REINO UNIDO DE LA GRAN BRETAÑA E IRLANDA DEL NORTE. Irlanda y su anexión al REINO UNIDO DE GRAN BRETAÑA. Parte 7.

Desde el octavo milenio a.C., la zona que tras el deshielo de la última glaciación sería la isla de Irlanda, siguió unas vicisitudes similares a las de las otras islas del archipiélago al que pertenece. Entre los años 800 y el 100 a.C., los celtas llegaron a Irlanda. Pueblo guerrero, ya poseyendo herramientas de hierro y armas, construyó fuertes de piedra en toda la isla, y la guerra entre ellos fue habitual.

La última ola de invasores celtas fue la de los gaélicos, que ocuparon la isla y la dividieron inicialmente en cinco regiones, en las cuales floreció a pesar de los constantes conflictos militares, una rica cultura.

La Ley que rigió Irlanda desde el final del tercer milenio  a.C., La LEY BREHON , fue un antiguo sistema legal que sobrevivió hasta principios del siglo XVII. Este sistema legal estaba completamente desarrollado, y continuó a pesar de la culturización cristiana y las invasiones vikinga y anglonormanda, aunque se vio afectada por cada una de ellas, claro.

Las leyes eran más un derecho civil que penal, que afectaba al pago de una compensación por el daño causado por no respetar la regulación de la propiedad, las herencias o los contratos. El concepto de castigo del delito administrado por el estado era extraño para los antiguos juristas irlandeses.

El Código Brehon formaba un gran cuerpo de derecho civil, militar y penal. Regulaba los distintos niveles de la sociedad, desde el rey hasta el esclavo, y enumeraba sus diversas leyes y privilegios. Eran reglas reguladas cuidadosamente para la gestión de la propiedad, para los diversos sectores económicos, para la apropiación de bienes, para la dación de diezmos, de las invasiones, la relación entre terrateniente y arrendatario, las tarifas de los profesionales, las obligaciones mutuas de padres e hijos, las  de amos y sirvientes, etc… En la parte que corresponde a lo que hoy es el derecho penal, se distinguían los distintos delitos de asesinato, homicidio, atracos, lesiones, robos y todo tipo de daños dolosos y accidentales, estableciendo  la cantidad de indemnización con detalle para cualquier tipo posible de daño.

El Código legal Brehon permaneció como ley de los irlandeses hasta la invasión de Cromwell del siglo XVII. La supervivencia de la ley durante casi tres milenios es testimonio del sentido del honor que tenía la gente a la que le era aplicada. Las leyes eran leyes de usuarios, es decir, obtenían su autoridad de la opinión pública. Eran la expresión del poder moral del pueblo al que regían. El poder moral era el código de honor reflejado a través de los textos de los sabios y del derecho antiguo. La palabra de una persona era su garantía.

Su religión era politeísta y la conexión con los dioses era llevada a cabo por sus sacerdotes -druidas-. Los pueblos eran dirigidos por sus reyes y aristócratas, siempre siguiendo las directrices de los druidas, que además de la función sacerdotal, desempeñaban las labores de sanadores, videntes, legisladores y las de poetas y músicos. El divorcio y los nuevos matrimonios fueron habituales en la sociedad celta, y la poligamia fue de uso común entre los de mayor capacidad económica.

Los romanos denominaron la isla Hibernia, y aunque nunca fue parte formal del Imperio romano, la influencia de éste llegó a la isla, extendiéndose por casi todos sus rincones aunque la exacta relación entre Roma y las tribus de Hibernia no ha sido demasiado esclarecida por la historia.

En el siglo IV el cristianismo llegó a Irlanda, extendiéndose probablemente a través del comercio entre la isla de Gran Bretaña -Roma- y el continente europeo. San Patricio (384-461), patrón de Irlanda -junto a santa Brígida y san Columba- fue un clérigo que llegó de Escocia con la misión de convertir al cristianismo a los irlandeses, comenzando su misión por las familias reales y las de mayor relevancia, introduciendo el latín escrito a través de las escuelas monacales. A la muerte de san Patricio, la élite irlandesa era ya letrada, y registraba su historia por escrito.

La tradición druida desapareció rápidamente con la llegada de la nueva fe, especializándose los eruditos hibernios en el latín. La creación de monasterios debido a la importación del cristianismo, junto a la expansión del conocimiento del latín entre sus monjes, provocó un pronto florecimiento de las prácticas cristianas, que hizo que eruditos de Europa fueran a la isla a visitar los monasterios, y éstos produjeran misioneros que partieron hacia la isla de Gran Bretaña y al continente para difundir la fe cristiana. Irlanda se transformó, casi en su totalidad en cristiana y en un centro de erudición y cultura, aunque la mayor parte de este legado fue destruido durante los ataques vikingos de los siglos IX y X. Hasta entonces, y durante toda la Alta Edad Media -siglo V a final del siglo IX-, estos monasterios ayudaron al aprendizaje del latín y al florecimiento de artes como la escritura, el dibujo o la escultura.

