Categoría: Historia

Nuestro tiempo es limitado: busquemos el placer y erradiquemos el sufrimiento.

Se debe querer alcanzar lo que a uno le satisface y desea, y se debe querer sólo, a quien quiera que se le quiera. J.A.

Cada día tras despertarme -cuando mi mente desea hacerlo-, y mientras desayuno, pongo el canal de televisión donde repiten cíclicamente las noticias, y a esta edad, en la que mi cometido básico –además de sobrevolar desde bastante lejos a mis descendientes- es el dolce far niente, aunque el niente nunca sea absoluto, al ver las noticias que dan comienza el sin vivir: el precio de la luz va a subir hasta tal punto, que no podrá encenderse ninguna bombilla a no ser que no se coma, la violencia machista ha llegado a la víctima nonagésima cuarta y estamos en otoño, el frío que nos invadirá a partir de casi ya- aunque hace un otoño soleado y caluroso-, será el preludio de la octava glaciación, acompañada de terribles vientos que provocarán grandes desastres, y para que lo sepan, alerta naranja cruda,

Donald ha hecho cuatro más de las suyas desde ayer, sin descansar ningún día, como hizo el Señor en el séptimo, la economía va como un cohete pero cada día somos y hay más pobres desasistidos; dos niños se han suicidado debido al bullying  escolar –pero nadie sabe nada y todos han activado los protocolos-; dos profesores y un sacerdote han abusado de treinta y tres niños, han aparecido montones de cadáveres de algunas pateras que pretendían llegar a nuestras costas, han sido apresadas varias células yihadistas que iban a realizar un atentado en la capital, más de medio millón de niños se mueren en Sudán por una hambruna tremenda (con fotos de muchos niños de grandes cabezas y estómagos inflamados, con raquitismo)…quiero quedarme de nuevo dormido…aunque con la INQUIETUD y el DESASOSIEGO que ha entrado en mi cuerpo, no puedo.

De forma extraña y molesta,  y casi de manera inaudita, suena  suena el teléfono fijo  -tuve que pensar unos segundos para recordar que aun existe- y al diga que me sale  sin ganas, sigue un imperceptible silencio roto enseguida por una cantarina voz que pregunta por mi nombre y apellidos con el don delante…Mire no quiero comprar ni cambiar nada, especialmente en este momento, digo, pero ella, inasequible al desaliento, se lanza tumba abierta a enumerar las enormes ventajas de una compañía telefónica que prácticamente, además del servicio te paga por apuntarte…!A estas horas esto es insoportable, pienso mientras cuelgo sin contestar!

Imagino lo mismo que le pasa a otros, que además de esto, han tenido que  dejar a los niños en el cole a las 08,45, salir pitando para el trabajo, oír en la radio en el programa de Alsina, que Pisarello, Irene Montero y Ada Colau  decidieron ayer a las 01,24 de la madrugada que se iban a la toma de posesión de la presidenta mejicana… ¡Dios! y después tendrán que aterrizar en una reunión con un jefe que quiere resultados como sea…y a mí no me cuentes tus penas que yo también tengo muchas, les dirán, y será verdad probablemente.

Oteo por la ventana el cielo y veo que no es día de golf -cada día voy menos-, así que me aseo, visto y salgo a la calle con la tablet en el bolsillo para dar una vuelta y leer el periódico digital en una confortable cafetería con wifi que tengo cerca.  Al salir, no siento los males anunciados, quizá el aviso naranja cruda sea amarillo canario, la bombilla del portal luce, hay una ligera brisa, y veo la temperatura en un reloj digital en una plaza próxima, 14º…Bueno son las 10 y no parece una cosa tremenda para octubre. No veo moros en la costa, dos chicas jóvenes con sendos cochecitos de bebé se dirigen a una cafetería próxima, se supone que para  continuar hablando mientras desayunan de nuevo, dos adolescentes pasan fumando con cara de haber hecho pirola, mientras dos  municipales se mueven alrededor de la grúa que se lleva el coche de un joven trajeado…No consigo librarme de la INQUIETUD.

Me pregunto por qué no se aplicará el mundo las teorías hedonistas, si bien no las cirenaicas, pero sí las de Epicuro.

En fin,  vivimos la antítesis del hedonismo y sus dos escuelas fundamentales en la Grecia antigua: la cirenaica y la epicúrea.

El hedonismo  es la teoría que propone la consecución del placer como fin y fundamento de la vida por asociarla con el bien. Toda la vida debe orientarse a la búsqueda del placer e intentar por todos los medios suprimir de nuestras vidas el sufrimiento y el dolor.

Paseo un rato respirando con placer el aire fresco y quizá limpio –ha llovido los últimos días- y al cabo de un buen rato regreso, no muy convencido de abandonar el paseo, y entro en la cafetería. Hay bastante gente y descubro que solamente hay una mesa libre, aunque demasiado grande para mí sólo, redonda y con cinco sillas, y aunque me parece de excesiva capacidad para mi escasa ocupación, aligero el paso y me siento.

Enciendo la tablet y visito los titulares de dos diarios, aunque ya sé que  acabaré en el de siempre. Se acerca un camarero, pido café con leche con sacarina… ¿en mediana, me pregunta?…Lo que quiera…,le contesto, y un vaso de agua, por favor.

Ya inmerso en las noticias, percibo la proximidad de dos hombres barbudos, más mayores que yo, robustos y con aspecto de recién salidos de la antigüedad: ¿le importa si nos sentamos? Yo muy a lo mío, les contesto que no y sigo con las patéticas noticias. Levanto la vista y veo a dos personas de edad indefinible con aspecto de ya muy vividos, y con largas  barbas blancas, que recordaban las de la imaginería clásica más remota, en donde casi no existían hombres con mejillas lampiñas.

Sebastiano Conca. La idolatría de Salomón. Óleo sobre lienzo. 1570-1571. Museo del Prado. Madrid.

Sin yo preguntar nada, se dirigen a mí con un buenos días y se presentan como Aristipo de Cirene y Epicuro de Samos…iba yo a contestar lo de “y yo Alfonso XII en el palacio de Oriente”, pero me callo en un alarde de prudencia impropio de mí, y sólo hago un mmm –onomatopeya de duda o de poder resultar interesante- que rápidamente corrijo con un puf –la de mucha duda-. Hemos pensado que quizá estuviera interesado en filosofar, lo que sin duda le proporcionaría un estado de felicidad siempre deseable. Sin saber que decir, observé que mi duda era aprovechada por Aristipo (435-350 a.C.), que continuó para relatarme como Platón (427-347 a.C.) coetáneo suyo y médico del alma y gran filósofo, escribió una carta dirigida a todos los seres humanos, que comienza con palabras certeras y apasionadas que me recitó sin pestañear: Nadie por ser joven dude en filosofar ni por ser viejo de filosofar se hastíe. Pues nadie es joven o viejo para la salud del alma. El que dice que aún no es edad o que ya pasó la edad de filosofar es como el que dice que aún no ha llegado o que ya pasó el tiempo oportuno para la felicidad. De modo que deben filosofar tanto el joven como el viejo. Éste para que, aunque viejo, rejuvenezca en bienes por el recuerdo gozoso del pasado, aquél para que sea joven y viejo a un tiempo por su serenidad ante el futuro. Necesario es, pues, meditar sobre lo que procura la felicidad, porque cuando está presente todo lo tenemos y, cuando nos falta, todo lo hacemos por poseerla. Gozoso recuerdo de la experiencia, frente a la nostalgia de la poesía lírica, y serena contemplación del futuro, frente a la amenaza de la fortuna trágica, son los dos rasgos esenciales de esta actitud universal y al alcance de todos que es el arte de tomarse la vida con filosofía, porque tomarse la vida con filosofía y contemplar gozosamente el sentido de la existencia humana es aprender a disfrutar el arte de vivir sencillamente como un hombre. Como dijo Plinio el Joven, con cuya hermosa frase termino: “Aliquando praeterea rideo, iocor, ludo… homo sum”.

Quedé impresionado con el relato de memoria de la carta, que alguna vez leí en filosofía del derecho de quinto curso de la carrera -ahora se estudia en tercero-, y me sentí atraído por su hablar pausado que rezumaba  tranquilidad, aunque yo estuviera muy preocupado por su falta de cordura, desde luego nada violenta. Epicuro de Samos (341-270 a.C) asentía frecuentemente en silencio, continuando el de Cirene…

En la escuela cirenaica nos ocupamos básicamente de la ética, exponiendo que los deseos personales, deben ser satisfechos a la brevedad posible, sin importar los intereses de los que nos rodean (Primero mis dientes, luego mis parientes). Fue fundada por mí –Aristipo de Cirene, discípulo de Sócrates-, a finales del siglo IV a.C. Creo que la felicidad humana, que debe buscarse en torno al placer, consiste en librarse de toda inquietud, siendo el camino para lograrlo la autarquía personal, es decir cada uno por sí mismo. El bien se identifica con el placer, pero básicamente con el placer espiritual o sea, de las emociones internas.

Respecto a la forma de adquirir  conocimiento, tenemos una posición sensualista, en la que se reconoce como única fuente del conocimiento los sentidos, y además, volviendo al camino autárquico, es subjetivista, ya que no reconoce más conocimiento que el personal.

Aristipo de Cirene.

Tuve bastantes seguidores que prolongaron estas teorías durante todo el período helenístico –desde la muerte de Alejandro Magno 323 a.C. hasta el suicidio de Cleopatra 30 a.C.-, siendo los más conocidos Teodoro el Ateo,  Hegesias, Antipatro de Cirene y Aniceris.

Teodoro siguió el camino  marcado por mí –seguía Aristipo sin pestañear- pero sin creer en los dioses –de ahí el apellido de Ateo-, y señalaba que los dioses eran hombres venerados por sus cualidades y su aportación al bien común, pero hombres al fin y al cabo –evemerismo, mientras Hegesias no se  sintió demasiado identificado conmigo, ya que los placeres de este mundo le parecían pocos y difíciles de conseguir, siendo los dolores más frecuentes que los placeres, dependiendo estos últimos del azar y la fortuna material de cada cual.

Por tanto, predicó las bondades, ventajas y beneficios de la muerte, induciendo al suicidio, por lo que Ptolomeo I -fundador de la estirpe ptolomea en Egipto tras la muerte de Alejandro, ya que era uno de sus principales diádocos-, cerró su escuela de Alejandría y prohibió sus escritos.

Yo seguía sin dar crédito a lo que me estaba ocurriendo…

Aristipo terminó su larga e ininterrumpida charla, se retrepó en la silla con postura de cansancio, mientras que yo, que no sabía que hacer ni decir, –aunque me pareció docto e interesante lo expuesto-, me apresuré a hacer señales al camarero que ronroneaba por las mesas, para pedir la cuenta y salir pitando, pero  miraba al mundo sin ver la seña de mi brazo. ¡Ya no sólo soy  transparente para el sexo femenino!

Callado  Aristipo, comenzó a hablar el que se había presentado como Epicuro de Samos.

La escuela epicúrea fue fundada por mí, Epicuro de Samos, filósofo que nací a mediados del siglo IV a.C., siendo lo más destacado de mi doctrina –yo seguía sin abrir la boca y de vez en cuando levantaba el brazo buscando al camarero, pero cada vez con menos convicción-, el hedonismo racional  y el atomismo -doctrina que explica la formación del mundo por la concurrencia y unión fortuita (azar) de los átomos, concebida un siglo antes por otros filósofos-, y exponemos que la felicidad consiste, en vivir en continuo placer, evitando los excesos, y aunque pudiera pensarse en el placer solamente como algo que excita los sentidos, considero que no todas las formas de placer se refieren a lo anterior, pues lo que excita los sentidos son los placeres sexuales y sensoriales, y existen otras formas de placer como los que se refieren a la ausencia de dolor o de cualquier tipo de aflicción. También aserto, que ningún placer es malo en sí, sólo los medios para lograrlos pudieran ser malos.

Epicuro de Samos.

Nuestra doctrina –no sé si habló en mayestático o quiso repartir méritos– se manifiesta en contra de la existencia del destino, estando la naturaleza regida por el azar –o ausencia de CAUSALIDAD-, sólo siendo así posible la verdadera libertad  sin la cual el hedonismo –y casi nada- tiene razón de ser.

Los placeres del espíritu son superiores a los del cuerpo y ambos deben ser buscados con racionalidad y prudencia, y satisfechos con inteligencia –en caso contrario llegaremos al sufrimiento posterior-, procurando llegar al estado de ataraxiaestado de ánimo que se caracteriza por la tranquilidad del alma y la total ausencia de  pasiones, deseos o temores-.

Critico, –aquí volvió al singular- tanto al desenfreno como a la renuncia a los placeres de la carne, y animo a la búsqueda del término medio,  alentando a los goces carnales, siempre y cuando no pudieran suponer un dolor –anímico o físico- en el futuro.

Nuestras teorías afirman que la filosofía debe ser un instrumento al servicio de la vida de los hombres y que el conocimiento por sí mismo no tiene ninguna utilidad, si no se emplea en la búsqueda de la felicidad, o proporciona satisfacción en sí misma. De la religión podemos decir, que casi siempre, y envuelta en un hálito de bondad, suele proporcionar amargura, al estar fijando generalmente una forma de actuación cartesiana, que casi nunca es placentera: los mitos religiosos pueden entristecer la vida de los hombres.

Rafael Sanzio. La escuela de Atenas “El Jardín”.  1510-1511. Fresco. Palacio Apostólico. Ciudad del Vaticano.

A los 35 años, después de que hube hecho dos años de servicio militar y varios intentos de montar academias filosóficas en diferentes poleis, regresé a Atenas, donde fundé mí definitiva escuela de filosofía “El Jardín”,  en donde fueron admitidas personas de toda condición y clase, incluso mujeres y esclavos, lo que en aquella época era muy extraño para una escuela filosófica y en donde impartí enseñanza hasta el final…Yo escuchaba encantado, pero a punto de salir corriendo, al oír a aquellos dos provectos señores, que me contaban haber nacido hace 2.400 años…

Nuestra filosofía consta de tres partes prosiguió el de Lemos: la Gnoseología  o Canónica, que se ocupa de los criterios por los cuales llegamos a distinguir lo verdadero de lo falso; la Física que estudia la naturaleza; y la Ética que supone la culminación del sistema y a la que se subordinan las dos primeras partes.

Canónica: es la parte de la filosofía que examina la forma en la que conocemos, y podemos distinguir lo verdadero de lo falso. Las sensaciones son la base de todo el conocimiento, y se produce cuando las imágenes que desprenden los cuerpos llegan hasta nuestros sentidos. Ante cada sensación, el ser humano reacciona con placer o con dolor, dando lugar a los sentimientos. Los sentimientos percibidos con claridad a base de repeticiones constituyen las ideas generales de nuestro sentir para lo bueno y lo malo.

Física: toda la realidad está formada por dos elementos fundamentales, los átomos, que tienen forma, volumen y peso, y el vacío, que no es sino el espacio en el cual se mueven esos átomos.

Las distintas cosas que hay en el mundo son fruto de las distintas combinaciones de átomos. El hombre  es un compuesto de átomos y hasta el alma está formada por un tipo especial de átomos, siendo por tanto el alma, material. El cuerpo y el alma mueren simultáneamente.

La realidad como los átomos que la forman, es eterna. El caos no es el origen, y todo existirá hasta el infinito, pero coexiste un elemento fundamental, el azar en el movimiento de los átomos en su caída en el vacío, es decir lo que puede producir la desviación de las causas y los efectos, con la que queda asegurada la libertad.

Ética: es la culminación de nuestra sistema filosófico, que no es sino el logro de  la felicidad, basada en la autarquía –cada uno por sí mismo- y la ataraxia. Puesto que la felicidad es el objetivo de todo ser humano, la filosofía debe interesar a cualquier persona.

La ética pensamos que se basa en dos polos opuestos: el miedo, que debe ser evitado, y el placer, que debe ser buscado como necesario.

LOS MIEDOS básicos del hombre son: el miedo a la muerte –no tiene sentido, ya que la muerte es la ausencia de sensibilidad-, el miedo al dolor, el miedo al fracaso en la búsqueda del bien –carece también de sentido, ya que el futuro no depende completamente de nosotros, ni tampoco nos es totalmente ajeno, de modo que no debemos esperarlo como si hubiera de venir infaliblemente, ni tampoco desesperarnos como si no hubiera de venir nunca– y el miedo a los dioses –concepto tampoco real, ya que los dioses son seres demasiado alejados de los los humanos, y no se preocupan por nuestras vicisitudes, por lo que no tendría sentido temerles-.

Me atrevo a señalar tres tipos de PLACER por su objeto, dijo:

Los naturales y necesarios: alimentarse, beber, estar abrigado y seguro; el hombre debe satisfacer los deseos naturales necesarios de la forma más económica posible.

Los naturales e innecesarios: la conversación, la gratificación sexual y el arte; se pueden intentar conseguir los deseos naturales innecesarios hasta la satisfacción del corazón, pero no más allá. No se debe arriesgar la salud, la amistad ni la posición económica en la búsqueda un deseo de placer innecesario, pues esto sólo conducirá a un sufrimiento futuro.

Los innaturales e innecesarios: la fama, el poder y el prestigio; hay que evitar por completo los deseos innaturales innecesarios, pues el placer o satisfacción que producen es siempre efímero.

Y también establecemos, continuó,  una división entre los PLACERES que satisfacen el cuerpo y el alma:

Placeres del cuerpo: aunque considero que son los más frecuentes, nuestra propuesta es la renuncia al desenfreno en la utilización de  estos placeres y la búsqueda de la carencia de apetito y dolor corporal.

Placeres del alma: el placer del alma es superior al placer del cuerpo, pues el corporal tiene vigencia en el momento presente, pero es efímero y temporal, mientras que los del alma son duraderos y además pueden eliminar o reducir quizá los dolores del cuerpo.

El análisis de los diferentes placeres y la  prudencia de cada cual, pueden permitir caminar hacia  una vida feliz, lo cual constituye el objeto de la filosofía. Podemos señalar en consecuencia, como placeres fundamentales, la tranquilidad del alma y la ausencia de dolor: “la ausencia de turbación y de dolor son placeres estables; en cambio, el goce y la alegría resultan placeres en movimiento. Cuando decimos entonces, que el placer es un fin, no nos referimos a los placeres de los que proporciona el goce y la alegría, sino en hallarnos libres de sufrimientos del cuerpo y de turbación del alma”.

Giré la cabeza para volver a llamar al camarero, y al buscar con la mirada de nuevo a los dos hombres, me encontré con la visión de mi piano, que está justo a la izquierda de la mesa donde leo y escribo, el armario de la pared abierto, y bajo la balda de las toallas -bien colocadas-, la de las camisetas de deportes desordenadas, como si alguien hubiera metido la mano en busca de placeres o para ocultar dolor y sufrimientos…, mi mirada perdida soñando, y un libro abierto delante de mí: El candelabro enterrado, de  Stephan  Zweig, donde narra la historia de un judío que hizo del objetivo de su vida, el preservar la menorá, sufriendo.

Se debe querer alcanzar lo que a uno le satisface y desea, y se debe querer sólo, a quien quiera que se le quiera. 

EL IMPERIO LATINO.

En marzo de 1095, el papa Urbano II convocó un concilio en Piacenza, en el norte de Italia, al que acudió una embajada del emperador bizantino Alejo I Comneno, con el objetivo de pedir ayuda para detener el avance turco, que si no era frenado, amenazaría a toda la cristiandad.

El papa Urbano II vio  una oportunidad para unir la iglesia oriental con la occidental y, al mismo tiempo, significarse en Europa como un líder político además de espiritual, así que decidió ayudar a Alejo I y, para ello, convocó el Concilio de Clermont, en donde se proclamó la Primera Cruzada.

Urbano II en el Concilio de Clermont.

En 1096 siguiendo el llamamiento del papa, partió una primera expedición, conocida como la Cruzada de los pobres, liderada por los miembros del clero bajo, Pedro el Ermitaño y Walter el Indigente . Estaba integrada por unos cuantos miles de personas del pueblo y algunos miembros de la baja nobleza, sin recursos, organización, ni experiencia militar. Atravesaron Europa saqueando a su paso lo que necesitaban para sobrevivir y lograron llegar a Constantinopla en el verano de 1096, pero fueron masacrados en el primer enfrentamiento con las tropas turcas, a lo que ayudó el emperador bizantino que los despachó hacia los turcos con prontitud, deseando aliviarse del problema que le causaba su permanencia en Constantinopla.

Mientras tanto, se organizaba otra expedición, encabezada por miembros de la alta nobleza, con amplia experiencia militar y abundantes recursos. A esta expedición, se sumaron todos aquellos que quisieron participar, liderados por caballeros nobles experimentados.

Los principales líderes fueron Godofredo de Bouillón, acompañado de sus hermanos Eustaquio y Balduino, quienes aportaron un ejército de 40.000 hombres. También participaron Raimundo de Tolosa, un experimentado y rico noble provenzal y Bohemundo deTarento miembro de la nobleza normanda, asentada en el sur de Italia. Estos caballeros encabezaron tres columnas que se reunieron en Hungría y desde allí se dirigieron a Constantinopla, a donde llegaron en enero de 1097.

La Primera Cruzada se mantuvo desde 1096 hasta 1099 y comprendió todas las batallas de los cruzados cristianos contra los musulmanes en Oriente Próximo y Anatolia. La Cruzada finalizó con la victoria cristiana, que culminó con la conquista de Jerusalén en 1099.

