda a los países árabes; fue un enfrentamiento en la sombra de dos potencias nucleares, de las cuales, la primera sigue suministrando hoy día material a los judíos y la segunda, ahora bajo el paradigma de los países comunistas a los segundos.
La guerra comenzó con un cruce egipcio masivo y exitoso del canal de Suez. Después de cruzar la línea de alto el fuego, las fuerzas egipcias avanzaron virtualmente sin oposición en la península del Sinaí. Después de tres días, Israel había movilizado a la mayoría de sus fuerzas y logrado detener la ofensiva egipcia, llegando así a un punto muerto. Los sirios coordinan su ataque en los Altos del Golán, coincidiendo con la ofensiva egipcia e inicialmente amenazaron las ganancias territoriales israelíes. Tres días después, sin embargo, las fuerzas israelíes habían logrado empujar a los sirios de nuevo a las líneas de alto el fuego antes de la guerra. Luego, lanzaron una contraofensiva en profundidad durante cuatro días contra Siria.
Al cabo de una semana, la artillería israelí comenzó a bombardear los arrabales de Damasco Como el presidente egipcio Anwar Sadat comenzó a preocuparse por la debilidad de su principal aliado, creyó, que la captura de dos pasos estratégicos ubicados profundamente en el Sinaí, harían su posición más fuerte para las negociaciones futuras. Por lo tanto, ordenó a las fuerzas egipcias reactivar la ofensiva, pero el ataque fue repelido rápidamente. Los israelíes luego contraatacaron en el centro de los dos ejércitos egipcios, cruzaron el canal de Suez hacia Egipto, y comenzaron a avanzar lentamente hacia el sur y hacia el oeste, hacia Suez, durante una semana de intensos combates que infligieron bajas en ambos lados.
El 22 de octubre un alto al fuego negociado por Naciones Unidas se deshizo rápidamente. El 24 de octubre, los israelíes habían mejorado sus posiciones considerablemente y completado su cerco del tercer ejército egipcio y la ciudad de Suez. Este acontecimiento condujo a un segundo intento de alto el fuego que tuvo éxito, poniendo el 25 de octubre fin a la guerra.
Menajem Beguin, decidió silenciar las baterías palestinas del Líbano, que atacaban a diario centros civiles de Galilea. Las fuerzas judías llegaron rápido hasta Beirut y en el trayecto fueron recibidas con alivio, por las poblaciones cristianas del Líbano, sometidas a los asaltos de la pinza sirio-musulmana. Los dirigentes de la OLP tuvieron que huir a Túnez.
La OLP controlaba el sur del Líbano, y desde ahí lanzaba ataques diarios contra las poblaciones fronterizas de Israel. En 1974 consiguió ser reconocida por la Liga Árabe como “única representación legítima del pueblo palestino”, noticia que puso en aprietos a los dirigentes árabes moderados.
A pesar de su victoria, Israel propuso devoluciones territoriales a cambio de la paz. Como respuesta, la Liga Árabe se reunió en Jartum y, se negó a reconocer a Israel, ni a negociar con ese Estado.
Israel, sin embargo, decidió que todas las mezquitas y los lugares sagrados del islam fueran administrados por autoridades musulmanas. Las ciudades y aldeas árabes debían estar a cargo de intendentes árabes democráticamente electos, muchos de los cuales, como el de Belén, permanecieron en el cargo durante décadas y mantuvieron excelentes relaciones con el Gobierno israelí.
Cientos de miles de árabes de Gaza y Cisjordania encontraron trabajo en las poblaciones de Israel. Parte importante de sus productos eran comprados por los mismos israelíes. Se registraron encuentros entre judíos y árabes que habían sido amigos antes de 1948 e incluso se celebraron casamientos mixtos.
La guerra tuvo consecuencias trascendentes. Los países árabes, que habían sido humillados por la desequilibrada derrota de la alianza egipcio-sirio-jordana durante la guerra de los Seis Días -1967-, se sintieron mejor por los primeros éxitos en el conflicto del Yom Kipur -1973-. Los judíos a pesar de dar la vuelta a estos primeros éxitos militares árabes, no sintieron la certeza, a pesar de los impresionantes logros militares en el campo de batalla, de que siempre dominarían militarmente a los estados árabes. Estas sensaciones allanaron el camino para el proceso de paz siguiente: Los Acuerdos de Camp Davis de 1978, que dieron lugar a la devolución del Sinaí a Egipto y la normalización de las relaciones entre los dos países; el primer reconocimiento pacífico de Israel por parte de un país árabe fue de Egipto, que continuó su alejamiento de la Unión Soviética y abandonó su área de influencia.
Anuar el Sadat, reconoció que no tenía sentido negar la existencia de un país tan sólido como Israel. Ante la sorpresa mundial, decidió visitar Jerusalén. Aunque esperaba ser bien recibido, no esperaba unas muestras de reconocimiento como las que recibió.
Empezaron las negociaciones con Menajem Beguin y, en menos de un año, se firmó la paz entre ambos países. A cambio de la paz, Beguin aceptó entregar el desierto del Sinaí con sus aeropuertos, pozos de petróleo, rutas, centros turísticos y hasta ordenó la evacuación de la populosa ciudad de Yamit, construida entre Gaza y el Sinaí, para que nada de Israel permaneciera en territorio egipcio.
El encargado de evacuar por la fuerza a los colonos judíos del Sinaí fue Ariel Sharón. Este general no imaginaba que, mucho después, debería repetir el operativo en la Franja de Gaza. Con esta cesión de tierras equivalentes a casi tres veces el tamaño de Israel, disminuyó o decayó la acusación de su vocación expansiva. ESTA PAZ fue duramente condenada por todos los demás países árabes.
