En 1870, estalló la guerra franco-prusiana, siendo Renoir destinado a Caballería, al depósito de remonta en Bordeaux y Tarbes. En marzo de 1871 muy enfermo, fue desmovilizado y regresó a París, enterándose allí de la muerte de su amigo Bazille, cosa que le afectó mucho.Read More
EN 2017 DOS EXPOSICIONES SIMULTÁNEAS DE RENOIR: EN EL THYSSEN de Madrid “EN LA INTIMIDAD” y en la sede de la FUNDACIÓN MAPFRE de Barcelona “ENTRE MUJERES. Del ideal moderno al ideal clásico”. La primera también llevada ahora, unos meses después, al Museo de Bellas Artes de Bilbao.Read More
ALGUNAS PERSONAS Y ESPECIALMENTE JUGADORES AMATEURS DE GOLF somos ACRÁSICOS, PROCRASTINADORES O AMBAS COSAS, O NINGUNA?
LAACRASIAes la debilidad de la voluntad o incapacidad del individuo para realizar lo que la razón le indica como mejor para él. Es la actuación en contra -o al menos no a favor- de lo que creemos que es lo mejor para nosotros.
Los filósofos clásicos pensaban que ir en contra de nuestro propio beneficio sólo podía ser fruto de la ignorancia, dada la capacidad racional del hombre, pero esto puede no ser así, o al menos no sólo por esa razón.
La mayor parte de lo que hacemos habitualmente, es sin análisis previo: por hábito, por ser lo que se espera que hagamos, por dejarnos ir, por suponer que es lo que menos daño puede hacernos, por actitud general previa…
Lógicamente para cada una de las muchas decisiones que se toman a diario, no se hace un estudio de los factores intervinientes, porque si así se hiciera, no se haría nada, aunque sí es seguro que tendremos preparada una respuesta explicativa racionalizada, para contestar a quien pregunte por alguna de las decisiones tomadas sin analizar previamente, y es que el hombre es malo razonando pero bueno racionalizando.
No es lo mismo razonar -depende de los hechos empíricos comprobados y la lógica- que racionalizar -seleccionar de forma sesgada los argumentos que avalan nuestras ideas previas y prejuicios rechazando los que las refutan, para darnos la razón a nosotros mismos, o un mecanismo de defensa para justificar lo que hacemos, pensamos o decimos-. A menudo creemos razonar pero estamos racionalizando.
Se actúa por hábito, por convención social, por comodidad… pensando que tenemos el control de todos nuestros actos, y se racionaliza para nuestra conveniencia personal, o la del grupo -cuando se toma la deriva altruista grupal-, pero no tenemos ese control.
En resumen, es acertado actuar en general por hábitos, costumbres, impulsos…, pero debemos saber en qué casos debemos pararnos y analizar los factores, para tomar la decisión más acertada.
Pero pudiera ocurrir que no fuera por debilidad de la voluntad o incapacidad del individuo para realizar lo que la razón le indica como mejor para él, sino porque deseara hacer lo que NO es mejor para él o lo regular o lo peor. Esa actitud no sería acrásica sino malevolente con uno mismo, posiblemente producto de algún tipo de ofuscación, lo que puede ser posible.
En relación al golf, sabemos que necesitaríamos tomar clases y entrenar para mejorar nuestro juego, pero lo hacemos poco o no lo hacemos; simplemente mal-jugamos, porque hemos elegido HOY Y SIEMPRE el placer de ir al campo a jugar, aunque en cada golpe pensemos en la necesidad de aprender o entrenar, en vez de ir de cabeza al course, que hemos considerado más digno de nuestra elección diaria. Naturalmente esto es aplicable a las actividades que desarrollamos en la vida…en la mayor parte de ellas nos dejamos ir sin más…
La PROCRASTINACIÓN consiste en posponer nuestras obligaciones y quehaceres, hasta el punto en que esa posposición se vuelve perjudicial para nosotros. No es lo de los reyes merovingios “holgazanes” que no les gustaba trabajar, sino es dedicarnos a lo secundario, posponiendo lo obligatorio, inmediatamente necesario o sustancial: tenemos que terminar obligatoriamente algo para mañana, pero se deja y hago lo que necesito para dentro de un mes o para el Paraíso…
Si fuéramos racionales, la procrastinación no existiría y categorizaríamos nuestras necesidades según su prioridad racional, para conseguir lo que necesitamos, programando nuestro tiempo de forma óptima. pero como no lo somos, nos dejamos llevar por los impulsos, apetitos, preferencias, deseos…porque hay quehaceres que nos resultan poco agradables, mientras que otros son más apetecibles, pudiendo intentar eludirlos también por falta de motivación, por miedo al fracaso, o porque la tarea en sí misma sea desagradable.
