LA TASA GOOGLE O EL SÍNDROME DE STENDHAL PERO NO EL CORONAVIRUS.

Cada día, desde que puedo recordar, tenemos en la sopa a los catalanes: sus intentos de referéndums de independencia y después me largo a Waterloo, o un ratito a prisión, sus España nos roba, su siembra del odio educacional en los niños contra el resto de los españoles, su constante deseo de imponer un trato de exclusividad -con éxito- a su autonomía sobre las demás, sus somos mucho más trabajadores y mejores que la población de España, sus queremos una mesa entre iguales con relator, su “si sois buenos apoyaremos la investidura del Presidente de la nación española” -para lo que lamentablemente siempre son necesarios- y si sois aún mejores, “apoyaremos los Presupuestos de España”. Todas estas cosas y más, nos han llevado a menudo a esas inútiles campañas de “no comprar productos catalanes” -por que el resto de los españoles es sano, buena gente y vago para fijarse en las bajezas- aunque de vez en cuando haya un pequeño repunte en ese sentido, cuando las pelotas son tocadas de forma insoportable.

Ahora que ya consiguieron ser parlamentarios europeos algunos de los huidos, y de los otros que también se fueron nada sabemos, a pesar de las historias que nos cuentan de los suplicatorios y peticiones de extradición. Los que no tuvieron el ingenio de irse, a pesar de sus condenas de 13,12,11 o 7 años, ya algunos que no cumplen con los requisitos del resto de los mortales, van consiguiendo de la Junta de Tratamiento del Centro (la prisión está en Cataluña) permisos de salida para cuidar a un familiar enfermo, para decir que trabajan o para seguir dando morcillas al que se ponga a tiro, como si a la Ley y al Reglamento penitenciario se le hubiere aplicado la técnica del palimpsesto, sobreescribiendo uno especial para estos condenados catalanes independentistas.

Tras las últimas elecciones nacionales -seguimos con los catalanes-,  se puede ver al trapacero Rufián, muy taimado, y al que incluso hay que acicatear para que vuelva a ser reconocible, y es que tener cogido el control tranquiliza y taima mucho.

De repente, y gracias al coronavirus chino, nos dejan de hablar a todas horas de Puigdemont, del Honorable Torra, de Rufián, de Laura Borrás y sus mangancias y de toda esta corte, que nos hace no ver ya las noticias en la televisión, ni leerlas en la Tablet, o al menos, mucho menos que antes, para hablar casi de la repercusión de este virus que infectó el Mobile Word Congress.

Seguimos a todas horas con los catalanes, que ahora echan la culpa al pobre coronavirus, de la caída de la Fira Mobile Word Congress que se iba a celebrar en Barcelona, y que al parecer es el sustento sin el cual esa ciudad no puede sobrevivir. Podemos oír a políticos y empresarios barceloneses y catalanes que jamás hablaron de España excepto para denostarla, diciendo que la suspensión es un caos de tal calibre para Barcelona, Cataluña y España, que todos los españoles tenemos que reinventarnos y trabajar para ayudar a arreglar esta catástrofe.

El Mobile World Congress (MWC), tiene carácter anual y era el más importante del mundo en la comunicación móvil, celebrándose en la hermosa capital catalana desde 2006 y en principio hasta 2023. Fue fundado por el Delson Group Inc. siendo hasta ahora fuertemente apoyado por empresas asiáticas, especialmente chinas. El MWC es el espacio donde se producen el mayor número de presentaciones de avances en comunicaciones inalámbricas y móviles del mundo.

El goteo de empresas que fueron cancelando su asistencia motivó la decisión del GSMA de cancelar la celebración del congreso. La prensa catalana ha señalado, que la suspensión de este congreso supone un varapalo para la economía española, donde se esperaban recaudar unos 500 millones de euros y la creación de 13.000 nuevos empleos.

La celebración de una feria en Ámsterdam parecida al Mobile Word Congress desató la polémica, ya que buena parte de las empresas que han cancelado su asistencia en Barcelona, sí que han asistido a la de Ámsterdam, aunque en España en ese momento no había nadie infectado del coronavirus, excepto dos personas extranjeras aisladas en territorios insulares.

