REINO UNIDO DE LA GRAN BRETAÑA E IRLANDA DEL NORTE. Anexión de Escocia. Parte 4.
La historia antigua de Escocia es la misma que la del resto de la isla de Gran Bretaña, separada del continente tras el deshielo posterior a la última glaciación de Würm. Su historia específica, escrita y más conocida comenzó con la llegada de los romanos a la isla de Bretaña y la constitución en ella de su provincia Britannia.
Los romanos llamaron a la parte norte de la gran isla -zona no ocupada por ellos-, Caledonia, y a los habitantes de la parte este de esa región, pictos, mientras que a los del oeste -invasores gaélicos provenientes de Irlanda-, escotos.
Desde un punto de vista histórico clásico, Escocia fue un país aparentemente impermeable a los avances que llegaban de la civilización mediterránea, posiblemente por su celo singular a la intrusión foránea.
La romanización de Escocia fue un largo proceso inconcluso y con muchos retrocesos y avances. El general Cneo Julio Agrícola -en Britania entre los años 71 y 84- derrotó a los caledonios en la batalla del Monte Graupio, permitiéndole esa victoria la construcción de una cadena de fortificaciones cerca de las Falla de Highlands, aunque no transcurrido mucho tiempo, retrocedió a las Southern Uplands, es decir al tercio más meridional de Escocia.
Tras unos años con 7 campañas de este general, se produjo una estabilización geográfica no exenta de batallas y combates difíciles para los romanos, porque eran ataques que se producían en los bosques, evitando el empleo de la mejor arma romana, las formaciones.
El desistimiento total de la ocupación permanente de esa región se produjo con la construcción de los muros de Adriano y Antonino, que quisieron definir el límite septentrional de Roma en Britannia.
En total, la ocupación de estas zonas de Escocia por parte de los romanos se extendió durante no más de 40 años, aunque la influencia latina en la parte más meridional fue más duradera.
En el siglo VI, el cristianismo, que había estado presente desde el siglo III, se consolidó con la acción del monje Columba -irlandés-, que fundó un monasterio en el archipiélago de las Hébridas, convirtiéndose en un importante centro de influjo monacal que llegó a las tierras de escotos y pictos y trascendió sus fronteras.
Tras la marcha de Roma de Britannia -principios del siglo V-, los anglos, jutos y sajones invadieron durante el siglo VI aproximadamente, las zonas abandonadas por los romanos, quedando divida la antigua provincia de Britannia -ahí no estaba incluida Escocia- en siete reinos, la Heptarquía.
El reino de los pictos experimentó un importante desarrollo durante la Edad Media. Intentó la supervivencia y la expansión, logrando una victoria importante sobre las tribus de Northumbría en la batalla de Dunnichen en el 685, continuando su expansión hasta que, a mediados del siglo IX, los pictos y escotos comenzaron a unirse bajo un mismo poder político encarnado en el rey Kenneth I. El reino fundado por Kenneth I MacAlpin iba a ser conocido con el nombre de Reino de Alba o Rìoghachd na h-Alba en gaélico escocés. Le sucedió su hermano, Donald I y a éste el hijo de Kenneth I, Constantino I, que permaneció al frente del nuevo reino durante quince años en los que tuvo que enfrentarse a las incursiones de los vikingos, muriendo en 877 luchando contra ellos.
En el siglo IX se sucedieron diversas oleadas de invasores procedentes de Escandinavia, los vikingos, que se apoderaron prácticamente de los archipiélagos de las Hébridas, las Orcadas y las Shetlands, a las que colonizaron durante varios siglos.
