REINO DE LA GRAN BRETAÑA E IRLANDA DEL NORTE. Anexión de Escocia. Parte 5.
Escocia se hacía más fuerte, y los ingleses comenzaron a estar inquietos con sus vecinos del norte, aunque el matrimonio entre Alejandro III y Margarita de Inglaterra parecía asegurar la paz.
En 1272 falleció Enrique III de Inglaterra -padre de Margarita-, subiendo al trono su hijo Eduardo I Piernas Largas (1239-1307), que más tarde fue apodado el Martillo de los Escoceses.
Por esos años, nació en un pequeño suburbio de lo que hoy es Glasgow, un niño al que llamaron William Wallace, que fue el mayor héroe de la historia de Escocia y una de las principales pesadillas para Eduardo I.
En 1275, falleció la mujer de Alejandro III, la reina Margarita, con treinta y cinco años. Alejandro no contrajo nuevo matrimonio considerando que la sucesión estaba asegurada con sus tres hijos, pero en 1281 murió el mayor, en 1283 la segunda, Margarita, que estaba casada con el rey de Noruega Erik II -falleció en el parto de su hija Margarita- y al año siguiente, falleció el menor de sus hijos, Alejandro. El rey escocés, entonces, se casó de nuevo con Yolanda de Dreux, familia de los Capetos franceses. Este matrimonio, además de para dar un heredero a la corona, fue un signo de alejamiento del rey inglés Eduardo I, haciendo ese gesto para señalar la independencia de Escocia, ya que estrechaba vínculos con el principal rival de Inglaterra, Francia. El matrimonio no tuvo descendencia, muriendo Alejandro III al caer de un caballo cinco meses después de la boda, y aunque pareció que la reina estaba embarazada, fue o falsa alarma o aborto no publicado pero no hubo nacimiento.
Sólo quedaba un heredero directo de la corona escocesa, Margarita, nieta de Alejandro, e hija de Margarita y Erik II, que había nacido tres años antes en Noruega. Se realizó el viaje de Noruega a Escocia para ser coronada reina de Escocia, pero la niña aún muy pequeña, murió en el viaje.
Eduardo I de Inglaterra había tratado de concertar el matrimonio entre su hijo Eduardo y la pequeña Margarita, pero la muerte de la niña truncó sus planes dirigidos a anexionarse Escocia por matrimonio.
Eduardo I de Inglaterra, aunque no tiene mucho que ver con el asunto tratado, estaba casado con Leonor de Castilla, matrimonio en el que los dos cónyuges estuvieron profundamente enamorados, teniendo 15 hijos. Leonor era hija de Fernando III el Santo de Castilla y León y de su segunda mujer Juana de Ponthieu o de Danmartin -la primera fue Beatriz de Suabia, madre de Alfonso X el Sabio-. Juana descendía de Simón de Danmartín, conde de Aumale y de María, condesa de Ponthieu.
Monumento obelisco “cruz” en honor de Leonor de Castilla en Charing Cross. Londres.
La reina Leonor con sus atributos reales.
Al morir Leonor de Castilla en Harby, Lincolnshire, Eduardo decidió que se trasladara el cadáver a Westminster en Londres para darle sepultura, y que en cada parada del cortejo, se construyera una cruz en honor de su amada reina. El cortejo realizó 12 paradas en Lincoln, Grantham, Stamford, Geddington, Northampton, Stony Stratford, Woburn, Dunstable, St Albans, Waltham, Westcheap y Charing Cross. En cada una de las paradas se construyó una de las conocidas como CRUCES DE LEONOR DE CASTILLA. En la plaza de Charing Cross, en Londres, hay un monumento que los londinenses siguen llamando cruz, que mide 20 metros de alto, en honor a Leonor con el escudo de Castilla. La cruz construida en 1290 fue destruida.