En el tratado con Egipto, Israel prometió la autonomía de los árabes que habitaban Gaza y Cisjordania. Autonomía significaba otorgarles el manejo de todas las áreas, menos la defensa y las relaciones exteriores. Sí autonomía, pero no soberanía. Seguramente Sadat pensó que la autonomía conduciría a la independencia. La idea de los dos Estados que viven y prosperan uno al lado del otro, que nació en la saboteada partición de 1947, resucitaba con fuerza. Gracias al contacto directo con los israelíes, que resultaba confortable, los árabes de Palestina tomaron conciencia de su identidad nacional y se aplicaron a la conformación de una nueva narrativa.
Se debe hacer justicia al fenómeno nacional palestino, que fue irrelevante en la primera mitad del siglo XX pero que, en los años siguientes consiguió hacerse reconocer por la Liga Árabe, las Naciones Unidas y el mismo Estado de Israel. Desde 1948 (independencia de Israel) hasta 1967 (Guerra de los Seis Días), Palestina había dejado de existir. Durante 19 años una porción del mapa lo ocupaba Israel y la otra, Jordania y Egipto. Es importante recordarlo.
La Primera Guerra del Líbano de 1982, denominada por Israel “Operación Paz para Galilea”, fue un conflicto armado que se inició el 6 de junio de 1982 cuando las Fuerzas de Defensa de Israel invadieron el sur del Líbano para expulsar a la OLP de dicho país. La invasión fue ordenada como respuesta al intento de asesinato del embajador israelí en el Reino Unido, Shlomo Argov, por parte del grupo de Abu Nidal, OAN, el sector más despiadado de Al Fatah.
Como respuesta a esta invasión israelí del sur del Líbano, fue creada la organización Hezbolá, por clérigos del Líbano, siendo fundado como grupo insurgente que aglutinaba a musulmanes chiíes entrenados y organizados por un contingente de 1.500 instructores de la Guardia Revolucionaria iraní. Adoptó el modelo desarrollado por Jomeini en Irán tras la revolución que expulsó al Sha Reza Pahlevi en 1979, y los fundadores del partido adoptaron el nombre de “Hezbolá” que había elegido Jomeiní. Desde entonces, Hezbolá ha desarrollado vínculos estrechos con Irán, país del que Hezbolá recibe armas, capacitación y apoyo financiero. Se debe señalar que Irán apoyó militarmente al presidente sirio al-Ashad contra los rebeldes, con fuerzas de Hezbolá, que combatieron junto a los soldados sirios.
Hezbolá agrupó a diversos grupos chiíes libaneses en una organización unificada para resistir contra la ocupación israelí del sur de Líbano, entonces establecida. Realizó un manifiesto en 1985, señalando entre sus objetivos, la expulsión de “los estadounidenses, los franceses y sus aliados definitivamente de Líbano, poniendo fin a cualquier entidad colonialista en nuestra tierra”.
Participó entre 1985 y 2000 en la lucha contra el Ejército del Sur del Líbano -ELS- y las Fuerzas de Defensa de Israel -FDI-, volviendo a hacerlo contra estas últimas en la Segunda Guerra del Líbano. Durante la década de 1990, Hezbolá también organizó voluntarios para luchar con el Ejército de Bosnia y Herzegovina en la Guerra de Bosnia.
Hezbolá o Hizbulá -Partido de Dios-, hoy es un partido político y grupo paramilitar musulmán chií libanés, regido desde 2024 por su secretario general Naim Qassem, El brazo paramilitar de Hezbolá es el Consejo de Yihad, y su brazo político es el partido Bloque de Lealtad a la Resistencia en el Parlamento libanés.
En 2016 se estimaba que su fuerza armada era equivalente a la de un ejército de tamaño medio y es, junto al Movimiento Amal, la principal expresión política y militar de la comunidad chií del Líbano, uno de los tres grupos religiosos más numerosos del país.
Desde 1990, Hezbolá ha participado en la política libanesa, en un proceso que se describe como la libanización de Hezbolá, participando posteriormente en el gobierno del Líbano mediante alianzas políticas.
Tras las protestas libanesas de 2006-2008 y el consiguiente conflicto militar de 2008, se formó ese mismo año un gobierno de unidad nacional, en el que Hezbolá y sus aliados de la oposición obtuvieron 11 de los 30 escaños del gabinete, suficientes para otorgarles poder de veto y decisión. El nuevo gabinete libanés aprobó por unanimidad una declaración política que reconocía la existencia de Hezbolá como organización armada y garantizaba su derecho a “liberar o recuperar las tierras ocupadas”.
Entre 2013 y 2015, la organización desplegó a sus paramilitares tanto en Siria como en Irak para combatir y entrenar a milicias locales para luchar contra el Estado Islámico. En las elecciones generales libanesas de 2018, Hezbolá ocupó 12 escaños y con su alianza política ganó las elecciones, al obtener 70 de los 128 escaños del Parlamento del Líbano.
Tras la retirada de Israel después de la Segunda Guerra del Líbano, Hezbolá no se desarmó, contraviniendo la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. A partir de ahí, la fuerza militar del grupo creció significativamente, hasta el punto de que su ala paramilitar llegó a ser más poderosa que el propio ejército libanés. Se ha descrito a Hezbolá como un Estado dentro del Estado y se ha convertido como ya se ha dicho, en una organización con escaños en el gobierno libanés, con su emisora de radio y cadena de televisión por satélite, servicios sociales y un despliegue más allá de las fronteras libanesas.