​La predicación que había hecho en Clermont Urbano II, provocó un estallido de fervor religioso tanto en el pueblo llano como en la pequeña nobleza, pero no así en los reyes, que se abstuvieron de participar en esta primera ocasión.

En esta cruzada se realizaron  grandes matanzas de musulmanes y judíos en los lugares conquistados, en donde se establecieron los Estados cruzados, también llamados Estados latinos de Oriente. Estos pequeños enclaves cristianos fueron  el Reino de Jerusalén, el Condado de Edesa, el Condado de Trípoli y el Principado de Antioquía, manteniendo algunos la presencia del cristianismo durante dos siglos.

Como consecuencia de las fricciones políticas, se deterioraron las relaciones entre Occidente y el Imperio bizantino, comenzando una disputa que terminarían con el saqueo de Constantinopla durante la Cuarta Cruzada en 1204.

También se expandió un espíritu de fervor cristiano e intolerancia religiosa que causó matanzas de musulmanes en la península ibérica y de judíos sobre todo en Francia.

La Segunda Cruzada (1147-1149) fue una campaña militar organizada por el Papa Eugenio III y los nobles europeos para reconquistar la ciudad de Edesa, que había caído en 1144 en manos de los turcos selyúcidas. A pesar de la intervención de un ejército de 60.000 hombres y de la presencia de dos reyes europeos, la cruzada no tuvo éxito y originó tensiones adicionales entre el Imperio bizantino y Occidente. La Segunda Cruzada también incluyó campañas importantes en la Península Ibérica y el Báltico contra los musulmanes y los paganos respectivamente. Ambas campañas secundarias fueron exitosas aunque el objetivo principal, liberar el Oriente Latino de la amenaza de la ocupación musulmana, no se logró, de manera que a lo largo de los siguientes dos siglos serían convocadas nuevas cruzadas, todas  con éxitos solamente marginales.

El Papa Eugenio III convocó formalmente la Segunda Cruzada en diciembre de 1145. Los objetivos de la campaña se plantearon sin concreción, no mencionándose explícitamente la recuperación de Edesa ni a Zengi, sino que fue una llamada amplia para proteger los logros de la Primera Cruzada y a los cristianos y las santas reliquias de Levante. Esa ausencia de un objetivo concreto tendría repercusiones en la elección de los objetivos militares por parte de los cruzados. Para potenciar la convocatoria, se prometió a los cristianos que se unieran el perdón de sus pecados, incluso si morían durante el viaje a Levante. Además, sus propiedades y sus familias serían protegidos en su ausencia y asuntos como los intereses de los créditos serían suspendidos o cancelados. La convocatoria, respaldada por Bernardo, abad de Claraval, y la  lectura pública de una bula papal, tuvieron un éxito notable, y 60.000 cruzados se aprestaron para la marcha.

Los cruzados que debían viajar por mar a Oriente podrían ser utilizados en la península Ibérica, al tener que retrasar su partida debido al más lento avance de los ejércitos por tierra. La ruta marítima era mucho más rápida y por tanto se podría dar un buen uso lateral a los del transporte marítimo mientras tanto. Una flota de unas 160-200 naves genovesas llenas de cruzados navegó hasta Lisboa para ayudar al rey Alfonso Enríquez de Portugal a conquistar la ciudad que estaba en manos musulmanas, objetivo que se logró en octubre de 1147. Algunos cruzados continuaron con éxito la lucha contra los musulmanes en  la Reconquista de los reinos cristianos, destacando las conquistas de Almería, en octubre de 1147, liderada por el rey Alfonso VII de León y Castilla, y Tortosa, en diciembre de 1148.

 Asedio de Lisboa, 1147.

Otro escenario bélico para los cruzados escandinavos fue el Báltico, en donde al margen de conquistar entre junio y septiembre de 1147, Dobin y Malchow -hoy nordeste de  Alemania-, la campaña no fue brillante en conjunto y el Báltico, seguiría siendo campo de batalla para los cruzados en los siglos siguientes.

Edesa capital del condado de su nombre, localizada en la Mesopotamia superior, era un importante centro cultural y comercial. La ciudad que había sido conquistada por los cristianos en la Primera Cruzada, cayó en manos de Imad ad-Cin Zengi, gobernante musulmán independiente de Mosul  y Alepo, en diciembre de 1144. Tras la conquista, los cristianos occidentales fueron asesinados o vendidos como esclavos, mientras que a los orientales se les permitió quedarse. Era necesaria una respuesta.

Las fuerzas fueron lideradas por el emperador del Sacro Imperio Conrado III y por el rey de Francia Luis VII. A principios del verano de 1147, el ejército cruzó Europa hacia Constantinopla y de allí hacia Levante, donde a las tropas francesas y germanas se unieron las italianas, escandinavas y más cruzados franceses que habían viajado por mar. Los cruzados se dieron cuenta de la urgencia de la respuesta militar, cuando Nur ad-Din, sucesor de Zengi, derrotó al líder latino Joscelino II en su intento de reconquistar Edesa, que fue nuevamente saqueada para celebrar el nuevo dominio de Nur ad-Din. Todos los varones cristianos de la ciudad fueron ejecutados, y las mujeres y niños vendidos como esclavos, igual que había sucedido con sus correligionarios dos años antes.

Cuando los contingentes francés y germano llegaron a Constantinopla en 1147, descubrieron que Manuel I Conmeno había firmado un armisticio con los turcos; la parte francesa del ejército quiso atacar por su cuenta Constantinopla. Por su parte, los cruzados germanos tenían sus propios problemas, debido a que una riada terrible había acabado con muchos de ellos. Finalmente fueron persuadidos de seguir rápidamente su ruta hacia el este, por las noticias de que un gran ejército musulmán se estaba preparando para impedir su entrada en Levante.

El ejército germano liderado por Conrado III fue el primero en sufrir la falta de planificación y no apoyarse en los consejos locales: mal preparado para la dura estepa semiárida, sin un suministro adecuado de víveres y subestimando el tiempo necesario para alcanzar su objetivo; en Dorylaion, un contingente de selyúcidas, los forzó a retirarse a Nicea, con el propio Conrado herido.

Luis VII quedó impresionado al enterarse del fracaso de los germanos, pero siguió adelante y logró derrotar a un ejército selyúcida, en diciembre de 1147, gracias a la superioridad de su caballería, pero la alegría duró poco, porque en enero de 1148. los franceses sufrieron una dura derrota en la batalla del monte Cadmo. Posteriormente hubo varias victorias de menor importancia para los cruzados, en su camino hacia la costa meridional de Asia Menor, pero fue un comienzo desastroso.

Luis VII y su deteriorado ejército alcanzaron finalmente Antioquía en marzo de 1148. A partir de allí, continuaron hacia el sur, ignorando la propuesta de Raimundo de Antioquía de luchar en el norte de Siria. La relación entre ambos era peor que desastrosa, ya que al parecer, la mujer de Luis, Leonor de Aquitania, mantenía relaciones con su tío Raimundo. En cualquier caso, se convocó un consejo de los líderes occidentales en Acre, y se escogió el objetivo de la Cruzada: no sería la destruida Edesa, sino Damasco, en manos musulmanas, la amenaza más próxima a Jerusalén y un buen trofeo.

El ejército cruzado llegó a Damasco a finales de julio de 1148 e inmediatamente comenzó el asedio. Después de sólo cuatro días, las dificultades planteadas por las defensas y una grave escasez de agua obligaron a los atacantes a abandonar el sitio. Una vez más, la mala planificación y la logística deficiente pusieron en evidencia el desastre de los cruzados. La lucha en torno a la ciudad había sido feroz, con numerosas víctimas por ambos bandos pero sin ningún avance real.

El fiasco del asedio después de tan breve tiempo, llevó a algunos, especialmente a Conrado III, a sospechar, que los defensores habían sobornado a los residentes cristianos para que no actuaran y otros recelaron de una interferencia bizantina; quizá el celo de los defensores se debiera a que esta ciudad había sido capital del Califato Omeya entre 661 y 750, una ciudad con muchos vínculos con la tradición islámica.

También la presencia a 150 kilómetros, de un gran ejército musulmán enviado por Nur ad-Din, y la escasez de recursos hicieron que los líderes cruzados optaran por retirarse; Conrado III regresó a Europa en septiembre de 1148 y Luis VII, seis meses más tarde.

Tal como habían temido los cruzados, Nur ad-Din siguió consolidando su imperio y conquistó Antioquía en junio de 1149, tras la batalla de Inab, decapitando a su gobernante, Raimundo de Antioquía -Leonor entonces, se separó de Luis VII y casó con Enrique II Plantagenet-En 1150, el conde de Edesa, Raimundo, fue capturado y encarcelado, y el estado latino de Edesa desapareció. A continuación, Nur ad-Din ocupó Damasco en 1154, unificando la Siria musulmana. Manuel I respondería con campañas exitosas entre 1158 y 1176, pero era evidente que los musulmanes iban a ser una amenaza permanente para los bizantinos y el Oriente Latino. Cuando Shirkuh, general de Nur ad-Din, conquistó Egipto en 1168, el camino quedaba expedito para una amenaza aún mayor para la cristiandad. El gran líder musulmán Saladino, sucedió a su tío Shirkuh en 1174 como sultán de Egipto, y 13 años más tarde y debido al mal gobierno de Guy de Lusignan, sucesor de Balduino V “el Leproso”, Jerusalén cayó en manos musulmanas en 1187, tras la derrota de Lusignan en la famosa batalla de Los Cuernos de Hattin en 1187, que sería el detonante para la Tercera Cruzada.

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Saladino. 1185. Ismail al Jazari.

Tras la conquista de Jerusalén por los musulmanes, el papa Gregorio VIII proclamó que la caída de la Ciudad Santa había sido un castigo por los pecados de los cristianos de toda Europa, y comenzó a publicar bulas para motivar la puesta en marcha de la Tercera Cruzada.

La Tercera Cruzada, que se llevó a cabo entre 1187 y 1191, fue conocida como la Cruzada de los Reyes, en un intento de los cristianos europeos de reconquistar Tierra Santa.  No logró su objetivo, aunque consiguió éxitos parciales.

Felipe II de Francia –primero Francia porque Inglaterra era su vasalla– y Enrique II de Inglaterra -que le había quitado a su hijo Ricardo Corazón de León su prometida Alicia de Francia, convirtiéndola en su amante-, casado ya con Leonor de Aquitania, iban a liderar esta Tercera Cruzada.

Leonor de Aquitania había sido mujer del francés Luis VII con el que tuvo dos hijas, y ahora con Enrique II de Inglaterra tenía 8 hijos, entre ellos Ricardo Corazón de León, Juan Sin Tierra y Leonor Plantagenet, la mujer de Alfonso VIII de Castilla. Ahora el hijo y sucesor de Luis VII, Felipe II y Enrique  tuvieron que aparcar sus diferencias para llevar a cabo la nueva cruzada, aunque la muerte de Enrique en 1189, dejó la corona en manos de su heredero Ricardo Corazón de León. El emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico I Barbarroja de la casa Hohenstaufen también respondió a la llamada de la cruzada, y dirigió un ejército poderoso a través de Europa y Anatolia, pero  él se ahogó en el mar antes de llegar a Tierra Santa. Muchos de los componentes de su ejército abandonaron la empresa.

El Dux reclutando para las Cruzadas

El Dux de Venecia reclutando  soldados para la Tercera Cruzada. Jean Leclerc. 1621. Óleo sobre tela. 120×90 cm. Palazzo Ducale. Venecia.

Después de expulsar a los musulmanes de Acre, una de las ciudades más antiguas del mundo, constituida en 1500 a.C., el sucesor en el mando de los alemanes de Federico Barbarroja, Leopoldo V  El Virtuoso de la familia Babenberg -duque de Austria, entre 1177 y 1194 y duque de Estiria de 1192 a 1194-, y Felipe II de Francia abandonaron la cruzada y salieron de Tierra Santa en 1191, debido a gestos impropios de un rey, llevados a cabo por Ricardo Corazón de León, como fue quitar y tirar a un foso la bandera de la casa de Austria, que ondeaba en Acre, y poner la suya (esto le costaría un año de prisión y 150.000 marcos de plata posteriormente).

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Muerte de Federico I Hohenstauffen Barbarroja ,Gustave Doré. S XIX. Plumilla.

Saladino no pudo derrotar a Ricardo en ningún enfrentamiento militar, asegurando éste las ciudades costeras de Acre y Jaffa, además de constituir el reino de Chipre que luego vendería  a la orden del Temple, y ésta a Guy de Lusignan, tras perder éste el reino de Jerusalén. Sin embargo, el 2 de septiembre de 1192, Ricardo firmó un tratado de no agresión con Saladino por 3 años, 3 meses, 3 semanas y 3 días, por el que Jerusalén permanecería bajo control musulmán, pero permitiendo a los peregrinos cristianos visitar la ciudad.

Ricardo salió de Tierra Santa el 9 de octubre de ese año. Los éxitos de la Tercera Cruzada permitirían a los cruzados mantener un reino considerable con su sede en Chipre y la costa de Siria, aunque su incapacidad para recuperar Jerusalén daría lugar a la iniciación de una Cuarta Cruzada seis años más tarde. El regreso de Ricardo a su Inglaterra fue muy largo por naufragar en las costas del Adriático cerca de Venecia, y allí ser hecho prisionero por el duque de Austria y entregado a Enrique VI de Alemania, que lo tuvo un año encarcelado hasta recibir un rescate de 150.000 marcos de plata que pagó su madre Leonor de Aquitania, ya que su hermano Juan sin Tierra, no sólo no hubiera pagado nada, sino que además le había arrebatado el trono durante su ausencia, de acuerdo con Felipe II de Francia, aunque Ricardo  lo recuperaría a su regreso.

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Ricardo I Plantagenet Corazón de León. Merry-Joseph Blandel. 1841. Óleo sobre tela. 114×170 cm. Palacio de Versalles. 

Y fue en 1198, un año antes de la muerte de Ricardo, cuando el Papa Inocencio III, comenzó a predicar una nueva Cruzada, la Cuarta. Al margen de los motivos aducidos, las intenciones de unos y otros, y los objetivos finales logrados, la consecuencia más importante no fue otra que la creación del IMPERIO LATINOque naturalmente no se encontraba entre los objetivos iniciales.

Inocencio III estaba deseoso de establecer la autoridad de la  Santa Sede en todo el orbe cristiano, teniendo gran interés en los asuntos de los Estados cristianos de Oriente, para poder desde allí intentar anular o disminuir la autoridad de los patriarcas ortodoxos, especialmente la del Ecuménico de Constantinopla, que era el primus inter pares entre todos ellos.

Por otro lado, en la última década del siglo XII había ido intensificándose la rivalidad entre Enrique VI de Alemania –de la dinastía Hohenstaufen, sucesor de Federico I Barbarroja– y el emperador bizantino Isaac II Ángelo, al cual le fue exigido el pago de los gastos generados por la participación de las tropas de Federico I Barbarroja –su padre– en la Tercera Cruzada, ya que uno de los motivos de la misma, fue coadyuvar a la protección del Imperio Bizantino del acoso  musulmán. Enrique, su hijo y sucesor, exigía de Bizancio la entrega de la región de los Balcanes y el pago de los daños sufridos por la expedición de Barbarroja. Su política en Oriente, al aceptar el vasallaje de los reyes de Armenia y de  Chipre, fue de deliberada hostilidad hacia Bizancio.

Entra dentro de lo lógico que Enrique considerara la posibilidad de dirigir una nueva potencial cruzada contra Constantinopla, sin embargo no pudo ser porque  falleció en 1197 en Mesina. Su hermano y sucesor al trono alemán, Felipe II de Suabia,  además de los mismos motivos de su hermano, tenía especiales intereses de gran importancia en Bizancio, ya que estaba casado con Irene Ángelo, hija del emperador bizantino Isaac II Ángelo, que había sido depuesto en 1195 por su hermano Alejo III Ángelo. Irene Ángelo –la rosa sin espinas, la paloma sin malicia–, viuda del rey Roger III de Sicilia, le podría proporcionar la llave para obtener la corona del Imperio Bizantino, o al menos, el manejo del mismo mediante otro posible emperador, en caso de que él no lo lograra, su cuñado Alejo IV, hermano de su mujer y de momento invitado y residente en su corte.

La ciudad-estado de Venecia, principal potencia marítima en el Mediterráneo oriental, tenía fuertes intereses comerciales en los territorios bizantinos, y muy especialmente en su capital Constantinopla, y vía abierta hacia el mar Negro y a las rutas de las especias por el este. Desde finales del siglo XII gozaban de privilegios especiales para comerciar en el Imperio Bizantino, pero en 1171 el emperador Manuel I Conmeno ordenó la detención de los comerciantes venecianos y la confiscación de sus bienes, lo cual provocó la suspensión de la actividad comercial entre Venecia y Bizancio, inactividad que se prolongó por espacio de quince años, siendo especialmente duro para Venecia, ya que los bizantinos continuaban comerciando con Génova y Pisa. En 1185, Venecia acordó con el emperador Andrónico I Conmeno, reanudar las relaciones comerciales, exigiendo el abono de compensaciones por las propiedades confiscadas en 1171, que nunca llegó a hacerse efectiva. Bizancio, explotaba hasta ese momento y en beneficio propio, la rivalidad comercial de Venecia con otras ciudades-estado italianas, como Génova y Pisa. Venecia necesitaba asegurarse la supremacía comercial en Oriente, desplazando definitivamente a sus rivales.

Con estos mimbres, se comenzó a predicar una nueva cruzada. Su llamamiento, sin embargo, tuvo poco éxito entre los monarcas europeos. Los alemanes, aun deseándolo,  estaban enfrentados al poder papal, en tanto que Francia e Inglaterra se encontraban combatiendo la una contra la otra. Finalmente, se acordó la organización inmediata de un ejército cruzado en un torneo organizado en Ecri por el conde Teobaldo de Champaña en noviembre de 1199.

Teobaldo fue nombrado jefe de este ejército, del que también formaban muchos señores del norte de Francia y de los Países Bajos, añadiéndose algunos caballeros alemanes -entre ellos BALDUINO IX DE FLANDES, más tarde primer emperador del IMPERIO LATINO– y varios nobles del norte de Italia, como Bonifacio, marqués de Monferrato.

El control bizantino sobre los Balcanes era escaso y en consecuencia, las dificultades por cuestiones de seguridad, para marchar por tierra  a Oriente eran grandes. Por mar era lo idóneo, pero la expedición de los cruzados carecía de flota para trasladarse a la zona de Jerusalén.

Los cruzados enviaron negociadores a los poseedores de flotas capaces para 35.000 hombres y 4.500 caballos (luego fueron menos) como Venecia o Génova para contratar el transporte. Guillermo de Villehardouin llegó a un acuerdo con la República de Venecia en abril de 1201 para el transporte de la expedición hasta Egipto por 85.000 marcos de plata.

Se desembarcaría en Egipto, desde donde se avanzaría por tierra hasta Jerusalén.  En 1201 murió Teobaldo de Champaña, y los cruzados eligieron como nuevo jefe de la expedición a Bonifacio de Monferrato. Éste, firme partidario de los Hohenstaufen, conoció en la corte de Felipe II de Suabia a Alejo, hijo del defenestrado emperador Isaac II Ángelo que había sido depuesto y ordenado ser cegado por su hermano Alejo III Ángelo, que deseaba contar con la ayuda de los cruzados para recuperar el trono imperial que le había sido arrebatado por su hermano, y a su hijo Alejo por herencia.

Cuando en junio de 1202 llegó el momento del embarque, los cruzados no habían podido reunir la cantidad de plata solicitada por los venecianos. Éstos, se negaron a realizar el transporte si no recibían la cantidad acordada, por lo que el ejército cruzado tuvo que pasar dos meses acampado en la isla de San Nicolás de Lido, a la espera de conseguir fondos, hasta que finalmente llegaron a un acuerdo el Dux de Venecia  Enrico Dandolo y Bonifacio de Monferrato, para aplazar el pago de la deuda, si previamente los cruzados conquistaban para Venecia la ciudad de Zara -hoy Zadar en la actual Croacia-, capital de Dalmacia, que hasta 1183 había sido de Venecia, acogiéndose posteriormente a la protección papal y de Emerico de Hungría. Bonifacio de Monferrato aceptó, embarcando el 8 de noviembre de 1202, conquistando la ciudad para Venecia quince días después, siendo momentáneamente el ejército cruzado y los venecianos excomulgados por Inocencio III, por robarle su protectorado, aunque posteriormente absolvió a los primeros, manteniendo la excomunión para los segundos.

Estando los cruzados en Zara, llegó un mensajero de la corte de Felipe II de Suabia, llevando una oferta del pretendiente al trono bizantino, Alejo hijo del depuesto Isaac II. Si el ejército cruzado se desviaba hasta Constantinopla y le ayudaban a recuperar su trono, usurpado por su tío Alejo III, no sólo estaba dispuesto a garantizar el pago de la deuda que los cruzados habían contraído con Venecia, sino que además se comprometía a aportar a la cruzada un contingente de 10.000 soldados, así como fondos y provisiones, para proseguir hacia Tierra Santa.

