Ambiente histórico en España caminando hacia la proclamación de la Segunda República catalana. Parte 1.

Continuemos con la historia de las autoproclamaciones de república en Cataluña, aunque ésta también -la 3ª-, de insignificante duración. Ya narradas la de 1643 -de 7 días-, el intento que quedó en aborto de 1873 -con orden de disolución del ejército regular de Cataluña incluida- y ahora la de 1931, coincidente con la proclamación de la Primera República española en 1931.

El pronunciamiento del general Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874 en Sagunto puso fin a la Primera República, dando paso al período conocido como Restauración de la monarquía borbónica, con la aprobación por las Cortes de una nueva Constitución en 1876.

Alfonso XII El Pacificador, fue rey de España entre 1874 y 1885. Ya reinando Alfonso XII, se puso fin a la última de las tres guerras carlistas, el 28 de febrero de 1876, siendo derrotado el entonces reclamante a la corona de España, Carlos María de Borbón –descendiente de Calos María Isidro, hermano de Fernando VII-   en la batalla de Montejurra, que se despidió de España con un amenazante volveré.

El reinado de Alfonso XII fue una década tranquila, sólo alterada por la “guerra chiquita” -1879-1880- en Cuba, con la victoria de las fuerzas españolas y algunos pronunciamientos republicanos aislados, de no demasiada importancia.

Con apenas dos años en el trono, Alfonso XII, y siendo presidente del gobierno Antonio Cánovas del Castillo, se aprobó la constitución de 1876, siendo aceptada la posibilidad de gobernar en relevo pacífico los dos grandes partidos dinásticos alfonsinos:  el turnismo. Un partido conservador, el Partido Liberal-Conservador, y otro de pensamiento liberal, el Partido Liberal-Fusionista.

Ricardo de  Madrazo.  Retrato de  Antonio Cánovas del Castillo. 1896. 63 x 54 cm. Óleo sobre lienzo. Palacio del Senado. Madrid.

En 1881 se comenzó a aplicar el sistema de turnos pacíficos, por el que podría ponerse fin a la inestabilidad política que arrastraba el país desde hacía décadas, y que evitaría la posible perturbación política que pudiera generarse a la muerte de Alfonso XII. Dicha estrategia se afianzó en 1885 con el Pacto del Pardo, el 24 de noviembre de 1885, firmado al comienzo de la regencia de María Cristina de Habsburgo, instituyendo el sistema de turnos pacíficos en el ejercicio del poder entre liberales y conservadores, que consolidó la Restauración de la monarquía: “Cristinita, de Sagasta a Cánovas y de Cánovas a Sagasta…” recomendó Alfonso XII a su segunda mujer en el lecho antes de morir.

Murió Alfonso XII de tuberculosis con 27 años, dejando tres hijos legítimos de su segundo matrimonio con María Cristina Habsburgo-Lorena: María de las Mercedes, María Teresa y el póstumo Alfonso, que heredaría la corona con el ordinal XIII, siendo su madre regente desde 1885 hasta 1902.

El sistema de turnos se puso en marcha cuando el líder del Partido Liberal-Fusionista, Práxedes Mateo Sagasta exigió al rey en 1881 que llamase a gobernar a su partido. A partir de ahí, cuando el partido del gobierno estaba desgastado, el de la oposición pedía al rey el relevo. Éste, llamaba a gobernar al partido que no lo estaba haciendo de entre los dos dinásticos alfonsinos del sistema, procediendo a disolver las Cortes y convocar elecciones manipuladas –pucherazo– con conocimiento del adversario, para que obtuviera mayoría el partido que debía gobernar desde ese momento, ya que al ser el régimen de la Restauración un sistema parlamentario, era necesario que el nuevo gobierno contara con el respaldo de las Cortes y la mayoría de los diputados.

José Casado de Alisal. Retrato de Práxedes Mateo Sagasta. 1884. 131 x 95. Óleo sobre lienzo. Palacio de las Cortes. Madrid.

En 1897 fue asesinado Antonio Cánovas del Castillo, el pergeñador del sistema turnista, en Mondragón, por el anarquista italiano, Michelle Angiolillo.

Fuera del sistema de turnos, quedaban los partidos antidinásticos: por la extrema derecha estaban los Carlistas o Tradicionalistas, fieles al pretendiente Carlos VII, y por la izquierda, la oposición republicana, el anarquismo y el socialismo.

En 1898 se perdieron las posesiones que le quedaban a España en Cuba, Puerto Rico, Filipinas y varios archipiélagos de Micronesia, posesiones considerables, pero dispersas y a enorme distancia de la metrópoli, de muy difícil y costosa defensa y control, que hubo que malvender a los americanos, o se hubieran perdido sin malvender.