En 2012, Hasán Nasralá que fue un clérigo y político libanés que fue secretario general del partido político y cuerpo armado desde 1992, dijo que contaban con más de 100.000 combatientes; en 1924 fue asesinado.
La primera intifada palestina comenzó en diciembre de 1987, después de que un camión israelí matase a cuatro palestinos en un accidente de tráfico en la Franja de Gaza. El movimiento se extendió por todo el territorio, alimentado y estimulado por la humillación ante la ocupación israelí, el abandono internacional y la pobreza. Su objetivo era la autodeterminación del pueblo palestino y formar un Estado propio. El levantamiento lo lideraron los tres partidos que conformaban la Organización para la Liberación Palestina, y tuvo carácter diverso: desobediencia civil a la autoridad israelí, actos de violencia y terrorismo contra israelís, y boicot económico y de impuestos, que comenzó en diciembre de 1987 y continuó hasta principios de los años noventa.
La primera Intifada había tenido el mérito de consolidar la flamante identidad nacional árabe-palestina, incluso sintiéndola los israelíes. La intifada, además del detonante del accidente del camión, fue provocada por una combinación de factores, incluidas las frustraciones por el control israelí de Cisjordania y la Franja de Gaza, las dificultades económicas y la falta de progreso político hacia un estado palestino.
Esta primera intifada tuvo un impacto significativo en el conflicto palestino-israelí, ya que generó atención internacional, cambios en el panorama político y el eventual inicio de negociaciones de paz, en particular el Proceso de Paz de Madrid y los Acuerdos de Oslo, a principios de los años noventa. La primera intifada también condujo a la creación de Hamás.
En noviembre de 1988, durante una reunión del Consejo Nacional Palestino en Argel, Arafat anunció el establecimiento del Estado Independiente de Palestina y aceptó las resoluciones 242 y 338 de las Naciones Unidas, que no son precisas, porque hablan de la devolución de los territorios conquistados, sin señalar “todos”. Esa decisión fue premiada al mes siguiente por Estados Unidos, que aceptó iniciar un diálogo diplomático directo con la OLP. Los avances se fueron al traste cuando Arafat apoyó la invasión de Kuwait por Sadam Husein -2 de agosto de 1990- , lo que le enemistó con Occidente y con la mayoría de los países árabes que hasta ese momento lo habían sostenido.
A partir de ahí, se trabajó en retomar los esfuerzos diplomáticos copatrocinados por los Estados Unidos y la Unión Soviética para abordar el conflicto árabe-israelí. Reunieron a representantes de Israel, de los Estados árabes y de los palestinos para participar tanto en negociaciones bilaterales como en debates multilaterales sobre cuestiones regionales. Esos esfuerzos culminaron en la Conferencia de Madrid de 1991 que fue muy trascendente porque por primera vez participaron en conversaciones de paz los palestinos con Israel, sentando las bases para los esfuerzos de paz posteriores, incluidos los Acuerdos de Oslo y el tratado de paz de 1994 entre Israel y Jordania.
La conferencia de Madrid fue un esfuerzo diplomático básico, cotutelado por los Estados Unidos y la Unión Soviética. Reunió a representantes de Israel, los Estados árabes y a los palestinos en Madrid durante el gobierno de Felipe González, para participar tanto en negociaciones bilaterales como en debates multilaterales.
Puesta la piedra de Madrid, dos años más tarde, en1993, Simón Peres e Isaac Rabin decidieron resucitar al debilitado Arafat para conseguir la solución del inacabado conflicto: se firmaron los Acuerdos de Oslo, con el objetivo principal de establecer un marco para la resolución del conflicto israelí-palestino a través de negociaciones sobre un acuerdo de paz definitivo, que les valió a los tres personajes intervinientes: Isaac Rabin, Yaser Arafat y Bill Clinton, el Premio Nobel de la Paz. Nació la Autoridad Nacional Palestina, comenzando la transferencia de poderes con un par de acuerdos transitorios firmados por Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que fueron diseñados para establecer una asociación que pudiera negociar disputas fronterizas y crear un autogobierno palestino, mediante la creación de la Autoridad Palestina mencionada. Además, se tenía la esperanza de que con el tiempo, esto condujera a una solución pacífica del conflicto y a la solución de dos Estados.
De las conversaciones surgieron dos acuerdos: Oslo I en 1993 y Oslo II en 1995, que comenzaron a desmoronarse debido a los crecientes ataques terroristas y el asesinato del primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, por un extremista judío. Esto volvió a sumir a la región en un estado continuo de hostilidad y desconfianza. Tras la ruptura de las conversaciones entre israelíes y la OLP en Camp David en el año 2000, los palestinos lanzaron la Segunda Intifada.
La acción de los grupos armados autónomos que la Autoridad Palestina no quiso ni parar ni reprobar, como los de Al Fatah, liderado por el mismo Yaser Arafat, que constituyó las Brigadas de Al Aqsa, que cometían crímenes condenados en inglés y felicitados en árabe: engordaban los grupos fundamentalistas Hamás y Yihad Islámica, que no aceptaban ningún acuerdo. Arafat, en lugar de ejercer la posición del estadista que monopolizara el poder, seguía con las ilusiones del guerrillero que dejaba hacer a los terroristas para minar la resistencia israelí. Alcanzó el doble discurso: condenaba cada atentado, mientras estimulaba su multiplicación. Las primeras mujeres asesino-suicidas fueron jóvenes palestinas que calificó de “rosas de nuestra causa”. Era evidente que mentía: su objetivo no era la paz con Israel, sino destruirlo por otros medios.