LA GASCUÑA DE VUELTA: UNA LEONOR BORGOÑA PARA LA EXPORTACIÓN. HISTORIA DE UN GRAN AMOR. Parte 5.
Dos fueron los clanes que se disputaron el derecho sobre la corona de Escocia, el clan de los Bruce dirigido por Robert Bruce, y el clan de los Baliol, cuyo líder era John de Baliol. Ambos defendían sus derechos como descendientes del rey David I -san David-.
Eduardo I de Inglaterra se posicionó partidario de los Baliol, siendo declarado John de Baliol heredero a la corona escocesa en 1292, como John I de Escocia. El rey inglés supuso que este nombramiento crearía una dependencia y sumisión del escocés, pero al solicitar a John dinero y tropas para su campaña militar contra Francia, recibió una clara negativa, considerando el escocés una afrenta esa petición, lo que le llevó -aunque fundamentalmente para salvaguardar la independencia escocesa- a reafirmar en 1295 la Auld Alliance –Antigua Alianza– por la que el rey escocés y el rey francés, Felipe IV el Hermoso -el que quemó a Jacques de Molay, Gran Maestre de los Templarios- se comprometían a hacer frente conjuntamente a las ambiciones del rey inglés.
Esta alianza entre Francia y Escocia iba a mantenerse durante más de dos siglos y, como era previsible, acució a Eduardo I de Inglaterra, que se dispuso a atacar Escocia, para hacer lo mismo que con Gales en la década anterior. Robert Bruce, el jefe del clan Bruce, adversario en su día de Baliol por la corona escocesa, se alió con Eduardo I en contra de John I Baliol.
Berwick upon Tweed .
El rey Eduardo I de Inglaterra, con el apoyo de Robert Bruce, se dirigió a Escocia al frente de su ejército y el 30 de marzo de 1296 tomó Berwick, junto a la desembocadura del río Tweed, frontera entre Escocia e Inglaterra, destruyendo la fortaleza y el puerto, pasando a cuchillo a sus ocho mil habitantes. A continuación, se dirigieron a la fortaleza de Dunbar, donde el ejército de Eduardo y de Bruce, integrado por unos 25.000 hombres de infantería y 5000 de caballería, se enfrentó a las tropas escocesas, infligiéndoles una gran derrota, en la que los escoceses perdieron diez mil hombres. John I Baliol abdicó en julio de ese año, siendo encerrado junto a su hijo en la Torre de Londres. Eduardo I se hizo con la Piedra de Scone, símbolo de la realeza escocesa, y la envió a la Abadía de Westminster, donde eran y serían coronados los reyes ingleses sobre la piedra a partir de entonces*. En 1296 gran parte de la nobleza escocesa, incluido Robert Bruce juraron fidelidad al rey inglés. John Baliol fue liberado en 1299 pero con la condición de no volver a poner sus pies en tierras escocesas. Se marchó a Francia en donde permaneció hasta su muerte en 1315, en Normandía.
*Tras el desplazamiento de la Piedra del Destino a Westminster en 1296, ha sido robada, rota, devuelta, reparada, y por fin en 1996 siendo primer ministro John Major, devuelta a Escocia, donde descansa en el Castillo de Edimburgo, aunque será utilizada para las coronaciones futuras.
El rey Eduardo I regresó a Inglaterra, para organizar la campaña contra los franceses, y dejó en Escocia al conde de Surrey, que pronto se dio cuenta de que Escocia estaba lejos de ser dominada, a pesar de su aparente sumisión al rey inglés. Andrew de Moray, aristócrata escocés, se declaró en rebeldía en el mismo mes en que William Wallace -el mayor héroe escocés de todos los tiempos- daba muerte al alguacil de Lanark -asesino de la esposa de Wallace-, comenzando la rebelión escocesa a extenderse por todo el territorio.
Monumento a William Wallace en Aberdeen.
Puente de Stirling.