Constantino II (879-952), nieto de Kenneth I MacAlpin fue el primero que hizo uso del título de rey de Alba y las crónicas dejan de referirse a él y a sus sucesores como reyes de los pictos ni de los escotos. Al igual que otros reinos de las islas, tuvieron que luchar contra los vikingos, aunque los de Alba se aliaron más tarde con ellos para pelear unidos contra el rey Athelstan de Wessex -el reino más poderoso de la Heptarquía inglesa- enfrentándose en la Batalla de Brunanburh en una fecha entre el 934 y el 939, donde salieron los coaligados derrotados, pero también los de Wessex muy debilitados. Este desgaste permitió al Reino de Alba estar tranquilo respecto a Wessex durante mucho tiempo.
En el siglo XI, durante el reinado en Alba de Malcolm II, tuvo lugar la decisiva Batalla de Carham en 1018, donde Malcom II venció a un poderoso ejército de Northumbria llevando las fronteras del Reino de Alba hasta la desembocadura del río Tweed, en donde hoy se encuentra la frontera entre Escocia e Inglaterra. Durante los reinados de los monarcas posteriores a Malcom II, el Reino de Alba se consolidó y fortaleció.
A partir de 1066, año en que comenzó la invasión normanda de las tierras inglesas, por un ejército formado por normandos, bretones, flamencos y franceses liderados por Guillermo I el Conquistador de Normandía, en Alba se inició un proceso de cambio debido a la creciente influencia de los ingleses, que harían evolucionar las estructuras del estado –revolución davidiana llevada a cabo por el rey David I (san David,1083-1153)- y la organización eclesiástica. Se sustituyó la organización de carácter tribal en clanes, por una nueva estructura de carácter feudal, siguiendo el modelo anglonormando. Se fue creando una nobleza cuyo poder radicaba en la propiedad de la tierra, organizándose en feudos, sobre los que ejercían absoluta autoridad los señores. Sólo las Highlands –Tierras Altas- , siguieron con el antiguo sistema de clanes.
Fue en esta época cuando se fundaron los primeros castillos y fortalezas, y ciudades y pueblos con fueros propios -los burghs-. Estas instituciones, junto a la inmigración de clérigos y caballeros ingleses y franceses, facilitaron el establecimiento en el Reino de Alba de la lengua inglesa, como ya pasaba en las tierras recién conquistadas del sur. En las Highlands continuaron con los históricos clanes y mantuvieron la lengua gaélica escocesa. Sin embargo, en el resto del reino, las tierras bajas, funcionaron como feudos europeos del medioevo y hablaron inglés. Es decir, David I trató de organizar su reino a semejanza de otros estados de la Europa medieval y a él se deben la fundación de muchas ciudades entre las que destacan Stirling -Los pilares de la tierra- ,y la propia Edimburgo, actual capital de Escocia.
Los jefes de los clanes eran la aristocracia de las Highlands, y todos los que pertenecían al clan compartían el apellido del jefe, aunque no fueran descendientes. Era suficiente ponerse bajo la protección de uno de ellos para adoptar su apellido, transmitiendo el mismo a partir de ahí a todos los descendientes. La partícula Mac significa “hijo”, por lo Mac Robertson quería decir hijo de Robertson…
El reinado de David I estuvo estrechamente ligado a los reyes normandos de Inglaterra ya que había pasado gran parte de su infancia y juventud con ellos, tras huir de Escocia junto a sus hermanos por el asesinato de su padre Malcom III y de su hermano mayor Enrique en 1093.
Alba es el nombre de Escocia en gaélico escocés. Aunque Scotia fue utilizado originariamente por los romanos para denominar a Irlanda –Éire en gaélico irlandés-, y a sus habitantes, escotos, que invadieron la parte oeste del reino de los pictos. El Reino de Alba pasó a ser denominado Scotland en anglosajón, o Scotia en latín tras el año 1097, durando la denominación Alba desde 843 a 1097, desde Kenneth I a Edgardo de Escocia.
En el siglo XIII, en el año 1249 fue coronado rey de Escocia Alejandro III El Glorioso (1241-1286) de la dinastía DUNKELD, cuando contaba ocho años, siendo su reinado una época de gran prosperidad y crecimiento para Escocia. Fue coronado en la Abadía de Scone, construida a comienzos del siglo XII sobre la Piedra del Destino o Piedra de Scone*. Con diez años, se casó con Margarita de Inglaterra, hija de Enrique III de Inglaterra (1207-1272) en un intento de pacificar la relación entre ambos reinos, naciendo tres hijos lo que pareció asegurar la continuidad de la dinastía.
