LOS CORDONES QUE NUNCA ME ATÉ, los colgaba.
LOS CORDONES QUE SE COLGARON DEL CUELLO en el siglo XVI, y se introdujeron en la uniformidad militar española: los cadetes.Read More
LOS CORDONES QUE SE COLGARON DEL CUELLO en el siglo XVI, y se introdujeron en la uniformidad militar española: los cadetes.Read More
Cuando en junio de 1202 llegó el momento del embarque, los cruzados no habían podido reunir la cantidad de plata solicitada por los venecianos. Read More
La Segunda Cruzada convocada en 1145 por el Papa Eugenio III, contó con la participación de Luís VII de Francia -marido de Leonor de Aquitania que luego casó con Enrique II de Inglaterra y tuvo 8 hijos entre a Leonor, mujer de Alfonso VIII de Castilla-, del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Conrado III y de numerosos nobles, cuyos ejércitos marcharon por separado a través de Europa, siendo derrotados por los turcos selyiúcidas al atravesar Anatolia. Read More
Las seis acepciones de ”héroe” consideradas por la R.A.E. se referencian a la existencia de unos valores que tiene que tener el definido, que deben ser previamente reconocidos y asumidos por la sociedad que le ensalza a ese estatus, incluso en la acepción mitológica, ya que ser hijo de un dios quizá pueda ser una heroicidad en sí misma (por lo difícil que debe ser), y que además pudiera antojarse más sencillo en el devenir de los tiempos, ya que lo mitológico no es puesto en tela de juicio cada vez que se produce un cambio de valores en una sociedad o una expulsión de los mismos: recordemos el sagrado nombre de Heracles, enfrentándose al temible Cancerbero, el perro de tres cabezas que guardaba las puertas del Hades, y ahí sigue sin ser cuestionado.
La vinculación entre los valores heroicos y los valores sociales en el tiempo y espacio físico es necesaria para que pueda producirse la posibilidad de existencia de los héroes. En una determinada sociedad o entorno social, para que se pueda dar el enaltecimiento de alguna persona o grupo al estatus de heroico, es necesaria la existencia de una cohesión social en el reconocimiento común de valores, que permitirán ensalzar a quien los desarrolla al límite, a dicho estatus.
Sin valores reconocidos y compartidos por un grupo social, no puede haber héroes. Los valores que hacen a los héroes, deben ser tenidos y sentidos por la sociedad que los eleva a esa categoría. Sin esos valores morales, la existencia de los héroes sería mucho más difícil, ya que además de la lucha en la acción heroica, debería combatirse contra la opinión de la sociedad carente de los mismos, que nunca pondrían en valor la acción heroica llevada a cabo.
El héroe es una encarnación de ideales –en el héroe se encarnan las virtudes a las que los hombres aspiramos en cada momento de la historia. SIC. Javier Aguirre- que se construye a partir de unas acciones y por el valor que los demás otorgan a las mismas. Por tanto, es claro que lo que hace considerar a alguien en un momento de la historia un héroe, por la existencia de unos valores concretos en una sociedad determinada, en otro lugar o momento diferente, puede ser considerado rancio, estúpido, sin sentido o cualquier otra cosa, debido al cambio de valores morales en ese momento o lugar, o por la ausencia de los mismos.
Además de los mencionados valores morales establecidos, compartidos y vinculados a un determinado grupo social, puede intervenir algún otro factor para la creación de héroes, como la distancia física: la creación de un héroe puede ser una forma de evocación o nostalgia, escapado de la realidad en que vivimos cada día; es una forma de sueño lejano, perdido o añorado y casi nunca presente. La distancia puede mitificar, especialmente en épocas donde la información era muy lenta, haciendo que se realcen los actos que se realizan, en beneficio del grupo social, desnudándolos de lo terrenal y adornándolos fundamentalmente con lo espiritual, que puede crecer sin control, ya que con ello, la sociedad puede creer ser mejor, aunque realmente una cosa sea creer y otra ser.