Tanto Monferrato como el Dux Dandolo aceptaron la oferta. Otros, los menos,  se opusieron, exponiendo que habían ido a la cruzada para luchar contra los musulmanes, abandonando el ejército cruzado y embarcando hacia Siria. La mayoría continuó en el ejército cruzado y cuando Alejo llegó a Zara, embarcaron, arribando a las costas de Constantinopla a finales de junio de 1203.

Torre Galata. Estambul.

Tras varios ataques sin éxito a ciudades en la costa asiática del Bósforo, el ejército cruzado desembarcó en Gálata –hoy sigue estando allí la famosa torre y la cadena que cerraba la entrada del Bósforo a Costantinopla por mar, pero ahora con restaurante y ambiente chill out, aunque no es la originariamente bizantina, la Megalos Pyrgos, ya  que ésta fue destruida precisamente por esa Cuarta Cruzada en 1204– en el lado europeo del Cuerno de Oro.

Después de algunos intentos para entrar en Constantinopla, el 17 de julio de 1203 se consiguió abrir brecha en las murallas. El emperador Alejo III huyó llevándose grandes riquezas a la ciudad tracia de Mosynópolis. La nobleza imperial sacó de la cárcel al ciego depuesto emperador Isaac II Ángelo y lo repuso en el trono, sobre todo, como gesto de cara a los invasores. Tras negociaciones entre ambas partes, se decidió que Isaac y Alejo –el que debía pagar a los venecianos– fueran coemperadores, este último con el nombre de Alejo IV Ángelo, siendo  coronado en Santa Sofía el 1 de agosto de 1203.

Toma de Constantinopla. Tintoretto. siglo XVI. Palacio Ducal de Venecia.

Para intentar poder cumplir con los acuerdos pactados con venecianos y cruzados, Alejo se vio obligado a poner fuertes nuevos impuestos. También se había comprometido a conseguir que la Iglesia Ortodoxa aceptase la supremacía del Papa  y adoptase el rito latino, pero se encontró con una gran oposición. Confiscó bienes eclesiásticos para poder pagar a los venecianos, pero todo fue insuficiente. Durante el resto del año 1203, la situación fue volviéndose cada vez peor. Venecianos y cruzados contrariados por el impago y el incumplimiento de los acuerdos existentes, el pueblo bizantino cada vez más  descontento con el nuevo emperador por los impuestos desmedidos. y por último los constantes enfrentamientos callejeros entre cruzados –tropa en guarnición– y bizantinos, obligaron en última instancia, a acordar la salida de los cruzados de la ciudad,  constituyendo esta situación de desorden, el caldo de cultivo de las revueltas que condujeron a la caída de Alejo IV.

El yerno de Alejo III –el que había huido–, que tenía un puesto importante en la Corte, se convirtió en el cabecilla de los descontentos y organizó, a principios de 1204, constantes revueltas. En el mes de febrero, los venecianos y cruzados dieron un ultimátum a Alejo IV, quien tuvo que manifestar la imposibilidad de cumplir lo pactado. Hubo un levantamiento y tras deliberación de tres días del Senado, sacerdotes y pueblo, se eligió emperador –cargo irrenunciable­– a Nicolás Kanobos que no aceptó el  poder imperial y se refugió en Santa Sofía. Tras once días, el yerno de Alejo III, casado con su hija Eudoxia Ángelo, que durante las revueltas había apresado a los coemperadores Isaac II y Alejo IV, acudió a Santa Sofía a ofrecer al emperador encerrado Nicolás un puesto importante en su administración, ya que se había autoproclamado emperador con el nombre de Alejo V Ducas. Ante la negativa de Nicolás, fue sacado de Santa Sofía , arrastrado y estrangulado en sus preciosas escaleras de mármol. Alejo V también mandó estrangular a Alejo IV y matar –que pareciera por edad– a Isaac II.

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Alejo IV Ángelo

Ante esta situación, en el mes de marzo de 1204, cruzados y venecianos debatieron sobre la situación y como resolverla. La decisión fue unánime y clara: conquistar la ciudad –debería ser por la fuerza–, cobrarse las deudas con los bienes que pudieran saquear y colocar en el trono a un emperador LATINO.

La siguiente cuestión era quién debería ser el candidato al trono imperial, no logrando inicialmente un acuerdo. Bonifacio de Monferrato, el jefe de la expedición, no era del gusto de  los venecianos, y al fin se decidió crear un comité compuesto por seis delegados cruzados y seis venecianos para elegir al emperador.

Atacaron la ciudad el 6 de abril de 1204, pero fueron rechazados. Seis días después lograron abrir una brecha en la muralla consiguiendo al mismo tiempo que ardiesen barrios enteros mediante proyectiles incendiarios. Desmoralizados los defensores, permitieron la entrada en Constantinopla de los cruzados. Alejo V huyó a Mosynópolis, ciudad donde estaba su suegro, Alejo III. Los nobles bizantinos ofrecieron la corona a Constantino Lascaris pero murió en combate a los pocos días de ser coronado y a continuación a  Teodoro I Lascaris, yerno también de Alejo III, pero éste la rechazó y marchó a Nicea junto a gran parte de la nobleza y de los patriarcas de la Iglesia ortodoxa. Allí se fundó el imperio de Nicea , sintiéndose depositarios de la legitimidad bizantina.

Los Cruzados entran en Constantinopla DelaCroix

Entrada de los cruzados en Constantinopla. Eugéne Delacroix. 1840. Óleo sobre lienzo. 410×493 cm. Museo del Louvre. París

La ciudad fue saqueada –el saqueo fue brutal según las crónicas– no librándose las iglesias, palacios, ni monasterios, Finalmente, se restableció el orden y se procedió a la  distribución del botín según lo que se había pactado previamente: tres octavas partes para los venecianos, otras tres octavas para los LATINOS y un cuarto para el futuro emperador. A pesar de las pretensiones de Bonifacio de Montferrato, el comité eligió emperador a Balduino IX de Flandes –uno de los principales jefes de las huestes cruzadas–. primer emperador del IMPERIO LATINO con el nombre de Balduino I. El mundo llamó a esta distribución, “Partitio terrarum imperii Romaniae”.

Por tanto, el IMPERIO LATINO o Imperio latino de Constantinopla –Imperium Romaniae–, fue el estado fundado por cruzados y venecianos en los territorios capturados al Imperio de Bizancio en 1204, manteniéndose hasta 1261, cuando uno de los sucesores de los antiguos emperadores bizantinos, Miguel VIII Paléologo, lo reconquistó para Bizancio.

El Imperio Latino así formado, no logró establecer su control sobre todo el antiguo territorio bizantino, por lo que surgieron estados sucesores del dominio bizantino en Nicea, Épiro y Trebisonda. Nicea era la más próxima al Imperio Latino, donde residía el último emperador de Bizancio –Teodoro I Lascaris–, muchos componentes de la antigua nobleza bizantina y los patriarcas ortodoxos, siendo por tanto, la que se pudiera encontrar en  mejor posición en un futuro, para intentar restablecer el Imperio bizantino.

Además de estos tres enemigos: lo que sería en breve el Imperio de Nicea -parte noroeste de Anatolia-, el Despotado de Épiro –parte occidental de Grecia– y el Imperio de Trebisonda –localizado en la parte sudoriental del mar Negro, limitando con la actual Georgia–, el Imperio tuvo como enemigos a Bulgaria, a  los turcos selyúcidas del Sultanato del Rum y a algunos señores lombardos rebeldes de Tesalónica –Tesalónica fue comprada por Bonifacio de Montferrato a los venecianos, nombrándose rey, aunque fue un reino LATINO vasallo del Imperio Latino, de vida efímera–.

También para terminar de definir la situación de gobierno, tras la fundación del Imperio, cabe señalar como anécdota, la creación del Ducado de Atenas. Una  vez más Bonifacio de Montferrato, ocupó esta vez Atenas sin grandes problemas y junto a Tebas, se la cedió a Otón de la Roche, caballero borgoñón de familia menor y compañero de cruzada. Le nombró inicialmente Gran Señor  de Atenas y Tebas y luego Duque, aceptando su vasallaje.

Imperio Latino tras su  proclamación en 1204.

El Imperio Bizantino fue dividido en la Partitio terrarum imperii Romaniae, firmada el 1 de octubre de 1204, por acuerdo entre los cruzados y Venecia en tres partes: los tres octavos venecianos incluyeron además Creta, Rhodas, Corfú, Negroponte, Cephallonia  y otras islas. Para el Imperio Latino, los tres octavos  de la partición, más los dos octavos del nuevo emperador latino, fuerzas que podrían quizá sumarse, además de  ejercer el control sobre algunas zonas de Grecia mediante el vasallaje: del Reino de Tesalónica por Bonifacio de Monferrato, del Ducado de Atenas y Tebas por Otón de la Roche –a su vez vasallo del Rey de Tesalónica–, del Ducado del Archipiélago o de Naxos  por Ruy de Montfort, y directamente vasallaje del Imperio, el Principado de Acaya –sobre la costa del norte del Peloponeso lindando con el  golfo de Corinto-, el Ducado de Filipópolis –en la ciudad Plovdiv de la actual Bulgaria y sus alrededores, cuyo señor fue el Duque Renier de Trit–, y el Ducado de Filadelfia –en la ciudad turca de  Alasehir y terrenos circundantes–. Además controlaba por ocupación física todos los territorios europeos y asiáticos que rodeaban al mar de Mármara, y los estrechos del Bósforo y de los Dardanelos, aunque quedaron numerosos territorios en manos de aristócratas bizantinos griegos, que consideraban sus territorios estados sucesores del Imperio bizantino, y que pretendían la reconquista del imperio perdido: el Despotado de Épiro, el Imperio de Nicea y el Imperio de Trebisonda.

El Dux de Venecia no fue considerado vasallo del Imperio, permitiéndole sus tres octavos del antiguo Imperio y una parte importante de Constantinopla asegurar su influencia en el gobierno del nuevo.

A partir de aquí comenzaron las luchas entre todas las partes, que en algunas ocasiones apoyaban una opción y de forma inmediata a la contraria, intentando claramente su mejor posicionamiento. Nicea, Trebisonda y Épiro buscando recuperar el antiguo Imperio para ellos, Bulgaria y el sultanato del Rum, tratando de combatir al que  en cada momento se iba haciendo más fuerte, para socavar su poder, y el Imperio Latino tratando de mantener lo que había logrado y ampliarlo hasta lograr la totalidad del Imperio Bizantino.

Teodoro I Láscaris de Nicea no logró un éxito inmediato –fue derrotado en Poemaneum y Bursa (Prusa antiguamente) por el Imperio latino en 1204–, pero posteriormente le arrebató a éste, la parte noroccidental de Anatolia, aprovechando que las tropas de Balduino I debían hacer frente a los búlgaros que les atacaban por el oeste. Teodoro  I de Nicea tuvo victorias contra sus oponentes sucesores de Trebisonda, colocándose como el más importante de los estados sucesores bizantinos. En 1206, viéndose fuerte, se auto-confirmó como emperador, coronándose en Nicea.

Teodoro trató de reforzar sus derechos nombrando un nuevo Patriarca de Constantinopla en Nicea y para cerrar posiciones con el Imperio, se casó con María de Courtenay en 1219, hija del emperador Pedro II de Courtenay y de la emperatriz latina Yolanda de Flandes,  pero murió siendo fue sucedido por su yerno  Juan III Ducas en 1222.

En 1224 el reino de Tesalónica fue conquistado por el Despotado de Epiro que posteriormente, cayó en manos de Bulgaria en 1235, con el visto bueno de Juan III de Nicea que buscaba aliados contra los latinos, a toda costa.

En 1242, el Imperio Mongol desde el este, invadió el Sultanato del Rum de los selyúcidas, al este de Nicea, y curiosamente pararon allí respetando las fronteras nicenas.

Juan III se casó con Constanza de Hohenstaufen hija de Federico II emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en 1245 -quizá este fue el motivo de la detención mongola-. Negoció entonces con los mongoles y derrotó a sus ex aliados búlgaros, continuando sus conquistas sobre los latinos hasta su muerte en 1254.

Teodoro II Láscaris siguió su política de conquistas durante cuatro años, muriendo en 1258. Su hijo Juan IV Ducas Láscaris le sucedió, pero siendo un niño, reinó bajo la regencia del general Miguel Paleólogo. Miguel se proclamó co-emperador con el nombre de Miguel VIII, y consiguió derrotar conjuntamente al déspota de Epiro –cuando los búlgaros fueron derrotados por Juan III renació el despotado–y al príncipe latino de Acaya en la  batalla de Pelagonia.

Ya en 1247, los nicenos habían rodeado eficazmente Constantinopla, y solo las tres líneas de fuertes de defensa de la ciudad los mantuvieron a raya, señalando la mencionada batalla de Pelagonia en 1258, el principio del fin del dominio latino en Grecia.  En 1260 Miguel VIII de Nicea comenzó el asalto a Constantinopla. El 25 de julio de 1261, con la mayoría de las tropas latinas fuera en otros frentes, el general niceno Strategopoulos encontró una entrada sin vigilancia en la ciudad –acordada con los defensores, claro– y entró con sus tropas, restaurando el Imperio bizantino para su señor, Miguel VIII Comneno Ducas Ángelo Paleólogo, con el que se inició la dinastía de los Paleólogos. Una vez dentro, incendió el barrio veneciano (a sus ojos responsables de la toma de la ciudad en 1204). Miguel fue reconocido emperador pocas semanas más tarde, restaurando el Imperio Bizantino. El niño Juan IV Juan Ducas Láscaris, el infante heredero de Teodoro II, fue cegado siendo todavía un niño, y enviado a una fortaleza del Mar de Mármara. Este acto de crueldad granjeó a Paleólogo los odios populares, sobre todo en Asia Menor.

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Miguel VIII Paleólogo.

Los habitantes del Imperio restaurado consideraron al Imperio de Nicea como el verdadero sucesor del Imperio Bizantino, aunque aún seguían existiendo el Imperio de Trebisonda  y el principado latino de Acaya. Trebisonda permaneció independiente hasta la conquista otomana en 1461 (Tras la conquista en 1453 del Imperio Bizantino por Mehmed II, aún siguió el Imperio de Trebisonda ocho años como tal). Acaya fue pronto reconquistada por Bizancio.

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Murallas de Constantinopla.

El Imperio restaurado, que ya nunca  nunca tuvo el antiguo esplendor, debió hacer frente desde entonces a la nueva amenaza que representaban los turcos otomanos que surgieron en sustitución de los derrotados selyúcidas, que tras doscientos años, y aún con las tres líneas de defensa inexpugnables durante más de mil años – foso y las dobles muralla teodosias- acabaron conquistando el Imperio en 1453,  apoyados por los famosos cañones búlgaros y la traición del responsable de la cadena de la torre Gálata, que permitió la entrada de los barcos otomanos al Cuerno de Oro.

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Torre Gálata.

1) DÉSPOTADO

El término original griego despotēs significaba simplemente “señor”. Equivalente al título latino dominus.

La mayor parte de los despotēs fueron yernos de los emperadores bizantinos, que acostumbraban proclamar a sus hijos mayores  co-emperadores –symbasileus–. Despotēs fue título cortés sin funciones ni poderes específicos, a pesar de significar honor inmediato al del emperador.

Después de la  Cuarta Cruzada, el título pasó a utilizarse en los Estados sucesores del Imperio bizantino, y lo otorgaba cualquier monarca que tuviera  título imperial, incluyendo Nicea, Trebisonda, Épiro, los búlgaros u otros. El título despotēs también podía ser otorgado por un emperador a un extranjero noble por lazos familiares o por servicios prestados. Por ejemplo, en el Imperio de Trebisonda el título fue otorgado a los herederos al trono, como diferencia con todos los demás cargos.

No siempre aquellos déspotas se portaron correctamente con el pueblo y personas a su servicio, motivo por el que paulatinamente el vocablo fue haciéndose más popular en el sentido de aquel que abusa de su poder o autoridad.

Las primeras referencias en castellano a la palabra, en la forma ‘déspoto’, las encontramos en un escrito del siglo XVI del historiador palentino Gonzalo de Illescas que se refiere de ese modo al rey de Rusia, aunque no fue hasta el siglo XIX cuando se comenzó a utilizar el término ‘déspota’ en el sentido que hoy en día le damos; es decir, desde hace dos siglos es cuando la palabra déspota, adquirió la connotación negativa que hoy le damos.

Como curiosidad: los reyes de España, son Reyes de Jerusalén y Duques de Atenas y Neopatria región de Tesalia alrededor de la ciudad de Neai Patrai conquistada por los almogávares en el siglo XIII-.

El Panteón de los Olivares, y algunos Berwick y Alba en Loeches.

Antes de tomar la última curva de la carretera que va de Alcalá de Henares a Loeches –pueblo situado a mitad de camino entre Arganda del Rey y Torrejón de Ardoz–,se sube una cuesta pronunciada y al coronarla, se vislumbra el pueblo de Loeches y la cúpula del monasterio de la Inmaculada Concepción y su iglesia, “el convento grande” al que se encuentra adosado el Panteón de los  duques de Alba.

Carretera de acceso a Loeches

Vista del pueblo

                                                            Loeches.

Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera y Velasco de Tobar nació en Roma en 1587, nieto del I conde de Olivares –rama menor de la Casa de Medina Sidonia– y bisnieto del II duque de Medina Sidonia (heredero de Guzmán el Bueno, el del hijo asesinado en la defensa de Tarifa para Sancho IV de Castilla, “el Bravo”). Su padre era embajador de España en Roma, virrey de Nápoles y Sicilia, y el pequeño Gaspar vivió en Italia hasta los 12 años. Siendo el menor de tres hermanos, se le destinó a la carrera eclesiástica y fue enviado a Salamanca para estudiar derecho canónico. Murieron sus dos hermanos mayores, teniendo entonces que abandonar sus estudios de teología en 1604, y acudir junto a su padre que había sido nombrado miembro del Consejo de Estado por el duque de Lerma –valido de Felipe III– y estar ya destinado a heredar el mayorazgo de los Olivares.

En 1607 murió su padre y heredó el mayorazgo, y ya muy ambicioso, se concentró en cortejar a su prima Inés de Zúñiga y Velasco –hija de su tío Baltasar–, dama importante de la reina Margarita de Austria, mujer de Felipe III, y más tarde dama principal de Isabel de Borbón, mujer de Felipe IV y tutora del infante Baltasar Carlos, para conseguir por la vía matrimonial la Grandeza de España que anhelaba con pasión. No consiguió ese objetivo y se retiró con su mujer a Sevilla para administrar su patrimonio.

En 1615 fue nombrado por el duque de Lerma –Francisco de Sandoval–, gentilhombre de cámara del infante Felipe –futuro Felipe IV–, involucrándose en las luchas de poder entre  Lerma y su hijo el duque de Uceda, tomando partido por este último. En 1618 fue desterrado Lerma y desde la posición de poder obtenida, y apoyándose en su tío Baltasar de Zúñiga, que estaba en la corte desde 1617  llamado por Uceda, consiguió que el infante fuera confiando cada vez más en su tío Baltasar y en él. Así, cuando en 1621 subió al trono Felipe IV, nombró valido a Baltasar de Zúñiga, sustituyendo al duque de Uceda. Ese año, el conde de Olivares recibió del rey la Grandeza de España con la secular fórmula de “conde de Olivares, cubríos”.

En 1623 compró el duque el Señorío de Sanlúcar la Mayor a la ciudad de Sevilla, siéndole concedido por el rey en 1625 el ducado de  Sanlúcar; a partir de entonces se le intituló conde-duque.

Felipe III

Felipe IV de España. 1634-1635. Óleo sobre lienzo. 303 x 317 cms. Con toda seguridad Diego Velázquez. Museo del Prado. Madrid. España.

A la muerte de su tío Baltasar en 1622, fue nombrado valido* del rey Felipe IV. Estaría en esta posición hasta 1643, viviendo unos años políticamente muy difíciles: la guerra de los 30 años entre los partidarios de la Reforma y Contrarreforma religiosas entre todos los países europeos,  el Corpus de Sangre –entre segadores y soldados castellanos– y el intento de  secesión catalana –ya apuntaban– que  no sería sofocada hasta 1652, la insurrección de Portugal y su independencia de España en 1640, la conspiración independentista de Andalucía en 1641, hicieron que el Imperio Español  comenzara a deshacerse como un azucarillo. La forma de ser absolutista en las cuestiones de gobierno y la ausencia de recursos económicos, le crearon innumerables enemigos, terminando con su crédito político en 1643, siendo desterrado por el Rey.

Inicialmente se retiró a su Señorío de Loeches, donde estaban prácticamente acabados el pequeño palacio y el Monasterio de las dominicas.

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El Corpus de Sangre. Antoni Estruch i Bros. 1907. 262 x 404  cm.  Óleo sobre tela. Museo de arte de Sabadell. España.

10 años antes, en 1633, había comprado el conde-duque la villa de Loeches, en donde proyectó la construcción de un palacio anexo al convento de las  carmelitas descalzas. En una de las visitas realizadas a las obras en 1634, pidió el conde–duque a la superiora de las carmelitas permiso para visitar el interior del convento, al objeto de estudiar el mejor lugar por donde hacer una entrada  directa desde el futuro palacio, para asistir a los oficios tras una cancela, como era habitual en el caso de los nobles importantes. La superiora le negó el paso, debido a que era un convento de clausura. El soberbio D. Gaspar prometió construir una iglesia y monasterio que harían sombra a la de los carmelitas, y lo hizo. Lo habitó con la orden de las dominicas, ya que no en vano era descendiente de santo Domingo de Guzmán. Ahí se acabaron las relaciones con las carmelitas a las que había reconstruido con anterioridad la casa anexa al convento. En 1940 estaba prácticamente terminado el conjunto monástico-palacial. El palacio estaba flanqueado al este por el ya existente convento de las carmelitas y al oeste por el monasterio de la Inmaculada Concepción de las dominicas.