El rey Eduardo I envió refuerzos al conde de Surrey para sofocar la rebelión, aunque menos de los deseables y necesarios. John de Warenne -conde de Surrey- se dirigió con sus fuerzas en septiembre de 1297 hacia el estratégico puente de Stirling –puerta de entrada al norte de Escocia-. Wallace tenía preparada su estrategia, no desafiando a los ingleses en una batalla a campo abierto, sino dejándoles cruzar el estrecho puente, para atacarles cuando una parte importante del ejército lo hubiera hecho, mientras que la caballería escocesa que se debía retirar aparentemente del campo de batalla, volvería para atacar por sorpresa desde uno de los flancos. El ejército inglés fue cruzando el puente mientras las fuerzas de Wallace permanecía inmóviles. Cuando vio que comenzaba el ataque de la caballería al mando de Andrew de Moray, lanzó su grito de guerra “!Alba go brath!” -Escocia para siempre-, y una lluvia de flechas fue lanzada sobre los ingleses que estaban a medio pasar el río Forth, siendo inmediatamente después alcanzados por la caballería, que se lanzó sobre los cinco mil ingleses que habían cruzado el río y no podían recibir auxilio del grueso. Por último, Wallace se lanzó al ataque con sus fuerzas de a pie, empuñando sus grandes espadas, que recibían el nombre de Claymore y podían llegar a medir más de un metro y medio de longitud, y sus hachas y martillos. Las tropas inglesas trataron de retroceder hacia el puente, pero este cedió por el peso, muriendo ahogados debido a sus armaduras, cientos de soldados ingleses. Ante lo que estaba aconteciendo, John de Warenne ordenó la retirada. La victoria fue de Escocia y la leyenda de William Wallace se hacía cada vez más grande. Los ingleses tuvieron cinco mil bajas de a pie y numerosos caballeros a caballo. El jefe de la caballería escocesa Andrew de Moray, cayó en la lucha.
Batalla del puente de Stirling.
Robert Bruce, que había jurado fidelidad al rey Eduardo I, se había unido a última hora a la rebelión escocesa, y ahora era aclamado como legítimo heredero de la corona de Escocia. Bruce nombró caballero a Wallace Guardián de Escocia –la Mano del rey-, siendo la intención de éste último, seguir empujando a los ingleses hacia el sur y llegar hasta Newcastle.
Ante los acontecimientos escoceses, Eduardo I decidió terminar su lucha en Francia para regresar a Inglaterra en marzo de 1298 organizando un ejército con el que poder derrotar y someter a los escoceses. 13.000 hombres de infantería, cuatro mil de caballería, además de un arma decisiva, que fue dotar a los arqueros galeses del Arco largo inglés, capaz de lanzar flechas a una distancia de 200 metros con una cadencia de disparo de hasta doce flechas por minuto/hombre.
Wallace contaba con cinco mil hombres de infantería y un millar de caballería. Consciente de su inferioridad rehusó el combate abierto y llevo a cabo maniobras de tierra quemada, incendiando las cosechas y todo aquello que pudiera ser utilizado por los ingleses para alimentarse y aprovisionarse.
La táctica iba dando resultado y el rey Eduardo I estaba casi decidido a regresar a Inglaterra, cuando Wallace fue traicionado por aristócratas franceses de su bando, que no le reconocían nobleza, avisando a Eduardo de que Wallace iba a atacar al ejército inglés por sorpresa en Falkirk. Perdida la sorpresa, los dos ejércitos se enfrentaron el 22 de julio de 1298. Los escoceses, con una caballería inferior 3 a 1, se dispusieron a aguantar las cargas de la caballería inglesa formando líneas de hombres de infantería con largas lanzas que parecían impenetrables para la caballería. La caballería inglesa no pudo superar la defensa de las lanzas escocesas que aguantaron firmes, y cuando la caballería escocesa debía lanzar su ataque9 se retiró del campo de batalla, traicionando a Wallace. Eduardo I ordenó a sus arqueros que lanzaran una lluvia de flechas sobre la indefensa infantería escocesa, que fue masacrada. Más de tres mil escoceses quedaron sobre el campo de batalla, mientras los supervivientes, entre ellos Wallace, tuvieron que huir.
