DICTADURAS contemporáneas, y situación española a principios de 1936. Parte 2.

El concepto de dictadura en los tiempos contemporáneos –en los ya lejanos lo fue en la modalidad de monarquías absolutistas no parlamentarias-, corresponde a un tipo o sistema de gobierno, en la que los poderes legislativos, ejecutivos y judiciales recaen exclusivamente sobre un individuo o grupo político hegemónico, no permitiendo la participación del resto de fuerzas políticas o del propio pueblo, en el gobierno del país.

Hay diferentes clasificaciones de las dictaduras, conviniendo recordar antes de exponerlas, diferenciar lo que es un régimen autoritario de uno totalitario; el autoritario busca hacer desaparecer la política y la movilización política, mientras el totalitario persigue controlar ambas cosas.

Las diferentes clasificaciones de dictaduras pueden variar con la época y el lugar geográfico:

Las caudillistas latinoamericanas del XIX y el XX, tras las guerras de independencia norteamericanas (Santa Anna en Méjico, de Rosas en Argentina…). En la segunda mitad del siglo XX, proliferaron maquilladas con tintes de una democracia inexistente.

Entre las dos guerras mundiales, se describen cuatro tipos de dictaduras: constitucional, comunista (dictadura del proletariado), contrarrevolucionaria y fascista. A partir de la segunda Gran Guerra se amplían las clasificaciones con las dictaduras del Tercer Mundo, las teocráticas –como la de Irán-, las dinásticas –familias como en Corea del Norte-…

En la primera mitad del siglo XX, las dictaduras fascistas y comunistas proliferaron en algunos países europeos y de extremo oriente, siendo muy diferentes de las dictaduras poscoloniales de África y Asia y de las de América Latina: la Alemania de Hitler, Japón de Hideki Tojo, Italia de Mussolini y España de Franco, son ejemplos de las fascistas y del tipo comunista, la de la Unión Soviética de Stalin, China de Mao Zedong, Corea de la dinastía Kim, y todas las que conformaron el telón de acero tras la segunda Guerra, entre otras.

Después de la Segunda Guerra Mundial, algunos dictadores se establecieron en varios nuevos estados de África y Asia, explotando el fracaso de las constituciones heredadas de las potencias coloniales o apoyándose en las mismas. Algunos presidentes electos y primeros ministros tomaron el poder reprimiendo previamente a la oposición e instalando el gobierno de un solo partido o estableciendo dictaduras militares utilizando sus ejércitos. En ambos modelos, estas dictaduras tuvieron un impacto negativo en el desarrollo de los países.  Ejemplo paradigmático es el de Mobutu Sese Seko, dictador de Zaire desde 1965 hasta 1997, que dejó el país hecho un erial.

Y por fin, podríamos adherirnos a la teoría moderna de la clasificación genérica de gobiernos dictatoriales:

Dictadura Militar: régimen en el que un grupo de oficiales detenta el poder, determinando quién dirigirá el país, ejerciendo influencia sobre la política, caracterizándose por el gobierno militar profesionalizado como una institución.

Dictadura de partido único: régimen en los que un partido domina la política, siendo sólo algunos de sus componentes los que pueden acceder a cargos políticos y control sobre la política, pudiendo existir otros partidos legalmente, ir a elecciones e incluso ocupar escaños legislativos, pero el verdadero poder político recae en el partido dominante (típico de régimen comunista con comité central).

Dictadura personalista: régimen en el que todo el poder está en manos de una sola persona. El acceso a posiciones políticas clave, depende de la discreción del dictador. Los dictadores personalistas pueden ser miembros de las fuerzas armadas o líderes de un partido político, sin embargo, ni el ejército ni el partido ejercen un poder independiente del dictador.

Dictadura híbrida: régimen que combina características de las dictaduras personalistas, de partido único y militares. Cuando los regímenes tienen características de las tres formas de dictaduras, spueden ser denominadas triple amenaza.

Los gobiernos dictatoriales suelen ser precedidos de inestabilidad política, social, violencia, falta de respeto a las instituciones, crisis económica, y casi siempre crisis de valores y, en resumen, un descontento social, que hace que la mirada del pueblo se levante hacia una figura salvadora, para que tome el poder a la fuerza, con la idea de devolver  la normalidad a la convivencia, el respeto a las instituciones y tomar la senda de la recuperación económica.

De los tipos de dictadura vistos, el General Franco, eligió para el Régimen, tras la victoria en la insurrección, por motivos obvios de apoyo y medios para lograrla, una dictadura Militar/Personalista/Fascista, residiendo todo el poder inicialmente en manos de una Junta Militar, cuyo jefe fue el del  Estado, que a su vez era Jefe de las Fuerzas Armadas, apoyado por el ejército que le ayudó a conseguir la victoria.

El fascismo es una ideología y movimiento político y social de carácter totalitario y nacionalista, inventado por Mussolini en Italia, viniendo su nombre del italiano –fascio =haz; fascës en latínque se refiere a los signos de la autoridad de los magistrados romanos. No obstante el término “fascismo” es uno de los más difíciles de definir con exactitud en ciencias políticas, probablemente, porque no existe una ideología sistematizada y uniforme del fascismo como tienen otras ideologías políticas.