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Convento de las carmelitas descalzas.

Al llegar a su destierro en Loeches, empezó a circular una coplilla popular  en la villa y en Madrid –lo de la leña del árbol caído, muy español– que decía:

Que de Loeches lo eches

suplica el pueblo, Señor

aparta de ti al traidor

que está muy cerca Loeches.

Así, Felipe IV lo desterró a sus dominios de Toro, donde el conde-duque falleció en 1645. Estuvo viviendo con su hermana, mientras su mujer continuaba con la función tutorial del infante Baltasar Carlos. Inés de Zúñiga siguió preocupándose de la terminación de las obras de Loeches, hasta su muerte, dos años después.

conde duque a pie

* Valido era el Secretario de Despacho Universal de la Monarquía Católica. El validamiento fue una figura existente especialmente en los reinados de los Austrias menores y llevaba consigo la Grandeza de España, la asistencia continua al lado del rey, la posesión de los más altos cargos de la corte y del gobierno y una influencia total en el monarca, así como la dirección política y administrativa del Estado. No llevaba consigo nombramiento como tal. No puede considerarse como una institución, ya que en ningún momento se trató de un cargo oficial, puesto que únicamente servía al rey mientras éste tenía confianza en la persona escogida; era el puesto de mayor confianza del monarca en cuestiones temporales. Las cuestiones espirituales eran competencia del confesor real.

El conde–duque e Inés de Zúñiga tuvieron una hija, María de Guzmán y Zúñiga, que murió con 17 años en 1626, casada y con una hija fallecida al nacer. Tuvo D. Gaspar también un hijo bastardo con Isabel de Anversa, dama de la Corte,  Enrique Felipez de Guzmán nacido en 1613 y reconocido en 1641, que casó con Juana de Velasco, hija del Condestable de Castilla, IX conde de Haro y VI duque de Frías. A Enrique le concedió Felipe IV el título de marqués de Mairena en 1642, y su padre la Casa de Sanlúcar la Mayor que apenas pudo disfrutar, porqué murió en 1646. El hijo de este matrimonio, Gaspar de Guzmán y Fernández de Velasco murió con dos años y medio en 1648.

Enrique, había reclamado al haber muerto su hermanastra María de Guzmán y su padre en 1645, el mayorazgo de los Olivares para él y su descendencia. Felipe IV que no quería dárselo –por su bastardía–, le dio largas y aprovechó su muerte, para dar la herencia del mayorazgo a la descendencia de la hermana del conde-duque, Francisca de Guzmán y Pimentel casada con Diego López de Haro Sotomayor, V marqués del Carpio que fue valido del Rey tras el destierro del conde–duque. Tuvieron un hijo, Luís Méndez de Haro Sotomayor y Guzmán que casó con Catalina Fernández de Córdoba y Folch de Cardona. La nieta de estos últimos, Catalina Méndez de Haro y Guzmán casó en 1688 con el X duque de Alba Francisco Álvarez de Toledo y Haro. Así entroncaron las dos familias.

Al conde–duque y su hija María,  los enterraron bajo el altar de la iglesia del convento de Loeches y al resto de descendientes hasta 1688, en una cripta subterránea entre el palacio y la iglesia mencionada. Tras el entroncamiento con los Alba, los muertos de la familia fueron enterrados en diferentes lugares como la Iglesia de san Salvador de Madrid (fue destruida en el siglo XIX, reconstruida y posteriormente bombardeada. Ahora de san Salvador y san Nicolás), en la iglesia de san Leonardo de Alba de Tormes…etc.

A partir de la muerte de Paca de Alba –Francisca de Palafox  Portocarrero y Kirpatrick, IX condesa de Montijo y XV duquesa consorte de Alba–, hermana de Eugenia de Montijo, casada con Jacobo Fitz-James Stuart VIII duque de Berwick y XV duque de Alba, se comenzó a construir un panteón en donde y hasta hoy, son enterrados la mayor parte de los duques fallecidos.

GENERAL

El conjunto monástico-palacial, no pretendía ser sólo eso. Pretendía ser una emulación de los sitios reales y aunque exteriormente la casa palacio era sencilla,  estaba llena de tesoros culturales dignos de un rey. El monasterio no sólo puede considerarse una pequeña joya del barroco, además fue dotado en su momento,  de una valiosa colección de cerca de 220 cuadros de Rubens, Tintoretto, Tiziano, Veronés, Bassano, Miguel Ángel, Durero, Bellini y Caravaggio que fueron robados por el general francés Sebastiani en 1809 al mando de 700 soldados, que tardaron más de tres días en desmontarlos de sus marcos, para más fácil transporte.

Entrada al la iglesia

Antonio Ponz Piquer en su libro Viaje de España de 17 tomos que comenzaron a imprimirse en 1772, certificaba que la iglesia del monasterio de la Inmaculada Concepción de Loeches era de las más ricas en cuadros de España.

El arquitecto tracista–proyectista fue el albaceteño Alonso Carbonel, formado en la construcción de retablos y trabajos en madera. El constructor principal Cristóbal de Aguilera, maestro veedor de fuentes  de Madrid, participó junto a Carbonel en la construcción del Casón del  Buen Retiro y la iglesia de las Maravillas de Madrid. El segundo maestro de obras fue Juan de Aguilar que junto al maestro de cantería, participaron en  la construcción de algunas de las ermitas del Buen Retiro.

Vista de la IGlesia general

La iglesia del convento es de estilo barroco y es parecido al de la Encarnación en Madrid. En su parte más alta, un chapitel empizarrado estilo Austria, cobija la cúpula. Los techos interiores están ornamentados con estilo barroco. La parte del fondo tras el altar, tiene unos frescos de Fernando Calderón –1953/57 durante la reconstrucción– que recuerdan  los trazos de Miguel Ángel y  el motivo de “El sueño de Felipe II” del Greco del Escorial. Cerca del altar existe una tribuna de hierro forjado semioculta, para la asistencia del conde–duque a los oficios.

Altar mayor de la Iglesia .Mural de Fernando Calderón S XX

El monasterio situado en la parte posterior de la iglesia, tiene un gran claustro cuadrangular y fue capaz para más de un centenar de dominicas.

patio

Del palacio hoy, sólo se conserva su entrada barroca. Fue totalmente derruido entre 1975 y 1977. Comentaba Gregorio Marañón que “…a pesar de haber sido restaurado por su actual propietario el duque de Alba a finales del siglo XIX, es un edificio modesto, de un solo piso, con cuadras subterráneas, como era costumbre entonces, el exterior humilde sin el menor adorno, y el interior también; con un zócalo de Talavera que recorría todas las habitaciones, algún tapiz viejo y una gran huerta”.

 Puerta del palacio

                                                                    Puerta del Palacio.                

Loeches3 Carmelitas                                                  

Puerta del Palacio, adjunta al convento delas carmelitas.

Recordemos que a partir de la boda de Catalina Méndez de Haro con el X duque de Alba en 1688 -momento de la unión de las familias Alba y Olivares-, los duques fallecidos fueron enterrados en diferentes sitios. Por anecdótico, cabe señalar lo que rodeó al enterramiento de la XIII duquesa de Alba Doña María Teresa Pilar CAYETANA de Silva y Álvarez de Toledo, la famosa Cayetana de Goya, que en 1802 fue enterrada en la capilla de los Alba de la Iglesia de san Salvador (destruida en el siglo XIX, reconstruida y vuelta a destruir, y posteriormente unida a la de san Nicolás en la madrileña calle de Atocha, a la altura de Antón Martín, hoy parroquia de san Salvador y san Nicolás). En 1842 su sepultura fue exhumada, para su traslado al cementerio de la  Sacramental de San Isidro de Madrid. Al sacar el cadáver del féretro, descubrieron que ambas piernas en su parte inferior habían sido cortadas. Se supone que fue por falta de longitud del féretro y necesidad urgente de exposición del cadáver en su palacio de Buenavista, palacio inmediatamente expropiado tras la muerte de la duquesa por el ayuntamiento de Madrid y cedido en usufructo a Manuel Godoy, que al parecer, de este modo, se vengó del marido de la duquesa ya muerto, el XVI duque de Medina Sidonia, D. José María Álvarez de Toledo y Pérez de Guzmán –con el que Godoy tenía una pésima relación–, y de cuyo matrimonio  no hubo  descendencia.

La XIII duquesa de Alba Doña María Teresa Pilar CAYETANA de Silva y Álvarez de Toledo.

Iglesia de San Salvador y San Nicolás

Parroquia de san Salvador y san Nicolás en Madrid.

Los abuelos de esta duquesa –Cayetana–,  Doña María Teresa Álvarez de Toledo y Haro–primera mujer que ostentó el título de duquesa de Alba con el ordinal XI – y el conde de Galve, D. Manuel José de Silva y Toledo, tuvieron tres hijos.

El mayor, Fernando de Silva y Álvarez de Toledo heredó el ducado con el número de orden XII, y de su matrimonio con María Bernarda de Toledo y Portugal nació un hijo varón, Francisco de Paula de Silva, que murió antes que su padre,  pero Francisco de Paula dejó una hija que sería la XIII duquesa de Alba, CAYETANA.

La segunda hija, María Teresa de Silva y Álvarez de Toledo, hermana de Francisco de Paula se casó en 1738 con Jacobo Fernando Fitz-James Stuart y Colón de Carvajal  III duque de Berwick y aquí el entronque de los Olivares, Alba y Berwick.

CAYETANA y el XVI duque de Medina Sidonia, como se ha dicho, no tuvieron hijos, y a pesar de que la Duquesa en su testamento LIBRE. dejó todo lo que pudo a su hija adoptada negra María de la Luz, a Javier de Goya y Bayeu –hijo de Goya–, a su primo y hermanastro Carlos Pignatelli de Aragón y Gonzaga y a sus criados y sirvientes, el patrimonio del mayorazgo de los Alba y Olivares pasó  a Carlos Miguel Fitz-James  Stuart y Silva, hijo de Jacobo Fernando Fitz-James Stuart y Colón de Carvajal  y María Teresa de Silva y Álvarez de Toledo, que pasó a ser XIV duque de Alba al haber fallecido sus padres. Heredó casi todo el patrimonio, excepto el Palacio de Buenavista –hoy Cuartel General del Ejército– que lo ocupó Godoy y el palacio y complejo de la Moncloa, que se lo quedó Carlos IV. En su día, en los mentideros madrileños se comentaba que Cayetana fue envenenada por Godoy por orden de la reina María Luisa de Parma, pero se ha comprobado que murió de meningoencefalitis, lo qure tiene bastante sentido al ver su testamento.

Palacio de Buenacista                                       

 Palacio de Buenavista. Madrid.

Palacio de la moncloa

Palacio de La Moncloa. Madrid.

El título de I duque de Berwick fue concedido a James Fitz-James Stuart, hijo ilegítimo de Jacobo II de Inglaterra, vencedor en Almansa sobre los partidarios del archiduque Carlos en la guerra de sucesión a la corona española, a la muerte de Carlos II “el Hechizado”. Por esta victoria, Felipe V le colmó de honores, nombrándole duque de Liria y Jérica concediéndole el Toisón de Oro. James Fitz-James contrajo matrimonio con Catalina Ventura Colón de Portugal, condesa de Veragua. Así, cada vez más títulos importantes fueron engrandeciendo esa Casa.

James,_I Duke_of_Berwick                                 

James Fitz-James Stuart  (Jacobo hijo de Jacobo Estuardo traducción literal) I duque de Berwick.

El hijo heredero de Carlos Miguel Fitz-James, Jacobo Fitz-James Stuart y Ventimiglia, XV duque de Alba y VIII de Berwick en 1848 se casó con María Francisca de Palafox  Portocarrero y Kirkpatrick –Paca de Alba– que murió con 35 años en París de tuberculosis y sus restos fueron trasladados a Madrid, y enterrados en la ermita de Santa María la Antigua de Carabanchel.

Paca de Montijo

María Francisca de Sales Palafox y Portocarrero y Kirkpatrick -Paca de Alba-, IX condesa de Montijo.

Su hermana, la emperatriz Eugenia de Montijo y el duque viudo, decidieron construir un mausoleo digno de la difunta. Inicialmente, se pensó en reformar la cripta en donde se encontraba enterrado el conde duque de Olivares en Loeches, bajo el altar de la iglesia del convento de las dominicas. Se encargó llevar a cabo el estudio a los arquitectos Alejandro Sureda y Adolf Ombrecht, pero  se abandonó ese proyecto.

Eugenia de Montijo

La emperatriz de los franceses Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick.

Existía otra cripta subterránea, en las inmediaciones del monasterio de la Inmaculada Concepción de Loeches, donde se habían enterrado los fallecidos de la familia Olivares hasta 1688, al margen de la tumba del conde-duque y su hija María bajo el altar mayor. La cripta se encontraba entre el palacio y el monasterio. Se le propuso la idea de construir un panteón sobre esta cripta al arquitecto Juan Bautista Lázaro de Diego y se llevó a cabo con la financiación de  la abuela de la duquesa fallecida en 2014, doña Rosario Falcó. El resultado fue una capilla trilobulada,  en mármol blanco de Carrara, con hileras de sarcófagos de mármol negro con letras en bronce doradas al fuego. El marmolista  fue Carlo Nicoli Manfredi, con grandes obras en España, como la estatua de Cervantes en la plaza dedicada al escritor en Alcalá de Henares. Quiere ser algo parecido al Panteón de los Reyes del Escorial, pero más humilde y sencillo.

dos lóbulos

panteon-alba-loeches1

 

El acceso al panteón es desde la iglesia con puerta de hierro forjado estilo barroco, enfrente del Coro de las monjas, que da entrada al Panteón de la Casa de Olivares, que pasó a ser el Panteón familiar de la Casa de Alba por el enlace de Don Francisco Álvarez de Toledo, X Duque de Alba, con Doña Catalina de Haro y Guzmán, duquesa de Olivares. En el año 1909, se inauguró un nuevo Panteón, que es el existente hoy.

Entrada al panteón

En la parte central inferior –pero principal–, tapado por el sarcófago de Paca de Alba, está la tumba del conde-duque de Olivares, cerrada con lápida de mármol negro. Los restos del duque al ser exhumados para trasladarlos a esta nueva ubicación, parece ser que estaban en perfecto estado, con la vestimenta de los cuadros de Velázquez, impecable. Se unieron sus restos a los de su mujer Inés de Zúñiga en la misma ubicación del panteón.

Conde_duque_RIP

Tumaba de paca de Alba

Lo más destacable es el conjunto sepulcral de la duquesa Paca de Alba encargado por su hermana Eugenia y su viudo en 1867, siete años después de su fallecimiento y que inicialmente iba a ser instalado en Carabanchel. Tras conversaciones fallidas con el arquitecto Viollet-le-Duc se encargó la obra al escultor Charles Alphonse Achille GUMERY (NO a Jean Baptiste Auguste Clésinger como se dice a menudo). Para la realización de la imagen de la duquesa en mármol, posó de modelo su hermana la emperatriz Eugenia de Montijo, mujer de Napoleón III.

La tumaba de paca de Alba

Panteón de los Alba 2

El sarcófago de mármol blanco, rectangular en su base, con esquinas en cuadrados añadidos del mismo mármol, donde se apoyan los  ángeles, y guardado a ambos lados con los escudos de armas de los Alba y Montijo. Los cuatro angelitos de las esquinas miran hacia arriba y  en la parte superior, la figura yacente de la duquesa, descalza, con almohadones  y  túnicas finas, y con el velo y la diadema de diamantes y perlas que donó la emperatriz Eugenia a la Casa, y que fueron utilizadas en la primera boda de Cayetana en 1947 con Luis Martínez de Irujo y de su hija la duquesa de Montoro con el torero Francisco Rivera.

Se construyó por mandato de Jacobo Fitz-Stuart y Falcó de Portocarrero y Ossorio, XVII Duque de Alba en memoria de sus padres, para su enterramiento, como consta en la lápida que hay sobre la puerta de entrada. El 3 de junio de 1909 se celebró en su altar la primera Misa con asistencia de la Emperatriz Eugenia de Montijo que falleció en 1920, 60 años después que su hermana menor Paca.

Después han sido enterrados todos los titulares y consortes, excepto una parte de las cenizas de la duquesa fallecida en 2014;  una porción de las mismas prefirió que fueran depositadas en la iglesia del Cristo de los Gitanos de su Sevilla y sus sevillanas.

Panteón de los Alba 5

Jesús Aguirre –segundo marido de la duquesa Cayetana– fue enterrado allí, porque aún no siendo Alba, había resuelto la mayor parte de los problemas financieros de la Familia.

Desde 2013 las seis hermanas de clausura que únicamente quedaban en el convento, fueron trasladadas a otros de la Orden, ante la imposibilidad de mantenerlo con tan escasos medios materiales. Nos quedamos sin dulces increíbles que vendían a través del torno. ¡Jesús que pena!

 

LIBRO DE UN VIAJE CORTO A EGIPTO

De todos los lugares del mundo que he visitado, entre los que se incluyen culturas diversas de los cinco continentes, sin duda, el mayor impacto de todo, me lo produjeron los monumentos vistos en Egipto. Es por eso que paso a relatar el viaje que tantas sorpresas me deparó; fue un viaje corto para turistas, pero la gozada me llevó a repetir uno más amplio.

Salimos de Madrid el 25 de abril de 2017, martes, después de comer, y llegamos a El Cairo -Cairo sin artículo en inglés y Le Cairo en francés- ya de noche, tras aproximadamente 5 horas de vuelo y 1 hora de diferencia horaria con España, adelantándonos a la puesta de sol. Nos llevaron a los cinco que componíamos la expedición al hotel Four Seasons que tenía una pinta espléndida, pero del que no pudimos disfrutar en absoluto, ya que nada más llegar nos advirtieron que saldríamos a las 07,00 de la mañana siguiente ya desayunados. Así que tomamos algo y nos recogimos en nuestras habitaciones a soñar con lo que podríamos ver los días siguientes.

Puntualmente el miércoles 26, embarcamos en un minibús que nos trasladó a Guiza -en francés Gizeh-. Allí, y al amanecer, pude ver lo que tantas veces había visto en libros y fotografías: la Necrópolis de Guiza con las pirámides y la famosa esfinge. Debo confesar, que esperando algo super grandioso quedé un poco desilusionado; era como cuando te dicen que una película es magnífica y vas a verla y te parece sólo bastante buena porque esperabas más. Sensación irracional porque todo es grandioso, y ya en un posterior recuerdo, le di la merecida dimensión.

 

La Necrópolis de Guiza se encuentra en una meseta, a unos 20 km al oeste de El Cairo. Comenzó a utilizarse durante la II Dinastía para ese fin, aunque encetó su auténtica relevancia con la IV Dinastía del Imperio Antiguo.

ZoserDyeser– que gobernó entre 2665 y 2645 a.C. fue el primer animador importante de las técnicas constructivas, continuando aquel impulso generaciones después, el faraón Seneferu (2613-2584) y su hijo JufuKEOPS– (2574-2558) con el que cogobernó 10 años.

Keops llegó a la conclusión, que no serían posibles las grandiosas construcciones si no se gestionaba y construía un camino que permitiera transportar las pesadas piedras desde las canteras al pie de las obras. Puso a trabajar a más de 100.000 personas que se relevaban cada tres meses: unos llevaban las piedras de las canteras de los montes de Arabia al Nilo, otros las transportaban por el río hasta los montes de Libia, y hubo que construir un camino desde el Nilo al lugar donde se deseaba levantar la obra. Para acelerar el proceso, se construyó un canal desde el río hasta aproximadamente 1 km del futuro monumento, creando una especie de isla rodeada por el canal artificial.

En la construcción del canal, puertos de embarque y desembarque, y el camino de piedra de una longitud de cinco estadios -cada estadio 300 codos o 157,5 m- se emplearon 10 años, aunque no es demasiado, si se compara con los 20 años que se tardó en construir la pirámide de Keops.

La calzada construida desde el lugar de desembarque de la piedra hasta el lugar de la construcción, tuvo una longitud de 923,50 metros, 50 orgías de ancho -18,47 metros- y 14,78 metros de desnivel, construido con piedras pulidas.

Herodoto (484-425 a.C.) magnífico historiador y geógrafo griego, aunque de escaso rigor analítico, en el libro 2º de su Historiae escribía: Keops ha dejado tras sí una obra colosal, su pirámide. La pirámide es cuadrada. Cada una de sus caras mide 8 pletros –246,26 metros-. Las piedras son pulidas y unidas con extremo cuidado, ninguna de ellas midiendo menos de 30 pies -9,24 metros-.

La Necrópolis de Guiza o Gizeh ocupa una meseta de 2.000 metros cuadrados, en donde se encuentran la Esfinge y las tres grandes pirámides: la de Keops, la de Kefrén (reinó de 2547 a 2521 a.C.) -nieto de Keops- y la de Micerino (reinó de 2514 a 2486) –nieto de Kefrén-, existiendo tres más pequeñas como satélites de la última mencionada.

