EGIPTO: religión, dioses y culto a los muertos. Parte 3.

Los antiguos egipcios, también momificaban a sus animales más apreciados, haciéndolo por motivos religiosos y por afecto, enterrándolos una vez embalsamados con sus propietarios.

A los animales sagrados se les rendía culto en vida, y cuando morían, se les preparaba un fastuoso entierro, en el que se les momificaba, se les dotaba de su sarcófago y de un ajuar repleto de joyas. Incluso existieron necrópolis destinadas a estos animales.

Al principio, sólo se momificaban algunos animales considerados especiales, como el toro Apis en Menfis. Posteriormente, y sobre todo en el Período Grecorromano, el número de animales a los que se rendía culto fue mucho mayor, momificando tras su muerte a toros, perros, ibis, carneros, halcones, gatos, peces y cocodrilos.

Con algunos animales se empleaba la misma técnica de embalsamamiento que con los hombres: en el caso de los halcones y los peces oxirrincos -nacidos de las heridas de Osiris- no se extraían los órganos internos, sólo se deshidrataban, y después se vendaban con trozos de lino, aplicándoles natrón y resina, y en ocasiones, se pintaba algún rasgo del animal en las vendas. Los sarcófagos eran de madera o cartonaje y se decoraban como los de los humanos.

Además de enterrar a sus mascotas momificadas junto a ellos, los antiguos egipcios también tenían algunos cementerios destinados a los animales sagrados. Un ejemplo es la necrópolis de Tuna el Gebel, donde depositaban en nichos las momias de ibis y de babuinos. Desde la dinastía XIX hasta el Período Ptolemaico, los egipcios ofrendaban al dios Thot momias de estos animales

Animal de compañía momificado.

Zona de enterramientos de babuinos e ibis en  EL GEBEL.

Durante siglos los sacerdotes egipcios recorrieron el país en busca del toro Apis. Antes de convertirse en la manifestación terrenal de Osiris, el animal debía aprobar una rigurosa prueba de selección y cumplir con cierto características de pelo, color o fecha de nacimiento. El elegido, fetiche de tiempos prósperos y buenas cosechas, tenía garantizada una magnífica vida y una muerte perfectamente preparada para el último viaje.

El semental, considerado una estatua viviente de dios, disfrutaba de corral propio en el recinto del templo y consumía sus días entre ofrendas y oráculos. Adorado desde la I Dinastía, el toro sagrado de Menfis -representado con un disco de sol entre sus cuernos- era una especie de cordón umbilical entre lo terrenal y lo divino que fascinaba a los invasores. Incluso su muerte resultaba tan dulce como su existencia: era embalsamado y enterrado en Serapeum bajo las dunas de la meseta de Saqqara, a unos 25 kilómetros de El Cairo, que fue el lugar de enterramiento de animales más importante que existió en Egipto.

Tumbas de Apis en Serapeum: Saqqara.

Una gran galería subterránea llena de nichos, recogía a estos animales sagrados una vez momificados. Fueron tan importantes que se abrió una avenida de esfinges que conducía desde la ciudad de Menfis hasta el propio Serapeum.

El culto al toro Apis estuvo unido al del dios Ptah, dios principal de Menfis. Apis era un animal tan importante, que vivía en un palacio. Recibía las atenciones de sus sacerdotes, y a su muerte, era cuidadosamente momificado. Recibía el ritual de embalsamamiento, era introducido en un enorme sarcófago de granito y enterrado en su tumba. Se le acompañaba de un importante ajuar funerario.

MUERTE Y RITOS FUNERARIOS DE LOS EGIPCIOS

La importante reverencia de los antiguos egipcios a los dioses, estuvo generada en parte por la creencia en la vida de ultratumba, que explica el culto a los muertos. Esta costumbre databa de época prehistórica y afirmaba que después de la muerte el hombre permanecía. Así, además del cuerpo (elemento material) hay otro elemento espiritual, el Ba que se representa como un pájaro con cabeza humana y está representado en el interior de las tumbas, a veces volando y a veces posado.

El Ba es el principio, el soplo vital del hombre, su energía. Sale del cuerpo al morir, vuela al cielo hasta el doble del cuerpo del que se ha separado, el Ka -el soporte vital-. El Ba no muere nunca, no se descompone, y necesitaban para ser felices en el más allá, rodearse de todo lo que tenían en la vida de este mundo.

Lo anterior les impulsaba a la momificación. El desierto podría asegurar la momificación del organismo porque deshidrata y seca el cuerpo, evitando su descomposición, pero según avanzaron los tiempos, se intentó perfeccionar la técnica, momificando los cuerpos para conseguir una mejor conservación, adornando luego las momias con ritos cada vez más complejos.

La momificación se convirtió en todo un arte que se realizaba en las “casas de la muerte” a las que llevaban a los fallecidos; deshidrataban totalmente el cuerpo, para lo que se le ponía a macerar sumergido durante 70 días en natrón, y una vez deshidratado se extraían todas las vísceras menos el corazón y el riñón. El cuerpo se lavaba y se purificaba con resinas y perfumes, impregnándolo de aceites aromáticos que ayudaban a la conservación. Las vísceras se guardaban en los vasos canopes o canopos, donde se conservarían hasta el fin de los tiempos. El cerebro era extraído con unos ganchos por la nariz y desechado.

