Cada cual interpreta el ARTE a su manera: El Bosco, Hortus Conclusus y Gustave Caillebotte. Part 2.

Después de los sofocos con el Bosco en el Prado y de la alegría de HORTUS CONCLUSUS, he vuelto al Thyssen– Bornemisza a ver la exposición temporal de Gustave Caillebotte, pintor y jardinero, que ha estado desde el 19 de julio hasta el 30 de octubre 2016.

Se exponen 64  obras –la de las margaritas dividida en 4– entre pruebas, bocetos y obras finales del artista: préstamos de los herederos y de coleccionistas privados; del Marmottan Monet de París, del museo de Brooklyn y de la National Gallery de Washington, de las cuales hay 19 exclusivamente de flores pero no plein air, pocas urbanas, numerosas del campo y a mi juicio, ocho obras importantes.

Caillebotte  pintor y jardinero, apasionado por las flores, los parterres y la pintura al aire libre, al igual que su amigo Monet, con pasión por la jardinería, afición que desarrolló en sus vacaciones de verano en Yerres, al salir del internado donde estudiaba en invierno, en Argenteuil y en su casa e invernadero de Petit Gennevilliers a orillas del Sena.

La  primera mitad del siglo XIX en Francia, fue época de grandes convulsiones políticas: Napoleón emperador 1804-1814 (además de los 100 días de 1815), la monarquía de Luís XVIII el deseado 1814-1824 (a excepción de los 100 días de Napoleón), Carlos X de Borbón 1824-1830, la revolución de las tres gloriosas o de julio en 1830, que derrocó a Carlos X y subió al trono a Luís Felipe I de Borbón Orleans (la monarquía de julio) –el rey de las barricadas o rey burgués– 1830-1848, que a su vez fue obligado a abdicar por las revoluciones de 1848, estableciéndose la Segunda República, con numerosos escarceos electorales  y fuertes revueltas sangrientas en París –las jornadas de junio–, hasta las elecciones por sufragio universal de diciembre de ese año. que elevaron a Luís Napoleón Bonaparte a Príncipe–Presidente de la  Segunda República, por cuatro años sin posibilidad de reelección, auto nombrándose éste en 1851 Dictador, siendo un año más tarde –1852­– elegido Emperador del II Imperio hasta 1870.

En 1848, –el de la Primavera de los Pueblos o el Año de las Revoluciones– nació en París Gustave Caillebotte, en medio de dos revoluciones obreras que pasaron, de buscar y luchar por su  esperanza, a encontrar a Luís Napoleón en el poder.

Nació en una familia, en la que el padre, hombre hábil y trabajador, logró amasar una gran  fortuna con empresas que fabricaron materiales y uniformes para el ejército del segundo Imperio, siendo nombrado juez de la Cámara de Comercio de París y condecorado con la Legión de Honor por los servicios prestados al régimen. Invirtió gran parte de sus ganancias en bienes inmuebles, entre los que estaba un palacio en la rue Miromesnil que más tarde utilizaría Gustave para sus obras.

Napoleón al llegar al poder  encomendó al barón Haussmann una reforma urbanística que evitara en lo posible las revueltas en las callejas, difíciles de controlar por ser fácilmente obstruidas con barricadas, y construyera en la capital francesa grandes avenidas, que permitieran el fácil control de los ciudadanos,  exaltando el triunfo de la elegancia y la perspectiva que fue copiada en otras grandes capitales del mundo. Este cambio urbanístico –e industrial y político– fue observado pasivamente y con complacencia –no exultante– por los impresionistas de la época, siendo propagandistas activos del mismo.

En este ambiente creció Gustave Caillebotte, que tras acabar la carrera de derecho, con 24 años acudió como alumno a inscribirse en el taller de León Bonnat, donde comenzó su aprendizaje por los derroteros de la pintura. Poco a poco fue desarrollando un  estilo propio, y  estableció un taller en la residencia de sus padres. En el curso 1872/73  fue admitido  en la École des Beaux–Arts donde solamente estuvo un año hasta la muerte de su padre en 1874, heredando con sus hermanos la gran fortuna paterna. En su herencia recibió la finca de Yerres (Essonne), que se verá reflejada con frecuencia en su obra, permitiéndole la cuantía de lo heredado, dedicarse a sus grandes pasiónes: la pintura y la jardinería.

Conoció en esa época a algunos impresionistas –los componentes de este movimiento pictórico eran denominados Independientes o Intransigentes– distanciados de la Academia de Arte francesa, que organizaba Salones anuales y que tardó en aceptar el estilo impresionista, por el desprecio de este movimiento del claroscuro clásico y defensa del plein air, por las superficies ásperas y rugosas de sus obras en lugar de las tersas y lisas de lo hasta entonces visto, y por sus poco ordenadas manchas de color, visitando Caillebotte la primera exposición impresionista de la Academia en 1874, sin participar.

Caillebotte se presentó con ocho obras, y fue aceptado en la segunda exposición impresionista de 1876, entre ellas, Los acuchilladores de parqué –Les raboteurs de parquet– (en el Thyssen sólo el boceto previo).  El tema del lienzo es la representación de unos trabajadores preparando un piso de madera, siendo considerado «vulgar» por la crítica,  ya que la Academia de Arte sólo consideraba aceptable la representación de campesinos como temática admisible en representaciones referentes a la clase trabajadora.

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Caillebotte.  Les raboteurs de parquet. 1875. Óleo sobre lienzo. 102 x 146,5 cm. Musée d´Orsay . París.

