LA GRAN Y FELICÍSIMA ARMADA ESPAÑOLA. Parte 1.
La armada española que partió de Lisboa en agosto de 1588 para desembarcar en Inglaterra, fue llamada peyorativamente La Invencible por los ingleses, por considerar éstos que Felipe II tuvo una actitud muy arrogante y un exceso de confianza no justificado en su seguro éxito. Lo cierto es, que el término fue acuñado por William Cecil, primer barón de Burghley, que buscó realzar la resistencia inglesa frente a una flota mayor –tampoco fue cierto-, y ese adjetivo, empleado con habitualidad por los historiadores, quedó así para siempre: la verdadera denominación española de esa flota fue la Gran y Felicísima Armada.
Haremos un rápido repaso de la situación de las casas reinantes de España, Inglaterra y Portugal por aquel entonces, y los motivos de la guerra hispano-inglesa de 1585-1604.
Enrique VII de Inglaterra, casado con Isabel de York tuvo cinco hijos: Arturo el heredero, Margarita –esposa de Jacobo IV de Escocia y por tanto abuela de María I Estuardo reina de Escocia que fue madre del rey Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia-, Enrique –luego sería VIII de Inglaterra-, María y Catalina.
Enrique VII de Inglaterra.
Arturo, hombre enfermizo, casó con Catalina de Aragón –la hija menor de los Reyes Católicos- pero el matrimonio no llegó a consumarse. A la muerte de Arturo y tras un intento inútil de Enrique VII, ya viudo, de casarse con su nuera, Catalina fue casada con el tercer hijo, Enrique, que ascendió posteriormente al trono inglés con el ordinal VIII: de este matrimonio nació María Tudor.
Enrique se divorció de Catalina, para lo que tuvo que separarse de la Iglesia Católica, fundando la Iglesia Anglicana, que luego sería protestante, y se casó con Ana Bolena con la que tuvo otra hija, Isabel. A esta segunda mujer Ana, mandó decapitarla, ya que debió considerarlo más sencillo y soportable que otro divorcio, casándose cuatro veces más, naciendo de su tercer matrimonio con Juana Seymour, su único hijo varón Eduardo que le sucedería con el ordinal VI, que reinó entre 1547 y 1553. A la muerte de Eduardo VI, la corona pasó a su hermanastra María I Tudor, prima hermana de Carlos I y segunda mujer y tía de Felipe II de España, que reinó desde 1553 a 1558; reina muy católica, que trató de deshacer lo que su padre había creado en relación con el protestantismo, acosando a los seguidores de este movimiento a sangre y fuego, siendo conocida con el sobrenombre de Bloody Mary.
Corte de Enrique VIII de Inglaterra.
A su muerte fue sucedida en el trono por su hermanastra bastarda Isabel I Tudor, la Reina Virgen –aunque eso fuera una paradoja, o por eso-, que reinó hasta 1603.
Isabel I , “La reina virgen”.
Isabel I, celosa del poder que in crescendo iban acumulando los Habsburgo –especialmente Carlos I-, comenzó a atosigar a la Corona española desde todos los frentes posibles.
La herencia recibida por Felipe II de la corona de Portugal –por ser hijo de Isabel de Portugal-, el 16 de octubre de 1581 en el castillo de Tomar -anexo al Convento templario de Cristo-, tras la batalla de Alcántara, en la que el Duque de Alba derrotó a las fuerzas del otro aspirante Antonio Prior de Crato, apoyado por la Corona inglesa, incitó aún más a Isabel a intentar desgastar al imperio español, poseedor de las Américas, Portugal, España y los Países Bajos, y como remate, la toma de Amberes por los Tercios españoles, poseyendo además los Habsburgo la corona del Sacro Imperio Romano Germánico en la persona de Maximiliano II de Habsburgo, primo hermano de Felipe II, hijo de su tío Fernando -nacido en Alcalá de Henares-, primero Rey de Romanos, y después Emperador del Sacro Imperio y rey de Hungría y Bohemia, y archiduque de Austria; además, Felipe II había firmado en 1584 con Francia representada por el Duque de Guisa, el tratado de Joinville con la Santa Liga de París, para combatir el protestantismo.
Por todo ello, Isabel hizo que su apoyo a los rebeldes holandeses fuera si cabía, más firme –firmó el Tratado de Nonsuch en 1585, pactando una alianza militar anglo-holandesa contra España- enviando 7000 efectivos a la Unión de Utrecht, con armas y ayuda económica en la medida de sus posibilidades.
En 1585, y llevando ya Isabel 28 años de reinado y como consecuencia de los constantes ataques de los corsarios ingleses a la flota española, especialmente a los barcos que venían cargados de riquezas de América, y del constante apoyo inglés a las revueltas de las Siete Provincias Unidas de la Unión de Utrecht –las siete provincias rebeldes de los Países Bajos españoles ya que las otras diez de la Unión de Arras permanecieron leales inicialmente a la Corona española- enfrentadas a España en la guerra de los 80 años, se desataron las hostilidades entre Inglaterra y España, dando comienzo la guerra anglo-española en 1585, que duraría 19 años.
A partir de ahí, Isabel I le dio a Sir Francis Drake el mando de una flota, con la misión de atacar los territorios españoles en las Indias, sus rutas comerciales y los objetivos inopinados que fueran surgiendo y viera factible su consecución, además de aumentar su apoyo con fuerzas y ayuda económica a los rebeldes de las Provincias Unidas de la Unión de Utrecht, intensificando la persecución sangrienta a los católicos en Inglaterra y Escocia.
Drake zarpó al mando de una flota de 21 naves y 2.000 hombres, para hostigar las costas de España y Portugal, marchando luego a las Indias. Saqueó Bayona de Galicia y atacó sin éxito a puertos de las islas Canarias, desde tomaría rumbo a las Indias, después de atacar barcos en La Palma, El Hierro e incendiado Santiago en Cabo Verde.
En los primeros días de 1586, llegó a la isla de La Española, tomando con más de 1.000 hombres Santo Domingo, pidiendo por su liberación un rescate de 25.000 ducados, y tras recibirlos, abandonó la ciudad incendiándola parcialmente. Lo mismo hizo con Cartagena de Indias a cambio de 107.000 ducados.
Tras declararse en su flota una epidemia de fiebre amarilla, regresó a Portsmouth, no sin antes incendiar varias ciudades que le cogieron al paso.
Mientras Inglaterra luchaba sólo contra España, los españoles tuvieron que pelear en muchos frentes , teniendo que mantener el Imperio hispano-portugués, combatiendo simultáneamente contra Francia, Inglaterra, las Provincias Unidas de la Unión de Utrecht y el Islam.
To be continued in part 2.
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Muy agradable el relato. un abrazo.