Balenciaga y la pintura española.

Hace algunos meses, se pudo asistir a una exposición de la obra del insigne pintor de la luz Joaquín Sorolla, compartida, y de forma simultánea, por el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid y la Casa Museo Sorolla del paseo del General Martínez Campos 37 de la capital, denominada Sorolla y la moda.

Tuve la impresión de que la “ropa” fue utilizada como recurso para dar mayor enjundia a la muestra, que por lógica exponía solamente una pequeña parte de la obra del pintor de la luz. En el caso de Sorolla, al que le gustaba tanto la moda, pudiera entenderse que la interrelación entre su arte y la misma fuera motivo suficiente para exponer al lado de sus cuadros los vestidos, uniformes y trajes, similares o parecidos a los representados en los lienzos.

De nuevo y en el verano de 2019, el Thyssen presentó otra exposición temporal, Balenciaga y la pintura española, utilizando la obra del famoso, brillante y difunto modisto español -vasco- Cristóbal Balenciaga, para adornar -o ser adornada su obra por los lienzos- algunos cuadros de pintores de renombre de la historia del arte español, de entre los siglos XVI y XX, buscando quizá, algunos cuadros en los que la ropa del representado se pareciera, si acaso de manera remota, a un traje de Balenciaga -excepto en ocasiones-, situándolo en la muestra a su lado, o quizá como dice el relator/comisario de la muestra, haya sido para poner de relieve el que las obras de arte fueron una de las principales fuentes de inspiración del modisto.

Cristóbal Balenciaga, nacido en Guetaria -Guipúzcoa-, ha sido uno de los diseñadores de moda más admirados de todos los tiempos. Su madre, fue costurera de la marquesa viuda de Casa Torres, gran coleccionista de arte junto a su marido -abuelos de Fabiola de Mora y Aragón por parte materna (su madre Blanca de Aragón y Carrillo de Albornoz, marquesa de Casa Torres), reina de Bélgica.-, que en su Palacio de Vista Ona o Aldamar, de Guetaria, tuvieron una importante colección de pintura, que el gran diseñador pudo admirar con serenidad y sin premura, provocando en la marquesa -al ver el interés del joven Balenciaga- un deseo de mecenazgo hacia él, haciéndole comprender por otra parte el significado de la alta costura.

Palacio de Aldamar o Vista Ona, que desde 2011, y tras una importante remodelación, es sede de un museo dedicado a la obra del diseñador.

La curiosidad del joven aprendiz de diseñador por la belleza de los tejidos de los cuadros le ayudaría a impulsar su deseo de convertirse en couturier de alta costura, contaminándose con el estilo de los tejidos, encajes, colores, diseños y volúmenes de los vestidos de la alta sociedad de otra época.

Óleos de Velázquez y de El Greco del Museo del Prado, La Duquesa de Alba de blanco, de Goya -que está colgado habitualmente en el Palacio de Liria-, un Zurbarán -que ha sido prestado por la parroquia de Santa Bárbara de la Plaza de las Salesas de Madrid –donde se unen los brazos amorosos de Fernando VI con su reina Bárbara de Braganza-, y así hasta 55 cuadros de grandes maestros, han sido adornados en la sala de exposiciones temporales del Thyssen con 90 obras del diseñador vasco.

La exposición pasa de puntillas por 400 años de pintura española, comenzando con la influencia que pudieron tener en la juventud del modisto los cuadros que tantas veces pudo ver en el palacio de Aldemar, y que le impulsaron a diseñar vestidos de silueta infanta y derivados de esa época.

Murillo y Velázquez.

De El Greco, se inspiró en los colores de su variada paleta que, aunque algo fría, el modisto la llevó a colores más ardientes que la de los tejidos con los que el pintor vestía a sus santos. Balenciaga, extrajo del pintor cretense las texturas, turgencias y caídas de los mismos, empleando rasos de seda tornasolada, y satenes y tafetanes drapeados, con colores más vibrantes que los del pintor, pero de las mismas tonalidades.

Rincón con El Greco de protagonista.

San Andrés de El Greco junto a 2 vestidos de noche.

 

El Greco. Retrato de caballero.

Y del color variado, a su ausencia: el negro Balenciaga y sus simbolismos; en la época de los Borgoña –Habsburgo- españoles, se exportó la moda del negro a Europa. Felipe II acentuó el uso de este color, creyendo que era una forma de austeridad que le unía más a Dios, y Balenciaga creyó en la conexión entre el negro y la religiosidad, y sobre todo en ese color para el duelo, tiñendo de negro colecciones enteras cuando murió su madre; una famosa editora de una revista de moda, belleza y tendencias dijo en 1937, que los negros de Balenciaga eran tan profundos, que cualquier otro negro a su lado parecía gris. Y él, encontró en el negro la elegancia, la austeridad y la espiritualidad, porque para el modisto español, el negro no fue solo un color, fue un estado elemental, una materia vibrante, opaca o transparente, mate o brillante, que hacía jugar con la luz, y con la aparente sencillez de su corte.