Por ejemplo, hacer la declaración anual de Hacienda es poco estimulante; que es importante y necesario se entiende racionalmente, y que no hacerla tendría consecuencias malas también, pero es fácil encontrar motivos para no hacerla en este momento, en el que es preferible hacer cualquier otra cosa y además queda mucho para que termine el plazo y se hace en un segundo. El último día a correr…y cada vez que pasa, nos prometemos que será la última, pero en la siguiente ocasión ocurrirá igual y la historia se repetirá con cualquier otra cosa.
Al igual que en la acrasia, puede existir la posición del individuo que NO QUIERA priorizar, ni hacer lo obligatorio, sustancial o inmediato. Naturalmente el que adopta esta posición, no es procrastinador, simplemente rechaza las presiones exteriores, no importándole nada las consecuencias de su actitud y no trata de retrasar nada, ni aunque fuera sine die, rechaza lo que la mayoría considera necesario, es decir, pasa...
Aplicado al golf, varios golpes malos en un día, nos llevan a decidir in situ que vamos a dar clase y entrenar, a partir de mañana, pero luego lo dejamos y al día siguiente lo mismo. El hoyo 19 nos ablanda o quizá un golpe bueno nos hace pensar que…ya está…lo tengo.
Somos acrásicos y procrastinadores, quizá, o no; pongamos empeño prioritario en mejorar nuestras realizaciones.
Naturalmente es aplicable a casi todas las cosas de la vida, pero empecemos por lo trascendental…nuestro caótico swing.
Pero realmente sería mejor intentar caminar hacia la perfección siempre? A veces? Nunca? O dejarnos llevar en general por las apetencias, aunque no nos producan mejora? Las dos opciones aplicadas con rigidez como filosofía de vida, pudieran ser aburridas…quizá…o no. Deberíamos hablar más a menudo con Némesis -diosa de la mesura-: ella pudiera darnos la clave.
En 1555, Carlos V al testar, incluyó los Países Bajos en la herencia de la rama española de los Habsburgo. Su sucesor, Felipe II, llevó a cabo una política impositiva dura en la zona, negando a los oriundos la participación en el gobierno, al contrario de como había venido sucediendo hasta entonces, en los Estados Provinciales y Estados Generales.Read More
En 1496 se llevó a cabo el matrimonio de Juana de Castilla y Felipe de Habsburgo, y en 1498 reclamó Felipe a su padre el gobierno de los Países Bajos que le correspondía por herencia -y que hasta entonces detentaba Maximiliano-, nombrando a Jean de Chalon su gobernador delegado hasta 1502.
Felipe de Habsburgo y Juana I de Castilla. Maestro de Affligem. 1500. Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica. Bruselas.
En 1504 murió Isabel la Católica, y Juana I de Castilla y su marido el archiduque Felipe el Hermoso, fueron llamados para hacerse cargo de la corona de Castilla y León, dejando como gobernador de los Países Bajos a Guillermo de Croy, que había sido nombrado en 1502, tras el cese de Chalón, hasta 1505.
Bajo el gobierno del arzobispo de Croy, los Países Bajos tuvieron un gran desarrollo económico, especialmente Ámsterdam que creció exponencialmente sobre todo en la última parte del siglo XV, llegando a ser el principal puerto comercial europeo.
