La proclamación del Estado Catalán de 1873 frustrada y la abolición del Ejército regular en Barcelona. Todo en grado de tentativa. Parte 3.
El Capitán General de Cataluña Eugenio de Gaminde -cesado el día 18 desde Madrid-, se marchó de Barcelona en el vapor Levante, despidiéndose a la francesa, ante la acusación de la soldadesca de ser poco afecto a la República. En consecuencia, y al tener noticias del vacío en Capitanía, los intransigentes volvieron a presionar a la Diputación el 21 de febrero, combinando la manifestación con un desfile militar por la plaza de San Jaime, sin ninguna formación geométrica, con gorros frigios unos y barretinas otros, mezclados con los civiles, y los cañones de las armas hacia el suelo, en una clara muestra de indisciplina e insubordinación, entrando en el edificio de la Diputación una Comisión para, en nombre del pueblo y del Ejército, pedir a esa Institución que declarara el Estado federal de Cataluña y adoptara las resoluciones que consolidaran esa situación. Al día siguiente, los que presentaron la petición, la retiraron. El vicepresidente de la Diputación había informado a Madrid.
Concentración del 21 de febrero de 1873 en la plaza de San Jaime de soldados y civiles exigiendo la proclamación de la República federal española.
El 25 de febrero llegó a Barcelona el nuevo Capitán General Juan Contreras y Román junto al nuevo Gobernador Militar José Lagunero y Guijarro. El capitán general fue muy bien recibido debido a su claro compromiso con la República, cuestión que destacó el diputado provincial intransigente Baldomero Lostau en su discurso de bienvenida. El general Contreras restableció la disciplina en los cuarteles, prohibiendo el uso de la barretina en lugar del ros.
Capitán General D. Juan Contreras y Román.
La llegada a Barcelona de las nuevas autoridades devolvió momentáneamente la calma a Barcelona, pero las noticias que llegaban de Madrid sobre la lucha que se estaba produciendo entre los componentes del gobierno de Estanislao Figueras, integrado exclusivamente por republicanos federales, y la Asamblea Nacional, dominada por los diputados y senadores del Partido Demócrata Radical, los primeros queriendo disolver la Asamblea y los segundos lo contrario, ya que la disolución, podría suponer su pérdida de mayoría, aunque era paso necesario para poder celebrar elecciones a Cortes Constituyentes.
Presidente D. Estanislao Figueras.
Cuando empezaron a circular rumores de que el gobierno de Figueras había sido derrotado en la votación del proyecto de disolución de la Asamblea Nacional -incierto-, los republicanos federales intransigentes, se pusieron a la obra nuevamente, para intentar proclamara la República federal en Cataluña.
El 2, 5 y 8 de marzo, el diputado provincial intransigente Penina, presentó nuevamente la proposición de la proclamación de la República federal, la convocatoria de elecciones antes de 28 de marzo, y el licenciamiento del Ejército regular. La inquietud que se vivía en Barcelona por lo que podía estar ocurriendo en Madrid, afectó a la Diputación, que en la sesión celebrada el 8 de marzo, acordó que la Diputación quedaría disuelta si realmente se producía la caída del gobierno de Estanislao Figueras y para actuar en caso necesario, se otorgaron plenos poderes a los diputados Baldomero Lostau y Francisco Suñer. Pero la votación la había ganado el gobierno de Figueras y en consecuencia, la Asamblea Nacional sería disuelta, convocándose a continuación elecciones a Cortes Constituyentes. También se habían reunido los delegados en Barcelona de las cuatro diputaciones catalanas para acordar proclamar la República federal española y el Estado Catalán, si Figueras perdía en Madrid la votación para la disolución de la Asamblea Nacional.
A pesar de las noticias de Madrid de que en realidad el gobierno de Estanislao Figueras se había impuesto a sus adversarios en la votación, los republicanos catalanes intransigentes no cejaron en su empeño de proclamar el Estado Catalán. Al acabar el pleno del día 9, los diputados benévolos y el Presidente de la Diputación informaron a Madrid de la insostenible situación.
Al recibir el telegrama de la Diputación de Barcelona, el ministro de la Gobernación Pi i Margall -esa madrugada-, exhortó telegráficamente a los más exaltados independentistas para disuadirles de su peligroso anhelo, prometiendo que esa misma mañana saldría hacia Barcelona el Presidente del Gobierno Estanislao Figueras, señalando que un levantamiento en las provincias catalanas, podría poner en riesgo la elección de las Cortes Constituyentes y en consecuencia el que pudieran acordar la federación en la República.
