LA DISTOPÍA DEL CORONAVIRUS.
Hace relativamente poco tiempo, publicaba sobre UTOPÍAS Y DISTOPÍAS, parte esta última que recorto y pego, cobrando hoy pavorosa actualidad, con este virus que parece poseer maldad preternatural.
LAS DISTOPÍAS.
Una distopía es un relato que nos describe un lugar y situación imaginarios, que podría convertirse en real, donde las personas llevan una vida deshumanizada y siempre bajo el imperio del miedo; se denomina también utopía negativa y antiutopía.
En un momento en que los avances técnicos han crecido exponencialmente con relación a lo que había hace 30 años, se escriben historias y se hacen películas futuristas, en las que se ve a los habitantes de Nueva York, en el año 2098 por ejemplo, con chaquetas de cuero con clavos, peinados punks y todo muy sucio y pobre, y quitando a algunos privilegiados –la mayor parte funcionarios y algún riquísimo- todos viviendo en los túneles del metro y pasando grandes penurias, o tipo películas Mad Max, un mundo prácticamente acabado; eso son distopías, que ya han recibido la consideración de género literario y cinematográfico.
Las utopías deben proponer alternativas que mejoren las cosas, mientras las distopías simplemente describen una situación que no parece la mejor para el ser humano y a la que se llegará si no cambia la forma de actuar del mundo. Las distopías son pesimistas, ofreciendo imágenes de futuro, involutivas, hacia tiempos de antes de las revoluciones industriales o directamente hacia el desastre total.
Las distopías tratan de crear situaciones que produzcan temor, mostrando las debilidades de nuestro mundo, cómo la explosión demográfica, las carreras armamentísticas, la degradación del medio ambiente, el mayor poder de la ciencia que aumenta por días hasta poder absorbernos, y la lucha por el poder entre las multinacionales tecnológicas y los gobiernos -estos últimos, cada vez más irrelevantes en favor de las primeras-, produciendo todo ello miedo ante un futuro incierto: las obras de Un mundo feliz, de Aldous Huxley –publicada en 1932-, 1984, de George Orwell –publicada en 1949- y Farenheit 451, de Ray Bradbury –publicada en 1953-, son distopías clásicas de la primera mitad del siglo XX.
CONCLUSIÓN PERSONAL DE LO QUE PUDIERA Y DEBIERA SER:
Se pasó de la lucha y venganza del proletariado –desde principios del siglo XX– contra el intento de mantenimiento de los estatus establecidos por los conservadores o inmovilistas –lucha y defensa que hicieron avanzar al mundo-, a la política del postureo y de la imagen actuales.
Ahora, en la mirada de los ciudadanos de un lado y de los del otro, de todos, en el fondo, ya sólo hay miedo por el futuro -distopía-, y para la gestión de nuestro miedo, cualquiera puede ser malo o bueno o inerme.
Los políticos de un lado gritan desaforados por la revolución, y los del otro por lo contrario, pero todos lo hacen sin conocimiento alguno de lo que depararía lo que demandan con tanto ardor; de ahí quizá nuestros miedos.
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Buenos días Sire desde la resistencia,
……. la inutilidad humana y sobre todo la elección política y borreguil que estamos viviendo actualmente, son las que han hecho que una sociedad que sólo leímos en esas fantásticas novelas, se tornen en una realidad. Que hubiese sido, de nosotros con la evolución de una sociedad avanzada, con pensamiento crítico, amantes del arte, la literatura, el prójimo y el buen hacer…….ahhh!! Eso si que es una distopía me temo, con los tiempos que corren.
Como siempre es un placer, saber que estás ahí y bien…..touché.
CLUB DE LOS POETAS MUERTOS
http://comentariosbrevesjinetes.blogspot.com/2020/03/distopias.html