LA FINAL DE LA CHAMPIONS DE MILÁN 2016 REAL MADRID VS ATLÉTICO DE MADRID
Estaba con la moral futbolística baja, ya que la noche anterior al partido y esa mañana al ir al aeropuerto Adolfo Suárez, toda la prensa escrita, TV, radio, y persona con la que te pudieras cruzar, te contaban, sin tú preguntar nada, la victoria segura del Atlético de Madrid, e incluso el resultado final, de varios a cero, con el Real Madrid perdedor. Los motivos argumentales eran la preparación física, el secretismo de los últimos entrenamientos programados por el Cholo y el espíritu de equipo de unos, y el exceso vacacional, la flojera secular y el individualismo de los otros. En resumen, yo convencido que el Madrid perdería casi con seguridad, aunque de tanto en cuanto, una luz blanca iluminaba mis ojos, aunque no he sabido si fue debido a un desprendimiento del humor vítreo del ojo derecho, o a una señal divina. Viendo el empeño de unos y otros en la derrota del Madrid, viajé resignado para ver como mi equipo perdía el partido y se quedaba sólo con diez copas de Europa.
Cogí el avión a media mañana que me dejó en Malpensa algo después de las dos, tras un vuelo confortable de un par de horas. Tomé un taxi a la Piazza del DUOMO para ir a saludar a la Catedral, que un par de veces había visitado con fascinación hace algunos años, y tras una hora de viaje de tráfico muy denso, conseguí llegar a mi objetivo.
Piazza del Duomo. Milán.
El Duomo está situado en el centro-centro de Milán y su nombre es Santa María Nascente. De la plaza del Duomo donde se encuentra, salen las antiguas calles en forma radial, lo que habla de que ya en la antigüedad, fue el centro de la ciudad romana Mediolanum. El origen del actual Duomo fue la basílica de san Ambrosio que se construyó en este sitio a comienzos del siglo V, y después –en el año 836– se construyó la basílica de Santa María Maggiore y Santa Tecla en las proximidades. En 1075 fueron destruidos por el fuego los dos edificios, y se comenzó a decidir la construcción del Duomo.
Es la sede de la archidiócesis episcopal de Milán, de estilo gótico y la tercera iglesia más grande del mundo, tras la Basílica de San Pedro de Roma y la de Saint Paul de Londres, con 157 metros de largo, 92 de ancho, 11.000 metros cuadrados de planta, 108,5 metros su aguja más alta y capacidad para 40.000 personas.
Consta de cinco naves, una central y cuatro laterales, con más de cuarenta pilares, atravesada por un transepto o brazo corto de la cruz latina de la base, seguido por el coro y el ábside. La nave central tiene una altura de 45 metros. La construcción es de ladrillo, recubierto de mármol de Candoglia. Tiene 135 agujas y está rodeada por 3.400 estatuas y 96 gigantes de las gárgolas. Las minas de Candoglia están situadas sobre el lago Maggiore y el mármol fue transportado por el agua de la mina a través del puerto fluvial y los canales ideados por Leonardo da Vinci. Eso está en el actual barrio de Navigli (hoy en día sólo se conservan dos canales: Naviglio Grande y Naviglio Pavese), a 100 metros del emplazamiento de la obra, logística organizada y dirigida por el gran Leonardo da Vinci.
Comenzó la construcción en 1386 siendo arzobispo de Milán Antonio da Saluzzo y duque de Milán su primo Gian Galeazzo Visconti. Entre ambos supieron seducir al pueblo con bulas y otros productos para la salvación de las almas, que produjeron medios suficientes para poner en marcha la construcción, que se proyectó en estilo gótico radiante. Se nombró en 1389 arquitecto jefe a un francés –Nicolás de Bonaventure– que varió el estilo hacia el gótico clásico que era su especialidad.
Fueron pasando los siglos con la obra a medio hacer, unas veces por falta de ideas, otras de consenso y otras de fondos, hasta que llegó alguien capaz de cortar el nudo gordiano, Napoleón Bonaparte, que en 1805 cuando iba a ser coronado rey de Italia, ordenó que la fachada fuera terminada de forma inmediata y encomendó el trabajo al arquitecto Carlo Pellicani señalando que todos los gastos serían sufragados por el tesoro francés. En siete años se acabó la fachada, y naturalmente el estado francés no pago nada. Carlo Pellicani en agradecimiento al emperador, colocó una estatua del mismo en uno de los pináculos.
En los siguientes años se terminaron la mayoría de las estatuas, arcos y chapiteles. Los detalles finales de la catedral fueron terminados ya en el siglo XX. 1965 se considera como la fecha de finalización con la inauguración de la última puerta, quedando aún algunos bloques por esculpir.