El nacimiento de Carlos I en febrero de 1500, hijo de Juana de Castilla y Felipe de Habsburgo, tras el fallecimiento previo del hijo varón de los Reyes Católicos el infante Juan en 1497, heredero de la corona de Castilla –ya León era de Castilla- y Aragón y de su hermana mayor Isabel, heredera de los mismos reinos desde la muerte de su hermano Juan, y reina de Portugal, fallecida en 1498, y de su hijo y heredero a las coronas de Castilla, Aragón y Portugal, Miguel de la Paz en julio de 1500, estableció un futuro heredero, que lo sería de hecho, tras su mayoría de edad en 1515 y después de las muertes de su padre Felipe el Hermoso en 1506 y de su abuelo Fernando el Católico en 1516 –que casó con Germana de Foix y tuvo un hijo que hubiera sido el heredero de Aragón, pero murió al poco tiempo de nacer-, de las coronas de Castilla, Aragón, el ducado de Borgoña –con los Países Bajos que se llamarían españoles y que incluían el Franco Condado y el condado de Charoláis-, el condado de Flandes y las coronas de Nápoles, Sicilia y Cerdeña.
La gestión de los territorios del ducado de Borgoña fue detentada por Francia desde la derrota borgoñona de Nancy en 1477, tras la muerte de Carlos El Temerario sin hijos varones, aunque los Borgoñas seguían ostentando el título y revindicando permanentemente la recuperación de sus territorios, cosa que no ocurrió y ya en la paz de Cambrai en 1529, Carlos I renunciaba a poseer los territorios de Borgoña aunque no el título de Duque titular de ese nombre, pero los Países Bajos quedarían en la casa de Austria.
El Burgomaestre Jan van de Werbe, toma juramento a Carlos en los Estados Generales. Jan August Hendrik Leys -Henry Leys-. Museo Real de Bellas Artes de Bruselas.
Así se llegó al 5 de enero de 1515, donde Carlos de Habsburgo fue nombrado en la gran sala del palacio de Bruselas por los Estados Generales, Señor de los Países Bajos…sed buenos y leales súbditos y yo seré para vosotros un buen príncipe.
Carlos era Rey de España, Rey o Señor de numerosos territorios en Centroeuropa y en Italia poseía las coronas de Milán –ducado-, Nápoles y Sicilia –reinos-, zonas tan amplias en una Europa convulsa, que le obligaron a organizar fuerzas militares que proporcionasen a su Imperio, seguridad, capacidad de defenderse y control ante sus enemigos.
Pronto, con la coronación de Carlos en 1520 como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en Aquisgrán, a donde llegó con tres mil infantes –alabarderos, arcabuceros y piqueros-, tras el juramento ego volo -sí quiero– comprometiéndose a defender la cristiandad y la aceptación fiat -hágase, sea- por tres veces, de su nombramiento por el pueblo , crecieron sus responsabilidades militares y de gobierno.
Carlos I en la batalla de Mühlberg. Tiziano Veccelio di Gregorio -Tiziano-. 1548. 335 x 283 cm. Óleo sobre lienzo. . Museo del Prado. Madrid.
La necesidad de unas fuerzas organizadas y de élite, dieron paso a la creación de los Tercios españoles que fueron considerados los herederos de las legiones romanas, con voluntarios profesionales, armados con picas, arcabuces y mosquetes, que constituyeron la mejor infantería europea durante 152 años, con la Cruz de Borgoña en la espalda con los mejores soldados veteranos, liderados por los mejores mandos, todos leales a la corona española, a la fe católica y con gran sentido del honor. La movilidad y capacidad de maniobra de las primeras filas de arcabuceros, la capacidad de fuego de los mosquetes y las picas con su moharra, podían moverse como gigantescos erizos de acero madera y cuero.
Cruz de Borgoña, estandarte que llevaban los Tercios españoles desde 1525 y que quedaría como enseña para los ejércitos españoles en las banderas coronelas de los ejércitos.
Las primeras manifestaciones de la puesta en marcha de los Tercios son, una disposición imperial de 1534 y una instrucción del tesoro de 1536 en Génova, que hablan de las primeras redistribuciones de fuerzas en Italia, creando tres Tercios, el de Sicilia, el de Nápoles y el de Lombardía, llamados los Tercios Viejos.Más tarde se constituyeron los Tercios de Cerdeña y Galeras. El Tercio –tres coronelías y cada una de ellas, cuatro compañías- era una unidad administrativa con un estado mayor, que se creó, para resolver el problema administrativo de gestión del instrumento militar, que era utilizado fraccionado en número determinado de compañías sueltas o no, para defender a los vasallos de la corona española, fundamentalmente de los franceses –Francisco I de Valois et Angoulême– y sus aliados, y más tarde de los turcos –Solimán el Magnífico hijo del sultán otomano Selim I-.