Las tres grandes pirámides están dispuestas de tal manera, que nunca escamotean el sol a ninguna parte de las otras dos. Cada pirámide consta de un templo funerario en la parte superior y otro en la inferior. En la de Keops el conjunto está casi destruido conservándose bien en la de Kefrén.

La más grande de las tres –Keops o Jufu o Khufu– medía originariamente 146 metros de altura, aunque hoy sólo mide 137, y en lugar del remate puntiagudo que en su día coronó la pirámide, hoy la parte más elevada es una pequeña plataforma cuadrada de 10 metros de lado. Su revestimiento exterior ha desaparecido y los enormes bloques aparecen desnudos, de manera tal que se podría trepar por ellos.

Tras entrar en la Keops, subimos por un angosto túnel interior que no permitía ir completamente erguido, de 47 metros hasta llegar a las cámaras reales. Existía una cámara subterránea a la que no se nos permitió bajar.

Pirámide de KEOPS.

La de KefrénJafra o Khafre– conserva la cumbre completa con su revestimiento. Con sus 143,5 metros es la segunda pirámide más grande de Egipto. En el exterior, en la zona superior de su vértice, se conserva el revestimiento de piedra caliza de Tura. También se observan restos del revestimiento de granito junto a la base. Aunque más pequeña que la de Keops, las partes superiores quedaron a la misma altura por estar construida a un nivel del suelo más elevado. Cuando fue construida, fue revestida de granito rosado. Hoy se eleva algún metro más que la de Keops debido a la parte superior que le falta a la Gran Pirámide.

Pirámide de KEFREN.

La más pequeña es la de Micerino -66 metros- que aguantó con su capa exterior de granito hasta 1500, pero hoy aparece muy derruida. Su espléndido sarcófago fue extraído por los ingleses, que al intentar llevárselo -como todo lo egipcio que hay en el British Museum-, naufragó el barco que lo transportaba y se perdió en las costas portuguesas.

Pirámide de MICERINO.

Al lado de la de Micerino -Menkaura o Menkaure- están las tres pirámides pequeñas, destinada a las reinas.

Keops hizo construir las tres pirámides pequeñas, para custodiar las momias de las reinas; se construyeron en el lado oriental de la gran pirámide. En egiptología, estas construcciones se conocen con las denominaciones GIa, GIb y GIc: “G” de Giza, “I” de pirámide de Keops, y “a, b, c” por el orden en que están dispuestas, de norte a sur. Sus bases son rectangulares y en cuanto a las dimensiones, sus aristas son la quinta parte de las de Keops.

En 1954 fueron descubiertas al sur de la pirámide de Keops, dos grandes fosas selladas con piedras con los sellos del faraón Didufri hijo de Keops. Contenían una barca solar que pudo ser utilizada para llevar el cuerpo de Keops a su enterramiento. Tras ser reconstruida, fue levantado un museo para exponerla en las inmediaciones de la Gran Pirámide.

BARCA SOLAR de KEOPS.

A continuación, nos movimos unos 300 metros para contemplar La Esfinge, en árabe Abu el-Holpadre del terror- mide 73 metros de larga, y es la representación de un león con cabeza humana y se atribuye a Kefrén, de la IV Dinastía, la más gloriosa del Imperio Antiguo.

ESFINGE.

Este tipo de híbrido, es uno de los más llamativos del arte egipcio. Eran denominadas las esfinges Shesep-ankh -imagen viviente-, nombre que se daban a las estatuas reales, simbolizando la fuerza y el poder, representando al faraón bajo esta forma, con el pañuelo real –nemes-, el ureo -representación de la diosa Uadyet con forma de cobra erguida- y la barba postiza ritual, símbolos de los soberanos egipcios.

Ureos, Nemes y Barba.

A lo largo de los siglos estuvo sumergida en la arena del desierto, dejando al aire sólo su enigmática cara de 5 metros de alto, y varias veces fue sacada a flote. La más conocida recuperación fue la del faraón Tutmosis IV -8º de la Dinastía XVIII- que sacó la Esfinge de la arena tras recibir en sueños la orden del dios Harmakhis –Horus que está en el horizonte-. La cara del hombre-animal está destrozada por la erosión y por los cañonazos de los mamelucos esclavos/faraones que sobre ella hicieron sus prácticas de tiro.

Esa mañana, sin más tiempo, nos relataron la existencia de la importantísima necrópolis de Saquara con 8 kilómetros cuadrados de extensión, en donde se encuentran tumbas de todas las dinastías, desde la primera hasta la ptolemaica. En el centro de la necrópolis, se encuentra el monumento funerario del faraón Zoser -2665 a 2645 a.C.- de la III dinastía, consistente en la conocida pirámide escalonada.

Pirámide Escalonada de SAQUARA.

Regresamos al centro de El Cairo y tras un almuerzo no muy largo y pleno de comentarios emocionados sobre lo visto, y acerca de lo que veríamos esa tarde, nos dirigimos a El CairoAl-Qāhira, “la fuerte”, o “la victoriosa”Islámico, en donde visitamos la Ciudad de los Muertos, la Ciudadela y varias de las mejores y más antiguas mezquitas, dejándonos para el último día, al regreso, el Mercado de Khan el Khalili o Jan el Jalili, el Museo Egipcio y un tour rápido por esa enorme ciudad de más de 18.000.000 de habitantes; todo visto rápido y de puntillas por el poco tiempo del que íbamos a disponer.

La Ciudad de los Muertos dentro de Cairo, es un cementerio musulmán en el que eran enterrados los mamelucos. Las tumbas construidas en su día como casas, fueron enseguida, y continúan estándolo, ocupadas por familias que conviven con los muertos.

Vista general de la Ciudad de los muertos.

Popularmente conocida como El’arafa, la Ciudad de los Muertos comenzó hace siglos a formarse con los cuidadores de las tumbas de los nobles, creciendo hasta convertirse en un barrio más de El Cairo, un espacio en el que la vida y la muerte conviven.

Algunos se sienten privilegiados por poder vivir junto a sus muertos, aunque para la mayoría no es una elección sino un lugar donde poder sobrevivir.

Habitación en vivienda de la Ciudad de los muertos.

Los muertos y los vivos conviven a 5 kilómetros del centro de El Cairo, en los 7 kilómetros cuadrados de ese barrio de la ciudad, en viviendas sin luz ni agua corriente, con estancias y patios ocupados por antiguas tumbas.

Junto a viviendas paupérrimas, y en un enjambre de callejuelas y avenidas, existen tiendas y cafeterías, apareciendo de tanto en cuanto grandes monumentos que albergan a personajes muy importantes de la historia de Egipto, como es el caso del imponente mausoleo de la familia de Mohammed Alí -fundador del Egipto moderno y conseguidor de un grado aceptable de independencia frente a las Grandes Potencias- o la Mezquita del sultán Sayf al-Din Inal –decimotercer sultán de la dinastía buryi de Egipto (viene de bûryi=torre; eran los vigilantes mamelucos de las torres de El Cairo desde 1382-).

Mausoleo de Mohammed Alí .

La Ciudadela o Ciudadela de SaladinoSalah al-Dinestá ubicada en las elevaciones Mokattan; fue la sede del poder durante más de 600 años -siglos XIII al XIX-. Está cerca del centro de la ciudad, dominando la misma, siendo en la época de su construcción una fortificación de las más importantes del mundo. Ahora es un lugar histórico preservado, con mezquitas importantes entre las que destacan la de Mohammed Alí y la de al-Nasir y también palacios como el de Qaser Al-Gawhara.

La CIUDADELA, cuya construcción inició el sultán Saladino, estuvo a lo largo de la historia ocupada por franceses, ingleses y finalmente por el gobierno egipcio de Muhammed Alí. Desde la década de los 80 del siglo XX, se abrió al turismo, constituyendo hoy Patrimonio de la Humanidad.

Situación de la CIUDADELA.

Ciudadela en el siglo XIX.

Puerta de entrada a la  Ciudadela.

La Mezquita de Muhammed Ali fue ordenada construir por el sultán Mohammed Ali Pasha, quien llegó al poder en 1805. Es conocida como la Mezquita de Alabastro, porque fue construida exterior e interiormente con ese material en estilo barroco otomano, recordando la Agia Sofia, de Estambul, ya que fue diseñada por el mismo ingeniero. Su impresionante cúpula de 52 metros de altura, sostenida por cuatro columnas, y dos minaretes de estilo turco, se elevan en el sky line de la ciudad. En las cuatro esquinas se yerguen cuatro cúpulas más pequeñas.

Mezquita de Muhammed Ali   o de Alabastro.

La Tumba de Mohammed Ali está a la derecha de la entrada a la mezquita, construida en mármol blanco y con tres niveles.

Mezquita de Al-Nassir-Muhammadsultán mameluco, bahrita (de bahr=rio; los cuarteles de estos mamelucos que gobernaron Egipto desde 1250 a 1382 estaban en el Nilo)- quien ordenó construir esta mezquita durante el último de sus tres períodos de gobierno (1309-1341). Funcionó tanto de mezquita de la Ciudadela como de mezquita oficial de El Cairo. Fue construida sobre otro edificio y tenía capacidad para 500 personas siendo la más lujosa de la ciudad.

Mezquita de Al-Nassir-Muhammad.

Qaser Al-Gawhara también conocido como Palacio de las Joyas. Fue construido en 1814 en estilo otomano, siendo la residencia del sultán Muhammad Ali Pasha. El nombre es en honor a la última mujer del sultán Gawhara Hanem. Se conoce también como Palacio de las Joyas, porque tras la revolución de 1952 se usó para exhibir las joyas confiscadas al destronado rey Faruk. El palacio alberga el trono de Mohammed Ali, muebles de la época y trajes del sultán.

Qaser Al-Gawhara  o Palacio de las Joyas.

Dentro de la Ciudadela se puede visitar, además, el Serrallo de Muhammad Ali, donde está ahora el Museo Militar de Egipto y un Museo de Carruajes donde se exhiben los que usaba la familia del sultán Muhammad Ali.

Salimos de la ciudadela para rematar el día con visitas a algunas de las mezquitas de mayor valor histórico y arquitectónico.

Mezquita de Ibn Tulun, la más antigua y en mejor estado de la ciudad. Del siglo IX, con influencia oriental y vistas magníficas desde lo alto del minarete.

Mezquita de Ibn Tulun.

Mezquita-Madraza del sultán Hassán. Esta mezquita es una de las mayores del mundo y el edificio mameluco más bello de la ciudad, con un espectacular suelo de mosaico. Su construcción fue ordenada por Al Nasir Hasan y con su especial forma con cuatro iwanes -una sala o espacio rectangular, generalmente abovedado, cerrado por muros en tres de sus lados, estando el otro completamente abierto-, para que se pudieran establecer allí las cuatro escuelas de pensamiento sunita: Shafi´i, Maliki, Hanafi y Hanbali; el anterior califato Fatimí fue el único chiita.

 

 

Mezquita-Madraza del sultán Hassán.

Juntas La mezquita-madraza de Hassan y la  mezquita de Al Rifal.

Junto a la mezquita–madraza del sultán Hasan, se encuentra la mezquita de Al-Rifai. Se construyó entre 1869 y 1912 en dos fases, siendo el lugar donde fueron enterrados Khushyar Hanim y su hijo Isma´il Pasha y otros miembros de la familia real egipcia como el rey Faruk y de otras familias reales como el último Shah de Irán, Mohammed Reza Pahlevi, que murió en El Cairo en 1980, tras exiliarse como consecuencia de la revolución iraní de 1979 liderada por el ayatolá Jomeini.

Mezquita de Al-Rifai.

Tumba del Sha Mohammed Reza Pahlevi.

Al final, y antes de llevarnos al lugar de recogida, pasamos por una puerta de la Ciudad Vieja llamada Bab Zuwayla, una de las tres puertas que quedan en las murallas de esa parte de la ciudad. Es la última puerta que queda de las murallas del sur de El Cairo fatimí de los siglos XI y XII. Su nombre proviene de Bab, que significa puerta, y Zuwayla, el nombre de una tribu de guerreros bereberes que se encargaron de la vigilancia de la puerta.

En este lugar se llevaban a cabo las ejecuciones públicas en la época de los mamelucos. Posteriormente, cuentan que un santo hizo algún milagro, por lo que la gente lleva pequeñas cosas personales para depositarlas, mientras solicitan ayuda divina.

Tras la ligera cena y cansados, volvimos al hotel para prepararnos para el vuelo a Luxor a la mañana siguiente.

Tras desayunar muy temprano, partimos hacia el aeropuerto de El Cairo situado al noreste de la ciudad y a 15 km del centro, para tomar el vuelo que salía a las 09,25, que tras una hora de duración aterrizó en Luxor.

Desde el aeropuerto nos trasladaron a la motonave AMARCO –siempre con cuñita en medio, que sería nuestro hogar los siguientes días. Los camarotes nos recibieron con graciosas formas que reposaban en las camas, algo engendrado entre muñecos y dioses, lo que por esa tierra abunda. Al terminar de ocupar los camarotes salimos a uno de los innumerables y agobiantes mercadillos que existen en todas las ciudades de Egipto. Almorzamos en el barco con horario europeo, y sobre las 14,00 nos trasladamos en primer término a Luxor y posteriormente a Karnak.

 

Egipto fue el primer estado en la historia del mundo recordado, que estableció un sistema administrativo con una misma capital como centro político, administrativo y religioso.

Durante el período predinástico, existieron confederaciones con jefes o reyes residentes en alguna ciudad de la misma. La del Bajo Egipto -norte- fue Buto, y el emblema real era la urea o aspid sobre la corona roja, siendo el símbolo de ese territorio el papiro. La capital del Alto Egipto -sur- fue Nekheb, situada entre Asuán y Luxor, siendo el emblema real una corona blanca con un buitre y el símbolo de esa confederación fue el loto.

Papiro.

 

Loto.

Tras la unión de los dos territorios bajo el cetro del faraón Menes, unos 3.000 años a.C., Menfis se convirtió en la primera capital del Egipto unificado, encontrándose a unos 20 kilómetros al sur de El Cairo, en la orilla oeste del Nilo. Fue la ciudad del mundo más poblada de su época. Aunque perdió con el tiempo la capitalidad, siguió siendo importante hasta el establecimiento de Alejandría como capital, tras la conquista de Egipto por Alejandro Magno en el 332 a.C.

Con el paso del tiempo, los egipcios consideraron que el emplazamiento más adecuado para la capital debía ser, en el Nilo, más hacia al sur, y así se trasladó a Tebas -actual Luxor-, a unos 800 km del delta en la parte media del Alto Egipto. Tebas había existido como pequeño nudo comercial, siendo capital del IV nomo, desde 3200 a.C. con el nombre de Uaset. Fue capital de Egipto fundamentalmente durante el Imperio el Nuevo.

Fue construida en gran parte, en las llanuras aluviales del valle del Nilo, que allí realiza una notable curva, construyéndose en un eje noreste-sudoeste. En consecuencia, la ciudad se situó en la parte oriental del Nilo, con los palacios reales, los templos, los edificios administrativos y el espacio de los ciudadanos, siendo la zona en la que se desarrollaba la vida, y al oeste, una vasta zona necropolitana, con cementerios reales, privados y complejos funerarios.

Tebas fue dividida por un canal, al sur del cual surgió Luxor, y hacia el norte fue extendiéndose el pueblo de Karnak.

El desarrollo administrativo de la ciudad se produjo con las dinastías IX y X -desde 2160 a.C.- y permaneció así durante 7 dinastías, con alguna excepción, hasta el reinado de Amenhotep IV, Amenofis IV o Ajenaton -X faraón de la dinastía XVIII casado con Nefertiti- quien cambió a Amón por Atón como principal dios del Imperio, y trasladó la capital a una nueva ciudad que mandó erigir sobre la existente Amarna, bautizándola con el nombre de Akenaton, Tras su muerte,  su hijo Tuthankamon regresó al dios Amón y devolvió la capitalidad a Tebas, que volvió a ser la sede del gobierno, posiblemente presionado por los sacerdotes de Amón.

El mayor esplendor de la ciudad se produjo durante la XVIII dinastía. La fama de la ciudad durante los seis siglos de máximo esplendor, alcanzó cotas increíbles para la época, y el dios Amón fue elevado a dios nacional, edificándose en su honor grandiosos templos en la ciudad. Homero en el IX canto de la Ilíada habla de Tebas como la ciudad de las cien puertas y el mundo susurraba que era la ciudad en la que en las casas ricas encerraban tesoros.

La importancia de la ciudad se mantuvo hasta que los ramésidas -los Ramses- pertenecientes a la XIX dinastía la abandonaron para establecerse en el Delta. Tebas, no obstante, tenía demasiada influencia religiosa como para caer en decadencia. Incluso con la XXV dinastía, fundada por los etíopes, que conquistaron y sometieron a todas las regiones del sur, la ciudad fue respetada. Posteriormente fue invadida y saqueada por los asirios en el año 672 a.C., perdiendo gran parte de sus edificios y riquezas. Las incursiones efectuadas por Asarhaddón -rey de Asiria entre 681 y 669 a.C., hijo del rey Senaquerib– se repitieron de forma muy violenta; sus habitantes fueron esclavizados y vendidos, los edificios destrozados y las riquezas de la ciudad tomadas como botín. Posteriormente Assurbanipal –el último gran rey de Asiria entre 668 y 627 a.C.-, en el año 665 a. C., la saqueó nuevamente y deportó a sus habitantes. Este fue prácticamente el final de la ciudad y aunque el gran templo de Amón fue reconstruido por Psamético I de la XXVI dinastía, los Ptolomeicos terminaron de destruirla y, en el siglo I a.C., los romanos solamente encontraron ruinas, que más tarde fueron usadas por los cristianos como material para la construcción de sus iglesias. Gracias al sacrilegio que para los primeros cristianos representaban las imágenes que aparecían en los templos fueron recubiertas con yeso, y eso ha permitido que nos llegue gran parte de las obras escultóricas que existieron en la época.

Asarhaddón, Assurbanipal y Senaquerib con su padre Sargon II.

De todas las edificaciones que debió haber en la ciudad de Luxor hace 3.000 años, sólo queda El gran templo de Luxor o Harén meridional de Amón, y en Karnak, el Recinto de Amón, el Recinto de Mut, esposa de Amón representada por un buitre, y el Recinto del hijo adoptivo de ambos, Montu, representado por una cabeza de halcón con el dios solar, deidad de la guerra, que eran los tres que formaban la triada tebana.

Gran templo de Luxor o Harén meridional de Amón

El templo de Luxor es un gran complejo de templos en la actual Luxor, dedicado a Amón, el dios creador, que a menudo fue fusionado con el dios del sol Ra en Amón-Ra.

La construcción del templo se inició durante el reinado de Amenhopet III en el siglo XIV A.C. Horemheb y Tutankamón participaron añadiendo columnas, estatuas y frisos, y Akhenaton instaló un altar al dios Atón. Sin embargo, el gran esfuerzo en el crecimiento del templo se realizó durante el reinado de Ramsés II, alrededor de 100 años después de que se colocasen las primeras piedras.

El templo cayó en desuso durante el Período Tardío. Alejandro Magno parece que llevó a cabo importantes obras de reconstrucción para restaurar la gloria de la época de Amenhotep. El templo más tarde se convertiría en un lugar de culto romano.

Durante la época de la conquista árabe, el templo fue enterrado debido a los sedimentos depositados por el río y una mezquita, la del jeque Abu Haggag, fue construida en el mismo lugar.

El templo de Luxor cuenta con varias puertas monumentales; la primera de ellas tiene una altura de 21 metros y está guardada por enormes estatuas y adornada con varios obeliscos.

En el complejo hay varias zonas abiertas que se utilizaban para diversas formas de culto, pero actualmente están vacías. Las adiciones posteriores incluyen un santuario dedicado a Alejandro Magno, un santuario romano y un santuario islámico.

La entrada al templo era, y sigue siendo, desde el norte, donde se encuentra una larga calzada con esculturas de esfinges a cada lado. Esta calzada, conocida como Vía Sacra o Avenida de las Esfinges, fue una adición posterior que data de la época de Nectanebo I de la XXX dinastía.

El templo propiamente dicho comienza con un pilón o pilono* de 24 metros de altura construido por Ramsés II. El pilón estaba decorado con escenas de los triunfos militares de Ramsés II (sobre todo de la batalla de Qadesh de resultado ambiguo ya que los hititas también exaltaron su victoria) y de faraones posteriores, en particular de las dinastías de nubios y etíopes, que también grabaron sus victorias en este lugar.

Esta entrada principal al complejo del templo estaba flanqueada originalmente por seis colosales estatuas de Ramsés, cuatro sedentes y dos en pie, pero hoy, sólo dos de las sedentes han sobrevivido. También ha conseguido sobrevivir un obelisco de granito rosa de 25 metros de altura. Este obelisco se encontraba junto a otro más hasta el año 1.835, cuando fue llevado a París e instalado en la Plaza de la Concordia (los franceses hacen como los ingleses, siempre lo mismo).

Si atravesamos el pilón de la entrada, llegamos a un patio peristilo, también construido por Ramsés II. Esta zona y el pilón fueron levantados en un ángulo oblicuo con respecto al resto del templo, presumiblemente para acoger a tres santuarios ya existentes situados en la esquina noroeste.

