Son las cosas de la vía, son las cosas del queré. Parte 3.
Intenté despertarme pellizcándome en el brazo, pero me dolió el fuerte apretón, reflexionando sobre el absurdo que vivíamos, viendo de nuevo al abanderado skater pasar a nuestro lado a toda velocidad, sin mirarnos siquiera, como si nosotros dos fuéramos archivos digitales; “no es posible todo esto” pensé, aunque empecé a pedir, que el usuario de la nube pagara la ampliación, y así tener tiempo para decidir lo que hacer, o simplemente y en caso contrario, esperar final y pacientemente La Parusía –el advenimiento glorioso del ser Supremo al final de los tiempos-.
Que hacemos, me preguntaste? Yo lejos de trasmitir mi desconsuelo y miedo, te tranquilicé diciendo que estaba todo bien y que la bola se suele ir a la derecha cuando la cara del palo se abre en exceso o se pasa la cadera antes que los brazos, o el pie izquierdo se retrasa jeje…
La mentira la utilizamos los seres humanos y quizá también los inhumanos, con demasiada frecuencia, para parecer más poderosos o fuertes de lo que en realidad somos, para no ofender, o lo contrario, para protegernos a nosotros o a los nuestros, para declarar nuestro amor en algunas ocasiones… Mentimos y nos mienten desde que llegamos al mundo: nos van alargando el biberón por la noche, los Reyes Magos, el ratoncito Pérez, Papá Noel…somos como toretes ante el engaño del maestro… y todas son aceptadas como parte de la educación, en la parcela de lo intrascendente y dentro del imaginario humano infantil. Luego ya a otra edad, la mentira se refina, e incluso puede hacerse norma, aprendiendo a vivir con ella, tan bien, que sólo cuando se reitera de forma contumaz la misma historia falsa, en un espacio de tiempo tan excesivamente corto, que no haya permitido olvidar la vez anterior en que se expuso, o que la falsedad aparezca muy clara, desnuda o grave, entonces, sí pudiera provocar rechazo.
Te abracé arrastrándote a un pequeño hueco hexagonal que dibujaban seis cariátides marmóreas, y al sentir los latidos de nuestros corazones desbocados, intenté tranquilizarte con caricias, observando como los galopes iban remitiendo de su enloquecido ritmo. Intenté pensar para entender que estaba pasando, y como resolverlo, pero la tensión y el agotamiento nos hizo entrar en un estado de cómoda somnolencia; nunca en mi vida he sentido la necesidad de llevarme los problemas a la cama, ya que pienso que proporcionan mal sueño, aunque hay otras personas que sienten la necesidad de hacerlo, por tener la sensación de que su cerebro pondrá en orden las cosas, o los problemas e ideas conscientes, durante el sueño, arreglando durante el sueño su caos. Yo siempre he tenido la costumbre de dejarlos en la puerta del dormitorio y recuperarlos para ordenarlos, e intentar resolverlos, al afeitarme -ahora ya no lo hago cada día- a la mañana siguiente: nunca, en ninguna revelación onírica, me fue enseñado de donde sacar el dinero, que al día siguiente me sirviera para pagar los impuestos empresariales…
Antes de dejar que nos venciera el sueño, me acordé de los móviles; palpé el mío en el bolsillo derecho del pantalón, sintiendo que tenía el teléfono el tacto húmedo, quizá por el aliento de la nube, y te comenté la idea de llamar a alguien conocido, hijos, amigos, ex parejas…; nada más pensarlo, me pareció una estupidez, al imaginar en lo absurdo que parecería lo que tendríamos que contar. A pesar de todo, y decididos a no contar nada de lo acontecido, tratamos de ver si los móviles tenían conexión. Con el mío, marcamos el de unos amigos comunes, no fuera que nos ablandáramos al hablar con los hijos y nos largaran encima lo de la demencia senil. En vez de contestar con el mensaje habitual de voz femenina cuando no hay conexión, “está apagado o fuera de cobertura, deje su mensaje…,” aquí el mensaje era con voz masculina y decía “su terminal está fuera de toda posible cobertura”. Lo intenté con el tuyo y exactamente lo mismo. La luz roja intermitente del skater seguía sin parar su parpadeo.
Así, en aquel hexágono rodeado de cariátides, te sentí abrazarme con fuerza y te oí susurrar vamos a morir…Te devolví el abrazo, besándote y sugiriendo que era una situación cuando menos interesante para hacer el amor: te desprendiste de tu ropa y pude ver la luz roja navegando sobre tu pubis, intermitentemente, y mis manos invisibles, que comenzaron a acariciarte, iban tiñéndose de rojo a ratos mientras resbalaban por tu cuerpo, mientras besaba tu boca de labios gordezuelos y de natural morados, como los lirios, dejándonos envolver por una brisa templada que parecía salir de nuestros corazones, peinando nuestros cuerpos y haciendo que nuestras mentes olvidarán momentáneamente lo que estábamos viviendo. Hicimos el amor enredados en la niebla del hexágono, mientras yo intentaba susurrarte al oido un poema escrito por nadie…
Dormimos profundamente durante un tiempo que no supe calcular, y sin despertarnos, aunque te sentía revolverte inquieta entre mis brazos, concluí que estábamos en una cloud, de las que tenemos en las cuentas de correo electrónico, de pequeña capacidad, de las que normalmente tienen 15 gigas –lo había anunciado el skater-, las Onedrive de la cuenta de correo electrónico, gratuitas. Hay otras opciones, que premian con 500 megas de capacidad cada vez que alguien es capaz de llevar un nuevo cliente o abre una nueva cuenta de parte de otro, como premio, como en Dropbox, pero en general, son 15 Gb la capacidad de una nube colgada de una cuenta de correo electrónico.
Las posibilidades del usuario en respuesta al anuncio podían ser: o sacar archivos de la cloud, que podrían ser eliminados definitivamente (¿a dónde va esa basura?), o eliminados de esa nube y guardados en otra de un correo diferente del mismo usuario, o en su ordenador, o pagar una cuota y ampliar la capacidad. Eso habría que analizarlo, para ver si se pudiera encontrar una puerta de retorno, pero la pregunta que ponía los pelos de punta era ¿cómo podíamos haber llegado allí? Pregunta básica para encontrar una vía de regreso.
En su forma más general, se puede definir una cloud como un entorno de ejecución flexible de recursos múltiples, siendo las principales plataformas que permiten la ejecución de diversos tipos de almacenamiento a través de múltiples vías. Existen diferentes tipos de clouds, todas las cuales tienen en común, que directa o indirectamente mejoran los recursos y servicios con capacidades adicionales, con independencia de la plataforma de gestión, la flexibilidad y el sistema.
¡Debíamos encontrar la vía para salir de forma inmediata de este incómodo y atemorizante lío!
To be continued in part 4 and last.
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Existen muchos tipos de cloud hoy en día, cloud prívate computing, cloud hibryd, cloud externally hosted……pero me sigo quedando con la de ripstop, el strato cloud, el primero que me hizo subir y bajar de la nube. A pesar de todo…..algún día dejaremos este mundo y nos veremos en la ciudad de Asgard, en el Walhöll. Abrazaco
Cerca del fresno perenne, llamado árbol de la vida. Espero que así sea.
La nube, ese invento moderno que controla lo nuestro y a veces nosotros no podemos o sabemos controlar, como nuestros sentimientos, que con la acumulación de experiencia, la nube sobrepasa cualquier disco duro extraible, y poco a poco se van perdiendo recuerdos, experiencias y hasta fechas de cumpleaños………….