Desde la antigüedad, Irlanda estaba dividida en tuathas, pequeños reinos de 3.000 a 4.000 habitantes, en número de entre 150 y 180, gobernando el conjunto de todos los tuathas un Gran Rey. Los celtas dividieron Irlanda en 5 provincias, que pronto fueron cuatro, al ser absorbida la menor Meath por Leinster, quedando Connacht, Leinster, Munster y Ulster.

En el siglo V mientras el Imperio Romano de Occidente sucumbía ante el empuje de los pueblos bárbaros, un clan extenso de origen irlandés que habitaba en la parte nordeste de Hibernia y de nombre Dalriada ocupó la costa oeste de la actual Escocia, fundiéndose posteriormente con los pictos, creando con Kenneth I el reino de Alba. También los piratas irlandeses entraron en Gales y Cornualles, creando algunos pequeños nuevos reinos.

A partir del siglo V, se vivió en Irlanda una época dorada para la cultura irlandesa cristiana, que fue interrumpida desde el siglo IX, durante doscientos años de guerras intermitentes con los vikingos, que saquearon monasterios y pueblos enteros. Los vikingos atacaron Irlanda por primera vez en el año 795, tomando a mujeres y niños como esclavos. Sin embargo, los vikingos posteriormente no fueron sólo invasores, también fueron comerciantes, artesanos, y fundadores de las principales ciudades de Irlanda como Dublín, Cork, o Wexford. También bautizaron a Irlanda, siendo su nombre, una combinación de la palabra gaélica Eire y la palabra vikinga tierra. Con el tiempo, los vikingos se establecieron en Irlanda, dedicándose a la agricultura, consiguiendo una buena convivencia mediante la exogamia con los irlandeses, aceptando el cristianismo.

En 941 nació Brian Boru, que en 976 heredó de su hermano la corona del pequeño territorio de Thomond. Su destreza militar en la lucha contra el invasor vikingo, le hizo ser coronado rey de Munster. Recuperó todos los territorios invadidos por los daneses de esa provincia, derrotándoles, y haciendo que se replegaran hasta Dublín, en donde estableció una línea que ya nunca sería rebasada por el enemigo vikingo. En los primeros años del siglo XI, el principal monarca y guerrero de la isla Malaquías, nombró a Brian Boru, Alto Rey de Irlanda, considerándole soberano de todos los territorios del sur de la isla.

En la segunda década del siglo XI, los habitantes de la provincia de Leinster, el rey vikingo de Dublín y los vikingos del norte -de las islas Orcadas- y de la isla de Man, se unieron contra Brian Boru, quien los derrotó en la batalla de Clontarf en abril de 1014, poniendo fin con esta victoria, a la amenaza vikinga sobre Irlanda, aunque el rey Boru  murió en esa batalla, probablemente asesinado por alguno de los suyos.

En el siglo XII, algunos cambro-normandos (término que definió a los caballeros normandos que invadieron Inglaterra en 1066 y se asentaron al sur de Gales), desembarcaron en 1169 en la zona de Wexford, conquistando Waterford y el reino de Leinster. Dermot MacMurrough rey de Leinster, fue expulsado de su trono por el Gran Rey de Irlanda y de Connacht Rory O’Connor, por no enfrentarse al invasor con la fuerza debida. MacMurrough, huyó a Normandía donde solicitó ayuda a Enrique II de Inglaterra (casado con Leonor de Aquitania y con 8 hijos entre los que se pueden destacar a Ricardo Corazón de León, Leonor Plantagenet -mujer de Alfonso VIII de Castilla- y Juan sin Tierra), rey de Inglaterra, Señor del Imperio angevino -Anjou- entre1154 y 1189, duque de Normandía y Aquitania, y conde de Anjou, de Maine y de Nantes, para recuperar su reino de Leinster. Enrique, tras contar con una bula Papal de Adriano IV*, ratificada por su sucesor Alejandro III, desembarcó en 1172 en Waterford comenzando la invasión inglesa que convirtió a Enrique en Señor de Irlanda, permitiendo que se mantuvieran  algunas coronas locales, aunque como sus vasallos, dando comienzo un período de dominación inglesa de más de ocho siglos, aunque naturalmente, con continuos altibajos.​

Señorío de Irlanda.

Enrique II de Inglaterra Plantagenet y Leonor de Aquitania.

*La bula Laudabiliter, fue probablemente promulgada por el papa Adriano IV en 1155, para reconocer a Enrique II de Inglaterra como Señor de Irlanda, lo que fue de hecho, una autorización para la invasión inglesa de Irlanda.