En la actualidad, en España hay mucho de casi todo, especialmente bien valorado por la intelectualidad nominal lo que no tiene valor, y sin valorar apenas, una porción social que mantiene vivos unos valores morales que puede que sean necesarios para el buen resurgimiento futuro de nuestra sociedad, y los héroes que existen son de pandereta y televisivos, con el único valor de lo material, lo hortera y lo zafio, que da a los jóvenes un rumbo equivocado: aquí hoy, NO EXISTEN HÉROES de aquellos que daban la vida por una causa que ellos creían justa para contribuir al bien de los demás.
Estoy hablando de héroes de los que podían cambiar o mantener nuestra historia con su valor o sacrificio. Naturalmente en ausencia de aquellos o conviviendo, existen otros que ayudan día a día en lo que pueden sin recibir nada a cambio y tienden la mano a los demás para dar ayuda de forma desinteresada: a esos también podemos llamarles héroes.
Otra cuestión para analizar, podría ser la necesidad de inteligencia desde normal a desmesurada, o escasa, para que un héroe pueda llegar a serlo. En principio no parece necesario contar con ese don, aunque siempre es bueno poder disfrutar de él, pero parecen sin embargo necesarias algunas virtudes como el espíritu de sacrificio, la generosidad, el valor, la competencia, la tenacidad y una guía moral sólida.
Así llegamos a la perspectiva actual de posibles heroicidades de nuestra historia, vista por los intelectuales nominales de hoy, tal y como se pone de relieve en la película Los últimos de Filipinas: exponen el sinsentido de la guerra siempre y porque sí (la guerra es mala pero a veces es necesaria y tiene sentido), también señalan el abandono de nuestras tropas por el Gobierno español de la época (más que cierto) y lo cortito que fue el teniente Saturnino Martín Cerezo que siguió tras la muerte de su capitán Enrique de las Morenas de beri-beri, encerrado y asediado en la iglesia de San Luís de Tolosa de Baler –al este de la isla de Luzón-, defendiéndose de los ataques filipinos, 337 días, hasta el 2 de junio de 1899, tras haber sido firmado el Tratado de París el 10 de diciembre de 1898 por el que España cedía la soberanía de Filipinas a Estados Unidos.
San Luis de Tolosa de Baler, hoy.
Le mandaron emisarios de todos los tipos y colores: teniente coronel Aguilar, franciscanos, filipinos y americanos, para decirle que debía abandonar la posición ya que España había entregado Filipinas, pero él, desconfiado y tenaz, exigió comunicación de sus mandos naturales que naturalmente ya no estaban. Al fin, y tras ver la noticia escrita en un periódico que habían llevado los franciscanos, accedió a abandonar la iglesia. Fue despedido con formación de honor por los filipinos y exaltado su comportamiento heroico por el Presidente Emilio Aguinaldo (pudiera ser por su alegría por el acceso a la presidencia y/o por los 400.000 pesos que timó al general Fernando Primo de Rivera al firmar su retirada eterna -por ese dinero- y falsa a Hong Kong de donde volvió a los pocos meses).
Primer presidente de Filipinas Emilio Aguinaldo.
Tras un recibimiento apoteósico en Manila, los supervivientes fueron repatriados a España, donde al teniente le fue concedida la Laureada de San Fernando en 1901 por el rey Alfonso XIII, y la Medalla Militar a los demás.
Martín Cerezo fue campesino en sus orígenes por la situación económica familiar, pero no gustándole el trabajo del campo, se presentó voluntario a los 17 años al Ejército. Tras ascender a sargento, en 1897, fue promocionado a segundo teniente de la escala de reserva al presentarse voluntario para Filipinas. Hombre de formación intelectual escasa y quizá no demasiada inteligencia natural, fue un HÉROE por el valor y firmeza demostrados, sin obtener nada a cambio, haciéndolo por sus compatriotas, siendo imposible juzgarlo hoy con los criterios actuales, escasos de valores.
Teniente Martín Cerezo.
Deberíamos tener SIEMPRE en nuestros corazones a aquellos -hoy siguen estando- que lejos o dentro de nuestras fronteras, velan para que sintamos que la violencia y la guerra no llaman a nuestra puerta, v por salvaguardar nuestros derechos y libertades con su esfuerzo, su valor, su generosidad y a veces con su vida. GRACIAS.