Tras la derrota, Wallace dimitió de su cargo como Guardián de Escocia. El rey Eduardo I no pudo sacar todo el partido que hubiera deseado a su victoria, ya que la estrategia de tierra quemada de Wallace le había dejado sin provisiones para alimentar a su ejército, desertando muchos de sus hombres. A finales de 1298 se retiró de nuevo a Inglaterra, mientras Wallace buscaba por Europa apoyos a la causa escocesa, visitando las cortes de Castilla, Francia y la Papal. Mientras, Eduardo concentró de nuevo sus energías en Escocia, y en 1304 logró recuperar el castillo de Stirling -residencia de la familia real escocesa-, y muchos nobles escoceses temiendo perder sus tierras, se rindieron al rey inglés, pero Eduardo exigió la cabeza de Wallace para detener su invasión. Wallace fue traicionado de nuevo y entregado a los ingleses, en su casa próxima a Glasgow, en agosto de 1305, siendo a continuación trasladado a Londres encadenado, encerrado en la Torre y juzgado el 23 de agosto de 1305 en Westminster, bajo la acusación de alta traición al rey de Inglaterra y de un gran número de asesinatos, a lo que Wallace respondió desafiante “Si me acusáis de asesino por matar a los enemigos de mi patria, entonces soy cien veces culpable, pero no me podéis llamar traidor, cuando siempre he servido a mi país, que es Escocia, y no a Inglaterra, a cuyo rey nunca he jurado lealtad. Si mis soldados o yo hemos robado o hemos hecho daño a casas o ministros de religión, me arrepiento de mi pecado, pero no es a Eduardo de Inglaterra a quién pediré perdón”. La sentencia fue, por supuesto de culpabilidad, siendo condenado a muerte y ejecutado.
Las guerras de independencia de Escocia continuaron. Robert I the Bruce se proclamó rey de Escocia en 1306. La guerra con Inglaterra duró algún tiempo, siendo digna de señalar la derrota que infligieron los escoceses de Robert I the Bruce en 1314 a los ingleses, durante el reinado de Eduardo II de Inglaterra, en Bannockburn, cerca de Stirling, de la que se derivó la momentánea expulsión de los ingleses, que no obstante, siguieron intentando en años posteriores invadir Escocia.
También continuó la guerra civil entre los partidarios de la dinastía de Robert the Bruce y los partidarios de los Balliol. Duró hasta mediados del siglo XIV, siendo la dinastía Bruce la vencedora, reinando Roberto I entre 1306 y 1329 y su hijo David II entre 1329 y 1371, y al no tener descendencia este último, la corona fue heredada por Roberto II ESTUARDO, hijo de la hermanastra de David II, Marjorie Bruce –hija de Roberto I y su primera mujer Isabelle de Mar- y de Walter Estuardo. Roberto II inició una dinastía –los Estuardo– que años más tarde reinaría también en Inglaterra, ya Gales incluido, claro, e Irlanda posteriormente.
No obstante, y por aquel entonces, las luchas con Inglaterra continuaron, así como la división interna entre las Highlands y las Lowlands escocesas.
Música: Fréderic Chopin Nocturno en B -SI- flat menor Opus 9, nº 1.
To be continued in part 6
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Sigo aprendiendo. Gracias. Espectacular imagen de inicio.
Como siempre, muy interesante José. Muchas gracias por compartir la pasión por la Historia con todos.
Gracias a ti por leerlo. Abrazo
Buenos días mi Capitán, sobre el arco inglés era de madera de tejo, formado por dos materiales, uno mas flexible y otro mas consistente. Seguimos leyendo la historia. Saludos.
Un abrazo