Diana y sus flechas en la Gran Vía madrileña. La metamorfosis mejicana de la mitología. Parte 3.

Andando por la acera de los pares de la Gran Vía madrileña, a la altura del n.º 32 –Edificio Primark-, nos encontramos dos flechas talladas en el suelo, cada una de ellas de aproximadamente un metro de longitud, a cuya orientación y ubicación, les buscaron una razón de ser, escarbando en la mitología griega algo que pudiera justificar su existencia, pero que como se podrá ver, es un gesto imaginativo y voluntarista que poco tiene que ver con las historias de ninguna de las teogonías existentes hasta hoy.

El edificio de enfrente es el n.º 31 que fue construido entre los años 1925 y 1927 para albergar oficinas, siendo propiedad del empresario Vicente Patuel, que encargó el diseño y la obra al arquitecto José Miguel de la Cuadra Salcedo. En sus locales comerciales a nivel de la calle estuvieron negocios tan conocidos como la madrileñísima cafetería Zahara, diseñada en 1931 por el gran arquitecto Secundino Zuazo, que cerró en 2010, o la administración de loterías de Doña Manolita que se trasladó en 2011 a la calle del Carmen. El edificio iba a estar adornado por dos grandes torreones blancos de piedra caliza que colmarían cada uno de sus laterales, pero no llegaron a construirse totalmente por la crisis económica de 1929, retirando lo poco hecho en 1956, para no dar la sensación de obra inacabada.

En 2015 el edificio fue adquirido por el inversor mejicano Jorge Diaz Estrada, que encargó la remodelación del edificio para convertirlo en un hotel de lujo, el primer Hyatt Centric de Europa, ordenándose la restitución de los 2 torreones del diseño inicial y no acabados, que fueron nuevamente construidos en 2017.

La obra de remodelación del hotel fue encargada al estudio Blue Sky Hospitality, fundado por el arquitecto e interiorista Henry Chebaane, con una inversión de 30 millones de euros.

Además de la entrada al hotel, hay dos grandes establecimientos comerciales al nivel de calle: Real Madrid Official Stores y hasta hace muy poco Pull&Bear, que ha sido sustituida por la marca de zapatos y zapatillas deportivas Skechers.

Su propietario, un enamorado de la figura de la Diana Cazadora que adorna una fuente en el Paseo de la Reforma de México DF, quiso adornar la altura de su nuevo edificio con una escultura y pensó que establecer un lenguaje con el edificio de enfrente era algo esencial, decidiendo que la escultura de la diosa de la caza estuviera rematando el hotel madrileño, al igual que en el de enfrente –PRIMARK– lo hace un AVE FÉNIX con un joven sobre una de sus alas con el brazo extendido, para lo cual solicitó bocetos de la divina figura femenina, siendo elegido el presentado por la Escuela de Arte la Palma, entonces en el corazón de Malasaña y hoy ya tras el éxito, cerca del Bernabéu. El equipo estaba dirigido por la arquitecta y escultora Natividad Sánchez, que contó con Marta Castañeda -arquitecta-, Vega Bautista -restauradora- y Cristina Rojas.

Boceto de Natividad Sánchez.

El monumento proyectado, que pasaría a adornar lo más alto del edificio de Gran Vía 31, representaría a la diosa Diana, de caza, acompañada de una jauría de cinco perros. La escultura tendría una altura de 5 metros de altura y pesaría alrededor de 900 kg y sería realizada en resina de éster vinílico y polvo de bronce para darle un aspecto clásico. No serían necesarios permisos especiales del ayuntamiento de Madrid, al no estar el edificio protegido, aunque ya en ese momento sugirieron que agradecerían mucho al ayuntamiento, el que colocara en la acera del n.º 32 un par de flechas en la dirección del arco de Diana al ave Fénix de enfrente. En la remodelación de la Gran Vía finalizada en 2018, el ayuntamiento las imprimió en la acera y dirección solicitadas.