Para los jóvenes, que sepan que en 1945 se rodó otra película de Los últimos de Filipinas dirigida por Antonio Román, en la que se elevaba a los encerrados en San Luís de Tolosa de Baler muy por encima de la categoría de héroes, a un estatus casi mitológico. Bien es verdad que eran tiempo del general Franco y España esperaba en ese momento muy preocupada, la reacción de los aliados vencedores sobre nuestro deseo de integración en organizaciones internacionales, exaltando en el film y de cara al pueblo los valores que habían triunfado en nuestra Guerra Civil.
Otro día se puede hablar de Cuba, Filipinas y los malos Gobiernos de los que gozó nuestro país en esa época.
Mientras, el despreciable alférez Yago aconsejaba al ingenuo Roderigo -noble y rico veneciano enamorado de Desdémona- , que si quería acabar disfrutando de ella, se disfrazara para no ser reconocido, y les acompañara a Chipre llevando bastante dinero para poder deslumbrarla cuando llegara el momento, para lo que le sugirió vender todos sus bienes, cosa que Roderigo, ciego de amor llevó a cabo, pensando también llevado por su odio a Otelo, acusarme a mí Cassio ante Otelo, una vez estuviéramos en Chipre, de haberle engañado con Desdémona.
Mientras tanto, una tremenda tempestad hizo naufragar la flota turca dándole el éxito a Otelo sin necesidad de combate. Fuimos llegando a Limassol los barcos de la expedición: Otelo y yo con la flota, y posteriormente Yago con su esposa Emilia y Desdémona, y naturalmente Roderigo disfrazado.
La flota y en especial el almirante, fuimos homenajeados hasta lo indecible por los chipriotas al haberles librado –aunque fuera momentáneamente– del acoso turco, abriéndose un período de fiestas para celebrarlo.
Durante las celebraciones Yago engañó a Roderigo contándole que Desdémona y yo nos amábamos, y le sugirió que lo mejor sería que me provocara a una pelea, pensando que así conseguiría o mi vida, o el dinero de Roderigo, ya que uno de los dos moriríamos. Ante la manifestación de éste de su inferioridad para la lucha contra mí, Yago le explicó que previamente me emborracharía y así sería bastante fácil conseguir el objetivo. En la lucha, resultó herido un oficial que intermedió para poner paz. Otelo acudió al lugar de los hechos y me destituyó por mi borrachera y la reyerta, ambas cosas indignas de un lugarteniente.
Para consolarme por mi destitución, Yago me aconsejó -mientras se frotaba las manos supongo- que pidiera a Desdémona la intercesión ante Otelo como única solución para que pudiera recuperar mi estatus, pero esa misma tarde también insinuó a Otelo que Desdémona podría estar engañándole conmigo. Los celos prendieron en el corazón de Otelo con fuerza, nombrando a Yago su lugarteniente.
Un pañuelo que Otelo había regalado a Desdémona, fue robado por Yago en presencia de su mujer Emilia, poniéndolo en mi habitación y después mostrada esa circunstancia a Otelo. Simultáneamente, Desdémona intercedía insistentemente ante Otelo por mi, ajena a la conspiración de Yago, lo que hizo aún aumentar más la desconfianza de Otelo hacia mí.
Eugène Delacroix. Otelo y Desdémona. Óleo sobre tela. 50,8 x 62,2 cm. National Gallery of Canada.
Yago prosiguió con su malvada obra, convenciendo a Otelo para que escuchara su conversación conmigo, hablándome en principio en tono inaudible para Otelo de Blanca, mi amante, pidiendo detalles de nuestra relación, siguiendo entonces su conversación de forma ya audible y explicando yo mis aventuras amorosas con Blanca, que Otelo pensó eran con su Desdémona. Otelo salió corriendo y llegó a sus habitaciones para vengarse con Desdémona.
Al mismo tiempo, Desdémona habló con Emilia –su dama de compañía y mujer de Yago–, completamente asombrada y asustada por lo que estaba sucediendo, temerosa de su suerte, al ver a su marido enloquecido por unos celos enfermizos e injustificados.
