Las reinas vírgenes. Isabel I de Inglaterra. Parte 2.
Tras el fracaso de Wyatt *, Isabel permaneció prisionera en la Torre de Londres, pero su ejecución solicitada por algunos miembros del séquito español no fue permitida ni por su hermanastra María ni por la corte. La reina, intentó apartar a Isabel de la línea sucesoria como castigo, pero el Parlamento no lo consintió y tras dos meses de encierro en la Torre, Isabel fue entregada para su vigilancia a Sir Henry Bedingfield.
*Thomas Wyatt fue un político inglés del siglo XVI, hijo del radical protestante Teodoro Wyatt que jugó un papel principal en la conjura de Suffolk contra la reina María I. Fue apresado, condenado a muerte y ejecutado en 1554.
Siguió adelante María con la propuesta de su primo Carlos I, para que se casase con su hijo Felipe, y para darle mayor categoría al príncipe, que llevaba viudo de María Manuela de Portugal desde julio de 1545, habiéndole dado ésta un hijo, el Infante Carlos, el emperador, le otorgó el reino de Nápoles y el título de rey de Jerusalén.
La reina inglesa recibió con agrado la propuesta, pero estaba preocupada porque tenía once años más que Felipe, dejando claro a los embajadores españoles que su futuro consorte no tendría mucha influencia política, ya que la nobleza inglesa no toleraría injerencias extranjeras.
A pesar de la insistencia del lord canciller Gardiner y de la Cámara de los Comunes, de que se casara con un inglés, María se decidió por su sobrino Felipe, casándose en la catedral de Winchester el 25 de julio de 1554.
Tiziano Vecellio di Gregorio. Príncipe Felipe. 1549-1550. Óleo sobre lienzo. 103 x 82 cm. Museo del Prado. No expuesto.
Mientras María había quedado muy complacida con el atractivo de su prometido al ver su retrato pintado por Tiziano, a Felipe le sucedió todo lo contrario al ver el de la reina realizado por Antonio Moro. Para Felipe, el matrimonio fue considerado únicamente una alianza matrimonial por intereses políticos y estratégicos. Se casaron el 25 de julio de 1554.
Master John. María I de Inglaterra. 1544-1545. Óleo sobre tabla. 71,1 x 50,8 cm. National Portrait Gallery. Londres.
Antonio Moro. María I Tudor. 1554. Óleo sobre tabla. 109 x 84 cm. Museo del Prado. Madrid.
A finales de 1554 corrió el rumor de que María estaba embarazada. Se permitió entonces que Isabel retornara a la corte, pero en el momento en que se desmintió el hecho, María, incapaz de modificar el Acta de Sucesión por la que, en ausencia de hijos de María, Isabel sería la sucesora, intentó convertirla al catolicismo, cosa que Isabel fingió aceptar, aunque interiormente siguiera siendo ferviente protestante.
A partir de octubre de 1555, Isabel residió en Hatfield House en Hertfordshire, residencia a 34 km. al norte de Londres. Entre sus asistentes, durante la época de alejamiento de la corte destacó Matthew Parker que fue el sacerdote favorito de Ana Bolena, a quien le hizo prometer antes de su ejecución, que se preocuparía del bienestar de su hija.
Hatfield House.
Tres años después -1558-, Felipe, que ya era rey de España, envió a un embajador para entrevistarse con Isabel, a la vista del progresivo deterioro de la salud de la reina María, su esposa. En octubre de ese año, Isabel ya se encontraba haciendo planes para su reinado. El 6 de noviembre de ese año, María reconoció a Isabel como su heredera y 11 días después falleció, quedando Isabel como nueva reina de Inglaterra el 17 de noviembre de 1558. Isabel conseguía, al fin, subir al trono de Irlanda e Inglaterra siendo coronada el 15 de enero de 1559.
Con Isabel, Inglaterra iniciaba un periodo de profundas y complicadas relaciones con el resto de las potencias europeas. Con Escocia, donde reinaba su sobrina María I Estuardo -reina consorte de Francia por matrimonio con Francisco II, y nieta de Margarita Tudor, hermana de Enrique VIII-, se enfrentó en numerosas ocasiones por cuestiones religiosas -Escocia era católica a ultranza, e Inglaterra fervorosa protestante-, y políticas, ya que el Papa había excomulgado a Enrique y a Ana Bolena, declarando ilegítima a Isabel, y por tanto considerando la legítima heredera a los ojos del mundo católico a María I Estuardo de Escocia y Francia.
Tras intentos de acercamientos, pero siempre con la incertidumbre de la posible reclamación del trono por María de Escocia, la historia terminó con la detención y muerte de la reina escocesa dictaminada por Isabel, que al fin de su reinado nombró sucesor al hijo de la guillotinada, Jacobo VI Estuardo, ya que Isabel no tuvo descendencia legítima ni siquiera conocida.