Tras una visita de no más de una hora a la Catedral, salí para darme un paseo por el precioso barrio que está a diez minutos andando al este del Duomo, donde están las tiendas caras –no para comprar, claro– y buenos bares, zona conocida como el Quadrilatero della Moda entre las vías Montenapoleone , Della Spiga, Sant´ Andrea y Santo Spiritto, haciendo tiempo hasta la hora de partir para el estadio, entre las horas canónicas nona y vísperas, más cerca de la primera, ya que exigían estar temprano para lo de los registros de rigor, a la entrada. Tomé un taxi que me llevó callejeando por Saint Ambrogio y Santa María de la Grazie hasta salir a la SP11 y luego por la vía San Siro para llegar al estadio en no demasiado tiempo para lo que era el día.
Llegué al Giuseppe Meazza –San Siro– en la vía dei Piecolomini, al noroeste del centro, ya más animado por la belleza de esta ciudad del norte de Italia – segunda en población y en potencia industrial del país–, capital de la Lombardía, en la llanura padana, aún de día y con una tarde espléndida y luminosa que ayudó a que me sintiera mucho mejor, es decir, la victoria del Madrid ahora, parecía posible.
El ambiente entre las dos aficiones era estupendo, coloreadas las gradas de rojo y gualda, blanco y rojiblanco. El pitido inicial no se hizo esperar entrando el Madrid muy bien en el partido, pareciendo que lo iba a resolver en nada. Tras media hora de juego intenso y de gran nivel, terminó pidiendo a gritos la llegada del descanso, pues el Atlético apretaba seriamente. El gol del Madrid al cuarto de hora del inicio fue en fuera de juego, de difícil juicio, pero fuera de juego.
Empezó el segundo tiempo embarullado, con más empuje del Atlético y contras esporádicas del Madrid, alguna de las cuales podría haber acabado en gol.
El cambio de Augusto por Carrasco a medio partido, y la lesión de Carvajal unos minutos después, le dieron alas de fuego por la banda izquierda al Atleti, en la que un Danilo sin recursos se volvía loco con el extremo atlético y que fructificaron en un penalti de difícil veredicto –a mi juicio no lo fue– de un Pepe, oscuro, flojo futbolísticamente hablando y haciendo gala una vez más de un histrionismo estúpido, que Griezmann no convirtió, y de una jugada que terminó en magnífico gol de Carrasco cuando faltaban diez minutos. Después del gol, hubo un par de posibilidades ciertas del Madrid y alas para el Atlético, al que como siempre, hizo volar su entregada afición. Después, pareció que a los dos equipos les daba miedo desguarnecerse y se conformaban con la prórroga. Había sido grande el desgaste y la prórroga no fue sino un paseo hacia los penaltis.
No pude ver los penaltis, porque el único billete que pude conseguir para volver, era en un vuelo a las 01,30 y tuve que irme antes de los lanzamientos para no perder el avión. Al llegar al aeropuerto, en una pantalla de TV y sin saber lo que había pasado, deduje el resultado final, por el lenguaje gestual, que era de éxito de los blancos y de fracaso de los atléticos.
Destacaron por un lado y en sentido positivo Bale, Sergio Ramos y Casemiro y por el lado de nada de nada Cristiano, Benzema y más nada y tonto, Pepe. Por el otro Carrasco –estupendo–, Gabi y Oblack por el lado positivo y nadie sustancialmente en el negativo, haciendo yo un esfuerzo para no dejar sólo a Torres en el apartado de Pepe.
Después del partido daba la impresión de que el Madrid –como siempre de sobrado– había ido a Milán a dedicarse a ganar y el Atleti a confirmar y salvar su personaje e imagen de ganador de chucherías parciales, y perdedor de grandes premios y sufridor eterno. Pues no, el Atlético pudo ganar, y además bien, pero no lo hizo. Pero nadie le debe nada. Los partidos hay que ganarlos.
Sufrí atascos de emoción o de mes mayo al ver la tristeza -cada día me gusta menos ver sufrir- de los atléticos. No me hubiera sentido así, si hubiera perdido mi equipo, desde luego. Hubiera dicho: hay que correr más…
Esa noche viví con desasosiego al ver a algunos atléticos de familia y amigos, de los que son muy trascendentes con lo del fútbol, tan apesadumbrados y afectados por la derrota. Volví de Milán, poniendo whatsapp de consuelo a algún forofo de los que se morían, y al filo del amanecer conseguí conciliar el sueño, apretando mi corazón partido y al mismo tiempo feliz, contra el suelo de mi querida Tierra.
Ocurrió otra vez más, lo que es y será en el Orden Natural de estas cosas. Los blancos más críticos con los suyos siempre y menos húmedos, aunque a menudo victoriosos, y los rojiblancos más amorosos, incondicionales y llorosos, y con frecuencia vencidos en las grandes citas. Al Atleti le pesó más la urgencia de la victoria que la necesidad de la misma.