.Juan Carreño de Miranda. Mariana de Austria viuda.

Alonso Sánchez Coello. Juana de Austria, princesa de Portugal

De la misma manera que primero los cuellos de encaje, y luego las gorgueras o lechuguillas blancas, daban suntuosidad a los atuendos negros en la corte de Felipe II (que posteriormente fueron eliminadas por pragmática sanción  de Felipe IV pasando al uso de la más sencilla valona,  la popular golilla y por último la cravate, como nos contaba en su siempre interesante post, Las Marcelinas, JAV), el maestro de Guetaria, supo contrastar los blancos del cuello con el negro de los atuendos, como el que aporta con un cuello de ganchillo blanco que puede verse en Flor de Santidad de Julio Romero de Torres, aplicado a un terciopelo negro de un déshabillé.

 

Julio Romero de Torres. Flor de santidad.

Los cuadros de flores de Juan Arellano, Benito Espinos o Gabriel de la Corte sirvieron de inspiración al modisto para crear ropas que parecieran jardines; de los bordados de los retratos de Ana de Austria o Isabel de Borbón, trasladó a los vestidos de noche, las lentejuelas, hilos de plata y oro, o láminas de acetato.

Gabriel de la Corte. Jarrón con flores.

Juan Van der Hamen y León. Ofrenda a Flora. Traje de noche dos piezas.

Bartolomé González Serrano. Ana de Austria. Conjunto de noche  dos piezas de 1962. 

Francisco de Zurbarán parece que también ejerció una fuerte influencia en el trabajo de Balenciaga, y con la admiración de éste por los hábitos sencillos de los monjes mercedarios, el artista con tan solo tres patrones creó piezas que transmitieron elegancia y misticismo, siendo utilizados básicamente para el diseño de vestidos de novia.

Destacan dos piezas en este apartado: el que hizo para Fabiola de Bélgica –de Mora y Aragón-, y el que diseñó para Carmen Martínez Bordiú –nieta de Franco- que fue el último que hizo el modisto, cuatro meses después de cerrar y unos meses antes de morir.

Obra de Zurbarán junto al traje de novia de Fabiola de Mora y Aragón.

Rincón de Zurbarán con color.

Santa Casilda de Zurbarán junto a conjunto de noche con abrigo en seda salvaje, brillando las sedas de la sobrefalda con intensidad sobre vestido con pedrería.

Francisco de Zurbarán. Santa Isabel de Portugal. 

Otra gran referencia para el couturier fue Francisco de Goya, del que Balenciaga fue influenciado por los elementos de su estética goyesca, de las majas y majos, y de las escenas de tauromaquia de sus cuadros, creando a partir de ahí, chaquetas bolero, y vestidos de encajes y transparencias, como el que se ve al lado del cuadro La duquesa de Alba de blanco.

Un espacio dedicado a Francisco de Goya. 

Carlos IV y María Luisa de Parma. Vestido de novia.

Francisco de Goya. El cardenal Luis María de Borbón y Vallabriga.

La Duquesa de Alba de blanco de Goya inspirando a Balenciaga. 

También Ignacio de Zuloaga fue admirado por el modisto. En 1952, presentó en una colección en Nueva York, un vestido de noche muy parecido al que lucía la decimoséptima duquesa de Alba –María del Rosario de Silva y Gurtubay– en un retrato del pintor vasco de 1921.

Óleo de Zuloaga representando a la XVII duquesa de Alba  y vestido de noche de Balenciaga.

También se inspiró en otros grandes pintores como Antonio María Esquivel, Ramón Casas, etc…

Antonio María Esquivel. Bailaora de flamenco.

Ramón Casas y Carbó. Julia.

Para el diseño de vestidos de noche entre 1947 y 1957 utilizó Balenciaga el polisón, transformando este elemento en un elegante lazo o una sofisticada cola que caía desde la cintura en grandes tablas.

El polisón –en français on dit polisson-, fue un armazón interior que reemplazó al miriñaque en 1870. Atado a la cintura bajo un par de enaguas, fue usado por las mujeres para conseguir que abultasen sus vestidos por detrás, pero cayendo rectos por delante, no como con el miriñaque, partout.  

Balenciaga, artista grande y único. Esta exposición se ha llevado a cabo en el Museo de Guetaria, Zaragoza y ahora en el Thyssen ¿No se vale la pintura por sí misma y en solitario, como gran espectáculo  en el  que que no es necesario introducir  otras bellas distracciones? Para mí, sí. CADA COSA POR SU LADO…o no…, no sé…

Música New York Jazz Lounge – Bar Jazz Classics     https://www.youtube.com/watch?v=_sI_Ps7JSEk