Yago convenció a Roderigo para intentar matarme de nuevo, reflexionando sobre la conveniencia de ver muertos a ambos, obteniendo así, además de mi muerte, la fortuna del primero. Pero yo al ser atacado herí a Roderigo, siendo rematado éste por Yago, que vigilaba escondido, cuando iba a contarme Roderigo los motivos de su odio hacia mi, hiriéndome Yago después a mi.
Otelo entró en su alcoba donde le esperaba Desdémona, para acabar con su vida, pese a que ella volvió en un último esfuerzo a proclamar su inocencia, siendo estrangulada al fin. Después, Emilia, la esposa de Yago, se dio cuenta de que su marido había sido el culpable de todo y contó la historia de la colocación del pañuelo en mi habitación, provocando esta confesión que Yago se abalanzara sobre ella dándole muerte. Con Yago apresado y yo presente, se evidenciaron ante Otelo uno por uno todos los ardides del malvado alférez. Otelo se suicidó al darse cuenta de su estupidez, responsabilidades y errores, cayendo sobre su esposa muerta.
Antonio Muñoz Degrain. Otelo y Desdémona. Óleo sobre tela. 39,2 x 56,8 cm. Museu de Chiado. Lisboa.
La maldad de Yago, cuya propia envidia y ambición inspiraron los celos que dieron pie a la tragedia, fue terrible. La Parca le visitó, pero Atropos fue demasiado amable con él; debía haberle cortado más cosas además del hilo de la vida.
HACE ALGÚN TIEMPO Y EN PRENSA ESPECIALIZADA, ESTE TIPO DE ACTO NEFANDO, HUBIERA SIDO DEFINIDO COMO CRIMEN PASIONAL. HOY se incluiría en la VIOLENCIA DE GÉNERO.
UN DÍA, CON PERMISO, filosofaremos sobre esa ley que va consiguiendo LO CONTRARIO DE LO QUE PRETENDÍA…lo cual permite apreciar, en principio, que no es buena ley.
El problema de Otelo fue la inseguridad, que a tantos hombres ha llevado a cometer los mayores disparates. Otelo nos señala con su actitud, uno de los miedos más terribles del ser humano, que es no sentirse merecedor de lo que se ama.
La reputación es un prejuicio inútil y engañoso, que se adquiere a menudo sin mérito y puede perderse sin razón.
Hasta el comienzo de la organización de la flota veneciana, es novela cosecha del autor. A partir de ahí, BASADO en:
OTELLO: ópera en cuatro actos de Giuseppe Verdi con dirección de Franco Faccio y libretista Arrigo Boito estrenada en febrero de 1887 en La Scala de Milán, basada en la obra de Shakespeare, Otelo, el moro de Venecia y repuesta en el Teatro Real de Madrid en septiembre de 2016.
Mi nombre es Cassio de Villiers –el de pila fue puesto por mi madre que es italiana de Padua–, hombre de familia acomodada del septentrión francés, católico a ultranza, horrorizado por los pactos pecaminosos de Enrique II Read More
Existen numerosos artículos y libros exponiendo que la Iglesia Católica en algún momento de su historia, dudó de si las mujeres tenían alma o no –a favor y en contra–. La primera mención de algunos/as, más as que os, fue en los diferentes relatos del Concilio de Nicea.Read More
Continúa de parte 3
Existía otra cripta subterránea en las inmediaciones del monasterio de la Inmaculada Concepción de Loeches, donde se fueron enterrando los fallecidos de la familia Olivares hasta 1688, al margen de la tumba del conde-duque y su hija María bajo el altar mayor. Read More
Continúa de parte 2
Recordemos que a partir de la boda de Catalina Méndez de Haro con el X duque de Alba en 1688 -momento de la unión de las familias Alba y Olivares-, los duques fallecidos fueron enterrados en diferentes sitios. Por anecdótico, cabe señalar lo que rodea al enterramiento de la XIII duquesa de Alba,Read More
Y porqué este conjunto monástico–palacial pertenece al ducado de Alba? Read More