Piedra del destino en Scone.
Entre 1262 y 1266 tuvo lugar la Guerra Noruego-Escocesa, que enfrentó a Alejandro III con el rey de Noruega Haakon IV, por la posesión de las islas Hébridas, la isla de Man y el condado de Caithness, que estaban por entonces bajo domino noruego. Haakon IV preparó la mayor flota conocida hasta entonces -120 barcos- para lo que iba a ser la batalla definitiva por la posesión de las islas, batalla a celebrar en Largs en 1263, pero por las condiciones meteorológicas, los noruegos no pudieron utilizar su potencial, quedando la batalla en nada.
Por fin, fallecido Haakon IV en 1266, Alejandro llegó a un acuerdo para la adquisición de las islas mencionadas con el rey Magnus VI de Noruega, acuerdo firmado en el Tratado de Perth, en el que Noruega reconocía la soberanía escocesa sobre los territorios en disputa, a cambio del pago de 4.000 marcos y una anualidad de 100 marcos. A cambio, Escocia reconocía la soberanía noruega sobre las Islas Shetland y Orcadas, que adquirirían más tarde, en el siglo XV.
*De Jacob -hijo de Isaac y Rebeca y generador de las doce tribus de Israel-, cuenta el relato del Génesis 28,11-19: 11. Partió pues Jacob de Berseba para dirigirse a Jarán. Y llegó a cierto lugar y pasó la noche allí, porque el sol se había puesto; tomó una de las piedras del lugar, la puso de cabecera y se acostó en aquel lugar. 12.Y tuvo un sueño, y he aquí, había una escalera apoyada en la tierra cuyo extremo superior alcanzaba hasta el cielo; y he aquí, los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. 13.Y he aquí, el SEÑOR estaba sobre ella, y dijo: Yo soy el SEÑOR, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. La tierra en la que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. 14.También tu descendencia será como el polvo de la tierra, y te extenderás hacia el occidente y hacia el oriente, hacia el norte y hacia el sur; y en ti y en tu simiente serán bendecidas todas las familias de la tierra. 15. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que vayas y te haré volver a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he prometido. 16. Despertó Jacob de su sueño y dijo: Ciertamente el SEÑOR está en este lugar y yo no lo sabía. 17. Y tuvo miedo y dijo: ¡Cuán imponente es este lugar! Esto no es más que la casa de Dios, y esta es la puerta del cielo. 18. Y se levantó Jacob muy de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, la erigió por señal y derramó aceite por encima. 19. Y a aquel lugar le puso el nombre de Betel, aunque anteriormente el nombre de la ciudad había sido Luz.
La leyenda escocesa continuó con la historia de que la piedra/almohada del sueño de Jacob, llamada Piedra del Destino, que había sido llevada a Escocia por la hija de un faraón egipcio contemporáneo de Moisés que se llamaba Scota, que fue la que dio su nombre a los escotos, y que estaba dotada de grandes poderes, atrayendo la fortuna y protegiendo a quién la poseyera. Parece ser, que ya durante la existencia del reino escoto de Daldriada, en la costa oeste de Escocia, fue utilizada durante la ceremonia de las coronaciones a partir del siglo V, pasando por diferentes vicisitudes hasta quedar custodiada en Scone, lugar conquistado por el primer rey de Alba, Kenneth I MacAlpin, que convirtió a Scone en la capital de su reino, dejando allí la Piedra que permanecería durante los siguientes cuatro siglos tutelando la coronación de los sucesivos reyes de Alba y luego Escocia.
Música: Max Richter. Mercy.
To be continued in part 5
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Sigo aprendiendo. Magnífico. Gracias.