LA GRAN Y FELICÍSIMA ARMADA ESPAÑOLA. Parte 4.
Las pequeñas bajas causadas por el fuego y la lentitud de maniobra de los buques de la Gran Armada, elevó la moral inglesa, desesperando a los españoles, que encontraban a los ingleses siempre a barlovento y rehuyendo el contacto: es decir, aplicando la táctica del desgaste prevista.
A Farnesio se le seguían mandado pataches con mensajeros que seguían sin encontrarlo y Medina Sidonia seguía cumpliendo a toda costa las órdenes de S.M. a cientos de kilómetros…
La Gran Armada navegó hacia las costas de Calais y Dunkerque, donde fondeó. El alcalde y la ciudad de Calais, proveyeron de comida y agua a la flota española, poniendo a disposición del almirante español, los cañones de la ciudad, mientras, la flota inglesa recibía refuerzos de Dover -en el SE de Inglaterra- con número de barcos no inferior a 40, mandados por Henry Seymour, y una escuadra de rebeldes holandeses, mandados por Justino de Nassau, que se estableció en la zona de Dunkerque para cortar la salida española hacia el N.
Por fin encontraron al Duque de Parma en Brujas, no en Dunkerque como era lo acordado, y expresó la necesidad de aún 15 días más –con gran desesperación de la flota española-, para terminar de preparar los Tercios, que iban a ser trasladados en barcazas desde Dunkerque a las costas inglesas, protegidas por los barcos de la Gran Armada.
A los dos días, la noche del 7 al 8 de agosto, los españoles observaron como 8 brulotes ingleses, aprovechando el viento del W, eran lanzados como barcos incendiarios y con explosivos contra la flota española atracada. Los españoles sin tiempo para levar anclas, picaron los cables de las mismas para intentar quitarse de en medio, pero temiendo ser arrastrados a los bajíos de GRAVELINAS se dispersaron sin orden alguno; aprovechando la circunstancia, los ingleses se lanzaron al ataque, comenzando la que se bautizó como batalla de Gravelinas.
Los combates se sucedieron sin cesar: el mayor alcance de fuego y la mayor velocidad en la maniobra de los buques ingleses chocó con la robustez y fuerza moral en el combate de los españoles. El San Martín de Medina Sidonia, inicialmente solo, y posteriormente auxiliado por 40 buques más, fueron capaces de soportar los embates de más de un centenar de barcos ingleses. Sin vencedor definitivo, y aprovechando que el viento roló favorablemente para los españoles, finalizó la batalla con sólo un barco español hundido y otro apresado en los bajíos de Gravelinas.
La batalla de Gravelinas –la más violenta de la campaña- permitió a los ingleses, impedir el cumplimiento del objetivo español de desembarcar a los Tercios en Inglaterra, aunque la flota española no hubiera sido realmente derrotada.
Los españoles, con viento desfavorable, se vieron obligados a salir al mar del Norte, sin agua, alimentos ni municiones, y totalmente desorganizados, aunque no rehuyeron ni en esos momentos, el combate con el inglés.
Después de lo acontecido a la Gran Armada, el trayecto de vuelta a España, se realizó bordeando la costa norte de las islas británicas, que resultaría más “fácil” para los galeones y las naos, y mucho más dificil para el resto de lasnaves, que eran típicamente de mares interiores, como el Mediterráneo.
Llegaron a los puertos españoles 102 barcos de los 127 que partieron de La Coruña, la mayor parte muy dañados, sacando como conclusión técnica, que eran más eficaces los barcos rápidos y maniobreros con fuego de largo alcance, que los barcos grandes y lentos en la maniobra.
El fracaso de la Gran Armada, permitió a Inglaterra momentáneamente, continuar sus ataques piratas a los territorios españoles, y a las flotas comerciales, a la vez que continuaron dando apoyo económico y militar a los holandeses contra España.
La Gran Armada no fue nunca derrotada y jamás rehusó el combate, aunque la historia fue falseada por los ingleses, especialistas en este tipo de libelo, siendo publicitada su historia por Anthony Wingfield en 1589, en un planfeto impreso en el taller de Thomas Woodcok, A true coppie of a discourse written by a gentleman employed in the late voyage of Spaine and Portingale.
De forma inmediata Isabel I dio la orden de constituir una Contra Armada -Contraarmada- comandada por Sir Francis Drake sobre la parte naval de la flota y Sir John Norris sobre las tropas de desembarco, para atacar los puertos donde la flota española reconstruía sus barcos y conseguir las riquezas posibles en esos ataques.
Tuvieron ciertos problemas para conseguir las tripulaciones y las tropas de desembarco, debido al mal trato que recibieron los que combatieron a la Gran Armada española a su regreso: los ingleses padecieron miles de bajas en contra de lo que dijo su aparato propagandístico y NO fueron ayudados a su regreso, ni aun los enfermos. En palabras del almirante HOWARD al aire y a la reina: es penoso ver como padecen después de haber prestado tal servicio. Valdría más que Su Majestad la Reina hiciera algo por ellos, aún a costa de gastar un dinero y no los dejara llegar a tales extremos. Si estos hombres no son mejor tratados y se les deja morir de hambre y miseria, difícilmente volverán a ayudarnos.
Sin embargo en España, al regresar la flota, habían sido movilizados innumerables recursos en muchos puertos españoles, con alimentos, hospitales, y materiales de reconstrucción de barcos.
En 1589, por fin pudieron poner en marcha la Contra Armada inglesa, partiendo de Plymouth con 150 barcos y 23.000 hombres, recibiendo Drake órdenes de la reina de atacar los puertos de Santander y San Sebastián en el Cantábrico, puertos en donde se reparaban numerosos buques de la Gran Armada, antes de continuar hacia Lisboa, ciudad que debería ser tomada, nombrando a D. Antonio, Prior de Crato, hijo del infante Luís de Portugal y nieto de Manuel I el Afortunado –casado sucesivamente con las infantas españolas Isabel, María (hijas de los Reyes Católicos) y Leonor (hija de Juana la Loca), rey de Portugal , para sustituir a Felipe II -que lo era desde 1581, por ser hijo de Isabel de Portugal, hija de Manuel el Afortunado y María, hija de los Reyes Católicos-, y en caso de no poder quitar la corona a Felipe, destruir la ciudad y expoliarla.
D. Antonio, Prior de Crato, autoproclamado rey de Portugal.
To be continued in part 5 and last.
Tweet
Qué bien contada esta historia de bravos marinos, uno se traslada a esos ataques y abordajes, Gracias por tus relatos JA
Justo y bonito es recordar a quienes todo sacrificaron cumpliendo con su deber.
Gracias a ti, por tus visitas. Abrazo.