También durante la regencia de María Cristina, se produjo la victoria de las armas liberales sobre los carlistas en el alzamiento armado originado por éstos en Badalona en 1900 –de nuevo los catalanes-, que aun habiendo sido derrotados en Montejurra hacía 14 años en la tercera y última guerra, intentaron que este levantamiento se trasladara a otras localidades de España, aunque el intento de rebelión fracasó rápidamente.

Luís Álvarez  Catalá . Alfonso XIII y la reina María Cristina.  230  x 142 cm.  Palacio del Senado. Madrid.

El 26 de febrero de 1901 se declaró el estado de guerra en algunas provincias ante la violenta agitación obrera, mientras continuaba el turnismo, con la ausencia de Cánovas –asesinado-, sustituido por Marcelo Azcárraga en el partido liberal-conservador.

En mayo de 1902 se proclamó la mayoría de edad de Alfonso XIII, dándose por terminada la regencia de su madre María Cristina de Habsburgo-Lorena, iniciándose el reinado del joven Alfonso, que 29 años más tarde, terminaría con la proclamación de la Segunda República, en 1931.

Se iban produciendo acontecimientos sociales graves, como consecuencia de la acción política; el mismo año de la proclamación del joven rey, se produjo una gran huelga general en Barcelona, siguiendo las directrices del Comité anarquista de Londres, la primera de su clase en Europa, siendo proclamado el estado de guerra.

En 1903, Alfonso XIII, encargó la formación de gobierno al conservador Maura, que, tras enfrentarse al rey en diciembre de 1904, fue sustituido por Raimundo Fernández Villaverde, del partido conservador de entonces e integrado en la facción disidente del mismo, encabezada por Francisco Silvela.

El 23 de junio de 1905 cayó el gobierno conservador de Fernández Villaverde, resultando elegido presidente el liberal Eugenio Montero. Éste, viendo la imposibilidad de gobernar, solicitó al rey la convocatoria de elecciones generales dos meses y medio después; el 10 de septiembre de 1905, el Congreso reeligió a Eugenio Montero Ríos.

El 31 de mayo de 1906, marchando la comitiva nupcial de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battemberg, el anarquista Mateo Morral lanzó una bomba en las inmediaciones del cortejo real.

Mateo Morral.

En 1907 Maura volvió a la presidencia del gobierno llevando a cabo una intensa acción legislativa, en la que destacaron la ley electoral, la ley de huelga, la reforma de la administración local y la modernización de la Marina de Guerra, creando el 18 de febrero de 1908 el Instituto Nacional de Previsión, embrión de la futura Seguridad Social.

Tras una manifestación multitudinaria en Madrid el 28 de marzo de 1908 contra el gobierno de Maura, obtuvieron un señalado triunfo los republicanos en las principales ciudades de España en las elecciones municipales celebradas el de mayo (primeras elecciones municipales que se celebraron con arreglo a la Ley Electoral aprobada durante el gobierno de Antonio Maura, que hacía del voto acto obligatorio).

En 26 de julio de 1909 se inició en Barcelona lo que la historia ha denominado Semana Trágica, una revolución obrera cuyo detonante fue la movilización de los reservistas para acudir a la Guerra del Rif, que acabó con la vida de 104 civiles, tres religiosos y ocho entre militares, policías y personas de Cruz Roja, más de 1.700 procesados, 17 condenados a muerte, y ochenta edificios religiosos incendiados -33 escuelas, treinta conventos, 14 iglesias y 3 casas-. Fueron ejecutadas cinco personas, entre ellas Francesc Ferrer i Guàrdia, considerado el responsable de la revuelta. Su muerte, desencadenó una importante campaña de condenas internacionales que acabarían con el gobierno de Antonio Maura.

Semana Trágica de Barcelona.

José Canalejas, jefe del partido liberal, fue nombrado jefe de gobierno tras la Semana Trágica de Barcelona y la caída de Antonio Maura. Canalejas planteó en las Cortes la cuestión religiosa en la llamada Ley del Candado  -1910-, que marcaba de manera precisa las áreas de influencia de la Iglesia y del Estado, y los límites de cada una de ellas.

En septiembre de 1911 se produjeron huelgas generalizadas en toda España, transformándose La Federación Regional del Trabajo en La Confederación Nacional del Trabajo (CNT), de tendencia anarquista.

La unión de los partidos dinásticos se rompió entre 1909 y 1913; la campaña llevada a cabo por el liberal Segismundo Moret contra el conservador Antonio Maura, ayudándose de la prensa y los republicanos del Bloque de las izquierdas para excluir de la vida política al Partido Conservador, creando un cordón sanitario  a su alrededor -la cosa no es  nueva de ahora-, se encontró con la oposición frontal a esta táctica de exclusión del líder liberal José Canalejas, que quiso formar un gobierno de conciliación liberal, para reconstruir la convivencia y la sucesión de los gobiernos alternativos entre los dos grupos dinásticos como hasta entonces, pero su asesinato en 1912, dejó su deseo sin realizar.