El estilo pictórico de Caillebotte pertenece a la escuela del realismo, sin embargo, fue profundamente influenciado por los impresionistas. Del mismo modo que los que le precedieron como Courbet o Millet,  y también su amigo y contemporáneo Degas, Caillebotte quería  pintar la realidad, como la veía y sentía, deseando reducir la teatralidad que rodeaba la pintura hasta esa época. Fue una maravilla en el manejo del color.

Sus telas navegan entre ambos estilos,  sin apegarse a ninguno en particular.  Al dejarse influenciar por diferentes pintores de la época, su estilo y su técnica varían según el momento;  en un tiempo se aproximó al estilo de Degas, al pintar sus obras con realismo, rico en colores, y en otras épocas empleó pinceladas sueltas y colores fríos –pastel– como Renoir o Pissarro. Navega entre sus convicciones, que buscaban siempre el realismo en su obra, y la admiración que sentía hacia los impresionistas.

Con su fortuna y deseo, pudo ejercer  de mecenas de sus amigos pintores, entre los cuales estaban Degas, Monet, Renoir o Pissarro. También financió exposiciones impresionistas en las que él, también expuso. Ha sido reconocido fundamentalmente por su papel de mecenas e impulsor del movimiento impresionista. Coleccionó un gran número de obras de artistas como Pisarro, Degas, Renoir, Sisley, Cézanne y Monet, que legaría al estado francés tras su muerte en 1894 a los 45 años. Después de su muerte, se abrió el testamento que había redactado en 1876 tras el fallecimiento de uno de sus hermanos, y ahí queda patente su fe en la nueva pintura y visión de futuro: “Cedo al Estado la colección que poseo, pero quiero que mi donación sea aceptada de modo que los cuadros no recalen en un almacén ni en un museo de provincia sino en el Museo de Luxemburgo y más tarde en el Louvre. Es necesario que pase cierto tiempo antes de la ejecución de esta cláusula, hasta que el público admita ese tipo de pintura. Otra cosa es que la comprenda. Este tiempo puede ser de veinte años o más. Mientras tanto mi hermano Martial y otro de mis herederos los conservará.”

Su legado de incalculable valor, en el que figuraban más de sesenta obras de  los artistas mencionados anteriormente. no fue llevado a los museos señalados hasta veinte años más tarde, causando entonces una gran conmoción, ya que los impresionistas habían comenzado a ser comprendidos  y entendidos.

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Caillebotte. Autorretrato con caballete. 1878-1879. Óleo sobre lienzo. 103 x 131 cm. Colección privada.

Caillebotte es sobre todo reconocido por sus pinturas urbanas del París de Haussmann aunque pintó muchas escenas domésticas y familiares, también retratos e interiores. El puente de Europa –Le pont de l’Europe– (un obrero se apoya aburrido en la aparatosa estructura de hierro mientras por la calle una mujer camina detrás de un ‘flâneur’),  Calle de París, día lluvioso –Rue de Paris; temps de pluie– ( donde una pareja no matrimoniada,, pasea mientras mira a un punto indeterminado de la calle), también conocida como La plaza de Europa, en tiempo lluvioso –La Place de l’Europe, temps de pluie–. Esta última es especial por sus colores fríos y su realismo, que dan un aspecto moderno.  Sus pinturas urbanas presentaban grandes y profundas perspectivas. En Balcón, boulevard Haussmann, invita al espectador a compartir el balcón y a observar junto al burgués inclinado sobre la barandilla y al vestido más informalmente que parece descansar  apoyado en la pared, el escenario del boulevard que el observador de la obra no puede ver porqué es tapado por los árboles. Al hilo de lo comentado anteriormente, algunas de sus pinturas urbanas ejecutadas en la misma época como La plaza de san Agustín, son impresionistas, lo que pone de relieve su versatilidad entre realismo e impresionismo.

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Caillebotte. Le pont de l’Europe. 1876. Óleo sobre lienzo. 124,7 x 180,6 cm. Musée Petit Palais. Ginebra. Suiza.

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Caillebotte. Rue de Paris, temps de pluie. 1877. Óleo sobre lienzo. 212 x 276 cm. Art Institute of Chicago.

Sus pinturas de campo en Yerres, hablan de escenas de campo, actividades para solaz y escenas familiares intimistas, utilizando a menudo una  técnica impresionista, en contraste con las pinceladas más sobrias y lisas de sus pinturas urbanas. En su cuadro titulado Remero con sombrero, maneja con gran efectividad la perspectiva.

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Caillebotte. Un balcon, Boulevard Haussmann. 1880 Óleo sobre lienzo. 67,9 x 61 cm. Colección privada.

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Caillebotte. Rameur avec le chapeau supérieur. 1877. Óleo sobre lienzo. 90 x 117 cm. Colección privada.

En gran parte de sus pinturas están retratados los miembros de su familia, como en: Los naranjos –Les orangers– aparecen su hermano Martial y su prima Zoë en el jardín de la casa de Yerres; Retratos en el campo –Portraits à la champagne­– en el que esta retratada su madre junto a su tía y una prima; Joven en su ventana –Jeune Homme à sa fenêtre está representado René en la casa de la rue Miromesnil.

Respecto a los 19 cuadros de flores: margaritas, orquídeas– sus preferidas­–, crisantemos, gladiolos y otras, prefiero las clásicas de Juan de Arellano del siglo XVII, ya que aquí creo que  el artista, no utiliza el aire libre para pintar, por lo que pierde la característica principal del impresionismo: el color derivado de la luz natural.

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Caillebotte. Parterre de margaritas para decorar su casa. Museo de los impresionistas en  Giverny. Francia.

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Juan de Arellano. Florero de Cristal. 1668. Óleo sobre lienzo. 83 x 62 cm. Museo del Prado.

¿Cúal es la mejor pintura en el arte? :La que más os guste.