El Tratado de Paz entre Jordania e Israel, firmado en 1994, fue un acuerdo por el que cada uno reconocía la soberanía del otro, estableciendo sus fronteras internacionales y promoviendo la seguridad y la cooperación económica. Jordania fue el segundo país árabe, tras Egipto, en normalizar sus relaciones con Israel. Si bien sigue habiendo un compromiso limitado entre los pueblos de ambos países, el acuerdo ha dado lugar a importantes vínculos regionales, especialmente en lo referido a cooperación económica, de recursos y de seguridad.
En julio de 2000, se celebró una Cumbre en Camp David tutelada por Bill Clinton, a la que asistieron el primer ministro israelí Ehud Barak y el máximo exponente de la Autoridad Palestina Yaser Arafat. La cumbre comenzó el 11 de julio y terminó el 25 de julio, con una declaración trilateral sobre los principios acordados para guiar las futuras negociaciones, pero sin un acuerdo de paz definitivo. [En el encuentro, los palestinos lograron un avance que no hubieran soñado: la pronta creación de un Estado árabe-palestino independiente sobre casi todos los territorios ocupados y la soberanía compartida de Jerusalén. Pero Arafat resistió las presiones, y logró que los palestinos volvieran a perder la oportunidad. Arafat regresó haciendo la uve de la victoria, mientras el primer ministro de Israel –que había cedido más de lo que hubiera aceptado Rabin– volvió derrotado.
A los pocos días, con excusa de un paseo de Ariel Sharón por la explanada del Templo -que había sido consentida por Jamil Jagrib, responsable palestino de seguridad-, desencadenó la injustificada y criminal Segunda Intifada, que duró cinco años, con miles de muertos por ambas partes, crecimiento del odio en lugar de la confianza y un empeoramiento profundo de la calidad de vida palestina.
La Segunda Intifada o Intifada de Al-Aqsa se denominó a la oleada de violencia que se inició a partir del 29 de septiembre de 2000 en Palestina e Israel. La visita de Ariel Sharón fue interpretada como una gravísima provocación por parte de la población palestina, y desató graves incidentes y choques entre estos y las fuerzas de seguridad, aunque ninguno de ellos de gravedad. Al día siguiente, durante la plegaria del viernes y con la tensión entre ambas poblaciones en aumento, cientos de jóvenes musulmanes apedrearon desde la Explanada de las Mezquitas a los fieles judíos congregados ante el Muro de las Lamentaciones. La policía israelí disparó usando fuego real, matando a siete palestinos, extendiéndose los incidentes por toda la parte árabe de Jerusalén.
Como respuesta a este ataque, y al cada vez más deteriorado proceso de paz, Israel ocupó de nuevo algunos de los territorios que había liberado durante horas, días o semanas. En esta Intifada, se comenzaron a generalizar los atentados suicidas. Los blancos de estos ataques suicidas fueron lugares frecuentados por los civiles israelíes, como centros comerciales, restaurantes y las redes de transporte público, así como zonas donde se reunían militares israelíes, paradas de autobús o cuarteles. Por su parte, las autoridades israelíes pusieron en práctica los asesinatos extrajudiciales contra dirigentes palestinos vinculados a actividades terroristas, familiares de los mismos y civiles próximos.
La Intifada de Al-Aqsa tuvo un elevado coste humano para ambos bandos. Del lado israelí, se convirtió en el tercer conflicto con mayor número de bajas en la historia de este país, superando a los de la Guerra de los Seis Días, la Guerra de Suez de 1956, la primera y segunda guerra del Líbano o de la Guerra de Desgaste -guerra limitada entre Israel contra Egipto, Jordania, la Organización para la Liberación de Palestina y sus aliados entre 1967 y 1970-. Del lado palestino, una parte importante de los fallecidos fueron menores de edad, a lo que se añadió la destrucción de muchas de sus infraestructuras, la construcción del muro de separación israelí* y la reocupación temporal de algunas de sus ciudades.
* La construcción del muro de separación israelí, también conocido como barrera de Cisjordania, es un tema muy controvertido. Comenzó en 2002 y son principalmente vallas y alambradas, pero en algunos tramos, existen muros de hormigón de hasta siete metros de altura. Su objetivo declarado es proteger a los civiles israelíes de ataques palestinos. Sin embargo, su construcción ha sido declarada ilegal por la Corte Internacional de Justicia (ONU) y ha generado críticas de organizaciones internacionales y grupos de derechos humanos.
El rechazo a las concesiones de Camp David fue una repetición más de la negativa secular de Jartum: bloqueó el camino de los acuerdos y llevó a la violencia, pero consiguió que el mundo viese a los palestinos como la víctima inocente. Todo lo que hacían se justificaba por el martirio de la cruel ocupación. De esa forma, nadie exigió a la Autoridad Palestina que pusiese fin a los constantes atentados. Nadie exigió que invirtieran en salud, educación y bienestar, en lugar de hacerlo en armas, con los multimillonarios recursos que recibían de la Unión Europea y de los Estados Unidos. Ni siquiera se exigió que terminasen con la enorme corrupción: gran parte del dinero volaba hacia bancos extranjeros. La viuda de Arafat es ahora una millonaria que disfruta en París de más de 1.000 millones de USA $, mientras se conmueve mucho por el heroísmo de los suicidas.