A las ocho de la mañana del 9 de marzo volvió a reunirse el pleno de la Diputación, en el que tras un debate muy intenso entre intransigentes y benévolos, se consiguió impedir que la propuesta de proclamar el Estado Catalán fuera aprobada a la espera de la visita de Estanislao Figueras. A cambio, el ala intransigente del partido Republicano Federal de Cataluña logró que se votara y se aprobara la disolución del Ejército regular y su conversión en uno voluntario. El decreto aprobado, se haría público el día 10 de marzo y decía:
La Diputación provincial de Barcelona, reunida en sesión extraordinaria, teniendo en consideración la gravedad de las circunstancias, que únicamente pueden salvarse planteando inmediatamente en el Ejército los principios democráticos federales que constantemente viene proclamando:
Considerando que siempre ha sido combatida por los verdaderos republicanos federales la odiosa contribución de sangre y que está en la conciencia de todos la abolición de las quintas, y considerando que es indispensable una inmediata reorganización del Ejército actual, bajo nuevas bases, sin perjuicio de tener en cuenta para cuando ésta se efectúe, los grados obtenidos y servicios presentados por los individuos que lo componen:
ACUERDA
Primero. La disolución inmediata del Ejército que actualmente se encuentra en esta provincia.
Segundo. La conversión también inmediata del mismo en Ejército de voluntarios.
No obstante, los miembros más extremistas de los intransigentes hicieron un último intento de proclamar el Estado federal catalán mediante la celebración en la misma mañana del día 9, de una gran manifestación en Barcelona, a la que se unieron en pleno también las organizaciones obreras. Una Comisión de la manifestación, entró en el edificio de la Diputación para presentar su petición a los diputados provinciales allí reunidos, a los que les exigieron en nombre de la clase obrera, la proclamación inmediata de la República democrática federal. El diputado Lostau arguyó la imposibilidad de la Diputación para asumir esa proclamación, informando, de que lo que sí se había acordado era la disolución del Ejército y su conversión en uno voluntario.
La decisión de la Diputación de Barcelona de disolver el Ejército en la provincia y su conversión en uno voluntario no fue aceptada en la reunión de Barcelona con los delegados de las diputaciones de las otras tres provincias catalanas y de las Islas Baleares, ya que con esta medida, no se podría hacer frente a los carlistas, que ocupaban el interior de Cataluña desde el inicio de la Tercera Guerra Carlista el año anterior.
El Presidente del poder ejecutivo de la República Estanislao Figueras llegó a Barcelona a las once de la mañana del 11 de marzo. Allí se entrevistó con los miembros de la Diputación de Barcelona y con los delegados de las otras tres diputaciones catalanas y de las Islas Baleares, consiguiendo frenar definitivamente el proceso hacia la instauración de un régimen federal en Cataluña, sin esperar la formación de las Cortes Constituyentes.
Figueras, se marchó de Barcelona el 19 de marzo de una forma bastante precipitada, urgido por el telegrama que recibió de Madrid para que regresara a la capital lo más rápidamente posible ante una nueva crisis, ya que los diputados y senadores del Partido Demócrata Radical, seguían oponiéndose a la disolución de la Asamblea Nacional que tenía que hacerse efectiva el 23 de marzo.
La visita de Figueras a Barcelona tuvo un balance muy positivo, pues consiguió adormilar un estado de descontento y agitación que, utilizado por los dirigentes extremistas, tendía a la proclamación permanente del Estado catalán independiente, y por otro, logró detener la puesta en marcha del decreto de disolución del Ejército a pesar de estar aprobado y publicado, lo que equivalió a su anulación, ya que, una vez vistos sus graves inconvenientes, el decreto no llegaría jamás a hacerse efectivo.
Las elecciones a Cortes Constituyentes se acabarían celebrando en mayo con la victoria de los republicanos federales. La República federal española fue proclamada por las nuevas Cortes el 8 de junio de 1873, siendo nombrado Francisco Pi i Margall primer Presidente del ejecutivo federal.
Presidente D. Francisco Pi i Margall.
Música : Claude Debussy. Clair de Lune.
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