La leyenda de los 47 rönin. Parte 2.

Saigo Takamori dirigió las fuerzas imperiales durante los meses siguientes de manera victoriosa por el norte y el este de Japón, y finalmente, en mayo de 1868, consiguió la capitulación de Edo, ciudad de residencia de los shögunes.

SaigoTakamori.

Con un gesto cargado de simbolismo, el emperador trasladó a continuación su capital a Edo, que comenzaría a llamarse Tokio desde entonces, y aunque aún hubo algún clan que se empeñó en resistir, a finales de 1868 la victoria imperial fue completa, comenzando la Era Meiji.

Mutsuhito Menno, primer emperador de la Era Meiji.

Con el final de la guerra, Saigo Takamori se convirtió a pesar de su origen humilde, en consejero estatal y general en jefe del ejército del imperio restaurado. Profundamente nacionalista, Saigo propugnaba una expansión imperialista del Japón, que consistiría en la anexión de Corea y la ruptura de todo tipo de relaciones con las potencias extranjeras. En otras palabras, ambicionaba un regreso al período anterior al shögunato Tokugawa, un verdadero retorno a la Edad Media. Cuando sus planes no fueron aceptados por el emperador, Saigo dimitió y regresó a su aldea natal en Kagoshima, al sur del Japón.

Desde luego, el emperador Meiji era de una opinión muy diferente a Saigo en cuanto a lo que debía ser el futuro de Japón. En 1871, abolió el orden feudal y de la servidumbre; decretó la igualdad jurídica de todos los japoneses ante el Estado y la Ley, estableció pensiones para indemnizar a los nobles, y creó un sistema de becas para estudiar en el extranjero. En 1872, se implantó un servicio militar obligatorio que pretendía fundamentalmente democratizar el oficio de las armas, y modernizar el ejército de acuerdo con los modelos prusiano y francés. Se estableció la enseñanza obligatoria, la moneda nacional e importantes reformas en la policía, la prensa, el derecho, el servicio postal, los ferrocarriles, la sanidad y la Hacienda pública.

Con todo, ese proceso de modernización iba a chocar frontalmente con la mentalidad de los samuráis, que apetecían de la perpetuación del sistema de castas en el que ellos constituían, en cierta medida el alma de la nación. Cuando se declaró abolido su derecho a disfrutar de una posición social superior a la de los plebeyos, a llevar espada o a abusar impunemente de los socialmente inferiores, el malestar se extendió rápidamente. Es cierto que algunos se alistaron en el nuevo ejército, o incluso se integraron en el funcionariado que se estaba creando, pero en muchos casos, se vieron abocados a trabajar en la industria, el comercio o la agricultura, ocupaciones que consideraban indignas.

Cuando el plan de invasión de Corea fue propuesto por Saigo, muchos samuráis pensaron que todo volvería a las antiguas costumbres, pero no fue así. En 1876, empezaron a producirse levantamientos samuráis contra el gobierno del emperador, siendo la gran rebelión capitaneada por el declinista Saigo Takamori.

Saigo Takamori , que regresó de su retiro, tenía a su favor el prestigio de haber sido el jefe militar durante la guerra Boshin –1868 a 1869, entre los partidarios del shogunato Tokugawa en el poder y la facción que pretendía la devolución del poder político a la corte imperial-. Era también el que había sugerido un plan para anexionar Corea y, sobre todo, el que en la zona gobernada por él, en Kagoshima, se había opuesto frontalmente y con éxito, a la realización de las nuevas reformas aperturistas gubernamentales. En febrero de 1877, Saigo lideró una marcha sobre Tokio, con la intención de derribar al gobierno, y a medida que avanzaba hacia el norte se le fueron sumando multitud de samuráis descontentos, que compartían sus puntos de vista.

Para enfrentarse a Saigo, el gobierno envió a fuerzas del nuevo ejército. No eran samuráis, sino plebeyos, a los que Saigo definió como sucios granjeros. A pesar de no pertenecer a la clase de los samuráis, los granjeros, demostraron su valor y pericia militar derrotando a Saigo, que fue obligado a retirarse.

De acuerdo con el código samurái del Bushido, Saigo se practicó el seppuku -harakiri- abriéndose el vientre con su daga, siendo inmediatamente decapitado por un amigo. A partir de su muerte, resultó relativamente fácil sofocar las acciones de los samuráis rebeldes.

En 1878, se crearon los parlamentos regionales y de1884 a 1889, el sistema político evolucionó hasta convertirse en una monarquía constitucional con una cámara de diputados electiva.

Por lo tanto, la restauración Meiji, no fue un movimiento de corrupción del Japón a través de su occidentalización, al que se opuso con inenarrable resistencia el conjunto de los samuráis. Más bien, fue la modernización de un país que pasó por la eliminación de su régimen feudal y la supresión de los privilegios. A pesar de ello, los samuráis siguieron teniendo un enorme peso en el Japón Meiji.

Las reformas no pretendieron acabar con las tradiciones japonesas, sino que, les proporcionaron un nuevo cauce. Así, el imperialismo japonés que provocó las guerras contra China en 1894-1895 y contra Rusia en 1904-1905, fue fruto del código Bushido que seguía totalmente vigente. Fue también esa filosofía, la que estuvo detrás de la invasión de China en 1937 y la entrada cuatro años después en la Segunda Guerra como potencia del EJE.