Enrique concedió los territorios irlandeses al menor de sus hijos habidos de su matrimonio con Leonor de Aquitania, Juan sin Tierra, con el título Dominus Hiberniae, y cuando Juan I de Inglaterra sucedió a su hermano Ricardo I Corazón de León en el trono inglés en 1199, el reino de Irlanda pasó directamente a situarse bajo el control de la Corona inglesa.

Juan I sin Tierra Plantagenet.

Desde mediados del siglo XIV, los irlandeses comenzaron a intentar recuperar sus territorios. En 1360, los colonizadores normandos, se habían acogido a las leyes irlandesas y adoptaron sus costumbres, hecho que el parlamento inglés consideró como una amenaza para sus intereses de colonización. Así, ese mismo año, se reunió el parlamento inglés en Kilkenny, para aprobar los Estatutos de Kilkenny, una serie de treinta y cinco actas judiciales destinadas a corregir la deriva del comportamiento normando en Irlanda, que podría hacer peligrar el Señorío irlandés del monarca inglés. Se prohibieron la exogamia entre nativos y colonos ingleses, el que estos últimos adoptaran las vestimentas y las costumbres de los irlandeses, condenando también la utilización por los normandos de la lengua gaélica, en un intento de recuperación de su original anglicanización.

A mediados del siglo XIII, una mezcla de clanes noruego-gaélicos formaron un ejército de mercenarios, denominados Gallowglass bajo el mando del rey de Connaught, Aed O´Connor, que impidieron la expansión normanda por su reino. El rey Aed recibió una dote de 160 guerreros escoceses de la hija del rey de las Hébridas y con ellos comenzaron las primeras partidas antinormandas. Los Gallowglass fueron unos guerreros mercenarios que formaban grupos organizados de unos 100 hombres, conocidos como “Corrughadh”, para a cambio de sus servicios, obtener tierras y posiciones en la nobleza irlandesa. Alrededor de 1512 había unos 59 grupos a lo largo del país bajo el control de la nobleza irlandesa, pero con el tiempo se asentaron, y sus filas pasaron a ser formadas por nativos irlandeses.

Durante muchos años estuvieron aliados con los nativos irlandeses en sus luchas y conflictos contra los ingleses, continuando con su catolicismo tras la reforma protestante inglesa.

Así se llegó al siglo XVI, cuando en 1534 Enrique VIII de Inglaterra, rehusó reconocer la autoridad del Papa de Roma, convenciendo al parlamento inglés para ser reconocido como cabeza de la Iglesia anglicana.

Enrique VIII de Inglaterra y Escocia y más tarde rey de Irlanda de la Casa Tudor.

Trató de imponer SU  política religiosa en las zonas dominadas por los ingleses en Irlanda, mediante la publicación de bandos prohibiendo pagar diezmos a la Iglesia católica o reconocer la autoridad papal. Sin embargo, en las áreas bajo autoridad de Irlanda, donde el rey no tenía un poder real, la mayoría de los habitantes ignoraron estos cambios. Su hijo Eduardo VI Tudor fue más allá, rompiendo definitivamente con la doctrina papal, siendo ignorada su actitud igualmente por el pueblo irlandés. María I Tudor, ferviente católica, al igual que su madre Catalina de Aragón, intentó restaurar la antigua religión procurando lograr el dominio de Irlanda mediante la repoblación con colonias inglesas. Su hermanastra Isabel I Tudor, al heredar la corona en 1558, intentó la reimplantación de la Iglesia anglicana, ejecutando a numerosos religiosos católicos irlandeses. Esta persecución sangrienta, llevó a los nativos irlandeses y a los anglo-irlandeses que seguían siendo católicos, a unirse en un nuevo espíritu de nación, que era al mismo tiempo católico y anti inglés.

Eduardo VI Tudor, rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda.

Los ingleses, galeses y escoceses aceptaron el anglicanismo adoptado por Eduardo VI, mientras que los irlandeses permanecieron fieles al catolicismo, hecho que determinaría la relación de Irlanda con Inglaterra, Gran Bretaña y Reino Unido durante los 400 años siguientes.

La dinastía Fitzgerald, también denominada los Geraldines -más tarde FitzMaurice-, fundada por el castellano normando de Gales Gerardo FitzWalter de Windsor, que gobernaba Irlanda desde 1171, enemiga de los Tudor, inició en el año 1536 una rebelión contra la corona inglesa, liderados por Silken Thomas Fitzgerald. Tras sofocar la rebelión, Enrique VIII decidió ocupar Irlanda para que estuviera de hecho bajo el control de Inglaterra, y así evitar que la isla se animara a futuras rebeliones o que decidiese invadir Inglaterra. Por ello, en 1541 fue sustituido el estatus de señorío, por el de reino, siendo proclamado Enrique Rey de Irlanda por el parlamento irlandés, el primero en la historia al que asistió la aristocracia hiberno-normanda con el objetivo de restaurar la autoridad central real que se había perdido durante los años anteriores.

