LA REBELIÓN DE LAS ALPUJARRAS. Expulsión de los moriscos de los Reinos de España. Parte 6.
Rebelión de las Alpujarras
Tercera fase, de enero a abril de 1.570.
Cuando Felipe II destituyó al marqués de Mondéjar como capitán general de Granada y nombró a don Juan de Austria, le dio a su hermanastro un ejército regular traído de Italia y del Levante, sustituyendo la milicia local que combatía hasta entonces, por una más profesional, partiendo el 26 de noviembre de1569 hacia Baza. El 23 de diciembre destruyó el presidio morisco de Güéjar para despejar la marcha, y el 29 de diciembre de 1569 con 3.000 infantes y 400 jinetes, llegó a la villa de Iznalloz, evitando el paso del puerto de la Mora. Al día siguiente, llegó a Guadix, y el 1 de enero a Baza, en donde permaneció varios días estudiando la situación. Allí le esperaba el comendador mayor de Castilla que se había trasladado desde Cartagena, llevando artillería, armas, munición y bastimentos.
Asedio de la Galera
El 19 de enero de 1570 se dirigió a la Galera, siendo recibido por el marqués de los Vélez, al que relevó en el mando de las operaciones de asedio. Disponía de 12.000 infantes y 300 jinetes. Se asentaron las baterías contra la villa de Galera y se hicieron dos asaltos, uno a la iglesia y otro a la villa que resultaron fallidos. Los defensores eran unos 3.000.
A pesar de utilizar masivamente la artillería, y pese a los varios asaltos fallidos, los sitiados no cedieron, excavando entonces los asediadores galerías subterráneas para colocar cargas explosivas que volaran las defensas. Tras las voladuras, el 7 de febrero entraron los cristianos al asalto, con cientos de bajas mientras los moriscos perdieron más de 2.000 hombres. La Galera fue destruida tras un completo saqueo.
Desastre de Serón
El 14 de febrero don Juan partió hacia Cúllar y Baza, para preparar la campaña de Almanzora. El 17 de febrero acampó en Caniles y, entre el 18 y el 22 de febrero, realizaron los españoles varias escaramuzas que acabaron mal.
Se dirigieron a Serón en donde al igual que en Válor, la tropa, desatendiendo su misión y pensando sólo en el saqueo, entró imprudentemente en la localidad dando tiempo a que llegaran hasta 6.000 musulmanes que acuchillaron a más de 600 cristianos.
El duque de Sessa acudió con 2.000 hombres en ayuda de don Juan de Austria, volviendo sobre Serón, ansioso de vengar la derrota. Esta vez, viéndo los moriscos tan gran orden, no se enfrentaron a ellos, incendiando la población y huyendo sierra arriba.
Conquista de Almanzora
El 21 de marzo se asaltó Tíjola la Vieja, la que previamente y en secreto, había sido abandonada por los moriscos, dejando allí a las mujeres y niños. Con sorpresa, se llegó a las fortalezas de Purchena, Cántoria, Tahal y otras, todas abandonadas, en las que Juan de Austria fue dejando pequeñas guarniciones.
El nuevo rey de los moriscos Aben Abóo había escrito al sultán otomano y al secretario del rey de Argel, relatándoles la triste situación en que se encontraban los desgraciados musulmanes de su reino, acometidos por los fuertes ejércitos cristianos, y reclamaba de ellos con urgencia, los auxilios que habían ofrecido. La reclamación de Aben Abóo, como las anteriores de Aben Humeya, no produjo sino buenas palabras tanto del turco como del argelino.
Cuarta fase, de abril de 1.570 a primavera de 1.571.
El avance de las tropas de Felipe II abrió una gran brecha en el bando morisco, entre los partidarios de continuar la lucha y los que defendían la necesidad de negociar la rendición. En mayo se produjo una entrevista en el Fondón de Andarax tras la que muchos moriscos depusieron las armas o huyeron al norte de África.
Poco después, el líder de los partidarios de la negociación, nombrado por Abén Aboo, El Habaquí, fue detenido y ejecutado por orden del rey morisco que lo había nombrado. Los combates se desplazaron entonces a la Serranía de Ronda en donde los moriscos concentraron sus fuerzas en la sierra de Arboto. De allí fueron desalojados el 20 de septiembre por el duque de Arcos y el corregidor de Málaga
A partir de ese momento comenzó la deportación de los moriscos de todo el Reino de Granada. Los moriscos de Granada que habían sobrevivido -unos 150.000-, incluidos rebeldes o no, fueron deportados a otros lugares de la Corona de Castilla -unos 80.000-, huyendo el resto a tierras africanas.
La deportación general granadina se inició el 1 de noviembre de 1570 y los moriscos reunidos fueron conducidos a los centros de siete zonas designadas. Algunos fueron expulsados de los reinos de España en ese momento.