Tras 5 años de intifada, en 2005, Israel, que se encontraba en una convulsa situación política interna, y sometido a la acción terrorista durante la segunda intifada, se retiró de la Franja de Gaza, desmantelando sus asentamientos e instalaciones militares apelando a la PAZ.
Tras la retirada israelí en 2005, el territorio costero de la Franja ha estado bajo el control del grupo terrorista HAMÁS desde 2007, respaldado por Irán, que derrocó violentamente a la Autoridad Palestina controlada por Fatah en ese año.
Respecto a los gobiernos -derivados de elecciones- palestinos y de la Franja de Gaza conviene señalar:
Hay tres tipos de elecciones en el “Estado Palestino”: elecciones parlamentarias en las que se eligen a los miembros del Consejo Legislativo, elecciones presidenciales en las que se elige al Presidente, y elecciones locales para los municipios palestinos.
Las primeras elecciones legislativas y presidenciales en el actual Estado de Palestina se celebraron en 1996 y las primeras elecciones locales se celebraron en enero a mayo de 2005. Con anterioridad, hubo elecciones al Consejo Legislativo en la década de los 20 del siglo pasado durante el Mandato británico, y en la década de los 70, municipales y locales bajo la ocupación israelí.
Tras la nueva Ley electoral de 2005, Mahmud Abás del partido FATAH de la Autoridad Palestina, ganó las elecciones presidenciales de ese año, mientras que las elecciones parlamentarias de 2006 las ganó HAMÁS con mayoría absoluta. En 2007, un decreto presidencial abolió todos los escaños por circunscripción para ser elegidos en una lista nacional. También prohibió que cualquier partido -HAMÁS- participara en las elecciones si no reconocía el derecho de la Autoridad Palestina de representar al pueblo palestino; la mayoría de los palestinos apoyó este cambio, mientras que Hamás lo decretó ilegal.
En 2006, el logro de Hamás de obtención de mayoría absoluta, le permitía formar gobierno -que no presidente-, que lideró Ismail Haniye, lo que generó una serie de sanciones por parte de algunos países occidentales y árabes que consideraban terrorista al grupo Hamás.
En junio de 2007 Hamás comenzó a tomar el control de la Franja de Gaza, y aun siendo considerada una organización terrorista por Israel Estados Unidos, Reino Unido, la UE y otros, en junio, las organizaciones armadas leales a Hamás en la Franja de Gaza terminaron por expulsar del territorio a los partidarios de Fatah y se hicieron con el control total de la Franja.
Esto llevó a la división de los territorios palestinos: Fatah controlaba Cisjordania, y Hamás se convertía en el gobernante de facto en Gaza. Desde entonces, Hamás asumió el gobierno de la Franja de Gaza, mientras su rival político Fatah mantenía el control de Cisjordania. Hamás formó un gobierno propio para la Franja de Gaza sin tener elecciones. En septiembre de 2012 se anunció el mandato de un segundo primer ministro en Gaza, Ismail Haniya, siendo el segundo gobierno de Hamás sin tener elecciones; ha gobernado la Franja de Gaza aun ocupada por Israel desde 2007.
Las elecciones de 2009 fueron aplazadas debido al conflicto entre FATAH y HAMÁS. El presidente palestino decidió continuar en su puesto hasta las siguientes elecciones y Hamás se negó a reconocer a Abás como presidente en la FRANJA DE GAZA, sucediéndose el anuncio de sucesivas elecciones para Palestina, que, al llegar la fecha, eran retrasadas nuevamente.
La Segunda Guerra del Líbano llamada también Guerra Israel-Hezbolá o Guerra de Julio, en 2006, estalló entre Israel y el grupo terrorista Hezbolá respaldado por Irán, en el Líbano. El conflicto se desencadenó el 12 de julio, cuando combatientes de Hezbolá lanzaron cohetes sobre las poblaciones fronterizas israelíes, además de un ataque con proyectiles penetrantes, emboscando a dos vehículos blindados ligeros que patrullaban por la frontera vallada. La emboscada dejó tres soldados israelíes muertos y otros dos fueron hechos prisioneros, que fueron trasladados al interior del Líbano. Cinco soldados más murieron en el Líbano al intentar rescatarlos.
Esta guerra que afectó durante algo más de un mes al Líbano, al norte de Israel y a los Altos del Golán, terminó con un alto al fuego y el despliegue de una fuerza de paz de la ONU en el sur del Líbano, que fue una ampliación de la Fuerza Provisional de Naciones Unidas existente -FPNUL-, agregando tareas adicionales al mandato de la primera Fuerza Provisional de interposición, debiendo ayudar a las personas desplazadas. Ahí pudo verse la entidad militar de Hezbolá, que además fue apoyada por los iranís y sirios.
Esto dio lugar a la adopción de la Resolución 1701 de la ONU, la cual pedía un alto al fuego, la retirada de las fuerzas israelíes y el despliegue de fuerzas de paz de la ONU en el sur del Líbano. También exigía el desarme de Hezbolá, algo que no ocurrió, claro. Si bien no se han producido conflictos importantes entre Hezbolá e Israel hasta 2023, las tensiones y los ataques en la frontera se suceden tras el ataque terrorista de Hamás contra Israel el 7 de octubre de ese año.
Hamás ha utilizado continuamente el apoyo iraní para lanzar varios ataques importantes contra Israel desde su base en Gaza, incluidos los de 2008, 2009, 2014, 2021 y, más recientemente, el del 7 de octubre de 2023, cuando los terroristas de Hamás asesinaron a más de un millar de israelíes, hirieron a más de tres mil y capturaron a más de 200 rehenes, lanzando miles de misiles.