VASOS CANOPES:

Después, se procedía a envolver el cuerpo en vendas, colocándolo en un sarcófago, muchas veces de forma antropomórfica, hecho con telas superpuestas y endurecidas. Este sarcófago se introducía en uno mayor de madera, metal o piedra; tanto en uno como en otro se colocaban muchas inscripciones de carácter simbólico y espiritual.

Evidentemente, esto dependía básicamente de los posibles de la familia del fallecido, variando el tipo de ungüentos y perfumes utilizados, la manera de extraer los órganos e incluso la manera de vendar y de enterrar; las familias con recursos escasos sólo se podían permitir envolver el cadáver con un lienzo y enterrarlo en un hueco en la tierra, aunque el macerado del cuerpo durante 70 días en natrón, procuraron que fuera universal.

Las familias adineradas llevaban a cabo con sus muertos otro rito funerario, que era el traslado por el Nilo del cadáver a la ciudad de los muertos, acompañado de familiares y sacerdotes.

Llegado el fallecido a la ciudad de los muertos, se celebraba el rito de la apertura de la boca, en la que se representa la devolución al muerto de los cinco sentidos que tuvo en vida. Esto se hacía con una ceremonia en la que un sacerdote con la careta de Anubis se dirigía con distintos instrumentos a los ojos, boca, oídos, nariz y manos de la momia para devolverles sus funciones.

APERTURA DE LA BOCA.

Después de esto, se enterraba al difunto y se celebraba un banquete, teniendo lugar posteriormente el juicio de los muertos, apareciendo el difunto por la Duat conducido de la mano por Anubis, “el conductor de almas“. Llegaban al centro de la escena donde había una balanza; Anubis extraía mágicamente el Ib -corazón-  del muerto y lo depositaba en uno de los dos platillos,  encontrándose en el otro una pluma (símbolo de la diosa Maat -de la Justicia Universal y La Verdad-), el difunto contestaba a las preguntas de los jueces y dependiendo de las respuestas, el corazón aumentaba o disminuía de peso, debiendo declarar siempre el muerto en sentido negativo (no deshonré, no maté, no robé…), para saber al fin si era digno de ir al reino de Anubis; toda la declaración era puesta por escrito, así como el resultado de la pesada del Ib, por el Dios de la sabiduría, Thot. El que fiscalizaba todo era Anubis y el que presidía era Osiris sentado bajo un baldaquino, asistido por Isis y Neftis. Los tres dioses estaban rodeados por 42 jueces que eran los dioses de los distintos nomos.

Si los platillos quedaban en equilibrio, el difunto era exculpado y avanzaba hacia Osiris acompañado por Horus, alcanzando la inmortalidad, al unirse su Ka -fuerza vital- y su Ba -fuerza anímica- con su cuerpo y vivir eternamente en los campos de Aaru. Si los platillos no quedaban en equilibrio, el difunto debía ir hacia la dovrante o devoradora Ammit (mezcla de cocodrilo e hipopótamo) para su condenación, suponiendo para el difunto el fin de su vida inmortal.

JUICIO DE OSIRIS.

Ammit.

El Libro de los Muertos

En su obsesión por alcanzar la vida eterna, los antiguos egipcios se hicieron enterrar acompañados de una serie de fórmulas mágicas que les permitieran llegar al Más Allá. Eran éstas unas indicaciones a modo de guía para sortear los posibles peligros de un enigmático viaje de ultratumba, que les llevaría a la nueva vida.

Sortilegio 17 del papiro de Ani Libro de los Muertos.

Esta especie de consejos para facilitar al difunto la nueva vida, fueron inscritos en distintos soportes; papiro, paredes de las tumbas, sarcófagos, objetos del ajuar funerario del difunto, incluso en las vendas de lino de las momias, y hoy son conocidos como el Libro de los muertos, que recoge todos los ritos y es el principal representante de la literatura funeraria, muy importante y extensa en Egipto.

Hojas 9 y 10 del libro de la Noche.

Algunos ejemplos de esta literatura son El Libro de la Noche o El libro de las cavernas, pero sin duda, el Libro de los muertos es el más importante. De él se hicieron numerosas copias, algunas de las cuales se han conservado hasta nuestros días.

Se trata de un compendio de textos y fórmulas mágicas mediante las cuales, los muertos pueden recorrer sin dificultades el camino hasta el más allá. En él estaban descritos todos los ritos que debían llevarse a cabo tras el fallecimiento. Muchas de las partes se conocían ya en el Imperio Antiguo, pero no estuvo totalmente configurado hasta el Imperio Nuevo.

Uno de los capítulos más importantes es aquél, en el que se recogen los pecados que debe evitar el hombre para que la balanza no se desequilibre en el juicio de los muertos. Muchos fragmentos del libro eran escritos en las vendas con las que se envolvían los cadáveres embalsamados y en los sarcófagos para que el muerto tuviera más facilidades en su camino al más allá.

Dependiendo de la época, la clase social y el lugar en donde se escribía, se podía hacer con:

-Escritura jeroglífica, que es la más conocida. Es fundamentalmente monumental (está asociada a los monumentos) y se realiza en relieve. Va a tener una interpretación muy difícil (a veces se lee de izquierda a derecha y otras veces de modo contrario, etc.).

-Escritura hierática, que es una escritura cursiva, abreviada de la anterior, más usada en la vida común. Aparece en los textos.

-Escritura demótica, que es más rápida y más popular. Es la que aparece más tardíamente y es la que se usa en Egipto hasta la invasión romana.

Música: Antiguo Egipto.