Encima de las viejas columnas de este patio se encuentra la mezquita del jeque Abu Haggag, combinando elementos egipcios e islámicos. Incluso hay una puerta situada a unos 8 metros por encima del suelo, ya que la mezquita se construyó cuando el templo de Luxor estaba completamente cubierto de sedimentos del río. La mezquita data del siglo XI d.C. y las columnas sobre las que está construida del siglo XIV a.C.

Tras el patio peristilo llega una columnata procesional construida por Amenhotep III. Se trata de un corredor de 100 metros bordeado de 14 columnas con capiteles en forma de flor de papiro en las que se describen las etapas del festival Opet de sacrificios en Karnak. La decoración de estas columnas fue llevada a cabo por Tutankamón.

Más allá de la columnata, se encuentra otro patio peristilo que también se remonta a la construcción original por parte de Amenhotep. Las columnas mejor conservadas se encuentran en el lado Este, donde se pueden ver rastros originales de color. El lado sur de este patio se compone de una sala hipóstila de 32 columnas que conduce a distintos santuarios del interior del templo.

Los santuarios internos comienzan con una oscura antesala. De particular interés son los estucos romanos que aún se pueden ver construidos por encima de las esculturas egipcias. En la época romana esta zona sirvió como capilla donde se ofrecía a los cristianos locales una última oportunidad de renunciar a su fe y abrazar a los dioses paganos.

Además, hay un santuario para el uso de Amón y otro que conmemoró el nacimiento de Amenhopet III. Este último cuenta con murales pintados muy detalladamente que muestran la afirmación del faraón que fue engendrado por Amón, y por lo tanto, de origen divino.

Un conjunto de 26 estatuas del Imperio Nuevo, se encontraban bajo el suelo de estos santuarios, presumiblemente escondidas por piadosos sacerdotes durante algún momento de conmoción interior o invasión. Estas espléndidas piezas se exhiben en el cercano Museo de Luxor.

*El pilono o pilón, que significa -del griego- puerta grande o portal,​​ es una construcción con forma de pirámide truncada, a modo de gruesos muros, que, erigidos por pares, flanquean la entrada principal de los templos del Antiguo Egipto; en el espacio dejado entre ambos se encuentra la puerta.

Tras comer en el AMARCO, ligero, fuimos a KARNAK.

En Karnak se encuentran el Recinto de Amón, el Recinto de Mut, esposa de Amón representada por un buitre, y el Recinto del hijo adoptivo de ambos, Montu, representado por una cabeza de halcón con el dios solar, deidad de la guerra, que eran los tres que formaban la triada tebana, estando algunos de ellos divididos en espacios en honor a otros dioses.

Vista general de los Recintos de Karnak.

Incluidos en el Recinto de Amón de Karnak hay tres templos menores: el de Jonsu -protector de los enfermos y de la fertilidad de la tierra-. el de Opet -protectora del rey y de los difuntos como Señora de la Protección Mágica, y el de Ptah –señor de la magia, maestro constructor inventor de la albañilería, patrón de los arquitectos y artesano-. También en el Recinto de Amón está parte de la avenida de las esfinges que unía el Gran Templo de Amón de Luxor y el de Karnak, de unos tres kilómetros de largo y unos 70 metros de ancho, flanqueada por esfinges.

En el llano que se extiende alrededor de la antigua Tebas, entre el Nilo y el Valle de los Reyes también pueden verse restos de la avenida que conducía al templo de Amenofis III; los restos que quedan de esta avenida -el templo no existe- son Los Colosos de Mennon.

Los Colosos de Mennon.

EL RECINTO DE AMÓN: Templos de Amón, Jonsu, Opeth y Path.

El Recinto de Amón estaba rodeado por una muralla de adobe de 8 metros de espesor y 2.400 de longitud. Constaba de ocho puertas de piedra, dos de ellas monumentales.

El recinto estaba precedido por la avenida de las esfinges, cubierta en la actualidad por 40 crioesfinges -cuerpo de león con cabeza de carnero- construidas por orden de Ramsés II que unen el templo de Amón de Karnak con el de Luxor y el embarcadero que comunica el templo con el canal que llega del Nilo; se empleaba como acceso al Nilo de las barcas sagradas durante las fiestas religiosas. Hay dos pequeños obeliscos obra de Sethy I. La forma actual probablemente proviene de una reconstrucción de la XXX Dinastía.

En el Recinto de Amón de Karnak hay 10 pilonos, seis en el eje principal y cuatro en dirección al recinto de Mut, la consorte de Amón.

 

Vista general del Recinto de Amón.

Al recinto se accedía por un pilono -puerta grande o portal- con grandes torres a ambos lados que da paso a un gran patio que es el más grande de los conocidos en Egipto. Mide 100 x 80 metros y contiene un pórtico al norte con 18 columnas de capiteles papiriformes, cerrado, y otro al sur con 11 columnas y 4 pilares denominado Pórtico de los Bubastitas. Después y a ambos lados hay 2 hileras de esfinges que formaban una avenida que conducía a la sala hipóstila.

Situado en el centro del patio se encontraba un pabellón construido por Taharka de la XXV Dinastía, reposadero de una barca sagrada. Constaba de 2 filas de 5 columnas cada una con capiteles papiriformes abiertos, de las que sólo queda una columna.

En la parte norte del atrio y cerca del pilono de entrada existe una capilla triple de Sethy II destinada a guardar las tres barcas procesionales: es un pequeño templo con 3 capillas consagradas a Amón, Mut y Jonsu.

La sala hipóstila –techo sustentado por columnas, construida en varias fases, es la parte más impresionante de todo el recinto, con unas dimensiones de 102×53 metros. El techo, actualmente desaparecido, reposaba sobre 134 columnas en forma de papiro, de las cuales 12, pertenecientes al pasillo central, terminadas en capiteles papiriformes, tienen en la parte superior un perímetro de 15 metros. Fueron construidas las doce columnas de la nave central por Amenhotep III siendo su altura de 23 metros. El resto de columnas, unidas por los cimientos, son obra de Horemheb y tienen una altura menor. Constan de capiteles papiriformes cerrados y la decoración se debe a Ramsés I, Sethy I, Ramsés II y Ramsés IV. El exterior está decorado con escenas de la famosa batalla de Qadesh -entre las fuerzas de Ramses II que con estas escenas celebraba su victoria, mientras que sus adversarios del Imperio hitita liderado por Muwatalli II celebraban la suya en la misma batalla-, campañas militares de Sethy I en Palestina y Siria y contra los libios y los hititas. La diferencia de las columnas centrales respecto a las laterales permitía colocar grandes ventanas que eran fuente de luz. Esta sala se convirtió en la de la coronación de los reyes en Tebas.

En el lado sur, adosado al muro se construyó el Templo de Ramsés III de 53×25 metros, precedido por 2 colosos de Ramsés III y decorado con escenas de conquistas del faraón, batallas y una ofrenda de prisioneros al dios Amón. Tras los colosos se accede al patio interior compuesto por pilares osiríacos -estatuas del faraón con cabeza del dios Osiris-.

Al final del patio y dando acceso al segundo pilono había 2 estatuas de granito rosa con el nombre de Ramsés II, de las que en la actualidad sólo se conserva una.

La puerta de acceso a la sala hipóstila tiene una altura de 30 metros y está decorada con escenas de ofrendas al dios Amón.

Delante del segundo pilono quedan los restos de uno de los dos colosos de Ramses II que en su día lo flanqueaban. A un lado, los restos de uno de los colosos y al otro otra escultura de Ramses II con su hija Bent-Anat tenida con su mujer Istnofret que también llegaría a ser princesa real.

Después de la sala hipóstila se accede al tercer pilono, obra de Amenhotep III, que fue puerta principal de Karnak antes de la construcción delas dos mencionadas: una enorme puerta ante Amón, cubierta totalmente de oro y labrada con la imagen del dios bajo forma de carnero, decorada con lapislázuli y trabajada con oro y costosas piedras. Este pilono representó la entrada al templo hasta el reinado de Horemheb. Por él se accede al patio de Amenhotep III. La construcción del patio se debió a la necesidad de crear un espacio entre el cuarto pilono existente ya en época del faraón y el tercero por él creado.

Da paso a un templo formado por capillas: la de Sesostris I (capilla blanca), Amenhotep I, Amenhotep II, Hatshepsut (capilla roja), realizada en cuarcita roja, y la de Thutmosis IV. De los 4 obeliscos de Thutmosis I y Thutmosis IV que señalaban la entrada al templo en la actualidad sólo queda uno de Thutmosis I de 23 metros de altura y 143 toneladas.

Obelisco de Tutmosis I.

El cuarto pilono también obra de Thutmosis I, da acceso a la parte más antigua del templo. El primer vestíbulo constaba de 14 columnas en forma de papiro, originalmente sobredoradas. De ellas 6 se encontraban a la izquierda de la entrada y 8 a la derecha. En la estancia había 2 obeliscos realizados en granito rosa, recubiertos de placas de oro, que narraban la historia de la reina Hatshepsut. De ellos, actualmente sólo se conserva uno, situado a la izquierda de la entrada. Es de aproximadamente 30 metros de altura.

A continuación se pasa al quinto pilono, construido por Thutmosis I, tras el cual se accedía a un patio, por el que se llegaba al sexto pilono, formando 2 pequeñas estancias.

Tras el sexto pilono se encuentra el vestíbulo o patio del santuario de la barca sagrada, de 15metros de largo por 6 de ancho en el que había 2 pilares de granito con los emblemas de las Dos Tierras y 2 estatuas de color rojo oscuro que representan a Amón y Amonet. Desde el vestíbulo se accede al santuario de la barca sagrada donde se colocaban las barcas de la triada tebana tras abandonar su descanso en el templo de Sethi del primer patio.

La siguiente estancia es el templo festivo de Thutmosis III con 2 filas de 10 columnas cada una centradas en un peristilo de 32 pilares rectangulares. Estos son más bajos que las columnas y están unidos a ellas por medio de un pequeño ático. Existen 14 puertas y un gran número de salas. Aquí se encontraba la cámara de los antepasados en la que Thutmose III realiza una ofrenda ante 57 faraones y que actualmente está en el Museo del Louvre de París.

La última estancia del templo es el santuario de Amón-Ra donde una capilla tallada en un monolito de piedra albergaba la estatua de Amón. Era el sanctasanctórum, la morada del dios donde sólo los sacerdotes o el faraón podían acceder y cuyas puertas eran selladas y cerradas cada día para que el dios no fuese molestado.

La capilla estaba construida en alabastro y al final había dos estatuas sedentes con las espaldas enfrentadas.

El recinto de Amón además comprende:

Templo de Ptah

Construido en el Reino Medio y reconstruido por Thutmose III, se encuentra en el lado Norte, junto a la muralla del recinto. Contiene 5 puertas decoradas con los cartuchos de Ptolomeo VII, Ptolomeo XIII, Ptlomeo III Evérgetes y 2 de ellas con el de Shabako. El templo está decorado con escenas de la vida y acontecimientos de Thutmose III y Sethy I. Consta de un pequeño vestíbulo situado detrás de una de las puertas de Shabako, y a continuación el pilono de entrada al templo, un patio formado por columnas de 16 lados y el santuario con 3 capillas, en una de las cuales, la del centro, hay 2 estatuas; una de Ptah y otra de Sejmet, de granito negro.

El templo de Jonsu

Está situado en el ángulo sur-occidental del recinto, junto al templo de Opet y fue construido por Ramsés III. Está precedido por un propileo de Ptolomeo III Evérgetes y una avenida de esfinges de carneros. El templo se abre en el pilono, decorado por Pinudyem I, y contiene agujeros en los que se anclaban los estandartes. El patio está rodeado de columnas con capiteles papiriformes cerrados y decorado con escenas del traslado de las barcas sagradas por el Nilo. A continuación se abre la sala hipóstila, decorada con escenas del faraón con ofrendas a Jonsu. Consta de 8 columnas, las centrales campaniformes y las situadas en los extremos papiriformes. Tras esta estancia se encuentra la sala de la barca sagrada, con cartuchos de Ramsés IV y Thutmose III (bloques provenientes de otras edificaciones). La edificación continúa con el típico vestíbulo que da acceso al recinto más profundo del templo que es el santuario.

El templo de Opeth

Se encuentra entre el templo de Jonsu y la muralla del recinto, en el lado suroeste. La construcción se debe a Ptolomeo VIII Evérgetes fundamentalmente. El rasgo más importante del templo es la cripta de Osiris que se encuentra bajo el santuario, en el que hay una representación de la diosa con cuerpo de hipopótamo y cabeza humana.

ADEMÁS DEL DE AMON, DOS RECINTOS:

RECINTO DE MUT

Situado en la zona meridional del recinto de Amón está rodeado por un lago en forma de cuarto creciente y algunas estructuras complementarias, entre las que se construyó un templo dedicado a Amón-Ra realizado por Amenhotep III y otro de Ramsés III, que actualmente están en ruinas.

El templo de Mut se debe a Amenhotep III, aunque el muro es de Ptolomeo II Filadelfo y de Ptolomeo III Evérgetes I, con añadidos posteriores del faraón negro de la XXV dinastía Taharka y Nectanebo I de la XXX dinastía. La decoración es obra de Ramsés III. A ambos lados de la entrada hay 2 esfinges cuya ubicación original era la avenida que precede al templo.

RECINTO DE MONTU

Este recinto es el más pequeño de los tres. Contiene el templo principal dedicado al dios Montu, algunas estructuras secundarias dedicadas al dios Kheper  y a la diosa Maat y un pequeño lago sagrado. El templo principal tiene un muelle que conecta con el río Nilo y una avenida de esfinges con cabezas humanas que lleva al templo desde el norte. El pilono anterior a la entrada del templo fue construido por Ptolomeo III Evergetes I y IV Filopator, mientras que el templo principal es una creación de Amenofis III, aunque durante la época del faraón Taharqa (siglo VII a.C.) se realizaron ciertos cambios en el recinto.

El conjunto de Karnak incluye además un lago sagrado de 120 metros de largo por 80 de ancho.

A la mañana siguiente, bien temprano, tras desayunar en el Amarco, nos dirigimos en vehículo a visitar la Necrópolis de Tebas, en la que visitaríamos El Valle de los Reyes, El Valle de las Reinas, y El Valle de los Artesanos conocido por Deir El Medina, parando en un demasiado corto espacio de tiempo, para visitar el templo funerario de la reina Hatshepsut conocido por Deir El Bahari, el templo funerario de Ramses IIIMadinat Habu- y los Colosos de Mennon.

Al finalizar, volveríamos a la motonave para navegar hacia Esna y cruzar la esclusa.

EL VALLE DE LOS REYES

En las sierras que se extienden al sur de Tebas se abre un   gran número de pequeños valles, siendo el más notable El Valle de los Reyes o Valle de las tumbas de los reyes de Bibán el-Muluk; era un valle perdido, pero hoy tiene vías de fácil acceso, aunque mantiene una misteriosa  fascinación para los visitantes, quizá por su geografía o por lo que trasmite su nombre.

El Valle de los Reyes, antiguamente conocido como Ta Iset Maat, o lugar de la verdad, es un lugar único e impresionante. Se encuentra localizado en la parte oeste del río Nilo a la altura de Luxor, y es considerado como una de las grandes maravillas del mundo antiguo. En este lugar se encuentran muchas tumbas de faraones y nobles del Imperio Nuevo, y de sus familias.

La necrópolis, en conjunto, es reconocida en la actualidad como Patrimonio de La Humanidad por la UNESCO, debido a su importancia histórica y arqueológica.

Se cree que el origen del Valle de los Reyes se remonta al periodo del Imperio Nuevo de Egipto entre los siglos XVI y XI a.C., convirtiéndose en el lugar de entierro de los faraones y nobles del período. Al parecer, la intención era ocultar las tumbas a los saqueadores, y proteger los cuerpos y las riquezas de los fallecidos.

El primer faraón en ser enterrado en el Valle de los Reyes fue Tutmosis I, aunque fue su nieto Tutankamón, el faraón más conocido enterrado en El Valle, gracias al descubrimiento de su tumba inviolada, con todos sus tesoros íntegros en 1922 por el arqueólogo Howard Carter. Desde entonces, el Valle de los Reyes ha sido objeto de numerosas excavaciones y nuevos descubrimientos arqueológicos.

El Valle de los Reyes es uno de los lugares más importantes de Egipto desde el punto de vista cultural y uno de los mayores testimonios de su habilidad en la arquitectura y en la ingeniería. El Valle también ha proporcionado mucha información sobre la vida y la muerte de los faraones y su entorno.

Las tumbas del Valle de los Reyes

El Valle de los Reyes está compuesto por dos áreas: el Valle Este donde se encuentran las tumbas numeradas con el código KV (King’s Valley) y el Valle Oeste, con las tumbas designadas con WV (West Valley). Hasta hoy, se han descubierto 63 tumbas, cada una de ellas con arquitectura única y decoradas con escenas de la vida y de la religión de la época del muerto. Todas las tumbas del Valle de los Reyes están numeradas según el orden en el que fueron descubiertas, siendo cada una única en su diseño y decoración.

El Valle de los Reyes fue el lugar de enterramiento de los reyes de las Dinastías XVII, XVIII, XIX y XX y aquí se enterraron reyes tan famosos como Hatshepsut, Tutankhamon, Seti I o Ramsés II. La necrópolis cayó en desuso cuando la capital se trasladó a Tanis (en el norte del país) durante la Dinastía XXI, dejando en manos de los sacerdotes de Amón el cuidado de las tumbas y la protección de la necrópolis de los saqueadores de tumbas.

Durante la Antigüedad varias tumbas del Valle de los Reyes fueron visitadas por griegos y romanos, y prueba de ello, son alguno de los dibujos que estos visitantes dejaron en algunas. Con la llegada de los musulmanes, el Valle de los Reyes quedó en el olvido hasta su redescubrimiento con la expedición francesa de Napoleón en 1798.

A partir de ese momento se empezaron a identificar algunas tumbas, y las excavaciones arqueológicas se multiplicaron a lo largo de los siglos XIX y XX. Belzoni, Champollion o Maspero son algunos de los arqueólogos que trabajaron en la zona y que descubrieron algunas de las tumbas más importantes del Valle, como la de Seti I o Horemheb. Sin embargo, el descubrimiento de mayor impacto mediático tuvo lugar en 1922 cuando Howard Carter descubrió la tumba intacta de Tutankhamon, como se ha comentado con anterioridad.

Para proteger el estado de las tumbas del Valle, muchas están cerradas al público, y en otras, se ha limitado el número de visitantes diarios. 

Hay una diferencia notable entre las primeras y las últimas tumbas que se construyeron en el Valle de los Reyes. Las tumbas de principios de la Dinastía XVII, como la KV 38 o la KV 20, están situadas al pie de acantilado o en zonas escondidas, con entradas pequeñas para no ser localizadas, y con plantas acodadas, o sea que, en un punto determinado de la tumba, el eje gira 90 grados.

Sin embargo, las tumbas ramésidas son completamente distintas. Son perfectamente visibles, tienen una entrada monumental e incluso, en algunos casos, pudieron tener pilono de entrada, del que ya no hay vestigios. Además, son tumbas de un solo eje.

Sin embargo, en el interior, casi todas siguen un mismo patrón, con algún corredor o sala de más o de menos, pudiéndose distinguir las siguientes partes de manera general:

  • La entrada (espacio A)
  • Tres corredores consecutivos (corredores B, C y D)
  • La sala del pozo (sala E), aunque no todas las tumbas tienen pozos.
  • La sala del carro (sala F) que se reconoce fácil porque es una sala con pilares del que parten unas escaleras o rampa.
  • Otro corredor (corredor G)
  • La antecámara (sala H)
  • Otro corredor (corredor I)
  • La cámara sepulcral (sala J)
  • Varias Cámaras menores con dos o tres letras, evolucionando la segunda y tercera letras en el sentido de giro de las agujas del reloj.

nivel simbólico, hay dos partes bien diferenciadas:

El Espacio diurno: va de la entrada (espacio A) hasta la sala del carro (sala F) y es la parte de la tumba donde se enfatiza a Ra y a las divinidades femeninas. Simboliza el este, el aspecto diurno.

El Espacio nocturno: va desde el corredor G hasta la cámara sepulcral (sala J). Se enfatiza a Osiris y a las divinidades masculinas. Estamos en una zona donde se simboliza el oeste, una zona más oscura.

En las tumbas reales aparecen textos religiosos en mayor número e importancia que en otras de menor rango,  por ejemplo:

Libro de los Muertos: es un conjunto de consejos, conjuros y fórmulas mágicas destinados a ayudar a los difuntos a superar el juicio de Osiris, asistirlos en su viaje a través de la Duat y viajar al Aaru, el Más Allá egipcio.

Letanía de Ra, que expone las 76 formas del dios Ra.

Libro de las Puertas: en el que se narra el viaje del difunto por la Duat durante las horas nocturnas, relacionado con el viaje del dios solar Ra. En este viaje se deben pasar una serie de “puertas” en diferentes etapas.

Libro del Imiduat: se narra el recorrido del dios solar Ra por la Duat o inframundo durante las 12 horas de la noche, venciendo los peligros y renaciendo al amanecer.

Libro de las Cavernas: se narra el viaje del difunto por la Duat, pero aquí el difunto atraviesa una serie de cuevas y se relatan los premios o castigos que puede recibir o padecer. Tiene la mejor descripción del infierno egipcio.