La autodestrucción del Partido Conservador por ausencia de un líder reconocido por todos, y la división del Liberal por su acercamiento a alguna de las facciones de la izquierda radical, pusieron fin a la convivencia pacífica de alternancia de partidos dinásticos, dinamitando el Régimen de la Restauración.

A los gobiernos del turno, siguieron gabinetes de coalición, débiles y breves.

En Cataluña, el dirigente de la catalanista Liga Regionalista Enric Prat de la Riba comenzó a impulsar la creación de una institución denominada Mancomunitat de Catalunya, que consiguió que fuera aceptada su establecimiento por Real Decreto del gobierno español de diciembre de 1913. Quitando las permanentes y seculares reivindicaciones vascas, y el paréntesis cantonal de 1873-1874, fue la primera fisura en el rígido esquema territorial español, que había caracterizado al Estado desde la Constitución de 1812, provocando por ello el rechazo de la derecha y de los socialistas, que la consideraron un instrumento al servicio de la burguesía catalana.

Siendo presidente Eduardo Dato, se promulgó el Real Decreto por el cual se autorizaba la unión de las diputaciones con fines puramente administrativos. El 18 de diciembre de 1913, el rey firmó el Decreto de Mancomunidades Provinciales. Este decreto era aplicable a todas las provincias españolas, pero sólo en las cuatro catalanas llegaron a ver aprobada la Mancomunidad de Cataluña.

Asamblea constitutiva de la Mancomunidad de Cataluña.

La Mancomunidad se constituyó en abril de 1914 siendo presidida por Enric Prat de la Riba, presidente de la Diputación de Barcelona y de la Lliga Regionalista. Según su estatuto, la Mancomunidad de Cataluña constaba de una Asamblea General, formada por 96 diputados de las cuatro diputaciones, la Presidencia, ocupada por el presidente de la Diputación Provincial de Barcelona, y el Consejo permanente, que incluía las consejerías de Caminos y Puertos, Cultura e Instrucción, Agricultura y Servicios Forestales, Beneficencia y Sanidad, Obras hidráulicas y Ferrocarriles, Teléfonos, Política Social, y Hacienda.

Las cuatro diputaciones catalanas cedieron sus competencias a la Mancomunidad, pero, en contra de lo esperado por la Lliga Regionalista, el Estado español no cedió ninguna de las suyas. La relevancia de la Mancomunitat de Catalunya residió en su carácter simbólico, al representar en una única institución a la totalidad de las provincias catalanas: la primera experiencia de autogobierno desde el Decreto de Nueva Planta de 1716. Fue disuelta en 1925 por Primo de Rivera.

Los años siguientes se produjeron nuevas alternancias de poder entre Romanones y Dato, con frecuentes huelgas y crisis institucionales Juntas Militares de Defensa-, produciéndose una oleada de emigración hacia Francia al terminar la guerra mundial en 1918, por la grave crisis agraria, que se prolongó hasta 1929, año de la gran crisis económica mundial.

El 15 de abril de 1920, en la Casa del Pueblo en Madrid, una escisión del PSOE, por influencia de la Revolución Rusa, fundó el Partido Comunista de España.

El 8 de marzo de 1921 fue asesinado en Madrid, el Presidente del Gobierno Eduardo Dato, por tres asesinos pistoleros contratados en Barcelona, Matéu, Nicoláu y Casanellas, que no eran los anarquistas que la historia nos ha querido vender, sino revolucionarios catalanes, y pistoleros profesionales de alquiler, que venían del mercado de  criminales en el que se convirtió Barcelona entre 1918 y 1921; cuatro meses más tarde, el 22 de julio de 1921, se produjo el Desastre de Annual.

Annual.

La lucha por el poder se radicalizó. Los liberales hicieron en 1922 una campaña electoral muy dura para derribar al gobierno conservador, considerando absolutamente necesaria la reforma de la constitución y la puesta en marcha de un amplio programa social. El rey cesó al gobierno, y llamó al liberal García Prieto, que formó uno, compuesto por personas de la familia liberal y de los republicanos reformistas, pero el sistema estaba acabado, ya que era imposible seguir con un régimen basado en la prerrogativa regia -de nombrar a quien quisiera el rey- y en el turno bipartidista, con un solo partido; fue el fin de la Restauración.

Música: Negra Sombra. Música Xoan Montes. Letra Rosalía de Castro. Orfeón donostiarra con la orquesta de Aragón.

To be continued in part 2.