El monasterio de la Inmaculada Concepción, el palacio y el panteón de los Alba en Loeches. Parte 3.
Continúa de parte 2
Recordemos que a partir de la boda de Catalina Méndez de Haro con el X duque de Alba en 1688 -momento de la unión de las familias Alba y Olivares-, los duques fallecidos fueron enterrados en diferentes sitios. Por anecdótico, cabe señalar lo que rodea al enterramiento de la XIII duquesa de Alba, Doña María Teresa Pilar CAYETANA de Silva y Álvarez de Toledo, la famosa Cayetana de Goya, que en 1802 fue enterrada en la capilla de los Alba de la Iglesia de san Salvador (destruida en el siglo XIX, reconstruida y vuelta a destruir, y posteriormente unida a la de san Nicolás en la madrileña calle de Atocha, a la altura de Antón Martín, hoy parroquia de san Salvador y san Nicolás) y su sepultura fue exhumada en 1842, para su traslado al cementerio de la Sacramental de San Isidro de Madrid. Al sacar el cadáver del féretro, descubrieron que ambas piernas en su parte inferior habían sido cortadas. Se supone que fue por falta de longitud del féretro y necesidad urgente de exposición del cadáver en su palacio de Buenavista, inmediatamente expropiado, tras la muerte de la duquesa, por el ayuntamiento de Madrid y cedido en usufructo a Manuel Godoy que al parecer, de este modo, se vengó del marido de la duquesa ya muerto, el XVI duque de Medina Sidonia, D. José María Álvarez de Toledo y Pérez de Guzmán –con el que Godoy tenía una pésima relación–, de cuyo matrimonio no hubo descendencia.
Parroquia de san Salvador y san Nicolás de Madrid.
Los abuelos de esta duquesa –Cayetana–, Doña María Teresa Álvarez de Toledo y Haro –primera mujer que ostentó el título de duquesa de Alba con el ordinal XI – y El conde de Galve, D. Manuel José de Silva y Toledo tuvieron tres hijos.
El mayor, Fernando de Silva y Álvarez de Toledo heredó el ducado con el número de orden XII, y de su matrimonio con María Bernarda de Toledo y Portugal, nació un hijo varón, Francisco de Paula de Silva, que murió antes que su padre, pero Francisco de Paula dejó una hija que sería la XIII duquesa de Alba, CAYETANA.
La segunda hija, María Teresa de Silva y Álvarez de Toledo se casó en 1738 con Jacobo Fernando Fitz-James Stuart y Colón de Carvajal, III duque de Berwick, y aquí el entronque de los Olivares, Alba y Berwick.
CAYETANA y el XVI duque de Medina Sidonia, como se ha dicho, no tuvieron hijos, y a pesar de que la Duquesa en su testamento LIBRE dejó todo lo que pudo a su hija adoptada negra María de la Luz, a Javier de Goya y Bayeu –hijo de Goya–, a su primo y hermanastro Carlos Pignatelli de Aragón y Gonzaga y a sus criados y sirvientes, el patrimonio del mayorazgo de los Alba y Olivares pasó a Carlos Miguel Fitz-James Stuart y Silva, hijo de los mencionados en el párrafo ut supra que pasó a ser XIV duque de Alba al haber fallecido sus padres. Heredó casi todo el patrimonio, excepto el Palacio de Buenavista –hoy Cuartel General del Ejército– que se lo quedó Godoy y el palacio y complejo de la Moncloa, que se lo quedó Carlos IV. En su día, en los mentideros madrileños se comentaba que Cayetana fue envenenada por Godoy por orden de la reina María Luisa de Parma pero se ha comprobado que murió de meningoencefalitis.
Palacio de Buenavista. Madrid.
Palacio de La Moncloa. Madrid.
El título de I duque de Berwick fue concedido al hijo ilegítimo de Jacobo II de Inglaterra, vencedor en Almansa sobre los partidarios del archiduque Carlos en la guerra de sucesión a la corona española, a la muerte de Carlos II “el Hechizado”. Por esta victoria, Felipe V le colmó de honores, nombrándole duque de Liria y Jérica y con el Toisón de Oro. Contrajo matrimonio con Catalina Ventura Colón de Portugal, condesa de Veragua. Así, otros títulos importantes iban engrandeciendo esa Casa.
Primer duque de Berwick, de Liria y de Jérica.
El hijo heredero de Carlos Miguel Fitz-James, Jacobo Fitz-James Stuart y Ventimiglia, XV duque de Alba y VIII de Berwick en 1848 casó con María Francisca de Palafox Portocarrero y Kirkpatrick –Paca de Alba– que murió con 35 años en París y sus restos fueron trasladados a Madrid y enterrados en la ermita de Santa María la Antigua de Carabanchel.
María Francisca de Sales Palafox Portocarrero y Kirkpatrick, IX condesa de Montijo.
Su hermana, la emperatriz Eugenia de Montijo y el duque viudo, decidieron construir un mausoleo digno de la difunta. Inicialmente, se pensó en reformar la cripta en donde se encontraba enterrado el conde duque de Olivares en Loeches, bajo el altar de la iglesia del convento de las dominicas. Se encargó llevar a cabo el estudio a los arquitectos Alejandro Sureda y Adolf Ombrecht, pero finalmente se abandonó ese proyecto.
La emperatriz de los franceses Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick.
Continuará en parte 4 y última.
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