Libro de la Noche: se centra en el viaje del dios del solar durante la noche por la Duat. El dios del sol aparece con cabeza de carnero del tiempo nocturno.

Libro del Día: se centra en el viaje del dios del solar Ra durante el día, y el dios del sol aparece con cabeza de halcón.

De las 63 tumbas del Valle de los Reyes solo se abren 8 al público –regulares- y no siempre son las mismas, ya que van rotando y entran en el precio de la visita. A estas 8 tumbas, hay que añadir las 3 tumbas especiales, que hay que pagar adicionalmente si se desean visitar, que son:

La KV 9: Tumba de Ramsés V y Ramsés VI.

La KV 62: Tumba de Tutankhamon.

La KV 17: Tumba de Seti I.

De las 63 tumbas del Valle de los Reyes solo se abren 8 al público –regulares- y no siempre son las mismas, ya que van rotando , entrando las 8 en el precio de la visita. A estas 8 tumbas, hay que añadir las 3 tumbas especiales, que hay que pagar adicionalmente si se desean visitar, que son:

La KV 9: Tumba de Ramsés V y Ramsés VI.

La KV 62: Tumba de Tutankhamon.

La KV 17: Tumba de Seti I.

Algunas tumbas regulares

La tumba de Tutmosis III (KV 34)

Fue una de las primeras tumbas en excavarse en el Valle de los Reyes y está en lo alto de un despeñadero. Para acceder a ella, se debe subir por unas escaleras  de bastante inclinación, por donde se llega a la entrada de la tumba. A continuación, se desciende por un pasillo, que gira 90 grados, hasta llegar a la última sala: la sala del sarcófago que tiene forma ovalada.

La decoración de esta tumba es muy interesante. En la antecámara encontramos un listado de más de 740 dioses del Amduat y en los pilares se pueden ver las cuadrículas que servían de base para realizar la decoración.

En la cámara sepulcral encontramos como decoración el Libro del Amduat, en su versión más antigua y en los pilares se puede ver la Letanía de Ra. Además, en uno de esos pilares hay una escena singular: Tutmosis es abrazado y amamantado por un árbol que tiene un pecho, y en la inscripción se dice que es su madre Isis la que le amamanta.

La tumba de Amehotep II (KV 35)

La tumba de Amehotep II está situada cerca del acantilado y es muy similar a la tumba de Tutmosis III (KV 34), aunque con algunas diferencias que podemos apreciar en la cámara sepulcral que no es ovalada sino rectangular, de grandes dimensiones, y está distribuida en dos niveles. En un primer nivel vemos seis pilares, donde se representan a algunos dioses recibiendo a Amenhotep II y el Libro del Amduat en las paredes de la cámara; en el segundo nivel está el sarcófago.

LIBRO DE AMDUAT.

 La tumba de Horemheb I (KV 57)

Horemheb fue el último rey de la Dinastía XVIII y en su tumba se pueden apreciar algunas diferencias con respecto a las tumbas de principios y mediados de la Dinastía XVIII. La tumba sigue un único eje de 128 metros de longitud. A partir de este momento, las tumbas serían rectilíneas y cada vez más monumentales.

En la sala del pozo se puede ver a Horemheb siendo recibido por divinidades y las figuras del faraón se dirigen siempre hacia el fondo de la tumba, o sea, al sarcófago donde debe descansar.

La decoración en la cámara sepulcral está inacabada a pesar de que Horemheb gobernó más de 20 años. Las paredes prácticamente son un boceto, y nos ayuda a intuir cómo trabajaban los artesanos: se ven las líneas rojas y negras de los bocetos con las correcciones y también cómo se empezaba a rebajar la piedra o pared para hacer el relieve.

En la tumba de Horemheb se ve el Libro de las Puertas, compendio religioso que se ve por primera vez, y que a partir de este momento se verá junto al Libro del Amduat en el Valle de los Reyes.

La tumba de Ramsés I (KV 16)

La tumba de Ramsés I es una tumba de modestas dimensiones e inacabada, pero es muy visitada porque está situada a la entrada del Valle de los Reyes.

La única decoración que vamos a hallar en esta tumba está en la cámara sepulcral y allí puede verse el Libro de las Puertas. Se puede apreciar que los trabajos en esta parte de la tumba se realizaron con mucha rapidez, posiblemente porque el rey murió antes de lo previsto. Por eso, no hay relieves, sino que las imágenes están pintadas, proceso mucho más rápido.

En el centro de la cámara sepulcral hay un sarcófago de granito que tampoco presenta relieve, sino que está pintado. Una muestra más de la rapidez con la que se tuvo que llevar a cabo el enterramiento del monarca.

La tumba de Merenptah (KV 8)

Merenptah era hijo de Ramses II y de la reina Isis-Nofret .

Se situó cerca de la tumba de su padre, y cuando fue descubierta se encontraba llena de escombros y había sido violada desde los primeros tiempos.

La tumba es interesante porque marca una transición entre las de los reyes de la Dinastías XIX y XX; disminuyen el número de habitaciones laterales y aumenta la altura de pasillos y habitaciones. La entrada se hizo mucho más amplia, dando la sensación de una entrada imponente, aunque en sus motivos decorativos, seguían siendo tradicionales.

La tumba de Merenptah es una de las tumbas más largas del Valle de los Reyes, y en ella se encuentran las decoraciones esperadas: en los primeros corredores aparecen la Letanía de Ra, el Libro de las Puertas y el Libro del Amduat. A continuación, en la sala de pozo se ve al rey siendo recibido por diferentes divinidades. Se pueden ver escenas de la Apertura de la Boca en la sala del carro y en los siguientes corredores se pueden ver el Libro de los Muertos.

Letanía de Ra.

Libro de las Cavernas.

Libro del Amduat.

A partir de un momento desaparece la decoración y llegamos a la antecámara, en donde está la tapa del sarcófago exterior de Merenptah. La cámara sepulcral presenta algo de decoración, destacando el Libro de las Puertas, el Libro de las Cavernas y un techo astronómico. En la cámara sepulcral se puede ver la tapa de otro de los sarcófagos de este rey.

La tumba de Seti II (KV 15)

Seti II, era hijo de Merenptah y nieto de Ramsés II. A principios de su reinado, le fue usurpada la corona por Amenmesse, con quien compartió el gobierno -uno al norte y otro al sur- durante tres años, quedando después como rey absoluto. En esta tumba destaca la decoración de la sala del pozo, donde podemos ver una serie de figuras que recuerdan mucho a algunas de las encontradas  en la tumba de Tutankhamon.

Más allá de la sala del carro o de pilares, la tumba quedó inacabada. Hay un corredor a medio hacer en el que se improvisó una cámara sepulcral en donde se encontró la tapa del sarcófago de Seti II.

La tumba de Tausert y Sethnakht (KV 14)

Tausert era la esposa real de Seti II, y su tumba pasó por varias fases.

Cuando murió Seti II, Tausert seguió construyendo esta tumba como regente del joven heredero Siptah. Por eso, las medidas de la primera parte de la tumba son modestas y adaptadas a la tumba de una reina, no de un rey.

Sin embargo, estas medidas cambiarían, ya que cuando murió Siptah, Tausert tendría más de dos años para seguir excavando la tumba, pero ahora en la posición de reina reinante, es decir, a modo de faraón.

En época de Ramsés III, el propio Ramsés III enterró a su padre, Sethnakht en esta tumba, lo que provocó una damnatio memoriae de Tausert -condena de su recuerdo- modificando muchas escenas para realzar la imagen y el recuerdo de Sethnakht y minimizar el de Tausert.

La KV 14 es una de las tumbas más largas con casi 160 metros de longitud. Tiene dos cámaras sepulcrales: la primera que realizó Tausert en las primeras fases de construcción antes de ser reina reinante y la segunda, que mandó construir como reina-faraón con dimensiones propias de un rey.

En la decoración de la primera cámara sepulcral se puede ver el Libro de las Puertas, el Libro de las Cavernas y un techo astronómico. En la segunda cámara sepulcral, se encuentra también un techo astronómico y el Libro de las Puertas. La decoración de ambas cámaras sepulcrales es notable.

El sarcófago que se ve es el de Sethnakht, que finalmente encontró su lugar de reposo en la tumba de Tausert una vez se hicieron las modificaciones en la decoración.

La tumba de Ramsés III (KV 11)

Esta tumba es conocida como tumba de Ramsés III porque fue su lugar de descanso, pero en realidad fue comenzada por Sethnakht, el fundador de la Dinastía XX, el padre de Ramsés III, al que se terminó enterrando en la tumba de Tausert (KV 14). Por tanto, Sethnakht, comenzó a construir esta tumba y probablemente llegó hasta la sala del carro. A partir de ahí, Ramsés III continuó la tumba hasta su conclusión.

En los primeros corredores nos encontramos con La Letanía de Ra, como suele ser habitual. Existen 8 cámaras laterales en las que existe decoración relacionada con figuras de divinidades asociadas a los nomos.

En las salas y corredores siguientes aparecen escenas del Libro de las Puertas, en la sala del carro algunas escenas del ritual de Apertura de la Boca, hasta que llegamos a la cámara sepulcral con la decoración muy deteriorada.

La tumba de Ramsés IV (KV 2)

Es la segunda tumba que aparece tras entrar en el Valle de los Reyes, y por tanto también es una de las más visitadas por los turistas. La tumba de Ramsés IV fue usada como capilla durante la época copta, y por eso se han encontrado más de 50 grabaciones coptas.

En los dos primeros corredores se pueden ver la Letanía de Ra y el Libro de las Cavernas. Esta tumba no tiene sala del carro o de pilares, posiblemente porque la muerte del rey obligó a los artesanos a realizar la cámara sepulcral antes de lo previsto.

En las paredes de la cámara sepulcral encontramos el Libro de las Puertas y en el techo pueden verse el Libro de Nut y el Libro de la Noche

Libro de la Noche.

Libro de Nut.

En la cámara sepulcral destaca el enorme sarcófago, una pieza monolítica de granito que alcanza los 3,5 metros de altura.

Las tumbas especiales

 La tumba de Ramsés V y VI (KV 9)

Ramsés V y VI fueron dos faraones de finales del Imperio Nuevo.

La KV 9 fue una tumba violada desde tiempos antiguos, debido a su monumentalidad; en ella se han encontrado más de 1.000 dibujos de época grecorromana y copta.

La decoración de esta tumba es una de las mejores del Valle de los Reyes. En los primeros corredores encontramos el Libro de las Cavernas, el Libro de las Puertas y referencias astronómicas, entre las que destacan los relojes estelares ramésidas.

En la sala del carro o pilares, puede verse el sepulcro de Osiris y una escena en la que Osiris aparece sentado. También destaca en el techo el Libro de los Cielos y puede verse como la barca solar se dirige hacia la boca de la diosa Nut, representando que el día llega a su fin.

La cámara sepulcral es impresionante y aquí encontramos la primera versión completa del Libro de la Tierra, pudiendo ver en el techo ver relatos del Libro del Día y el Libro de la Noche. Pasada la cámara sepulcral, hay una pequeña sala en la que se representa una escena en la que el dios Nun alza la barca solar sobre cuyo disco vemos formas asociadas en Osiris y en la diosa Nut. La escena final es del Libro de las Puertas.

La tumba de Tutankhamon (KV 62)

El 24 de noviembre de 1922 Howard Carter pudo ver el interior de la tumba de Tutankhamon, en la que nadie había entrado desde hacía 33 siglos. En su momento, quedó cubierta por la tumba de Ramsés IX (KV 6), por lo que estuvo oculta mucho tiempo hasta su descubrimiento, dado que era dificil sospechar de la existencia de una tumba debajo de otra.

Todo los tesoros hallados en el interior de la tumba de Tutankhamon está depositado en el Museo de Egipto.

Tutankhamon fue un faraón de la Dinastía XVIII, que gobernó tras Akhenaton y que murió muy joven. Su reinado no tuvo especial relevancia y, desde luego, no puede compararse con el reinado de otros faraones del Imperio Nuevo como Tutmosis III o Ramsés II. Por eso, su tumba es de modestas dimensiones y casi parece más la tumba de un noble que la de un faraón.

En el interior solo encontramos decoración en la cámara sepulcral y destacan las escenas en las que podemos ver a Tutankhamon junto a su sucesor Ay, vestido con piel de pantera, actuando de sacerdote en el ritual de Apertura de la Boca y frente al dios Osiris. También destaca la escena del cortejo fúnebre, en la que los funcionarios arrastran un carro de transporte con el cuerpo del faraón, pudiendo ver en otra de las paredes una versión muy abreviada del Libro del Amduat, con los 12 babuinos que representan las 12 horas de la noche, y en un extremo la barca solar con un escarabajo.

Plano de la tumba. Leyenda: (1) Cámara del tesoro, (2) Cámara mortuoria, (3) Tercera puerta de acceso, (4) Antecámara, (5) Anexo, (6) Cuarta puerta de acceso, (7) Segunda puerta de acceso, (8) Pasillo, corredor, (9) Primera puerta de acceso, (10) Escalera, (A) Pared de yeso, (B) Pared maciza, (C) Nicho.

La tumba de Seti I (KV 17)

Es uno de las tumbas más ricas y completas del Valle, perteneciendo al segundo faraón de la Dinastía XIX, Seti I.

Fue descubierta en 1817 por Belzoni y en su descripción dice lo siguiente: “Puedo considerar el día de ese descubrimiento como uno de los más afortunados de mi vida. Y quienes saben, por experiencia, tener éxito en una empresa larga y penosa más allá de lo esperado son los únicos que pueden imaginar la alegría que me dominó al penetrar como primero de todos los hombres que actualmente viven en el globo, en uno de los más hermosos monumentos del antiguo Egipto; en un monumento que se había perdido para el mundo y que está tan bien conservado que se diría que acababan de terminarlo un poco antes de nuestra entrada”.

La tumba tiene dos sectores claramente diferenciables. Por una parte, lo que es la tumba propiamente dicha, desde la entrada a la cámara sepulcral y, por otra, un corredor que parte desde la cámara sepulcral y que avanza con gran inclinación hacia un punto muy cercano al nivel freático, relacionado con el mundo de Sokar, el dios del Más Allá.

Desde la entrada, en los primeros corredores se puede ver, como viene siendo habitual, la Letanía de Ra, partes del Libro del Amduat y el Libro de las Cavernas. En la sala del carro se pueden ver los muros pintados de blanco, exceptuando una escena en la que Seti I está siendo presentado por Horus al dios Osiris. En los muros hay escenas procedentes del Libro de las Puertas.

Desde esta misma sala, además, se accede a una cámara anexa lateral, que es muy interesante, aunque la iconografía está solamente esbozada, pero se puede intuir así la manera en que trabajaban en la elaboración de la misma.

Después se pasa por un corredor en el que hay las escenas del ritual de Apertura de la Boca, y una sala en la que Seti I aparece siendo recibido por diferentes divinidades para llegar a la bonita cámara sepulcral. Aquí destaca un gran techo astronómico donde se representan diferentes constelaciones en un techo abovedado, recordando de alguna manera a la forma de la bóveda celeste. En los muros se encuentran distintas partes de los Libros del Amduat y del Libro de las Puertas. Existen cuatro salas anexas a la cámara sepulcral.

Como se señaló con anterioridad, para visitar las 3 Tumbas especiales, hay que pagar, no estando su visita incluida en el ticket general del Valle de los Reyes; me llamó la atención el precio de la visita a la de Seti I, unas 10 veces más que la de las otras 2: 1.400 libras egipcias, o sea alrededor de 50 €.

Tras este atracón del Valle de los Reyes, que en realidad daría para muchos días, y solo para hacer un sightseeing, comimos ya muy tarde, y partimos para ver el Valle de las Reinas, el Valle de los Artesanos, MEDINET HABU  con el Templo de Ramses III, de Hatshepsut y los Colosos de Memnón, todo ello muy rápido, por el escaso tiempo disponible.

El Valle de Las Reinas

El Valle de las Reinas se encuentra situado en el oeste del río Nilo a la altura de la ciudad de Lúxor y muy cerca del Valle de los Reyes; es un complejo de tumbas, lugar de enterramiento de las esposas del faraón, príncipes, princesas y miembros de la nobleza.

Aunque la representante real fundadora de la dinastía XIX, la reina Sitra, es considerada la fundadora del Valle, lo cierto es que ya se habían excavado varias tumbas y pozos funerarios de las dinastías XVII y XVIII frente a él.

Sin embargo, fue gracias a Sitra que este lugar pudiera ser empleado  libremente como necrópolis de las esposas e hijos de los reyes gobernantes.

La primera tumba real fue descubierta por Belzoni en 1816, correspondía a Titi. John Gardiner Wilkinson encontró 24 tumbas en 1828. Champollion y Rossellini descubrieron las tumbas más antiguas en 1829 y Carl Richard Lepsius realizó un nuevo inventario   posteriormente, documentando y recuperando numerosos objetos.

Ernesto Schiaparelli y Francesco Ballerini iniciaron una sistemática excavación del Valle de las Reinas en 1903 y descubrieron la tumba de Nefertari, la joya de la necrópolis tebana.

Hay más de 90 tumbas en el valle principal, Fue conocido como Ta-Set-Neferu -el lugar de la belleza-. Además del wadi principal, el Valle de las Reinas también contiene:

  • El Valle del Príncipe Ahmose
  • Valle del Dolmen
  • El Valle de la Cuerda
  • Valle de los Tres Pozos

 

Estos valles secundarios tienen 19 tumbas. Los entierros se remontan a la XVIII Dinastía.

Una gruta sagrada, dedicada a la antigua diosa egipcia Hathor, se encuentra a la entrada del Valle de las Reinas. Se supone que esto tiene una asociación con el rejuvenecimiento de los muertos.

La mayor parte de las tumbas no están abiertas al público. La visita a algunas está incluida en el precio general de la visita, mientras que otras tienen tarifa de entrada adicional. Están numeradas igual que la de los Reyes con 2 letras, pero la primera en vez de ser K es Q -queen-.

Tumbas incluidas en la visita general del Valle de las Reinas

Tumba de la Reina Tití (QV52)

La tumba de la reina Titi es una de las tumbas reales más pequeñas que se encuentran en el Valle de las Reinas. Lo que atrae de esta tumba es el tentador misterio que rodeó siempre a la reina Titi.

A partir de las representaciones únicas y poco comunes dentro de la tumba, se exageran las especulaciones sobre ella, su edad y la posición real de Titi.

Tumba del Príncipe Khaemwaset (QV44)

Con el título de Sacerdote de Ptah, Khaemwaset tuvo un papel importante en el entierro de otros miembros de la realeza y de la nobleza. Su tumba fue encontrada con muchos sarcófagos apilados fuera de la entrada principal.

Dentro de la tumba, son interesantes las pinturas y decoraciones que se mantienen en buen estado. Muchos representan influencias del más allá.

Tumba del Príncipe Amenherkhepshef (QV55)

Uno de los hijos de Ramsés III, el príncipe Amenherkhepshef, tiene una tumba que es uno de los mejores monumentos del Valle de las Reinas. Aunque el saqueo ha afectado a la tumba, la estructura y las decoraciones permanecen en aceptable estado.

Consta de un plano de construcción simple, cuya habitación más notable es la cámara, que se encuentra pasada la cámara del sarcófago. Este anexo fue construido para proporcionar acceso a Amenherkhepshef al dominio de Osiris.

La joya del Valle de las Reinas es la tumba de la reina Nefertari que es de pago (no incluida en el ticket general).

La Tumba de la Reina Nefertari (QV66)

Conocida como La Gran Esposa Real de Ramsés II, Nefertari fue una de las reinas más conocidas de Egipto. Su tumba es sin duda la más llamativa de las existentes. Las paredes contienen obras de arte finamente detalladas, mientras que estrellas doradas adornan los techos.

La tumba de Nefertari es la más grande y una de las tumbas más bellas de todo Egipto. Cuando se construyó, la tumba tenía 480 metros cuadrados de pinturas que cubrían las paredes y las columnas. Aún quedan en buen estado dos tercios de esta superficie. Las pinturas tienen detalles del rostro de Nefertari, enfatizando su belleza. Algunas de las escenas tienen líneas de color azul, rojo, verde y amarillo, que representan direcciones para navegar al paraíso a través del más allá.

Valle de los Artesanos

Aproximadamente a 1 km de la carretera que conduce al Valle de las Reinas se encuentra Deir El-MedinaValle de los Artesanos-, que toma su nombre de un templo ocupado por monjes cristianos de los primeros tiempos. Cerca del templo se encuentra un yacimiento en ruinas, la Aldea de los Obreros.

Casi todos los obreros y artistas que construyeron las tumbas reales vivieron y fueron enterrados en Deir El-MedinaSet Maat, lugar de Maat o de la Verdad-, para mantenerlos apartados del resto de la población, y así preservar los secretos de las tumbas reales.

Algunas de las pequeñas tumbas del lugar tienen unos relieves extraordinarios, por lo que merece la pena visitarlas.

Las tumbas del último período, muestran buena técnica, y ponen de manifiesto la prosperidad de estos artesanos que tenían el privilegio de una concesión funeraria. Las tumbas de los artesanos debían construirse durante su tiempo libre, y las hacían de forma que el eje se alineara con el del templo del rey a quien habían servido. Actuaban también como embalsamadores y sacerdotes, y seguían los ritos fúnebres al fallecimiento de algún compañero, ritos que también debían seguir fuera del horario de trabajo.