A Natividad Sánchez o al empresario mejicano, no les quedó más remedio que inventar una historia que justificara los flechazos de Diana al ave Fénix, que lleva en su ala a un joven -sin nombre ni apellidos- con el brazo levantado. Si hay que adaptar la mitología, pues se adapta.

Así, el arco de Diana apuntaría al ave Fénix del edificio de enfrente, con un nuevo invento mitológico: Diana pidió a Zeus que le permitiera vivir eternamente con Endimion -el rey pastor estudioso de Selene/Diana-, y Zeus, horrorizado, envió a un águila o ave Fénix para que raptara a Endimion y lo llevara al Olimpo manteniéndolo de esta manera separado de su hija la diosa Diana por toda la eternidad.

Diana al ver el ave con Endimion a punto de partir, enfadada, disparó su arco, para impedir que ésta se llevara a su amado, pero los dos primeros disparos se quedaron muy cortos, cayendo en la acera del edificio de enfrente; esa falta de puntería es increíble en una diosa de la caza, al margen de imaginar lo que hubiera pasado, si las flechas hubieran ido a la distancia adecuada con esa puntería.

Como se puede recordar, Zeus concedió a Endimion el sueño eterno durante el día, para que pudiera disfrutar eternamente con su amada Selene/Diana por las noches, no enviando el dios del Olimpo enfurecido a Fénix alguno a raptarlo para ocultárselo a Diana por toda la eternidad, ni siendo tampoco el joven que cabalga sobre el ave Fénix del edificio de Gran Vía 32, Endimion, pero la cosa pareció entretenida y se adornó así.

Los modelos para este grupo escultórico fueron un perro braco americano llamado Checo para la jauría, y una de las hijas de la escultora, para el rostro de la diosa. Al resultado final se llegó después de muchos moldes, planos, y tres esculturas de Diana a diferentes escalas -una de ellas también en el interior del hotel, escalado de figuras en la que ayudó Krum Stanoev, hasta el vaciado final, que se elaboró en Aranda de Duero.

Desde abril de 2017 la imagen de Diana Cazadora se alza en Gran Vía 31, con su arco apuntando al antiguo símbolo de la Unión y el Fénix del edificio de enfrente. También, una de las esculturas realizadas a menor escala para prueba intermedia de la que se encuentra en el tejado del edificio, fue terminada y se encuentra en uno de los rellanos de la escalera del hotel.

En la terraza superior, décima planta, rozando la escultura de Diana, hay un restaurante-bar, El jardín de Diana, magnífico, que ofrece muy buenas experiencias gastronómicas y las vistas de las dos esculturas y del skyline de la Gran Vía y de buena parte de la ciudad.

El Jardín de Diana.

Un cartel en la última planta, cerca del acceso a la terraza, reza: “debemos cobijar a quienes solicitan alojamiento”.

Este aserto está basado quizá en una historia mitológica contada por Ovidio: Perseo, semidiós hijo de Zeus, volvía -volando con las sandalias aladas regaladas por el dios Hermes– para recuperar Argos, el reino de su abuelo Acrisio, tras librar a Andrómeda del monstruo marino, cortar la cabeza a la gorgona Medusa -que convertía en piedra al que le mirara a los ojos, incluso con la cabeza cortada-, librar al reino de Sérifo de su rey Polidectes que asediaba a la madre de Perseo Dánae y alguna aventura adicional menor.

Perseo hizo un alto en el camino, y al pasar por el continente africano, pidió alojamiento al titán Atlas, alojamiento que le fue negado, alegando la existencia de una profecía que le auguraba malos presagios provenientes de un descendiente del rey del Olimpo. Contrariado, Perseo sacó la cabeza de Medusa y se la mostró a Atlas que quedó convertido en piedra. El coloso era de tal tamaño, que se transformó en la cordillera que lleva su nombre.

Conclusión: se debe dar posada al peregrino, para que no nos pase lo que a Atlas, cuestión aconsejada en las Obras de Misericordia corporales y como puede verse aconsejada por el hotel Hyatt Centric de la Gran Vía madrileña.

Música: Billie Holiday & Louis Armstrong. Sweet Hunk o´Tras