Diana y sus flechas en la Gran Vía madrileña. El AVE FENIX en Madrid. Parte 2.
En 1864 se fundaba en Madrid la sociedad El Fénix Español, Compañía de Seguros Reunidos, que en 1877 absorbería a otra empresa fundada en 1856, La Unión, tomando el nombre corporativo de La Unión y el Fénix Español. La empresa de seguros resultante se propuso tener un inmueble en cada población importante de España, y siempre que fuera posible, rematado con un grupo escultórico emblema de la Compañía, un Ave Fénix. La sociedad con el tiempo desapareció, pasando a formar parte del grupo Allianz, aunque la mayor parte de los edificios que se adornaron con la emblemática escultura, aún la conservan.
Isaac Pereire, principal fundador de la Compañía El Fénix Español Compañía de Seguros Reunidos, era nieto del español Jacobo Rodríguez Pereira. Nació en Burdeos en 1806 y afrancesó su apellido a Pereire. Hombre emprendedor, participó también en otras empresas españolas, como el Ferrocarril del Norte, las primeras explotaciones industriales del gas, y en el Crédito Mobiliario, entidad bancaria de la que procedió Banesto, hoy también inexistente, tras fusionarse por absorción con el Banco de Santander.
Aunque en realidad no se conocen las razones que motivaron a bautizar la sociedad con el nombre de El Fénix Español, es de suponer que, fue por un lado producto de la atmósfera neoclásica y por tanto mitologista del momento, y de que los riesgos inmobiliarios más graves en esa época, eran los incendios. Una sociedad familiarizada con el mundo de las alegorías clásicas, es lógico, que se recreara en la relación entre el ave Fénix y la idea del seguro.
Según Herodoto, el ave Fénix es un animal fabuloso y sagrado que, aunque de nombre griego, se suponía existente en Egipto. Se aseguraba que tenía el tamaño de un águila y el plumaje lleno de vistosidad, sobre todo en las alas que lucían plumas tornasoladas, doradas y rojas. Parece ser que el Fénix viene de Arabia, donde pasa temporadas y cuando se le muere el padre lo perfuma con mirra y trae su cadáver a Egipto, colgado de su corvo pico potente, para enterrarlo en el atrio del Templo del Sol. Allí acostumbra a suicidarse sobre la tumba, quemándose en una pira o candelada; con la milagrosa especialidad de que cuando queda reducido a cenizas, éstas se agitan al poco tiempo y de ellas nace una especie de gusano que muy pronto se convierte de nuevo en la misma ave.
El Ave Fénix en Las Crónicas de Núremberg.
Miniatura del Ave Fénix en el Bestiario de Aberdeen.
Un pájaro que moría y que renacía de sus cenizas podría ser emblema de la salvación y superación las catástrofes: las casas y propiedades podrían ser rehechas tras la devastación por el fuego. Recordar también, que el fuego era una de las principales preocupaciones de constructores, compradores y funcionarios municipales (recordar como algunos edificios antiguos de las grandes ciudades, rezan en sus portales ASEGURADA DE INCENDIOS).
Para dar mayor velocidad y estética al mito, se suprimió el gusano intermedio y se bosquejó un ave aguileña con las alas muy abiertas y el pico cortando el viento, surgiendo de un fuego misterioso, simbólico y divino, generado sin los embarazosos, para una escultura, carbón ni madera, que lucharía contra todos los riesgos y catástrofes a los que un Seguro podría enfrentarse.
Al fundarse la compañía El Fénix Español, se instaló en un piso de la casa número 47 de la calle de Jacometrezo –Jacome da Trezzo, escultor y medallista que trabajó para Carlos V, Felipe II y María I Tudor-, de Madrid. Este edificio y otros anexos fueron destruidos en la construcción de la actual plaza del Callao. De aquí pasó la Compañía en el año 1870 a ocupar otro local situado en el paseo de Recoletos número 9, que pertenecía al Crédito Mobiliario Español -posteriormente Banesto-, del mismo grupo empresarial, permaneciendo allí hasta 1878 -un año después de la fusión por absorción para ser La Unión y el Fénix Español-, fecha en la que se trasladó a la calle Salustiano Olózaga n.º 1, en un ala del edificio Banco Hipotecario de España. En junio de 1910, pasó a ocupar ya locales propios en el magnífico, bellísimo y emblemático edificio de la calle Alcalá número 39, esquina a Caballero de Gracia.
El proyecto de este edificio lo realizaron Jules Fevrier y su hijo Raymond en 1906 y la construcción entre 1907 y 1910 fue llevada a cabo por Luis Esteve Fernández-Caballero. Al edificio que estuvo en ese solar, anterior al de La Unión y el Fénix, le denominaron la casa del ataúd por la forma del solar, en un lugar que a comienzos del siglo XX, era el más importante del Madrid. Al nuevo edificio se le quería dar un carácter emblemático, rematando el edificio con una magnífica rotonda con columnas corintias y entablamentos con grupos escultóricos de famosos artistas, entre ellos Benlliure. Fue uno de los primeros edificios madrileños construidos en hormigón, pero en lugar de manifestar exteriormente este rasgo de modernidad, se disimuló, y el hormigón fue revestido de piedra caliza para los paramentos, y pizarra y cinc para cúpulas y mansardas.