Tras la ocupación de la Franja por Hamás en 2007, el primer ministro israelí y el presidente de la Autoridad Palestina con el apoyo de los EE.UU., celebraron la conferencia de Annapolis con el objetivo de alcanzar un acuerdo de paz que condujera al establecimiento de un Estado palestino. Hamás hizo lo imposible para que todas las partes boicotearan la conferencia.
El primer ministro judío Olmert, afirmó que le hizo al presidente de la Autoridad Palestina -Mahmoud Abbas- una generosísima oferta basada en el retorno a las fronteras anteriores a 1967, incluidos intercambios de tierras y la división de Jerusalén; Olmert nunca recibió respuesta: un negociador palestino reconoció posteriormente en los medios de comunicación que el plan israelí le habría dado a su bando el equivalente al 100 por ciento de las tierras en disputa que se estaban debatiendo.
Desde el 27 de diciembre de 2008 hasta 18 de enero de 2009 –GUERRA DE GAZA-, Israel lanzó una operación militar en respuesta a los ataques con misiles desde Gaza. Las fuerzas israelíes llevaron a cabo ataques aéreos, bombardeos de artillería y una invasión terrestre como respuesta.
Este fue el primer conflicto importante entre israelíes y palestinos desde el fin de la segunda intifada en 2005. Además, se vio a las fuerzas israelíes volver a entrar en la Franja de Gaza por primera vez desde su retirada en 2005, debido a la amenaza terrorista planteada por Hamás. El conflicto provocó una gran cantidad de víctimas y destrucción en Gaza, y la condena internacional.
En 2009, el presidente Obama intentó reactivar las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos poco después de asumir el cargo. Meses después, en un discurso en la Universidad de El Cairo, Obama reiteró su apoyo hacia la solución de dos Estados.
Como parte gesto de buena fe, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, implementó una congelación de los asentamientos, la demanda palestina clave, lo que duró 10 meses. Si bien las conversaciones se reiniciaron brevemente, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, las desestimó.
Del 14 al 21 de noviembre de 2012, Israel lanzó una operación llamada Pilar de Defensa para atacar a terroristas y lanzamisiles en Gaza, en respuesta al aumento de los ataques con misiles desde Gaza hacia comunidades israelíes cercanas. La operación finalizó con en un acuerdo de alto al fuego mediado por Egipto y otras autoridades regionales, que puso fin a las hostilidades. Si bien se negoció un alto al fuego, este conflicto reafirmó la amenaza que Hamás representaba para Israel, especialmente después del conflicto de mucha más intensidad de 2009. En particular, el lanzamiento de misiles por parte de Hamás a zonas civiles israelíes dio lugar a una mayor inversión en el sistema antimisiles israelí, La Cúpula de Hierro, así como a la construcción de numerosos refugios antiaéreos y un sistema de alerta civil. Tode ello, hizo arreciar las críticas internacionales a las políticas israelíes, incluidos cuestionamientos sobre la fuerza desproporcionada por parte de grupos de derechos humanos.
En junio de 2014, tres adolescentes israelíes fueron secuestrados y asesinados por terroristas de Hamás mientras estaban en Cisjordania. El asesinato a manos de Hamás provocó la toma de fuertes medidas generalizadas por parte de Israel contra los terroristas de Hamás en Cisjordania, así como un aumento de las tensiones y el lanzamiento de misiles contra Israel. Esto finalmente desembocó en la Operación Borde Protector, lanzada por Israel, que duró del 8 de julio al 26 de agosto de 2014.
La operación Borde Protector tuvo como objeto descubrir y neutralizar una red de túneles que se extendía desde Gaza hacia el territorio israelí, así como poner fin al lanzamiento de misiles por Hamás. Estos túneles eran vistos como un riesgo importante para la seguridad, ya que potencialmente les permitían a los terroristas infiltrarse y llevar a cabo ataques en Israel. Hamás también retuvo los cuerpos de dos soldados israelíes, lo que generó una gran tensión. Fue la última vez que las fuerzas terrestres israelíes entraron en la Franja de Gaza hasta el ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre de 2023.
Nombrado Donal Trump presidente en su primera legislatura, dio a conocer el plan “Paz para la Prosperidad” en enero de 2020. El plan presentaba el manido concepto de la solución de dos Estados, pero con ciertos condicionantes, entre ellos la soberanía israelí sobre algunos asentamientos en Cisjordania e intercambios de tierras. El plan también incluía un componente económico, que ya se había puesto encima de la mesa en junio de 2019, en una conferencia en Baréin, que establecía 50.000 millones de dólares en inversiones para los palestinos.
El plan fue rechazado por la comunidad internacional, aunque se prestó mucha atención a las nuevas oportunidades de cooperación e inversiones internacionales incorporadas en la propuesta. Los palestinos no participaron en la redacción del plan y lo rechazaron rotundamente cuando se publicó. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, había boicoteado a la administración de Trump tras su decisión de reconocer Jerusalén como la capital de Israel en 2017.
Un mes más tarde se firmaron Los Acuerdos de Abraham, que fueron una serie de acuerdos históricos que llevaron a la normalización de las relaciones diplomáticas, económicas y culturales entre Israel y los países árabes, incluidos los Emiratos Árabes Unidos y Baréin y, posteriormente, a la Declaración Conjunta con Marruecos.
