BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO: Tras los pasos de Murillo; las obras de los capuchinos expuestas en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Parte 3.

La obra El jubileo de la Porciúncula fue elegida por Murillo para presidir los nueve lienzos del retablo mayor de los capuchinos. El jubileo de la Porciúncula -obra más significativa de la muestra-, procede del Museo Wallraf-Richartz de Colonia y llegó a España el año pasado, siendo  depositada en el Bellas Artes de Sevilla hasta 2026, a cambio de su restauración a la vista. En el retablo principal de la  Iglesia del Convento de la Merced, han sustituido con esta obra desde su llegada a  La Inmaculada Colosal, que ocupaba ese lugar de privilegio .

El jubileo de la Porciúncula, además de ser quizá la pintura más importante de los capuchinos, y probablemente de la muestra, ha sido también la que más ha cambiado de lugar desde que presidió el retablo capuchino: en 1810 fue incautada por  Soult, llevada al Real  Alcázar sevillano y después iba a ser enviada a Madrid, donde iba a integrarse en el Real Museo de Pinturas de la capital –futuro Museo del Prado que no llegó a inaugurarse como tal. Al marcharse los franceses, fue devuelta a los capuchinos en 1815, pero el deterioro del resto de las obras por el trasiego que sufrieron, obligó a la comunidad franciscana capuchina a contratar al pintor Joaquín Bejarano para restaurarlas, y en pago le dieron El jubileo de la Porciúncula.

Bejarano lo vendió luego a José de Madrazo, y de éste, pasó a manos del infante Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza -hijo del infante luso español Pedro Carlos de Borbón  y de la infanta portuguesa  María Teresa de Portugal, princesa de Beira- a quien el gobierno incautó sus obras de arte en 1835. Pasó por el Museo de la Trinidad de Madrid, hasta que en 1861 fue devuelto al infante. Su hijo Francisco María de Borbón, lo vendió en 1898 a los Amigos del Arte de Colonia; por eso hoy pertenece al Wallraf-Richartz Museum de esa ciudad alemana.

Porciúncula que es un nombre extraño, -y esto lo explicó mi amigo JAV en su día  en su blog brillantemente como en él es habitual-, es el nombre dado a la capilla de Santa María de la Porciúncula en la basílica de Santa Maria degli Angeli  del municipio italiano de Asís,  en Umbria, Italia. La obra de Murillo narra el momento en que Cristo y la Virgen, rodeados por un coro de ángeles, se aparecen a San Francisco, para conceder el jubileo a los peregrinos que visitaran la capilla -de gran simbolismo  para los franciscanos, ya que es el lugar donde comenzó su movimiento-. En julio de 1216, Francisco pidió en Perusa al Papa Honorio III, que todo el que, contrito y confesado, entrara en la capilla de la Porciúncula los días  2 de agosto, ganara  la indulgencia plenaria gratuitamente. De ahí el motivo del cuadro y el nombre de  la Indulgencia o Jubileo de la Porciúncula.

Este tipo de obras, clásicas de la época, pretendían dar fuerza a la Reforma Católica –Contrarreforma– y  despertar el fervor del creyente, al contemplar escenas que relacionaban lo divino con lo humano. Murillo, las desarrolló con gran maestría y equilibrio, delicadez, elegancia, belleza y sentido de la mesura y placidez, lejos de las escenas arrebatadas típicas del barroco.

El jubileo de la Porciúncula. 1665-1668. Óleo sobre lienzo. 430 x 295 cm. Museo Wallraf-Richartz. Colonia. Alemania. CEDIDA AL MUSEO DE BELLAS ARTES DE SEVILLA HASTA 2026.

Otras obras de Murillo en el Museo procedentes de los capuchinos:

Santas Justa y Rufina. 1665-1668. Óleo sobre lienzo. 200 x 176 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

San  Leandro y San Buenaventura. 1665-1668. Óleo sobre lienzo. 200 x 176 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

San Leandro fue el fundador del convento que aparece en la obra, entregando alegóricamente el templo a San Buenaventura, uno de los santos más importantes de los franciscanos capuchinos.

San  Antonio  de  Padua con el Niño. 1665-1668. Óleo sobre lienzo. 192 x 120 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

San  Félix Cantalicio con el Niño. 1665-1668. Óleo sobre lienzo. 192 x 120 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

San  Juan Bautista en el desierto. 1665-1668. Óleo sobre lienzo. 197 x 116 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

San  José con el Niño. 1665-1668. Óleo sobre lienzo. 197 x 116 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Virgen de la Servilleta. 1665-1669. Óleo sobre lienzo. 68 x 72 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Cuenta la leyenda urbana, que debe el nombre a un fraile que le pidió al artista que pintara una Virgen pequeña, para poder rezar en su celda, a lo que el maestro le respondió con dos preguntas: ¿de qué tamaño? Y ¿en qué lienzo?, a lo que el fraile le respondió  entregándole una servilleta, pero lo que parece más verosímil es que esta Virgen de la Servilleta, fuera pintada para el refectorio del Convento de los Capuchinos, siendo trasladada al espacio del sagrario del altar mayor de la iglesia, siguiendo con su apodo de la refectolera. Pese a existir estas dos versiones que pretenden explicar su nombre, lo que es claro, es que está realizada sobre un lienzo como el de cualquier otra obra y  sin nada que ver con una servilleta.