Es de estilo eclecticista/historicista del II Imperio Francés, que mezcla el neobarroco con algún toque decorativo modernista. Su aspecto encaja en el estilo francés por la combinación de lo arquitectónico y lo escultórico. Predomina el color blanco de la piedra caliza y del estucado que imita a este material, empleado en paramentos y elementos decorativos arquitectónicos y escultóricos. Sobre la claridad de la fachada, resalta el bronce de la rejería de balcones y puertas y el negro de la pizarra de las mansardas superiores y de la cúpula. Espectacular el pan de oro -30.000 panes- de 24 quilates de la cúpula, que brilla sobre la pizarra.
La rotonda es lo más espectacular del edificio. El poderla contemplar desde casi todos los ángulos, la hace perfecta como símbolo. Su estructura se remata en el último tramo con una bellísima cúpula coronada con una escultura.
Los escultores que realizaron la función decorativa, absolutamente acorde con el edificio fueron: René Saint-Marceaux –Ave Fénix con joven–, Paul Landowski, Lambert Escaler -o De Lamhert-, Pedro Estany y Mariano Benlliure.
Para rematar este nuevo edificio, sede desde 1911 a 1972 de la compañía, se reconsidero el símbolo del Ave Fénix. Cincuenta años después, la sociedad era menos neoclásica y mitológica que cuando se fundó, más pragmática y deportiva. Se le encargó el estudio en 1911 al escultor francés René de Saint-Marceaux, quien completó el emblema anterior con una composición escultórica que presenta a un joven, hermoso y prometedor, sentado en una de las alas del Fénix levantando un brazo, imagen que, a la sociedad de la época, admiradora de la belleza física y efebocrática, la embelesó, proporcionando además una imagen de confianza que era lo que se pretendía.
Muchos años más tarde, en 1989, se pensó con la mentalidad de 78 años después, en el verdadero significado de la escultura diseñada por René de Saint-Marceaux. Su contenido iconográfico estricto lleva a la conclusión, de que lo allí representado no es el mito del Ave Fénix, sino el rapto de Ganímedes por Zeus, pero sin abrazo del dios.
Ganímedes fue un hermoso y heroico príncipe troyano, que fue raptado por ZEUS en Frigia, lugar en donde recibía la educación rústica de su juventud, cuidando un rebaño de ovejas, cuando el dios lo vio, enamorándose de él instantáneamente, transformándose en águila a continuación, para llevarlo al Monte Olimpo.
Ganímedes era hijo del rey Tros -el que dio su nombre a la ciudad de Troya-. Su hermano Asáraco fue el bisabuelo de ENEAS, el héroe troyano progenitor del pueblo de Roma, a donde marchó al ser invadida Troya, la ciudad gobernada por el rey Príamo y conquistada por los griegos Menelao y Agamenón.
En el Olimpo, Zeus hizo a Ganimedes su compañero de lecho y copero -el que servía las bebidas- de los dioses-. Todos los dioses se alegraron al ver la belleza del joven, salvo la mujer de ZEUS, HERA. Su odio por el joven fue usado por la mitografía para justificar el odio de la diosa hacia los troyanos.
Más adelante Zeus, hizo a Ganimedes inmortal y lo ascendió al cielo como la constelación de ACUARIO –aguador/copero-.
Los padres de Ganímedes fueron recompensados por ZEUS con una viña de oro, obra de Vulcano, y dos caballos tan veloces que podían correr sobre el agua. Además, Hermes les comunicó la inmortalidad de su hijo.
Antonio Allegri da Correggio. El rapto de Ganímedes. 1531-1532. Óleo sobre lienzo. 163,5 x 70,5 cm. Museo de Historia del Arte de Viena.
Pedro Pablo Rubens. El rapto de Ganímedes. 1636-1638. Óleo sobre lienzo. 181x 87,3 cm. Museo del Prado. Madrid.
Quizá la modificación de René de Saint-Marceaux sobre el proyecto original del águila en solitario, residió en la búsqueda simbólica de una imagen del Ave Fénix que representara la unión entre las dos compañías –El Fénix Español y La Unión-, además de que la nueva iconografía completaría la idea de juventud y futuro, basándose entonces el escultor en la triunfante representación del rapto de Ganímedes, con matices, que llegó a mejorar la idea del Ave Fénix en solitario.
Al comprar en 1975 el edificio de la calle Alcalá 39 la compañía Metrópolis, cambió los nombres de la fachada y los logos de la rejería y se sustituyó el grupo escultórico de la Unión y el Fénix que remataba la cúpula, por una Victoria alada de Federico Coullaut Valera, autor de otras en Madrid, como las esculturas del monumento a Cervantes en la madrileña plaza de España.