Los Tercios de Flandes por su parte estuvieron activos entre 1567 y 1706. Variaron de 10.000 efectivos en 1567 a 86.200 en 1574 y cerca de 50.000 en 1607. Durante la guerra de los 80 años –7 Provincias de los Países Bajos contra el Rey de España desde 1568 a 1648- entre 65.000 y 85.000 efectivos de origen alemán, valones, y pequeños contingentes españoles, italianos, borgoñones y británicos.
Sargento, arcabucero y piquero de la época de Carlos I.
Para desplazarse desde España a Flandes, al no poder atravesar Francia ni sus inmediaciones, las tropas iban a Valencia o Barcelona y por mar llegaban a Nápoles o Sicilia. Allí se unían los contingentes italianos, para remontar después a pie Italia y atravesar los Alpes hacia Suiza, continuando hacia el norte siguiendo el curso del Rin, lo que se llamó el Camino Español. El elevado coste de poner un soldado de España en Flandes, dio lugar a la expresión poner una pica en Flandes.
En 1555, Carlos V al testar, incluyó los Países Bajos en la herencia de la rama española de los Habsburgo. Su sucesor, Felipe II, llevó a cabo una política impositiva dura en la zona, negando a los oriundos, la participación en el gobierno, como venía sucediendo con los Estados Provinciales y Estados Generales.
En el año 59 a.C. llegaron los romanos a la zona de los actuales Países Bajos, que en toda su amplitud constituyó la provincia de Germania. La parte noroeste -en la llanura del mar del norte- era una región poco poblada, y los cuatro siglos de dominación romana dieron lugar al nacimiento de tres pueblos: sajones neerlandeses, germánicos frisones, y francos. Los descendientes de los francos salios –los francos que habitaron en el valle inferior del Rin- llegaron a dominar la zona que luego constituirían los Países Bajos. Así transcurrieron los años, en manos de familias nobles, hasta la creación de la dinastía merovingia –los últimos de esta dinastía fueron denominados reyes holgazanes- que reinó entre los siglos V al VIII en las actuales Francia, Bélgica y parte de Alemania hasta el año 751, en el que Childerico III fue destronado por su mayordomo Pipino el Breve –hijo de Carlos Martel, el vencedor en Poitiers del valí de Al Andalus- que reinó hasta 768, año de su muerte. Le sucedieron sus dos hijos Carlomagno y Carloman. Este último, se retiró a un monasterio y murió joven, quedando Carlomagno único heredero.
El imperio carolingio creado por Carlomagno y sellado por el Papa León III en la Navidad del año 800, fecha en la que le coronó emperador, duró hasta la muerte de su hijo Ludovico Pio –Luís el Piadoso- en 840. Por el tratado de Verdún en 834 -antes de su muerte-, el imperio lo dividió Ludovico entre sus tres hijos: Luis Lotario, emperador desde 817 de los territorios Francos centrales e Italia, Luis el Germánico que reinó en los territorios Francos del este (origen del Sacro Imperio Romano Germánico, actual Alemania) y Carlos el Calvo que heredó los territorios Francos del oeste, la actual Francia.
Con luchas entre familias, adhesiones al Papa para el mantenimiento del Imperio Romano Germánico y revueltas de nobles, Carlos el Gordo en 887 logró reunificar la mayor parte del Imperio Carolingio, pero a su muerte volvieron las auto proclamaciones y la división de los reinos, siendo proclamado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico por el Papa Juan XII, OTÓN I el Grande –rey de lo que hoy es Alemania- en 962.
Desde los años 800 a 1000 los vikingos atacaron la zona de los Países Bajos con asiduidad y gran crueldad hasta que en 920 Enrique I de Alemania liberó Utrecht de los nórdicos, y a partir de ahí los alemanes dominaron los Países Bajos, aunque el emperador incapaz de mantener la unidad política, por falta de autoridad y liderazgo, y sin poder proteger a sus vasallos de los ataques de los nórdicos, fue el responsable de que las ciudades se fueran independizando, transformando los gobernantes locales sus condados y ducados en reinos privados, dando paso al feudalismo en Europa. En el año 987, murió el último rey de los reinos del oeste de la dinastía carolingia, Luis V de Francia “El Holgazán”.