Estos acuerdos propiciaron una detención del conflicto árabe-israelí que se mantenía desde hacía décadas, abrieron oportunidades económicas, fomentaron la estabilidad regional y representaron un símbolo de la dinámica cambiante en Oriente Medio. También sirvieron como un modelo para posibles acuerdos futuros entre Israel y otros países árabes y de mayoría musulmana.
Pero en esta región casi nada puede ser duradero. En 2021 estalló una guerra de 11 días entre Israel y Hamas. Como no, los terroristas de Hamás utilizaron las tensiones en Jerusalén, específicamente por la mezquita de Al-Aqsa y la disputa por el desalojo en el vecindario Sheikh Jarrah al este de Jerusalén como pretexto para lanzar misiles en zonas civiles israelíes. Esto supuso una contra acción israelí con lanzamiento intenso de misiles desde Gaza y ataques aéreos. Egipto y otros mediadores negociaron un alto el fuego lo que puso fin a las hostilidades el 21 de mayo de 2021.
Con anterioridad al 7 de octubre de 2023, este fue el enfrentamiento directo más reciente e inmediato entre Israel y Hamás. El conflicto provocó, también ¡Cómo no! un aumento importante del antisemitismo a nivel mundial, especialmente contra las comunidades judías estadounidenses y europeas.
En 2022 entró en el stage la Yihad Islámica Palestina -YIP-, que lanzó más de mil misiles contra Israel, respaldada por Irán; fue muerto el comandante de la YIP, Tayseer al Jabari. La operación terminó rápidamente con un alto al fuego entre Israel y la Yihad Islámica Palestina, y fue menos grave, porque Hamás, el gobernante de Gaza, no participó en las hostilidades. El conflicto fue un contratiempo para el grupo terrorista respaldado por Irán, pero las tensiones entre Israel y la Yihad Islámica Palestina continuaron hasta 2023, tanto en Gaza como en Cisjordania.
Y en 2023, Israel lanzó la Operación Escudo y Flecha contra la Yihad Islámica Palestina, para para poner fin a la amenaza contra ellos planteada por los terroristas, tras lanzar más de 100 misiles contra Israel.
La violencia procedente de Gaza también estuvo relacionada con el aumento del terrorismo en Cisjordania, de HAMÁS y de la YIP. Respaldados por Irán, estos grupos terroristas palestinos han tratado de exportar sus operaciones a Cisjordania, específicamente en Yenín, para llevar a cabo más ataques terroristas contra Israel. Las fuerzas de seguridad israelís habían estado realizando operaciones antiterroristas casi a diario en Cisjordania para controlar esa violencia.
Así se llegó al 7 de octubre de 2023; HAMAS, el grupo terrorista subvencionado y respaldado por Irán, que controla la Franja de Gaza, lanzó por sorpresa un violento y no provocado ataque contra más de 20 comunidades judías en Israel.
Usando misiles, parapentes, embarcaciones, motocicletas, otros vehículos, y cualquier otro medio a su alcance, los terroristas se infiltraron en Israel con un objetivo: asesinar y secuestrar israelíes. Más de 1.400 israelíes fueron asesinados, se lanzaron miles de misiles contra Israel y fueron tomados por Hamás más de 230 rehenes. Puede ser considerada como la Quinta Guerra árabe-israelí.
Fue el mayor ataque terrorista en la historia de Israel y el peor ataque contra el pueblo judío desde el Holocausto. Para protegerse, Israel está trabajando para eliminar totalmente la amenaza que representa Hamás, mediante una tremenda acción aérea, marítima y terrestre de DESTRUCCIÓN TOTAL contra el grupo terrorista y todo lo que pudiera ser sospechoso -aunque fuera de manera circunstancial o ligera- de colaborar o sostenerlo.
El nacionalismo palestino se enfrenta a grandes desafíos en este momento ya que fue un nacionalismo que nació secular, y ahora está bajo la influencia total de la teocracia fundamentalista, que amenaza con provocar escisiones internas muy profundas.
Se debe reiterar que Jerusalén nunca fue la capital de ningún Estado árabe o musulmán, ni siquiera cuando Saladino expulsó a los cruzados, o el imperio turco se extendió por la región, o Jordania usurpó la parte oriental. Debido a esa carencia, el nacionalismo palestino racional y moderado necesita escribir una narrativa que le brinde respaldo, debiendo resignarse a no alcanzar la riqueza de la narrativa judía, porque ésta tiene 3.500 años de historia. El contraste es demasiado grande.
El Estado palestino deberá ser construido con esfuerzos como los sionistas, que antes de existir el estado de Israel, ya habían creado ciudades, kibutzim, caminos, universidades, teatros, colegios, sistemas de riego, orquestas sinfónicas, puertos, métodos para fertilizar el desierto, hospitales, museos, forestaciones, centros de investigación, etc… ¡Los palestinos deberían construir en vez de destruir!
Las últimas elecciones palestinas al Parlamento de enero de 2006 volvieron la situación más clara. Esas elecciones fueron ganadas de manera impecable por el grupo fundamentalista Hamás, aunque es conveniente para conocer la ideología que lo sustenta conocer su CARTA FUNDACIONAL:
En el preámbulo afirma:
Israel existirá y continuará existiendo hasta que el islam lo destruya, tal como destruyó a otros en el pasado.
En el artículo 6 se dice:
El Movimiento de Resistencia Islámico -Hamás- es un movimiento cuya alianza es con Alá y cuya forma de vida es el islam. Su objetivo es izar el estandarte de Alá sobre cada porción del suelo palestino.