Mientras tanto, don Juan de Austria se encontraba en Terque, el río Almería y los Padules de Andarax; el duque de Sessa por Adra, Castell de Ferro y Berja. Al prohibir con graves penas el saqueo a la tropa, las deserciones proliferaron, hasta que de los 10.000 hombres de la Alpujarra solo le quedaron unos 4.000 a don Juan de Austria.
Aunque a partir de octubre de 1.570 las rendiciones de los moriscos fueron masivas, varios miles siguieron resistiendo, refugiándose en cuevas, donde muchos de ellos murieron asfixiados, ahogados por el humo de las hogueras que prendieron las tropas cristianas en sus entradas para obligarles a salir.
La tierra granadina se fue poblando de cristianos, al principio con alguna dificultad, pero después con el aliciente de las haciendas que el rey mandó distribuir y de los privilegios y franquicias que otorgó a los nuevos pobladores. No faltaron cristianos que quisieron ir a vivir a Granada, especialmente gallegos.
Aben Abóo, que todavía andaba por la sierra con ya solo 400 hombres, se guarneció en una cueva entre Bérchules y Trevélez, siendo asesinado por sus partidarios en marzo de 1.571, fecha en la que se dio por terminada la Guerra o Sublevación de las Alpujarras.
Expulsión de los moriscos en 1609.
Gabriel Puig Roda. Expulsión de los moriscos. 1894. 355 x 556 cm. Museu de Bellas Artes de Castelló.
Tras finalizar la insurrección, la población morisca total, se estimaba en 319.000 en toda España, pero distribuida de desigual manera: en Aragón 61.000, en Valencia 135.000 y en Castilla 110.000
En enero de 1.609 el Consejo de Estado comenzó a debatir sobre la expulsión de todos los moriscos, utilizando como razón principal, la seguridad del estado. El 4 de abril, el Consejo tomó la decisión de recomendar la expulsión de los moriscos al monarca.
Felipe III, que había relevado a su padre tras su muerte -1598- aceptó dicho consejo, y el 9 de abril de 1.609 decretó la expulsión de los moriscos de España.
Se decidió que la expulsión empezara por el reino de Valencia, al considerar esta región la más problemática para la ejecución de la expulsión, por el elevado número de población morisca, por estar concentrados en poblaciones montañosas y por su cercanía al litoral, accesible desde el norte de África.
Los preparativos para la expulsión de los moriscos de Valencia se llevaron a cabo en secreto para evitar insurrecciones. Se concentraron galeras en el Mediterráneo, se enviaron tropas y acudió la flota del Atlántico. A inicios del otoño tercios provenientes de Italia ocupaban posiciones estratégicas y escuadrones navales estaban en los puertos de Alfaques, Denia y Alicante. Todo estaba preparado.
El 22 de septiembre de 1.609 se publicó el decreto de expulsión en Valencia. En este decreto se ordenaba la expulsión, aunque contenía una cláusula que eximía a los niños menores de 4 años, elevado después hasta los 14 años, si sus padres estaban de acuerdo.
Se permitió a los moriscos que conservaran sus bienes muebles, pero sus posesiones, sus casas y sus cultivos pasarían a formar parte de las propiedades de sus señores como compensación. La destrucción o incendio de cualquier propiedad estaba penada con la muerte.
Los moriscos tras ser obligados a pagar el pasaje, fueron transportados al norte de África, donde en ocasiones fueron atacados por la población de los países receptores. Esto causó temores en la población morisca restante, produciendo el 20 de octubre una rebelión morisca de los que aún quedaban, para evitar la expulsión. Los rebeldes fueron reducidos en noviembre, y se terminó con la expulsión de los últimos moriscos valencianos. Pasados 3 meses desde el decreto habían sido expulsados de Valencia 116.022 moriscos.
Pere Oroming. Embarco de los moriscos en el Grao de Valencia. 1616. Óleo sobre lienzo. Colección. 110 x 174 cm. Bancaja.
El 18 de abril de 1610 el rey Felipe III firmó la orden de expulsión de los moriscos del Reino de Aragón, ejecutándose, y a continuación, en septiembre la de los moriscos catalanes.
La expulsión de los moriscos de Castilla fue una tarea más difícil, puesto que estaban mucho más dispersos. Debido a ello, a la población morisca se le dio una primera opción de salida voluntaria del país, donde podían llevarse sus posesiones más valiosas y todo aquello que pudieran vender. Así, en Castilla la expulsión duró tres años -1611 a 1614-, e incluso algunos consiguieron evitar la expulsión.
Del Reino de Granada fueron expulsados unos dos mil moriscos, que eran parte de los pocos que quedaron después de la deportación.
Expulsión de los moriscos de Granada. Manuel Gómez Moreno Roda.
Música: Juan del Encina. Ay triste que vengo. Cancionero de Palacio. Siglos XV y XVI.
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