Desde 1541 se constituyó el reino de Irlanda y su primer monarca fue Enrique VIII Tudor.

Una vez que las instituciones de gobierno irlandesas estuvieron en paz, Enrique inició la reconquista del territorio prolongándose este período más de 60 años, en el que los administradores ingleses tuvieron que hacer frente a negociaciones y a auténticas campañas militares contra los irlandeses independentistas y los descendientes de los antiguos señores feudales normandos que estaban establecidos en la isla.

La reconquista total de Irlanda finalizó en 1607 con Jacobo I Estuardo de Inglaterra y VI de Escocia. La corona quiso imponer al pueblo irlandés las leyes, lengua y costumbres inglesas, junto a la nueva religión protestante, lo que era una  tarea mucho más ardua..

Durante este período de sometimiento, también intervino el Imperio español con una segunda Armada Española  –además de la Gran y Felicísima de 1588-, de apoyo a la independencia de los irlandeses, al mismo tiempo que buscaba venganza por el saqueo de Cádiz de los ingleses,  Armada que fue desarbolada por temporales y la flota de Isabel I en 1597.

Tras la conquista inglesa, la Irlanda gaélica desapareció prácticamente, lo que permitió el asentamiento masivo de colonos ingleses, escoceses, y galeses en lo que se ha conocido como Colonización de Ulster. Inglaterra para prevenir posibles futuras rebeliones, ya que esta provincia del norte había demostrado ser en el siglo anterior la más resistente a la invasión inglesa, envió colonos ingleses masivamente a los condados de Ulster.

Una serie de leyes penales atacaron la práctica de la fe católica y en menor grado de la presbiteriana. Fue entonces, cuando los ingleses pudieron establecer un control real sobre Irlanda, eliminando a las élites locales irlandesas. A pesar de ello, Inglaterra no consiguió jamás convertir a los irlandeses católicos al protestantismo. La intensificación de las medidas coercitivas para conseguir la conversión, provocaron la reacción contraria, llevando a cabo intentos reiterados para librarse del dominio  de la corona inglesa y su religión,  creando un resentimiento constante contra Inglaterra.

Entre 1569 y 1573 tuvieron lugar las rebeliones de Desmond -sur de Munster-, organizadas por los Fitzgerald -de Desmond- y los Butlers -de Ormonde-, con la finalidad de independizarse de Inglaterra. Las rebeliones acabaron con las dinastías locales.

En 1594, estalló la Guerra de los nueve años entre Hugh O´Neill y Red Hugh O´Donnell y el gobierno inglés, que se desarrolló en toda Irlanda, pero fundamentalmente en la provincia de Ulster, que finalizó en 1603. La guerra terminó nuevamente con la derrota de los irlandeses, y la posterior ocupación de Ulster por colonos ingleses.

A partir de ese momento, el país entero estuvo bajo el poder de hecho de Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, ejercido a través de su Consejo Privado en Dublín.

Jacobo I Estuardo.

Desde 1640 a 1651 tuvieron lugar las Guerras de los Tres Reinos, una serie de conflictos que se sucederían en Irlanda, Escocia e Inglaterra, entre los que se incluye también la Guerra Civil Inglesa, en la que intervinieron tropas irlandesas. Las guerras estallaron el 22 de octubre de 1641, cuando los nativos irlandeses se levantaron contra el dominio de sus tierras por parte de los ingleses y por el secular asunto de la religión impuesta. En 1642, los rebeldes organizaron su propio gobierno, la Confederación de irlandeses católicos que pervivió hasta la reconquista del Lord Protector Cromwell en 1649, con la consiguiente derrota de los católicos. La guerra, el hambre y las enfermedades, causaron la muerte de una tercera parte de la población irlandesa.

Los irlandeses volvieron al tablero de las batallas en la Revolución Gloriosa que comenzó en 1688 con la deposición como rey de Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia, e Irlanda. Los irlandeses católicos –jacobitas– se pusieron del lado de Jacobo, por católico y porque pensaron que les serían devueltas las tierras confiscadas por Cromwell hacía 40 años, contra los protestantes partidarios de Guillermo de Orange, marido de María, hermana de Jacobo II –guillermitas-.

Se enfrentaron en la batalla de Boyne en 1690.  Guillermo ganó la batalla, pero el conflicto continuó hasta Aughrim en 1691, batalla en que los protestantes aplastaron a los católicos. Guillermo III y María II fueron reconocidos reyes de Inglaterra, Escocia e Irlanda desde el 13 de febrero de 1688.

Música: Fréderic Chopin Nocturno en D-RE- flat mayor Opus 27, nº 2.

To be continued in part 8 and last.