Mapa de los Países Bajos año 50 d. C. El león de Claes parece perfilado con estos contornos.
Leo Belgicus, un mapa de los Países Bajos, dibujado sobre la forma de un león, por Claes Jansz también conocido por Nicolas Joannes Piscator. 1609.
Desde ese momento, los Países Bajos, que entonces eran diecisiete provincias, en lo que hoy es Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos (Holanda), fueron gobernados por los señores feudales de la zona: el duque de Güeldres, el duque de Brabante -flamenco-, y el obispo de Utrecht, manteniéndose Frisia y Groninga como feudos independientes. Años más tarde, los frisios fueron derrotados por los mercenarios lansquenetes alemanes del duque Alberto de Sajonia- MeyBen, pasando a ser sus vasallos.
Entre 1384 y 1477 la región fue siendo sometida por el ducado de Borgoña, básicamente por Felipe el Calvo, Juan Sin Miedo y su hijo Felipe III el Bueno. Conquistaron Flandes –Bélgica- y los Países Bajos: en 1421 el condado de Namur, en 1437 el ducado de Güeldres, en 1439 los ducados de Brabante y Limburgo y los condados de Holanda, Hainaut y Zelanda, y en 1441 el ducado de Luxemburgo.
En esta época nace en la región la conciencia de nación. Los nobles de la zona pidieron al duque de Borgoña Felipe III el Bueno, que anexionara a sus posesiones las zonas que aún no lo estaban; es decir ofrecieron el vasallaje pidiendo su protección. Estas tierras permanecieron bajo control de Borgoña hasta que Carlos V, heredero de las tierras borgoñonas y miembro de la dinastía Habsburgo, las convirtió en posesiones españolas en 1516. Esto no satisfizo en absoluto a los flamencos, que vieron como los privilegios de la zona minoraban o desaparecían, considerando la gestión española, poco menos que inaceptable. A Felipe III de Borgoña le sucedió Carlos I el Temerario, y a éste su hija María de Borgoña, madre de Felipe el Hermoso.
Felipe III el Bueno.
Carlos I el Temerario : Casa de Valois- Borgoña. Duque de Borgoña, Brabante, Limburgo, Lothier y Luxemburgo. Marqués de Namur. Conde de Artois, Flandes, Hainaut, Holanda y Zelanda.
Siendo Federico II de Habsburgo, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, al fallecimiento en 1482 de María de Borgoña –titular del ducado de ese nombre-, mujer de Maximiliano de Habsburgo hijo de Federico II –rey de Romanos-, le sucedió su hijo Felipe el Hermoso en la titularidad del ducado. Hasta su mayoría de edad, fue regente de los Países Bajos su padre Maximiliano, utilizando para el gobierno delegados, por no estar presente en la zona: Engilberto de Nassau en 1485 y 1486 y Alberto de Sajonia entre 1489 y 1494.
Por el tratado de Senils en 1493, los Habsburgo, herederos de la casa Valois–Borgoña cobraron para propiedad de su familia, el ducado de Borgoña, que hasta entonces estaba en su poder, pero no como propiedad de la familia Habsburgo, sino como patrimonio aportado por el Borgoña titular por matrimonio y posterior herencia, al casarse la heredera y futura propietaria del ducado, María de Borgoña con Maximiliano I de Habsburgo.
María de Borgoña y Maximiliano I de Habsburgo.
Felipe I el Hermoso, futuro rey de Castilla jure uxoris.
A la muerte del emperador Federico II, los Estados Generales de los Países Bajos, formalizaron la mayoría de edad de Felipe el Hermoso -heredero por su madre de los Países Bajos- en 1494, aunque Maximiliano I su padre, mantuvo el gobierno del condado en nombre de su hijo hasta 1498.
En la mitología clásica Neptuno –Poseidón griego– es el hijo mayor de los dioses Saturno – Crono– y Ops –Rea–, y hermano de Júpiter –Zeus– y Plutón –Hades–, en las mitologías romana y griega respectivamente.Read More
Lo que hoy se conoce como el Salón del Prado fue una vaguada sobre la que corría el arroyo bajo del Abroñigal (también llamado de la Castellana). Esta vaguada fue uno de los prados del Común o concejiles de la Villa desde la Edad Media y se componía de dos partes: Read More