La medida de la suspensión final por el  GSMA -organización de operadores móviles y compañías relacionadas, dedicada al apoyo de la normalización, implementación y promoción del sistema de telefonía móvil GSM– fue tomada ante la numerosa cancelación de las asistencias más importantes que SEGURO se produjo NO POR ALERTA SANITARIA, sino por cuestiones relacionadas con la nueva tasa Google, que el día 18 de febrero fue aprobada en uno de los dos Consejos de Ministros que se celebraron ese día junto al impuesto Tobin que gravará la transacciones financieras con un 0,2%  en las operaciones de compra de acciones de empresas con una capitalización bursátil superior a los 1.000 millones de euros.(Pedro ¡vaya puntería! ¡No te arrimas a una buena! Podrías haber esperado tres semanas para esto y quizá la Feria se hubiera celebrado ). También pudiera haber influido de forma determinante en esta suspensión, y quizá en las sucesivas, la advertencia lanzada por EEUU y de momento no oída por el Gobierno de Sánchez, sobre la colaboración española en el desarrollo de la tecnología 5 G con los chinos de Huawei.

A nivel económico, habrá efectos adversos en la ocupación hotelera, el gasto de los asistentes en la ciudad de Barcelona y la generación de negocio en el marco del evento. Algunos, quisieron atacar la ménsula sobre la que se apoya la columna de la reputación de China y sus empresas, para ver si la cosa así pudiera aún tener arreglo, aduciendo la pena que iba a suponer para ese gran país, la pérdida de imagen moderna y avanzada que había logrado con la Expo Universal y los JJOO, pero la estrategia no tuvo éxito.

Tampoco deben olvidarse, las atroces, continuas y violentas luchas callejeras de unos agresivos y descontrolados manifestantes separatistas contra las fuerzas de orden público en las calles de Barcelona, durante semanas, que dejaron las calles feas, sucias, quemadas y con gran número de detenidos, que hoy estarán ya tomando un vermut en Calvo Sotelo, y el corazón roto y la fachada de su casa quemada, de los que aman la convivencia pacífica.

Las gentes que dirigen las grandes empresas que iban a asistir a la Feria, también desean la tranquilidad para los lugares donde se llevan a cabo sus eventos que tanto dinero cuestan. Quizá eligieron Barcelona en 2006 por ello, ya que es una ciudad atractiva y era amable.

Pudiera ocurrir incluso, que los mandamases, busquen sufrir el síndrome de Stendhal  en los lugares donde celebran sus eventos, lo que fue posible antaño en esa ciudad, al contemplar las innumerables bellezas que encierra Barcelona, que les hubiera podido producir una emoción sin límites a los más sensibles, y ahora ya, con tanta calle quemada, inquietud callejera y belleza denostada, piensan que la cosa ya no les produciría sensación alguna. Es un síndrome parecido al que sentíamos con veinte años, cuando la más bella del lugar se acercaba sugerente y nos hacía sentir el elegido: corazón a mil, y a punto de perder el control; lo que pasaba es que entonces no había síndromes, ni isquiotibiales, ni zapas de colorines, ni síndromes, ni traumas…

Quizá hubiere que crear un comité autonómico de diversidad funcional para tratar psicológicamente a los culpables de generar los motivos -tasa google y los folloneros de Barcelona- que han hecho imposible esta Feria, y ya veremos la de los tres años que teóricamente quedan, o simplemente dejarles que se cuezan ellos mismos.

*El síndrome de Stendhal -también llamado síndrome de Florencia o estrés del viajero- es una enfermedad ligera que causa un elevado ritmo cardíaco, temblores y palpitaciones en el individuo que lo sufre, cuando contempla obras de arte, especialmente cuando son muy bellas o están expuestas en gran número, pudiendo suceder también en escenarios históricos, o monumentos donde se hayan producido hechos muy importantes.

Stendhal

Se denomina así debido al famoso autor francés del siglo XIX, Stendhal (seudónimo de Henri-Marie Beyle), cuando describió el fenómeno sufrido al visitar la basílica de la Santa Croce de Florencia, y que narró así:

 

         

“Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de la Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme”.

Basílica de la Santa Croce. Florencia.