Tras la derrota en la Guerra del Pacífico (1937-1945) y sufrir los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, Japón se rindió en 1945 quedando bajo la ocupación y tutela aliada durante siete años, época en la que adoptó una nueva Constitución, que desde 1947, estableció como régimen político el de una monarquía constitucional parlamentaria con una Dieta de dos cámaras, la baja de los Representantes y la alta de los Consejeros.

SAMURÁIS

Durante los tres shögunatos  existieron los SAMURÁIS, casta de guerreros o militares -que pertenecían a una clase inferior a la de los nobles-, que servían al emperador, al shögun, o a los daimios -grandes señores feudales que controlaban el país-.

Estatua de Kusunoki Masashige en Tokio, samurái de gran importancia. 

Sus orígenes se remontan al siglo X, durante los periodos de guerra, creciendo con los siglos su importancia social. Con el tiempo, los samuráis adoptaron un código de disciplina y HONOR realmente estricto para regular su comportamiento.

Cuando un samurái, no contaba con señor al que servir, era calificado como rōnin -hombre vagabundo-. Un samurái que servía a un señor y era expulsado del clan, o su amo iba a la ruina o caía, se convertía en rönin,  teniendo difícil incorporarse a otro clan nuevo, ya que los señores solían desconfiar de los que habían servido a otros, por la fidelidad que juraban al primero de por vida, aunque fueran expulsados de su servicio.

Se considera que Saigō Takamori, primero general jefe de las fuerzas imperiales y luego líder de una rebelión contra el emperador, fue el último auténtico samurái.

El hijo o la hija de un rōnin también lo era, y a menudo el rōnin por nacimiento, soñaba con demostrar su valor para poder jurar lealtad a un clan, convirtiéndose así en un verdadero y auténtico samurái. Esto era poco frecuente, siendo empleados los rönin en misiones imposibles, con la promesa de admisión en el clan, para más tarde, imposibilitarla, basándose en algún tecnicismo.

Según el código ético Bushido -código del samurái-, un samurái tendría que realizarse de forma voluntaria el seppuku -corte del vientre- que es una parte del ritual de suicidio japonés por desentrañamiento, si perdía a su amo, o para morir con honor, en lugar de caer en manos del enemigo y ser torturado, o bien como una forma de condena capital para los que llevaran a cabo serias ofensas contra quien no debieran, o hubieran infringido el código del honor.

La ceremonia del seppuku es parte de un ritual más elaborado, que se realizaba generalmente delante de espectadores, clavándose el protagonista un arma corta en el abdomen, realizando un corte de izquierda a derecha. La segunda parte de la ceremonia,  la decapitación, era realizada por otra persona, intentando que la cabeza no se separase completamente del cuerpo.

Seppuku -harakiri-.

Para llevar a cabo el rito, lo primero que se tenía que hacer, era conseguir un kaishakunin -el que decapita-La ejecución del seppuku no es un suicidio, sino que es la iniciación de una ejecución mediante herida fatal. El kaishakunin es el que lleva a cabo la muerte del individuo. Si a un samurái se le ordenaba o permitía seppuku por su bakufu -gobierno del shogunato-, generalmente se le asignaba un kaishakunin. De otra forma, el que realizaba el seppuku podía escoger un iaijutsuka –ejecutor con la técnica de matar con un golpe de espada- o amigo cercano. Su amigo podía rechazar la petición si no era hábil con la espada, pero no si le era solicitado una segunda vez. En ese caso, el autor del seppuku daba a entender que perdonaría la falta de habilidad del amigo. Era por tanto el kaishakunin, el que llevaba a cabo la muerte del individuo.

El seppuku se realizaba en un jardín o un templo budista. El protagonista iba vestido de blanco -símbolo de pureza- y se sentaba con las piernas debajo del cuerpo. Su asistente colocaba una mesa baja delante con una taza de sake, una hoja de papel hecho con corteza de morera, material para escribir y un kozuka -cuchillo para el ritual- aunque los auténticos samuráis usaban su propio wakizashi.

La persona que realizaba seppuku, vaciaba el vaso de sake en dos tragos, de dos sorbos cada uno -cuatro sorbos-.

Tras beber el sake, el participante escribía un poema de cinco líneas, de 5, 7, 7 y 5 sílabas respectivamente. El poema debía ser elegante, natural, versando sobre las emociones del momento. En ninguna circunstancia se debía mencionar que se estaba a punto de morir.

El protagonista se quitaba su kamishino, una especie de abrigo, y ponía sus mangas bajo sus piernas. Luego tomaba la daga o espada y se inclinaba hacia adelante clavándosela en el costado izquierdo arrastrándolo hasta el lado derecho. El kaishakunin debía estar atento ante la más mínima señal de duda para ejecutarlo.

El golpe de espada del kaishakunin no debía cortar por completo la cabeza, sino dejarla unida por la garganta. Se consideraba poco noble que la cabeza rodara por el suelo.

Corte de cabeza por kaishakunin .

Y volviendo a los rōnin, fueron conocidos por dedicarse a menudo a la delincuencia o al bandolerismo, siendo otros contratados como mercenarios. Este último aspecto, dio al nombre de rōnin una reputación de deshonra, señalándoles como matones, asesinos y vagabundos.

Música: Tradicional japonesa. Katsushika Hokusa 1760-1849.

To be continued in part 3 and last.