La necrópolis se sitúa en la montaña y está compuesta por unas 500 tumbas, de las cuales solo 53, todas ellas de la época de las Dinastías XIX y XX, están decoradas. Las primeras tumbas, corresponden a tiempos de la Dinastía XVIII, y las últimas al III Período Intermedio. Tienen el código TT.

En la parte de la necrópolis más baja hay un pequeño cementerio, también coetáneo de la dinastía XVIII, en donde las tumbas eran individuales y muy pobres, sin decoración, conteniendo como único ajuar recipientes de comida para el Más Allá. A media ladera, se encuentran unas tumbas muy sencillas de adolescentes, y en la parte alta, las de los adultos.

Sennedyem.

La decoración de las tumbas privadas en general se limitaba a la capilla de entrada, lugar donde los familiares llevaban a cabo los ritos funerarios. En las tumbas de los artesanos en Deir el-Medina, también se decoraba la cámara funeraria, escogiendo los pasajes del Libro de los Muertos que interesaran al propietario o que le recomendasen los sacerdotes. A veces, se pintaban unas escenas mientras se escribían los textos de otras diferentes.

El Siervo del lugar de la Verdad, Sennedyem, era un obrero de Deir el-Medina que vivió durante los primeros años de la Dinastía XIX. Su tumba la TT1 fue descubierta en 1886, y es una de las pocas que estaban inalteradas. Está considerada como la mejor conservada de esa necrópolis al estar cerrada desde su construcción. La decoración de la cámara está intacta, y en ella puede verse a Anubis cuidando la momia de Sennedyem que aparece con barba postiza y el cabello azulado, atributos de un dios.

TUMBAS Y TEMPLOS

Me llamó la atención no ver en todo el viaje palacios de los faraones en ningún lugar, mientras que los templos y recintos funerarios abundaban. Se nos explicó, que era por la durabilidad de los materiales empleados, ya que los palacios eran considerados moradas temporales, y en consecuencia, construidos con materiales menos duraderos, mientras que templos y tumbas eran para la vida eterna, y por tanto construidos con materiales imperecederos.

Hay que DIFERENCIAR entre LAS TUMBAS Y LOS TEMPLOS:

Las tumbas egipcias pueden ser consideradas como las verdaderas casas para la eternidad de los difuntos: pirámides, mastabas, y tumbas, variaron en forma y tamaño en función de la categoría de sus propietarios o de la evolución de las estructuras y conceptos sociales a lo largo del tiempo.

Los templos egipcios, sin embargo, fueron construidos para el culto oficial de los dioses y la conmemoración de los faraones del Antiguo Egipto en las regiones bajo su dominio. Los templos eran vistos como el hogar de los dioses o faraones deificados a quienes eran dedicados, y en ellos los faraones y el clero egipcio llevaban a cabo diversos rituales. Estos rituales eran sentidos  como necesarios para que los dioses mantuvieran el maat: el orden divino del universo.

Además de las zonas de tumbas narradas, se encuentra en sus proximidades Medinet Habu, situada en la orilla occidental del Nilo, frente a Tebas, que es un conjunto arqueológico y monumental que merece la pena visitar: se señalará dónde está, qué es, y cuáles son los lugares de interés de este conjunto, que conserva algunos de sus elementos en muy buen estado.

Medinet Habu está en Tebas Occidental, es decir, el amplio territorio de la actual Luxor que se extiende al oeste del Nilo, cerca del Valle de los Reyes.

Medinet Habu es un recinto que se articula principalmente en torno al templo funerario de Ramsés III, uno de los faraones más importantes de la dinastía XX, y se inspira en buena medida en el cercano Ramesseum, templo funerario de Ramsés II.

Medinet Habu estaba amurallado y, dentro de sus murallas, se localizaban otros espacios, por lo que llegó a tener la consideración de centro administrativo e incluso residencial o, al menos estancial para el propio faraón, pues tenía su propio palacio real. Además, en situaciones de peligro, podía dar cobijo a la población dentro del recinto.

Templo mortuorio de Ramses III en Medinet Habu

El Templo de Ramsés III es sin duda, lo que se conserva en mejor estado del conjunto. Se mantienen en pie varios pilonos con sus espectaculares relieves alusivos al faraón y también el patio, varias salas hipóstilas y capillas. En algunas de sus columnas y techumbres se conservan restos de policromía, lo que da una idea del interesante colorido que debió de tener esta construcción. El templo tuvo:

-Embarcadero y canal, pues este recinto estuvo conectado con el Nilo para la realización de procesiones religiosas en la Barca.

-Pabellón o Palacio Real, desde donde el faraón presenciaba y presidía la procesión.

-Muralla, que nos permite ver la dimensión de este recinto.

Ramses III, faraón de la XX Dinastía, eligió la zona para construir su gran templo funerario. Diseñado siguiendo los cánones clásicos a semejanza del Ramesseum -de Ramses II-, tiene unos ciento cincuenta metros de longitud, y se encuentra bastante bien conservado. En el interior del recinto, al sur, están las capillas de Amenirdis I, Shepenupet II y Nitocris I, las cuales tenían el título de Divinas Adoratrices de Amón durante la Dinastía XXV. El conjunto estaba rodeado por un muro de adobes que servía de protección, disponiendo la entrada del recinto una singular torre.

Torre de acceso al recinto.

También se encuentran en Medinet Habu:

Templo de Amón

Thutmose III y Hatshepsut gobernantes de la XVIII Dinastía, levantaron un pequeño templo dedicado a Amon que sufrió muchas alteraciones y modificaciones a través de los años, durante las dinastías XX, XXI, XXV, XXVI, XXIX, XXX y el periodo greco-romano.

Templos próximos

Amenhotep III, de la XVIII Dinastía, ordenó erigir, al sur de Medinet Habu, un complejo funerario que llegó a ser el mayor y más espectacular de todo Egipto, con los Colosos de Memnon presidiendo la entrada, aunque hoy quedan escasos vestigios del conjunto. Su palacio real se construyó en Malkata, al sur.

TEMPLO DE HATSHEPSUT

Hatshepsut, fue una reina-faraón de la XVIII Dinastía. Reinó de 1513-1490 a. C., llegando a ser la mujer que más tiempo estuvo en el trono de las Dos Tierras. Fue la segunda mujer faraón históricamente confirmada después de Sobekneferu.

Hatshepsut fue la única hija superviviente de Tutmosis I y su esposa principal, Ahmose. Su esposo y hermanastro Tutmosis II era hijo de Tutmosis I y Mutnefert, esposa secundaria, que llevaba el título de hija de faraón y probablemente era hija de Amosis I.

HatshepsutTutmosis II tuvieron una sola hija llamada Neferura. Después de tener a su hija, Hatshepsut no pudo tener más hijos. Tutmosis II tuvo con Isis, una esposa secundaria, a Tutmosis III, quien sucedió a Hatshepsut como faraón.

A finales del reinado de Amenhotep I, ante la falta de descendencia del faraón, el sucesor designado fue el padre de Hatshepsut, el futuro Tutmosis I, quien para legitimar su acceso al trono se había tenido que casar con la princesa Ahmose.

Este matrimonio tuvo, además de a Hatshepsut, al menos a otros tres niños, de nombres Amenmose, Uadymose y Neferubity, aunque solo Hatshepsut y su hermana mayor, Neferubity -murió adolescente- llegarían a edad adulta.

Además de sus hermanos, Hatshepsut tuvo, hermanatros por parte de padre con esposas secundarias y concubinas. Del único del que nos ha llegado constancia, es de quien fuera su esposo, Tutmosis II.

Tutmosis II tuvo un reinado muy breve, y murió en plena juventud cuando sus dos únicos hijos conocidos aún estaban en la primera infancia. Como había pasado en la generación anterior, la gran esposa real Hatshepsut no había traído al mundo un varón, sino una niña, por lo que volvió a abrirse una crisis sucesoria. Una vez más, Ineni -arquitecto de cinco faraones, administrador de los graneros de Amón y alcalde de Tebas- consiguió que la nobleza aceptara como candidato a un hijo de Tutmosis II y de una simple concubina, que sería coronado faraón con el nombre de Tutmosis III.

Dado que Tutmosis III era demasiado pequeño para gobernar, la gran esposa real de Tutmosis II asumió la regencia y pospuso el matrimonio entre el nuevo rey y su hija, la princesa real Neferura, único matrimonio que podría legitimar el ascenso al poder de Tutmosis III.

Durante los primeros años de reinado de Tutmosis III, Hatshepsut estuvo preparando minuciosamente un “golpe de Estado” que revolucionaría la tradicional sociedad egipcia. Alejó para siempre de la escena política a Ineni, y elevó a sus fieles Hapuseneb y Senenmut a los más altos cargos. Parece ser que la figura política más importante de la época fue Hapuseneb, quien tuvo los cargos de chaty -primer magistrado tras el faraón- y sumo sacerdote de Amon.

Cuando se vio lo suficientemente fuerte, la hasta entonces gran esposa real y esposa del dios Amon, Hatshepsut, en presencia del faraón Tutmosis III, se autoproclamó también faraón de las Dos Tierras y primogénita de Amon, con el beneplácito de los sacerdotes, encabezados por Hapuseneb.

Tutmosis III no pudo hacer otra cosa más que admitir la superioridad de su tía y madrastra. Hatshepsut.

Tras 15 años de reinado, en un solo año murieron: Hatshepsut, su hija Neferura y los apoyos de la reina faraón Hapuseneb y Senenmut. Ascendido al poder absoluto, Tutmosis III mandó borrar todos los nombres y figuras que mencionaran a su antecesora, aunque los templos no podían destruirse sin ofender a los dioses, sobreviviendo el templo objeto de la visita.

El Templo de Hatshepsut es uno de los templos más impresionantes de Egipto por su arquitectura, construido por la reina Hatshepsut en el siglo XV a.C., tallado en la roca de una montaña.

El templo funerario de Hatshepsut, conocido como Djeser-Djeseru –el sublime de los sublimes– se encuentra en el complejo de Deir el Bahari al oeste del Nilo, cerca del Valle de los Reyes. Este templo fue construido en honor a Amon-Ra y es considerado uno de los monumentos más importantes del Antiguo Egipto.

El canciller, arquitecto real y posible amante de Hatshepsut, Senemut, fue probablemente el arquitecto de este templo.

Las terrazas escalonadas alcanzan los treinta metros de altura; cada nivel está conformado por columnatas de pilares de caliza de sección cuadrada, precedidos por estatuas osiríacas. La capilla de Anubis, en la zona nordeste del templo, posee columnas de sección poligonal, de estilo protodórico. Estas terrazas están conectadas por una gran rampa central, que en la antigüedad estaba flanqueada por jardines de plantas exóticas traídas del Punt.

La forma escalonada de este templo corresponde a la clásica forma tebana, con elementos arquitectónicos como pilonos, salas hipóstilas, patios, capillas y santuarios.

Ya de vuelta, y muy cansados de tantas horas de calor y tumbas, marchamos hacia nuestra casa/barco, pasando previamente por los Colosos de Memnón, que son las dos estatuas gigantes de piedra del complejo que mandó construir, Amenhotep III -Amenofis III-, del que ya apenas queda nada en la orilla occidental del Nilo frente al Valle de los Reyes.

Las dos estatuas gemelas muestran a Amenhotep III en posición sedente; sus manos reposan en las rodillas y su mirada se dirige hacia el este, en dirección al río Nilo y al Sol naciente. Dos figuras de menor tamaño, situadas junto al trono, representan a su esposa y a su madre; los paneles laterales muestran una alegoría del dios de la inundación anual, Hapy.

Las estatuas están esculpidas en grandes bloques de cuarcita, traídos desde la cantera de el-Gabal el-Ahmar, cerca de El Cairo. Se cree que las piedras eran demasiado pesadas para haber sido transportadas por el Nilo. Las estatuas tienen una altura total de dieciocho metros y un peso estimado de 720 toneladas cada una.

Al final de las visitas volvimos a la motonave, iniciando la navegación para atravesar durante la noche la esclusa, dirigiéndonos a Esna, disfrutando de una estupenda cena y noche festiva en la discoteca del barco, para los que aún les quedaran fuerzas.

Al día siguiente amanecimos navegando por las tranquilas aguas del Nilo, contemplando las riberas llenas de palmeras y vegetación, con un contraste muy definido con el marrón del desierto que continuaba hasta donde alcanzaba la vista tras la verde franja de la zona inmediata al río. Habíamos pasado Esna y cruzado sus esclusas, de la que pedimos fotos a nuestro guía.

Estábamos llegando a Edfu, en donde visitaríamos el templo dedicado al dios Horus, continuando después la navegación durante las últimas horas de la mañana y la comida hacia Kom Ombo, en donde se encuentran los templos de Sobek y Haroeris.

Esna -nombre árabe- está en la ribera del Nilo a 55 km al sur de Luxor. Era la antigua Iunyt -nombre egipcio-, que fue capital del Nomo III del Alto Egipto durante un tiempo.

La esclusa del río Nilo, situada junto a la ciudad, es paso obligado para salvar un desnivel de unos diez metros, siendo parada obligatoria para todos los cruceros que navegan por el río.

En Esna hay un templo dedicado al culto de Jnum , iniciado durante los reinados de Tutmosis III  (s. XV a. C.), y  Amenhotep II, de la XVIII Dinastía. Posteriormente, en la época saita, sobre sus restos, fue edificado el templo dedicado a la triada de Esna: JnumAnuket y su hija Seshat.

Terminado el desayuno, marchamos hacia Edfú, a 10 minutos caminando desde el embarcadero, en la ribera occidental del Nilo.

Edfu se encuentra equidistante de Luxor -al N.- y Asuán -al S.- separadas unos 110 km, que son las dos principales ciudades del Alto Egipto. Es la puerta de entrada al Valle del Nilo para muchos viajeros que vienen desde el mar Rojo.

Se encuentra en un cruce de caminos que se caracteriza por su fértil vega, dedicada tradicionalmente al cultivo de la caña de azúcar. Su población ronda los 130.000 habitantes, que también se dedican al turismo, puesto que el templo de Edfu es uno de los destinos favoritos de quienes visitan Egipto.

El Templo de Edfu, es uno de los templos mejor conservados. Dedicado al dios Horus, fue construido entre el año 237 a.C. y 57 a.C., en el período ptolemaico, tras la conquista de Egipto por Alejandro Magno en 331 a.C. Uno de sus diádocos sucesores, Ptolomeo, naturalmente griego, y sus descendientes, siguieron las tradiciones egipcias manteniendo su arquitectura clásica faraónica.

Ptolomeo III fue quien inicio la construcción del templo, continuado por su hijo, Ptolomeo IV Philopator. Después de algunos períodos de menor actividad constructiva, fue Ptolomeo XII -el padre de Cleopatra- en 57 a.C. quien concluyó la construcción del Templo.

El Templo de Edfu es un templo greco-romano que fue uno de los más grandes del Antiguo Egipto, solo por detrás del Templo de Karnak en Luxor. Su longitud es de 137 metros, su anchura 79 y su altura de 36.

Exterior del Templo de Edfu.

El templo, como todas las construcciones arquitectónicas de la época faraónica cuenta con el pilono de entrada, las salas hipóstilas, una cámara de ofrendas, la sala central y el santuario del templo.

Justo a ambos lados de la entrada de la zona hipóstila, se encuentra la  escultura en granito negro que representa al dios Horus en forma de  halcón colosal.

Sus inscripciones de las paredes ofrecen información sobre su construcción, referencias mitológicas y religiosas, y costumbres de vida del Antiguo Egipto. El templo fue abandonado debido a que se prohibió el culto no cristiano en el 391 d.C.

Entrada a primera sala hipóstila.

Sala Hipóstila del Templo de Edfu.

El techo de la sala hipóstila –denominación historiográfica de los recintos arquitectónicos cubiertos, sostenidos por columnas, que a veces llegan a ser verdaderos bosques de columnas, habitualmente adinteladas, de techumbre plana– está muy dañado, debido a que los cristianos quemaron las imágenes religiosas y estatuas que no fuesen cristianad, afectando el fuego a la parte superior.

A partir de ahí, el templo quedó abandonado y se fue enterrando, construyéndose sobre él posteriormente viviendas. No fue hasta 1860, cuando el egiptólogo francés Auguste Mariette inició las excavaciones para desenterrarlo. La arena ha logrado mantener en buen  estado de conservación el Templo hasta nuestros días.

La entrada del Templo de Edfu, muestra en su gigante pilono de 36 metros de altura, a Ptolomeo XII, el gobernante ptolemaico que finalizó el templo, golpeando a sus enemigos ante el dios Horus.

Tras el paso del pilono, nos encontramos con la sala hipetra* rodeada por columnas, donde las paredes aparecen decoradas con relieves que continúan a lo largo del patio en la parte inferior tras las columnas.

Sala Hipetra, Templo de Edfu.

Estas inscripciones nos narran algunas de las historias mitológicas de las contiendas divinas de la época como la victoria de Horus e Isis sobre Seth, tras haber matado a su hermano Osiris, esposo de Isis.

Una estatua de Horus está instalada en la sala hipetra o patio peristilo, en el que se yergue vigilante sosteniendo la doble corona de Egipto

Está relatado el Festival del Bello Encuentro, donde se puede ver a la diosa Hathor navegando desde el templo de Dendera, y al dios Horus desde el Templo de Edfú, para encontrarse a medio camino. Este encuentro se realizaba dos veces al año, desplazándose ambos, en una de las ocasiones al templo de Dendera, y al templo de Edfu en la otra.

* Sala hípetra es el término utilizado para describir un espacio arquitectónico que no está cubierto con un techo.​ En la arquitectura egipcia monumental, la sala hipetra solía estar rodeada de columnas, a manera de patio porticado. Era normalmente el espacio inmediatamente posterior a los pilonos de la entrada y anterior a las salas hipóstilas.

Entrada a la primera sala hipóstila.

En la entrada a la primera sala hipóstila se puede ver una estatua del dios Horus con la doble corona del Alto y Bajo Egipto.

Esta primera sala hipóstila “de las fiestas” es la parte más antigua del templo y está compuesta de 12 columnas decoradas, de varias salas destinadas a las ofrendas, la Cámara de las Consagraciones situada a la izquierda, en donde el rey o el sacerdote se vestían para los rituales, y otra sala con la Biblioteca a la derecha.

Techo de la primera Sala Hipóstila.

El techo aparece quemado, debido a la incineración de imágenes religiosas realizada por los cristianos, cuando creyeron poseer la verdad del infierno de los necios.

A continuación, se accede a la segunda sala hipóstila con hileras de columnas a ambos lados de la sala, sobre las cuales descansa el techo intacto en esta ocasión, con relieves sobre astronomía y representaciones planetarias.

Interior del templo.

A través de una puerta con relieves de los barcos de Horus y Hathor accederemos a la sala de las ofrendas.

Una de las 4 pequeñas salas destinadas a las ofrendas, contiene las fórmulas de las esencias y ungüentos egipcios denominada del Laboratorio, que, durante su ocupación, los franceses tomaron para elaborar los perfumes más populares conocidos hoy en día.

Sala del Laboratorio.

La sala de las ofrendas se encuentra comunicada con las terrazas a través de una escalera y da acceso a la sala central, lugar de la capilla dedicada al dios Min, el dios lunar, de la fertilidad y la vegetación.

La barca ceremonial de Horus en el santuario.

Tras la sala central llegamos al Santuario del dios Horus, la zona más sagrada del templo, que fue construida con granito negro y en donde se pueden ver la mesa de las ofrendas y la barca ceremonial en la que se transportaba a Horus al encuentro con Hathor durante los Festivales. En las paredes interiores existen relieves mostrando a Ptolomeo IV realizando ofrendas a los dioses.

En el muro exterior del Santuario aparece la lista de los nomos de las Dos Tierras.

El santuario contiene pequeñas salas con un nombre grabado en el exterior:

-Cámara de las telas.

-Tumba.

-Dos salas de Sokar que constituían el templo de Osiris. De ellas, una tiene grabados del culto de Osiris muerto.

-La cuna que incluía el sistro de oro y la barca.

-Cámara de la pierna y sala adjunta dedicadas al dios Jonsu.

-Cámaras de Ra y de la triada Menhyt, Nejbet y Neftis.

Alrededor del santuario de Horus hay diferentes salas o capillas auxiliares, también decoradas con relieves y escenas de dioses de la religión egipcia. Un ejemplo es la capilla del Año Nuevo, en donde puede verse a Nut, diosa del Cielo, ocupando prácticamente todo el espacio del techo.

El recinto del templo de Edfu tiene también su propia Casa del Nacimiento Divino o Mammisi, estructura muy habitual en época ptolemaica y romana. Aquí se celebraba el nacimiento de Horus y también del monarca reinante en ese momento.

El templo de Edfu tenía su propio Nilómetro, es decir, una cámara subterránea en donde se medían las crecidas del río Nilo cada año. Permitía valorar cuál era el ritmo de aumento de su cauce y así entender si iba a ser un buen año para la agricultura, o bien uno de sequía o excesivas inundaciones.

Maravillados con lo visto, regresamos a la motonave y mientras comíamos, navegamos hacia Kom-Ombo, donde visitaríamos el Templo dedicado al dios Sobek con cabeza de cocodrilo y Haroeris, Horus envejecido, con cabeza de halcón.

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Viaje a Egipto. Parte 15.

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