10 años antes, La Unión y el Fénix Español, compró unos terrenos de dimensiones más que notables, para construir una sede social más moderna que se adaptara a los nuevos tiempos, . El arquitecto Luis Gutiérrez Soto ganó en 1964 el concurso convocado, pudiéndose trasladar las oficinas al nuevo edificio en 1972.
Al dejar La Unión y el Fénix Español el edificio de la calle Alcalá 39, esquina a Caballero de Gracia, en 1975, el grupo escultórico de la cúpula fue trasladado a los jardines del paseo de la Castellana 33, en donde permanece, aunque hoy en día la sede sea propiedad y domicilio oficial de Mutua Madrileña.
Para el nuevo edificio se construyó otro Ave Fénix, obra del escultor Julián Lozano -también autor de la cuadriga que remata el Arco del Triunfo de la Ciudad Universitaria, cerca de la plaza de la Moncloa en Madrid-.
Algunas esculturas más dedicadas al Ave Fénix pueblan los cielos de Madrid, unas con jinete y otras sin él, además de las dos de Castellana 33, todas provenientes de edificios que en su día fueron de la Unión y el Fénix.
En la esquina de las calles Virgen de los Peligros n.º 2 y Alcalá n.º 23, está el Hotel Petit Alcalá Torre, construido entre 1928 y 1931 como clínica de La Unión y el Fénix Español. Con sus doce pisos, fue uno de los primeros rascacielos de Madrid y hoy es un bonito hotel con un Ave Fénix sin jinete.
Junto a la plaza de Colón, con entrada por Castellana n.º 2 está el Hotel Gran Meliá Fénix. En los años 40, La Unión y el Fénix compró el edificio y le encargó al arquitecto Cánovas del Castillo la construcción de un hotel de lujo a la imagen y semejanza de los grandes hoteles de las ciudades europeas. En el interior se optó por el modelo con cúpula tipo jardín de invierno similar a la del Palace. Fuera, su fachada neoclásica rematada por el Fénix, con unas franjas rojas que pudieran simbolizar las cenizas de las que renacerá. También sin joven.
En el número 68 de la Gran Vía, está el edificio que la aseguradora AGF se quedó tras la absorción de la Unión y el Fénix tras su intervención. Se trata de un bloque de 11 plantas construido entre 1944 y 1947 por el arquitecto José María Díaz Plaja que forma chaflán con la calle García de Molina. Su principal seña de identidad es el torreón de tres pisos de su azotea, rematado por una gran cúpula negra, coronada a su vez por un Ave Fénix. Destaca tanto la majestuosidad del ave como la del hombre que hay encima, donde su anatomía está perfectamente resaltada, siguiendo la tendencia de la escultura clásica. Actualmente, el inmueble es propiedad del fondo de inversión estadounidense Oaktree, que se ha decantado por hacer una promoción residencial de primer nivel.
En la avenida del Llano Castellano n.º 17 existe un edificio que hoy alberga al Departamento de Aduanas e Impuestos Especiales del Ministerio de Hacienda. Fue una antigua propiedad de La Unión y el Fénix Español y está rematado con un Fénix cabalgado.
Otro Aves Fénix que hay en los cielos de Madrid, es el que se encuentra sobre el Edificio de Gran Vía 32, conocido como Edificio Madrid-París que se construyó entre los años 1920 y 1924.
Fue diseñado por Gaston Braive de la Societé d’Etudes et de Constructions, siendo readaptado en Madrid por Teodoro de Anasagasti Algán, encargado de dirigir los trabajos para albergar los primeros Grandes Almacenes madrileños.
Fue en el año 1956, siendo ya propiedad de la empresa de seguros La Unión y el Fénix Español, cuando se llevó a cabo la reforma más profunda que cambió para siempre el aspecto exterior de edificio. El arquitecto Fernando Cánovas del Castillo construyó dos nuevas plantas, la séptima y la octava, eliminó las pequeñas cúpulas que adornaban los extremos, e instaló, coronando el edificio, la escultura del Ave Fénix de Mariano Benlliure.
En 1988 el Grupo Prisa compró el edificio a la Unión y el Fénix Español, reformando las dos plantas superiores para ser ocupadas por la cadena SER. En el año 2008, el grupo PRISA vendió el inmueble a un consorcio liderado por Drago Capital y el Royal Bank of Scotland. En 2011, el Royal Bank vendió su participación a Drago Capital y al fondo canadiense PSP. A partir de ese momento comenzó un proceso que culminó en una profunda obra de remodelación que recuperó la utilidad inicial del edificio, el uso comercial, y puso de nuevo en valor el gran patio central, la bóveda y hasta la escalera imperial. En 2015, Drago Capital vendió el edificio a la sociedad patrimonial Grupo Pontegadea. Desde otoño de 2015, el edificio alberga los grandes almacenes PRIMARK.
En este último edificio, donde ahora está PRIMARK en Gran Vía 32, es en el que pondremos atención, para rematar la historia.
Música: Billie Holiday. Blue moon.
To be continued in part 3 an last.