Las aficiones de los dos equipos estuvieron increíbles, aunque hubo quien puso en circulación el tráfico de sentimientos baratos que en algún momento, pueden ser considerados trascendentes por alguien. A veces nos dejamos llevar por el odio de lo intrascendente y eso es irresponsable e inmaduro.
Uno de los fines del éxito probablemente sea casi siempre, el que después de la consecución de la victoria, se seguirá durante largo tiempo hablando del resultado final, sin importar el camino para conseguirla, y adaptando éste resultado a la historia deseada, importando nada la auténtica verdad de lo vivido. Tenemos además que tener en cuenta que las verdades triunfan infinitamente menos que las mentiras, porque las primeras no intentan nunca imponerse por la fuerza o por el miedo.
Enhorabuena a las dos aficiones y a los equipos, que en dos de los tres últimos años, han estado en la final de la Champions. Un beso con sabor a afecto o a pasión, pero beso, para las aficionadas de los dos equipos, y abrazo ligero para ellos.
Como comentarios finales, un apartado para Juanfran, luchador donde los haya, jugador que siempre hace gala de su profesionalidad y pundonor. Falló un penalti y nadie hubiera imaginado que, a ese hombre recio, serio y feo, que siempre ha intentado no mostrarse demasiado emocionado delante de nadie, le subiera el calor del alma que hizo que le temblara incontroladamente el labio y que un chorro de lágrimas cayera de sus ojos escondiéndose en los senderos de su barba algo rala. ¡Grande Juanfran!
Y para terminar, y antes de algún comentario sobre lo de Simeone, decir que tengo noticia de que el Barcelona a instancia de Gerardo –el que sabe dónde todo empieza– ha propuesto a la FIFA una Champions de perder copas, a ver si así puede pillar al Madrid en los próximos 50 años.
El Cholo ¿Calentón argentino? ¿Se Va? ¿Se Queda?
Supongo que los ánimos volvieron a los atléticos pronto, pero enseguida sufrieron un nuevo mordisco en su alma atlética: las dudas y temores ante la incertidumbre de si el Cholo se va o se queda.
El propietario del Inter de Milán, el indonesio Thohir desea firmemente que Diego Pablo Simeone sea el entrenador de su equipo, equipo al que fue traspasado el Cholo cuando jugaba en el Atlético de Madrid, y le ofrece 100 millones de euros en cinco temporadas, es decir a razón de 20 millones por año.
El Inter de Milán no sólo está dispuesto a hacer una inversión en su fichaje sino que además está dispuesto a poner todo el dinero que haga falta para hacer la plantilla que el Cholo desee.
Cuando el Cholo viajó a Milán para preparar esta final -sospechoso- vivió los recuerdos de su etapa en el Inter y él no oculta que en el futuro entrenará al Inter, pensando además que el fútbol italiano es el más auténtico.
Yo creo que Simeone fracasará manejando egos de grandes estrellas pero…¿Qué pasará? Yo creo que ya está todo hecho.
Al que no conozca Milano…muy recomendable. Hay vuelos de 45 euros, aunque los hoteles son peores y más caros que los de España, pero tampoco son necesarias las mil estrellas.
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3 comments:
a) Leí u oí algo parecido a esto y con lo cual estoy totalmente de acuerdo: Cuando en España se llora por el fútbol y no por los problemas que vivimos, tenemos un problema.
b)Siempre se han comentado los valores que aporta el deporte. No creo que el fútbol esté trasmitiendo esos valores. Para mí que les ha desvirtualizado por completo.
c) Oído a varios jugadores y a algún entrenador: No me importaría ganar aunque fuera de penalti injusto en el último minuto o un gol en fuera de juego. Después de esto los comentarios y lamentaciones sobran. ESTO ES LO QUE ES…
Gracias por tu imparcialidad, pero los del Atleti, con la afición y el amor que tenemos a nuestros colores, ya estamos pensando en volver, seguir peleando con los grandes, vencerlos en grandes batallas, aunque hemos vuelto a perder la guerra, pero recuerda amigo José, no hay dos sin tres, y al final ganaremos esta guerra, que lleva traumatizando por tres veces nuestra memoria.
La musica acertada, como casi todo en ti. Enhorabuena.
gracias por tus buenas palabras para el atlético de madrid, me apunto a lo que tú haces tan bien: buscar en el fondo del armario las mejores cosas de todo. Yo también estoy con lo de Carrasco…quizás antes ……
Carlos Perez
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sáb 22:31
Usted
Es una suerte tener estas experiencias en la vida y un prodigio poder contarlas con este buen verbo. Otra vez la vida nos demuestra que a los grandes siempre hay que tenerles un plus de respeto, de lo contrario…