El artículo 7 expresa su total antisemitismo:
El Día del Juicio Final no llegará hasta que los musulmanes se enfrenten a los judíos y los maten a todos. Entonces, los judíos se esconderán detrás de las rocas y de los árboles, y las rocas y los árboles gritarán: “¡Oh, musulmán, hay un judío escondido detrás de mí! ¡Ven y mátalo!”.
El artículo 22 es extenso, e inspirado en el Mein Kampf, de Adolf Hitler. Reúne todas las calumnias que diferentes tendencias inventaron sobre los judíos secularmente. También manifiesta su carácter reaccionario:
Los judíos han conspirado contra nosotros durante mucho tiempo y han acumulado grandes riquezas materiales y gran influencia. Con su dinero, tomaron el control de los medios. Con su dinero, provocaron revoluciones en distintas partes del mundo. Estuvieron detrás de la Revolución Francesa, de la Revolución Comunista y de la mayoría de las revoluciones. Con su dinero, crearon organizaciones secretas –tales como los masones, el Rotary Club y el Club de Leones–, que se están diseminando por el mundo con el fin de destruir sociedades y llevar a cabo los intereses los intereses sionistas.
Estuvieron detrás de la Primera Guerra Mundial y crearon la Liga de las Naciones, por medio de la cual podían gobernar el mundo. Estuvieron detrás de la Segunda Guerra Mundial, por medio de la cual lograron enormes ganancias financieras. No hay ninguna guerra en ningún lugar del mundo en la que ellos no intervengan o hayan intervenido de un modo u otro.
Quienes suponen que Hamás desea un Estado palestino que permita alguna coexistencia con Israel deben leer el artículo 11:
La tierra de toda Palestina es un ‘waqf’ -posesión sagrada del islam- consagrado para futuras generaciones islámicas hasta el Día del Juicio Final. Nadie puede renunciar a esta tierra ni abandonar ninguna parte de ella.
Los ideales de un Estado árabe palestino, democrático y pluralista, donde tengan derechos no sólo los judíos, sino también los cristianos, quedan sin posibilidad según se pone de manifiesto en el artículo 13:
Palestina es tierra islámica. Esto es un hecho.
No quedando además espacio para las iniciativas de paz, que son condenadas en otra parte del artículo 13:
Las iniciativas de paz y las supuestas soluciones pacíficas, así como las conferencias internacionales, se contradicen con los principios de Hamás. Esas conferencias son un inaceptable medio para designar árbitros de las tierras del islam a los infieles. No hay solución sin la yihad. Las iniciativas, las propuestas y las conferencias internacionales de paz son una pérdida de tiempo.
La demonización del sionismo la ponen de manifiesto en el artículo 32:
La confabulación del sionismo no tiene fin; después de Palestina querrán expandirse desde el Nilo hasta el Éufrates. Cuando hayan terminado de digerir el área sobre la que hayan puesto sus manos, codiciarán más espacio. Su plan ha sido diseñado por los ‘Protocolos de los Sabios de Sión.
La guerra se manifiesta como necesidad absoluta en el artículo 33:
Las filas se cerrarán, los luchadores se unirán con otros luchadores y las masas de todo el mundo islámico acudirán al llamado del deber proclamando en voz alta: ¡Viva la yihad! Este grito llegará a los cielos y seguirá resonando hasta que se alcance la liberación, los invasores hayan sido derrotados y logremos la victoria de Alá.
El objetivo de HAMÁS no es la creación de un Estado palestino, sino la victoria universal de la fe y la legislación islámicas. Su programa aspira a que rijan las leyes de la sharía, imposibles para la civilización occidental.
A Hamás, sin embargo, no lo votaron -2006- por este programa teocrático-nazi, sino gracias a la corrupción e ineficiencia de Al Fatah y los líderes de la Autoridad Palestina. Una encuesta reveló que el 75% de los palestinos que votaron a Hamás aspiraban a la solución de un Estado propio que conviviera con Israel. Hamás se presentó como la única opción que tenía las manos limpias. No ganó por su fanatismo reaccionario y judeofóbico, sino por el desencanto de los palestinos con sus entonces políticos en el poder. La irresponsable segunda Intifada, desencadenada por la hipócrita Administración de la Autoridad Palestina, trajo la parálisis de una solución negociada. Además, produjo un incremento de las muertes, las represalias, la desocupación y la miseria.
Las teocracias fundamentalistas islámicas quieren asesinar, porque suponen que les asiste un ideal superior. Por eso Hezbolá y Hamás lanzan sus cohetes desde escuelas, hospitales y barrios superpoblados, para que la respuesta israelí mate a sus ocupantes y poder exhibir los cadáveres como prueba de la perversidad israelí -eso es lo que nos muestra la izquierda gangosa que apoya a los musulmanes de Hamás y Hezbolá-. Los organismos internacionales no han condenado a Hezbolá y a Hamás por el crimen de usar escudos humanos. Los medios de comunicación tampoco muestran desde dónde disparan los fundamentalistas y son cómplices, por tanto, de falsificar la información sobre el conflicto.
Y casi nadie puede tener una opinión objetiva, porque somos informados de lo que quieren, cuando y como quieren, así pues, quizá sean estos los pensamientos subjetivos de visionarios.
Música : Boccherini La Musica Notturna delle Strade di Madrid Op 30 n 6 (G 324) J Saval
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Magnífico como siempre.
https://poetasmuertosjinetes.blogspot.com/2025/08/el-conflicto-palestino-arabe-israeli.html