La Santa Faz. 1665. Óleo sobre tabla. 23,2 x 17,8  cm la imagen. Museo Ashnolean Museum of Oxford. UK. Colección privada. CEDIDO para la exposición de 2018 al Museo de Bellas Artes de Sevilla.

La disposición de las obras en el Museo no ha sido la misma que la que se le dio  en los capuchinos, aunque se incluyen todas las obras.

Disposición durante la  muestra Tras los pasos de Murillo 2017-2018.

En la zona próxima al Retablo Mayor, y al no tener los capuchinos nave transversal, se situaron otras cuatro obras en el presbiterio:

La Anunciación. 1665-1668. Óleo sobre lienzo. 321 x 217 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Hay otra Anunciación de Murillo, en la iglesia de san Jorge de Sevilla.

La Piedad. 1665-1668. Óleo sobre lienzo. 171 x 214 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

San Miguel Arcángel. 1665-1668. Óleo sobre lienzo. 171 x 113 cm. Kunsthistorishes Museum of Viena. Cedido para la muestra al Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Ángel de la Guarda.. 1665-1668. Óleo sobre lienzo. 171 x 113 cm. Catedral de Sevilla, Altar del Ángel de la Guarda. CEDIDO para la muestra al Museo de Bellas Artes de Sevilla, por haber sido originalmente de los capuchinos y donado a la Catedral.

Inicialmente la Piedad fue de las mismas medidas que la Anunciación, pero esta obra perdió su mitad superior y aun así, la posición del cuerpo de Cristo, en escorzo magnífico, y la expresión de dolor inconmensurable de su madre, hacen de la obra algo grandioso. Posiblemente Murillo cogió los modelos de una obra de Anton Van Dyck y Carracci.

La iglesia de  los capuchinos tenía dos naves laterales, la  del evangelio -de la izquierda mirando al altar- y de la epístola -en el lado derecho-, para cada una de ellas realizó tres obras de gran formato, en las que repite -uno en cada lado- motivos de los tratados en el Retablo Mayor.

En la nave del evangelio:

San Francisco abrazando a Cristo en la cruz. 1665-1669. Óleo sobre lienzo. 282 x 188 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

San  Antonio de Padua con el Niño. 1665-1669. Óleo sobre lienzo. 283 x 188 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

La composición aúna los planos celestial y terrenal, que sin duda desataron, y quizá aún lo hagan, fervores inenarrables. Este motivo ya usado en el retablo.

 

La Inmaculada con el Padre Eterno. 1665-1669. Óleo sobre lienzo. 283 x 188 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

El rostro de La Virgen, mirando hacia lo alto, destila un gran sentimiento de gratitud hacia el Padre Eterno, desplegando en torno a ella una gloria de ángeles, e mientras Ella pisa al dragón, alegoría de la superación del pecado original. La obra, muestra un excelente estudio anatómico y de emociones, con una composición que señala la ciudad de Asís, donde se trata de relatar el milagro.

En la nave dela epístola:

Adoración de los pastores. 1665-1669. Óleo sobre lienzo. 282 x 118 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

San Félix Cantalicio con la Virgen y el Niño. 1665-1669. Óleo sobre lienzo. 283 x 188 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Este motivo ya fue usado en el retablo principal.

Santo Tomás de Villanueva entregando limosnas a los pobres. 1665-1669. Óleo sobre lienzo. 283 x 188 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Pese a que este santo pertenecía a los agustinos, su presencia en la iglesia de los Capuchinos, se materializó, por el deseo de éstos de mostrar a los fieles  un prototipo de santo que renunció a sus bienes terrenales para ayudar a los pobres.

 La Inmaculada Concepción del Coro, La  Niña. 1665-1669. Óleo sobre lienzo. 283 x 188 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Esta Inmaculada se llama así, por estar situada inicialmente en el coro bajo del templo capuchino. El artista reproduce  la iconografía de la visión de la beata Beatriz de Silva, según la cual, María vestía túnica blanca y manto azul, colores con los que todos los pintores de la época pintaron sus inmaculadas, con la media luna plateada a sus pies y una gloria de ángeles rodeándola.

La Virgen con el Niño. 1638-1640. Óleo sobre lienzo. 166 x 107 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Esta obra, considerada muy temprana dentro de la producción de Murillo, procede del Convento de los Mercedarios Descalzos de San José, de donde pasó al Convento de los Capuchinos y de ahí, a su actual ubicación en el Museo de Bellas Artes. Muestra la influencia  inicial básica del Tenebrismo de Caravaggio en Murillo, en una obra  que retrata  con ternura a La Virgen y el Niño, tema  que repitió en innumerables ocasiones. Era la que sumaría 21 a las 20 que realizó Murillo inicialmente para los capuchinos.

To be continued in part 4.