ES DECIR, CUANDO SE CALIFICA A OTRO U OTROS DE FASCISTA/S, realmente no se sabe muy bien lo que se quiere llamar, al margen de decirlo con la boca torcida, como algo repugnante que revuelve las tripas.

Que  un país tenga carácter nacionalista es bueno, no malo. Lo que no es bueno, son los nacionalismos de cabarets, o por pisos, o por barrios, o por ciudades o por regiones; es bueno que los habitantes de una Nación la sientan suya, la amen, ayuden a su desarrollo y cooperen al logro del bien común.

El Totalitarismo -casi siempre inherente al fascismo-, sin embargo no es bueno en principio –aunque ya se verá que cuando las democracias pasen a mejor vida, que posiblemente lo hagan en algún momento-, como será necesario en un momento de la historia futura, que alguien apriete con mano de hierro los desórdenes y desmadres de una sociedad que obvie con habitualidad las leyes.

Esto dicho,  habría que valorar para juzgar lo que ocurrió, si se cumplieron las expectativas puestas en el general Franco por los que le apoyaron y pidieron su sublevación, si la DURACIÓN de su dictadura fue la adecuada, si la contundencia empleada fue proporcionada a la situación, y sobre todo, si de algún modo o de todos, estuvo justificada la insurrección contra el poder “legalmente” establecido.

Para contestar a algunas de estas cuestiones, sería conveniente hacer un repaso a la historia de España anterior a 1936, para comprender como las gastaban los políticos y la sociedad de entonces, pudiendo contestar a priori, a las dos primeras preguntas sobre  si se cumplieron las expectativas puestas en Franco por los que apoyaron la insurrección Y LA RESPUESTA ES, , sin duda,  y respecto a la de la conveniencia de una permanencia tan prolongada en el poder, aislados del mundo de nuestro entorno -que ya creía con firmeza en la democracia-, aunque desde la perspectiva actual, esta opinión pudiera generar dudas, parece claro, que el Régimen, una vez ordenado el país, debería haber dado paso a un sistema parlamentario democrático, en el que todas las opiniones tuvieran cabida, sin esperar un plazo más allá de 15 años desde la liquidación final de la segunda guerra mundial y quizá algunos años más para el despegue económico; en ningún caso más de 20 años.

Cuando en enero de 1936 el Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora disolvió las Cortes y convocó elecciones, varios generales tenían in mente dar un golpe de timón si el 19 de febrero, el Frente Popular -en el que se incluía el PSOE liderado por Largo Caballero, los republicanos, los comunistas y todos los partidos independentistas catalanes- (PARECE QUE SUENA esta situación de nuevo, pero hoy sin hambre) ganaba las elecciones. Nada más conocerse la victoria en las elecciones del Frente Popular en LA PRIMERA VUELTA, lo que apuntaba a las izquierdas hacia el poder, se produjo el primer amago de golpe de fuerza por parte de la derecha, para intentar frenar la entrega del poder a los vencedores. El general Franco -jefe del Estado Mayor del Ejército- tanteó a algunos militares de alto rango para ver como respiraban las guarniciones, dándose cuenta enseguida del poco seguimiento que  la idea generaba.

Niceto Alcalá Zamora,  primero Presidente  del  Gobierno y posteriormente de la República hasta  el 7 de abril de 1936.

Manuel Portela Valladares. Presidente del Gobierno  hasta  el19 de febrero de 1936.

La dimisión el 19 de febrero de 1936 de Manuel Portela Valladares, Presidente del Gobierno en funciones,  hizo que Alcalá Zamora entregara antes de tiempo el poder a la coalición ganadora, sin esperar a que se celebrara la SEGUNDA VUELTA de las elecciones prevista para el 1 de marzo. El mismo día 19 de febrero, Manuel Azaña, líder del Frente Popular, formaba gobierno.

La primera decisión que tomó el nuevo gobierno, fue alejar de los centros de poder a los generales más antirrepublicanos o algo  monárquicos: Goded a Baleares, Franco a Canarias y Mola a Pamplona, dejando disponibles a algunos otros como Fanjul y Villegas.

Sin embargo, esta política de traslados no serviría para frenar la insurrección militar -que finalmente se produjo entre el 17 y el 18 de julio-, sino que hizo aumentar su rechazo al gobierno de Azaña, por considerar los destierros una humillación.

Así pues, una facción importante del ejército, intentó ordenar una situación que no era totalmente legal –por haberse producido sin celebrar la segunda vuelta de los comicios-, habiéndose instalado y permitido en la sociedad española, una situación de  convivencia sin respeto a la Ley, con una crisis social y económica graves, el quebrantamiento de los valores tradicionales y una falta de seguridad total, a todos los niveles.

Y nos paramos aquí, aunque ya se retomará el hilo, para ver lo que había sido la historia de España desde la segunda mitad del siglo XIX hasta los años anteriores al Alzamiento Nacional, pareciendo conveniente repasar, aunque sea de puntillas, los acontecimientos de los años anteriores y los lejanos –un poco de historia de España-, para entender cómo y porqué  se produjo la ilegal y quizá necesaria -o no- sublevación militar de 1936.

To be continued in part 3.