Francia, emparentada por matrimonio con Escocia y protagonista de constantes conflictos entre católicos y hugonotes, y con tres reyes consecutivos que murieron sin descendencia -Francisco II, Carlos IX y Enrique III de Valois, hijos de Enrique II y Catalina de Médici- estuvo también en el punto de mira de la política exterior de Isabel.
Pero con quien tuvo el mayor y más largo conflicto, fue con su ex-cuñadastro, el rey Felipe II de España. La actitud de Felipe contra los protestantes de Flandes, con los que el imperio español llevaba en conflicto desde la muerte de Carlos I, era aprovechado por Isabel, que utilizaba como justificación la religión, para proporcionar apoyo financiero y bélico a los protestantes de las Provincias Unidas de los Países Bajos, enemigos de la corona española. Por otra parte, la actuación permitida y potenciada por la soberana inglesa para las incursiones de los piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros como Francis Drake, John Hawkin, Henry Morgan, Jack Rackham, Edward Teach -Barbanegra-, Walter Raleigh, y tantos otros, que tanto dificultaron la explotación de las tierras americanas a los españoles y el transporte marítimo de sus flotas en todos los mares del globo.
La actuación en el mar de la piratería inglesa, poniendo en jaque a la flota española en multitud de ocasiones, obligaron al rey prudente a atacar Inglaterra con la Gran y Felicísima Armada española que no consiguió los objetivos buscados, pero que tampoco salió derrotada de la misión, como pretenden contar los ingleses. El no lograr el éxito buscado de la Armada española, fue un gran triunfo político para Isabel, aunque sumió a su pueblo en una crisis económica de gran magnitud.
Los problemas políticos internos y externos, siempre conseguían lateralizar la preocupación de gobierno inglés por la sucesión de la reina. Isabel, gobernó asesorada por su leal William Cecil y a pesar de las continuas propuestas para matrimoniarla, no aceptó ninguna de ellas. Tras William Cecil, su hijo Robert Cecil fue nombrado primer Secretario de Estado, que continuó la labor de su padre, intentando hacer ver a la reina, la necesidad de contraer matrimonio para tener sucesores.
Viendo que no era posible, por la respuesta permanente de Isabel: mi verdadero esposo es el pueblo de Inglaterra –bellas palabras pero que no resolvían el problema-, y tras la decapitación de María I Estuardo de Escocia, Robert cambió su planteamiento, proponiendo como sucesor al rey de Escocia Jacobo VI -hijo de María I y biznieto de Margarita Tudor, hermana mayor de Enrique VIII-, propuesta que la reina aceptó.
Marcus Gheeraert el Joven. Isabel I de Inglaterra. 1600-1602. Óleo sobre lienzo. 127 x 99,1 cm. Colección de los marqueses de Salisbury. Hatfield House. UK.
¿Era Isabel misándrica o lesbiana o ninguna de las dos cosas? La duda acerca de su sexualidad, de sus posibles malformaciones, o de algún tipo de aversión psicológica al sexo masculino, estuvo y ha estado sobrevolando siempre sobre su biografía. “Tengo el cuerpo frágil y débil de una mujer, pero tengo el corazón y el estómago de un rey de Inglaterra”, decía a menudo…
Parece claro, que Isabel deseaba ostentar el poder con total y absoluta exclusividad. Sabía, que, en un mundo de hombres, un rey, aunque fuese consorte, la situaría en un segundo plano, y de segundos planos tenía ya bastantes experiencias. No estaba dispuesta a perder lo que tanto había tardado y costado conseguir. Ningún marido le quitaría el protagonismo, ni tampoco tendría hijos que pudieran conspirar para arrebatarle su corona.
El apodo de La reina virgen lo puso el pueblo, al ver como rechazó durante toda su vida el matrimonio, aunque eso fue una paradoja, ya que de virgen no tenía nada. Tuvo numerosos amantes varones, e incluso llegó a estar enamorada en más de una ocasión.
Su romance más duradero y conocido fue con sir Robert Dudley, I conde de Leiscester, al que conoció encerrados ambos en la Torre de Londres, tras la rebelión de Thomas Wyatt contra María I, sin embargo, nunca aceptó casarse con él. Tuvo otras propuestas de matrimonio entre ellas la de Felipe II, antes de que se enconara la relación personal. Probablemente, el motivo por el que nunca quiso casarse fue por ambición.
Probablemente Steven van der Muelen. Sir Robert Dudley I conde de Leicester. 1564. Óleo sobre tabla. 110 x 80 cm. Waddesdon Manor. Condado de Buckinghamshire. UK.
Isabel I de Inglaterra fallecía el 24 de marzo de 1603 en el palacio de Richmond. Su reinado, convulso y discutido, fue un tiempo de renacimiento cultural -William Shakespeare, Christopher Marlowe, Thomas Dekker, Francis Beaumont, John Fletcher…-, siendo también el tiempo donde se pusieron los cimientos del futuro imperio inglés, que alcanzaría su hegemonía internacional en el siglo XIX.
Música : Alfred Deller – The Plaint – Henry Purcell. Voz Eliana María Orlandini.
To be continued in part 3 and last.
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